El Diario del @Gerente 2012
Tercera Parte
“El fin del duelo”
gerente2012@gmail.com
Introducción
Esta es la
tercera parte de la novela “El diario del @Gerente2012”. La primera relató una
serie de aventuras vividas por el protagonista que mostraron los rasgos de su
personalidad y como éste se adaptaba para vivir en el mundo de los negocios. También
mostraba sus necesidades de afectos y sus temores. Al final se da cuenta que
todo lo vivido fue parte de un relato que escribía inconscientemente día a día
mientras que se recuperaba en una clínica psiquiátrica de un estado catatónico
producto de un golpe en la cabeza y de un shock producido por presenciar la
muerte de su esposa, quien embarazada fue atropellada brutalmente. Al tomar
consciencia de la realidad el protagonista se enfrenta a la decisión de acabar
no con su vida. Su elección de continuar la hizo fortaleciendo su lado malo y
enterrando su lado sensible para así evitar seguir sintiendo dolor. El gran
objetivo que le permitió generar un motivo a su existencia fue poner toda su
energía, libre de todos escrúpulos, en obtener un gran logro profesional.
La segunda
parte de la historia muestra como el personaje comienza un viaje por
Latinoamérica para tratar de rencontrarse consigo mismo. En una parada en
Colombia se entera que su esposa lo engañaba con Enrique Osses, un alto
ejecutivo de una de las principales empresas de telefonía móvil del mundo, sino
que también que el hijo que esperaba al momento de morir era de su amante. Este
golpe hace que el personaje se centré en el odio como mecanismos de escape al
dolor y agregue a su objetivo una venganza personal que permitiera canalizar
toda la energía producto de esa negativa emoción.
Dado que
Enrique Osses dirigiría el lanzamiento de la portabilidad numérica en Chile,
hace que el protagonista utilice este país como centro de operaciones. Logra
convencer a un empresario de que él puede hacer un tremendo negocio en el rubro
de la telefonía móvil. En el corto plazo logra implementar una exitosa
estrategia comercial y logra hacer las redes para hacer de la empresa que
administra una burbuja y hacer un acuerdo de venta a una de las empresas más
grandes de la industria.
Después de
todas las aventuras logra entender que su difunta esposa Camila lo había
engañado porque cinco años antes se había enterado que éste tenía una hija sin
saberlo. Camila, imposibilitada para tener hijos con el protagonista había
ocultado lo de la hija del protagonista junto con Osses. Al descubrir esto, los
objetivos del Gerente cambian drásticamente y se propone estabilizarse
emocionalmente para luego comenzar a construir una relación con su hija.
Capítulo I, Una poco de orden
Mientras conversaba
con Marcelo este me miraba mostrando gestos de asombro por lo increíble de mi
historia. “No puedo creer lo que me cuentas” dijo interrumpiendo mi relato.
Cuando le dije que debía irme a Buenos Aires a comenzar a construir la relación
con mi hija su empatía disminuyó. Poner en riesgo millones de dólares por la
relación de un hombre con su hija no parecía ser un buen negocio para él. Lo
entendí y le di la seguridad que Juan Andrés estaba preparado para seguir la
negociación. También le dije que yo estaría monitoreando todo el proceso a
distancia y viajaría cada vez que fuera necesario o haría que viajara Juan
Andrés cuando yo no pudiese hacerlo. “Andrés, entiendo lo importante de tu
decisión, pero sé que tú entiendes que este negocio es muy importante para mí y
para mucho de los ejecutivos que estás liderando” dijo Marcelo tratando de
utilizar una manipulación emocional que no me afectaba. –Tranquilo Marcelo,
todo saldrá bien- dije cerrando la conversación. Después nos dimos un apretón
de manos y él muy cariñosamente me abrazó con fuerza. Sus deseos de que todo me
saliera bien los sentí sinceros, una sonrisa y poner mi mano en su hombro fue
mi forma de agradecerlos.
La reunión
con Juan Andrés fue distinta, no expuse mis temas personales porque no lo
consideré necesario y no era de mi agrado darme protagonismo con esos temas.
Los negocios, los éxitos y mi capacidad de gestión eran las herramientas que me
agradaba utilizar para lograr ese protagonismo que tanto me gustaba conseguir.
“No lo entiendo Andrés, si bien hemos dado pasos importantes para esta
transacción, pero todavía falta lo más importante. Siempre dijiste que el
negocio no se cerraba hasta que los contratos se firmaran” dijo mostrando
preocupación. –Sigo pensando lo mismo. Mi partida a Buenos Aires sólo cambia mi
ubicación física, estaremos en contacto por todos los medios y en los horarios
que sean necesarios. Viajaré cada cierto tiempo y tú también lo harás- dije
tranquilizándolo. -Es importante que sepas que esto te obligará a tomar
decisiones sin consultarme en ocasiones, pero debes estar tranquilo que ya has
demostrado el criterio suficiente para poder hacerlo- dije dándole un
reconocimiento que lo llenó de orgullo.
Una vez
terminada nuestra conversación pedí a María Paz llamara a todos los gerentes
para juntarlos en la sala de reuniones. Juan Andrés comentó del estado de las
negociaciones y todos se mostraron satisfechos. Cuando señalé que tendría que
viajar a Buenos Aires la sala de reuniones se llenó de murmullos y miradas que
pusieron el ambiente bastante tenso. –Deben tener claro que no abandono este
proceso, jamás lo haría porque no está en mi forma. Mi partida a Buenos Aires
responde a temas personales que debo resolver, pero estaré en contacto
constantemente con Juan Andrés quien me remplazará en el día a día. Igual
viajaré cada cierto tiempo para reunirme con ustedes y seguiré mirando los
reportes financieros, de venta y los operacionales. Tengo un compromiso con
este proyecto, con ustedes y con todos los que han creído en este gran objetivo
que nos hemos propuesto. Apoyen a Juan Andrés, apóyense entre ustedes y apoyen
el proyecto- dije despidiéndome de cada uno y volví a mi oficina.
Mientras
hacía unos trámites en mi notebook María Paz me pidió permiso para
entrar. La hice pasar mientras miraba que ella estaba diferente. No tenía una
actitud coqueta, no resaltaba sus curvas ni exhibía un gran escote. Ella me
había leído y sabía que mi mente no necesitaba la distracción que ella sabía
ofrecer. “Don Andrés, trabajar con usted ha sido increíble. Admiro como maneja
las situaciones, como me hace parte de su equipo y de sus estrategias sin
siquiera decirme una palabra. He aprendido a leerlo y adelantarme a sus
peticiones. He aprendido a cubrir sus necesidades y ser un apoyo en todo lo
necesario para que usted pueda dirigir esta empresa de la mejor forma. Este
trabajo no será lo mismo sin usted” dijo ella abriendo por primera vez el tema
de mi partida. –Querida María Paz, eres por lejos la mejor secretaria que he
tenido, tu capacidad de percibir las cosas es increíble. Tienes potencial para
dirigir equipos y probablemente tienes visión para dirigir negocios si obtienes
la formación necesaria- dije mientras ella sonreía por los halagos. –A partir
de hoy estás despedida- dije en forma dura y cortante mientras su rostro
mostraba una gran sorpresa. Por cinco segundo observé cada gesto de su cuerpo y
lograba incluso interpretar como ella pensaba que como podía haberse equivocado
tanto conmigo, que no podía entender que yo podía ser tan desgraciado.
-Aquí
tienes tu finiquito, agradeceré que lo firmes hoy y después saques todas tus
cosas de tu oficina- dije mientras ella estaba apunto de quebrarse. Gocé de una
manera increíble cuando ella vio el monto del finiquito y quedó completamente
confundida. –Mira este otro documento que si bien no es parte de tu finiquito,
guarda mucha relación con él- dije mientras le pasaba una carpeta con la imagen
de la mejor escuela privada de negocios de la capital chilena. “Don Andrés no
entiendo nada” dijo ella haciéndome sonreír. –Parece que tan predecible no soy,
tienes toda la información en tus manos y aún no logras leerme- dije dando una
cariñosa sonrisa. La indemnización de María Paz le permitiría vivir en forma
austera por cuatro años y el documento anexo que le había pasado era su
inscripción en ingeniería comercial de esa escuela de negocio con todos los
gastos pagados por los próximos cuatros años. Ella se largó a llorar mostrando
una bella sensibilidad que no había expuesto anteriormente. Eso me conmovía y
me hacía sentir a gusto. –No te diré que aproveches esta oportunidad, porque sé
que lo harás. Brillarás en los negocios María Paz- dije mientras ella se lanzó
a mis brazos y me dio un beso diferente a todos los que me había dado. Este
beso tenía un grado de espontaneidad y emoción que me hizo saborearlo durante
todo el día. Habría estado dispuesto seguir ese beso en algún dormitorio, pero
sabía que no era bueno mezclar esa alegría espontánea con sexo.
Cuando fui
a mi psiquiatra, evaluó que la sertralina ya me había estabilizado en las
últimas tres semanas. Al día siguiente de saber la noticia de la existencia de
mi hija había conseguido hora para la cita y no sólo me trataron de
irresponsable por haberla dejado, también me había hecho comenzar el
tratamiento en el despacho del psiquiatra. Me recomendó realizar terapia, pero no
estaba dispuesto. Mi objetivo era estar estabilizado y el tratamiento de la
sertralina, dirigido responsablemente por un psiquiatra, daba resultado.
Quedamos en juntarnos en un mes más para evaluar si la dosis seguía siendo la
correcta y me dijo que no cantara victoria. “Andrés sigues viviendo un proceso
de duelo, si bien te has enfrentado al dolor, pero no estoy seguro que sea el
momento preciso para que conozcas a tu hija” dijo con una nula empatía. Esto no
se trataba de ansiedad, cada segundo que me demorara en conocer a mi hija era
tiempo valioso a su lado que perdía.
Antes de
subirme al auto sentí que la vida me daba una verdadera oportunidad para ser
feliz, pensé que quizás la oportunidad era para darme cuenta que la felicidad
es una opción, es un derecho y también una obligación. Esto me llevó a sacar mi
iphone y escribir un tweet.
-¿Sabes
cuántas personas desean escuchar que tienen derecho a ser feliz?
Son
millones
Lee bien:
SER FELIZ ES TU DERECHO Y OBLIGACIÓN-
Segundos
después mi teléfono comenzó a sonar indicando que mi frase comenzaba a ser retweeteada
y a recibir muchas menciones de agradecimiento por la frase. Como siempre
también recibí muchos mensajes directos, que por lo general no los respondía,
porque eso hacía generar lazos que me desenfocaban. De todas formas respondí el
mensaje de @lolu242, quien en otras ocasiones me había dado palabras de aliento
justo en momentos que las necesitaba. Su mensaje me comprometió una respuesta,
lo que llevó a una pequeña conversación privada en la plataforma de twitter.
“@lolu242:
Estimado Gerente, me alegro por su felicidad. Esperaría poder tener la
capacidad de que me naciera expresar lo mismo”
-@Gerente2012:
Estimada @lolu242, la felicidad está en ti. Deja que pase el mal momento que
vives y lo verás-
“@lolu242:
Que raro Gerente, se equivoca completamente. Estoy viviendo mi mejor momento,
de hecho luego me casaré”
-@Gerente2012:
Entonces disfrute querida amiga y no deje que los nervios la traicionen-
“@lolu242:
Lo tendré en mente, suerte en todo querido Gerente”.
La
conversación breve, pero profunda me dejó muy confundido. Yo había vivido la
etapa previo al matrimonio. Las dudas me habían llenado y logrado poner muy
nervioso. Por lo demás, la presión de la preparación del evento hacía que los
puntos de conflictos crecieran enfrentándome con Camila, quien era mi novia en
ese entonces. De todas formas, la palabra felicidad era algo que no cuestionaba
en ningún aspecto. Pensé en escarbar en su historia, pero ella había cerrado la
conversación y yo no quería perder mi foco. No respondí a su despedida y me
dispuse a manejar hasta mi casa.
Las tres
semanas que llevaba pasando junto a un buen fuego, un trago de ron y mi perra
pastor alemán fueron interrumpidas por la visita de mi vecina. Cuando apareció
vestida de enfermera miles de pensamientos sucios y entretenidos pasaron por mi
mente. Todo hasta que vi segundos después que venía junto a su novio.
“Hola
Andrés, ¿podemos pasar?” preguntó ella con una voz suave que me hizo conectarme
con todos los encuentros sexuales que habíamos tenido. Recordé lo maldito que
había sido con realizar una conexión emocional con ella utilizando su trauma
producto por la carencia de afecto de su padre. De todas formas me sentía reivindicado
por ser el responsable de que esta pareja se volviera a unir y ahora decidieran
volver a casarse. “Haremos una ceremonia privada, volveremos a casarnos por el
civil” introdujo a ella antes de llegar a la más patéticas de las peticiones
que me habían hecho en toda mi vida. “Fuiste el que nos volvió a unir, el que
nos hizo ver que en nuestra relación había un amor grande, por eso queremos
seas el padrino de nuestra boda” dijo ella sin darme espacio a negarme.
Para mí
era fácil utilizar como excusa que estaría en Buenos Aires para evitar hacer el
rol que me ofrecían. No tengo nada contra los padrinos de boda, pero para mí
los roles secundarios no tenían valor. Yo era el protagonista de la obra o un
espectador de ella, nunca un actor secundario. Fue tan sincero el
agradecimiento como también lo fue la petición que me fue imposible negarme o
dar alguna excusa. –Es todo un orgullo lo que me piden, por supuesto que acepto
muy agradecido- dije mientras los invité a tomar unos tragos. Esa noche
remplacé la soledad por la compañía de una pareja que me mostraba que el amor
se abría espacio, la pregunta era por cuanto tiempo.
Al día
siguiente decidí hacer una escala antes de llegar a Buenos Aires. Compré los
pasajes de manera tal de estar dos días donde Sofía, para después volver a
retomar la ruta a Argentina.
Le mandé
un whatsapp a Sofía diciendo que haría una escala para verla antes de ir
al encuentro con mi hija. Ella respondió con el emoticón que mostraba la más
grande de las sonrisas. Eso hizo sentirme bien, me di cuenta la falta de cariño
que me había producido la soledad, la cual se había acrecentado con la visita
de la pareja que me había dado el tremendo honor de ser su padrino de boda. La
mezcla de todas esas emociones me llevaron a escribir un tweet.
-El alma se
alimenta del cariño físico y emocional que te dan otras personas.
#Oesmuytontoloqueestoydiciendo?-.
Algunos
comentarios afirmativos recibí como otros sarcásticos diciendo que efectivamente
era muy tonto como todo lo que decía. Me reí y me di cuenta cómo twitter
había sido la manera de flanquear la soledad que había tenido en esas tres
semanas.
Mi mente
divagó por donde quiso, sin mayor cuestionamiento, haciendo que el tiempo
pasara rápido y sin darme cuenta ya estaba montado en un avión. Sofía me estaba
esperando en el aeropuerto y me llevó a su casa a dormir.
Cuando me
indicó que dejara mis maletas en la pieza de alojados sentí que algo estaba
diferente. Cuando me tomó de la mano y me llevó a la sala a conversar confirmé
que algo estaba pasando y que la conversación en que me enteraría qué era
estaba apunto de empezar.
Una vez
sentados en el sillón, ella me tomó las manos y comenzó a hablar. “Andrés,
fuiste fundamental en mi separación con Enrique. Fuiste la persona que me hizo
sentir que era una mujer increíble y no una basura que se merecía el engaño de
su esposo. Me hiciste sentir bella, sensual, seductora y que valía mi peso en
oro. En vez de caer en una depresión me hiciste ver en este proceso que había
una oportunidad de redescubrirme y así lo he hecho” dijo la mujer con una
tranquilidad que me llamaba la atención.
“De alguna
forma siempre supimos que teníamos algo importante en común, pero algo nos
decía que no había amor. He leído mucho de como las personas enfrentan sus
procesos de separación y lo nuestro hasta tiene un nombre” dijo ella repitiendo
de seguro el discurso de su terapeuta. “Lo nuestro fue una relación puente”
dijo ella conjugando en pasado, lo que para un buen entendedor como yo eran
suficientes palabras para decir que no habría más sexo entre nosotros.
“Fuiste un
ángel en mi vida y creo que de alguna forma yo lo fui en la tuya. El ayudarte a
descubrir lo de tu hija me hizo sentir una paz muy grande. También me hizo
sentir que seré parte de tu vida para siempre, pero no como pareja” dijo ella
como quien trata de terminar una relación. Si había sido o no una relación
puente no era relevante para mí. Sentí una pérdida porque en ella había
encontrado un refugio agradable, habíamos vivido momentos ricos, llenos de
placer haciéndonos sentir que éramos seres especiales, pese a que nuestras ex
parejas nos habían engañado. Sentí una pena que traté de disimular, porque de
alguna manera mi ego no me permitía decir que quizás debíamos darnos una
oportunidad para ver como se iban dando las cosas.
-Entiendo
perfectamente a lo que te refieres, tú fuiste un lugar en el cuál me sentí
seguro. Una verdadera lástima es que el destino no nos diera una oportunidad
mayor, lo pasé muy bien en el tiempo que compartimos, pero ambos tenemos distintos
caminos que seguir. No habrá puente más maravilloso que tú Sofía- dije
haciéndola sonreír y me dio un abrazo de mejor amigo que repudié. Hay hombres
que le encanta generar relaciones de amistad con las mujeres, relaciones
fraternales, pero no era mi caso. Para mí la mujer es una fuente maravillosa de
emociones complejas, maduras y seguras. No me sorprendería saber que hay
estudios que demuestran que son más inteligentes que los hombres. Sabía que en
general lograban más compromiso y en general mejores resultados. Pero todo eso
sumado a su sexualidad era lo que para mí la hacían convertirse en el ser más
maravilloso del planeta.
- Podremos
haber sido una relación puente, podré verte como una mujer completa y con
grandes valores, pero jamás dejaré de verte como una mujer atractiva a la que
encantado le haría el amor. Cuando me vuelvas abrazar tenlo claro, porque nunca
seré un amigo o hermano asexuado- dije haciéndola sonrojar. “No tienes caso
Andrés…” dijo ella mientras yo la interrumpí. –Ni nunca lo tendré- dije
mientras me paraba para que cada uno se fuera a dormir.
Al día
siguiente conversamos mucho en relación a mi hija. Yo sabía mucho de mujeres,
pero nada de niñas. Me relató como para ella su padre era una figura y pilar
fundamental en su vida. “La relación de una hija con su padre es un centro de
frustraciones si se lleva mal o un pilar clave en la seguridad y personalidad
si se lleva bien. Mi padre para mí fue la seguridad, la protección y el modelo
de la figura masculina que tuve. En mi caso la suerte fue grande, él me aceptó
siempre y me acogió con todos mis defectos y virtudes. Jamás trató que fuera de
una u otra forma, no había modelos ideales de hija para él. Desde niña pude
contar con él para hablar de los niños que me gustaban y nunca entró en
generarme espacios prohibidos. En el caso de amigas sus padres han sido fuentes
de frustraciones y gran parte de los problemas que las siguen hasta el día de
hoy. Hay varias que sintieron que traicionaron a su padre en su primero
encuentro sexual, haciendo que este tema se fuera transformando en un problema
en vez de tener una vida sexual plena” dijo Sofía haciéndome sentir incómodo.
No conocía a mi hija y ya el tema sexual me incomodaba. “Andrés debes
prepararte a dejar de lado ese machismo que hace sentir que los hombres son
dominantes en el plano sexual. Si no lo haces generaras culpa en tu hija y una
vida llena de problemas” dijo ella queriendo entrar en un plano que para mí era
incómodo.
-Todo a su
tiempo Sofía, creo que no es necesario partir subiendo una montaña por el lado
más difícil- dije cerrando la conversación por mi parte.
“Te
entiendo, machista; cuando quieras volver a conversarlo encantada lo hago. Lo
más importante es que tu primera etapa sea conocerla, ver sus cualidades y
defectos. Ella se sentirá querida si aceptas sus defectos y celebras sus
cualidades. No te equivoques tratando de que corrija sus defectos, dedica tu
tiempo a potenciar sus habilidades” dijo ella dándome consejos que de seguro
tomaría en cuenta en el momento oportuno.
Durante
todo el día aproveche a Sofía de una manera que nunca había aprovechado antes a
una mujer. Preguntaba por todas las vivencias de ella y sus amigas en relación
a sus madres y padres. Cada experiencia me iba marcando rasgos de
comportamiento que me daban luces de las formas que podía tener para
relacionarme con mi hija. Como buen ingeniero había llevado acabo un buen
proceso de documentación para estar lo más preparado para iniciar una relación
paternal con una princesita de diez años a quien aún no conocía.
Después de
cenar nos fuimos a acostar cada uno a su cama, mi vuelo salía temprano y no
tenía intención de trasnochar. Me quedé pensando en los gestos de Sofía y en lo
rápido que se me había hecho la tarde. Todos los pensamientos desaparecieron cuando
sentí que mi puerta se abría. En cuestión de segundo Sofía se metía a mi cama
desnuda. “Creo que a esta relación puente le falta una última milla” dijo e
instantáneamente comenzamos a besarnos haciendo que los planes de una noche
descansada no se concretaran.
Al otro
día en el aeropuerto nos dimos un agradable beso. “Parece que el puente ha sido
cruzado” dijo ella esperando una respuesta mía. –Si fue así, cada milla de este
puente fue maravillosa y estoy feliz de haberlo recorrido- dije y me despedí dándole
una sonrisa que escondía un sentimiento de melancolía.
Caminando
por el aeropuerto me comencé a poner nervioso, partía un proceso importante en
mi vida, uno que involucraba una niña de diez años que llevaba mi sangre. Saqué
mi teléfono y puse la aplicación de twitter para interactuar con mis
seguidores.
-Rumbo a
Buenos Aires a una experiencia que jamás había soñado-
Muchos
deseos de éxito, fueron los que recibí y luego subí algunas fotos de mi tránsito
hacia el avión. Un gran suspiro di y junto con él vino una serie de sensaciones
en mi estómago que me ponían nervioso, pero de una manera muy agradable. Sabía
que el camino que estaba siguiendo era el correcto, sabía que era por el cual
quería andar y lo más importante sabía que era un camino hacia la felicidad.
Capítulo II, Miradas que matan
Dar con la
ubicación de Carla no me había costado
trabajo, varias consultas en google con su nombre y su profesión de odontóloga
me habían dado un par de lugares en los que atendía. En uno de ellos, un centro
de salud integral, fue en el que agendé una cita utilizando otro nombre. Claro
que era más fácil preguntar por ella, dar mi nombre y tratar de lograr una
conversación telefónica, pero eso no me permitiría ver su expresión de sorpresa
y su lenguaje corporal mientras me explicaba por primera vez todo lo relacionado a mi hija.
En un
hotel cercano a la calle corrientes, en el centro de Buenos Aires fue donde me
hospedé el día lunes. Pensé en llamar a @andrel96, seguidora con la que había
tenido un tremendo encuentro sexual en mi última visita a esta cuidad, pero
ella ahora estaba de novia. No era mi intención sentir un rechazo como tampoco
poner a prueba la estabilidad de su relación.
Después de
almuerzo caminé por Corrientes revisando la cartelera. Una de las cosas
que más me gustaba de esta ciudad era su movida cultural; grandes ferias del
libro, espectáculos familiares y una cartelera de teatros que daban seguridad
que en esta hermosa ciudad el que se aburría era porque quería.
Saqué mi Iphone,
puse mis audífonos y me dejé llevar por los pasos junto a la música que se iba
poniendo aleatoriamente en mi teléfono. El no ser parte de ese lugar, el no
estar dentro del sistema me hacía sentir que mi parada era otra. Me concentré
en ver a las mujeres y me hizo volver a recordar a @Andre96. Divagué por un
rato pensando que ese encuentro no podía haber sido sólo eso, algo había tenido
que haber afectado en mi vida y me frustraba un poco el no entenderlo.
Cuando se
seleccionó la canción Blue
a dos mujeres del grupo musical La Rue Morgue hizo que mi
pensamiento fluyera de @andrea96 a todas las seguidoras que había conocido en
mi viaje por Latinoamérica, antes de instalarme en Chile. Todas ellas habían
influenciado de alguna manera positiva, debía ser así. No estaba dispuesto a
pensar en que sólo había sido un grato encuentro sexual. Por otro lado, quería
pensar que yo también había influenciado positivamente en sus vidas.
Blue a dos
mujeres
Tori,
te descubrí sin querer
sobre mi piano se desliza tu mirada
se amanece tu cabello rojo
tus labios de mujer sutil
Maga, te descubrí sin querer
entre rayuela la lluvia
y parisenses humedecidos escuchando jazz
parís no está tan lejos
Son mujeres que dejan algo en el aire
algo que emborracha
son mujeres que dejan marcas donde pasan
marcas que nos hacen vivir
Chicas, alucinemos sin frenos
ni dolor como si fuera tan normal
tan cotidiano ganas de igual
cortázar no sospecha
Vamos, que nuestra magia será
la de volar en melodías infinitas
que nacieron hace un tiempo ya
la cosa no es tan grave
Son mujeres que dejan algo en el aire
algo que emborracha
son mujeres que dejan marcas donde pasan
marcas que nos hacen vivir
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
las llevo para siempre
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
no creo que las pueda olvidar
Tori, te descubrí sin querer
sobre mi piano se desliza tu mirada
se amanece tu cabello rojo
tus labios de mujer sutil
Son mujeres que dejan algo en el aire
algo que emborracha
son mujeres que dejan marcas donde pasan
marcas que nos hacen vivir
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
las llevo para siempre
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
no creo que las pueda olvidar
sobre mi piano se desliza tu mirada
se amanece tu cabello rojo
tus labios de mujer sutil
Maga, te descubrí sin querer
entre rayuela la lluvia
y parisenses humedecidos escuchando jazz
parís no está tan lejos
Son mujeres que dejan algo en el aire
algo que emborracha
son mujeres que dejan marcas donde pasan
marcas que nos hacen vivir
Chicas, alucinemos sin frenos
ni dolor como si fuera tan normal
tan cotidiano ganas de igual
cortázar no sospecha
Vamos, que nuestra magia será
la de volar en melodías infinitas
que nacieron hace un tiempo ya
la cosa no es tan grave
Son mujeres que dejan algo en el aire
algo que emborracha
son mujeres que dejan marcas donde pasan
marcas que nos hacen vivir
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
las llevo para siempre
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
no creo que las pueda olvidar
Tori, te descubrí sin querer
sobre mi piano se desliza tu mirada
se amanece tu cabello rojo
tus labios de mujer sutil
Son mujeres que dejan algo en el aire
algo que emborracha
son mujeres que dejan marcas donde pasan
marcas que nos hacen vivir
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
las llevo para siempre
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
no creo que las pueda olvidar
Por más
que trate de no reparar en la palabra “walkman” de la letra de la canción, ésta
se quedó pegada en mi cabeza haciéndome ver que este aparato que tanto usé en
mi juventud ahora era cosa del recuerdo. Me hacía sentir como mis tías abuelas
cuando hablaban de su vitrolas. –Estoy en mis mejores años- pensé y
volví a concentrarme en las seguidoras que había conocido.
La canción
nombraba a dos mujeres; Tori y Maga, supongo que ambos sobrenombres eran abreviaciones de Victoria y Magali. Así
como ellas dejan “marcas donde pasan” me había propuesto creer que @andrea96, @Kmi_C, @LaChiiiio, @MariaJosePenaG,
@Alexandralc14 habían dejado también marcas en mí.
Haciendo
memoria recordé que @andrea96 fue la primera mujer con la cual hice el amor
después de la muerte de Camila. Claro que había sido clave en mi vida, me dejó
conquistarla y seducirla. Ella se había separado no hace mucho y quizás yo
también había sido el hombre que la había rencontrado con su sensualidad y
seguridad. Después de eso quizás ella había recuperado su valor y se había
llenado de pretendientes, hasta que encontró finalmente un novio que le hizo
mover el piso. Esta historia cuadró con todo, por lo que decidí creerla.
Pensando
en @Kmi_C recordé lo audaz que había sido en viajar a verme y en como ella me
buscó desde un comienzo. Ella, estudiante de medicina, tenía su cuenta bloqueada
para que la leyeran sólo los que ella aceptaba seguir. En su bio explícitamente
no quería expresar nada. Pensé que para ella twitter era el lugar donde
dejaba salir su verdadera personalidad, muchas veces castrada por una sociedad
que prejuzga y discrimina sin siquiera dar espacio a la realización de cada
persona. Quizás en twitter ella había podido desenvolverse sin dar
explicaciones, sin perder oportunidades en los estudios o en el campo laboral y
sin ser estigmatizada. En ese caso yo habría sido alguien muy relevante en su
vida, yo había sido la primera persona con la que ella había dejado salir su
verdadera personalidad seductora y gozadora. Para mí ella había sido clave en
darme la tregua para que mi mente dejara de pensar en lo que había descubierto
de Camila en aquel viaje a Colombia. También decidí creer esto.
La bella
Rocío, quien usaba en twitter la cuenta @LaChiiio, fue una mujer que
entendió que conocer a alguien iba mucho más allá de lo físico. Cuando nos
encontramos en México ella se sentía extraña por lo audaz que se comportaba tan
sólo treinta minutos de conocernos físicamente. Ella entendió que conocerse en
twitter era mucho más profundo que de otra forma, ya que en esta plataforma sólo
quedaban expuestas las palabras, reflejo del ser interno de cada uno. Para mí
ella fue un refugio, en Nueva Laredo me enteré que Camila padecía un trauma que
la hacía disociarse, haciéndome sentido muchas de mis dudas que
inconscientemente fui sepultando para evitar un conflicto mayor.
El
encuentro @Alexandralc14 en Venezuela había sido distinto, no había habido
sexo. Ella era una mujer de familia, que me había dado una prueba de fe de que
un sueño como ese era factible de realizar, no así fácil. Ella, una buena mujer
de familia, sabía que ella veía en mí una especie de libertad que seguro
deseaba, pero había optado por no tenerla para construir una familia. Ella
puedo ver en mí que su opción era la correcta, por más atractiva que mi vida
parecía; viajar sin tener que planificar, dedicar mi tiempo cien por ciento a
mí mismo, no tener que preocuparme de pagos de escuelas ni hipotecas, etc.
Claramente era una libertad que se envidiaba, pero al ver que eso me hacía
sentir vacío ella pudo confirmar que su opción era la correcta.
Con @MariaJosePenaG
pudimos en Montañita dejar de pensar en lo malo que nos ocurría, dejar los
miedo y preocupaciones para vivir el momento. Su baile al ritmo de la música de
Bob Marley era el recuerdo de como en ocasiones si nos focalizamos podemos
desconectarnos de lo malo para poder disfrutar los buenos momentos que nos
ofrecen.
Todas
ellas habían aparecido en un momento muy complicado de mi vida, un momento
donde comenzaba a iniciar el segundo de duelo de Camila y que era más doloroso
que el de su muerte misma. El duelo de la muerte de la imagen de Camila de
seguro habría tenido mucho más repercusiones en mí sin estas bellas mujeres que
dejaron huellas en el aire, en mi aire.
Era poco
probable que todo lo que pensaba era cierto, pero había aprendido a que creer
era una opción y yo decidí tomarla.
Cuando
seguí caminando recordé que en Chile también había conocido a una seguidora. En
aquel casino cerca de la parcela donde vivía, conocí a una mujer que por
casualidad había descubierto que yo era @gerente2012. Me había declarado que
fantaseaba conmigo y asustada había salido corriendo del lugar con su novio. Su
última mirada no la olvidaba. Sentía que me decía que la rescatara, pero al
mismo tiempo huía refugiada en los brazos de su novio.
Me fui al
hotel y me propuse revisar las fotos de todos mis seguidores hasta dar con
ella. Sabía que era un trabajo largo, pero el dar con su cuenta me permitiría
poder ponerme en contacto con ella. Tenía muchas ganas de preguntarle por su
reacción y por sobre todo entender su mirada, no olvidaba esos ojos grandes
pidiéndome que fuera por ella.
Más de
cuatro horas me llevó hacer el recorrido sin lograr tener resultados. Me dio
una sensación de frustración, me ilusioné haciéndole un millón de preguntas. Al
parecer ella había dejado de seguirme o utilizaba una foto que no era de ella.
Mis ojos quedaron cansados con la búsqueda, apagué la luz de la habitación y me
quedé dormido enseguida.
Cuando me
levanté esa mañana, tenía un pequeño dolor de estómago. Una mezcla entre
ansiedad y nervios era lo que me producía una pequeña puntada que indicaba que
pronto vendría el encuentro con Carla. Prácticamente no desayuné, un par de
sorbos a una café cortado y tres mascadas a una tostada con mantequilla fue lo
que mi cuerpo me aceptó.
A una
cuadra de Avenida Pueyrredón con Avenida Santa Fe se encontraba uno de los
lugares donde trabajaba Carla. A las once de la mañana estaba en él junto a
varias madres con sus hijos, entendí que Carla era dentista infantil. Cuando
una asistente dijo el nombre falso con el que había pedido una cita, me paré y
le dije que mi hijo estaba en el baño. No quería que me suspendiera la hora indicándome
que no me podía atender dado que sólo atendía a niños. Después de pagar la
consulta la asistente me quedó mirando en forma extraña, esperando ver a mi
supuesto hijo.
Cuando
salió un niño del baño junto a su madre lo quedé viendo hasta que se sentó en
el suelo. Yo le tiré una pelota de goma que estaba cerca de mí y el me la
devolvió. Todo esto ante la atenta mirada de la asistente quien se estaba
convenciendo que ese niño era mi hijo. Cada cierto rato miraba a la madre del
menor, una mujer de unos treinta y cinco años. Su pelo muy liso y de color
rubio platinado la delataba como una adicta a las peluquerías. Para seguir con
el teatro le mandaba muchas sonrisas mientras jugaba con su hijo. La asistente
dejó de mirarme y continúo su trabajo eliminando dudas sobre mí.
“¿Que
hacés acá sólo sin ningún pibe?” dijo la rubia platinada mientras cambiaba de
asiento para poner sus trabajadas nalgas a mi lado. Un jeans muy apretado hacía
relucir su trasero y una camisa escotada mostraba unos senos extremadamente
firmes, de seguro trabajados por un cirujano plástico. –Vengo a ver a la
doctora- dije haciéndola reír. “No me digás que vos aún tenés dientes de leche.
Mirá que si es así, yo me disfrazo de hada y los voy a buscar a tu almohada” dijo
ella en una actitud que mostraba sarcasmo, pero también dejaba ver un intento
de seducción.
Como buen
caballero…., respondí a su juego hasta que la asistente me llamó. “¿Y acaso
usted no piensa entrar con el pibe?” dijo la asistente mientras yo no le
respondí y entré a la consulta cerrando la puerta.
“Suba al
nene en el sillón y después le agradeceré que salga del lugar” dijo Carla
dándome la espalda. Una bata blanca escondían su figura, pero ella aún se
percibía en buena forma. –No saldré hasta que podamos conversar- dije mientras
Carla dio la vuelta sorprendida y mirándome con sorpresa. “¿Andrés?, ¿Qué
significa esto?” preguntó ella muy nerviosa. “¿Quién mierda te crees?, venir y
entrar todo canchero haciéndote el interesante. Sorprendiéndome en mi trabajo
como si pensaras que estoy jugando. Parece que sigues siendo el mismo pendejo
de siempre. Ahora sal de mi despacho en seguida” dijo ella y enseguida la
asistente entró preguntando a Carla si todo estaba bien.
Carla
contenía las lágrimas, indicándome que la forma que había elegido para poder
lograr el primer contacto con ella no había sido la adecuada, pero me mostraba
que Carla tenía contenida una gran cantidad de emociones. –Debemos conversar
Carla- dije mientras ella me interrumpió pidiendo a su asistente que llamara a
seguridad. Dije que no era necesario, pero que teníamos una conversación
pendiente y esta se daría en algún momento. “¡Sale de acá maldito infeliz!”
gritó y yo salí para no hacer que esto se volviera un escándalo mayor.
Caminé
unas calles pensando en todo, claro que el camino no fue sin rumbo. El hambre
que me dio, producto de lo poco que había comido me hizo seguir el olor a
hamburguesa que provenía de un Burger King que estaba a no más de cinco
cuadras del lugar.
La primera
promoción que me ofrecieron fue la que acepté y diez minutos después estaba
sentado frente a una bandeja con una hamburguesa con queso, bebida y papas
fritas. Muchas calorías fueron la que quitaron el hambre mientras pensaba en la
reacción de Carla.
Tratarme
de esa forma no era normal, la última vez que nos vimos había sido un momento
especial. Era claro que la comunicación que tuvo con Camila recibió información
errada de mí. Un resentimiento grande fue el que ella mostró en ese lugar, pero
a su vez las lágrimas que controló mostraban que tenía una pena muy grande.
-Hace
tiempo no me miraban con tanto odio- twittié
Los
comentarios preguntándome que me había pasado no se demoraron en llegar.
Algunos bromeaban diciendo que no me preocupara, que sus gerentes todos los
días recibían miradas así.
Un mensaje
directo me llamó la atención.
-Las
miradas nos llaman la atención, mas la emociones que las producen son lo que
verdaderamente importa- dijo una seguidora llamada @Lolu218.
Pensé que
el comentario era muy acertado, Carla tenía diferentes emociones que debía
dejar que canalizara hasta volver a encontrarla. No le daría mucho respiro, en
cosas de días la volvería a venir para tratar de lograr una nueva conversación.
Capítulo III, Cada persona tiene su historia
Mientras
estaba en el hotel pensando en hacer alguna actividad, para hacer tiempo antes
de volver a ver a Carla, me acordé que tenía grabado el teléfono del simpático
taxista que me había trasladado en la última visita a Buenos Aires. Le pregunté
qué lugar me recomendaba conocer. “¡Qué no te vengan con pavadas esos boludos
guías turísticos. Te dirán que vayas a la Boca, que es un antro de delincuentes!”
dijo el hombre mientras yo recordaba que era hincha de River Plate. “Te
dirán que vayas a Palermo o al cementerio de la Recoleta. ¿Qué boludo va de viaje
y se va a un cementerio? Yo voy al cementerio cuando se muere algún pariente
muy cercano, ¿viste? Te dirán que está la tumba de Perón, que de verdad lo
único de interesante que tiene es que es un ejemplo de lo que los políticos
deberían ser” dijo mientras yo le preguntaba si era peronista. “¿Peronista yo,
me viste cara de boludo? Te digo que es un ejemplo de lo que los políticos
deberían ser, porque para lo único que sirven esos hijos de puta es para
alimentar a los gusanos” dijo el taxista con un tono entre enojado y queriendo
hacerse el gracioso, lo que me dio mucha risa.
“Pibe, si
querés conocer un lugar bonito tenés que ir al Tigre, ¿viste? Dejáte de pavadas
de los lugares turísticos tradicionales, que son para los turistas idiotas que
quieren sacarse una foto para mostrar que estuvieron en Buenos Aires. Mirá que
está lleno de boludos que van a sacarse la foto al obelisco y yo les digo que
si quieren ver algo bien erecto que se suban a mi taxi, ¿viste?” dijo el hombre
haciéndome reír más que cualquier humorista.
“Y todos
los otros boludos que se van a sacar fotos a la casa rosada. Si yo fuera turista me preguntaría quien
mierda vive en una casa rosada. ¿A caso vive Barbie, Frutillita o algunas de
las princesas Disney? Andá a cagar hermano, somos el único lugar del mundo
donde Alí Baba y los Cuarentas Ladrones viven en una casa rosada” decía el
hombre mientras yo no paraba de reír y él dejaba escapar algunas sutiles risas
que yo escuchaba a través de mi teléfono.
“Así es
hermano, este es un país de locos, pero tan sólo a treinta y cinco minutos de
tu hotel vos podés ir a un lugar maravilloso, ¿viste? Papá, hacéme caso y date
una vuelta por el Tigre y dirás qué hijo de puta ese taxista boludo, que me
recomendó un lugar maravilloso” dijo y después yo arreglé que me pasara a
buscar, me llevara y me acompañara durante todo el recorrido. Eso sí le pedí
que no se hiciera el hippie y volviera a sacar esos cigarros de marihuana. Yo
estaba en una parada seria, que creía necesaria para poder comenzar a conocer a
mi hija.
La risa es
uno de los mejores tratamientos para cualquier afección, él era una fuente
infinita de endorfinas para mí y hacer el recorrido con él me hacía pensar que
sería toda una aventura.
Manejaba
pésimo, sin respetar señalizaciones ni nada. Peleaba a cada rato y repetía que
en esa ciudad no sabían manejar. El tono que tenía el hombre ya lo había
asociado a humor, por lo que cada palabra que decía me generaba risa. Pude ver
en una credencial colgada en un asiento que su nombre era Facundo y calculaba
que su edad estaba entorno a los sesenta años. Anillo de matrimonio en su dedo
anular derecho y varias fotos de buena calidad de tres niñas y dos niños, que
parecían ser sus nietos.
Me
imaginaba al hombre con su esposa, hijos y nietos en un almuerzo familiar, tal
cual anhelaba yo. Una vida sencilla, de mucho trabajo, sin grandes lujos, pero
de mucho cariño. Un hombre cómo él de seguro era la figura fuerte de su familia
y sus nietos debían querer pasar mucho rato con él. Por primera vez en mucho
tiempo ese recuerdo no me produjo tristeza, todo lo contrario me produjo
alegría. Yo ahora tenía una hija y no era la cantidad de hijos ni nietos lo que
me hacían sentir lo especial de esa fotografía, sino que la sensación de cariño
familiar.
Entre sus
historias y mis pensamientos sentí que el tiempo pasó volando cuando me di
cuenta que habíamos llegado al Tigre. El taxista tenía razón, el lugar era
hermoso. La ciudad se veía ordenada, nada diferente en todo caso. Cuando me llevó
a un lugar llamado Puerto de Frutos comencé a entender el gusto de
Facundo. “Acá vos podés comprar lo que quieras, ¿viste? De todas formas ahora
vamos a tomar un catamarán que nos llevará a realizar un paseo por cuatros
ríos” dijo tomando el control del itinerario.
Un lindo
catamarán fue el que nos paseó por más de una hora. Recorrimos los ríos Luján,
Sarmiento, San Antonio y el canal de Vinculación. Este último, a diferencia del
resto, es artificial siendo construido hace más de cincuenta años. Parte del
atractivo del viaje fue la variada vista que ofrecía; astilleros, escuelas de
deportes náuticos, lindas casas de fin de semana y una diversidad de flora que
me hizo disfrutar el paseo, pese a que el color café de las aguas del río
generaba dudas acerca de su origen, las que decidí no aclarar.
La
conversación con Facundo fue agradable, él abandonó su parada humorística y
comenzó a preguntar por mi historia. En un principio me sentí incómodo, pero al rato me dije que quizás sus años y
experiencia de vida algo podrían aportarme en mi proceso.
Le relaté
la muerte de mi esposa, mi estadía en la clínica, mi viaje por Latinoamérica
y de cómo en Chile me había enterado que
tenía una hija de diez años que no conocía. El escuchó alternando su vista entre
el paisaje y mis ojos. Sentía cómo él trataba de descubrir en mi mirada si lo
que le decía era verdad. “En un principio pensé que me estabas cargando. Pero
hay algo en tus ojos que me indica que tu historia es verdad. A mis sesenta y
dos años de edad he visto de todo, pero también he aprendido a reconocer cuando
las personas mienten. Qué cagada pibe, tenés una vida toda revuelta. La puta
que me parió, y en la mañana yo estaba
complicado porque no había pagado la cuenta de la luz, como si fuera el mayor
problema” dijo el hombre con un tono que me sacaba sonrisas.
“Y bueno,
decíme una cosa: a la madre de la nena, ¿aún la amás?” preguntó Facundo
haciendo que mi respuesta fuera inmediata: -No amigo, no la amo-. Después de mi
respuesta él se quedó un tanto en silencio y quedó mirando el paisaje. No
pasaron más de dos minutos y volvió a hablar. “Si mirás este lugar te darás
cuenta de que es hermoso, lindos árboles, bonitas playas, pero es un río de
mierda” dijo Facundo aclarando la duda que no había querido resolver. “De
alguna forma el hombre siempre la caga; tenés un lugar maravilloso y el hombre
contamina las aguas” señaló sin que yo entendiera a dónde quería ir con la
analogía. “No es necesario que conozca a tu nena para saber que es maravillosa
pibe, las nenas todas son hermosas. De alguna manera ya la están cagando a la
pobre. Es una barbaridad que le hayan negado conocer a su padre, trata de no
seguir cagando más a esa nena” dijo mostrando un poco de molestia.
Su
comentario me hizo entender que desde que había sabido la noticia había puesto
todo el foco en mí y era algo que tenía que empezar a cambiar. La entrada en la
vida de mi hija no debía ser para satisfacer mis necesidades y anhelos, sino
que debía ser para no cagarla más, tal como había dicho Facundo. Comprendí de
un segundo a otro que la paternidad más que un derecho es una obligación. No sé
cuanto tiempo se demoran en entender esto los padres y si es que alguna vez se
dan cuenta, pero la conversación con ese desconocido de sesenta y dos años de
edad me hizo sentir el peso de la responsabilidad antes de conocer a mi hija.
-No quiero
dañar a mi hija. No te niego que tengo muchos anhelos que vislumbro se
realizarán, pero quiero que ella esté mejor- dije y él esbozó una sonrisa. Me
dijo que creía en mis intenciones, pero que yo tenía que entender que mi hija
no estaba al servicio de mis anhelos. –Las nenas son geniales, te abrazan, te
hacen cariño, te ponen a un altura que es fácil de caer y cuando lo haces no
sólo te golpeas a ti si no también a ellas” dijo y después me pidió permiso
para ir al baño.
El resto
del viaje no seguimos conversando acerca de mi vida, él comenzó a relatarme la
historia que conocía del lugar. Su relato podía ser falso, pero no importaba.
Su entretenida forma de contar la historia hizo que el viaje fuera muy
entretenido.
Cuando
regresamos a Puerto de Fruto pasamos a comer algo a un lugar llamado Puerto
Mostaza. Un lugar sencillo donde servían todo tipos de sándwich, incluidos
los tradicionales panchos. Bebidas, papas fritas y dos choripanes cada
uno fue el almuerzo. Facundo seguía hablando del lugar, pero a mí me parecía
que ya era una forma de escapar de algo. -¿Te pasó algo con nuestra
conversación?- pregunté interrumpiéndolo. Por varios minutos no dijo ninguna
palabra, sólo comía mirando hacia afuera del lugar.
Una vez
que terminó de comer volvió a conversar: “Sabés pibe, yo la cagué con mi hija.
Si hubiera sabido que tanto le dolería que su padre se metiera con una mina,
jamás lo habría hecho” dijo en lo que parecía una confesión. “Tengo cuatro
hijos, tres hombres y una mujer”. Lucilda, mi nena, tiene treinta y dos años de
edad. No sabés cómo era cuando yo llegaba a la casa. Se lanzaba corriendo a mis
brazos y me llenaba de besos. De piba fue muy cariñosa, yo era todo para ella.
Cuando tenía quince años ella tenía una relación de mierda con su madre; las mujeres
son pura pasión, ¿viste? Ella siempre iba conmigo a acusar a su madre de que no
le daba permiso para salir con pibes y yo siempre la ayudaba. Esa sonrisa
maravillosa que me daba me refrescaba el alma. Vos no sabés que la mala suerte
me acompañó. Mirá que toda mi vida fui fiel a mi mujer hasta que un día una
pasajera no paró de tirármelos. Pibe, las mujeres no saben que los hombres
somos débiles y caemos fácil a la tentación. No me podés decir que no es así”
me dijo increpándome y yo le hice un gesto con las cejas haciéndolo entender
que lo entendía.
“La puta
que me reparió, de caliente me metí con la mina en el taxi en un callejón y por
coincidencia mi hija me vio. Cómo lloraba desconsolada esa nena, haciendo que
se me partiera el corazón” decía mientras yo ponía atención y no lo
interrumpía.
“Qué
boludo que fui, a partir de ese minuto algo se quebró en ella. Hoy se ve bien,
tiene un esposo y dos hijos. Pero me vas a creer que nunca más me miró con esa
risa que me mataba” señaló y yo le pregunté si ella estaba enojada con él. “No,
no, que va. Ella va siempre a mi casa, la abrazo y la beso, pero sabés que su
ídolo se cayó y nunca más fue lo mismo para ella” dijo el hombre mientras sus
ojos se llenaban de lágrimas.
“Que viejo
sentimental que soy. Ya verás pibe cuando tengas mi edad, desde que te hacen
ese puto examen de próstata y te sacan la primera lágrima por la violación a tu
orgullo, desde ahí las lágrimas salen por cualquier cosa” dijo mostrando una
gran capacidad para cambiar una situación triste por una jocosa.
-Eso me
agrada de usted abuelito, que sabe recuperar el buen humor muy rápidamente-
dije haciéndolo fruncir el ceño. “Abuelo y la puta que te reparió. Subíte al auto
que ahora verás de que está hecho este abuelito” dijo y nos fuimos sin que él
anunciara el nuevo paradero.
Una risa
maligna traía mientras manejaba, algo se tramaba. Cuando a lo lejos vi
unas estructuras de acero de color verde
y rojo, pensé que serían unas montañas rusas. Me reí pensando que ese podía ser
el lugar donde me llevaba Facundo, pero la verdad me parecía que estaba muy
viejo para esos juegos. Al acercarse constantemente a las estructura entendí,
para mi sorpresa, que efectivamente ese era el destino. A mi me gustaba la
adrenalina, pero las montañas rusas no eran de mi agrado. La risa de Facundo ya
parecía maligna, quería pedirle que fuéramos a otro lugar, pero mi maldito
orgullo me lo impidió.
“Veremos
quién es el abuelito ahora. El que necesite pañales en esas montañas rusas será
el abuelito” dijo dejando escapar una sádica maldad. Por el GPS de mi teléfono
pude darme cuenta que me encontraba en un lugar llamado Parque de la Costa.
El lugar tenía cinco montañas rusas entre tantos otros juegos mecánicos. Las
dos más difíciles se llaman Boomerang y el Desafío, superaban los
treinta y seis metros de altura, velocidades que mayores a setenta kilómetros
por hora y con varias posiciones invertidas.
Facundo
estaba excitado, esto más que una competencia era una diversión para él.
Entendí que aquel viejo que estaba siendo mi guía turístico estaba financiando
y ganando dinero con una entretenida tarde. Me parecía que más que recomendar
el Tigre porque era un lugar lindo para conocer, era uno de sus lugares
preferidos. En todo caso su oportunismo me pareció genial, al menos hasta que
nos subimos a la primera montaña rusa.
Mientras
bajábamos a gran velocidad yo gritaba como loco para liberar la adrenalina
mientras que Facundo lo hacía con una fuerte y nerviosa carcajada. Me creí un
sobreviviente cuando se detuvo y volvimos a pisar el suelo. Me sentí presa de
un psicópata cuando éste me empujó para volver a subir. Una vez que volví a
sentir su carcajada comencé a contagiarme y no paraba de reír. Creo que nos
potenciamos y yo lo hacía reír más a él. Entre ambas montañas rusas nos subimos
catorce veces y en todas nos reímos a carcajadas. Fue una tarde increíble
liberando gran cantidad de endorfinas de una forma que no era la que yo más usaba.
Cuando
estábamos de regreso le dije a Facundo que lo invitaba a comer y aceptó de
inmediato. Me llevó a Santelmo y ahí escogió un lugar frente a la plaza donde
cantaban y bailaban flamenco.
Una
parrillada con ensalada fue la que nos sirvieron acompañado de un vino que
conocía y que Facundo dijo que era su preferido. El hombre aplaudía con la
música y en ocasiones se paraba y mandaba besos a la bailarina, quien le
respondía con una sonrisa. Entendí que aquel viejo conductor de taxis era un
gozador, de seguro un bohemio en su juventud. – ¿Qué hacías antes de casarte?-
pregunté y el hombre sonrió. “Muchas cosas pibe, muchas” dijo suspirando y
juntando aire para relatar algo.
Cuando
niño entré a la armada como grumete, me tocó recorrer el mundo dentro de
diferentes barcos de guerra. Estuve al frente en lo que casi se convirtió en un
conflicto bélico con el hermano país de Chile y fui de la tripulación del
Belgrano que se hundió en la maldita guerra de las Malvinas. Después de eso, me
retiré y la armada me dio un taxi para reinsertarme en una sociedad que me
parecía lejana. Dijo esto mientras se tomaba su tiempo. “Pibe, el hombre siempre la caga” volvió a
decir aquella frase mencionada en el catamarán.
Nunca me
había tocado estar con un veterano de guerra, había conocido ecuatorianos que
habían estado en un conflicto limítrofe con Perú, pero no alcanzaron a estar en
el frente. Las historias de guerra me parecían fascinantes, incluso después de
ver películas de un antiguo director llamado Oliver Stone. El ver los ojos de tristeza
de Facundo cuando éste recordó por pocos minutos la guerra de las Malvinas me
hizo sentir que jamás le había tomado el peso a lo que significaba una batalla.
“Habiendo
tanta tierra en este mundo, que dos países se enfrenten y hagan morir a su gente
no tiene sentido. Antes de ir a la guerra estaba eufórico, me sentía orgulloso
por defender a mi país. Ahora no iría a la guerra por ningún motivo. Eso sí
encantado sería parte de una misión secreta para matar a los hijos de puta de
cada país que no son capaces de ponerse de acuerdo y terminan una diferencia
con la vida de inocentes” dijo con gran determinación.
Yo quedaba
sorprendido con aquel hombre lleno de historia, de sucesos, de experiencia. Un
hombre que sabía ser un gozador, pero también tenía una familia a la que
cuidaba. Un hombre al que a veces se le notaba las cruces que cargaba, pero su
decisión de ser feliz era más fuerte. –Te admiro Facundo- dije mientras el
hombre sonrió y volvió a aplaudir a la joven bailarina de flamenco.
Cuando
eran las diez de la noche Facundo recibió un llamado de su esposa a uno de los
teléfonos celulares más antiguos que me había tocado ver en el último tiempo.
Un trato dulce decía que él que era un caballero. “No te preocupés vieja, estoy
laborando. Un boludo me pagó mucha guita por pasearlo por el Tigre y parece que
está tan solo que me invitó a cenar. Vamos vieja, vos sabés que soy sensible
con estos idiotas que viajan solos y que buscan compañía” decía Facundo sin
importarle que yo estuviera presente.
Cuando terminó
la conversación me dijo que no lo decía en serio. “Vos entendés pibe que tengo
que calmar a la vieja o me cae a trompadas cuando llegue a la casa, ¿viste?”
dijo Facundo logrando hacerme reír y con mi risa yo a él, terminando con las
mismas carcajadas que nos hizo sacar la montaña rusa.
Al rato
nos fuimos y él me llevó a mi hotel. Le pagué quinientos dólares por todo el
viaje y trató, en un solo intento, de devolverme la mitad del dinero. Por
supuesto que yo no acepté y el agradeció el pago.
–Discúlpame
que me meta, pero ¿alguna vez hablaste con tu hija del tema?- le pregunté y el
respondió negativamente. –Quizás eso es lo que debías hacer, abrazarla,
disculparte y decirle que te sientes pésimo por haber perdido esa sonrisa y
mirada de la niña que alimentaba tu alma- dije mientras me bajaba y él se
quedaba pensando.
“Sos un
buen hombre Andrés, te deseo lo mejor con tu hija” dijo y abandonó el lugar.
Mientras subía a mi pieza estaba contento de haber conocido a ese hombre, de
saber un poco de su historia y haber recibido algunas lecciones de vida que
podrían servirme en la mía.
-Nunca
dejes de aprender de la experiencia de los demás- escribí en twitter y
después me quedé haciendo bromas con algunos de mis seguidores para cerrar la noche.
Eso me puso alegre y dejó mi ánimo de la mejor forma para enfrentar a Carla al
día siguiente.
Capítulo IV, Primer encuentro
Cuando
entré al consultorio de Carla, la asistente inmediatamente levantó el teléfono
para llamar seguridad. –No es necesario que llames a nadie, me voy enseguida-
le dije mientras le pasaba un sobre que tenía una carta que había escrito en la
mañana en vez de tomar desayuno. –Te agradeceré se la pases a Carla- dije y me
di media vuelta alejándome rápidamente del lugar.
Caminé
unas cuadras e ingresé al primer café que estaba abierto. Un suave café cortado
con unas tradicionales medias lunas fueron las que me serví. Un tanto de
ansiedad me producía el no tener la certeza que Carla fuera al lugar de
encuentro que le había propuesto. Miré mi Iphone y busqué el borrador de
la carta que había escrito, repasando cada letra.
…Querida
Carla,
Tenemos mucho de qué conversar. Por
tu reacción entiendo que crees que soy un maldito desconsiderado que no tuvo la
más mínima decencia de querer conocer a su hija en todo este tiempo. Estás muy
equivocada, me enteré de su existencia hace algunas semanas y he hecho los
arreglos en mi vida para estar mentalmente preparado para conocerla y comenzar
a generar una relación con ella.
Eres una persona criteriosa y si
recuerdas bien al hombre con el que tuviste una tierna relación amorosa, podrás
darte cuenta que sería imposible que yo haya rechazado conocerla. Me extraña
que lo hayas creído y no sé que pudo decirte Camila para que lo creyeras.
Mi vida ha tenido muchos giros en el
último tiempo, Camila murió hace unos meses y creo que el destino me fue alistando
para que todo se fuera ordenando y yo pudiese estar preparado para conocer a
nuestra hija.
Hoy estaré desde las 12:00 PM en el
restorán Rodizio de Puerto Madero, te esperaré todo lo que sea necesario.
Quiero que sepas que si no llegas seguiré buscándote una y otra vez hasta
hacerte entrar en razón y que entiendas que lo mejor para una niña de diez años
es tener un padre, aunque este llegue diez años después de haber nacido.
Tómate tu tiempo y conéctate con
aquel joven al que amaste y te amó. Entenderás que no hay motivo alguno para
mantenerme alejado.
Te estaré esperando,
Andrés…
Sentía que
la carta era precisa y esperaba que Carla entrara en razón. Después de un rato
me fui rumbo a Puerto Madero y recorrí todos sus diques caminando. Me
gustaba mucho ver esa combinación de la remodelación de las que habían sido
unas antiguas bodegas, con el río y los altos edificios de espejos que se veían
al otro lado.
Cuando llegué
al último dique me encontré con un lugar que vendían viajes a Uruguay, averigüé
que había embarcaciones que zarpaban diariamente rumbo a Colonia y Montevideo.
No conocía Uruguay, así que decidí que haría uno de estos viajes en esta
estadía.
Una mujer
alta, rubia y extremadamente delgada fue la me recibió en el restorán.
Diferentes opciones de menú fue la que me ofreció y me decidí por el Bufet de
ensaladas y platos fríos, además de diferentes cortes de carne a la espada.
Decidido
esperar a que llegara Carla sólo bebí café mientras hacía tiempo. Cerca de las
dos de la tarde la rubia recibió a Carla mientras ésta me buscaba mirando para
todos lados. –Ella viene conmigo- dije a la rubia anfitriona sin que se diera
cuenta que me había parado de mi puesto y acercado a ellas. Carla me miró con
los ojos bien abiertos, por el brillo de estos comprendí que había llorado. Sus
ojos recientemente delineados habían borrado la evidencia de sus lágrimas, pero
para mí sólo su mirada y el brillo de sus ojos eran suficiente evidencia.
Cuando se
sentó no quiso comer nada, sólo aceptó un café. Yo la acompañé y postergué mi
almuerzo, pese a la protesta que hizo mi estómago. –Que bueno que viniste, creo
que es lo más sensato- dije mientras ella me miraba fijamente. “Lamento lo de
la muerte de Camila, tiene que ser duro” dijo ella tratando de ser cortés. –Lo
de Camila ha sido duro, no sólo por su muerte, si no por todo lo que me he
enterado desde que ella murió. Es una historia muy larga, que si te interesa
algún día te la contaré, por ahora me gustaría que pudiésemos hablar de nuestra
hija- dije mientras ella hizo gestos de incredulidad. “Me interesa saber lo que
te ha pasado, lo que has descubierto y como lo has hecho. Tengo el resto del
día libre, por lo que no estoy apurada” dijo ella mientras yo comencé a relatar
todo lo que me había ocurrido desde que atropellaron a Camila estando
embarazada.
Carla
estaba muy sorprendida cuando le relaté mi estadía en la clínica. Creo que al
entender que la historia era larga ella comenzó a mirar el mesón de ensaladas y
platos fríos, yo la invité a servirse y ella aceptó haciendo feliz a mi
estómago. Mientras ella se servía pequeñas y variadas porciones yo pedí que
comenzaran a servirme los cortes de carne generando al poco rato una sensación
de saciedad que de seguro me cambiaba los colores del rostro.
Cuando
terminé de contar todo lo que me había ocurrido, respondiendo cada pregunta que
me hacía, nos dieron las cuatro de la tarde. –Lo único que me he preguntado,
desde que supe que tenía una hija, es cómo hizo Camila para convencerte de que
yo no quería conocerla y ni tampoco darte la cara- pregunté mientras ella
miraba al suelo y posteriormente abrió su cartera. Cuando sacó de su billetera
una foto bien gastada para presentarme a mi hija, mi mano la tomó tiritando. “Daniela
es su nombre y es muy especial” dijo Carla sonriendo. Aprecié la foto un rato y
después me di cuenta que Carla también traía un Iphone y le pregunté si
acaso no tenía fotos de ellas en su teléfono. “Que tonta soy, tengo hasta
videos” dijo ella pasándome su teléfono en el cual vi un sin números de fotos
de una sonriente princesa.
Su pelo
liso era de color café y le llegaba más abajo de los hombros. Sus ojos
almendrados que eran parte de su sonrisa era la prueba genética más clara de mi
paternidad. Su sonrisa era sinónimo de ternura y percibí que tenía un aura
especial. No reparé en todo lo que me había perdido, sólo pensaba en que esos
ojos brillaran alguna vez al verme y como yo podría apoyarla para que ella se
constituyera en una gran mujer.
-Carla
tenemos una hija hermosa- dije tomándole la mano y conteniendo lágrimas de
emoción. Carla aceptó que le tomara la mano y un leve sollozo fue el que
percibí antes que ver que cayeran lágrimas de sus ojos dejando un negro camino
producto del rímel. “Fue muy duro pensar que todo este tiempo rechazaste
conocer a Daniela. No sabes lo amorosa que es. Se me parte el corazón cada vez
que viene una amiga con su papá y ella lo mira para entender que no es lo que
tiene” dijo Carla haciendo que un nudo en la garganta me impidiera hablar.
“Ella me preguntó por ti y le dije que estabas en otro país. Sólo una vez me
preguntó por qué no vivías con nosotras y le dije que era porque tenías otra
familia y lloró mucho sintiendo que la rechazabas. Te odié por esto, verla
sufrir así me partió el corazón y no entendí que fue lo que te había hecho
cambiar tanto que no te importara el bienestar de tu hija” dijo Carla
justificando su resentimiento hacia mí.
-Según
entendí tu no trataste de comunicarme si no hasta que Daniela tenía cinco años.
¿Por qué no lo hiciste?- le pregunté preocupándome en que no sintiera que la
recriminaba. “Cuando supe que esperaba a Daniela viajé a buscarte, pero supe
que estabas enamorado y que habías incluso puesto fecha de matrimonio. No quise
sentir un rechazo de tu parte ni que tanto Daniela como yo fuéramos fuente de
tu infelicidad por interrumpir el momento que vivías. No fue hasta que nuestra
hija cumplió cinco años cuando me di cuenta que no sólo era necesario para Daniela
contar con un padre, si no que no estaba haciendo lo correcto al no contarte. Averigüé
un correo electrónico tuyo y te escribí dándote mi teléfono. No quise poner en
el correo que tenías una hija, pensé que cuando me contactaras te pediría tu
dirección y te iría a ver. Cuando me llamaste por teléfono, me destrozaste.
Fuiste tan frío, te rogué que nos juntáramos a conversar, pero me dijiste que
no tenías tiempo y que era mejor conversar por teléfono” dijo Carla mientras en
mi cara se dibujaba una expresión de asombro.
-Jamás
hablé contigo, la última vez que tuve contacto contigo fue cuando vine a una
despedida de soltero hace más de diez año, que supongo fue cuando concebimos a Daniela.
Pero jamás supe de esa conversación, yo no fui el que habló contigo. ¿Recuerdas
el correo al que me escribiste?” pregunté para poder entender como se había
dado toda esta situación. “No recuerdo ese detalle, pero por todo lo que me has
contado te creo que pudiste ser suplantado” dijo ella generándome un poco de
tranquilidad.
“Lo
concreto es que en esa llamada te conté y no dijiste nada por un buen rato.
Incluso pensé que se había cortado la llamada hasta que comenzaste a hablar con
una agresividad que jamás conocí de ti. Fue muy duro, me dijiste que irías a
juicio, que sabías que yo era una puta, te encargarías de hacerlo público y me
cortaste. Me dejaste destrozada. Al tiempo recibí una visita de Camila quien
fue muy amable, me dijo que tú le habías contado lo ocurrido y que ella no
estaba de acuerdo con tu actuar. Me dijo que por más que te insistió en que
vinieras con ella te negaste. De todas formas me dijo que ella se encargaría
que al menos cumplieras tu responsabilidad económica y que mandaría dinero para
cubrir los gastos de Daniela. En ese tiempo aún no había terminado mis estudios
y el dinero me permitió poder darle una buena educación a Daniela y cambiarnos
a un lugar que era mucho más seguro que donde vivíamos. Por los tres siguientes
años me sentí dependiente del dinero, Camila me llamaba cada cierto tiempo diciendo
que aún no querías saber nada de nosotras, pero estabas de acuerdo en mandar el
dinero. Tenía muchas ganas de tirarte el dinero en la cara, pero la necesidad
tiene cara de hereje. Tomé el dinero y acepté la situación. Cuando ya pude
solventar todos los gastos por mi cuenta, había tomado la decisión de no
volverte a contactar. Tú habías elegido un camino y jamás volvería a exponerme
a ese trato ni mucho menos expondría a Daniela. Hace algunos meses dejé de
recibir el dinero, supuse que fue la forma que tuviste de cortar toda
posibilidad de vínculo. Hoy entiendo que fue producto de la muerte de tu esposa”
relató Carla haciéndome entender toda la historia.
-Supongo
que Camila tuvo acceso a ese correo sin que yo me diera cuenta. Tomó tu
teléfono y le pidió a alguien que se hiciera pasar por mí, probablemente el
maricón de Osses. No sé si fue su cargo de consciencia o su manera de
mantenerte alejada que usó dándote el dinero que jamás supe que te daba- dije
tratando de dar una explicación a lo ocurrido.
“Dime que
me dices la verdad Andrés, no quiero exponer a Daniela al contacto de un padre
que termine abandonándola. Ella sufrió mucho, pero tenerte y perderte la
destrozará” señaló Carla y yo volví a tomar sus manos. –Escucha bien, no tengo
otro objetivo que tomar la responsabilidad que me corresponde. Quiero ser el
padre que Daniela no ha tenido y de seguro desea tener” dije haciendo sonreír a
Carla y al mismo tiempo sus lágrimas seguían cayendo a una servilleta que
estaba en la mesa.
Era las
seis de la tarde cuando Carla me dijo que se tenía que ir, que debíamos definir
cómo haríamos para introducirme en la vida de mi hija. Yo sentí alegría, de
alguna manera esta conversación me había hecho un poco más padre. El que ella
se alegrara con mi disposición me generaba un alivio, tenerla como socia en
este proceso no sólo era mejor para mí sino también para Daniela.
-Tienes
razón, debemos pensar qué le diremos- dije mientras ella me respondió que había
que decirle la verdad. –Quizás soy un poco ansioso, pero me gustaría conocerla
hoy- dije haciendo que ella pusiera cara de espanto. –No que me la presentes,
sólo verla. Me paro en un taxi y tu pasas caminando junto a mí, nada más que
eso te pido- dije consiguiendo su aceptación.
Nos
paramos del lugar y tomamos un taxi. Carla le indicó al chofer que debía ir a
Palermo norte y este se puso en movimiento de inmediato. Después acordaron la
ubicación exacta y no hubo más diálogo. No sé si nos tocó un taxista muy
perceptivo que entendía que no era momento para comenzar una de sus habituales
charlas o simplemente nos tocó uno de los pocos taxistas silenciosos de la
ciudad de Buenos Aires.
En el
camino, Carla me tomó la mano y me miró con brillo en sus ojos, se notaba que
esto la hacía feliz. Eso me gustaba, pero a cada rato me preocupaba de entender
que no era la felicidad de ella mi objetivo, sino la de Daniela. Un camino
silencioso fue el que hicimos por avenidas muy transitadas. Había momentos en
que el auto podía estar minutos sin avanzar, pero no había apuro. Yo conocería
a mi hija y eso era lo que realmente importaba.
Cuando al
fin llegamos a la casa de Carla, le pidió al taxista retrocediera y estacionara
unos veinte metros de distancia de la casa. Esta era de construcción de un
sólido concreto, se notaba que era del año cincuenta o sesenta. Su fachada daba
a la vereda sin presentar entrada de autos.
Carla se
bajó y me dio un beso en la mejilla, estamos en contacto dijo ella mientras me
pasó una tarjeta que tenía todos los números de los lugares donde atendía y en la
parte trasera tenía escrito a mano su teléfono móvil.
Caminó
armónicamente hasta que desapareció en la entrada de la casa. Un tiempo
extremadamente largo fue el que sentí que pasó hasta que la volví a ver
saliendo de la casa. Miré mi teléfono y me di cuenta que no había alcanzado a
pasar ni cinco minutos.
Al verla
sola supuse que no pudo sacarla por lo que por instantes sentía una gran
frustración, me había hecho la expectativa de poder verla y el no hacerlo era
algo que me costaba aceptar. Cuando Carla hizo unos ademanes con la mano me
quedé esperando que pasara algo y sentí como si todo pasara en cámara lenta. Lo
primero que vi salir fue una pequeña mano que buscaba la de Carla. Un delicado
brazo fue el que siguió y finalmente el cuerpo de una dulce niña.
Un pecho a
punto de explotar que encontró una válvula de escape por mis ojos, dejando que
las lágrimas llenas de emoción no dejaran de brotar. Su caminar era hermoso,
avanzaba moviendo las piernas como si estuviera jugando y pequeños saltos de
alegría comenzó a dar cuando pareció que Carla le dijo algo. Su rostro era
bellísimo, una delicada nariz había heredado de su madre.
Creo que
los padres se emocionan mucho cuando ven nacer a sus hijos, el encontrarse con
ese ser que sabes que está dentro del vientre de la madre durante tanto tiempo
debe ser maravilloso. Pero lo que sentí mientras la veía fue algo muy difícil
de explicar, sensaciones que iban de la culpa a la alegría, de sentir que una
serie de frustraciones comenzaban a quedar atrás y a la vez el peso de una gran
responsabilidad se mezclaban haciendo una emoción muy compleja.
Cuando
pasó junto al auto, sin querer hicimos una conexión visual, ella puso cara de
asombro al verme, de seguro por mis ojos llorosos. Le pedí al taxista que
partiera y miré hacia atrás y ella seguía caminando sin dejar de ver el auto.
Cuando estaba lo bastante lejos para poder tener una precisión de su rostro
pude sentir que sonreía. Sabía que ese gesto no era posible que lo apreciara a
esa distancia, así que supuse que era el que mi inconsciente quería hacerme
recordar.
Cuando nos
alejamos del lugar le indiqué al taxista el hotel donde me alojaba para que me
llevara de regreso. Mi pensamiento estaba completamente concentrado en repasar
una y otra vez esos mágicos segundos en que pude ver a mi hija. Lo único que
detuvo esos recuerdos fue un singular comentario del que hasta ese minuto había
sido un silencioso conductor: “¿Creés que a esa edad las nenas te rompen el
corazón?, boludo no sabés nada. Esperáte que la nena venga con un gil y vos
llegués a tu casa y el muy hijo de puta esté en tu sillón viendo televisión, en
una mano tu control remoto y en la otra afirmando tu cerveza. Ahí sabrás lo que
es sufrir boludo, ahí lo sabrás…” dijo el hombre haciéndome sonreír.
Capítulo V, Todo tiempo pasado fue mejor
Carla me
dijo que no podría verme durante todo el día, por lo que coordinamos almorzar
el jueves. Recordé que habían viajes en barco a Montevideo por lo que decidí
hacer un pequeño recorrido. Antes de zarpar desde el río de la plata rumbo a la
capital uruguaya tomé mi teléfono para realizar un tweet.
-Rumbo a
conocer Montevideo-
Recibí
muchas respuestas bromeando que era duro mi trabajo, además de varios mensajes
de mujeres que me preguntaban cuando las invitaría a viajar conmigo. Un mensaje
de @Lolu218 fue el único que respondí iniciando una pequeña conversación.
@Lolu218:
Usted siempre tan libre
@Gerente2012:
La libertad es sólo una manera de ver la vida
@Lolu218:
Tiene mucha razón querido Gerente, yo soy libre y a la vez presa
@Gerente2012:
Exacto, eres tan libre que puedes escoger estar presa
@Lolu218: Me
haces pensar Gerente
@Gerente2012:
Suelo hacer sentir otras cosas a las mujeres, pero pensar está bien
@Lolu218:
No tienes remedio
@Gerente2012:
No lo tengo ni lo tendré.
@Lolu218:
Quiero hacerte una pregunta
@Gerente2012:
Dispara
@Lolu218:
¿Crees que de verdad exista el amor?
Cuando
recibí su última pregunta algo me pareció extraño, recordaba haber recibido
otros mensajes de esta seguidora que no me cuadraban con su pregunta. Revisé
mensajes anteriores y vi uno en el que me indicaba que se casaría. Casarse y
hacer esa pregunta decían algo más. Comencé a leer todos sus mensajes y pude
hacerme un juicio, que se lo hice como quien da un golpe en el estómago.
@Gerente2012:
Presa, no sabes si existe de verdad el amor y pronto a casarte. Parece que hay
alguien que tiene dudas…
La
conversación terminó abruptamente, no recibí respuesta por lo que sentí que el
golpe en el estómago había sido certero. Mi ego creció un poco por haberla
entendido y sorprendido con mi respuesta. Sentía que era una forma de desnudar a
una mujer sin que se diera cuenta y eso me hacía sentir bien.
El viaje
de cuatro horas fue tranquilo, me sirvió para pensar en lo lejos que había
llegado Camila. Sentí rabia en muchas ocasiones, pero también sentí molestia
conmigo mismo por haberme escondido en el trabajo y no haber enfrentado los
problemas en el momento oportuno. Estaba seguro que si hubiese tenido el valor
para enfrentar lo que mi instinto decía que teníamos, las cosas habrían tenido
otro resultado. Me molesté mucho, era bastante probable que pudiese haber
estado con mi hija hace cinco años atrás si tan sólo hubiese tenido el coraje
para enfrentar y no huir.
Una
sensación de resentimiento me llenó, sentía que masticaba mierda hasta que
volví a recordar la tranquilizadora oración de San Agustín:
Fuerza para cambiar lo que se puede
cambiar, serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar y sabiduría para
distinguir cual es cual.
El pasado
era algo que no podía cambiar, debía tener la serenidad para aceptarlo. La
relación con mi hija era algo que sí podía cambiar, de hecho era lo que estaba
haciendo. Me sentí un poco más sabio al poder distinguir ambas situaciones. Libre
de emociones sentí que no era nada de sabio, todo era bastante obvio, pero
quizás lo sabio venía por poder distinguirlas mientras uno es sometido al
resentimiento producto de no aceptar lo que no se puede cambiar.
-Soy un
poco más sabio que ayer- escribí en twitter y recibí comentarios que me
decían que tenía toda la razón y posteriormente bromeaban pidiéndome un aumento
de sueldo.
Una
mención de una seguidora mexicana, que siempre hacía alusiones sexuales fue la
que dejó mi mente sin funcionamiento.
“@EvalilithM:
@Gerente2012 Si fuera más sabio sabría usarme cómo su esclava para cumplir sus
fantasías eróticas”
Al retweetear
el comentario me llené de menciones diciendo
que estaba lento, que algo me pasaba, que no estaba aprovechando las
oportunidades. Como de costumbre mi mente preparó una respuesta rápidamente y
la tweittié:
RT
@EvalilithM: @Gerente2012 Si fuera más sabio sabría usarme cómo esclava para
cumplir sus fantasías eróticas //
Si fuera vendedora tendría mejores formas de ofrecer su producto
Otras
tantas menciones recibí festejando mi respuesta y un mensaje directo de la
seguidora:
@EvalilithM:
Buena respuesta Gerente, cuando venga a México le enseñaré mis tácticas
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Sonreí con
el juego y pensé que twitter tenía otra funcionalidad que me ayudaba
mucho. Con tan sólo escribir unas palabras recibí menciones, las cuales podía
usar para comenzar un juego y hacer un cambio de switch en mis
pensamientos y estados de ánimo.
Cuando
llegamos a Montevideo sentí que estaba en la capital de mayor relajo en la que
me había tocado estar. Con un millón
ochocientos mil habitantes, Montevideo tenía el tamaño justo para calificar
como una ciudad grande, pero el ambiente no tenia el estrés común de una
capital.
Con un
poco de hambre tomé un taxi y recorrí toda la costanera, que presentaba playas
hermosas que hacían olvidar que era la ribera de un río y no costa. Un sector
llamado Pocitos fue uno de los que más me gustó.
Paré en un
local que estaba sobre la playa y me senté en unos sillones que estaban en un
sector abierto con bastante vegetación. Un mozo me ofreció la cerveza nacional
y una tabla para picar, lo cual acepté y disfruté mucho. Estaba encantado con el
lugar.
En un principio
pensé que el uruguayo era igual que el argentino, pero a medida que interactué
con ellos me di cuenta como tratan de marcar la diferencia, haciendo notar que
se consideran mucho más simpáticos.
-¡Qué
ganas de vivir en esta ciudad!- pensé mientras pagaba la cuenta. Me fui a
caminar un rato por la costanera cuando el relajo de la ciudad se apoderó de
mí. –Pasaré la noche acá- pensé y me fui a registrar a un hotel que estaba en
un lugar cercano a los edificios más altos de la ciudad. Este sector más
moderno y al que denominaban World Trade Center contrastaba con la
construcción de mitad de siglo que predominaba en gran parte del centro de la
ciudad
Sin maleta
y sin boleto de regreso me registré en un hotel de mediana elegancia. Seguí
disfrutando del encanto que me proporcionaba Montevideo. Por recomendación del
recepcionista me fui a caminar por la plaza de la independencia. Ésta era
considerada el punto que unía lo que llamaban la ciudad antigua con la ciudad
nueva. Un edificio llamado Palacio Salvo me cautivó, por lo que
rápidamente tomé mi teléfono y googlié “Palacio Salvo Montevideo” y me encontré
con la información que entregaba Wikipedia.
El palacio
había sido construido en la primera mitad del siglo XX. Sorpresa me causó saber
que sus veintisiete pisos y ciento cinco metros de alturas lo llevaron a ser el
edificio más alto de Sudamérica por casi
siete años.
Caminé
unas cuadras por la Peatonal Sarandi, la que unía la Plaza Matriz con la
Plaza de la Independencia. La belleza arquitectónica de lugar me hacía apreciar
los edificios con emociones poco comunes. La sensación de que fueron construidos
en un periodo próspero, de seguro en un auge económico importante de este país,
me generaba una extraña sensación de melancolía.
Por unos
segundos me detuve y cerré los ojos. Dejé que mis emociones fluyeran a través
de todo mi cuerpo, generando incluso hormigueo en algunas partes de éste. La
prosperidad de tiempos pasados de esta ciudad me conectó con imágenes del
pasado con Camila en donde las cosas estaban bien. Logré entender que aquel
duelo que deseaba gustoso que desapareciera estaba empecinado por seguir
acompañándome un rato más.
Me senté a
tomar un café cuando escuché la canción Set fire to the rain y dije: -Adele por la puta déjame un rato tranquilo-. Cuando
sentí las miradas extrañadas de las personas sentadas en mesas cercanas entendí
que lo había dicho en voz alta.
Set fire to de the
rain
Y dejo que caiga, mi corazón,
y según cayó, tú apareciste para reclamarlo,
está muy oscuro, y yo estaba acabada,
hasta que existe mis labios y me salvaste,
mis manos, eran fuertes, pero mis rodillas eran demasiado débiles
como para sostenerme en tus brazos sin tener a tus pies.
Pero hay una parte de ti que nunca conocí, nunca conocí, todas las cosas que dijiste nunca fueron ciertas, nunca fueron ciertas,
y los juegos a los que jugaste, siempre los ganaste, siempre los ganaste.
Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre, gritando tu nombre.
Cuando me tumbaba contigo podría haberme quedado ahí para siempre, cerrar los ojos, sentirte aquí para siempre, tu y yo juntos, nada podría ser mejor.
Pero hay una parte de ti que nunca conocí, nunca conocí, todas las cosas que dijiste nunca fueron ciertas, nunca fueron ciertas,
y los juegos a los que jugaste, siempre los ganaste, siempre los ganaste.
Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre, gritando tu nombre.
Prendí fuego a la lluvia, y nos lancé a las llamas,
entonces sentí algo morir,
porque sabía que sería la última vez. la última vez.
A veces me despierto por un golpe de la puerta,
y te oigo llamarme, todavía te debo de estar esperando,
incluso cuando sé que esto ya está acabado,
no puedo evitar buscarte.
Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre, gritando tu nombre.
Prendí fuego a la lluvia, y nos lancé a las llamas,
entonces sentí algo morir,
porque sabía que sería la última vez. La última vez.
Oh, no,
déjala arder, oh,
déjala arder,
déjala arder
y según cayó, tú apareciste para reclamarlo,
está muy oscuro, y yo estaba acabada,
hasta que existe mis labios y me salvaste,
mis manos, eran fuertes, pero mis rodillas eran demasiado débiles
como para sostenerme en tus brazos sin tener a tus pies.
Pero hay una parte de ti que nunca conocí, nunca conocí, todas las cosas que dijiste nunca fueron ciertas, nunca fueron ciertas,
y los juegos a los que jugaste, siempre los ganaste, siempre los ganaste.
Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre, gritando tu nombre.
Cuando me tumbaba contigo podría haberme quedado ahí para siempre, cerrar los ojos, sentirte aquí para siempre, tu y yo juntos, nada podría ser mejor.
Pero hay una parte de ti que nunca conocí, nunca conocí, todas las cosas que dijiste nunca fueron ciertas, nunca fueron ciertas,
y los juegos a los que jugaste, siempre los ganaste, siempre los ganaste.
Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre, gritando tu nombre.
Prendí fuego a la lluvia, y nos lancé a las llamas,
entonces sentí algo morir,
porque sabía que sería la última vez. la última vez.
A veces me despierto por un golpe de la puerta,
y te oigo llamarme, todavía te debo de estar esperando,
incluso cuando sé que esto ya está acabado,
no puedo evitar buscarte.
Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre, gritando tu nombre.
Prendí fuego a la lluvia, y nos lancé a las llamas,
entonces sentí algo morir,
porque sabía que sería la última vez. La última vez.
Oh, no,
déjala arder, oh,
déjala arder,
déjala arder
Después de
tomar el café vi la hora y me di cuenta que aún alcanzaba a tomar el barco de
regreso a Buenos Aires. La tranquilidad que me alejaba del estrés de todas las
malditas capitales del mundo fue remplazada por la nostalgia del recuerdo de
los mejores momentos con mi difunta esposa. Tenía claro que mi objetivo era mi
hija y no permitiría que una ciudad me desenfocara, tomé un taxi y al poco rato
estaba embarcado de regreso a la ciudad que la cobijaba.
Mientras
regresaba me fui limpiando de esos sentimientos tristes, tenía una hija y la
felicidad era mi decisión, al menos la felicidad de ella. Muchos piensan que
las emociones no se pueden cambiar, pero ese día me di cuenta que eso era un
error. Me dediqué a pensar en el rostro sonriente de mi niña, que recordaba haber visto el día anterior, y
puede hacer desaparecer todas esas emociones nostálgicas, cambiándolas por
alegría, ternura y esperanza. La verdad no se si logré hacer desaparecer las
emociones que me conectaban con mi historia con Camila o simplemente las
escondí debajo de la alfombra de sensaciones gratas que me producía el
imaginarme el rostro sonriente de mi hija. Tomé mi teléfono y twittié:
-Voy en tu
búsqueda y nada me alejará de ti-
Capítulo VI, Contornos sobrepasados
Cuando
almorzaba con Carla entendí, por muy tonto que suene, que ninguno de los dos
era experto en introducir un padre a una niña de diez años. Lo bueno era que ella estaba mostrando mucha
disposición a que yo comenzara a establecer una relación con mi hija.
“No sé que
decirle Andrés. Te imaginas diciéndole: Daniela te presento a tu padre, tuvo
una esposa loca que le escondió que tú existías y yo no tuve el valor de
enfrentarlo. No creo que la verdad sea lo más indicado en esta ocasión” dijo
ella muy nerviosa. –Carla, ninguno de los dos es experto en este tema. Estoy
seguro que la forma que escojamos tendrá muchos errores, pero lo importante es
que pensemos en Daniela y sea el amor el que nos ayude a encontrar la forma.
Por ahora cuéntame algo de ella que se relacione de mí, no puede ser que para
ella yo no sea un tema- dije buscando información para definir una estrategia
para acercarme a ella.
El
silencio de Carla que mantuvo unos treinta segundos me pareció extraño hasta que
fue interrumpido por un llanto que mostraba una gran pena. La naturaleza del
hombre en momentos cómo ese nos mueve a buscar y ofrecer un sin número de
soluciones que permitan encontrar calmar la pena de la mujer que tienen al
frente. La mía por mucho tiempo había sido tratar de hacer reír, evitando que
la mujer se conectara con lo que sentía y así lograr cambiar las lágrimas por
una hermosa sonrisa. Lo que había aprendido con el tiempo en que ambos caminos
no eran los que ayudaban a una mujer en esa situación. Le tomé la mano a Carla
y dejé que llorara todo lo que quisiera. Para mí no era fácil, tenía que hacer
un esfuerzo enorme. La pena no era la emoción que me gustaba apreciar, pero de
seguro ella necesita liberarla a través de las lágrimas para poder volver a
pensar en forma más tranquila.
“Disculpa
Andrés, soy un desastre” dijo ella mientras me soltaba la mano para buscar un
pañuelo dentro de su cartera para limpiarse las lágrimas. –No eres un desastre,
eres una mujer encantadora que muestra emociones puras respecto de nuestra
hija. Eso te hace una excelente madre- dije consiguiendo un gesto en el rostro
que agradecía mi comentario.
“La navidad
pasada le regalé un Iphone, no sabes todo lo que hizo para que accediera
a regalarle ese tipo de teléfono. Yo era contraria a pasarle un teléfono móvil
a tan temprana edad, pero fue tanto lo que insistió e hizo merito ordenando su
pieza, haciendo aseo, y acostándose temprano que finalmente accedí. A los meses
decidí quitárselo por un tema en particular, lo cual le causó mucha pena y me
recriminó que era la peor mamá del mundo. Ella muy asidua a la música pensé en
regalarle una colección de CD y para eso busqué en su teléfono que música
escuchaba. En eso estaba cuando vi extrañada una canción de Eros Ramazzotti,
no sé si la conoces se llama Canción para ella” dijo mientras yo movía
mi cabeza en señal que no conocía dicha canción.
“La cosa
es que es una canción que le canta un padre a una hija diciéndole lo importante
que es ella para él” señaló Carla y volvió a caer en llanto, yo le volví a
tomar la mano y le di el tiempo suficiente para que retomara su relato. “En ese
instante me di cuenta que no haber tratado el tema con mayor detalle con ella
sólo hizo que ella canalizara de otra forma la necesidad de un padre” dijo
Carla mientras mis emociones se debatían entra la pena producto de la empatía
hacia mi hija y la alegría de que los deseos de tener un padre fueran
relevantes.
Por un
rato nos quedamos pensando una solución, todas las dudas que me causaba la
incertidumbre me hicieron sacar mi teléfono y tuitear.
-¿Cómo se
enfrenta la verdad?-
Las
respuestas se dividieron entre las serias, las que buscaban jugar y las que
hacían bromas. Dentro de los que respondieron en forma seria la respuesta que
más se repitió fue que la verdad se enfrenta con la verdad. Pero una en
particular me dijo:
“La verdad
se enfrenta con la verdad, pero sin honesticidio”.
Esta
respuesta me hizo sentido y le dije que Carla que debía presentarme a Daniela
como su padre. No era necesario contarle todo, no si ella no lo preguntaba.
“Los padres cometemos errores, de seguro en esta situación hemos cometido
muchos, pero creo que el tratar de que Daniela no sienta que la estamos
engañando será lo más sano. Cuando ella me preguntó qué diría yo le respondí
que no tenía idea, eso dependerá de cómo ella tome la situación.
Muy
nerviosa, Carla no sabía si era buena la idea de ir directamente con la verdad.
Sentí que detrás de su duda estaba la culpa de no haber hecho lo posible para
tomar contacto conmigo y hacer lo necesario para que la conociera. –No sientas
culpa por el pasado, la culpa no sirve de nada, lo que importa es lo que
aprendemos. Daniela quiere, desea y necesita el amor de un padre. Yo necesito
amar y abrazar a mi hija, y tú necesitas estar tranquila que Daniela se cría
con el amor de su madre y de su padre. Eso es lo que realmente importa y eso es
lo que haremos de ahora en adelante- dije haciéndola llorar con más fuerza,
pero esta vez el llanto era diferente, no era pena lo que estaba detrás si no
la alegría de poder darle a Daniela el padre con el que de seguro soñaba cada vez que escuchaba canción de
Ramazzotti.
“Está bien
Andrés, te haré caso” dijo ella mientras volvía a secar sus lágrimas. “Mientras
hablabas pensé cuál era el mejor momento, mañana, pasado mañana o quizás la
próxima semana. Cuando me cuestioné por qué no hoy, me di cuenta que estaba
buscando postergar este momento. Párate, vamos a mi casa que te presentaré a tu
hija” dijo Carla y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
Toda esa
seguridad con que había hablado se había ido a la mierda, las piernas me
tiritaban y la voz no me salía. De todas formas seguí a Carla tratando de
disimular al máximo mi nerviosismo. Tenía una puntada como si me hubiesen
pegado un combo en la boca del estómago. Mientras Carla manejaba yo no ponía
atención en nada, sólo pensaba en la sonrisa de Daniela y en que se acercaba el
momento más importante de mi vida. No hubo recuerdos de Camila, Sofía ni de
ninguna otra mujer como tampoco de trabajos ni de temas materiales. La
sensación era extraña, era como si el pasado perdiera todo el valor que le
asignaba, como si lo almacenara en una base de datos lista para ser consultada
en el momento que lo necesitara sin causar ninguna emoción. De seguro la emoción
de conocer a Daniela era de una fuerza tan grande que opacaba cualquier otra
emoción que pudiese tener, ahora ella era lo único que importaba.
La manera
habitual que tenía de canalizar las emociones fue la que usé también en ese
momento, tomé mi iphone y realicé un solo tweet.
-No
importa el pasado, voy feliz a enfrentarme con mi futuro-
Como de
costumbre muchos ruidos comenzó a hacer mi teléfono en señal de las menciones y
retweet que me hacían. Puse mi teléfono en silencio, pero igual el
sonido de la vibración que hacía igual se hacía notar. “Contesta Andrés, no te
preocupes por mí” dijo Carla mientras miraba mi bolsillo donde tenía guardado
mi teléfono y de donde provenían todos los ruidos. –No te preocupes, ahora sólo
me importa Daniela- dije cerrando la conversación y quedándonos en silencio
durante el resto del viaje.
Cuando
llegamos a su casa, mi corazón latía muy rápido. Miraba mi pecho y lograba
percibir movimientos en la camisa producto de la palpitación. Carla me dejó en
la sala sentado mientras ella fue por Daniela.
-La puta
que me parió, tengo una hija y la conoceré ahora- pensé y mis manos comenzaron
a temblar. Unas fotos de Daniela de unos tres años de edad, con una sonrisa
pícara y los ojos de media luna similares a los míos fue lo que me ayudó a
recuperar el control. Ella era exquisita, no reparé en todos los momentos que
me perdí de ella y ella de mí, eso no se podía cambiar. Sólo sabía que estaba
haciendo lo correcto y eso también me ayudaba a calmarme.
Cuando mi
reloj me mostró que la eternidad que había sentido que había pasado eran tan
sólo quince minutos comprendí que estaba siendo víctima de mi ansiedad, pero no
lo sentí malo, sentía que era una ansiedad sana y pura. De todas formas
comprendí que ese tiempo implicaba que Carla estaba teniendo una conversación
con Daniela.
Después de
que había transcurrido treinta minutos, mi impaciencia me hacía caminar como
león enjaulado. Cuando sentí pasos en el corredor mi nerviosismo se evidenció
al tratar de arreglar mi ropa, como si eso tuviera alguna relevancia. Cuando se
abrió la puerta toda mi fuerza fue destinada a calmarme y concentrarme en mi
hija.
Al ver el
cuerpo de Carla traté de buscar a Daniela, pero no la encontré. –Quizás no
quiso verme- pensé con mucha pena. Todo cambió cuando logré ver una pequeña y
delicada mano que evidenciaba que Daniela se escondía detrás de su madre.
Carla me
guiñó el ojo y me dio una pequeña sonrisa que me tranquilizó. “Daniela, te
presento a Andrés, tu Padre” dijo y por mi pecho subió un cosquilleo. Yo no
pude saber si éste era consecuencia de sentirme orgulloso por escuchar la
palabra padre, del nervio de conocer a Daniela o simplemente una mezcla de
ambas. Lo que sí se es que todo eso se transformó en calma y en una exquisita
paz que no recordaba haber sentido nunca cuando pude ver su rostro se asomaba
para poder conocerme.
-Hola Daniela-
dije sonriendo y ella me correspondió el saludo pero mostrando inseguridad en
como actuar. –No te preocupes en que tienes que hacer, yo tampoco sé que hacer
dije dejando escapar una sonrisa nerviosa y ella mirando a su madre también
sonrió.
-¿Fuiste
al colegio hoy?- le pregunté en forma nerviosa y ella movió la cabeza en
negativa diciendo que era feriado. Yo lo sentí como un “Hello, en qué mundo
vives no se va al colegio en días feriados”. De todas formas, ella dejó de lado
el tema del colegio y comenzó a interrogarme.
“¿De
verdad eres mi papá?”
-Así es
Daniela- dije sin dar mayor explicación. Pensé que era bueno responder en forma
concreta lo que ella preguntara.
“¿Amas a
mi mamá?"
-La amé
mucho cuando fuimos novios, ahora le tengo un gran cariño-
“¿Eso
quiere decir que no la amas?
-No
Daniela, no la amo-
“¿Por
qué?”
-Porque el
amor necesita ser alimentado y con tu madre eso lo dejamos de hacer hace mucho
tiempo-
“¿Por
qué?”
-Porque el
destino nos separó y no nos volvimos a juntar- dije mientras ella movió su
cabeza en señal que entendía mis respuestas. Escuché alguna vez que los niños
fantasean con tener a sus padres juntos, pero yo creía que ellos no entendían el
concepto de pareja y que esa fantasía la tenían como mecanismos de búsqueda de
seguridad que era la forma de no perder a ninguno de los dos.
“¿Te vas a
ir?”
-¿A
dónde?-
“No lo sé,
me refiero si te voy a dejar de ver”
-No
Daniela, desde hoy estaré presente en tu vida para siempre. Claro que habrá
momentos en que no estaremos juntos, pero comenzaremos a construir una relación
de padre e hija-
“ ¿Por qué
quieres hacer eso?”
-Porque te
amo- dije y Daniela dejó de hacer preguntas y le pidió a su madre que se
agachara para decirle algo al oído. Carla le dijo que estaba bien y Daniela
salió de la sala.
“Me pidió
que te fueras porque estaba nerviosa” dijo Carla haciéndome sentir una gran
pena, pero de todas formas entendí que ella tenía un ritmo y yo debía
respetarlo. Carla se ofreció para llevarme al hotel y le dije que no era
necesario.
“No te
pongas triste, para ella es muy fuerte encontrarse con un padre. Sí te puedo
decir que está contenta” dijo Carla sin yo saber si era un premio de consuelo.
Mientras me conducía hacia la puerta de salida me comentó que este fin de
semana tenían un paseo programado a Mar del Plata y que creía que sería bueno
para poder conversar con Daniela y dejar las cosas se asentaran. Eso me hizo
estar seguro que lo que decía lo hacía para que yo no me fuera con una
sensación de derrota.
Justo
cuando nos despedimos en la puerta se escuchó un agudo y fuerte grito que
pronunciaba mi nombre. Era Daniela que venía corriendo por el pasillo.
“Te tengo
una última pregunta”
-Lo que
quieras preciosa-
“¿Te puedo
llamar papá o te tengo que decir Andrés?” preguntó con un poco de vergüenza.
-Te ruego
que me digas papá, porque eso es lo que soy, tú papá- dije mientras ella me
regaló la más bella de sus sonrisas, me entregó un papel y se volvió corriendo
por el pasillo gritando: Chaooooooo!!!!!.
Carla me
puso la mano en el hombro y yo me fui caminando en busca de un taxi. Al revisar
el papel pude ver que era una especie de tarjeta hecha por ella. Cuando vi la
fecha me cayeron unas lágrimas, la tarjeta la había sido hecha hace cinco años
y la tenía guardada desde ese momento. Tenía un corazón grande, pintado de
color rojo con lápices de cera que sobrepasaba los contornos de éste. Con una
letra que era la de alguna maestra, estaba escrito: “Te quiero mucho papito”.
Mi corazón
explotó de alegría y durante todo el viaje de regreso repasé una y otra vez el
encuentro que había tenido con Daniela. Repasaba cada uno de sus detalles; su
risa, sus ojos de luna, su pelo castaño largo que llegaba casi a la cintura y
una ropa que se veía que estaba comenzando a salir de la niñez. Estaba
realmente feliz.
Una vez en
el hotel me acordé de la canción que dijo Carla que Daniela había guardado en
su teléfono y comencé a escucharla.
Canción para ella
No quiero ver más caras largas,
Sé que es difícil mi amor,
Te tienes que ir,
es ya muy tarde, ahora no puedes jugar,
pero el sábado yo paso de nuevo a buscarte.
Sé que es difícil mi amor,
Te tienes que ir,
es ya muy tarde, ahora no puedes jugar,
pero el sábado yo paso de nuevo a buscarte.
Te enseñaré nuevas canciones,
nos divertiremos los dos,
Te compraré mil golosinas, te llevaré a ver guiñol,
Ahora ya se acabó dame otro beso y sonríeme.
nos divertiremos los dos,
Te compraré mil golosinas, te llevaré a ver guiñol,
Ahora ya se acabó dame otro beso y sonríeme.
No quiero yo más otra vez hoy separarme de ti,
Cada vez me cuesta más dejarte aquí.
No quiero yo más hoy alejar mi mirada de ti,
Me gustaría tenerte por siempre aquí, tenerte así.
Cada vez me cuesta más dejarte aquí.
No quiero yo más hoy alejar mi mirada de ti,
Me gustaría tenerte por siempre aquí, tenerte así.
Vuelve a llamar también mañana,
Contigo me gusta hablar,
Aunque se bien que cada cosa preguntaras el porqué.
No me preguntas ya más si todo volverá a ser.... como ayer.
Contigo me gusta hablar,
Aunque se bien que cada cosa preguntaras el porqué.
No me preguntas ya más si todo volverá a ser.... como ayer.
No quiero yo más otra vez hoy separarme de ti,
Cada vez me cuesta más dejarte aquí.
No quiero yo más hoy alejar mi mirada de ti,
Me gustaría tenerte por siempre aquí, tenerte así.
Cada vez me cuesta más dejarte aquí.
No quiero yo más hoy alejar mi mirada de ti,
Me gustaría tenerte por siempre aquí, tenerte así.
Nena no sé si podría vivir sin ti,
Qué suerte que tengo cariño.... te tengo a ti,
te tengo a ti, te tengo a ti.
Qué suerte que tengo cariño.... te tengo a ti,
te tengo a ti, te tengo a ti.
-Me tendrás por siempre y por siempre te tendré yo a ti- dije mirando por la ventana del hotel y teniendo como único pensamiento la imagen de mi hija. Volví a poner la canción una y otra vez hasta que me la aprendí. De verdad, estaba muy feliz.
Capítulo VII, Por siempre Joven
Dado que
acordamos con Carla no juntarnos hasta la próxima semana decidí hacer un viaje
a Chile, para poder juntarme con los gerentes y ver en terreno que todo
estuviera sin novedad, tal como me lo había señalado Juan Andrés en un par de
correos. Llegar de sorpresa haría tomar más atención de todas las personas,
algo que estaba dispuesto a hacer que sucediera, así tomé un avión a la capital
chilena sin avisar a nadie.
Los
trámites del aeropuerto fueron tediosos, una larga cola fue la que me hizo
esperar más de treinta minutos parados en policía internacional. Muy cansado me
subí al avión pensando que esto de viajar ya no me parecía nada de atractivo.
Una sensación de nostalgia me llenó al pensar que quizás me estaba volviendo
viejo. A mis treinta y siete años de edad no podía sentirme así. Era claro que
ya no tenía la misma condición física de la universidad, si hacía algún deporte
de seguro quedaría en evidenciaría. De todas formas eso no tenía porqué hacerme
sentir viejo. Tomé mi teléfono e hice algo que nadie debe hacer, utilicé la
cámara para poder verme tal como si fuera un espejo. No sé que efecto óptico
ocurre, pero la imagen que logras de ti con esa acción nunca es la mejor, al
menos eso decidí creer. Mi cabeza estaba invadida por una gran cantidad de
canas en la parte frontal. Lo que vi en ese teléfono distaba mucho de la imagen
que yo tenía de mí, por tal motivo decidí hacer algo que engañara a mi mente
para poder recuperar una imagen más jovial de mí, a la vuelta a Argentina
ubicaría alguna piscina y me inscribiría para hacer natación. Había escuchado
que era un de los deportes más completos, además tener como parte del paisaje a
mujeres en traje de baño lo hacían el deporte ideal para mí.
Cuando
pensé en mandar un correo a María Paz para que me hiciera todas las
averiguaciones y eligiera por mí el lugar más conveniente recordé que no tenía
secretaria en Chile y mucho menos en Argentina. Una tonta pereza me hizo
desistir en un principio de hacer tal actividad deportiva, pero la imagen de mi
pelo canoso hizo que me decidiera a realizar esta actividad, pese a que tuviera
que personalmente realizar los trámites administrativos.
Una vez
que llegué al aeropuerto Arturo Merino Benítez, de la capital chilena, la señal
de mi teléfono volvió a activarse. En ese momento tuitié: -En tierras chilenas
y rumbo a la oficina”. Muchos me respondieron que ya era hora de que trabajara
algo.
Cuando
llegué, un sorprendido Juan Andrés salió de inmediato a su oficina mientras yo saluda
personalmente a cada persona de la empresa, todos eran amables, me preguntaban
cómo estaba y me decían que me veía relajado. Con esto último me percaté que
había venido sin terno y con una barba de unos cinco días. Mi imagen era
completamente distinta a la que todos estaban acostumbrados a ver. De seguro también
me veía mucho más cercano, pero nadie estuvo dispuesto a decirlo.
“Qué bueno
que viniste Andrés, hoy surgió un problema y no sabía como tratarlo contigo”
dijo generando un poco de curiosidad en mí. –No creo que se algo que no puedas
solucionar- le comenté en señal de confianza, pero al mismo tiempo desafiándolo
para que su orgullo lo empoderada. “No se trata de eso, hoy apareció un
ejecutivo diciendo que él pararía la operación de compra por parte de ellos si
es que no hablaba contigo primero” dijo llevando mi curiosidad a un grado
mayor. – ¿Cuál el nombre de este personaje?- le pregunté en forma directa.
“Enrique Osses, es el ejecutivo que ha desarrollado la liberación de la
portabilidad numérica en todos los países…” dijo mientras yo lo interrumpí diciendo que sabía quien
era. –Tenemos una carta acuerdo firmada, los únicos que los pueden votar este
negocio son los abogados o auditores a cargo del Due Diligent. ¿Cómo los has
percibido?- pregunté para realizar algún diagnóstico. Juan Andrés me contó que
habían pedido gran cantidad de papeles y que por el momento no había nada que
no pudieran conseguir. Me aclaró que todo lo que pedían estaba en regla. –En
todo negocio siempre aparece algo, tienes que estar preparado para poder
manejarlo hábilmente para que este negocio no se caiga- le comenté para que él
no bajara la guardia. También le dije que Enrique Osses no tenía relevancia en
la operación, que de hecho no le daría ninguna reunión, ya que no le daría la
importancia que sabía que no tenía.
“Andrés,
no fue el cargo lo que me extrañó, algo en su mirada me decía que podría
traernos problemas” señaló mientras me demostraba que estaba logrando captar
parte del lenguaje corporal de las personas, esto me pareció bastante bueno. Enrique
tenía un problema conmigo y de seguro ya se había enterado que era bastante
probable que yo me convirtiera en su jefe, esto me hacía suponer que lo tenía
descompuesto y precisamente esto era lo que había captado Juan Andrés.
Invité a
todos los gerentes a almorzar, todos se veían bien sin mí. Obvio que bromeé con eso diciendo que todos
estaban mejor desde que yo me había ido. Todos bien educados indicaron que me
extrañaban. –Se agradece el gesto, pero veo que están muy bien lo cual habla
que Juan Andrés ha logrado dar continuidad a mi trabajo- comenté haciendo que
este se sintiera orgulloso.
Mi
principal miedo al alejarme de la empresa era que el vacío de poder que se
generaba por mi ausencia generará disputas entre ellos poniendo en peligro los
buenos resultados. Todos estaban bien abocados a sus tareas con una gran
sincronización, mérito de Juan Andrés y también mío por haber dejado todo
ordenado y con una persona a cargo que diera continuidad a lo que había
empezado. Al menos así me quedó claro cuando el gerente comercial quiso
sobresalir y contar que ya llevaban doscientas mil cuentas, mucho más de lo que
yo esperaba que consiguiéramos.
El ver que
estaba todo en orden hizo que me retirara temprano, justo después de recibir
una llamada de Marcelo que me invitaba a almorzar al día siguiente. Una vez en
mi casa de Peñaflor, la casa que aún tenía arrendada, pude descansar y tener un
reparador sueño.
Al
despertarme volví verme en el espejo ese mechón de canas y me volvió a dar esa
sensación que estaba envejeciendo. –Por favor no, que la crisis de los cuarenta
años llegue a los cuarenta y no ahora- pensé y me fui a bañar.
Recorrí
caminando la parcela y en veinte minutos me sentí cansado, me propuse que
apenas llegara a Buenos Aires haría los trámites de inscripción para hacer el
maldito curso de natación. Este pensamiento de que me estaba volviendo viejo me
estaba molestando bastante, ideal era el almuerzo con Marcelo para poder tener
un punto de comparación de una persona treinta años mayor que yo. Contento salí
rumbo al almuerzo agendado el día anterior.
La casa de
Marcelo estaba ubicada en un lugar llamado La Dehesa, barrio muy
exclusivo de la capital chilena. Una vez allí, fui atendido por un mayordomo
que me llevó a una de las tantas salas que parecía tener la casa. Todo muy
elegante y de buen gusto. Si yo sentía que tenía un buen pasar, no se lo que
sentiría Marcelo, al menos una primera impresión por lo que era su casa hacía
pensar que el hombre tenía solucionado su vida y por lo menos la de dos
generaciones más.
Una
distinguida y elegante mujer acompañó a Marcelo, cuando me la presentó como su
esposa recordé que yo había sido capaz de poner en riesgo su matrimonio,
haciendo creer a Marcelo que su esposa tenía una aventura con su socio Cristóbal.
Libre de la presión de conseguir algún objetivo laboral me hacía percatar de la
capacidad de sobrepasar los límites que tenía.
El
almuerzo fue delicioso, de entrada comimos machas a la parmesana, que son un
tipo de molusco que se da en las costas chilenas, preparadas con queso. De
fondo sirvieron un costillar de cerdo preparado con una salsa agridulce
acompañado de papas duquesa. La conversación fue agradable, ella muy educada
contaba historias graciosas de su marido. En todas él quedaba muy bien, por lo
que sonreía orgulloso diciendo que no era tan así como lo contaba su esposa. No
hablamos de negocios hasta que Marcelo me invitó a un despacho amplio donde
tenía un hermoso escritorio de caoba, además de una gran biblioteca. Sacó una
botella de coñac y sirvió un poco en dos vasos. Cuando me pasó uno me dijo que
era hora de hablar de negocios. En ese minuto me percaté de lo antigua y
machista que era la relación con su esposa. Ella había sido un bonito adorno de
él en el almuerzo y desechada a la hora de hablar de temas de la empresa. Creo
que a ella no le molestaba, era un rol que de seguro le habían enseñado a
realizar y lo hacía a la perfección.
“Juan
Andrés me mantiene al tanto de todo y según veo todo está en orden” me comentó
Marcelo dando por iniciada la conversación. Yo le respondí que el equipo estaba
sólido, bien alineado y que el due diligence estaría listo en un mes sin
tener ninguna contingencia. “Eso es lo que me preocupa Andrés, que no haya nada
en que temer, eso hace bajar la guardia” señaló mostrando que sus años estaban
llenos de experiencia. –Lo sé Marcelo, siempre sale algo en estos procesos, no
tengo la guardia baja y tengo los ojos bien abiertos- le señalé sin lograr
convencerlo. “Andrés, tienes los ojos bien abiertos para tu hija, no soy ningún
hueón” dijo con un poco de molestia. “Juan Andrés me contó que Enrique Osses
estuvo ayer en las oficina haciendo ruido con que él podría hacer que el
negocio no se concretara. Me has escondido muchas cartas y espero que seas
sincero explicándome que pasa con ese ejecutivo” señaló mostrando en su mirada
que no creería cualquier historia, sabría distinguir si le mentía o no.
-Enrique
fue el amante de mi esposa, tu ya sabes la historia- dije mientras él golpeo el
vaso en el escritorio. “Lo sabía hijo de puta, has hecho todo esto para
vengarte, eres de lo más repudiable Andrés. Nos has manipulado a todos para
sentirte satisfecho por una maldita venganza” dijo Marcelo sobre exaltándose y
tomándose el pecho. Desconocía si Marcelo padecía de algún mal o alguna
afección al corazón, pero instintivamente lo tomé para llevarlo a un sillón y
le serví un vaso de agua. Mientras recuperaba el aliento tomé una silla y me
senté al frente de él mirándolo a los ojos.
–Escucha
bien, sé que no te he mostrado todas mis cartas, si me hubiese presentado así
jamás me habrías escuchado. Es verdad que todo esto es parte de una venganza,
pero ten claro que este plan contempla un negocio importante y eso es lo único
que me importa que se realice de todo lo que he planificado. No tengo
intenciones de vengarme de Osses, confío que el destino hará lo suyo si es lo
que corresponde, por ahora me dedicaré a mi hija y a monitorear el correcto
andar de este negocio. Confía en mí Marcelo, ya no tengo nada que ocultarte-
dije extendiendo mi mano para que la tomara.
Marcelo
más recuperado tomó mi mano y me dijo que confiaba en mí, que no tenía otra
alternativa, pero si había algo más que tenía que saber que se lo dijera en ese
momento. –No hay nada más Marcelo- dije y me pidió que no jugara más con él.
Antes de
abandonar su casa, pedí a uno de sus empleados que nos tomara una foto y
Marcelo accedió extrañado. “No te quiero preguntar que harás con esta foto,
porque no quiero exponerme a que me engañes de nuevo” señaló y yo le respondí con
una sonrisa y abandoné el lugar mientras Marcelo se quedó moviendo su cabeza en
señal de que yo no tenía remedio.
Después de
esconder tanto las cartas las personas creen que todas las acciones que haces
tienen objetivos truculentos y estratégicos, quizás parte de una manipulación,
de seguro algo así sintió Marcelo con lo de la foto. Mi objetivo con esta
imagen era simple, recurrir a ella cada vez que sintiera que me estaba poniendo
viejo. Marcelo era un buen punto de referencia para sentirme que aún estaba
joven.
Una vez en
mi casa me sentía raro, sentía que algo estaba cambiando dentro de mí, tomé mi
teléfono y escribí un tuit que me permitiera dejar salir lo que sentía.
@Gerente2012:
Algo me pasa y no sé que es.
Muchos me
bromearon que la comida me había caído mal y que me preparara para el
meteorismo, mientras otros decían que no les extrañaba de un tripolar. La
seguidora que yo presentía que tenía dudas de casarse volvió a contactarme
mandándome un mensaje privado.
@Lolu128:
Rara sensación para un hombre tan seguro como usted Gerente.
@Gerente2012:
No es raro para una mujer llena de dudas.
Con esa
respuesta volvía a poner el tema que había querido alejarse. No tenía ninguna
mala intención en hacer algo así, sólo disfrutaba dar en el punto que desarma a
una mujer, más encima casi sin conocerla.
@Lolu28: ¿Qué
sabe usted de las dudas mi querido Gerente?
@Gerente2012:
Que detrás de la duda hay una certeza, la certeza de un hecho que nos hace
dudar.
Cuando
pensé que volvía a acertar y mi seguidora parecía no responder nuevamente
recibí un mensaje de ella que me llamó la atención.
@Lolu128:
No volveré a escribirle Sr. Gerente, no me hace bien.
@Gerente2012:
Cuando quieras volver a escribirme espero seas capaz de vencer a tu orgullo.
Dije
toreándola y dejando la puerta abierta para volver a tener una conversación con
ella. Mi ego se fortalecía y me hacía sonreír.
Al final
de la noche recibí una llamada de mi padre, recordé cuánto lo extrañaba y que
deseaba tener una larga conversación con él, tal como lo habíamos hecho cuando
estuve en Brasil. Lo noté un poco más cansado y lo invité a que se quedara unos
días conmigo en Buenos Aires. “¿Qué haces en ese país de locos?” me dijo
causando mi risa. Le dije que era una bella ciudad que daba muchas sorpresas, que
estaba seguro se sorprendería cuando estuviera acá. Mi comentario debió haber
causado tal nivel de curiosidad en mi padre que de inmediato confirmó que me
visitaría dentro de la semana. Esto me puso mucho más alegre.
Al
acostarme me volví a ver en el espejo sintiendo que algo estaba distinto en mí,
al reparar en mis canas la sensación de que estaba envejeciendo volvió a
aparecer y rápidamente puse la foto de Marcelo junto a mí. –Ese es un hueón
viejo- dije en voz alta tratando de que desapareciera esa sensación, pero no
fue posible. Puse en google la frase “Siempre Joven” y uno de los resultados
fue el video de Forever Young de Rod Stewalr, sin recordar la
letra de la canción puse el video con la esperanza que la canción me
transmitiera un mensaje de juventud eterna.
El ver un
hermoso video, cuyos protagonistas eran el famoso cantante con un pequeño
colorín que llevaba gran parte del tiempo en sus brazos me hizo entender que
esta canción no me daría lo que esperaba, igual la seguí viendo.
Forever Young
Que el buen señor te acompañe
En cualquier camino en que te encuentres
Y que la luz y la felicidad
Te rodeen cuando estés lejos del hogar
Y que crezcas para ser orgulloso
Digno y fiel
Y haz a los otros
Lo que harías por ti
Ten coraje y se valiente
Y en mi corazón siempre te quedarás
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Que la buena fortuna esté contigo
Que tu luz guía sea brillante
Construye una escalera al cielo
Con un príncipe o un vagabundo
Y que nunca ames en vano
Y en mi corazón siempre te quedarás
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven
Por siempre joven
Y cuando al fin te marches
Espero haberte servido bien
Porque toda la sabiduría de una vida
Nadie la podría contar
Pero cualquiera sea el camino que tu tomes
Estoy detrás de ti, ganes o pierdas
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Por, por siempre joven, por siempre joven
En cualquier camino en que te encuentres
Y que la luz y la felicidad
Te rodeen cuando estés lejos del hogar
Y que crezcas para ser orgulloso
Digno y fiel
Y haz a los otros
Lo que harías por ti
Ten coraje y se valiente
Y en mi corazón siempre te quedarás
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Que la buena fortuna esté contigo
Que tu luz guía sea brillante
Construye una escalera al cielo
Con un príncipe o un vagabundo
Y que nunca ames en vano
Y en mi corazón siempre te quedarás
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven
Por siempre joven
Y cuando al fin te marches
Espero haberte servido bien
Porque toda la sabiduría de una vida
Nadie la podría contar
Pero cualquiera sea el camino que tu tomes
Estoy detrás de ti, ganes o pierdas
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Por, por siempre joven, por siempre joven
-Todos los caminos llegan a Roma- pensé. La canción
me mostraba lo que parecía un padre dando los mejores deseos a su hijo y
diciéndole que siempre lo amaría y lo llevaría en su corazón. Esto me permitió
entender que la sensación que tenía era que efectivamente estaba viviendo un
cambio. Comencé a entender que tener un hijo implica poner mucho foco en él, tu
vida deja de girar en torno a ti y tú comienzas a girar en torno a una pequeña
persona que desea que seas uno de los seres más importantes del mundo.
Para lograr eso requería un cambio importante en
mí, ahora era otra la persona que importaba y yo necesitaba estar preparado
para hacer todos los sacrificios necesarios para su bienestar. En el fondo
sabía que lo haría, pero igual me inundaba una sensación de miedo.
Entendí que la sensación de sentirme viejo no
pasaba por las canas ni por una tonta foto que me había tomado con mi teléfono,
la imagen que tenía de mí estaba cambiando de la de un irresponsable adulto de
treinta y siete años de edad a la de un padre que quería enfrentar sus
responsabilidades por el bienestar de su pequeña princesa. Decidí que una vez que
estableciera mayor relación con Daniela le dedicaría esta canción y siempre me
preocuparía por hacerle entender que en mi corazón siempre estaría. Creo que
los padres siempre cometen errores en la formación de sus hijos, de seguro yo
cometería muchos, pero me encargaría siempre que Daniela supiera que su padre
la amaba con todo su corazón.
Borré la foto de Marcelo en señal de la decisión de
abandonar sentirme viejo. De todas formas igual iría a natación, la imagen de
tanta mujer en traje de baño ya se había instalado en mi cabeza.
Capítulo VIII, Piel
Facundo no
tuvo ningún problema para ir a buscarme al aeropuerto, de hecho lo noté un poco
ansioso. Mi mente inmediatamente pensó que había una oportunidad por negociar
su tarifa porque algo necesitaba de mí, pero cuando tomé conciencia me reí
pensando que era un maldito oportunista. No conversé con él de precio, no sería
tan miserable para negociar el valor del traslado que no era significante para
mí.
Se puso
muy contento cuando me vio llegar, me saludaba con ambas manos asegurando que
yo lo viera y fue imposible no alegrarme de verlo. Ese viejo estaba siendo una
fuente de experiencia y emociones que yo estaba incorporando a mi vida y me
gustaba tenerlo como referencia. Cuando llegué a su lado el hombre me abrazó
con su brazo derecho en una expresión de cariño común entre buenos amigos.
Durante el
viaje me habló de muchas cosas, pero yo sabía que estaba dándose vueltas para
no hablarme de lo que quería. Supuse que algo quería comentarme de la relación
con su hija y lo ayudé preguntando directamente cómo estaba ella. Me comentó
que estaba nervioso, que había pensando mucho en lo que yo le había dicho y
estaba dispuesto a hablar con ella, pero no sabía como comenzar la
conversación.
-Querido
Facundo, comienza diciendo lo que sientes. Cuando uno baja las defensas y deja
ver sus penas o sus miedos, existe una alta probabilidad de lograr empatía en
la otra persona- señalé y él me dijo que también podían reventarte cuando uno
se exponía de esa manera. –Sin riesgo no hay rentabilidad- le dije haciéndolo
entender que esto no era sólo una forma de enfrentar los negocios, si no que
también aplicaba a la vida.
-Lo
importante amigo es que quieres resolver un problema y para eso debes
exponerte, corriendo el riesgo de que tu hija muestre su enojo, dejándote en un
estado peor- le señalé y él inmediatamente puso cara de susto. –La pregunta que
debes responder es cuánto puedes ganar y cuánto puedes perder. ¿Puedes perder
tanto más de lo que ya has perdido?, ¿Puedes recuperar parte importante de lo
que has perdido? Teniendo ambas respuestas podrás ver si estás dispuesto a
correr el riesgo- dije dejándolo pensar por el resto del viaje.
@Gerente2012:
Sin riesgo no hay rentabilidad. No me refiero a los negocios, sino a la vida
misma.
Esperé un
rato y volví a escribir otro tweet.
@Gerente2012:
La felicidad es la mayor rentabilidad en la vida de una persona.
Como de
costumbre respondí cada mención que me hicieron en mi timeline, no así
los mensajes directos. Sólo respondí uno.
@Lolu218:
¿Usted tiene una vida rentable?
@Gerente2012: La estoy
haciendo rentable.
@Lolu218:
Lo felicito, veo que ya encontró el amor.
@Gerente2012:
Estoy en eso, pero no de la manera que usted piensa.
@Lolu218:
¿Me puede explicar a qué se refiere querido Gerente?
@Gerente2012:
Sólo si reconoces que tienes dudas de casarte.
@Lolu218:
Qué inseguro…la necesidad que tiene de que se lo confirme cuando ya lo sabe
@Gerente2012:
:)
@Lolu218:
Deje la risita y ahora contésteme mi pregunta.
@Gerente2012:
El amor de una hija, una historia larga.
@Lolu218:
Quizás algún día pueda contármela mientras yo me dedico a ver su linda sonrisa
y ojos de medias lunas.
@Gerente2012:
Parece que su novio no es celoso.
@Lolu218:
Ya se puso pesado, adiós :-\
Mucha
intriga me causaba esta mujer, si es que lo era. Perfectamente podía ser un
hombre que se reía de mí. Esto me recordó una historia que había vivido en la
universidad cuando internet comenzaba a masificarse en computadores con
pantallas monocromáticas. Una red social, sin que tuviera ese nombre, se llama
IRC. Un Nick, un canal y muchos otros participantes compartían sus palabras.
…Invitamos
a un amigo a participar, él decía que eso de IRC era una tontera. Le pusimos un
Nick y otro amigo comenzó a conversarle haciéndose pasar por mujer. Al rato la
conversación comenzó a subir de tono y este novato comenzó a mirar colorado
hacia todos lados, preocupado de que vieran la conversación escrita en su
pantalla. Cuando en la conversación se comenzó a utilizar términos sexuales, el
novato muy preocupado y aún más colorado movió el monitor hacia abajo tratando
de minimizar la posibilidad de que vieran lo que escribía y que le escribían.
Cada cierto rato le preguntábamos si estaba muy aburrido y él respondía
sorprendido que estaba todo bien. Después de una hora, el novato muy excitado
propuso encuentro y el compañero que le escribía, simulando ser una mujer, le
respondió que sí, pero que tenía un pequeño problema. Cuando el novato preguntó
cuál era, éste le escribió que tenía un pene muy grande. Las risas de todos
vinieron inmediatamente después de la respuesta y el novato sonrojado se reía
un poco molesto. Siempre pensé que la molestia más que por la broma era porque
se le frustró de un segundo a otro un encuentro sexual….
Recordando
lo anterior llegué al hotel, entendiendo que sería cuidadoso con las seguidoras
de twitter. No me enfrentaría a que alguna vez una seguidora me dijera
que tenía un “pequeño problema”.
Al bajarme
del taxi, Facundo me dijo que era muy claro en mi forma de pensar. Que él veía
que el potencial beneficio de la conversación era muy superior a su potencial
costo. “Conversaré con mi hija, gracias pibe” me dijo justo antes de cerrar la
puerta y despedirnos.
@Gerente2012:
Caras vemos, corazones no sabemos. En twitter mucho menos lo que hay detrás de
los pantalones.
Dije esto
recordando la historia de mi amigo y posteriormente recibí muchas menciones con
expresiones de risa. Antes de acostarme revisé mis correos y dos fueron los que
más me importaron. Uno era de mi padre confirmando su arribo a Buenos Aires el
miércoles siguiente en la mañana, y el otro un correo de Carla en el que me
dijo que traía novedades positivas de su viaje a Mar del Plata y que le
confirmara si nos podíamos juntar a las diez de la mañana en el café cerca de
su consulta. Yo inmediatamente confirmé y me fui acostar con una agradable
sensación.
A la
mañana siguiente, Carla estaba radiante, se notaba que se había sacado un gran
peso de encima. Al sentarse pude ver que traía otra ropa, de seguro había ido
de compras el fin de semana. El cuerpo que suponía delgado el primer día que la
vi había dejado atrás toda suposición. Carla traía una falda blanca que le
llegaba a los muslos, tacones azules que la estilizaban y una camisa beige que
dejaba ver un hermoso escote.
“Andrés,
este fue un fin de semana espectacular. Conversé con Daniela de todo, incluso
le expliqué que tú no habías aparecido antes porque Camila te escondió la
verdad. Debo ser sincera, cuando me preguntó por qué no te lo había dicho directamente
no supe qué decir. Después de unos segundos recordé lo que me dijiste de
siempre decirle la verdad en la medida que preguntara. Me decidí y le dije que
tenía miedo a enfrentar un rechazo en forma directa” dijo ella sin que yo
entendiera bien. –Según lo que entiendo el haberte quedado con la información
de Camila significó que te quedaste con el rechazo, por lo que nada perdías con
acercarte a mi, en el peor de los casos quedabas igual- señalé aplicando una
lógica racional. “Desde ese punto tienes razón, pero soy de la clase de mujer
que puede resistir un rechazo por omisión, pero no soy lo suficientemente
fuerte para haberte mirado a los ojos y me dijeras que no querías saber nada de
Daniela” dijo Carla haciéndome entender su punto.
“La cosa
es que para ella fue muy sanador, entender que si su padre no había estado con
ella no era porque la rechazara, y eso la hizo sonreír todo el fin de semana”
comentó Carla mientras en mi cara de seguro se dibujaba la misma sonrisa que
había tenido Daniela esos días.
“Si puedes
ir a buscarla para pasear este es el momento adecuado” dijo Carla mientras yo
me paré de inmediato aceptando el ofrecimiento.
Mientras ella sacó su teléfono para llamar a Daniela yo saqué el mío
para llamar a Facundo y pedir sus servicios. Antes de despedirnos Carla me dijo
que estaba feliz y muy emocionada, yo le respondí con un caluroso abrazo y
después me quedé esperando a Facundo.
Cuando el
taxista llegó su cara no era normal, tenía un poco la mirada perdida y la cara lista
para hacer algún comentario ácido había desaparecido por completo. En el camino
traté de enganchar alguna conversación, pero nada dio resultado. Entendí que el
hombre no pasaba por un buen momento y éste no era el correcto tampoco para
realizar una catarsis, tenía que darle tiempo y decirle que contaba conmigo
para conversar cuando quisiera.
Al llegar
a la casa de mi hija, puse mi mano en el hombro de Facundo y le dije que
entendía que no pasaba por un buen momento. –Cuando quieras conversar con
alguien cuenta conmigo querido amigo- le dije y este hizo un gesto de
agradecimiento dando cortos movimientos de arriba a abajo con la cabeza.
No pasó ni
un minuto desde que toqué el timbre hasta que salió Daniela corriendo y me dio
un gran abrazo. Yo crucé mis manos por su espalda y la levanté poniendo su
cabeza a la misma altura que la mía. –Hola preciosa, eres la alegría de mi
vida- le dije y luego ella me dio un beso en cada mejilla. No sabría describir
las ricas emociones que me produjo esa situación, me sentí reconocido, validado
y aceptado como padre. Los besos fueron de una ternura máxima que me
conmovieron de tal forma que tuve que esconder un par de lágrimas que se me
cayeron.
Cuando nos
subimos al taxi supuse que Buenos Aires tendría un zoológico y le pedí a Facundo
nos llevará allá. El viaje no fue muy largo, en el mismo Palermo estaba el de la
plaza de Italia, lugar donde se juntan las avenidas Sarmiento y La Heras,
entrada al zoológico.
Al
bajarnos le dije a Facundo que nos esperara, pero le ofrecí hacerlo dentro del
zoológico, sabía que un respiro le vendría bien al pobre viejo. Una vez que
entramos caminamos los tres hasta los flamencos y ahí nos separamos.
Cuando
pasamos por el reptilario, Daniela me abrazó. Se notó que esa clase de animales
no era de su agrado, pero de la misma forma se notó que ella no estaba
dispuesta a que yo pensara que era cobarde. Después de pasar junto al oso
pudimos ver el león y el tigre, y ella quedó maravillada. “Se nota que el león
es el rey de la selva” dijo mientras yo respondí con una sonrisa y agregué algo
de información. –El león es un verdadero rey, lo atienden en todo. ¿Sabías que
quien caza es la leona mientras el muy flojo duerme?- pregunté consiguiendo su
atención. “No lo sabía, pero que más se puede esperar de un rey” respondió
ella.
Cuando
pasamos por el lado del tigre este bostezó, abriendo enormemente la mandíbula,
de seguro la cabeza de un niño cabía dentro de ella. “¡¿Viste papá, viste qué
grande abrió la boca?!” preguntó Daniela bien sorprendida. Al quedarnos viendo
este animal, Daniela se reía y decía que era igual que un gatito, pero mucho más
grande. Después pasamos por el lado del elefante y nos dirigimos a un sector de
monos. El ruido en la jaula de éstos era molesto, iban de un lado para otro
haciendo mucho escándalo. “No me gustan los monos papá, son muy ruidosos” dijo
y yo le respondí que era porque no era venezolana, ya que en ese país tenían a
un mono de presidente. De mi broma me reí solo, ella quedó sin entender y le
tuve que decir que era sólo un chiste.
Después de
los monos nos tomamos de la mano y fuimos conversando de los animales. Sin
perjuicio del tema que verbalizábamos sentía que en el momento que la tomé en
brazos, cuando me abrazó en el reptilario y al tomarme la mano se estaba dando
una comunicación especial a través de nuestra piel. Todo esto me causaba una
tremenda alegría que estaba dispuesta a compartirla con mis seguidores de twitter:
@Gerente2012:
El amor es piel
Cuando
Daniela se percató del sonido de las menciones que emitía mi teléfono ella se
sorprendió y me dijo que le encantaba mi
teléfono. “Además, si no me equivoco esos sonidos de alertas son de twitter,
tienes mucha gente que te menciona” dijo ella y yo me puse un poco nervioso. “¡Papá!
¿No me digas que te da vergüenza usar twitter?, yo lo adoro” dijo e
inmediatamente yo me di cuenta de lo parecido que éramos.
-¿Qué fue
lo que pasó con tu teléfono, supe que tu mamá te había regalado uno? pregunté
iniciando una conversación. “Mirá, le pedí a la mamá que me hiciera de regalo
un teléfono de esos como el tuyo y me dijo que si me esforzaba lo haría. De
verdad papá que hice de todo y me gané con mi esfuerzo ese lindo teléfono. Me
encantó, lo disfruté mucho, bajé música, me contactaba por whatsapp con
mis amigas y usaba mi cuenta de twitter. “Al principio usé Facebook, pero la
verdad me aburrió, no me gustó” dijo mientras yo me seguía sorprendiendo con lo
parecido que éramos.
“Mamá
comenzó a preocuparse porque yo me reía mucho mirando mi teléfono, es que
seguía a alguien que era muy divertido. Creo que una vez tomó mi teléfono a
espaldas mías y al parecer no le gustó el humor de un viejo al que yo seguía.
Me dijo lo que decía esta persona era para grandes y me quitó el teléfono. ¿Sabes?,
debes seguirlo, es un tipo muy divertido” dijo ella sin causarme ninguna
motivación. Ya seguía a muchas personas y era muy difícil sorprenderme con
cuentas nuevas. “Dale papá, seguílo, se llama @gerente2012 y según dicen da
buenos consejos de negocios” dijo ella poniéndome aún más nervioso.
Para cambiar la conversación nos subimos a un bote
que recorría una pequeña laguna. Mientras ella veía sorprendida al rinoceronte,
al antílope y al ciervo yo me llenaba de una tonta culpa de exponer a mi hija a
los comentarios de adulto que hacía en mi cuenta de twitter. Un tanto
escandalizado celebré la decisión de Carla de quitarle el teléfono, eso me
sacaba de un aprieto.
Cuando terminamos el paseo, saqué mis audífonos y
la invité a escuchar una canción. El cantante era Natalino y la canción Desde
que te vi.
Desde que te vi
Oye hermosa de mi sueños
llegas a llenar mi vida...
nunca todo es tan perfecto
pero casi es lo que siento
el amor es mucha piel
ya lo sabes desde ayer
el amor es mucha piel....
El amor es tan distinto
ahora que te conocí
esas marcas de la edad
que se pueden ya borrar
desde que te conocí...
desde el día en que te vi...
el amor es para ti!!...
--Coro--
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté
ahora tú eres mi vida
En las vueltas de la vida
y a la vuelta de la esquina
junto a las cosas bonitas
hay otras cosas distintas
desde que te conocí
desde el día en que te vi
el amor es para ti!!....
--coro--
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté
ahora tú eres mi vida
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté
ahora tú eres mi vida
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté......
llegas a llenar mi vida...
nunca todo es tan perfecto
pero casi es lo que siento
el amor es mucha piel
ya lo sabes desde ayer
el amor es mucha piel....
El amor es tan distinto
ahora que te conocí
esas marcas de la edad
que se pueden ya borrar
desde que te conocí...
desde el día en que te vi...
el amor es para ti!!...
--Coro--
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté
ahora tú eres mi vida
En las vueltas de la vida
y a la vuelta de la esquina
junto a las cosas bonitas
hay otras cosas distintas
desde que te conocí
desde el día en que te vi
el amor es para ti!!....
--coro--
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté
ahora tú eres mi vida
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté
ahora tú eres mi vida
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté......
Nuestras cabezas pegadas
miraban el video de la canción en mi teléfono, mientras compartíamos los
auriculares. Ella muy tierna me abrazó durante toda la canción y al final de ésta
me dijo que era muy bella. –Daniela, nunca olvides esta canción. Si alguna vez
dudaste si tu padre te quería, la letra de esta canción debes recordarla
siempre. Te amo con toda la fuerza que un padre puede amar a una hija- dije y
ella me dio un beso y después una sonrisa.
“Nunca estuviste fuera
de mi vida. Cada noche que me dormía te decía buenas noches papá, donde quieras
que estés. Siempre supe que vendría el momento en que te conocería, y que me
amarías. ¿Alguien puede resistirse al encanto de esta señorita?” dijo Daniela
mientras se paraba y hacía una reverencia tomando su vestido con sus manos.
–Nadie hija, nadie puede resistirse a tu encanto- dije y ella me abrazó y se
sentó en mis piernas.
Esa tarde fue
maravillosa, supe cómo debía sentirse estar en el cielo. Todo cuadraba, todo
estaba en orden, los fantasmas no los oía y sólo me concentraba en los ojos de
Daniela. El amor que recibía de ella era especial, jamás había sentido algo
así. Cuando me despedí en su casa lo hice alegre, Carla me sonrió y me fui
libre de preocupaciones. Sabía que venían buenos momentos y no los dejaría
pasar. Era hora de rencontrarme con la felicidad.
Capítulo IX, La foto perfecta
Un abrazo
grande fue el que nos dimos con mi Padre en el aeropuerto, cuando llegó desde
Brasil. Lo noté un poco más viejo, pero me sentía feliz de salir abrazado con él
de ahí.
“Me tienes
intrigado Andrés, primero te vas recorriendo países, después te instalas en
Chile y ahora en Argentina. Espero no estés tan loco como pienso que lo estás”
dijo con una gran sonrisa mientras nos subíamos al auto. “Su hijo no está loco,
sólo es un poco boludo” dijo Facundo quien alcanzó a oír a mi padre y éste
último me miró con cara de sorpresa. Los presenté y tomamos rumbo al hotel.
Durante
los cuarenta minutos que duró el traslado, como era de esperarse, Facundo no
paró de hablar. Política, sociedad y hasta un profundo análisis de la economía
mundial, que concluía que el mundo se había ido a la mierda, fueron los temas
que taxista habló en forma sarcástica. Mi padre, que en un comienzo le pareció
invasiva la figura de mi estimado conductor, finalmente cayó rendido a las
carcajadas producto de su particular relato.
Una vez
que realizó los trámites respectivos de check in y dejó su equipaje en
la habitación que yo le había reservado, nos sentamos en el restorán del hotel
para conversar una charla que sabía que lo descolocaría. Ordenado para ambos
los tradicionales bifes de chorizos mi padre volvió a poner el tema de
conversación. “Bueno Andrés, ¿me dirás de una vez por todas qué mierda estás
haciendo en Argentina?” preguntó e inmediatamente después sonreí. Por un lado
tenía muchas ganas de ver su cara de sorpresa, pero por otro lado el sólo
imaginarme la cara de mi hija me generó una agradable sensación.
Comencé
relatándole todo lo que me había tocado vivir desde que lo había dejado en Trindade.
Cuándo se enteró que Camila había tenido una relación paralela y que el hijo
que traía en el vientre al momento de morir era de otro hombre me tomó una mano
tratando de mostrarme una señal de apoyo. –Espérate viejo, ese es el comienzo
de la historia- le dije y comencé a relatarle mi estadía en Chile. Cuando le
conté que había descubierto que tenía una hija de diez años y que vivía en
Buenos Aires, su primera mirada me hizo sentir que pensaba que yo me había
vuelto loco. –Viejo no me mires así, esto no sólo se trata que yo soy padre, tú
eres abuelo- dije y él rápidamente cambió los gestos de su cara al sentir que
ahora él tenía un rol que no había dimensionado.
“¿Abuelo
yo?, son muchas noticias para poder digerirse junto a este pedazo de carne”
dijo mi padre e inmediatamente llamó al mozo, pidió que le retiraran el plato
de comida y le trajeran dos vasos de whisky. Una vez que el mozo los
puso en la mesa, mi Padre se tomó de un sorbo el primero y después sostuvo el
segundo para tomarlo lentamente. “¿Tienes alguna foto?” me preguntó y yo le
pasé mi teléfono para que revisara todas las que nos habíamos tomado en el
zoológico. “Es hermosa Andrés, gracias a Dios no se parece a ti” dijo
haciéndose el chistoso.
Mientras
revisó las fotos me miraba alternadamente, dándome la sensación que iba
procesando la información de a poco. “Recuerdo a Carla, era una buena muchacha.
Estaba seguro que te casarías con ella, nunca entendí que terminaran. Ustedes
hacían una linda pareja” señaló él mostrando que ya comenzaba a procesar todos
los antecedentes. “¿Cómo lo ha tomado tu hija?, ¿no te guarda resentimiento?”
preguntó y la sonrisa con que le respondí fue suficiente para que él entendiera
que las cosas estaban bien. “Disculpa que sea egoísta y piense en mí, pero
¿podré conocerla?” preguntó y otra sonrisa, esta vez un poco más diabólica le
hizo entender que yo tenía preparado algo. “Deja de sonreír y poner esa cara de
idiota cada vez que te pregunto algo y usa tus cuerdas vocales para poder
responderme” dijo y me reí antes de darle una respuesta. – Nos están esperando
en la casa de Carla- dije y él se puso muy nervioso “¿Pero cómo Andrés?, ¿por
qué no me avisaste antes?, mira como ando vestido” dijo evidenciando que el
nerviosismo se había apoderado de él. –Oye viejo, vas a ir a conocer a tu
nieta, no a una entrevista de trabajo- respondí y lo dejé tomar su trago antes
que nos fuéramos a casa de Daniela.
Carla,
quien se había tomado la tarde libre, abrió la puerta y saludó cariñosamente a
mi padre. Este la abrazó espontáneamente como si se hubiese conectado de un
segundo a otro un cariño especial entre ambos. Ya conocía a mi padre, esto me
traería muchos comentarios por parte de él, de lo linda y amorosa que era.
Dentro de su estructura familiar, la cual me había traspasado, no cabía
familias divididas. Al enterarse que Carla estaba soltera comenzaría a
convencerme de lo importante que sería para Daniela que con Carla
construyéramos una relación de pareja. Si bien era algo que había pensado, los
conceptos familiares tradicionales estaban bien arraigados en mí, pero por otro
lado había postergado el concentrarme en lo que eran relaciones de pareja.
Cuando mi
padre vio a Daniela se convirtió inmediatamente en abuelo. De seguro que al estar
libre de responsabilidades, en educación y formación, respecto de Daniela le
restaba carga importante a un vínculo que comenzó a generarse con una fuerza
que no había esperado. No había pasado una hora y Daniela estaba en los brazos
de mi padre. Los cariños entre ambos eran de una tremenda ternura. No recordaba
que mi padre hubiese sido tan cariñoso en mi infancia o en cualquier otra etapa
de mi vida. Lejos de estar celoso estaba feliz, que él entregara amor de una
forma especial me ponía contento porque todos los beneficios de Daniela los
hacía propio de una forma que no me había tocado vivir.
Al rato
Daniela se vino a sentar en mis piernas y me rodeó con sus brazos. “Estoy muy
contenta papá” dijo ella con un brillo en los ojos que me llenaban de
felicidad. Ese día nos quedamos hasta como la una de la mañana. Daniela parecía
estar tan contenta que era imposible que el sueño la alcanzara. Pero en una de
las veces que se sentó en mis piernas yo comencé a hacer un cariño en su
cabeza. Con mi mano recorría suavemente su cabeza, después entrelazaba su pelo
con mis dedos y recorría sus cabellos. En diez minutos había caído dormida en
mis brazos. Su rostro angelical mezclado con la vulnerabilidad que sentía en
ella al verla dormir me hacía abrazarla y contemplar felizmente. Me sentía el
protector de una princesa y eso me alegraba mucho.
Al rato
miré a Carla para preguntarle algo y ella me respondió que la podía ir a
acostar a su pieza sin que yo alcanzara a decir una sola palabra. Una vez en su
cama ella buscó dormida un oso de peluche al cual abrazó con fuerza. De
rodillas, a un costado de la cama, me quedé contemplándola y acariciando su
rostro. –Te amo Daniela, te amaré toda mi vida- dije esperando que mágicamente
ella sonriera como en las películas, pero no ocurrió. Todo lo contrario movió
su mano alejando la mía como si fuera una mosca que la estuviese molestando.
–Malditas películas- pensé y salí sonriendo de la habitación. Cuando llegué a
la puerta me di cuenta que Carla estaba allí mirando como yo estaba acariciando
a Daniela. Ella me sonrió y me dijo que teníamos una hija muy especial. –Tienes
toda la razón, es la niña más especial que he conocido- dije y ella me sonrió
mostrando que estaba muy contenta de la forma en que se estaban dando las
cosas.
Al otro
día al desayuno sabía que vendría el primer ataque de mi querido padre.
“Daniela es una niña maravillosa, sacó toda la ternura a su madre. Que suerte
la del novio de Carla, una mujer como esa no es fácil de encontrar” dijo él en
forma obvia, él sabía que no tenía novio. –Te conozco papá, ahora empezarás a
hablar de todo lo maravillosa que es Carla, pero debes entender que mi
preocupación no está en buscar pareja. Estoy poniendo toda mi energía en
construir una relación con Daniela de padre e hija y con Carla de padre y
madre- dije haciendo un intento infructuoso de que desistiera con su
estrategia. Estaba más que claro que no dejaría este tema, por lo que dejé que
hablara sin ni siquiera poner atención en sus palabras.
“Tu
silencio me dice que al menos estás pensando el tema” dijo y yo moví la cabeza
asintiendo. Eso lo dejó tranquilo y pudimos retomar la conversación en la cuál
Daniela era el foco.
Una
llamada de Juan Andrés desde Chile interrumpió la charla, contesté y pude
percibir que estaba muy nervioso. “Andrés, tenemos un gran problema. Los
compradores están cuestionando el negocio, dicen que no tenemos la capacidad de
producir a gran escala los protectores de los teléfonos móviles. Nuestro plan
de crecimiento de venta se basa en que regalaremos estas carcasas, he revisado
en Chile y encontré un solo proveedor que puede producir según la proyección de
las ventas, pero nos cobra carísimo. Esto hace que nuestros flujos proyectados
no sean válidos” señaló afligido y yo no perdí la tranquilidad. “Consigue
tiempo, promete que habrá un contrato firmado de aquí a un mes. Yo pensaré en
algo. Te llamo mañana, ahora estoy ocupado” dije cortando la conversación. Esto
lo hacía para no dar pie a Juan Andrés a que me rebatiera y así él
comprometiera el contrato.
Mientras
mi padre hablaba mi mente se apoderaba de mí y no me permitía escuchar nada de
lo que decía. Un problema había que solucionar y mi mente había dado la
instrucción que sólo la información relevante para la solución del problema era
la que tomaría mi atención. Tomé mi teléfono y comencé a googlear la
palabra proveedores.
Concentrado
miraba rápidamente la información que arrojaba la búsqueda, a lo lejos
escuchaba la voz de mi padre que hablaba sin que yo pusiera una mínima
atención. Era sólo un ruido, que ni siquiera era capaz de quitar la
concentración que tenía puesta en mi teléfono. “¡Andrés!, deja de mirar ese
maldito teléfono, no puedes ser tan mal educado” dijo mi padre gritándome y yo
me asusté como si me pillaran haciendo algo malo. “Años de educación son
arrebatados por ese maldito aparato” persistía mi padre con su reclamo.
“Pareciera que me hubieses escuchado la mitad de lo que te dije” reclamaba
mientras que trataba infructuosamente de recordar si quiera alguna palabra de
lo que me había dicho.
-Disculpa
viejo, saltó un problema en el trabajo y estaba tratando de ver si se me
ocurría algo para ver como solucionarlo- dije dando una sincera escusa. “Tú y
tu trabajo, siempre he pensado que trabajas como chino” dijo y mi mente comenzó
a repetir una y otra vez su frase.
En mi
estómago sentí una sensación de alegría, mientras mi mente seguía repitiendo
una y otra vez la frase que había dicho mi papá. Eso significaba que había
encontrado la solución del problema y sólo faltaba un par de segundos para que
mi consciente la entendiera. Una vez que comprendí la solución al problema tomé
mi teléfono y llamé a Juan Andrés dejando a mi padre con cara de molesto
hablando nuevamente solo. “Aló, Juan Andrés, escucha bien. Saca pasajes a Hong
Kong lo antes posible” dije y Juan Andrés me pedía nervioso de que le explicara
un poco más. “Iremos a Hong Kong y a China a buscar algún fabricante de la
carcasa para firmar un contrato que nos permitiera dar la tranquilidad que
tenemos un proveedor a un precio que permitiese respaldar la proyecciones de
flujo de caja del negocio. Cuándo me preguntó en cuánto tiempo debíamos volver,
le dije que una semana era más que necesario, esto no porque tuviera algún
grado de conocimiento, si no que no quería estar más tiempo separado de
Daniela. Sabía que Hong Kong era uno de los centros de negocios más importantes
del mundo y que la apertura de China al mundo ofrecía los mejores precios en
casi todas las clases de productos.
Una hora
después me llamó Juan Andrés y me dijo que había comprado pasajes para el
lunes. –Viejo, me vas a matar, pero en unos cuantos días viajaré a Hong Kong y
necesito que seas lo más presente que puedas con Daniela. En un principio
frunció el ceño en señal de molestia, pero después pude ver un brillo en sus
ojos que delataba que alguna maldad estaba tramando.
Con una
parada un tanto arrogante, se echó para atrás en la silla mostrando que tenía
dominada la situación, me pediría algo y yo no podría negarme. –Es difícil lo
que me pides, recién ayer conocí a Daniela y me pides que sea presente. Difícil
no es sinónimo de imposible. Difícil significa que se puede lograr si se pone
la voluntad necesaria y foco en la solución del problema- decía mi padre dando
rodeos. “Ve al grano viejo, ¿qué quieres?- pregunté tratando de acelerar la
conversación. “Yo no quiero nada Andrés, tú me estás pidiendo algo y yo estoy
pensando en cómo solucionarlo. No me cuestionarás por eso, era lo que me
dijiste que hacías recién hace un rato cuando sonó ese maldito teléfono tuyo” acotó
y lo dejé seguir su juego. “Ayer en la noche conversé con Daniela y me dijo que
le gustaba mucho las películas, tú sabes que a mi también. Creo que la mejor
forma de poder hacer establecer una relación más cercana con Daniela es hacer
una noche de cine con ella” comentó mi padre y vinieron una serie de
maravillosos recuerdos de aquellas noches en la que hacíamos esa actividad
cuando era pequeño. Recordé cómo íbamos al supermercado a comprar cosas para
acompañar la actividad. Yo elegía a mi antojo
cuatro cosas, él elegía una bebida para mí y su cerveza. Después no sentábamos
juntos en el sillón y disfrutábamos viendo dos películas seguidas en los ya
desaparecidos VHS. Recordaba ET, La guerra de las galaxias, Travesuras
de un lobo quinceañero de Michael J. Fox, Gremlins, Una historia sin fin,
Terminator, entre otras.
La
actividad me pareció genial y accedí sin percatarme de sus intenciones ocultas.
Él me dijo que se encargaría de coordinar el tema sin problema.
Durante la
tarde, en mi habitación, me preocupé de buscar entre todos mis contactos datos
de algún operador de negocio en China. No se trataba de llegar a ese país y
preguntar por algún proveedor, necesitábamos a alguien que conociera el mercado
y nos llevara a encontrar lo que buscábamos. Antes de salir de mi habitación
recibí un correo de un amigo que me daba los datos de Rubén Ortiz, mexicano que
radicaba en ese país y que hacía de trade para empresas pequeñas del
mundo del retail. Dejé pasado un correo a Rubén y me fui a comer algo con mi
papá, que me esperaba en el restorán del hotel.
“Hola
hijo, que bueno verte” dijo mi padre con un tono raro. “Arreglé la noche de
cine con Daniela, será mañana. Carla me dijo que sería mejor que yo estuviera
solo con mi nieta y ella trataría de llegar más tarde” comentó generándome
alegría, me gustaba la idea de esa actividad entre mi padre y Daniela. “Eso sí,
Carla me preguntó si sabía que ibas hacer tú. Le comenté tu viaje y me dijo que
tenía ganas de hablar contigo para coordinarse en los días que no estarás. Creo
que sería bueno que la llames para que se junten a planificar la semana que
estarás fuera” dijo haciéndome mucho sentido.
Le mandé
un whatsapp a Carla invitándola a cenar el viernes y respondió
afirmativamente. Cuando le conté a mi padre, éste me respondió sin dar mayor
importancia, lo cual me pareció extraño. –Te conozco viejo, caí redondo en tu
juego. Apostaría mi vida a que tú le dijiste a Carla que yo quería conversar
con ella y no ella a ti” dije y mi padre lo negó poniendo una cara de cínico
que era evidente. –Ya sé a quien salí- le
dije y ambos nos reímos.
Camino a
casa de Carla me vinieron recuerdos de muchas citas que tuve con Camila, tanto
de novios como cuando nos casamos. Por un momento me llené de amargura y sentí
que salir con Carla era un error, pero ya estaba hecho y traté de no darle más
vuelta al tema.
Cuando vi
a Daniela con esa sonrisa me alegré muchísimo, aún no lograba dimensionar el
tremendo poder que tenía sobre mí esa princesa. Bastaba un pequeño gesto de
ella para que mis estados de ánimo pudieran cambiar fuertemente. Le conté que
su abuelo hacía esas noches de cines conmigo cuando era pequeño y a ella le
pareció entretenido que mi padre repitiera la actividad con ella.
“Pásenlo
bien” dijo Daniela con su siempre bella sonrisa. Sabía que ella fantasearía de
alguna manera con su padre y madre juntos. Eso me producía una sensación
extraña, sentía que si eso le hacía bien quizás yo debía intentar establecer
una relación de pareja con Carla.
Durante
toda la cena observé a Carla, su rostro; sus gestos; sus similitudes con
Daniela y sus palabras la definían como
una hermosa y buena mujer. Ella mantenía
una gentileza conmigo que hasta ese momento no me había percatado. Cada vez que
yo hacía una broma ella reía en forma delicada, poniendo la duda si esa risa
era una forma de coquetear o simplemente parte de su dulzura.
Respecto
del viaje no hablamos nada, ella tenía su rutina establecida y no necesitaba
coordinarse en lo absoluto conmigo. Sólo me comentó que si podía ver algún
traje de china se la trajera a Daniela, a ella le encantaban disfrazarse.
Cuando
veníamos de vuelta me di cuenta que sólo había visto cosas lindas de Carla, que
además la valoraba con una buena madre. Sentía que si quisiéramos intentarlo
teníamos gran chance de ser una buena pareja y logrando ser una linda familia.
Mi padre
nos abrió la puerta haciendo un gesto para que guardáramos silencio, Daniela
dormía en la sala. La tomé y la llevé a su pieza. Ella dormida me dijo que me
quería mucho. Una vez que la acosté tomó mi cabeza para que me quedara a su
lado. Sus ojos cerrados y respiración señalaban que ella dormía, le acaricié su
frente y después le di un beso. De rodillas la acompañé un rato, miré hacia la
puerta y vi que Carla estaba nuevamente parada mirándonos, pero esta vez era
diferente, vi a Carla como mujer y no como madre. La imagen de los tres se me
grabó en la cabeza, de alguna forma la atesoré porque mostraba la familia que siempre
había querido formar. –Quizás sí vale la pena intentarlo- pensé.
Wow!! Sin palabras... Usted señor Gerente nunca deja de sorprenderme. Gracias y mil gracias por deleitarnos con esta historia y agradezco aún más el recordar nuestro encuentro. Supo leerme mejor que cualquier persona... Usted también marcó mi vida. Gracias y muchas felicidades! // Atte. Camila. Colombia
ResponderEliminara MI ME EMPEZÓ A GUSTAR, PERO DESPUÉS NO, su muestra sexual no demuestra amor, no es necesario acostarse con todas las mujeres para resolverles la vida, y lo que parece les resolvió, se puede revertir con el tiempo. El gusto infantil, saber manejar los afectos de las personas y las lleve a la cama (hipnotizadas con su manejo), muestra su falta de control y un elevado narcisismo. Me gusta su capacidad de mostrar que puede ayudar a las personas, pero me salté el sueño dorado de los lectores masculino...me fastidió...jajaja claro otros se masturbarán pensando en el maravillosa posibilidad de hacer lo mismo, claro usted con muy buena intención no lo dudo o duda? ( jajaja) en fin, no lo tome a mal. Me imagino que debe ser muy celoso, ( porque será?), gracias por compartir su vida, el encuentro debe ser bien interesante, tal vez aprendió ahí lo que le menciono antes, besos un abrazo, cuídese y siga haciendo "el bien?" jaja
ResponderEliminarMe parece que no ha leído las otras dos partes. El sexo no lo es todo para mí, tan sólo es un 95%
Eliminarjajajaajajaj vió como no me equivoco jajajjaa pensé que era el amor, ya lo demás son la sazón, pero siempre se pierden lo mejor, ya lo voy a leer seguro se reinvíndica con el encuentro jajajajaj, me imagino que me hará llorar, estoy preparándome primero jajajaja besos seductor, siempre con el pene por delante jajajajaja es broma ( como la suya? ) cuídese, perdón, cuídense jajajajja
ResponderEliminarBRAVOOOO JAJAJJA que final jajajaja genial jajaj que hermoso capitulo, oye no me gusta juzgar, pero esa Camila donde estará, yo creo que no la aceptaron en el purgatorio jajaja es broma ojalá que esté en el cielo en la área de nopales bien pinchosos jajajjaja
ResponderEliminarmmmmm tienes que ser certero, creíble, hasta que, metes la pata!!! o yo me equivoqué ( haber como la arreglas) jaja, empezaste a escribir en septiembre 2011 tu historia, porque dices que es tu historia real, (o eres ficción?) lo digo porque la canción Adele es un éxito reciente creo que del 2011...
ResponderEliminarAparte de eso, me gusta tu forma de apreciar lo que te rodea, matizar con tus emociones tu recorrido por Montevideo
Eso de que desnudaste a la cristiana jajajjaja me dió una risa dulce tu interpretación y tan tan no lo quiero decir solo tan jajajaj
besos siguele ...avisame please muá
Todo ocurre en el año 2012
ResponderEliminaroye, entonces estás viviendo ese momento!! wao que intenso, te deseo la mayor de las suerteS!!, aunque creo que tuu mismo haces tu buena suerte con tu bella actitud un beso enorme, que hermoso que tengas una hija y que tengas la capacidad para adorarla como se merece muaaaaaaaaaaa MUAAAAAA
ResponderEliminarsin querrer llege a esta historia, solo por que compartimos un medicamento, el etioxina, me llego en muchas parte y me ha decidido a escribir mi historia, que no es tan emocionante ni impresionante como la suya, pero me servira como terapia, para mis problemas saludos
ResponderEliminarCuando cumple los treinta y ocho? jajaja lo leí salteado, interesante, yo un poco pesada para leer, agradable, siento que me aburrí un poco, puede creerlo? akjjajaja besos
ResponderEliminarCuándo publicará un nuevo capítulo??
ResponderEliminarY que pasö despues?? Estimado Gerente no nos deje en la incertidumbre varios queremos saberque pasö en su vida... besos Jefecito!!
ResponderEliminarBueno jefe, ya es hora del Cap X. Retome la ttnovela porque ya la leí 3 veces. Saludos jefe, desde " Las Cañas" en Guatemala.
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