domingo, 16 de diciembre de 2012






El Diario del @Gerente 2012


Tercera Parte


“El fin del duelo”





gerente2012@gmail.com


 


Introducción


Esta es la tercera parte de la novela “El diario del @Gerente2012”. La primera relató una serie de aventuras vividas por el protagonista que mostraron los rasgos de su personalidad y como éste se adaptaba para vivir en el mundo de los negocios. También mostraba sus necesidades de afectos y sus temores. Al final se da cuenta que todo lo vivido fue parte de un relato que escribía inconscientemente día a día mientras que se recuperaba en una clínica psiquiátrica de un estado catatónico producto de un golpe en la cabeza y de un shock producido por presenciar la muerte de su esposa, quien embarazada fue atropellada brutalmente. Al tomar consciencia de la realidad el protagonista se enfrenta a la decisión de acabar no con su vida. Su elección de continuar la hizo fortaleciendo su lado malo y enterrando su lado sensible para así evitar seguir sintiendo dolor. El gran objetivo que le permitió generar un motivo a su existencia fue poner toda su energía, libre de todos escrúpulos, en obtener un gran logro profesional.

La segunda parte de la historia muestra como el personaje comienza un viaje por Latinoamérica para tratar de rencontrarse consigo mismo. En una parada en Colombia se entera que su esposa lo engañaba con Enrique Osses, un alto ejecutivo de una de las principales empresas de telefonía móvil del mundo, sino que también que el hijo que esperaba al momento de morir era de su amante. Este golpe hace que el personaje se centré en el odio como mecanismos de escape al dolor y agregue a su objetivo una venganza personal que permitiera canalizar toda la energía producto de esa negativa emoción.

Dado que Enrique Osses dirigiría el lanzamiento de la portabilidad numérica en Chile, hace que el protagonista utilice este país como centro de operaciones. Logra convencer a un empresario de que él puede hacer un tremendo negocio en el rubro de la telefonía móvil. En el corto plazo logra implementar una exitosa estrategia comercial y logra hacer las redes para hacer de la empresa que administra una burbuja y hacer un acuerdo de venta a una de las empresas más grandes de la industria.

Después de todas las aventuras logra entender que su difunta esposa Camila lo había engañado porque cinco años antes se había enterado que éste tenía una hija sin saberlo. Camila, imposibilitada para tener hijos con el protagonista había ocultado lo de la hija del protagonista junto con Osses. Al descubrir esto, los objetivos del Gerente cambian drásticamente y se propone estabilizarse emocionalmente para luego comenzar a construir una relación con su hija.

Capítulo I, Una poco de orden


Mientras conversaba con Marcelo este me miraba mostrando gestos de asombro por lo increíble de mi historia. “No puedo creer lo que me cuentas” dijo interrumpiendo mi relato. Cuando le dije que debía irme a Buenos Aires a comenzar a construir la relación con mi hija su empatía disminuyó. Poner en riesgo millones de dólares por la relación de un hombre con su hija no parecía ser un buen negocio para él. Lo entendí y le di la seguridad que Juan Andrés estaba preparado para seguir la negociación. También le dije que yo estaría monitoreando todo el proceso a distancia y viajaría cada vez que fuera necesario o haría que viajara Juan Andrés cuando yo no pudiese hacerlo. “Andrés, entiendo lo importante de tu decisión, pero sé que tú entiendes que este negocio es muy importante para mí y para mucho de los ejecutivos que estás liderando” dijo Marcelo tratando de utilizar una manipulación emocional que no me afectaba. –Tranquilo Marcelo, todo saldrá bien- dije cerrando la conversación. Después nos dimos un apretón de manos y él muy cariñosamente me abrazó con fuerza. Sus deseos de que todo me saliera bien los sentí sinceros, una sonrisa y poner mi mano en su hombro fue mi forma de agradecerlos.

La reunión con Juan Andrés fue distinta, no expuse mis temas personales porque no lo consideré necesario y no era de mi agrado darme protagonismo con esos temas. Los negocios, los éxitos y mi capacidad de gestión eran las herramientas que me agradaba utilizar para lograr ese protagonismo que tanto me gustaba conseguir. “No lo entiendo Andrés, si bien hemos dado pasos importantes para esta transacción, pero todavía falta lo más importante. Siempre dijiste que el negocio no se cerraba hasta que los contratos se firmaran” dijo mostrando preocupación. –Sigo pensando lo mismo. Mi partida a Buenos Aires sólo cambia mi ubicación física, estaremos en contacto por todos los medios y en los horarios que sean necesarios. Viajaré cada cierto tiempo y tú también lo harás- dije tranquilizándolo. -Es importante que sepas que esto te obligará a tomar decisiones sin consultarme en ocasiones, pero debes estar tranquilo que ya has demostrado el criterio suficiente para poder hacerlo- dije dándole un reconocimiento que lo llenó de orgullo.

Una vez terminada nuestra conversación pedí a María Paz llamara a todos los gerentes para juntarlos en la sala de reuniones. Juan Andrés comentó del estado de las negociaciones y todos se mostraron satisfechos. Cuando señalé que tendría que viajar a Buenos Aires la sala de reuniones se llenó de murmullos y miradas que pusieron el ambiente bastante tenso. –Deben tener claro que no abandono este proceso, jamás lo haría porque no está en mi forma. Mi partida a Buenos Aires responde a temas personales que debo resolver, pero estaré en contacto constantemente con Juan Andrés quien me remplazará en el día a día. Igual viajaré cada cierto tiempo para reunirme con ustedes y seguiré mirando los reportes financieros, de venta y los operacionales. Tengo un compromiso con este proyecto, con ustedes y con todos los que han creído en este gran objetivo que nos hemos propuesto. Apoyen a Juan Andrés, apóyense entre ustedes y apoyen el proyecto- dije despidiéndome de cada uno y volví a mi oficina.

Mientras hacía unos trámites en mi notebook María Paz me pidió permiso para entrar. La hice pasar mientras miraba que ella estaba diferente. No tenía una actitud coqueta, no resaltaba sus curvas ni exhibía un gran escote. Ella me había leído y sabía que mi mente no necesitaba la distracción que ella sabía ofrecer. “Don Andrés, trabajar con usted ha sido increíble. Admiro como maneja las situaciones, como me hace parte de su equipo y de sus estrategias sin siquiera decirme una palabra. He aprendido a leerlo y adelantarme a sus peticiones. He aprendido a cubrir sus necesidades y ser un apoyo en todo lo necesario para que usted pueda dirigir esta empresa de la mejor forma. Este trabajo no será lo mismo sin usted” dijo ella abriendo por primera vez el tema de mi partida. –Querida María Paz, eres por lejos la mejor secretaria que he tenido, tu capacidad de percibir las cosas es increíble. Tienes potencial para dirigir equipos y probablemente tienes visión para dirigir negocios si obtienes la formación necesaria- dije mientras ella sonreía por los halagos. –A partir de hoy estás despedida- dije en forma dura y cortante mientras su rostro mostraba una gran sorpresa. Por cinco segundo observé cada gesto de su cuerpo y lograba incluso interpretar como ella pensaba que como podía haberse equivocado tanto conmigo, que no podía entender que yo podía ser tan desgraciado.

-Aquí tienes tu finiquito, agradeceré que lo firmes hoy y después saques todas tus cosas de tu oficina- dije mientras ella estaba apunto de quebrarse. Gocé de una manera increíble cuando ella vio el monto del finiquito y quedó completamente confundida. –Mira este otro documento que si bien no es parte de tu finiquito, guarda mucha relación con él- dije mientras le pasaba una carpeta con la imagen de la mejor escuela privada de negocios de la capital chilena. “Don Andrés no entiendo nada” dijo ella haciéndome sonreír. –Parece que tan predecible no soy, tienes toda la información en tus manos y aún no logras leerme- dije dando una cariñosa sonrisa. La indemnización de María Paz le permitiría vivir en forma austera por cuatro años y el documento anexo que le había pasado era su inscripción en ingeniería comercial de esa escuela de negocio con todos los gastos pagados por los próximos cuatros años. Ella se largó a llorar mostrando una bella sensibilidad que no había expuesto anteriormente. Eso me conmovía y me hacía sentir a gusto. –No te diré que aproveches esta oportunidad, porque sé que lo harás. Brillarás en los negocios María Paz- dije mientras ella se lanzó a mis brazos y me dio un beso diferente a todos los que me había dado. Este beso tenía un grado de espontaneidad y emoción que me hizo saborearlo durante todo el día. Habría estado dispuesto seguir ese beso en algún dormitorio, pero sabía que no era bueno mezclar esa alegría espontánea con sexo.

Cuando fui a mi psiquiatra, evaluó que la sertralina ya me había estabilizado en las últimas tres semanas. Al día siguiente de saber la noticia de la existencia de mi hija había conseguido hora para la cita y no sólo me trataron de irresponsable por haberla dejado, también me había hecho comenzar el tratamiento en el despacho del psiquiatra. Me recomendó realizar terapia, pero no estaba dispuesto. Mi objetivo era estar estabilizado y el tratamiento de la sertralina, dirigido responsablemente por un psiquiatra, daba resultado. Quedamos en juntarnos en un mes más para evaluar si la dosis seguía siendo la correcta y me dijo que no cantara victoria. “Andrés sigues viviendo un proceso de duelo, si bien te has enfrentado al dolor, pero no estoy seguro que sea el momento preciso para que conozcas a tu hija” dijo con una nula empatía. Esto no se trataba de ansiedad, cada segundo que me demorara en conocer a mi hija era tiempo valioso a su lado que perdía.

Antes de subirme al auto sentí que la vida me daba una verdadera oportunidad para ser feliz, pensé que quizás la oportunidad era para darme cuenta que la felicidad es una opción, es un derecho y también una obligación. Esto me llevó a sacar mi iphone y escribir un tweet.
-¿Sabes cuántas personas desean escuchar que tienen derecho a ser feliz?
Son millones
Lee bien: SER FELIZ ES TU DERECHO Y OBLIGACIÓN-

Segundos después mi teléfono comenzó a sonar indicando que mi frase comenzaba a ser retweeteada y a recibir muchas menciones de agradecimiento por la frase. Como siempre también recibí muchos mensajes directos, que por lo general no los respondía, porque eso hacía generar lazos que me desenfocaban. De todas formas respondí el mensaje de @lolu242, quien en otras ocasiones me había dado palabras de aliento justo en momentos que las necesitaba. Su mensaje me comprometió una respuesta, lo que llevó a una pequeña conversación privada en la plataforma de twitter.
“@lolu242: Estimado Gerente, me alegro por su felicidad. Esperaría poder tener la capacidad de que me naciera expresar lo mismo”
-@Gerente2012: Estimada @lolu242, la felicidad está en ti. Deja que pase el mal momento que vives y lo verás-
“@lolu242: Que raro Gerente, se equivoca completamente. Estoy viviendo mi mejor momento, de hecho luego me casaré”
-@Gerente2012: Entonces disfrute querida amiga y no deje que los nervios la traicionen-
“@lolu242: Lo tendré en mente, suerte en todo querido Gerente”.

La conversación breve, pero profunda me dejó muy confundido. Yo había vivido la etapa previo al matrimonio. Las dudas me habían llenado y logrado poner muy nervioso. Por lo demás, la presión de la preparación del evento hacía que los puntos de conflictos crecieran enfrentándome con Camila, quien era mi novia en ese entonces. De todas formas, la palabra felicidad era algo que no cuestionaba en ningún aspecto. Pensé en escarbar en su historia, pero ella había cerrado la conversación y yo no quería perder mi foco. No respondí a su despedida y me dispuse a manejar hasta mi casa.

Las tres semanas que llevaba pasando junto a un buen fuego, un trago de ron y mi perra pastor alemán fueron interrumpidas por la visita de mi vecina. Cuando apareció vestida de enfermera miles de pensamientos sucios y entretenidos pasaron por mi mente. Todo hasta que vi segundos después que venía junto a su novio.

“Hola Andrés, ¿podemos pasar?” preguntó ella con una voz suave que me hizo conectarme con todos los encuentros sexuales que habíamos tenido. Recordé lo maldito que había sido con realizar una conexión emocional con ella utilizando su trauma producto por la carencia de afecto de su padre. De todas formas me sentía reivindicado por ser el responsable de que esta pareja se volviera a unir y ahora decidieran volver a casarse. “Haremos una ceremonia privada, volveremos a casarnos por el civil” introdujo a ella antes de llegar a la más patéticas de las peticiones que me habían hecho en toda mi vida. “Fuiste el que nos volvió a unir, el que nos hizo ver que en nuestra relación había un amor grande, por eso queremos seas el padrino de nuestra boda” dijo ella sin darme espacio a negarme.

Para mí era fácil utilizar como excusa que estaría en Buenos Aires para evitar hacer el rol que me ofrecían. No tengo nada contra los padrinos de boda, pero para mí los roles secundarios no tenían valor. Yo era el protagonista de la obra o un espectador de ella, nunca un actor secundario. Fue tan sincero el agradecimiento como también lo fue la petición que me fue imposible negarme o dar alguna excusa. –Es todo un orgullo lo que me piden, por supuesto que acepto muy agradecido- dije mientras los invité a tomar unos tragos. Esa noche remplacé la soledad por la compañía de una pareja que me mostraba que el amor se abría espacio, la pregunta era por cuanto tiempo.

Al día siguiente decidí hacer una escala antes de llegar a Buenos Aires. Compré los pasajes de manera tal de estar dos días donde Sofía, para después volver a retomar la ruta a Argentina.

Le mandé un whatsapp a Sofía diciendo que haría una escala para verla antes de ir al encuentro con mi hija. Ella respondió con el emoticón que mostraba la más grande de las sonrisas. Eso hizo sentirme bien, me di cuenta la falta de cariño que me había producido la soledad, la cual se había acrecentado con la visita de la pareja que me había dado el tremendo honor de ser su padrino de boda. La mezcla de todas esas emociones me llevaron a escribir un tweet.

-El alma se alimenta del cariño físico y emocional que te dan otras personas.
#Oesmuytontoloqueestoydiciendo?-.
                                                                                                                             
Algunos comentarios afirmativos recibí como otros sarcásticos diciendo que efectivamente era muy tonto como todo lo que decía. Me reí y me di cuenta cómo twitter había sido la manera de flanquear la soledad que había tenido en esas tres semanas.

Mi mente divagó por donde quiso, sin mayor cuestionamiento, haciendo que el tiempo pasara rápido y sin darme cuenta ya estaba montado en un avión. Sofía me estaba esperando en el aeropuerto y me llevó a su casa a dormir.

Cuando me indicó que dejara mis maletas en la pieza de alojados sentí que algo estaba diferente. Cuando me tomó de la mano y me llevó a la sala a conversar confirmé que algo estaba pasando y que la conversación en que me enteraría qué era estaba apunto de empezar.

Una vez sentados en el sillón, ella me tomó las manos y comenzó a hablar. “Andrés, fuiste fundamental en mi separación con Enrique. Fuiste la persona que me hizo sentir que era una mujer increíble y no una basura que se merecía el engaño de su esposo. Me hiciste sentir bella, sensual, seductora y que valía mi peso en oro. En vez de caer en una depresión me hiciste ver en este proceso que había una oportunidad de redescubrirme y así lo he hecho” dijo la mujer con una tranquilidad que me llamaba la atención.

“De alguna forma siempre supimos que teníamos algo importante en común, pero algo nos decía que no había amor. He leído mucho de como las personas enfrentan sus procesos de separación y lo nuestro hasta tiene un nombre” dijo ella repitiendo de seguro el discurso de su terapeuta. “Lo nuestro fue una relación puente” dijo ella conjugando en pasado, lo que para un buen entendedor como yo eran suficientes palabras para decir que no habría más sexo entre nosotros.

“Fuiste un ángel en mi vida y creo que de alguna forma yo lo fui en la tuya. El ayudarte a descubrir lo de tu hija me hizo sentir una paz muy grande. También me hizo sentir que seré parte de tu vida para siempre, pero no como pareja” dijo ella como quien trata de terminar una relación. Si había sido o no una relación puente no era relevante para mí. Sentí una pérdida porque en ella había encontrado un refugio agradable, habíamos vivido momentos ricos, llenos de placer haciéndonos sentir que éramos seres especiales, pese a que nuestras ex parejas nos habían engañado. Sentí una pena que traté de disimular, porque de alguna manera mi ego no me permitía decir que quizás debíamos darnos una oportunidad para ver como se iban dando las cosas.

-Entiendo perfectamente a lo que te refieres, tú fuiste un lugar en el cuál me sentí seguro. Una verdadera lástima es que el destino no nos diera una oportunidad mayor, lo pasé muy bien en el tiempo que compartimos, pero ambos tenemos distintos caminos que seguir. No habrá puente más maravilloso que tú Sofía- dije haciéndola sonreír y me dio un abrazo de mejor amigo que repudié. Hay hombres que le encanta generar relaciones de amistad con las mujeres, relaciones fraternales, pero no era mi caso. Para mí la mujer es una fuente maravillosa de emociones complejas, maduras y seguras. No me sorprendería saber que hay estudios que demuestran que son más inteligentes que los hombres. Sabía que en general lograban más compromiso y en general mejores resultados. Pero todo eso sumado a su sexualidad era lo que para mí la hacían convertirse en el ser más maravilloso del planeta.

- Podremos haber sido una relación puente, podré verte como una mujer completa y con grandes valores, pero jamás dejaré de verte como una mujer atractiva a la que encantado le haría el amor. Cuando me vuelvas abrazar tenlo claro, porque nunca seré un amigo o hermano asexuado- dije haciéndola sonrojar. “No tienes caso Andrés…” dijo ella mientras yo la interrumpí. –Ni nunca lo tendré- dije mientras me paraba para que cada uno se fuera a dormir.

Al día siguiente conversamos mucho en relación a mi hija. Yo sabía mucho de mujeres, pero nada de niñas. Me relató como para ella su padre era una figura y pilar fundamental en su vida. “La relación de una hija con su padre es un centro de frustraciones si se lleva mal o un pilar clave en la seguridad y personalidad si se lleva bien. Mi padre para mí fue la seguridad, la protección y el modelo de la figura masculina que tuve. En mi caso la suerte fue grande, él me aceptó siempre y me acogió con todos mis defectos y virtudes. Jamás trató que fuera de una u otra forma, no había modelos ideales de hija para él. Desde niña pude contar con él para hablar de los niños que me gustaban y nunca entró en generarme espacios prohibidos. En el caso de amigas sus padres han sido fuentes de frustraciones y gran parte de los problemas que las siguen hasta el día de hoy. Hay varias que sintieron que traicionaron a su padre en su primero encuentro sexual, haciendo que este tema se fuera transformando en un problema en vez de tener una vida sexual plena” dijo Sofía haciéndome sentir incómodo. No conocía a mi hija y ya el tema sexual me incomodaba. “Andrés debes prepararte a dejar de lado ese machismo que hace sentir que los hombres son dominantes en el plano sexual. Si no lo haces generaras culpa en tu hija y una vida llena de problemas” dijo ella queriendo entrar en un plano que para mí era incómodo.

-Todo a su tiempo Sofía, creo que no es necesario partir subiendo una montaña por el lado más difícil- dije cerrando la conversación por mi parte.

“Te entiendo, machista; cuando quieras volver a conversarlo encantada lo hago. Lo más importante es que tu primera etapa sea conocerla, ver sus cualidades y defectos. Ella se sentirá querida si aceptas sus defectos y celebras sus cualidades. No te equivoques tratando de que corrija sus defectos, dedica tu tiempo a potenciar sus habilidades” dijo ella dándome consejos que de seguro tomaría en cuenta en el momento oportuno.

Durante todo el día aproveche a Sofía de una manera que nunca había aprovechado antes a una mujer. Preguntaba por todas las vivencias de ella y sus amigas en relación a sus madres y padres. Cada experiencia me iba marcando rasgos de comportamiento que me daban luces de las formas que podía tener para relacionarme con mi hija. Como buen ingeniero había llevado acabo un buen proceso de documentación para estar lo más preparado para iniciar una relación paternal con una princesita de diez años a quien aún no conocía.

Después de cenar nos fuimos a acostar cada uno a su cama, mi vuelo salía temprano y no tenía intención de trasnochar. Me quedé pensando en los gestos de Sofía y en lo rápido que se me había hecho la tarde. Todos los pensamientos desaparecieron cuando sentí que mi puerta se abría. En cuestión de segundo Sofía se metía a mi cama desnuda. “Creo que a esta relación puente le falta una última milla” dijo e instantáneamente comenzamos a besarnos haciendo que los planes de una noche descansada no se concretaran.

Al otro día en el aeropuerto nos dimos un agradable beso. “Parece que el puente ha sido cruzado” dijo ella esperando una respuesta mía. –Si fue así, cada milla de este puente fue maravillosa y estoy feliz de haberlo recorrido- dije y me despedí dándole una sonrisa que escondía un sentimiento de melancolía.

Caminando por el aeropuerto me comencé a poner nervioso, partía un proceso importante en mi vida, uno que involucraba una niña de diez años que llevaba mi sangre. Saqué mi teléfono y puse la aplicación de twitter para interactuar con mis seguidores.

-Rumbo a Buenos Aires a una experiencia que jamás había soñado-

Muchos deseos de éxito, fueron los que recibí y luego subí algunas fotos de mi tránsito hacia el avión. Un gran suspiro di y junto con él vino una serie de sensaciones en mi estómago que me ponían nervioso, pero de una manera muy agradable. Sabía que el camino que estaba siguiendo era el correcto, sabía que era por el cual quería andar y lo más importante sabía que era un camino hacia la felicidad.


 Capítulo II, Miradas que matan


Dar con la  ubicación de Carla no me había costado trabajo, varias consultas en google con su nombre y su profesión de odontóloga me habían dado un par de lugares en los que atendía. En uno de ellos, un centro de salud integral, fue en el que agendé una cita utilizando otro nombre. Claro que era más fácil preguntar por ella, dar mi nombre y tratar de lograr una conversación telefónica, pero eso no me permitiría ver su expresión de sorpresa y su lenguaje corporal mientras me explicaba por primera  vez todo lo relacionado a mi hija.

En un hotel cercano a la calle corrientes, en el centro de Buenos Aires fue donde me hospedé el día lunes. Pensé en llamar a @andrel96, seguidora con la que había tenido un tremendo encuentro sexual en mi última visita a esta cuidad, pero ella ahora estaba de novia. No era mi intención sentir un rechazo como tampoco poner a prueba la estabilidad de su relación.

Después de almuerzo caminé por Corrientes revisando la cartelera. Una de las cosas que más me gustaba de esta ciudad era su movida cultural; grandes ferias del libro, espectáculos familiares y una cartelera de teatros que daban seguridad que en esta hermosa ciudad el que se aburría era porque quería.

Saqué mi Iphone, puse mis audífonos y me dejé llevar por los pasos junto a la música que se iba poniendo aleatoriamente en mi teléfono. El no ser parte de ese lugar, el no estar dentro del sistema me hacía sentir que mi parada era otra. Me concentré en ver a las mujeres y me hizo volver a recordar a @Andre96. Divagué por un rato pensando que ese encuentro no podía haber sido sólo eso, algo había tenido que haber afectado en mi vida y me frustraba un poco el no entenderlo.

Cuando se seleccionó la canción Blue a dos mujeres del grupo musical La Rue Morgue hizo que mi pensamiento fluyera de @andrea96 a todas las seguidoras que había conocido en mi viaje por Latinoamérica, antes de instalarme en Chile. Todas ellas habían influenciado de alguna manera positiva, debía ser así. No estaba dispuesto a pensar en que sólo había sido un grato encuentro sexual. Por otro lado, quería pensar que yo también había influenciado positivamente en sus vidas.



Blue a dos mujeres

Tori, te descubrí sin querer
sobre mi piano se desliza tu mirada
se amanece tu cabello rojo
tus labios de mujer sutil
Maga, te descubrí sin querer
entre rayuela la lluvia
y parisenses humedecidos escuchando jazz
parís no está tan lejos
Son mujeres que dejan algo en el aire
algo que emborracha
son mujeres que dejan marcas donde pasan
marcas que nos hacen vivir
Chicas, alucinemos sin frenos
ni dolor como si fuera tan normal
tan cotidiano ganas de igual
cortázar no sospecha
Vamos, que nuestra magia será
la de volar en melodías infinitas
que nacieron hace un tiempo ya
la cosa no es tan grave
Son mujeres que dejan algo en el aire
algo que emborracha
son mujeres que dejan marcas donde pasan
marcas que nos hacen vivir
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
las llevo para siempre
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
no creo que las pueda olvidar
Tori, te descubrí sin querer
sobre mi piano se desliza tu mirada
se amanece tu cabello rojo
tus labios de mujer sutil
Son mujeres que dejan algo en el aire
algo que emborracha
son mujeres que dejan marcas donde pasan
marcas que nos hacen vivir
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
las llevo para siempre
Te llevo en mi walkman
te atrapo en mi libro
no creo que las pueda olvidar

Por más que trate de no reparar en la palabra “walkman” de la letra de la canción, ésta se quedó pegada en mi cabeza haciéndome ver que este aparato que tanto usé en mi juventud ahora era cosa del recuerdo. Me hacía sentir como mis tías abuelas cuando hablaban de su vitrolas. –Estoy en mis mejores años- pensé y volví a concentrarme en las seguidoras que había conocido.

La canción nombraba a dos mujeres; Tori y Maga, supongo que ambos sobrenombres  eran abreviaciones de Victoria y Magali. Así como ellas dejan “marcas donde pasan” me había propuesto creer que @andrea96, @Kmi_C, @LaChiiiio, @MariaJosePenaG, @Alexandralc14 habían dejado también marcas en mí.

Haciendo memoria recordé que @andrea96 fue la primera mujer con la cual hice el amor después de la muerte de Camila. Claro que había sido clave en mi vida, me dejó conquistarla y seducirla. Ella se había separado no hace mucho y quizás yo también había sido el hombre que la había rencontrado con su sensualidad y seguridad. Después de eso quizás ella había recuperado su valor y se había llenado de pretendientes, hasta que encontró finalmente un novio que le hizo mover el piso. Esta historia cuadró con todo, por lo que decidí creerla.

Pensando en @Kmi_C recordé lo audaz que había sido en viajar a verme y en como ella me buscó desde un comienzo. Ella, estudiante de medicina, tenía su cuenta bloqueada para que la leyeran sólo los que ella aceptaba seguir. En su bio explícitamente no quería expresar nada. Pensé que para ella twitter era el lugar donde dejaba salir su verdadera personalidad, muchas veces castrada por una sociedad que prejuzga y discrimina sin siquiera dar espacio a la realización de cada persona. Quizás en twitter ella había podido desenvolverse sin dar explicaciones, sin perder oportunidades en los estudios o en el campo laboral y sin ser estigmatizada. En ese caso yo habría sido alguien muy relevante en su vida, yo había sido la primera persona con la que ella había dejado salir su verdadera personalidad seductora y gozadora. Para mí ella había sido clave en darme la tregua para que mi mente dejara de pensar en lo que había descubierto de Camila en aquel viaje a Colombia. También decidí creer esto.

La bella Rocío, quien usaba en twitter la cuenta @LaChiiio, fue una mujer que entendió que conocer a alguien iba mucho más allá de lo físico. Cuando nos encontramos en México ella se sentía extraña por lo audaz que se comportaba tan sólo treinta minutos de conocernos físicamente. Ella entendió que conocerse en twitter era mucho más profundo que de otra forma, ya que en esta plataforma sólo quedaban expuestas las palabras, reflejo del ser interno de cada uno. Para mí ella fue un refugio, en Nueva Laredo me enteré que Camila padecía un trauma que la hacía disociarse, haciéndome sentido muchas de mis dudas que inconscientemente fui sepultando para evitar un conflicto mayor.

El encuentro @Alexandralc14 en Venezuela había sido distinto, no había habido sexo. Ella era una mujer de familia, que me había dado una prueba de fe de que un sueño como ese era factible de realizar, no así fácil. Ella, una buena mujer de familia, sabía que ella veía en mí una especie de libertad que seguro deseaba, pero había optado por no tenerla para construir una familia. Ella puedo ver en mí que su opción era la correcta, por más atractiva que mi vida parecía; viajar sin tener que planificar, dedicar mi tiempo cien por ciento a mí mismo, no tener que preocuparme de pagos de escuelas ni hipotecas, etc. Claramente era una libertad que se envidiaba, pero al ver que eso me hacía sentir vacío ella pudo confirmar que su opción era la correcta.

Con @MariaJosePenaG pudimos en Montañita dejar de pensar en lo malo que nos ocurría, dejar los miedo y preocupaciones para vivir el momento. Su baile al ritmo de la música de Bob Marley era el recuerdo de como en ocasiones si nos focalizamos podemos desconectarnos de lo malo para poder disfrutar los buenos momentos que nos ofrecen.

Todas ellas habían aparecido en un momento muy complicado de mi vida, un momento donde comenzaba a iniciar el segundo de duelo de Camila y que era más doloroso que el de su muerte misma. El duelo de la muerte de la imagen de Camila de seguro habría tenido mucho más repercusiones en mí sin estas bellas mujeres que dejaron huellas en el aire, en mi aire.

Era poco probable que todo lo que pensaba era cierto, pero había aprendido a que creer era una opción y yo decidí tomarla.

Cuando seguí caminando recordé que en Chile también había conocido a una seguidora. En aquel casino cerca de la parcela donde vivía, conocí a una mujer que por casualidad había descubierto que yo era @gerente2012. Me había declarado que fantaseaba conmigo y asustada había salido corriendo del lugar con su novio. Su última mirada no la olvidaba. Sentía que me decía que la rescatara, pero al mismo tiempo huía refugiada en los brazos de su novio.

Me fui al hotel y me propuse revisar las fotos de todos mis seguidores hasta dar con ella. Sabía que era un trabajo largo, pero el dar con su cuenta me permitiría poder ponerme en contacto con ella. Tenía muchas ganas de preguntarle por su reacción y por sobre todo entender su mirada, no olvidaba esos ojos grandes pidiéndome que fuera por ella.

Más de cuatro horas me llevó hacer el recorrido sin lograr tener resultados. Me dio una sensación de frustración, me ilusioné haciéndole un millón de preguntas. Al parecer ella había dejado de seguirme o utilizaba una foto que no era de ella. Mis ojos quedaron cansados con la búsqueda, apagué la luz de la habitación y me quedé dormido enseguida.

Cuando me levanté esa mañana, tenía un pequeño dolor de estómago. Una mezcla entre ansiedad y nervios era lo que me producía una pequeña puntada que indicaba que pronto vendría el encuentro con Carla. Prácticamente no desayuné, un par de sorbos a una café cortado y tres mascadas a una tostada con mantequilla fue lo que mi cuerpo me aceptó.

A una cuadra de Avenida Pueyrredón con Avenida Santa Fe se encontraba uno de los lugares donde trabajaba Carla. A las once de la mañana estaba en él junto a varias madres con sus hijos, entendí que Carla era dentista infantil. Cuando una asistente dijo el nombre falso con el que había pedido una cita, me paré y le dije que mi hijo estaba en el baño. No quería que me suspendiera la hora indicándome que no me podía atender dado que sólo atendía a niños. Después de pagar la consulta la asistente me quedó mirando en forma extraña, esperando ver a mi supuesto hijo.

Cuando salió un niño del baño junto a su madre lo quedé viendo hasta que se sentó en el suelo. Yo le tiré una pelota de goma que estaba cerca de mí y el me la devolvió. Todo esto ante la atenta mirada de la asistente quien se estaba convenciendo que ese niño era mi hijo. Cada cierto rato miraba a la madre del menor, una mujer de unos treinta y cinco años. Su pelo muy liso y de color rubio platinado la delataba como una adicta a las peluquerías. Para seguir con el teatro le mandaba muchas sonrisas mientras jugaba con su hijo. La asistente dejó de mirarme y continúo su trabajo eliminando dudas sobre mí.
“¿Que hacés acá sólo sin ningún pibe?” dijo la rubia platinada mientras cambiaba de asiento para poner sus trabajadas nalgas a mi lado. Un jeans muy apretado hacía relucir su trasero y una camisa escotada mostraba unos senos extremadamente firmes, de seguro trabajados por un cirujano plástico. –Vengo a ver a la doctora- dije haciéndola reír. “No me digás que vos aún tenés dientes de leche. Mirá que si es así, yo me disfrazo de hada y los voy a buscar a tu almohada” dijo ella en una actitud que mostraba sarcasmo, pero también dejaba ver un intento de seducción.

Como buen caballero…., respondí a su juego hasta que la asistente me llamó. “¿Y acaso usted no piensa entrar con el pibe?” dijo la asistente mientras yo no le respondí y entré a la consulta cerrando la puerta.

“Suba al nene en el sillón y después le agradeceré que salga del lugar” dijo Carla dándome la espalda. Una bata blanca escondían su figura, pero ella aún se percibía en buena forma. –No saldré hasta que podamos conversar- dije mientras Carla dio la vuelta sorprendida y mirándome con sorpresa. “¿Andrés?, ¿Qué significa esto?” preguntó ella muy nerviosa. “¿Quién mierda te crees?, venir y entrar todo canchero haciéndote el interesante. Sorprendiéndome en mi trabajo como si pensaras que estoy jugando. Parece que sigues siendo el mismo pendejo de siempre. Ahora sal de mi despacho en seguida” dijo ella y enseguida la asistente entró preguntando a Carla si todo estaba bien.

Carla contenía las lágrimas, indicándome que la forma que había elegido para poder lograr el primer contacto con ella no había sido la adecuada, pero me mostraba que Carla tenía contenida una gran cantidad de emociones. –Debemos conversar Carla- dije mientras ella me interrumpió pidiendo a su asistente que llamara a seguridad. Dije que no era necesario, pero que teníamos una conversación pendiente y esta se daría en algún momento. “¡Sale de acá maldito infeliz!” gritó y yo salí para no hacer que esto se volviera un escándalo mayor.

Caminé unas calles pensando en todo, claro que el camino no fue sin rumbo. El hambre que me dio, producto de lo poco que había comido me hizo seguir el olor a hamburguesa que provenía de un Burger King que estaba a no más de cinco cuadras del lugar.

La primera promoción que me ofrecieron fue la que acepté y diez minutos después estaba sentado frente a una bandeja con una hamburguesa con queso, bebida y papas fritas. Muchas calorías fueron la que quitaron el hambre mientras pensaba en la reacción de Carla.

Tratarme de esa forma no era normal, la última vez que nos vimos había sido un momento especial. Era claro que la comunicación que tuvo con Camila recibió información errada de mí. Un resentimiento grande fue el que ella mostró en ese lugar, pero a su vez las lágrimas que controló mostraban que tenía una pena muy grande.

-Hace tiempo no me miraban con tanto odio- twittié

Los comentarios preguntándome que me había pasado no se demoraron en llegar. Algunos bromeaban diciendo que no me preocupara, que sus gerentes todos los días recibían miradas así.

Un mensaje directo me llamó la atención.

-Las miradas nos llaman la atención, mas la emociones que las producen son lo que verdaderamente importa- dijo una seguidora llamada @Lolu218.

Pensé que el comentario era muy acertado, Carla tenía diferentes emociones que debía dejar que canalizara hasta volver a encontrarla. No le daría mucho respiro, en cosas de días la volvería a venir para tratar de lograr una nueva conversación.





Capítulo III, Cada persona tiene su historia


Mientras estaba en el hotel pensando en hacer alguna actividad, para hacer tiempo antes de volver a ver a Carla, me acordé que tenía grabado el teléfono del simpático taxista que me había trasladado en la última visita a Buenos Aires. Le pregunté qué lugar me recomendaba conocer. “¡Qué no te vengan con pavadas esos boludos guías turísticos. Te dirán que vayas a la Boca, que es un antro de delincuentes!” dijo el hombre mientras yo recordaba que era hincha de River Plate. “Te dirán que vayas a Palermo o al cementerio de la Recoleta. ¿Qué boludo va de viaje y se va a un cementerio? Yo voy al cementerio cuando se muere algún pariente muy cercano, ¿viste? Te dirán que está la tumba de Perón, que de verdad lo único de interesante que tiene es que es un ejemplo de lo que los políticos deberían ser” dijo mientras yo le preguntaba si era peronista. “¿Peronista yo, me viste cara de boludo? Te digo que es un ejemplo de lo que los políticos deberían ser, porque para lo único que sirven esos hijos de puta es para alimentar a los gusanos” dijo el taxista con un tono entre enojado y queriendo hacerse el gracioso, lo que me dio mucha risa.

“Pibe, si querés conocer un lugar bonito tenés que ir al Tigre, ¿viste? Dejáte de pavadas de los lugares turísticos tradicionales, que son para los turistas idiotas que quieren sacarse una foto para mostrar que estuvieron en Buenos Aires. Mirá que está lleno de boludos que van a sacarse la foto al obelisco y yo les digo que si quieren ver algo bien erecto que se suban a mi taxi, ¿viste?” dijo el hombre haciéndome reír más que cualquier humorista.

“Y todos los otros boludos que se van a sacar fotos a la casa rosada.  Si yo fuera turista me preguntaría quien mierda vive en una casa rosada. ¿A caso vive Barbie, Frutillita o algunas de las princesas Disney? Andá a cagar hermano, somos el único lugar del mundo donde Alí Baba y los Cuarentas Ladrones viven en una casa rosada” decía el hombre mientras yo no paraba de reír y él dejaba escapar algunas sutiles risas que yo escuchaba a través de mi teléfono.

“Así es hermano, este es un país de locos, pero tan sólo a treinta y cinco minutos de tu hotel vos podés ir a un lugar maravilloso, ¿viste? Papá, hacéme caso y date una vuelta por el Tigre y dirás qué hijo de puta ese taxista boludo, que me recomendó un lugar maravilloso” dijo y después yo arreglé que me pasara a buscar, me llevara y me acompañara durante todo el recorrido. Eso sí le pedí que no se hiciera el hippie y volviera a sacar esos cigarros de marihuana. Yo estaba en una parada seria, que creía necesaria para poder comenzar a conocer a mi hija.

La risa es uno de los mejores tratamientos para cualquier afección, él era una fuente infinita de endorfinas para mí y hacer el recorrido con él me hacía pensar que sería toda una aventura.

Manejaba pésimo, sin respetar señalizaciones ni nada. Peleaba a cada rato y repetía que en esa ciudad no sabían manejar. El tono que tenía el hombre ya lo había asociado a humor, por lo que cada palabra que decía me generaba risa. Pude ver en una credencial colgada en un asiento que su nombre era Facundo y calculaba que su edad estaba entorno a los sesenta años. Anillo de matrimonio en su dedo anular derecho y varias fotos de buena calidad de tres niñas y dos niños, que parecían ser sus nietos.

Me imaginaba al hombre con su esposa, hijos y nietos en un almuerzo familiar, tal cual anhelaba yo. Una vida sencilla, de mucho trabajo, sin grandes lujos, pero de mucho cariño. Un hombre cómo él de seguro era la figura fuerte de su familia y sus nietos debían querer pasar mucho rato con él. Por primera vez en mucho tiempo ese recuerdo no me produjo tristeza, todo lo contrario me produjo alegría. Yo ahora tenía una hija y no era la cantidad de hijos ni nietos lo que me hacían sentir lo especial de esa fotografía, sino que la sensación de cariño familiar.

Entre sus historias y mis pensamientos sentí que el tiempo pasó volando cuando me di cuenta que habíamos llegado al Tigre. El taxista tenía razón, el lugar era hermoso. La ciudad se veía ordenada, nada diferente en todo caso. Cuando me llevó a un lugar llamado Puerto de Frutos comencé a entender el gusto de Facundo. “Acá vos podés comprar lo que quieras, ¿viste? De todas formas ahora vamos a tomar un catamarán que nos llevará a realizar un paseo por cuatros ríos” dijo tomando el control del itinerario.

Un lindo catamarán fue el que nos paseó por más de una hora. Recorrimos los ríos Luján, Sarmiento, San Antonio y el canal de Vinculación. Este último, a diferencia del resto, es artificial siendo construido hace más de cincuenta años. Parte del atractivo del viaje fue la variada vista que ofrecía; astilleros, escuelas de deportes náuticos, lindas casas de fin de semana y una diversidad de flora que me hizo disfrutar el paseo, pese a que el color café de las aguas del río generaba dudas acerca de su origen, las que decidí no aclarar.

La conversación con Facundo fue agradable, él abandonó su parada humorística y comenzó a preguntar por mi historia. En un principio me sentí incómodo,  pero al rato me dije que quizás sus años y experiencia de vida algo podrían aportarme en mi proceso.

Le relaté la muerte de mi esposa, mi estadía en la clínica, mi viaje por Latinoamérica y  de cómo en Chile me había enterado que tenía una hija de diez años que no conocía. El escuchó alternando su vista entre el paisaje y mis ojos. Sentía cómo él trataba de descubrir en mi mirada si lo que le decía era verdad. “En un principio pensé que me estabas cargando. Pero hay algo en tus ojos que me indica que tu historia es verdad. A mis sesenta y dos años de edad he visto de todo, pero también he aprendido a reconocer cuando las personas mienten. Qué cagada pibe, tenés una vida toda revuelta. La puta que me parió,  y en la mañana yo estaba complicado porque no había pagado la cuenta de la luz, como si fuera el mayor problema” dijo el hombre con un tono que me sacaba sonrisas.

“Y bueno, decíme una cosa: a la madre de la nena, ¿aún la amás?” preguntó Facundo haciendo que mi respuesta fuera inmediata: -No amigo, no la amo-. Después de mi respuesta él se quedó un tanto en silencio y quedó mirando el paisaje. No pasaron más de dos minutos y volvió a hablar. “Si mirás este lugar te darás cuenta de que es hermoso, lindos árboles, bonitas playas, pero es un río de mierda” dijo Facundo aclarando la duda que no había querido resolver. “De alguna forma el hombre siempre la caga;  tenés un lugar maravilloso y el hombre contamina las aguas” señaló sin que yo entendiera a dónde quería ir con la analogía. “No es necesario que conozca a tu nena para saber que es maravillosa pibe, las nenas todas son hermosas. De alguna manera ya la están cagando a la pobre. Es una barbaridad que le hayan negado conocer a su padre, trata de no seguir cagando más a esa nena” dijo mostrando un poco de molestia.

Su comentario me hizo entender que desde que había sabido la noticia había puesto todo el foco en mí y era algo que tenía que empezar a cambiar. La entrada en la vida de mi hija no debía ser para satisfacer mis necesidades y anhelos, sino que debía ser para no cagarla más, tal como había dicho Facundo. Comprendí de un segundo a otro que la paternidad más que un derecho es una obligación. No sé cuanto tiempo se demoran en entender esto los padres y si es que alguna vez se dan cuenta, pero la conversación con ese desconocido de sesenta y dos años de edad me hizo sentir el peso de la responsabilidad antes de conocer a mi hija.

-No quiero dañar a mi hija. No te niego que tengo muchos anhelos que vislumbro se realizarán, pero quiero que ella esté mejor- dije y él esbozó una sonrisa. Me dijo que creía en mis intenciones, pero que yo tenía que entender que mi hija no estaba al servicio de mis anhelos. –Las nenas son geniales, te abrazan, te hacen cariño, te ponen a un altura que es fácil de caer y cuando lo haces no sólo te golpeas a ti si no también a ellas” dijo y después me pidió permiso para ir al baño.

El resto del viaje no seguimos conversando acerca de mi vida, él comenzó a relatarme la historia que conocía del lugar. Su relato podía ser falso, pero no importaba. Su entretenida forma de contar la historia hizo que el viaje fuera muy entretenido.

Cuando regresamos a Puerto de Fruto pasamos a comer algo a un lugar llamado Puerto Mostaza. Un lugar sencillo donde servían todo tipos de sándwich, incluidos los tradicionales panchos. Bebidas, papas fritas y dos choripanes cada uno fue el almuerzo. Facundo seguía hablando del lugar, pero a mí me parecía que ya era una forma de escapar de algo. -¿Te pasó algo con nuestra conversación?- pregunté interrumpiéndolo. Por varios minutos no dijo ninguna palabra, sólo comía mirando hacia afuera del lugar.

Una vez que terminó de comer volvió a conversar: “Sabés pibe, yo la cagué con mi hija. Si hubiera sabido que tanto le dolería que su padre se metiera con una mina, jamás lo habría hecho” dijo en lo que parecía una confesión. “Tengo cuatro hijos, tres hombres y una mujer”. Lucilda, mi nena, tiene treinta y dos años de edad. No sabés cómo era cuando yo llegaba a la casa. Se lanzaba corriendo a mis brazos y me llenaba de besos. De piba fue muy cariñosa, yo era todo para ella. Cuando tenía quince años ella tenía una relación de mierda con su madre; las mujeres son pura pasión, ¿viste? Ella siempre iba conmigo a acusar a su madre de que no le daba permiso para salir con pibes y yo siempre la ayudaba. Esa sonrisa maravillosa que me daba me refrescaba el alma. Vos no sabés que la mala suerte me acompañó. Mirá que toda mi vida fui fiel a mi mujer hasta que un día una pasajera no paró de tirármelos. Pibe, las mujeres no saben que los hombres somos débiles y caemos fácil a la tentación. No me podés decir que no es así” me dijo increpándome y yo le hice un gesto con las cejas haciéndolo entender que lo entendía.

“La puta que me reparió, de caliente me metí con la mina en el taxi en un callejón y por coincidencia mi hija me vio. Cómo lloraba desconsolada esa nena, haciendo que se me partiera el corazón” decía mientras yo ponía atención y no lo interrumpía.

“Qué boludo que fui, a partir de ese minuto algo se quebró en ella. Hoy se ve bien, tiene un esposo y dos hijos. Pero me vas a creer que nunca más me miró con esa risa que me mataba” señaló y yo le pregunté si ella estaba enojada con él. “No, no, que va. Ella va siempre a mi casa, la abrazo y la beso, pero sabés que su ídolo se cayó y nunca más fue lo mismo para ella” dijo el hombre mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

“Que viejo sentimental que soy. Ya verás pibe cuando tengas mi edad, desde que te hacen ese puto examen de próstata y te sacan la primera lágrima por la violación a tu orgullo, desde ahí las lágrimas salen por cualquier cosa” dijo mostrando una gran capacidad para cambiar una situación triste por una jocosa.
-Eso me agrada de usted abuelito, que sabe recuperar el buen humor muy rápidamente- dije haciéndolo fruncir el ceño. “Abuelo y la puta que te reparió. Subíte al auto que ahora verás de que está hecho este abuelito” dijo y nos fuimos sin que él anunciara el nuevo paradero.

Una risa maligna traía mientras manejaba, algo se tramaba. Cuando a lo lejos vi unas  estructuras de acero de color verde y rojo, pensé que serían unas montañas rusas. Me reí pensando que ese podía ser el lugar donde me llevaba Facundo, pero la verdad me parecía que estaba muy viejo para esos juegos. Al acercarse constantemente a las estructura entendí, para mi sorpresa, que efectivamente ese era el destino. A mi me gustaba la adrenalina, pero las montañas rusas no eran de mi agrado. La risa de Facundo ya parecía maligna, quería pedirle que fuéramos a otro lugar, pero mi maldito orgullo me lo impidió.

“Veremos quién es el abuelito ahora. El que necesite pañales en esas montañas rusas será el abuelito” dijo dejando escapar una sádica maldad. Por el GPS de mi teléfono pude darme cuenta que me encontraba en un lugar llamado Parque de la Costa. El lugar tenía cinco montañas rusas entre tantos otros juegos mecánicos. Las dos más difíciles se llaman Boomerang y el Desafío, superaban los treinta y seis metros de altura, velocidades que mayores a setenta kilómetros por hora y con varias posiciones invertidas.

Facundo estaba excitado, esto más que una competencia era una diversión para él. Entendí que aquel viejo que estaba siendo mi guía turístico estaba financiando y ganando dinero con una entretenida tarde. Me parecía que más que recomendar el Tigre porque era un lugar lindo para conocer, era uno de sus lugares preferidos. En todo caso su oportunismo me pareció genial, al menos hasta que nos subimos a la primera montaña rusa.

Mientras bajábamos a gran velocidad yo gritaba como loco para liberar la adrenalina mientras que Facundo lo hacía con una fuerte y nerviosa carcajada. Me creí un sobreviviente cuando se detuvo y volvimos a pisar el suelo. Me sentí presa de un psicópata cuando éste me empujó para volver a subir. Una vez que volví a sentir su carcajada comencé a contagiarme y no paraba de reír. Creo que nos potenciamos y yo lo hacía reír más a él. Entre ambas montañas rusas nos subimos catorce veces y en todas nos reímos a carcajadas. Fue una tarde increíble liberando gran cantidad de endorfinas de una forma  que no era la que yo más usaba.

Cuando estábamos de regreso le dije a Facundo que lo invitaba a comer y aceptó de inmediato. Me llevó a Santelmo y ahí escogió un lugar frente a la plaza donde cantaban y bailaban flamenco.

Una parrillada con ensalada fue la que nos sirvieron acompañado de un vino que conocía y que Facundo dijo que era su preferido. El hombre aplaudía con la música y en ocasiones se paraba y mandaba besos a la bailarina, quien le respondía con una sonrisa. Entendí que aquel viejo conductor de taxis era un gozador, de seguro un bohemio en su juventud. – ¿Qué hacías antes de casarte?- pregunté y el hombre sonrió. “Muchas cosas pibe, muchas” dijo suspirando y juntando aire para relatar algo.

Cuando niño entré a la armada como grumete, me tocó recorrer el mundo dentro de diferentes barcos de guerra. Estuve al frente en lo que casi se convirtió en un conflicto bélico con el hermano país de Chile y fui de la tripulación del Belgrano que se hundió en la maldita guerra de las Malvinas. Después de eso, me retiré y la armada me dio un taxi para reinsertarme en una sociedad que me parecía lejana. Dijo esto mientras se tomaba su tiempo.  “Pibe, el hombre siempre la caga” volvió a decir aquella frase mencionada en el catamarán.

Nunca me había tocado estar con un veterano de guerra, había conocido ecuatorianos que habían estado en un conflicto limítrofe con Perú, pero no alcanzaron a estar en el frente. Las historias de guerra me parecían fascinantes, incluso después de ver películas de un antiguo director llamado Oliver Stone. El ver los ojos de tristeza de Facundo cuando éste recordó por pocos minutos la guerra de las Malvinas me hizo sentir que jamás le había tomado el peso a lo que significaba una batalla.

“Habiendo tanta tierra en este mundo, que dos países se enfrenten y hagan morir a su gente no tiene sentido. Antes de ir a la guerra estaba eufórico, me sentía orgulloso por defender a mi país. Ahora no iría a la guerra por ningún motivo. Eso sí encantado sería parte de una misión secreta para matar a los hijos de puta de cada país que no son capaces de ponerse de acuerdo y terminan una diferencia con la vida de inocentes” dijo con gran determinación.

Yo quedaba sorprendido con aquel hombre lleno de historia, de sucesos, de experiencia. Un hombre que sabía ser un gozador, pero también tenía una familia a la que cuidaba. Un hombre al que a veces se le notaba las cruces que cargaba, pero su decisión de ser feliz era más fuerte. –Te admiro Facundo- dije mientras el hombre sonrió y volvió a aplaudir a la joven bailarina de flamenco.

Cuando eran las diez de la noche Facundo recibió un llamado de su esposa a uno de los teléfonos celulares más antiguos que me había tocado ver en el último tiempo. Un trato dulce decía que él que era un caballero. “No te preocupés vieja, estoy laborando. Un boludo me pagó mucha guita por pasearlo por el Tigre y parece que está tan solo que me invitó a cenar. Vamos vieja, vos sabés que soy sensible con estos idiotas que viajan solos y que buscan compañía” decía Facundo sin importarle que yo estuviera presente.

Cuando terminó la conversación me dijo que no lo decía en serio. “Vos entendés pibe que tengo que calmar a la vieja o me cae a trompadas cuando llegue a la casa, ¿viste?” dijo Facundo logrando hacerme reír y con mi risa yo a él, terminando con las mismas carcajadas que nos hizo sacar la montaña rusa.

Al rato nos fuimos y él me llevó a mi hotel. Le pagué quinientos dólares por todo el viaje y trató, en un solo intento, de devolverme la mitad del dinero. Por supuesto que yo no acepté y el agradeció el pago.
–Discúlpame que me meta, pero ¿alguna vez hablaste con tu hija del tema?- le pregunté y el respondió negativamente. –Quizás eso es lo que debías hacer, abrazarla, disculparte y decirle que te sientes pésimo por haber perdido esa sonrisa y mirada de la niña que alimentaba tu alma- dije mientras me bajaba y él se quedaba pensando.

“Sos un buen hombre Andrés, te deseo lo mejor con tu hija” dijo y abandonó el lugar. Mientras subía a mi pieza estaba contento de haber conocido a ese hombre, de saber un poco de su historia y haber recibido algunas lecciones de vida que podrían servirme en la mía.

-Nunca dejes de aprender de la experiencia de los demás- escribí en twitter y después me quedé haciendo bromas con algunos de mis seguidores para cerrar la noche. Eso me puso alegre y dejó mi ánimo de la mejor forma para enfrentar a Carla al día siguiente.


Capítulo IV, Primer encuentro


Cuando entré al consultorio de Carla, la asistente inmediatamente levantó el teléfono para llamar seguridad. –No es necesario que llames a nadie, me voy enseguida- le dije mientras le pasaba un sobre que tenía una carta que había escrito en la mañana en vez de tomar desayuno. –Te agradeceré se la pases a Carla- dije y me di media vuelta alejándome rápidamente del lugar.

Caminé unas cuadras e ingresé al primer café que estaba abierto. Un suave café cortado con unas tradicionales medias lunas fueron las que me serví. Un tanto de ansiedad me producía el no tener la certeza que Carla fuera al lugar de encuentro que le había propuesto. Miré mi Iphone y busqué el borrador de la carta que había escrito, repasando cada letra.

Querida Carla,

Tenemos mucho de qué conversar. Por tu reacción entiendo que crees que soy un maldito desconsiderado que no tuvo la más mínima decencia de querer conocer a su hija en todo este tiempo. Estás muy equivocada, me enteré de su existencia hace algunas semanas y he hecho los arreglos en mi vida para estar mentalmente preparado para conocerla y comenzar a generar una relación con ella.

Eres una persona criteriosa y si recuerdas bien al hombre con el que tuviste una tierna relación amorosa, podrás darte cuenta que sería imposible que yo haya rechazado conocerla. Me extraña que lo hayas creído y no sé que pudo decirte Camila para que lo creyeras.

Mi vida ha tenido muchos giros en el último tiempo, Camila murió hace unos meses y creo que el destino me fue alistando para que todo se fuera ordenando y yo pudiese estar preparado para conocer a nuestra hija.

Hoy estaré desde las 12:00 PM en el restorán Rodizio de Puerto Madero, te esperaré todo lo que sea necesario. Quiero que sepas que si no llegas seguiré buscándote una y otra vez hasta hacerte entrar en razón y que entiendas que lo mejor para una niña de diez años es tener un padre, aunque este llegue diez años después de haber nacido.

Tómate tu tiempo y conéctate con aquel joven al que amaste y te amó. Entenderás que no hay motivo alguno para mantenerme alejado.

Te estaré esperando,

Andrés…

Sentía que la carta era precisa y esperaba que Carla entrara en razón. Después de un rato me fui rumbo a Puerto Madero y recorrí todos sus diques caminando. Me gustaba mucho ver esa combinación de la remodelación de las que habían sido unas antiguas bodegas, con el río y los altos edificios de espejos que se veían al otro lado.

Cuando llegué al último dique me encontré con un lugar que vendían viajes a Uruguay, averigüé que había embarcaciones que zarpaban diariamente rumbo a Colonia y Montevideo. No conocía Uruguay, así que decidí que haría uno de estos viajes en esta estadía.

Una mujer alta, rubia y extremadamente delgada fue la me recibió en el restorán. Diferentes opciones de menú fue la que me ofreció y me decidí por el Bufet de ensaladas y platos fríos, además de diferentes cortes de carne a la espada.

Decidido esperar a que llegara Carla sólo bebí café mientras hacía tiempo. Cerca de las dos de la tarde la rubia recibió a Carla mientras ésta me buscaba mirando para todos lados. –Ella viene conmigo- dije a la rubia anfitriona sin que se diera cuenta que me había parado de mi puesto y acercado a ellas. Carla me miró con los ojos bien abiertos, por el brillo de estos comprendí que había llorado. Sus ojos recientemente delineados habían borrado la evidencia de sus lágrimas, pero para mí sólo su mirada y el brillo de sus ojos eran suficiente evidencia.

Cuando se sentó no quiso comer nada, sólo aceptó un café. Yo la acompañé y postergué mi almuerzo, pese a la protesta que hizo mi estómago. –Que bueno que viniste, creo que es lo más sensato- dije mientras ella me miraba fijamente. “Lamento lo de la muerte de Camila, tiene que ser duro” dijo ella tratando de ser cortés. –Lo de Camila ha sido duro, no sólo por su muerte, si no por todo lo que me he enterado desde que ella murió. Es una historia muy larga, que si te interesa algún día te la contaré, por ahora me gustaría que pudiésemos hablar de nuestra hija- dije mientras ella hizo gestos de incredulidad. “Me interesa saber lo que te ha pasado, lo que has descubierto y como lo has hecho. Tengo el resto del día libre, por lo que no estoy apurada” dijo ella mientras yo comencé a relatar todo lo que me había ocurrido desde que atropellaron a Camila estando embarazada.

Carla estaba muy sorprendida cuando le relaté mi estadía en la clínica. Creo que al entender que la historia era larga ella comenzó a mirar el mesón de ensaladas y platos fríos, yo la invité a servirse y ella aceptó haciendo feliz a mi estómago. Mientras ella se servía pequeñas y variadas porciones yo pedí que comenzaran a servirme los cortes de carne generando al poco rato una sensación de saciedad que de seguro me cambiaba los colores del rostro.

Cuando terminé de contar todo lo que me había ocurrido, respondiendo cada pregunta que me hacía, nos dieron las cuatro de la tarde. –Lo único que me he preguntado, desde que supe que tenía una hija, es cómo hizo Camila para convencerte de que yo no quería conocerla y ni tampoco darte la cara- pregunté mientras ella miraba al suelo y posteriormente abrió su cartera. Cuando sacó de su billetera una foto bien gastada para presentarme a mi hija, mi mano la tomó tiritando. “Daniela es su nombre y es muy especial” dijo Carla sonriendo. Aprecié la foto un rato y después me di cuenta que Carla también traía un Iphone y le pregunté si acaso no tenía fotos de ellas en su teléfono. “Que tonta soy, tengo hasta videos” dijo ella pasándome su teléfono en el cual vi un sin números de fotos de una sonriente princesa.

Su pelo liso era de color café y le llegaba más abajo de los hombros. Sus ojos almendrados que eran parte de su sonrisa era la prueba genética más clara de mi paternidad. Su sonrisa era sinónimo de ternura y percibí que tenía un aura especial. No reparé en todo lo que me había perdido, sólo pensaba en que esos ojos brillaran alguna vez al verme y como yo podría apoyarla para que ella se constituyera en una gran mujer.

-Carla tenemos una hija hermosa- dije tomándole la mano y conteniendo lágrimas de emoción. Carla aceptó que le tomara la mano y un leve sollozo fue el que percibí antes que ver que cayeran lágrimas de sus ojos dejando un negro camino producto del rímel. “Fue muy duro pensar que todo este tiempo rechazaste conocer a Daniela. No sabes lo amorosa que es. Se me parte el corazón cada vez que viene una amiga con su papá y ella lo mira para entender que no es lo que tiene” dijo Carla haciendo que un nudo en la garganta me impidiera hablar. “Ella me preguntó por ti y le dije que estabas en otro país. Sólo una vez me preguntó por qué no vivías con nosotras y le dije que era porque tenías otra familia y lloró mucho sintiendo que la rechazabas. Te odié por esto, verla sufrir así me partió el corazón y no entendí que fue lo que te había hecho cambiar tanto que no te importara el bienestar de tu hija” dijo Carla justificando su resentimiento hacia mí.

-Según entendí tu no trataste de comunicarme si no hasta que Daniela tenía cinco años. ¿Por qué no lo hiciste?- le pregunté preocupándome en que no sintiera que la recriminaba. “Cuando supe que esperaba a Daniela viajé a buscarte, pero supe que estabas enamorado y que habías incluso puesto fecha de matrimonio. No quise sentir un rechazo de tu parte ni que tanto Daniela como yo fuéramos fuente de tu infelicidad por interrumpir el momento que vivías. No fue hasta que nuestra hija cumplió cinco años cuando me di cuenta que no sólo era necesario para Daniela contar con un padre, si no que no estaba haciendo lo correcto al no contarte. Averigüé un correo electrónico tuyo y te escribí dándote mi teléfono. No quise poner en el correo que tenías una hija, pensé que cuando me contactaras te pediría tu dirección y te iría a ver. Cuando me llamaste por teléfono, me destrozaste. Fuiste tan frío, te rogué que nos juntáramos a conversar, pero me dijiste que no tenías tiempo y que era mejor conversar por teléfono” dijo Carla mientras en mi cara se dibujaba una expresión de asombro.

-Jamás hablé contigo, la última vez que tuve contacto contigo fue cuando vine a una despedida de soltero hace más de diez año, que supongo fue cuando concebimos a Daniela. Pero jamás supe de esa conversación, yo no fui el que habló contigo. ¿Recuerdas el correo al que me escribiste?” pregunté para poder entender como se había dado toda esta situación. “No recuerdo ese detalle, pero por todo lo que me has contado te creo que pudiste ser suplantado” dijo ella generándome un poco de tranquilidad.

“Lo concreto es que en esa llamada te conté y no dijiste nada por un buen rato. Incluso pensé que se había cortado la llamada hasta que comenzaste a hablar con una agresividad que jamás conocí de ti. Fue muy duro, me dijiste que irías a juicio, que sabías que yo era una puta, te encargarías de hacerlo público y me cortaste. Me dejaste destrozada. Al tiempo recibí una visita de Camila quien fue muy amable, me dijo que tú le habías contado lo ocurrido y que ella no estaba de acuerdo con tu actuar. Me dijo que por más que te insistió en que vinieras con ella te negaste. De todas formas me dijo que ella se encargaría que al menos cumplieras tu responsabilidad económica y que mandaría dinero para cubrir los gastos de Daniela. En ese tiempo aún no había terminado mis estudios y el dinero me permitió poder darle una buena educación a Daniela y cambiarnos a un lugar que era mucho más seguro que donde vivíamos. Por los tres siguientes años me sentí dependiente del dinero, Camila me llamaba cada cierto tiempo diciendo que aún no querías saber nada de nosotras, pero estabas de acuerdo en mandar el dinero. Tenía muchas ganas de tirarte el dinero en la cara, pero la necesidad tiene cara de hereje. Tomé el dinero y acepté la situación. Cuando ya pude solventar todos los gastos por mi cuenta, había tomado la decisión de no volverte a contactar. Tú habías elegido un camino y jamás volvería a exponerme a ese trato ni mucho menos expondría a Daniela. Hace algunos meses dejé de recibir el dinero, supuse que fue la forma que tuviste de cortar toda posibilidad de vínculo. Hoy entiendo que fue producto de la muerte de tu esposa” relató Carla haciéndome entender toda la historia.

-Supongo que Camila tuvo acceso a ese correo sin que yo me diera cuenta. Tomó tu teléfono y le pidió a alguien que se hiciera pasar por mí, probablemente el maricón de Osses. No sé si fue su cargo de consciencia o su manera de mantenerte alejada que usó dándote el dinero que jamás supe que te daba- dije tratando de dar una explicación a lo ocurrido.

“Dime que me dices la verdad Andrés, no quiero exponer a Daniela al contacto de un padre que termine abandonándola. Ella sufrió mucho, pero tenerte y perderte la destrozará” señaló Carla y yo volví a tomar sus manos. –Escucha bien, no tengo otro objetivo que tomar la responsabilidad que me corresponde. Quiero ser el padre que Daniela no ha tenido y de seguro desea tener” dije haciendo sonreír a Carla y al mismo tiempo sus lágrimas seguían cayendo a una servilleta que estaba en la mesa.

Era las seis de la tarde cuando Carla me dijo que se tenía que ir, que debíamos definir cómo haríamos para introducirme en la vida de mi hija. Yo sentí alegría, de alguna manera esta conversación me había hecho un poco más padre. El que ella se alegrara con mi disposición me generaba un alivio, tenerla como socia en este proceso no sólo era mejor para mí sino también para Daniela.

-Tienes razón, debemos pensar qué le diremos- dije mientras ella me respondió que había que decirle la verdad. –Quizás soy un poco ansioso, pero me gustaría conocerla hoy- dije haciendo que ella pusiera cara de espanto. –No que me la presentes, sólo verla. Me paro en un taxi y tu pasas caminando junto a mí, nada más que eso te pido- dije consiguiendo su aceptación.

Nos paramos del lugar y tomamos un taxi. Carla le indicó al chofer que debía ir a Palermo norte y este se puso en movimiento de inmediato. Después acordaron la ubicación exacta y no hubo más diálogo. No sé si nos tocó un taxista muy perceptivo que entendía que no era momento para comenzar una de sus habituales charlas o simplemente nos tocó uno de los pocos taxistas silenciosos de la ciudad de Buenos Aires.

En el camino, Carla me tomó la mano y me miró con brillo en sus ojos, se notaba que esto la hacía feliz. Eso me gustaba, pero a cada rato me preocupaba de entender que no era la felicidad de ella mi objetivo, sino la de Daniela. Un camino silencioso fue el que hicimos por avenidas muy transitadas. Había momentos en que el auto podía estar minutos sin avanzar, pero no había apuro. Yo conocería a mi hija y eso era lo que realmente importaba.

Cuando al fin llegamos a la casa de Carla, le pidió al taxista retrocediera y estacionara unos veinte metros de distancia de la casa. Esta era de construcción de un sólido concreto, se notaba que era del año cincuenta o sesenta. Su fachada daba a la vereda sin presentar entrada de autos.

Carla se bajó y me dio un beso en la mejilla, estamos en contacto dijo ella mientras me pasó una tarjeta que tenía todos los números de los lugares donde atendía y en la parte trasera tenía escrito a mano su teléfono móvil.

Caminó armónicamente hasta que desapareció en la entrada de la casa. Un tiempo extremadamente largo fue el que sentí que pasó hasta que la volví a ver saliendo de la casa. Miré mi teléfono y me di cuenta que no había alcanzado a pasar ni cinco minutos.

Al verla sola supuse que no pudo sacarla por lo que por instantes sentía una gran frustración, me había hecho la expectativa de poder verla y el no hacerlo era algo que me costaba aceptar. Cuando Carla hizo unos ademanes con la mano me quedé esperando que pasara algo y sentí como si todo pasara en cámara lenta. Lo primero que vi salir fue una pequeña mano que buscaba la de Carla. Un delicado brazo fue el que siguió y finalmente el cuerpo de una dulce niña.

Un pecho a punto de explotar que encontró una válvula de escape por mis ojos, dejando que las lágrimas llenas de emoción no dejaran de brotar. Su caminar era hermoso, avanzaba moviendo las piernas como si estuviera jugando y pequeños saltos de alegría comenzó a dar cuando pareció que Carla le dijo algo. Su rostro era bellísimo, una delicada nariz había heredado de su madre.

Creo que los padres se emocionan mucho cuando ven nacer a sus hijos, el encontrarse con ese ser que sabes que está dentro del vientre de la madre durante tanto tiempo debe ser maravilloso. Pero lo que sentí mientras la veía fue algo muy difícil de explicar, sensaciones que iban de la culpa a la alegría, de sentir que una serie de frustraciones comenzaban a quedar atrás y a la vez el peso de una gran responsabilidad se mezclaban haciendo una emoción muy compleja.

Cuando pasó junto al auto, sin querer hicimos una conexión visual, ella puso cara de asombro al verme, de seguro por mis ojos llorosos. Le pedí al taxista que partiera y miré hacia atrás y ella seguía caminando sin dejar de ver el auto. Cuando estaba lo bastante lejos para poder tener una precisión de su rostro pude sentir que sonreía. Sabía que ese gesto no era posible que lo apreciara a esa distancia, así que supuse que era el que mi inconsciente quería hacerme recordar.

Cuando nos alejamos del lugar le indiqué al taxista el hotel donde me alojaba para que me llevara de regreso. Mi pensamiento estaba completamente concentrado en repasar una y otra vez esos mágicos segundos en que pude ver a mi hija. Lo único que detuvo esos recuerdos fue un singular comentario del que hasta ese minuto había sido un silencioso conductor: “¿Creés que a esa edad las nenas te rompen el corazón?, boludo no sabés nada. Esperáte que la nena venga con un gil y vos llegués a tu casa y el muy hijo de puta esté en tu sillón viendo televisión, en una mano tu control remoto y en la otra afirmando tu cerveza. Ahí sabrás lo que es sufrir boludo, ahí lo sabrás…” dijo el hombre haciéndome sonreír.


Capítulo V, Todo tiempo pasado fue mejor


Carla me dijo que no podría verme durante todo el día, por lo que coordinamos almorzar el jueves. Recordé que habían viajes en barco a Montevideo por lo que decidí hacer un pequeño recorrido. Antes de zarpar desde el río de la plata rumbo a la capital uruguaya tomé mi teléfono para realizar un tweet.
-Rumbo a conocer Montevideo-

Recibí muchas respuestas bromeando que era duro mi trabajo, además de varios mensajes de mujeres que me preguntaban cuando las invitaría a viajar conmigo. Un mensaje de @Lolu218 fue el único que respondí iniciando una pequeña conversación.
@Lolu218: Usted siempre tan libre
@Gerente2012: La libertad es sólo una manera de ver la vida
@Lolu218: Tiene mucha razón querido Gerente, yo soy libre y a la vez presa
@Gerente2012: Exacto, eres tan libre que puedes escoger estar presa
@Lolu218: Me haces pensar Gerente
@Gerente2012: Suelo hacer sentir otras cosas a las mujeres, pero pensar está bien
@Lolu218: No tienes remedio
@Gerente2012: No lo tengo ni lo tendré.
@Lolu218: Quiero hacerte una pregunta
@Gerente2012: Dispara
@Lolu218: ¿Crees que de verdad exista el amor?

Cuando recibí su última pregunta algo me pareció extraño, recordaba haber recibido otros mensajes de esta seguidora que no me cuadraban con su pregunta. Revisé mensajes anteriores y vi uno en el que me indicaba que se casaría. Casarse y hacer esa pregunta decían algo más. Comencé a leer todos sus mensajes y pude hacerme un juicio, que se lo hice como quien da un golpe en el estómago.
@Gerente2012: Presa, no sabes si existe de verdad el amor y pronto a casarte. Parece que hay alguien que tiene dudas…

La conversación terminó abruptamente, no recibí respuesta por lo que sentí que el golpe en el estómago había sido certero. Mi ego creció un poco por haberla entendido y sorprendido con mi respuesta. Sentía que era una forma de desnudar a una mujer sin que se diera cuenta y eso me hacía sentir bien.

El viaje de cuatro horas fue tranquilo, me sirvió para pensar en lo lejos que había llegado Camila. Sentí rabia en muchas ocasiones, pero también sentí molestia conmigo mismo por haberme escondido en el trabajo y no haber enfrentado los problemas en el momento oportuno. Estaba seguro que si hubiese tenido el valor para enfrentar lo que mi instinto decía que teníamos, las cosas habrían tenido otro resultado. Me molesté mucho, era bastante probable que pudiese haber estado con mi hija hace cinco años atrás si tan sólo hubiese tenido el coraje para enfrentar y no huir.

Una sensación de resentimiento me llenó, sentía que masticaba mierda hasta que volví a recordar la tranquilizadora oración de San Agustín:

Fuerza para cambiar lo que se puede cambiar, serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar y sabiduría para distinguir cual es cual.

El pasado era algo que no podía cambiar, debía tener la serenidad para aceptarlo. La relación con mi hija era algo que sí podía cambiar, de hecho era lo que estaba haciendo. Me sentí un poco más sabio al poder distinguir ambas situaciones. Libre de emociones sentí que no era nada de sabio, todo era bastante obvio, pero quizás lo sabio venía por poder distinguirlas mientras uno es sometido al resentimiento producto de no aceptar lo que no se puede cambiar.

-Soy un poco más sabio que ayer- escribí en twitter y recibí comentarios que me decían que tenía toda la razón y posteriormente bromeaban pidiéndome un aumento de sueldo.

Una mención de una seguidora mexicana, que siempre hacía alusiones sexuales fue la que dejó mi mente sin funcionamiento.

“@EvalilithM: @Gerente2012 Si fuera más sabio sabría usarme cómo su esclava para cumplir sus fantasías eróticas”

Al retweetear el comentario me llené de menciones  diciendo que estaba lento, que algo me pasaba, que no estaba aprovechando las oportunidades. Como de costumbre mi mente preparó una respuesta rápidamente y la tweittié:

RT @EvalilithM: @Gerente2012 Si fuera más sabio sabría usarme cómo esclava para cumplir sus fantasías eróticas                                                                                                  //                                                                                                                                                                                                 Si fuera vendedora tendría mejores formas de ofrecer su producto

Otras tantas menciones recibí festejando mi respuesta y un mensaje directo de la seguidora:

@EvalilithM: Buena respuesta Gerente, cuando venga a México le enseñaré mis tácticas comerciales 1313

Sonreí con el juego y pensé que twitter tenía otra funcionalidad que me ayudaba mucho. Con tan sólo escribir unas palabras recibí menciones, las cuales podía usar para comenzar un juego y hacer un cambio de switch en mis pensamientos y estados de ánimo.

Cuando llegamos a Montevideo sentí que estaba en la capital de mayor relajo en la que me había tocado estar.  Con un millón ochocientos mil habitantes, Montevideo tenía el tamaño justo para calificar como una ciudad grande, pero el ambiente no tenia el estrés común de una capital.

Con un poco de hambre tomé un taxi y recorrí toda la costanera, que presentaba playas hermosas que hacían olvidar que era la ribera de un río y no costa. Un sector llamado Pocitos fue uno de los que más me gustó.

Paré en un local que estaba sobre la playa y me senté en unos sillones que estaban en un sector abierto con bastante vegetación. Un mozo me ofreció la cerveza nacional y una tabla para picar, lo cual acepté y disfruté mucho. Estaba encantado con el lugar.

En un principio pensé que el uruguayo era igual que el argentino, pero a medida que interactué con ellos me di cuenta como tratan de marcar la diferencia, haciendo notar que se consideran mucho más simpáticos.

-¡Qué ganas de vivir en esta ciudad!- pensé mientras pagaba la cuenta. Me fui a caminar un rato por la costanera cuando el relajo de la ciudad se apoderó de mí. –Pasaré la noche acá- pensé y me fui a registrar a un hotel que estaba en un lugar cercano a los edificios más altos de la ciudad. Este sector más moderno y al que denominaban World Trade Center contrastaba con la construcción de mitad de siglo que predominaba en gran parte del centro de la ciudad

Sin maleta y sin boleto de regreso me registré en un hotel de mediana elegancia. Seguí disfrutando del encanto que me proporcionaba Montevideo. Por recomendación del recepcionista me fui a caminar por la plaza de la independencia. Ésta era considerada el punto que unía lo que llamaban la ciudad antigua con la ciudad nueva. Un edificio llamado Palacio Salvo me cautivó, por lo que rápidamente tomé mi teléfono y googlié “Palacio Salvo Montevideo” y me encontré con la información que entregaba Wikipedia.

El palacio había sido construido en la primera mitad del siglo XX. Sorpresa me causó saber que sus veintisiete pisos y ciento cinco metros de alturas lo llevaron a ser el edificio más alto de Sudamérica  por casi siete años.

Caminé unas cuadras por la Peatonal Sarandi, la que unía la Plaza Matriz con la Plaza de la Independencia. La belleza arquitectónica de lugar me hacía apreciar los edificios con emociones poco comunes. La sensación de que fueron construidos en un periodo próspero, de seguro en un auge económico importante de este país, me generaba una extraña sensación de melancolía.

Por unos segundos me detuve y cerré los ojos. Dejé que mis emociones fluyeran a través de todo mi cuerpo, generando incluso hormigueo en algunas partes de éste. La prosperidad de tiempos pasados de esta ciudad me conectó con imágenes del pasado con Camila en donde las cosas estaban bien. Logré entender que aquel duelo que deseaba gustoso que desapareciera estaba empecinado por seguir acompañándome un rato más. 

Me senté a tomar un café cuando escuché la canción Set fire to the rain y dije:  -Adele por la puta déjame un rato tranquilo-. Cuando sentí las miradas extrañadas de las personas sentadas en mesas cercanas entendí que lo había dicho en voz alta.

Set fire to de the rain
Y dejo que caiga, mi corazón,
y según cayó, tú apareciste para reclamarlo,
está muy oscuro, y yo estaba acabada,
hasta que existe mis labios y me salvaste,
mis manos, eran fuertes, pero mis rodillas eran demasiado débiles
como para sostenerme en tus brazos sin tener a tus pies.

Pero hay una parte de ti que nunca conocí, nunca conocí, todas las cosas que dijiste nunca fueron ciertas, nunca fueron ciertas,
y los juegos a los que jugaste, siempre los ganaste, siempre los ganaste.


Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre, gritando tu nombre.

Cuando me tumbaba contigo podría haberme quedado ahí para siempre, cerrar los ojos, sentirte aquí para siempre, tu y yo juntos, nada podría ser mejor.

Pero hay una parte de ti que nunca conocí, nunca conocí, todas las cosas que dijiste nunca fueron ciertas, nunca fueron ciertas,
y los juegos a los que jugaste, siempre los ganaste, siempre los ganaste.


Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre, gritando tu nombre.
Prendí fuego a la lluvia, y nos lancé a las llamas,
entonces sentí algo morir,
porque sabía que sería la última vez. la última vez.



A veces me despierto por un golpe de la puerta,
y te oigo llamarme, todavía te debo de estar esperando,
incluso cuando sé que esto ya está acabado,
no puedo evitar buscarte.

Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre, gritando tu nombre.
Prendí fuego a la lluvia, y nos lancé a las llamas,
entonces sentí algo morir,
porque sabía que sería la última vez. La última vez.
Oh, no,
déjala arder, oh,
déjala arder,
déjala arder

Después de tomar el café vi la hora y me di cuenta que aún alcanzaba a tomar el barco de regreso a Buenos Aires. La tranquilidad que me alejaba del estrés de todas las malditas capitales del mundo fue remplazada por la nostalgia del recuerdo de los mejores momentos con mi difunta esposa. Tenía claro que mi objetivo era mi hija y no permitiría que una ciudad me desenfocara, tomé un taxi y al poco rato estaba embarcado de regreso a la ciudad que la cobijaba.

Mientras regresaba me fui limpiando de esos sentimientos tristes, tenía una hija y la felicidad era mi decisión, al menos la felicidad de ella. Muchos piensan que las emociones no se pueden cambiar, pero ese día me di cuenta que eso era un error. Me dediqué a pensar en el rostro sonriente de mi niña, que  recordaba haber visto el día anterior, y puede hacer desaparecer todas esas emociones nostálgicas, cambiándolas por alegría, ternura y esperanza. La verdad no se si logré hacer desaparecer las emociones que me conectaban con mi historia con Camila o simplemente las escondí debajo de la alfombra de sensaciones gratas que me producía el imaginarme el rostro sonriente de mi hija. Tomé mi teléfono y twittié:
-Voy en tu búsqueda y nada me alejará de ti-

Capítulo VI, Contornos sobrepasados


Cuando almorzaba con Carla entendí, por muy tonto que suene, que ninguno de los dos era experto en introducir un padre a una niña de diez años.  Lo bueno era que ella estaba mostrando mucha disposición a que yo comenzara a establecer una relación con mi hija.

“No sé que decirle Andrés. Te imaginas diciéndole: Daniela te presento a tu padre, tuvo una esposa loca que le escondió que tú existías y yo no tuve el valor de enfrentarlo. No creo que la verdad sea lo más indicado en esta ocasión” dijo ella muy nerviosa. –Carla, ninguno de los dos es experto en este tema. Estoy seguro que la forma que escojamos tendrá muchos errores, pero lo importante es que pensemos en Daniela y sea el amor el que nos ayude a encontrar la forma. Por ahora cuéntame algo de ella que se relacione de mí, no puede ser que para ella yo no sea un tema- dije buscando información para definir una estrategia para acercarme a ella.

El silencio de Carla que mantuvo unos treinta segundos me pareció extraño hasta que fue interrumpido por un llanto que mostraba una gran pena. La naturaleza del hombre en momentos cómo ese nos mueve a buscar y ofrecer un sin número de soluciones que permitan encontrar calmar la pena de la mujer que tienen al frente. La mía por mucho tiempo había sido tratar de hacer reír, evitando que la mujer se conectara con lo que sentía y así lograr cambiar las lágrimas por una hermosa sonrisa. Lo que había aprendido con el tiempo en que ambos caminos no eran los que ayudaban a una mujer en esa situación. Le tomé la mano a Carla y dejé que llorara todo lo que quisiera. Para mí no era fácil, tenía que hacer un esfuerzo enorme. La pena no era la emoción que me gustaba apreciar, pero de seguro ella necesita liberarla a través de las lágrimas para poder volver a pensar en forma más tranquila.

“Disculpa Andrés, soy un desastre” dijo ella mientras me soltaba la mano para buscar un pañuelo dentro de su cartera para limpiarse las lágrimas. –No eres un desastre, eres una mujer encantadora que muestra emociones puras respecto de nuestra hija. Eso te hace una excelente madre- dije consiguiendo un gesto en el rostro que agradecía mi comentario.

“La navidad pasada le regalé un Iphone, no sabes todo lo que hizo para que accediera a regalarle ese tipo de teléfono. Yo era contraria a pasarle un teléfono móvil a tan temprana edad, pero fue tanto lo que insistió e hizo merito ordenando su pieza, haciendo aseo, y acostándose temprano que finalmente accedí. A los meses decidí quitárselo por un tema en particular, lo cual le causó mucha pena y me recriminó que era la peor mamá del mundo. Ella muy asidua a la música pensé en regalarle una colección de CD y para eso busqué en su teléfono que música escuchaba. En eso estaba cuando vi extrañada una canción de Eros Ramazzotti, no sé si la conoces se llama Canción para ella” dijo mientras yo movía mi cabeza en señal que no conocía dicha canción.

“La cosa es que es una canción que le canta un padre a una hija diciéndole lo importante que es ella para él” señaló Carla y volvió a caer en llanto, yo le volví a tomar la mano y le di el tiempo suficiente para que retomara su relato. “En ese instante me di cuenta que no haber tratado el tema con mayor detalle con ella sólo hizo que ella canalizara de otra forma la necesidad de un padre” dijo Carla mientras mis emociones se debatían entra la pena producto de la empatía hacia mi hija y la alegría de que los deseos de tener un padre fueran relevantes.

Por un rato nos quedamos pensando una solución, todas las dudas que me causaba la incertidumbre me hicieron sacar mi teléfono y tuitear.
-¿Cómo se enfrenta la verdad?-

Las respuestas se dividieron entre las serias, las que buscaban jugar y las que hacían bromas. Dentro de los que respondieron en forma seria la respuesta que más se repitió fue que la verdad se enfrenta con la verdad. Pero una en particular me dijo:
“La verdad se enfrenta con la verdad, pero sin honesticidio”.

Esta respuesta me hizo sentido y le dije que Carla que debía presentarme a Daniela como su padre. No era necesario contarle todo, no si ella no lo preguntaba. “Los padres cometemos errores, de seguro en esta situación hemos cometido muchos, pero creo que el tratar de que Daniela no sienta que la estamos engañando será lo más sano. Cuando ella me preguntó qué diría yo le respondí que no tenía idea, eso dependerá de cómo ella tome la situación.

Muy nerviosa, Carla no sabía si era buena la idea de ir directamente con la verdad. Sentí que detrás de su duda estaba la culpa de no haber hecho lo posible para tomar contacto conmigo y hacer lo necesario para que la conociera. –No sientas culpa por el pasado, la culpa no sirve de nada, lo que importa es lo que aprendemos. Daniela quiere, desea y necesita el amor de un padre. Yo necesito amar y abrazar a mi hija, y tú necesitas estar tranquila que Daniela se cría con el amor de su madre y de su padre. Eso es lo que realmente importa y eso es lo que haremos de ahora en adelante- dije haciéndola llorar con más fuerza, pero esta vez el llanto era diferente, no era pena lo que estaba detrás si no la alegría de poder darle a Daniela el padre con el que de seguro  soñaba cada vez que escuchaba canción de Ramazzotti.

“Está bien Andrés, te haré caso” dijo ella mientras volvía a secar sus lágrimas. “Mientras hablabas pensé cuál era el mejor momento, mañana, pasado mañana o quizás la próxima semana. Cuando me cuestioné por qué no hoy, me di cuenta que estaba buscando postergar este momento. Párate, vamos a mi casa que te presentaré a tu hija” dijo Carla y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

Toda esa seguridad con que había hablado se había ido a la mierda, las piernas me tiritaban y la voz no me salía. De todas formas seguí a Carla tratando de disimular al máximo mi nerviosismo. Tenía una puntada como si me hubiesen pegado un combo en la boca del estómago. Mientras Carla manejaba yo no ponía atención en nada, sólo pensaba en la sonrisa de Daniela y en que se acercaba el momento más importante de mi vida. No hubo recuerdos de Camila, Sofía ni de ninguna otra mujer como tampoco de trabajos ni de temas materiales. La sensación era extraña, era como si el pasado perdiera todo el valor que le asignaba, como si lo almacenara en una base de datos lista para ser consultada en el momento que lo necesitara sin causar ninguna emoción. De seguro la emoción de conocer a Daniela era de una fuerza tan grande que opacaba cualquier otra emoción que pudiese tener, ahora ella era lo único que importaba.

La manera habitual que tenía de canalizar las emociones fue la que usé también en ese momento, tomé mi iphone y realicé un solo tweet.
-No importa el pasado, voy feliz a enfrentarme con mi futuro-

Como de costumbre muchos ruidos comenzó a hacer mi teléfono en señal de las menciones y retweet que me hacían. Puse mi teléfono en silencio, pero igual el sonido de la vibración que hacía igual se hacía notar. “Contesta Andrés, no te preocupes por mí” dijo Carla mientras miraba mi bolsillo donde tenía guardado mi teléfono y de donde provenían todos los ruidos. –No te preocupes, ahora sólo me importa Daniela- dije cerrando la conversación y quedándonos en silencio durante el resto del viaje.

Cuando llegamos a su casa, mi corazón latía muy rápido. Miraba mi pecho y lograba percibir movimientos en la camisa producto de la palpitación. Carla me dejó en la sala sentado mientras ella fue por Daniela.

-La puta que me parió, tengo una hija y la conoceré ahora- pensé y mis manos comenzaron a temblar. Unas fotos de Daniela de unos tres años de edad, con una sonrisa pícara y los ojos de media luna similares a los míos fue lo que me ayudó a recuperar el control. Ella era exquisita, no reparé en todos los momentos que me perdí de ella y ella de mí, eso no se podía cambiar. Sólo sabía que estaba haciendo lo correcto y eso también me ayudaba a calmarme.

Cuando mi reloj me mostró que la eternidad que había sentido que había pasado eran tan sólo quince minutos comprendí que estaba siendo víctima de mi ansiedad, pero no lo sentí malo, sentía que era una ansiedad sana y pura. De todas formas comprendí que ese tiempo implicaba que Carla estaba teniendo una conversación con Daniela.

Después de que había transcurrido treinta minutos, mi impaciencia me hacía caminar como león enjaulado. Cuando sentí pasos en el corredor mi nerviosismo se evidenció al tratar de arreglar mi ropa, como si eso tuviera alguna relevancia. Cuando se abrió la puerta toda mi fuerza fue destinada a calmarme y concentrarme en mi hija.

Al ver el cuerpo de Carla traté de buscar a Daniela, pero no la encontré. –Quizás no quiso verme- pensé con mucha pena. Todo cambió cuando logré ver una pequeña y delicada mano que evidenciaba que Daniela se escondía detrás de su madre.

Carla me guiñó el ojo y me dio una pequeña sonrisa que me tranquilizó. “Daniela, te presento a Andrés, tu Padre” dijo y por mi pecho subió un cosquilleo. Yo no pude saber si éste era consecuencia de sentirme orgulloso por escuchar la palabra padre, del nervio de conocer a Daniela o simplemente una mezcla de ambas. Lo que sí se es que todo eso se transformó en calma y en una exquisita paz que no recordaba haber sentido nunca cuando pude ver su rostro se asomaba para poder conocerme.

-Hola Daniela- dije sonriendo y ella me correspondió el saludo pero mostrando inseguridad en como actuar. –No te preocupes en que tienes que hacer, yo tampoco sé que hacer dije dejando escapar una sonrisa nerviosa y ella mirando a su madre también sonrió.

-¿Fuiste al colegio hoy?- le pregunté en forma nerviosa y ella movió la cabeza en negativa diciendo que era feriado. Yo lo sentí como un “Hello, en qué mundo vives no se va al colegio en días feriados”. De todas formas, ella dejó de lado el tema del colegio y comenzó a interrogarme.

“¿De verdad eres mi papá?”
-Así es Daniela- dije sin dar mayor explicación. Pensé que era bueno responder en forma concreta lo que ella preguntara.
“¿Amas a mi mamá?"
-La amé mucho cuando fuimos novios, ahora le tengo un gran cariño-
“¿Eso quiere decir que no la amas?
-No Daniela, no la amo-
“¿Por qué?”
-Porque el amor necesita ser alimentado y con tu madre eso lo dejamos de hacer hace mucho tiempo-
“¿Por qué?”
-Porque el destino nos separó y no nos volvimos a juntar- dije mientras ella movió su cabeza en señal que entendía mis respuestas. Escuché alguna vez que los niños fantasean con tener a sus padres juntos, pero yo creía que ellos no entendían el concepto de pareja y que esa fantasía la tenían como mecanismos de búsqueda de seguridad que era la forma de no perder a ninguno de los dos.
“¿Te vas a ir?”
-¿A dónde?-
“No lo sé, me refiero si te voy a dejar de ver”
-No Daniela, desde hoy estaré presente en tu vida para siempre. Claro que habrá momentos en que no estaremos juntos, pero comenzaremos a construir una relación de padre e hija-
“ ¿Por qué quieres hacer eso?”
-Porque te amo- dije y Daniela dejó de hacer preguntas y le pidió a su madre que se agachara para decirle algo al oído. Carla le dijo que estaba bien y Daniela salió de la sala.

“Me pidió que te fueras porque estaba nerviosa” dijo Carla haciéndome sentir una gran pena, pero de todas formas entendí que ella tenía un ritmo y yo debía respetarlo. Carla se ofreció para llevarme al hotel y le dije que no era necesario.

“No te pongas triste, para ella es muy fuerte encontrarse con un padre. Sí te puedo decir que está contenta” dijo Carla sin yo saber si era un premio de consuelo. Mientras me conducía hacia la puerta de salida me comentó que este fin de semana tenían un paseo programado a Mar del Plata y que creía que sería bueno para poder conversar con Daniela y dejar las cosas se asentaran. Eso me hizo estar seguro que lo que decía lo hacía para que yo no me fuera con una sensación de derrota.

Justo cuando nos despedimos en la puerta se escuchó un agudo y fuerte grito que pronunciaba mi nombre. Era Daniela que venía corriendo por el pasillo.
“Te tengo una última pregunta”
-Lo que quieras preciosa-
“¿Te puedo llamar papá o te tengo que decir Andrés?” preguntó con un poco de vergüenza.
-Te ruego que me digas papá, porque eso es lo que soy, tú papá- dije mientras ella me regaló la más bella de sus sonrisas, me entregó un papel y se volvió corriendo por el pasillo gritando: Chaooooooo!!!!!.

Carla me puso la mano en el hombro y yo me fui caminando en busca de un taxi. Al revisar el papel pude ver que era una especie de tarjeta hecha por ella. Cuando vi la fecha me cayeron unas lágrimas, la tarjeta la había sido hecha hace cinco años y la tenía guardada desde ese momento. Tenía un corazón grande, pintado de color rojo con lápices de cera que sobrepasaba los contornos de éste. Con una letra que era la de alguna maestra, estaba escrito: “Te quiero mucho papito”.

Mi corazón explotó de alegría y durante todo el viaje de regreso repasé una y otra vez el encuentro que había tenido con Daniela. Repasaba cada uno de sus detalles; su risa, sus ojos de luna, su pelo castaño largo que llegaba casi a la cintura y una ropa que se veía que estaba comenzando a salir de la niñez. Estaba realmente feliz.

Una vez en el hotel me acordé de la canción que dijo Carla que Daniela había guardado en su teléfono y comencé a escucharla.

Canción para ella


No quiero ver más caras largas,
Sé que es difícil mi amor,
Te tienes que ir,
es ya muy tarde, ahora no puedes jugar,
pero el sábado yo paso de nuevo a buscarte.

Te enseñaré nuevas canciones,
nos divertiremos los dos,
Te compraré mil golosinas, te llevaré a ver guiñol,
Ahora ya se acabó dame otro beso y sonríeme.

No quiero yo más otra vez hoy separarme de ti,
Cada vez me cuesta más dejarte aquí.
No quiero yo más hoy alejar mi mirada de ti,
Me gustaría tenerte por siempre aquí, tenerte así.

Vuelve a llamar también mañana,
Contigo me gusta hablar,
Aunque se bien que cada cosa preguntaras el porqué.
No me preguntas ya más si todo volverá a ser.... como ayer.

No quiero yo más otra vez hoy separarme de ti,
Cada vez me cuesta más dejarte aquí.
No quiero yo más hoy alejar mi mirada de ti,
Me gustaría tenerte por siempre aquí, tenerte así.

Nena no sé si podría vivir sin ti,
Qué suerte que tengo cariño.... te tengo a ti,
te tengo a ti, te tengo a ti.

Cuando terminó la canción me percaté que mi camisa estaba entera mojada, las lágrimas habían caído sin que yo tuviera pena. La emoción de tener una hija que deseaba amar a su padre era algo maravilloso.

-Me tendrás por siempre y por siempre te tendré yo a ti- dije mirando por la ventana del hotel y teniendo como único pensamiento la imagen de mi hija. Volví a poner la canción una y otra vez hasta que me la aprendí. De verdad, estaba muy feliz.


Capítulo VII, Por siempre Joven


Dado que acordamos con Carla no juntarnos hasta la próxima semana decidí hacer un viaje a Chile, para poder juntarme con los gerentes y ver en terreno que todo estuviera sin novedad, tal como me lo había señalado Juan Andrés en un par de correos. Llegar de sorpresa haría tomar más atención de todas las personas, algo que estaba dispuesto a hacer que sucediera, así tomé un avión a la capital chilena sin avisar a nadie.

Los trámites del aeropuerto fueron tediosos, una larga cola fue la que me hizo esperar más de treinta minutos parados en policía internacional. Muy cansado me subí al avión pensando que esto de viajar ya no me parecía nada de atractivo. Una sensación de nostalgia me llenó al pensar que quizás me estaba volviendo viejo. A mis treinta y siete años de edad no podía sentirme así. Era claro que ya no tenía la misma condición física de la universidad, si hacía algún deporte de seguro quedaría en evidenciaría. De todas formas eso no tenía porqué hacerme sentir viejo. Tomé mi teléfono e hice algo que nadie debe hacer, utilicé la cámara para poder verme tal como si fuera un espejo. No sé que efecto óptico ocurre, pero la imagen que logras de ti con esa acción nunca es la mejor, al menos eso decidí creer. Mi cabeza estaba invadida por una gran cantidad de canas en la parte frontal. Lo que vi en ese teléfono distaba mucho de la imagen que yo tenía de mí, por tal motivo decidí hacer algo que engañara a mi mente para poder recuperar una imagen más jovial de mí, a la vuelta a Argentina ubicaría alguna piscina y me inscribiría para hacer natación. Había escuchado que era un de los deportes más completos, además tener como parte del paisaje a mujeres en traje de baño lo hacían el deporte ideal para mí.

Cuando pensé en mandar un correo a María Paz para que me hiciera todas las averiguaciones y eligiera por mí el lugar más conveniente recordé que no tenía secretaria en Chile y mucho menos en Argentina. Una tonta pereza me hizo desistir en un principio de hacer tal actividad deportiva, pero la imagen de mi pelo canoso hizo que me decidiera a realizar esta actividad, pese a que tuviera que personalmente realizar los trámites administrativos.

Una vez que llegué al aeropuerto Arturo Merino Benítez, de la capital chilena, la señal de mi teléfono volvió a activarse. En ese momento tuitié: -En tierras chilenas y rumbo a la oficina”. Muchos me respondieron que ya era hora de que trabajara algo.

Cuando llegué, un sorprendido Juan Andrés salió de inmediato a su oficina mientras yo saluda personalmente a cada persona de la empresa, todos eran amables, me preguntaban cómo estaba y me decían que me veía relajado. Con esto último me percaté que había venido sin terno y con una barba de unos cinco días. Mi imagen era completamente distinta a la que todos estaban acostumbrados a ver. De seguro también me veía mucho más cercano, pero nadie estuvo dispuesto a decirlo.

“Qué bueno que viniste Andrés, hoy surgió un problema y no sabía como tratarlo contigo” dijo generando un poco de curiosidad en mí. –No creo que se algo que no puedas solucionar- le comenté en señal de confianza, pero al mismo tiempo desafiándolo para que su orgullo lo empoderada. “No se trata de eso, hoy apareció un ejecutivo diciendo que él pararía la operación de compra por parte de ellos si es que no hablaba contigo primero” dijo llevando mi curiosidad a un grado mayor. – ¿Cuál el nombre de este personaje?- le pregunté en forma directa. “Enrique Osses, es el ejecutivo que ha desarrollado la liberación de la portabilidad numérica en todos los países…” dijo mientras  yo lo interrumpí diciendo que sabía quien era. –Tenemos una carta acuerdo firmada, los únicos que los pueden votar este negocio son los abogados o auditores a cargo del Due Diligent. ¿Cómo los has percibido?- pregunté para realizar algún diagnóstico. Juan Andrés me contó que habían pedido gran cantidad de papeles y que por el momento no había nada que no pudieran conseguir. Me aclaró que todo lo que pedían estaba en regla. –En todo negocio siempre aparece algo, tienes que estar preparado para poder manejarlo hábilmente para que este negocio no se caiga- le comenté para que él no bajara la guardia. También le dije que Enrique Osses no tenía relevancia en la operación, que de hecho no le daría ninguna reunión, ya que no le daría la importancia que sabía que no tenía.

“Andrés, no fue el cargo lo que me extrañó, algo en su mirada me decía que podría traernos problemas” señaló mientras me demostraba que estaba logrando captar parte del lenguaje corporal de las personas, esto me pareció bastante bueno. Enrique tenía un problema conmigo y de seguro ya se había enterado que era bastante probable que yo me convirtiera en su jefe, esto me hacía suponer que lo tenía descompuesto y precisamente esto era lo que había captado Juan Andrés.

Invité a todos los gerentes a almorzar, todos se veían bien sin mí.  Obvio que bromeé con eso diciendo que todos estaban mejor desde que yo me había ido. Todos bien educados indicaron que me extrañaban. –Se agradece el gesto, pero veo que están muy bien lo cual habla que Juan Andrés ha logrado dar continuidad a mi trabajo- comenté haciendo que este se sintiera orgulloso.

Mi principal miedo al alejarme de la empresa era que el vacío de poder que se generaba por mi ausencia generará disputas entre ellos poniendo en peligro los buenos resultados. Todos estaban bien abocados a sus tareas con una gran sincronización, mérito de Juan Andrés y también mío por haber dejado todo ordenado y con una persona a cargo que diera continuidad a lo que había empezado. Al menos así me quedó claro cuando el gerente comercial quiso sobresalir y contar que ya llevaban doscientas mil cuentas, mucho más de lo que yo esperaba que consiguiéramos.

El ver que estaba todo en orden hizo que me retirara temprano, justo después de recibir una llamada de Marcelo que me invitaba a almorzar al día siguiente. Una vez en mi casa de Peñaflor, la casa que aún tenía arrendada, pude descansar y tener un reparador sueño.

Al despertarme volví verme en el espejo ese mechón de canas y me volvió a dar esa sensación que estaba envejeciendo. –Por favor no, que la crisis de los cuarenta años llegue a los cuarenta y no ahora- pensé y me fui a bañar.

Recorrí caminando la parcela y en veinte minutos me sentí cansado, me propuse que apenas llegara a Buenos Aires haría los trámites de inscripción para hacer el maldito curso de natación. Este pensamiento de que me estaba volviendo viejo me estaba molestando bastante, ideal era el almuerzo con Marcelo para poder tener un punto de comparación de una persona treinta años mayor que yo. Contento salí rumbo al almuerzo agendado el día anterior.

La casa de Marcelo estaba ubicada en un lugar llamado La Dehesa, barrio muy exclusivo de la capital chilena. Una vez allí, fui atendido por un mayordomo que me llevó a una de las tantas salas que parecía tener la casa. Todo muy elegante y de buen gusto. Si yo sentía que tenía un buen pasar, no se lo que sentiría Marcelo, al menos una primera impresión por lo que era su casa hacía pensar que el hombre tenía solucionado su vida y por lo menos la de dos generaciones más.

Una distinguida y elegante mujer acompañó a Marcelo, cuando me la presentó como su esposa recordé que yo había sido capaz de poner en riesgo su matrimonio, haciendo creer a Marcelo que su esposa tenía una aventura con su socio Cristóbal. Libre de la presión de conseguir algún objetivo laboral me hacía percatar de la capacidad de sobrepasar los límites que tenía.

El almuerzo fue delicioso, de entrada comimos machas a la parmesana, que son un tipo de molusco que se da en las costas chilenas, preparadas con queso. De fondo sirvieron un costillar de cerdo preparado con una salsa agridulce acompañado de papas duquesa. La conversación fue agradable, ella muy educada contaba historias graciosas de su marido. En todas él quedaba muy bien, por lo que sonreía orgulloso diciendo que no era tan así como lo contaba su esposa. No hablamos de negocios hasta que Marcelo me invitó a un despacho amplio donde tenía un hermoso escritorio de caoba, además de una gran biblioteca. Sacó una botella de coñac y sirvió un poco en dos vasos. Cuando me pasó uno me dijo que era hora de hablar de negocios. En ese minuto me percaté de lo antigua y machista que era la relación con su esposa. Ella había sido un bonito adorno de él en el almuerzo y desechada a la hora de hablar de temas de la empresa. Creo que a ella no le molestaba, era un rol que de seguro le habían enseñado a realizar y lo hacía a la perfección.

“Juan Andrés me mantiene al tanto de todo y según veo todo está en orden” me comentó Marcelo dando por iniciada la conversación. Yo le respondí que el equipo estaba sólido, bien alineado y que el due diligence estaría listo en un mes sin tener ninguna contingencia. “Eso es lo que me preocupa Andrés, que no haya nada en que temer, eso hace bajar la guardia” señaló mostrando que sus años estaban llenos de experiencia. –Lo sé Marcelo, siempre sale algo en estos procesos, no tengo la guardia baja y tengo los ojos bien abiertos- le señalé sin lograr convencerlo. “Andrés, tienes los ojos bien abiertos para tu hija, no soy ningún hueón” dijo con un poco de molestia. “Juan Andrés me contó que Enrique Osses estuvo ayer en las oficina haciendo ruido con que él podría hacer que el negocio no se concretara. Me has escondido muchas cartas y espero que seas sincero explicándome que pasa con ese ejecutivo” señaló mostrando en su mirada que no creería cualquier historia, sabría distinguir si le mentía o no.

-Enrique fue el amante de mi esposa, tu ya sabes la historia- dije mientras él golpeo el vaso en el escritorio. “Lo sabía hijo de puta, has hecho todo esto para vengarte, eres de lo más repudiable Andrés. Nos has manipulado a todos para sentirte satisfecho por una maldita venganza” dijo Marcelo sobre exaltándose y tomándose el pecho. Desconocía si Marcelo padecía de algún mal o alguna afección al corazón, pero instintivamente lo tomé para llevarlo a un sillón y le serví un vaso de agua. Mientras recuperaba el aliento tomé una silla y me senté al frente de él mirándolo a los ojos.

–Escucha bien, sé que no te he mostrado todas mis cartas, si me hubiese presentado así jamás me habrías escuchado. Es verdad que todo esto es parte de una venganza, pero ten claro que este plan contempla un negocio importante y eso es lo único que me importa que se realice de todo lo que he planificado. No tengo intenciones de vengarme de Osses, confío que el destino hará lo suyo si es lo que corresponde, por ahora me dedicaré a mi hija y a monitorear el correcto andar de este negocio. Confía en mí Marcelo, ya no tengo nada que ocultarte- dije extendiendo mi mano para que la tomara.

Marcelo más recuperado tomó mi mano y me dijo que confiaba en mí, que no tenía otra alternativa, pero si había algo más que tenía que saber que se lo dijera en ese momento. –No hay nada más Marcelo- dije y me pidió que no jugara más con él.

Antes de abandonar su casa, pedí a uno de sus empleados que nos tomara una foto y Marcelo accedió extrañado. “No te quiero preguntar que harás con esta foto, porque no quiero exponerme a que me engañes de nuevo” señaló y yo le respondí con una sonrisa y abandoné el lugar mientras Marcelo se quedó moviendo su cabeza en señal de que yo no tenía remedio.

Después de esconder tanto las cartas las personas creen que todas las acciones que haces tienen objetivos truculentos y estratégicos, quizás parte de una manipulación, de seguro algo así sintió Marcelo con lo de la foto. Mi objetivo con esta imagen era simple, recurrir a ella cada vez que sintiera que me estaba poniendo viejo. Marcelo era un buen punto de referencia para sentirme que aún estaba joven.

Una vez en mi casa me sentía raro, sentía que algo estaba cambiando dentro de mí, tomé mi teléfono y escribí un tuit que me permitiera dejar salir lo que sentía.

@Gerente2012: Algo me pasa y no sé que es.

Muchos me bromearon que la comida me había caído mal y que me preparara para el meteorismo, mientras otros decían que no les extrañaba de un tripolar. La seguidora que yo presentía que tenía dudas de casarse volvió a contactarme mandándome un mensaje privado.

@Lolu128: Rara sensación para un hombre tan seguro como usted Gerente.
@Gerente2012: No es raro para una mujer llena de dudas.

Con esa respuesta volvía a poner el tema que había querido alejarse. No tenía ninguna mala intención en hacer algo así, sólo disfrutaba dar en el punto que desarma a una mujer, más encima casi sin conocerla.

@Lolu28: ¿Qué sabe usted de las dudas mi querido Gerente?
@Gerente2012: Que detrás de la duda hay una certeza, la certeza de un hecho que nos hace dudar.

Cuando pensé que volvía a acertar y mi seguidora parecía no responder nuevamente recibí un mensaje de ella que me llamó la atención.
@Lolu128: No volveré a escribirle Sr. Gerente, no me hace bien.
@Gerente2012: Cuando quieras volver a escribirme espero seas capaz de vencer a tu orgullo.

Dije toreándola y dejando la puerta abierta para volver a tener una conversación con ella. Mi ego se fortalecía y me hacía sonreír.

Al final de la noche recibí una llamada de mi padre, recordé cuánto lo extrañaba y que deseaba tener una larga conversación con él, tal como lo habíamos hecho cuando estuve en Brasil. Lo noté un poco más cansado y lo invité a que se quedara unos días conmigo en Buenos Aires. “¿Qué haces en ese país de locos?” me dijo causando mi risa. Le dije que era una bella ciudad que daba muchas sorpresas, que estaba seguro se sorprendería cuando estuviera acá. Mi comentario debió haber causado tal nivel de curiosidad en mi padre que de inmediato confirmó que me visitaría dentro de la semana. Esto me puso mucho más alegre.

Al acostarme me volví a ver en el espejo sintiendo que algo estaba distinto en mí, al reparar en mis canas la sensación de que estaba envejeciendo volvió a aparecer y rápidamente puse la foto de Marcelo junto a mí. –Ese es un hueón viejo- dije en voz alta tratando de que desapareciera esa sensación, pero no fue posible. Puse en google la frase “Siempre Joven” y uno de los resultados fue el video de Forever Young de Rod Stewalr, sin recordar la letra de la canción puse el video con la esperanza que la canción me transmitiera un mensaje de juventud eterna.
El ver un hermoso video, cuyos protagonistas eran el famoso cantante con un pequeño colorín que llevaba gran parte del tiempo en sus brazos me hizo entender que esta canción no me daría lo que esperaba, igual la seguí viendo.

Forever Young

Que el buen señor te acompañe
En cualquier camino en que te encuentres
Y que la luz y la felicidad
Te rodeen cuando estés lejos del hogar
Y que crezcas para ser orgulloso
Digno y fiel
Y haz a los otros
Lo que harías por ti
Ten coraje y se valiente
Y en mi corazón siempre te quedarás
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven

Que la buena fortuna esté contigo
Que tu luz guía sea brillante
Construye una escalera al cielo
Con un príncipe o un vagabundo

Y que nunca ames en vano
Y en mi corazón siempre te quedarás
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven
Por siempre joven

Y cuando al fin te marches
Espero haberte servido bien
Porque toda la sabiduría de una vida
Nadie la podría contar

Pero cualquiera sea el camino que tu tomes
Estoy detrás de ti, ganes o pierdas
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Por siempre joven, por siempre joven
Por, por siempre joven, por siempre joven
-Todos los caminos llegan a Roma- pensé. La canción me mostraba lo que parecía un padre dando los mejores deseos a su hijo y diciéndole que siempre lo amaría y lo llevaría en su corazón. Esto me permitió entender que la sensación que tenía era que efectivamente estaba viviendo un cambio. Comencé a entender que tener un hijo implica poner mucho foco en él, tu vida deja de girar en torno a ti y tú comienzas a girar en torno a una pequeña persona que desea que seas uno de los seres más importantes del mundo.

Para lograr eso requería un cambio importante en mí, ahora era otra la persona que importaba y yo necesitaba estar preparado para hacer todos los sacrificios necesarios para su bienestar. En el fondo sabía que lo haría, pero igual me inundaba una sensación de miedo.

Entendí que la sensación de sentirme viejo no pasaba por las canas ni por una tonta foto que me había tomado con mi teléfono, la imagen que tenía de mí estaba cambiando de la de un irresponsable adulto de treinta y siete años de edad a la de un padre que quería enfrentar sus responsabilidades por el bienestar de su pequeña princesa. Decidí que una vez que estableciera mayor relación con Daniela le dedicaría esta canción y siempre me preocuparía por hacerle entender que en mi corazón siempre estaría. Creo que los padres siempre cometen errores en la formación de sus hijos, de seguro yo cometería muchos, pero me encargaría siempre que Daniela supiera que su padre la amaba con todo su corazón.

Borré la foto de Marcelo en señal de la decisión de abandonar sentirme viejo. De todas formas igual iría a natación, la imagen de tanta mujer en traje de baño ya se había instalado en mi cabeza.



Capítulo VIII, Piel


Facundo no tuvo ningún problema para ir a buscarme al aeropuerto, de hecho lo noté un poco ansioso. Mi mente inmediatamente pensó que había una oportunidad por negociar su tarifa porque algo necesitaba de mí, pero cuando tomé conciencia me reí pensando que era un maldito oportunista. No conversé con él de precio, no sería tan miserable para negociar el valor del traslado que no era significante para mí.

Se puso muy contento cuando me vio llegar, me saludaba con ambas manos asegurando que yo lo viera y fue imposible no alegrarme de verlo. Ese viejo estaba siendo una fuente de experiencia y emociones que yo estaba incorporando a mi vida y me gustaba tenerlo como referencia. Cuando llegué a su lado el hombre me abrazó con su brazo derecho en una expresión de cariño común entre buenos amigos.

Durante el viaje me habló de muchas cosas, pero yo sabía que estaba dándose vueltas para no hablarme de lo que quería. Supuse que algo quería comentarme de la relación con su hija y lo ayudé preguntando directamente cómo estaba ella. Me comentó que estaba nervioso, que había pensando mucho en lo que yo le había dicho y estaba dispuesto a hablar con ella, pero no sabía como comenzar la conversación.

-Querido Facundo, comienza diciendo lo que sientes. Cuando uno baja las defensas y deja ver sus penas o sus miedos, existe una alta probabilidad de lograr empatía en la otra persona- señalé y él me dijo que también podían reventarte cuando uno se exponía de esa manera. –Sin riesgo no hay rentabilidad- le dije haciéndolo entender que esto no era sólo una forma de enfrentar los negocios, si no que también aplicaba a la vida.

-Lo importante amigo es que quieres resolver un problema y para eso debes exponerte, corriendo el riesgo de que tu hija muestre su enojo, dejándote en un estado peor- le señalé y él inmediatamente puso cara de susto. –La pregunta que debes responder es cuánto puedes ganar y cuánto puedes perder. ¿Puedes perder tanto más de lo que ya has perdido?, ¿Puedes recuperar parte importante de lo que has perdido? Teniendo ambas respuestas podrás ver si estás dispuesto a correr el riesgo- dije dejándolo pensar por el resto del viaje.

@Gerente2012: Sin riesgo no hay rentabilidad. No me refiero a los negocios, sino a la vida misma.
Esperé un rato y volví a escribir otro tweet.
@Gerente2012: La felicidad es la mayor rentabilidad en la vida de una persona.

Como de costumbre respondí cada mención que me hicieron en mi timeline, no así los mensajes directos. Sólo respondí uno.

@Lolu218: ¿Usted tiene una vida rentable?
@Gerente2012: La estoy haciendo rentable.
@Lolu218: Lo felicito, veo que ya encontró el amor.
@Gerente2012: Estoy en eso, pero no de la manera que usted piensa.
@Lolu218: ¿Me puede explicar a qué se refiere querido Gerente?
@Gerente2012: Sólo si reconoces que tienes dudas de casarte.
@Lolu218: Qué inseguro…la necesidad que tiene de que se lo confirme cuando ya lo sabe
@Gerente2012: :)
@Lolu218: Deje la risita y ahora contésteme mi pregunta.
@Gerente2012: El amor de una hija, una historia larga.
@Lolu218: Quizás algún día pueda contármela mientras yo me dedico a ver su linda sonrisa y ojos de medias lunas.
@Gerente2012: Parece que su novio no es celoso.
@Lolu218: Ya se puso pesado, adiós :-\

Mucha intriga me causaba esta mujer, si es que lo era. Perfectamente podía ser un hombre que se reía de mí. Esto me recordó una historia que había vivido en la universidad cuando internet comenzaba a masificarse en computadores con pantallas monocromáticas. Una red social, sin que tuviera ese nombre, se llama IRC. Un Nick, un canal y muchos otros participantes compartían sus palabras.

Invitamos a un amigo a participar, él decía que eso de IRC era una tontera. Le pusimos un Nick y otro amigo comenzó a conversarle haciéndose pasar por mujer. Al rato la conversación comenzó a subir de tono y este novato comenzó a mirar colorado hacia todos lados, preocupado de que vieran la conversación escrita en su pantalla. Cuando en la conversación se comenzó a utilizar términos sexuales, el novato muy preocupado y aún más colorado movió el monitor hacia abajo tratando de minimizar la posibilidad de que vieran lo que escribía y que le escribían. Cada cierto rato le preguntábamos si estaba muy aburrido y él respondía sorprendido que estaba todo bien. Después de una hora, el novato muy excitado propuso encuentro y el compañero que le escribía, simulando ser una mujer, le respondió que sí, pero que tenía un pequeño problema. Cuando el novato preguntó cuál era, éste le escribió que tenía un pene muy grande. Las risas de todos vinieron inmediatamente después de la respuesta y el novato sonrojado se reía un poco molesto. Siempre pensé que la molestia más que por la broma era porque se le frustró de un segundo a otro un encuentro sexual….

Recordando lo anterior llegué al hotel, entendiendo que sería cuidadoso con las seguidoras de twitter. No me enfrentaría a que alguna vez una seguidora me dijera que tenía un “pequeño problema”.

Al bajarme del taxi, Facundo me dijo que era muy claro en mi forma de pensar. Que él veía que el potencial beneficio de la conversación era muy superior a su potencial costo. “Conversaré con mi hija, gracias pibe” me dijo justo antes de cerrar la puerta y despedirnos.

@Gerente2012: Caras vemos, corazones no sabemos. En twitter mucho menos lo que hay detrás de los pantalones.

Dije esto recordando la historia de mi amigo y posteriormente recibí muchas menciones con expresiones de risa. Antes de acostarme revisé mis correos y dos fueron los que más me importaron. Uno era de mi padre confirmando su arribo a Buenos Aires el miércoles siguiente en la mañana, y el otro un correo de Carla en el que me dijo que traía novedades positivas de su viaje a Mar del Plata y que le confirmara si nos podíamos juntar a las diez de la mañana en el café cerca de su consulta. Yo inmediatamente confirmé y me fui acostar con una agradable sensación.

A la mañana siguiente, Carla estaba radiante, se notaba que se había sacado un gran peso de encima. Al sentarse pude ver que traía otra ropa, de seguro había ido de compras el fin de semana. El cuerpo que suponía delgado el primer día que la vi había dejado atrás toda suposición. Carla traía una falda blanca que le llegaba a los muslos, tacones azules que la estilizaban y una camisa beige que dejaba ver un hermoso escote.

“Andrés, este fue un fin de semana espectacular. Conversé con Daniela de todo, incluso le expliqué que tú no habías aparecido antes porque Camila te escondió la verdad. Debo ser sincera, cuando me preguntó por qué no te lo había dicho directamente no supe qué decir. Después de unos segundos recordé lo que me dijiste de siempre decirle la verdad en la medida que preguntara. Me decidí y le dije que tenía miedo a enfrentar un rechazo en forma directa” dijo ella sin que yo entendiera bien. –Según lo que entiendo el haberte quedado con la información de Camila significó que te quedaste con el rechazo, por lo que nada perdías con acercarte a mi, en el peor de los casos quedabas igual- señalé aplicando una lógica racional. “Desde ese punto tienes razón, pero soy de la clase de mujer que puede resistir un rechazo por omisión, pero no soy lo suficientemente fuerte para haberte mirado a los ojos y me dijeras que no querías saber nada de Daniela” dijo Carla haciéndome entender su punto.

“La cosa es que para ella fue muy sanador, entender que si su padre no había estado con ella no era porque la rechazara, y eso la hizo sonreír todo el fin de semana” comentó Carla mientras en mi cara de seguro se dibujaba la misma sonrisa que había tenido Daniela esos días.

“Si puedes ir a buscarla para pasear este es el momento adecuado” dijo Carla mientras yo me paré de inmediato aceptando el ofrecimiento.  Mientras ella sacó su teléfono para llamar a Daniela yo saqué el mío para llamar a Facundo y pedir sus servicios. Antes de despedirnos Carla me dijo que estaba feliz y muy emocionada, yo le respondí con un caluroso abrazo y después me quedé esperando a Facundo.

Cuando el taxista llegó su cara no era normal, tenía un poco la mirada perdida y la cara lista para hacer algún comentario ácido había desaparecido por completo. En el camino traté de enganchar alguna conversación, pero nada dio resultado. Entendí que el hombre no pasaba por un buen momento y éste no era el correcto tampoco para realizar una catarsis, tenía que darle tiempo y decirle que contaba conmigo para conversar cuando quisiera.

Al llegar a la casa de mi hija, puse mi mano en el hombro de Facundo y le dije que entendía que no pasaba por un buen momento. –Cuando quieras conversar con alguien cuenta conmigo querido amigo- le dije y este hizo un gesto de agradecimiento dando cortos movimientos de arriba a abajo con la cabeza.

No pasó ni un minuto desde que toqué el timbre hasta que salió Daniela corriendo y me dio un gran abrazo. Yo crucé mis manos por su espalda y la levanté poniendo su cabeza a la misma altura que la mía. –Hola preciosa, eres la alegría de mi vida- le dije y luego ella me dio un beso en cada mejilla. No sabría describir las ricas emociones que me produjo esa situación, me sentí reconocido, validado y aceptado como padre. Los besos fueron de una ternura máxima que me conmovieron de tal forma que tuve que esconder un par de lágrimas que se me cayeron.

Cuando nos subimos al taxi supuse que Buenos Aires tendría un zoológico y le pedí a Facundo nos llevará allá. El viaje no fue muy largo, en el mismo Palermo estaba el de la plaza de Italia, lugar donde se juntan las avenidas Sarmiento y La Heras, entrada al zoológico.

Al bajarnos le dije a Facundo que nos esperara, pero le ofrecí hacerlo dentro del zoológico, sabía que un respiro le vendría bien al pobre viejo. Una vez que entramos caminamos los tres hasta los flamencos y ahí nos separamos.

Cuando pasamos por el reptilario, Daniela me abrazó. Se notó que esa clase de animales no era de su agrado, pero de la misma forma se notó que ella no estaba dispuesta a que yo pensara que era cobarde. Después de pasar junto al oso pudimos ver el león y el tigre, y ella quedó maravillada. “Se nota que el león es el rey de la selva” dijo mientras yo respondí con una sonrisa y agregué algo de información. –El león es un verdadero rey, lo atienden en todo. ¿Sabías que quien caza es la leona mientras el muy flojo duerme?- pregunté consiguiendo su atención. “No lo sabía, pero que más se puede esperar de un rey” respondió ella.

Cuando pasamos por el lado del tigre este bostezó, abriendo enormemente la mandíbula, de seguro la cabeza de un niño cabía dentro de ella. “¡¿Viste papá, viste qué grande abrió la boca?!” preguntó Daniela bien sorprendida. Al quedarnos viendo este animal, Daniela se reía y decía que era igual que un gatito, pero mucho más grande. Después pasamos por el lado del elefante y nos dirigimos a un sector de monos. El ruido en la jaula de éstos era molesto, iban de un lado para otro haciendo mucho escándalo. “No me gustan los monos papá, son muy ruidosos” dijo y yo le respondí que era porque no era venezolana, ya que en ese país tenían a un mono de presidente. De mi broma me reí solo, ella quedó sin entender y le tuve que decir que era sólo un chiste.

Después de los monos nos tomamos de la mano y fuimos conversando de los animales. Sin perjuicio del tema que verbalizábamos sentía que en el momento que la tomé en brazos, cuando me abrazó en el reptilario y al tomarme la mano se estaba dando una comunicación especial a través de nuestra piel. Todo esto me causaba una tremenda alegría que estaba dispuesta a compartirla con mis seguidores de twitter:

@Gerente2012: El amor es piel

Cuando Daniela se percató del sonido de las menciones que emitía mi teléfono ella se sorprendió y  me dijo que le encantaba mi teléfono. “Además, si no me equivoco esos sonidos de alertas son de twitter, tienes mucha gente que te menciona” dijo ella y yo me puse un poco nervioso. “¡Papá! ¿No me digas que te da vergüenza usar twitter?, yo lo adoro” dijo e inmediatamente yo me di cuenta de lo parecido que éramos.

-¿Qué fue lo que pasó con tu teléfono, supe que tu mamá te había regalado uno? pregunté iniciando una conversación. “Mirá, le pedí a la mamá que me hiciera de regalo un teléfono de esos como el tuyo y me dijo que si me esforzaba lo haría. De verdad papá que hice de todo y me gané con mi esfuerzo ese lindo teléfono. Me encantó, lo disfruté mucho, bajé música, me contactaba por whatsapp con mis amigas y usaba mi cuenta de twitter. “Al principio usé Facebook, pero la verdad me aburrió, no me gustó” dijo mientras yo me seguía sorprendiendo con lo parecido que éramos.

“Mamá comenzó a preocuparse porque yo me reía mucho mirando mi teléfono, es que seguía a alguien que era muy divertido. Creo que una vez tomó mi teléfono a espaldas mías y al parecer no le gustó el humor de un viejo al que yo seguía. Me dijo lo que decía esta persona era para grandes y me quitó el teléfono. ¿Sabes?, debes seguirlo, es un tipo muy divertido” dijo ella sin causarme ninguna motivación. Ya seguía a muchas personas y era muy difícil sorprenderme con cuentas nuevas. “Dale papá, seguílo, se llama @gerente2012 y según dicen da buenos consejos de negocios” dijo ella poniéndome aún más nervioso.
Para cambiar la conversación nos subimos a un bote que recorría una pequeña laguna. Mientras ella veía sorprendida al rinoceronte, al antílope y al ciervo yo me llenaba de una tonta culpa de exponer a mi hija a los comentarios de adulto que hacía en mi cuenta de twitter. Un tanto escandalizado celebré la decisión de Carla de quitarle el teléfono, eso me sacaba de un aprieto.

Cuando terminamos el paseo, saqué mis audífonos y la invité a escuchar una canción. El cantante era Natalino y la canción Desde que te vi.

Desde que te vi

Oye hermosa de mi sueños
llegas a llenar mi vida...
nunca todo es tan perfecto
pero casi es lo que siento
el amor es mucha piel
ya lo sabes desde ayer
el amor es mucha piel....

El amor es tan distinto
ahora que te conocí
esas marcas de la edad
que se pueden ya borrar
desde que te conocí...
desde el día en que te vi...
el amor es para ti!!...

--Coro--
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté
ahora tú eres mi vida

En las vueltas de la vida
y a la vuelta de la esquina
junto a las cosas bonitas
hay otras cosas distintas
desde que te conocí
desde el día en que te vi
el amor es para ti!!....

--coro--
Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté
ahora tú eres mi vida

Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté
ahora tú eres mi vida

Desde que te vi
una flecha me clavaste con amor
un embrujo fue
y cayendo entre tus redes desperté......

Nuestras cabezas pegadas miraban el video de la canción en mi teléfono, mientras compartíamos los auriculares. Ella muy tierna me abrazó durante toda la canción y al final de ésta me dijo que era muy bella. –Daniela, nunca olvides esta canción. Si alguna vez dudaste si tu padre te quería, la letra de esta canción debes recordarla siempre. Te amo con toda la fuerza que un padre puede amar a una hija- dije y ella me dio un beso y después una sonrisa.

“Nunca estuviste fuera de mi vida. Cada noche que me dormía te decía buenas noches papá, donde quieras que estés. Siempre supe que vendría el momento en que te conocería, y que me amarías. ¿Alguien puede resistirse al encanto de esta señorita?” dijo Daniela mientras se paraba y hacía una reverencia tomando su vestido con sus manos. –Nadie hija, nadie puede resistirse a tu encanto- dije y ella me abrazó y se sentó en mis piernas.

Esa tarde fue maravillosa, supe cómo debía sentirse estar en el cielo. Todo cuadraba, todo estaba en orden, los fantasmas no los oía y sólo me concentraba en los ojos de Daniela. El amor que recibía de ella era especial, jamás había sentido algo así. Cuando me despedí en su casa lo hice alegre, Carla me sonrió y me fui libre de preocupaciones. Sabía que venían buenos momentos y no los dejaría pasar. Era hora de rencontrarme con la felicidad.

Capítulo IX, La foto perfecta


Un abrazo grande fue el que nos dimos con mi Padre en el aeropuerto, cuando llegó desde Brasil. Lo noté un poco más viejo, pero me sentía feliz de salir abrazado con él de ahí.

“Me tienes intrigado Andrés, primero te vas recorriendo países, después te instalas en Chile y ahora en Argentina. Espero no estés tan loco como pienso que lo estás” dijo con una gran sonrisa mientras nos subíamos al auto. “Su hijo no está loco, sólo es un poco boludo” dijo Facundo quien alcanzó a oír a mi padre y éste último me miró con cara de sorpresa. Los presenté y tomamos rumbo al hotel.

Durante los cuarenta minutos que duró el traslado, como era de esperarse, Facundo no paró de hablar. Política, sociedad y hasta un profundo análisis de la economía mundial, que concluía que el mundo se había ido a la mierda, fueron los temas que taxista habló en forma sarcástica. Mi padre, que en un comienzo le pareció invasiva la figura de mi estimado conductor, finalmente cayó rendido a las carcajadas producto de su particular relato.

Una vez que realizó los trámites respectivos de check in y dejó su equipaje en la habitación que yo le había reservado, nos sentamos en el restorán del hotel para conversar una charla que sabía que lo descolocaría. Ordenado para ambos los tradicionales bifes de chorizos mi padre volvió a poner el tema de conversación. “Bueno Andrés, ¿me dirás de una vez por todas qué mierda estás haciendo en Argentina?” preguntó e inmediatamente después sonreí. Por un lado tenía muchas ganas de ver su cara de sorpresa, pero por otro lado el sólo imaginarme la cara de mi hija me generó una agradable sensación.

Comencé relatándole todo lo que me había tocado vivir desde que lo había dejado en Trindade. Cuándo se enteró que Camila había tenido una relación paralela y que el hijo que traía en el vientre al momento de morir era de otro hombre me tomó una mano tratando de mostrarme una señal de apoyo. –Espérate viejo, ese es el comienzo de la historia- le dije y comencé a relatarle mi estadía en Chile. Cuando le conté que había descubierto que tenía una hija de diez años y que vivía en Buenos Aires, su primera mirada me hizo sentir que pensaba que yo me había vuelto loco. –Viejo no me mires así, esto no sólo se trata que yo soy padre, tú eres abuelo- dije y él rápidamente cambió los gestos de su cara al sentir que ahora él tenía un rol que no había dimensionado.

“¿Abuelo yo?, son muchas noticias para poder digerirse junto a este pedazo de carne” dijo mi padre e inmediatamente llamó al mozo, pidió que le retiraran el plato de comida y le trajeran dos vasos de whisky. Una vez que el mozo los puso en la mesa, mi Padre se tomó de un sorbo el primero y después sostuvo el segundo para tomarlo lentamente. “¿Tienes alguna foto?” me preguntó y yo le pasé mi teléfono para que revisara todas las que nos habíamos tomado en el zoológico. “Es hermosa Andrés, gracias a Dios no se parece a ti” dijo haciéndose el chistoso.

Mientras revisó las fotos me miraba alternadamente, dándome la sensación que iba procesando la información de a poco. “Recuerdo a Carla, era una buena muchacha. Estaba seguro que te casarías con ella, nunca entendí que terminaran. Ustedes hacían una linda pareja” señaló él mostrando que ya comenzaba a procesar todos los antecedentes. “¿Cómo lo ha tomado tu hija?, ¿no te guarda resentimiento?” preguntó y la sonrisa con que le respondí fue suficiente para que él entendiera que las cosas estaban bien. “Disculpa que sea egoísta y piense en mí, pero ¿podré conocerla?” preguntó y otra sonrisa, esta vez un poco más diabólica le hizo entender que yo tenía preparado algo. “Deja de sonreír y poner esa cara de idiota cada vez que te pregunto algo y usa tus cuerdas vocales para poder responderme” dijo y me reí antes de darle una respuesta. – Nos están esperando en la casa de Carla- dije y él se puso muy nervioso “¿Pero cómo Andrés?, ¿por qué no me avisaste antes?, mira como ando vestido” dijo evidenciando que el nerviosismo se había apoderado de él. –Oye viejo, vas a ir a conocer a tu nieta, no a una entrevista de trabajo- respondí y lo dejé tomar su trago antes que nos fuéramos a casa de Daniela.

Carla, quien se había tomado la tarde libre, abrió la puerta y saludó cariñosamente a mi padre. Este la abrazó espontáneamente como si se hubiese conectado de un segundo a otro un cariño especial entre ambos. Ya conocía a mi padre, esto me traería muchos comentarios por parte de él, de lo linda y amorosa que era. Dentro de su estructura familiar, la cual me había traspasado, no cabía familias divididas. Al enterarse que Carla estaba soltera comenzaría a convencerme de lo importante que sería para Daniela que con Carla construyéramos una relación de pareja. Si bien era algo que había pensado, los conceptos familiares tradicionales estaban bien arraigados en mí, pero por otro lado había postergado el concentrarme en lo que eran relaciones de pareja.

Cuando mi padre vio a Daniela se convirtió inmediatamente en abuelo. De seguro que al estar libre de responsabilidades, en educación y formación, respecto de Daniela le restaba carga importante a un vínculo que comenzó a generarse con una fuerza que no había esperado. No había pasado una hora y Daniela estaba en los brazos de mi padre. Los cariños entre ambos eran de una tremenda ternura. No recordaba que mi padre hubiese sido tan cariñoso en mi infancia o en cualquier otra etapa de mi vida. Lejos de estar celoso estaba feliz, que él entregara amor de una forma especial me ponía contento porque todos los beneficios de Daniela los hacía propio de una forma que no me había tocado vivir.

Al rato Daniela se vino a sentar en mis piernas y me rodeó con sus brazos. “Estoy muy contenta papá” dijo ella con un brillo en los ojos que me llenaban de felicidad. Ese día nos quedamos hasta como la una de la mañana. Daniela parecía estar tan contenta que era imposible que el sueño la alcanzara. Pero en una de las veces que se sentó en mis piernas yo comencé a hacer un cariño en su cabeza. Con mi mano recorría suavemente su cabeza, después entrelazaba su pelo con mis dedos y recorría sus cabellos. En diez minutos había caído dormida en mis brazos. Su rostro angelical mezclado con la vulnerabilidad que sentía en ella al verla dormir me hacía abrazarla y contemplar felizmente. Me sentía el protector de una princesa y eso me alegraba mucho.

Al rato miré a Carla para preguntarle algo y ella me respondió que la podía ir a acostar a su pieza sin que yo alcanzara a decir una sola palabra. Una vez en su cama ella buscó dormida un oso de peluche al cual abrazó con fuerza. De rodillas, a un costado de la cama, me quedé contemplándola y acariciando su rostro. –Te amo Daniela, te amaré toda mi vida- dije esperando que mágicamente ella sonriera como en las películas, pero no ocurrió. Todo lo contrario movió su mano alejando la mía como si fuera una mosca que la estuviese molestando. –Malditas películas- pensé y salí sonriendo de la habitación. Cuando llegué a la puerta me di cuenta que Carla estaba allí mirando como yo estaba acariciando a Daniela. Ella me sonrió y me dijo que teníamos una hija muy especial. –Tienes toda la razón, es la niña más especial que he conocido- dije y ella me sonrió mostrando que estaba muy contenta de la forma en que se estaban dando las cosas.

Al otro día al desayuno sabía que vendría el primer ataque de mi querido padre. “Daniela es una niña maravillosa, sacó toda la ternura a su madre. Que suerte la del novio de Carla, una mujer como esa no es fácil de encontrar” dijo él en forma obvia, él sabía que no tenía novio. –Te conozco papá, ahora empezarás a hablar de todo lo maravillosa que es Carla, pero debes entender que mi preocupación no está en buscar pareja. Estoy poniendo toda mi energía en construir una relación con Daniela de padre e hija y con Carla de padre y madre- dije haciendo un intento infructuoso de que desistiera con su estrategia. Estaba más que claro que no dejaría este tema, por lo que dejé que hablara sin ni siquiera poner atención en sus palabras.

“Tu silencio me dice que al menos estás pensando el tema” dijo y yo moví la cabeza asintiendo. Eso lo dejó tranquilo y pudimos retomar la conversación en la cuál Daniela era el foco.

Una llamada de Juan Andrés desde Chile interrumpió la charla, contesté y pude percibir que estaba muy nervioso. “Andrés, tenemos un gran problema. Los compradores están cuestionando el negocio, dicen que no tenemos la capacidad de producir a gran escala los protectores de los teléfonos móviles. Nuestro plan de crecimiento de venta se basa en que regalaremos estas carcasas, he revisado en Chile y encontré un solo proveedor que puede producir según la proyección de las ventas, pero nos cobra carísimo. Esto hace que nuestros flujos proyectados no sean válidos” señaló afligido y yo no perdí la tranquilidad. “Consigue tiempo, promete que habrá un contrato firmado de aquí a un mes. Yo pensaré en algo. Te llamo mañana, ahora estoy ocupado” dije cortando la conversación. Esto lo hacía para no dar pie a Juan Andrés a que me rebatiera y así él comprometiera el contrato.

Mientras mi padre hablaba mi mente se apoderaba de mí y no me permitía escuchar nada de lo que decía. Un problema había que solucionar y mi mente había dado la instrucción que sólo la información relevante para la solución del problema era la que tomaría mi atención. Tomé mi teléfono y comencé a googlear la palabra proveedores.

Concentrado miraba rápidamente la información que arrojaba la búsqueda, a lo lejos escuchaba la voz de mi padre que hablaba sin que yo pusiera una mínima atención. Era sólo un ruido, que ni siquiera era capaz de quitar la concentración que tenía puesta en mi teléfono. “¡Andrés!, deja de mirar ese maldito teléfono, no puedes ser tan mal educado” dijo mi padre gritándome y yo me asusté como si me pillaran haciendo algo malo. “Años de educación son arrebatados por ese maldito aparato” persistía mi padre con su reclamo. “Pareciera que me hubieses escuchado la mitad de lo que te dije” reclamaba mientras que trataba infructuosamente de recordar si quiera alguna palabra de lo que me había dicho.

-Disculpa viejo, saltó un problema en el trabajo y estaba tratando de ver si se me ocurría algo para ver como solucionarlo- dije dando una sincera escusa. “Tú y tu trabajo, siempre he pensado que trabajas como chino” dijo y mi mente comenzó a repetir una y otra vez su frase.

En mi estómago sentí una sensación de alegría, mientras mi mente seguía repitiendo una y otra vez la frase que había dicho mi papá. Eso significaba que había encontrado la solución del problema y sólo faltaba un par de segundos para que mi consciente la entendiera. Una vez que comprendí la solución al problema tomé mi teléfono y llamé a Juan Andrés dejando a mi padre con cara de molesto hablando nuevamente solo. “Aló, Juan Andrés, escucha bien. Saca pasajes a Hong Kong lo antes posible” dije y Juan Andrés me pedía nervioso de que le explicara un poco más. “Iremos a Hong Kong y a China a buscar algún fabricante de la carcasa para firmar un contrato que nos permitiera dar la tranquilidad que tenemos un proveedor a un precio que permitiese respaldar la proyecciones de flujo de caja del negocio. Cuándo me preguntó en cuánto tiempo debíamos volver, le dije que una semana era más que necesario, esto no porque tuviera algún grado de conocimiento, si no que no quería estar más tiempo separado de Daniela. Sabía que Hong Kong era uno de los centros de negocios más importantes del mundo y que la apertura de China al mundo ofrecía los mejores precios en casi todas las clases de productos.

Una hora después me llamó Juan Andrés y me dijo que había comprado pasajes para el lunes. –Viejo, me vas a matar, pero en unos cuantos días viajaré a Hong Kong y necesito que seas lo más presente que puedas con Daniela. En un principio frunció el ceño en señal de molestia, pero después pude ver un brillo en sus ojos que delataba que alguna maldad estaba tramando.

Con una parada un tanto arrogante, se echó para atrás en la silla mostrando que tenía dominada la situación, me pediría algo y yo no podría negarme. –Es difícil lo que me pides, recién ayer conocí a Daniela y me pides que sea presente. Difícil no es sinónimo de imposible. Difícil significa que se puede lograr si se pone la voluntad necesaria y foco en la solución del problema- decía mi padre dando rodeos. “Ve al grano viejo, ¿qué quieres?- pregunté tratando de acelerar la conversación. “Yo no quiero nada Andrés, tú me estás pidiendo algo y yo estoy pensando en cómo solucionarlo. No me cuestionarás por eso, era lo que me dijiste que hacías recién hace un rato cuando sonó ese maldito teléfono tuyo” acotó y lo dejé seguir su juego. “Ayer en la noche conversé con Daniela y me dijo que le gustaba mucho las películas, tú sabes que a mi también. Creo que la mejor forma de poder hacer establecer una relación más cercana con Daniela es hacer una noche de cine con ella” comentó mi padre y vinieron una serie de maravillosos recuerdos de aquellas noches en la que hacíamos esa actividad cuando era pequeño. Recordé cómo íbamos al supermercado a comprar cosas para acompañar la actividad.  Yo elegía a mi antojo cuatro cosas, él elegía una bebida para mí y su cerveza. Después no sentábamos juntos en el sillón y disfrutábamos viendo dos películas seguidas en los ya desaparecidos VHS. Recordaba ET, La guerra de las galaxias, Travesuras de un lobo quinceañero de Michael J. Fox, Gremlins, Una historia sin fin, Terminator, entre otras.

La actividad me pareció genial y accedí sin percatarme de sus intenciones ocultas. Él me dijo que se encargaría de coordinar el tema sin problema.

Durante la tarde, en mi habitación, me preocupé de buscar entre todos mis contactos datos de algún operador de negocio en China. No se trataba de llegar a ese país y preguntar por algún proveedor, necesitábamos a alguien que conociera el mercado y nos llevara a encontrar lo que buscábamos. Antes de salir de mi habitación recibí un correo de un amigo que me daba los datos de Rubén Ortiz, mexicano que radicaba en ese país y que hacía de trade para empresas pequeñas del mundo del retail. Dejé pasado un correo a Rubén y me fui a comer algo con mi papá, que me esperaba en el restorán del hotel.

“Hola hijo, que bueno verte” dijo mi padre con un tono raro. “Arreglé la noche de cine con Daniela, será mañana. Carla me dijo que sería mejor que yo estuviera solo con mi nieta y ella trataría de llegar más tarde” comentó generándome alegría, me gustaba la idea de esa actividad entre mi padre y Daniela. “Eso sí, Carla me preguntó si sabía que ibas hacer tú. Le comenté tu viaje y me dijo que tenía ganas de hablar contigo para  coordinarse en los días que no estarás. Creo que sería bueno que la llames para que se junten a planificar la semana que estarás fuera” dijo haciéndome mucho sentido.

Le mandé un whatsapp a Carla invitándola a cenar el viernes y respondió afirmativamente. Cuando le conté a mi padre, éste me respondió sin dar mayor importancia, lo cual me pareció extraño. –Te conozco viejo, caí redondo en tu juego. Apostaría mi vida a que tú le dijiste a Carla que yo quería conversar con ella y no ella a ti” dije y mi padre lo negó poniendo una cara de cínico que era evidente. –Ya sé a quien salí-  le dije y ambos nos reímos.


Camino a casa de Carla me vinieron recuerdos de muchas citas que tuve con Camila, tanto de novios como cuando nos casamos. Por un momento me llené de amargura y sentí que salir con Carla era un error, pero ya estaba hecho y traté de no darle más vuelta al tema.

Cuando vi a Daniela con esa sonrisa me alegré muchísimo, aún no lograba dimensionar el tremendo poder que tenía sobre mí esa princesa. Bastaba un pequeño gesto de ella para que mis estados de ánimo pudieran cambiar fuertemente. Le conté que su abuelo hacía esas noches de cines conmigo cuando era pequeño y a ella le pareció entretenido que mi padre repitiera la actividad con ella.

“Pásenlo bien” dijo Daniela con su siempre bella sonrisa. Sabía que ella fantasearía de alguna manera con su padre y madre juntos. Eso me producía una sensación extraña, sentía que si eso le hacía bien quizás yo debía intentar establecer una relación de pareja con Carla.

Durante toda la cena observé a Carla, su rostro; sus gestos; sus similitudes con Daniela  y sus palabras la definían como una hermosa y  buena mujer. Ella mantenía una gentileza conmigo que hasta ese momento no me había percatado. Cada vez que yo hacía una broma ella reía en forma delicada, poniendo la duda si esa risa era una forma de coquetear o simplemente parte de su dulzura.

Respecto del viaje no hablamos nada, ella tenía su rutina establecida y no necesitaba coordinarse en lo absoluto conmigo. Sólo me comentó que si podía ver algún traje de china se la trajera a Daniela, a ella le encantaban disfrazarse.  

Cuando veníamos de vuelta me di cuenta que sólo había visto cosas lindas de Carla, que además la valoraba con una buena madre. Sentía que si quisiéramos intentarlo teníamos gran chance de ser una buena pareja y logrando ser una linda familia.

Mi padre nos abrió la puerta haciendo un gesto para que guardáramos silencio, Daniela dormía en la sala. La tomé y la llevé a su pieza. Ella dormida me dijo que me quería mucho. Una vez que la acosté tomó mi cabeza para que me quedara a su lado. Sus ojos cerrados y respiración señalaban que ella dormía, le acaricié su frente y después le di un beso. De rodillas la acompañé un rato, miré hacia la puerta y vi que Carla estaba nuevamente parada mirándonos, pero esta vez era diferente, vi a Carla como mujer y no como madre. La imagen de los tres se me grabó en la cabeza, de alguna forma la atesoré porque mostraba la familia que siempre había querido formar. –Quizás sí vale la pena intentarlo- pensé.



Capítulo X,