sábado, 31 de diciembre de 2011









El Diario del @Gerente 2012

Segunda Parte


"Adiós al bueno"



gerente2012@gmail.com








 

Capítulo I, El Funeral


Después de un mes en la clínica, el Doctor Aranda me dio de alta diciendo que estaba recuperado, ya no presentaba ningún tipo de alteración de conciencia. “Andrés, te voy a hacer dos recomendaciones, creo muy importantes. La primera es que sigas escribiendo tu historia, creo que el escribir ha ayudado que tú recuperación sea increíble y de seguro te ayudará a encontrar un camino que sé que has perdido. La segunda es que  mantengas el tratamiento de la sertralina y continúa visitando a tu psiquiatra hasta que te dé el alta también. Con esos consejos y una extraña sensación abandoné el lugar que me había acogido por casi tres meses. La palabra “acogido” puede utilizarse en un servicio de salud privado antes de que te llegue la cuenta, ya que con ella en tus manos sólo repites una y otra vez “malditos hijos de puta”.

Mi padre había trasladado mis cosas a su casa, no tenía sentido volver a la mía a enfrentar recuerdos de una vida truncada, sueños rotos y por sobretodo una fuente de culpas que aún me atormentaban.

El primer día fuera de la clínica me puse mi traje marengo y me reuní con el Alejandro Martínez, quien era el presidente de Global Tec. En esta empresa, dedicada a la prestación de servicio a grandes empresas del rubro de las telecomunicaciones, yo había sido gerente general en los últimos tres años. Mi desempeño había sido sobresaliente y había un agradecimiento por mi gestión. Era claro que mi afección, producto del accidente de mi esposa, me hacían ver como una persona con potenciales trastornos mentales. Esto significaba que lo más probable era que no quisieran seguir trabajando conmigo. Yo no me enfrentaría a un despido por ningún motivo, por lo que el objetivo de la reunión fue renunciar y negociar una indemnización.

De seguro todo lo que me había ocurrido sensibilizó a Alejandro y mi salida voluntaria le restaba culpa, ya que le evitaba el mal rato de despedirme. La indemnización acordada fue bastante generosa, podía incluso vivir tres a cuatro años sin necesidad de trabajar para poder costear mis gastos.

Resuelto el tema coordiné con mi padre un viaje a su posada en Trindade, él había comprado pasaje para él a la mañana siguiente y para mí a medido día. Él debía llegar a coordinar con urgencia algunos temas pendientes, no regresaba desde el día del accidente y estaba ansioso por volver. Por mi parte, debía hacer una acción previa antes de partir a Brasil.

Una despedida pendiente era con mi esposa, debía hacer el quiebre en mi vida que me permitiera seguir adelante. Manejé hasta el cementerio donde había sido sepultada, funeral al que no fui debido a que me encontraba en la clínica sin conexión a la realidad.

Un ramo de doce rosas rojas fue el que compre en la entrada del recinto, con el que caminé hasta llegar a su tumba. “Camila vino a dejar sonrisas y fue llamada por el Señor. Camila Benavente 1977-2011”, era lo que estaba escrito en la piedra que indicaba el lugar donde estaba enterrada.

Saqué mis lentes oscuros y me los puse escondiendo una mirada de máxima tristeza que era la que dominaría mi rostro. –Maravilloso fue el día que te conocí en aquel matrimonio, maravilloso fue el día en que nos abrazamos sellando una promesa de amor eterno y maravillosos fueron muchos momentos de nuestras vidas. Quien sabe porque Dios hace las cosas, pero los maravillosos momentos fueron opacados por nuestra incapacidad de tener hijos y por la rutina diaria que nos hizo alejarnos y a mi convertirme en un hijo de puta que olvidó que tenía el más maravilloso regalo que un hombre puede tener: una mujer que lo ame como lo hiciste tú. Cami te pido disculpas, jamás quise hacerte daño ni hacerte pasar un mal rato, el trabajo me cambió me hizo tener que variar mi personalidad para triunfar en un medio altamente competitivo perdiendo de vista lo que realmente era importante, tú eras lo importante. Es fácil ver quien tiene la culpa, tu ahora en el paraíso gozando el premio de tu buen pasar por la tierra y yo en este infierno castigado por mi errores. Cami te amé con mucha fuerza y ahora me despido hasta quien sabe cuándo- dije mientras formé un corazón con la docena de rosas y en el centro puse mi anillo de casado.

Este momento fue clave, era el punto de inflexión de mi vida en el cual asumía que el afecto de parejas no era para mí, el mundo era sólo un lugar para triunfar y yo así lo haría. Tomé mi Iphone y seleccioné la canción de Metallica “The Unforgiven”, puse mis audífonos y la escuché parado sin hacer ningún movimiento salvo el de mis lágrimas que caían por mi rostro estrellándose en el verde pasto del lugar.

The Unforgiven
                                             
Sangre nueva se une esta Tierra
Y rápidamente él es sometido
A través de constante desgracia dolorosa
El joven aprende las reglas de ellos

Con el tiempo el chico se acerca
Este muchacho azotador lo hizo mal
Privado de todos sus pensamientos
El joven lucha y lucha, él conoce
Una promesa para él mismo
Que nunca a partir de hoy
Le quitarán su voluntad

Estribillo:
Lo que sentí, lo que supe
Nunca brilló a través de lo que mostré
Nunca existo, nunca yo
No veré lo que pudo haber sido
Lo que sentí, lo que supe
Nunca brilló a través de lo que mostré
Nunca libre, nunca yo
Entonces te nombro imperdonado

Dedicaron sus vidas
A dirigir todo lo de él
Él trata de complacerlos a todos
Él es este hombre amargo

Durante todo su vida lo mismo
Constantemente combatió
Esta lucha que no puede ganar
Ellos ven un hombre cansado que ya no se preocupa
El viejo entonces se prepara
Para morir arrepentido
Ese viejo de aquí soy yo

Mientras escuchaba la canción me prometía que estas serían las últimas lágrimas de mi vida, el sufrimiento de los últimos acontecimientos confirmaban que la decisión tomada en la azotea del edificio era la correcta. Un hombre bueno como yo no era para este mundo por lo que al decidir quedarme, el control de mi vida lo tendría el malo engañando mi alma con una falsa felicidad generada por las endorfinas que liberaría el lindo.

Así, esta despedida no era sólo a mi esposa, significaba el entierro de la personalidad que más amaba de mí. El bueno no estaba preparado para vivir en este mundo, no era capaz de soportar los golpes de la vida, sufría mucho con la maldad del ser humano y por sobretodo los sentimientos negativos que son expresados con mucha facilidad por las personas. Este es un mundo de ganadores y perdedores que no dejan espacios para los buenos que llevábamos dentro. Quizás mi pensamiento triste era influenciado por todos los acotamientos que había vivido en el último tiempo, pero era lo que me había tocado vivir. Esa fue una despedida con mucha pena, ese fue el funeral del bueno el que me había acompañado por mucho tiempo, pero ya no resistía más golpes.

Me di media vuelta y caminé hacia el auto, puse mis manos en los bolsillos y me encontré con la última caja de sertralina que me quedaba. Me paré al lado de un basurero y pensé que muerto el bueno ese tratamiento ya no era necesario. Lancé la caja dentro de la cesta confundiéndose rápidamente con el resto de la basura.

Una vez en mi auto me miré al espejo y me dije –ahora a pasarlo bien- y manejé a la casa de mi padre en busca de las maletas y del transfer que me llevaría al aeropuerto. De ahí el viaje sería a Brasil en busca de las aventuras y la fortuna necesaria para cumplir mi promesa que el año dos mil doce sería el año de mi máximo éxito profesional.

 

Capítulo II, El Paraíso

Antes de subir al avión tenía una sensación extraña, sabía que dejaba atrás mucho de lo que había construido, sintiendo que el viaje sería más que un descanso en una linda playa brasileña. Una sensación de huir sin enfrentar mis problemas también se apoderaba de mí, nunca antes había sentido esto ya que todos mis problemas los enfrentaba y resolvía de la mejor forma. Cuando el avión despegó todas esas sensaciones desaparecieron, un hermoso  cielo de color celeste acompañado de grandes nubes de algodón a las que miraba hacia abajo me dieron una sensación de tranquilidad. Me sentí libre, sin ataduras ni remordimientos, sólo había que vivir como lo enseñó el profesor Kitting de la película “la sociedad de los poetas muertos”. Las palabras Carpe Diem tomaban un significado importante en mí, era hora de dejar de pensar en almuerzos con nietos e hijos en treinta años más, era hora de disfrutar cada día de los que vendría en los próximos treinta años. Sabía que esta postura sacaría lo mejor de mí y me llevaría en algún minuto a conectar con algún desafío profesional, sin que yo lo buscara. –Todo pasa por algo, lo seguiré creyendo pero sin preocuparme por entender ese algo- pensé mientras me quedé profundamente dormido en el vuelo.

Una vez que llegamos a uno de los dos aeropuertos que tiene la ciudad de Río de Janeiro, un relajado mulato con pantalones cortos y camisa abierta tenía un letrero que decía mí nombre. “Bom Día” dijo el mulato saludándome, presentándose como Edson y conversando en un lenguaje que era una mezcla entre portugués y español que para mí era fácil de entender. Nos montamos en una camioneta que era de mi padre y nos fuimos rumbo a Trindade en un viaje que duró tres horas aproximadamente. Me comentó como este lugar por muchos años fue un lugar al que sólo iban hippies y surfistas, por su difícil acceso lleno de acantilados,  pero en el último tiempo se había hecho más conocido llenándose de turistas y fiestas en temporada alta. A veintinueve kilómetros estaba la histórica ciudad de Paraty que según la historia fue poblada a mediados del siglo XVI. Esta es pequeña, compuesta por cerca de treinta mil habitantes, pero su casco histórico mezclado con un maravilloso océano le da una belleza fascinante.

Cuando le pregunté sobre las mujeres hizo unos gestos exagerados con manos, boca y dijo que: “Las mojeres in tindaachi son las mais bonitas du mundo”. Comentario que me hizo sentir que estaba en el lugar preciso. Le pregunté si había actividad nocturna y me dijo sonriendo  y mostrando una gran dentadura blanca que contrastaba con el color de su piel, que no importaba el lugar en el que me encontrara en Brasil, era un país en el que la vida nocturna era tan abundante como las mujeres lindas.


Cuando llegué a la posada de mi padre me sorprendió su vestimenta: un hombre descalzo con pantalones cortos y una camisa que dejaba cuatro botones abiertos en la parte superior mostraban a un hombre muy relajado. Cuando lo saludé él se encontraba colgando un traje de baño estilo “sunga” que preferí imaginar que no era de él. El contraste de un padre estricto y formal al de uno en sunga no era algo para lo que estaba preparado, había otras formas menos perturbadoras de ver su cambio.

La posada era sencilla, con una cocina que sólo daba el tradicional abundante desayuno brasileño también conocido como “Café du Mañana”. Una terraza de madera construida sobre la arena blanca de una playa maravillosa con un oleaje que invitaba a bañarse jugando con las olas. Seis hamacas dispuestas para un descanso a cualquier hora del día estaban a lado de la terraza gozando de una sombra que permitía que la temperatura no fuese tan alta. La posada tenía doce habitaciones, todas copadas en ese momento dado que era temporada alta. Personas solas, grupos de amigos, parejas y dos hermosas mujeres de aproximadamente treinta años de edad a las que miré buscando coquetear, pero me miraron como si no existiese.

Almorzamos con mi padre en la terraza disfrutando de la hermosa vista y escuchando como las olas reventaban a no más de treinta metros de distancia, nos servía la comida una mujer de piel muy oscura, trasero grande y firme, sonrisa amplia y con una gracia en sus movimientos que me dejaban hipnotizado. “No se te ocurra Andrés, hay muchas mujeres bellas en este lugar para que me revuelvas el gallinero con el personal de la posada” dijo mi padre en forma seria alertado por mi mirada y de seguro por la cara de idiota que ponía sin darme cuenta.

Después de almorzar me invitó a caminar por la playa, me dijo que me pusiera algo más cómodo mientras sacaba la sunga del colgador. –Papá estoy recién llegando y el lugar me gusta, no me crees un trauma poniéndote esa tanga- dije haciéndolo sonreír.  Caminamos a lo largo de la playa con un sol que me llevó a caminar mojándome los pies en las tibias aguas del celeste mar. El aire, el ambiente, la alegría y el relajo de las personas hacían que mis problemas pasaran a segundo plano. Era hora de pasarlo bien y cada segundo que pasaba sentía que estaba en el lugar correcto. Ni hablar de las mujeres, todas en diminutos trajes de baño que casi no dejaban imaginarse que era lo que tapaban, pero al mismo tiempo la liberaba para pensar en las diferentes formas que había de quitárselos.

La conversación con mi padre fue espectacular, al principio me puso al día de su estadía en Brasil y como este cambio lo había hecho tener una visión más relajada de la vida. “Creo que este clima hace que tu cuerpo viva más expuesto, más relajado sin más preocupaciones que disfrutar la vida” decía mi padre abandonando toda esa imagen de seriedad con la que había crecido. A medida que relataba su experiencia y vivencias en Brasil me sorprendía cada vez de aquel hombre que había sido capaz de romper el paradigma del hombre tradicional. Pensé que quizás las ganas o la capacidad de romper paradigmas la había obtenido de él.

Antes de volver a la posada me lancé al mar sintiendo el exquisito relajo que produce el agua salada a una agradable temperatura sobre un cuerpo que había caminado bajo el sol por casi dos horas. Me lanzaba piqueros hacia la ola justo antes que esta reventara rompiéndola tal cual lo hacían la mayoría de los niños en la playa. Cuando comenzaron a aparecer olas de aproximadamente dos metros comencé a lanzarme con ellas y me arrastraban hacia la orilla como lo hace con una tabla de surf. En una de las tiradas sin darme cuenta choque con una mujer quien cayó al agua sentada y antes de pararse una segunda ola la dio vueltas dejándola con el pelo revuelto, la cara llena de arena y la parte inferior en las rodillas quedando al descubierto un trasero perfecto. No era necesario conocer el idioma para poder saber que lo que decía eran insultos hacia mí. Cuando traté de ayudarla a pararse rechazó mi mano mientras me gritaba justo cuando llegaba otra mujer a socorrerla, eran las dos mujeres solteras que estaban en la posada de mi padre. En medio de los gritos de ambas pedí disculpas y me despedí, al dar la vuelta sonreí contento ya que había dejado de ser indiferente para ellas.

Cuando llegué a la posada le dije a mi padre que había escuchado a las dos mujeres hablar muy mal del servicio. Le aconsejé invitarlas a cenar en la terraza como huéspedes de honor, le ofrecí mi compañía para hacerlas reír o coincidir en temas de conversación con ellas. Mi padre agradeció mi ayuda y pidió que adornaran la terraza para ofrecer una rica y hermosa cena a las jóvenes mujeres.

Cuando ordené mi ropa me di cuenta que no tenía ninguna prenda acorde con el lugar, por lo que fui a una tienda y compre un par de pantalones artesanales de color azul y una camisa de manga corta blanca, que al igual que mi padre usaría liberando la mayoría de los botones superiores. Una vez duchado y vestido acorde con el lugar me puse mi tradicional colonia Polo de Ralph Lauren y fui a la terraza donde ya estaba mi padre coordinando la cena.

Ocho antorchas iluminaban el lugar, una mesa de mantel blanco con cuatro puestos, ricos platos y por sobretodo mucha fruta tropical era la comida preparada. La mujer morena que había servido el desayuno lucía ropa de servicio elegante dando un toque especial al lugar. Me sorprendí la preparación que había dado mi padre al lugar, quien me contó que las mujeres habían aceptado agradecidas la invitación.

Yo me encontraba de espalda a la entrada cuando escuché a mi padre saludar a las mujeres, cuando en portugués le dijo que su hijo las acompañaría me llamó y me di vuelta hacia ellas mientras la mujer con la que había chocado dejaba escapar una grosería. Mi padre me miró sabiendo que le había escondido algo de información, pero yo pasé por su lado levantando los hombros en señal que no sabía qué pasaba. Su cara de incredulidad me hacía sentir bien, sentía una especie de control de la situación que me gustaba.

En la cena  dejé que la rubia dejará ver el caballero encantador que soy, siendo cortés, atento y preocupado por ella. En un par de ocasiones logré hacer un par de bromas que sacaron risas a ambas. Estaba listo, mi peor escenario dormir sólo con la rubia y el mejor era hacer un trío con dos bellezas brasileñas. Todo en mi primer día en Brasil, era claro que estaba en el lugar preciso.

Una vez terminada la cena les comenté a las mujeres que era mi primer día en Trindade y que les agradecería si ellas me acompañaran a dar una vuelta por el pueblo, ellas accedieron sonriendo y diciendo que conocían un buen lugar al que podíamos ir a pasar los tres. Le hice un guiño a mi padre quien sonrió, se despidió dejando agradecidas a las mujeres por la cena ofrecida.

Cuando llegamos a un bar muy sencillo, la rubia me tomó de la mano y comenzó a bailar conmigo. Yo tomé la mano de la mujer y nos pusimos a bailar los tres estando yo al medio de las bellezas, ahí confirmé que me encontraba en el paraíso. La sensualidad con que bailaban las mujeres hacía que el caballero que era se convirtiera en un hombre más osado, cambio que estaba seguro que excitaba a las mujeres.

Después de un rato nos pusimos a conversar y me enseñaron muchas palabras portuguesas que al mencionarlas pensé que habían sonado muy gracioso, se reían mucho cada vez que las decía. Días después supe que me engañaron y que las palabras que me habían enseñado eran sólo groserías. De todas formas toda esa risa produjo gran cantidad de endorfinas, que mezcladas con dos caipiriñas que nos tomamos cada uno pusieron los ingredientes para que la segunda ronda de baile fuera más erótica aún. Ellas besaban mi cuello y con sus manos recorrían mi espalda y barriga. Después de un rato le dije que si querían volver a la posada y ambas aceptaron sonriendo.

Abrazados los tres llegamos a la habitación de estas diosas brasileñas, antes de entrar la rubia me preguntó si quería ver un beso erótico entre ella y su amiga. Yo no podía creer lo que pasaba, acepté la propuesta mientras las mujeres entraron a la habitación para cambiarse de ropa. Mientras veía las sombras de sus hermosos cuerpos dibujadas en las cortinas de la habitación no paraba de decirme: –Trindade bendito paraíso-.

Una vez listas las mujeres abrieron la puerta y salieron vestidas en ropa interior de encaje. Me preguntaron si estaba listo para ver el beso y yo indiqué que sí. Nunca había sabido porque los hombres fantaseamos con dos mujeres en esa situación hasta ese momento. Los hombres admiramos muchas cosas de la mujer, pero la sensualidad en un momento erótico es lo máximo. El cuadro que veía yo multiplicaba por dos esa sensualidad produciéndome gran excitación. Cuando las mujeres terminaron de darse un beso me dijeron que antes de entrar debía responder una pregunta. Ellas me preguntaron si yo era fiel y les dije que sí, ellas respondieron que ellas también, que eran novias y me cerraron la puerta riéndose a carcajadas.

Me sentí un poco idiota al principio, mientras yo me sentía el galán seduciendo dos bellezas ellas habían aprovechado la circunstancia para hacerme una broma y yo había caído completamente. Me fui a una terraza en un segundo piso de la posada y me senté a observar como la luna se reflejaba en el mar. Me reí de la broma, me relajé con el viento y con la vista y sentí que esta nueva etapa en mi vida estaba comenzando bien.



 

Capítulo III La vida Loca

Después de la broma de las mujeres pensé que debía enfocarme en fortalecer la relación con mi padre antes de lanzarme de nuevo a fiestas y bellas mujeres. Una semana fue la que pasamos juntos conversando desde el desayuno hasta antes de dormir. Un año y medio había pasado antes del accidente sin que nos habláramos, teniendo ambos muchas cosas que contarnos.

Las conversaciones fueron la forma que tuvimos de conectarnos, de volver a estructurar la relación de padre e hijo después de haber incorporado muchas experiencias que ayudaron a que esa relación fuese más fuerte que nunca. “Mi querido Andrés, tu madre debe estar feliz en este momento, ella sufrió bastante con nuestros desencuentros. El que el destino nos reúna y nos haya permitido construir esta relación tan rica en sólo una semana es algo que agradeceré por siempre” dijo mi padre dándome un abrazo.

Por mi parte sentía que al estructurar la relación sin prejuicios y abandonando roles hizo que el cariño se sobrepusiera a todo y nos permitiésemos vernos y aceptarnos tal cual éramos. –Gracias papá por haberme apoyado en la etapa más difícil de mi vida, salir adelante no hubiese sido posible sin tu ayuda- dije poniendo una mano sobre su hombro. El me respondió que salir adelante no era algo que estuviese hecho, sabía que mi equilibrio aún no lo había logrado y que el correr del tiempo sumado a la recuperación física haría que también se recuperara el alma, esta era la más importante.

Esa noche conversamos tomando unas caipiriñas en la terraza que estaba sobre la playa. La tranquilidad por haber reconstruido la relación con mi padre me daba una especie de seguridad que me gustaba. Por otro lado, la mezcla entre el alcohol y el calor me dieron ganas de salir a recorrer el pueblo de noche.

Un par de lugares recorrí sin sentirme cómodo, la verdad hace tiempo que no salía de esta manera y no sabía cómo actuar. Así fue que en ambos lugares me tomé dos tragos esperando que algo pasara y la imagen patética que percibía de mí me hizo buscar otros bares.

En el tercer lugar comenzaba a ser lo mismo, pero cuando pusieron la canción Living la vida loca de Ricky Martin algo pasó en mí, me volví a sentir un ganador, un galán y me percaté de unos hermosos ojos negros que no paraban de mirarme. Al mirarlos fijamente y con gran seguridad tuve una respuesta de vergüenza de señorita con su mirada al suelo y la invitación a seguir un entretenido juego con el brillo de una hermosa sonrisa. La mujer logró despertar en mi a esa personalidad que denomino “El lindo” y con unas pizcas de “El Malo” sabía que sería irresistible para ella. Como dicen en Argentina estaba dispuesto a poner toda la carne a en la parrilla.

Vive la vida loca
La reina de la noche
La diosa del vudú
Yo no podré salvarme
Podrás salvarte tú?
La tela de la araña
La uña del dragón
Te lleva a los infiernos
Ella es tu adicción
Te besa y te desnuda con su baile demencial
Tú cierras los ojitos y te dejas arrastrar
Tú te dejas arrastrar

[Chorus]
Ella que será
She’s livin’ la vida loca
Y te dolerá
Si de verdad te toca
Ella es tu final
Vive la vida loca
Ella te dirá
Vive la vida loca
Vive la vida loca
She’s livin’ la vida loca

[Verse 2]
Se fue a New York City
A la torre de un hotel
Te ha robado la cartera
Se ha llevado hasta tu piel
Por eso no bebía
Da tu copa de licor
Por eso te besaba
Con narcótico sabor
Es el beso de calor

Te besa y te desnuda
Con su baile demencia
Tú cierras los ojitos y te dejas arrastrar
Tú te dejas arrastrar
Ella que será
She’s livin’ la vida loca
Y te dolerá
Si de verdad te toca
Ella es tu final
Vive la vida loca
Ella te dirá
Vive la vida loca

La reina de la noche
La diosa del vudú
Yo no podré salvarme
Podrás salvarte tú?
La tela de la araña
La uña del dragón
Te lleva a los infiernos
Ella es tu adicción
Te besa y te desnuda con su baile demencial
Tú cierras los ojitos y te dejas arrastrar
Tú te dejas arrastrar

Ella que será
She’s livin’ la vida loca
Y te dolerá
Si de verdad te toca
Ella es tu final
Vive la vida loca
Ella te dirá
Vive la vida loca
Vive la vida loca
She’s livin’ la vida loca


Se fue a New York City
A la torre de un hotel
Te ha robado la cartera
Se ha llevado hasta tu piel
Por eso no bebía
Da tu copa de licor
Por eso te besaba
Con narcótico sabor
Es el beso de calor

[Chorus]

[Verse 3]
Te besa y te desnuda
Con su baile demencia
Tú cierras los ojitos y te dejas arrastrar
Tú te dejas arrastrar
Ella que será
She’s livin’ la vida loca
Y te dolerá
Si de verdad te toca
Ella es tu final
Vive la vida loca
Ella te dirá
Vive la vida loca

El coqueteo que se dio fue sensacional; muchas miradas, risas y un par de vasos alzados haciendo salud fueron las acciones ejecutadas por la sensual mujer durante toda la canción. Sus ojos cada vez me hipnotizaban más, sus facciones eran similares a la de una gitana lo que le deba un toque de belleza excéntrica que me encantaba. Cada segundo que pasaba descubría un encanto en ella, una promesa implícita de una gran aventura, una que nunca había vivido me tenía vuelto loco.

Cuando me acerqué a conversar le ofrecí mi mano para saludarla, la tomó y me tiró hacia ella dándome dos besos, uno en cada mejilla. Ella comenzó a hablarme en español con un acento un poco extraño, quizás provenía de Europa Oriental. Yo le respondí en español que no había visto mujer en todo el mundo que hiciera perderme en la profundidad de sus ojos. Ella puso su mano en mi mejilla y me dijo que yo era un encanto.

Me indicó que percibía en mí que tenía una historia que contar, que se notaba en mí los golpes de la vida como también el encanto de un seductor. “Seré franca contigo, te vi desde que cruzaste la puerta y me causó algo extraño. Tu sonrisa y tus ojos de media luna me sedujeron en forma automática, pero el aura de misterio que tienes hace que me vuelva loca y tenga ganas de dejar todas las buenas costumbres que me enseñaron mis padres” dijo la mujer pasando su mano por mi pecho.

Justo cuando nos servían dos tragos la mujer se arrojó sobre mí tomando mi cabeza con su mano derecho y comenzó a besarme de una manera exquisita. Nuestras bocas húmedas y resbalosas comenzaron a jugar mientras los ojos se nos cerraban de manera instintiva. Después de unos segundos su mano izquierda la ponía sobre mi cuello y yo la tomaba por la cintura con ambas manos. Cuando ella jaló mi cabeza con su mano izquierda contra su cabeza, produciendo mayor presión en el beso, yo la apreté contra mi cuerpo haciendo que nuestras pelvis se juntaran. Cerca de dos minutos duró uno de los besos más embriagadores que he tenido en toda mi vida. Ella tomó los tragos, me pasó el mío y me llevó de la mano a una mesa  que le llegaba poca luz.

Después de veinte minutos sentados, besándonos, bebiendo nuestros tragos y dejando que una de mis manos recorriera sus piernas desde los tobillos hasta la cintura mientras la otra recorría sus firmes pechos ella me invitó a pasar la noche a su departamento. Yo, como buen caballero que soy, acepté.

El alcohol y la excitación habían hecho efecto en mí, al pararme me sentí un poco mareado y caminé con dificultad abrazado de la mujer. Unos diez metros después de la salida comencé a ver todo borroso, las luces comenzaron a girar en torno a mí y la belleza europea me hablaba sin entenderle nada. La incómoda situación duró unos minutos hasta que sentía que me caía el suelo mientras mis ojos se cerraban.

Cuando mis ojos comenzaron a abrirse sentía una gran desorientación, como también mucho frío producto de una brisa marina que golpeaba justo sobre mi piel. A medida que fui tomando consciencia me di cuenta que estaba acostado desnudo sobre la arena de la playa y mi entrepierna era cubierta con la misma arena. Al principio pensé que había pasado una tremenda noche, pero no lograba recordar nada. Esperé un rato a que apareciera la exótica mujer sin tener resultados.

Después de media hora pasó Edson, el muchacho que me había ido a buscar al aeropuerto. Le pedí que me prestara su toalla mientras le relataba la historia que me había pasado, mientras él se reía y repetía “Viuda Negra”. Después que vio que su risa me incomodaba me comentó que se sabía de una mujer misteriosa que deambulaba por todas las playas que se ubican entre el estado de Sao Paulo y Río de Janiero. La mujer seducía a los hombres, les ponía una droga en el trago y antes que sus víctimas se desmayaran los sacaba del lugar para robarle su dinero y tarjetas de crédito. Me comentó que la droga, de la cual no había antecedentes, era tan fuerte que sus víctimas olvidaban su rostro haciendo incluso que los más idiotas volvieran a caer en su trampa. La mujer era conocida como Viuda Negra y que sospechaba que debía tener apuros económicos porque nunca se había visto que robara la ropa de sus víctimas.

Mi caso había sido diferente, yo recordaba cada detalle de su rostro, sus gestos y cada centímetro de su piel que había sido recorrido con mis manos. Quizás era un buen premio de consuelo para mi ego pensar que la seducción usada en el robo había sido influenciada por mí. Estaba seguro que a la mujer le había gustado y esperaba que esa no fuera la única vez que supiera de ella.

Cuando llegué con la toalla a la posada de mi padre éste me dijo que me conocía bien y que dudaba que me hubiese levantado para ir a la playa. “De seguro llegó un novio antes de lo esperado y tuviste que salir corriendo por la ventana sinvergüenza. No tienes remedio Andrés eres más caliente que yo en mi juventud”, dijo mi padre riéndose e invitándome a tomar desayuno en la terraza.

Después del desayuno llegó la mulata atractiva que había servido el café con un paquete grande que venía a mi nombre. Al abrirlo me percaté que el contenido de éste era toda mi ropa del día anterior y mi billetera que traía todo menos mis tarjetas de crédito ni mi efectivo. Además traía una nota dirigida a mi nombre, que decía:

“Querido Andrés:

La noche de ayer fue planificada de una manera y resuelta de otra. Sacarte la ropa fue la manera que se me ocurrió de liberar mi excitación. Te devuelvo  tus ropas y documentos. Me quedo con tus tarjetas y efectivo, que fue el costo por la experiencia de ayer.  Tu sonrisa y ojos me los llevo como recuerdo.

Viuda Negra.”

Lejos de sentirme asaltado me sentía extraordinariamente bien, había sido capaz de seducir a la mujer más enigmática que había visto  en toda mi vida y eso mi ego lo agradecía. Sentí que esta fue la señal que mi paso por Trindade llegaba a su fin, navegué por mi teléfono y busqué un lugar sudamericano para viajar. Buenos Aires fue el elegido, de inmediato me vino la imagen del avatar de una fiel seguidora Argentina. Mi locura sería forzar un encuentro con ella, seducirla sin que supiera que yo era @Gerente2012.

 

Capítulo IV La ciudad de la furia

“Andrés no sé si sea el momento de irte, creo que aún no encuentras tu equilibrio. En todo caso si no es acá conmigo espero que donde vayas lo encuentres” dijo mi padre mientras me despedía en el aeropuerto de Río de Janeiro antes de partir rumbo a Buenos Aires.

Mientras estaba en la sala de embarque miraba a las personas sintiendo el estrés que traían, yo estaba sobre eso. Si perdía el avión lo perdía, quizás sería la oportunidad de elegir otro destino. Por otro lado, el viaje no tenía expectativas por lo que nada podía salir mal. Sentía un relajo tremendo porque no tenía nada que perder, lo que me hizo recordar en la respuesta de un jefe cuando le pregunté porque no tenía miedo de perder el trabajo. “Andrés, no tengo miedo de perder el trabajo porque no es mío, como tampoco mi oficina, mi secretaria, mis lápices ni mis futuros sueldos. Despréndete de lo que tienes y serás libre” dijo sin que yo entendiera alguna palabra hasta ahora. Yo no tenía una vida, por lo que no tenía miedo de perderla, no tenía donde llegar por lo que no tenía a nadie que me esperaba, no tenía compromisos por lo que no tenía a nadie a quien decepcionar.

Cuando llegué al aeropuerto de Ezeiza en la capital federal de la República Argentina fue un desastre. Las maletas no aparecieron por ningún lado y no me importó, ni siquiera hice un reclamo, era señal de que debía comprarme ropa nueva.

Cuando un taxista me preguntó si necesitaba transporte le dije que sí y ofreció sus servicios, cuando me preguntó dónde iba le dije que no tenía idea. Él respondió con un tono argentino “boludo me estás cargando, che no estoy para pendejadas. Pibe estoy laburando no jugando…”. Mientras se calentaba con gran facilidad le dije que se calmara que no sabía dónde ir, pero dejaría que él me llevara donde quisiera. Le pasé mil dólares y le dije que lo necesitaba de guía y de transporte exclusivo. Él me dijo que me cobraba dos mil dólares por el servicio, le quité el dinero y le dije que el pendejo que “cargaba” a la gente parecía que era otro. Él se me acercó de nuevo y dijo: “lo haré por mil dólares para que vos veas que el pueblo argentino quiere al turista”.

Mientras el taxista manejaba y hablaba hasta por los codos yo comencé a twittear y escribí:      –Saliendo de Ezeiza rumbo a Buenos Aires, alguna linda argentina dispuesta a invitarme a almorzar?- Inmediatamente llegaron tweet saludándome y algunos mensajes directos de seguidoras que querían almorzar conmigo, pero ninguno de ellos era el de Andrea, seguidora a la que deseaba conocer.

Andrea también era Gerente, por las fotos que subía como avatar suponía que estaba en los cuarenta años, separada y con hijos grandes. Justo la mujer con la que quería estar, madura, sin prejuicios y dispuesta a tener buen sexo si la situación lo ameritaba y de eso me encargaría yo.

Cuando le dije al taxista que necesitaba comprar ropa me dijo que me llevaría al Paseo Alcorta del barrio norte. Por unos minutos intercambiamos palabras y él se sintió muy en confianza, más allá de lo que yo podía esperar. “Pibe, conozco a los de tu tipo son unos gozadores y este viaje por esta ciudad lo gozarás” dijo el taxista mientras sacaba un cigarro de marihuana y lo prendía sin ningún temor. Yo no fumaba marihuana desde la universidad y por años lo había sentido como una etapa superada, pero ahora no perdía nada, un poco más de locura al viaje no haría daño.

Después de varias fumadas, sentir el efecto de relajo de mis músculos y como mis sentidos se exacerbaban el taxista puso la canción “La ciudad de la furia” versión unpluged de Soda Estéreo y Aterciopelados. “Con esta canción sentirás un viaje perfecto y si no te gusta nos podemos ir a la concha de la lora” dijo el taxista e inmediatamente después ambos nos reímos a carcajadas como idiotas.

La canción se apoderaba de mí mientras mi cuerpo se hundía en el asiento del auto y mi mirada se enfocaba en las personas que recorrían serias las grises calles de la ciudad. Comencé a fantasear en el encuentro con Andrea,  me sentiría un ave de presa en busca de ella en esa ciudad donde nadie sabía de mí. Pasaríamos una noche magnifica y yo dormiría entre sus piernas y ambos desapareceríamos a la mañana siguiente como si este encuentro hubiese existido sólo en nuestra imaginación.

La Ciudad de la Furia

Me veras volar
por la ciudad de la furia
donde nadie sabe de mi
y yo soy parte de todos.

Nada cambiara
con un aviso de curvas
ya no hay fabulas
en la ciudad de la furia

Me veras caer
como un ave de presa
me veras caer
sobre terrazas desiertas
te desnudare
por las calles azules
me refugiare
antes que todos despierten

Me dejaras dormir al amanecer
entre tus piernas
entre tus piernas

Sabrás ocultarte bien
y desaparecer
entre la niebla
entre la niebla
un hombre alado
extraña la tierra

Me veras volar por la ciudad de la furia
donde nadie sabe de mi
y yo soy parte de todos

Con la luz del sol
se derriten mis alas
solo encuentro en la obscuridad
lo que me une
con la ciudad de la furia

Me veras caer
como una flecha salvaje
me veras caer
entre vuelos fugaces
Buenos Aires se ve
tan susceptible
ese destino de furia es
lo que sus caras persisten

Me dejaras dormir al amanecer
entre tus piernas
entre tus piernas

sabrás ocultarte bien
y desaparecer
entre la niebla
entre la niebla
un hombre alado
extraña la noche

Cuando llegamos al centro comercial el taxista quedó esperando en el estacionamiento y para mi sorpresa me pidió si le podía traer algo para comer. En un principio me pareció un poco desubicado, pero la verdad lo estaba pasando bien y no me hice problema.

El efecto de la marihuana no se había ido, sentía como todos caminaban apurados a mí alrededor y yo andaba en cámara lenta, siendo capaz de captar todos los detalles que normalmente no habría notado. Era increíble ver los rostros de preocupación de las personas, el estrés en sus movimientos acelerados, en general la infelicidad de vivir una vida sin darse cuenta que en verdad lo que hacían era desperdiciarla. -¿Cuánta vida he desperdiciado yo?- pensé.

Las primeras tiendas que vi fueron las tradicionales, marcas caras y que sentía que buscaban estereotipar con una falsa sensación de éxito a quienes las compraban. Esa ropa la usé por mucho tiempo porque los lugares a los que iba de alguna forma lo exigían. Hoy no las necesitaba, quería ropa que me hicieran sentir que cómodo. Así fue que me compré unos pantalones beige con bolsillos en los costados de las piernas y con cierres para transformarlos en pantalones cortos “pantalones cargo” los denominó el vendedor de la tienda. También me compré una camisa a cuadros con tonos celestes y verde para ser usada sin meterla dentro del pantalón como usualmente lo hacía. Me sentí tan cómodo que pedí al vendedor guardara la ropa que traía  y me fui usando la ropa nueva tal cual lo hacía cuando era niño e iba de compras con mi mamá.

Antes de ir al taxi pasé a comprar un sándwich, encargado por mi especial guía turístico. La sensación de hambre fue tan fuerte que compré uno para mí. Mientras esperaba por ellos recibí un mensaje directo de Andrea que decía “No podés venir a mi país y no venirme a ver”, mensaje que sacó una sonrisa de mi rostro porque el objetivo de mi viaje se estaba cumpliendo.

Cuando le pregunté al taxista un buen lugar para comer me recomendó ir a Puerto Madero, por lo turístico, elegante y por la calidad de sus restoranes. Le mandé un mensaje a Andrea que la esperaba en el Restorán Puerto Cristal a las dos en punto. Dos minutos después recibí su respuesta que indicaba que allá estaría.

Vestida de pantalones y blusa Andrea llegó al restorán, yo ya estaba sentado en un lugar donde no era fácil verme. Ella preguntó al garzón si había alguien esperándola teniendo una negativa como respuesta. Una vez que se sentó me escribió un DM que decía: “¿Qué pasó con el caballero?, estás haciendo esperar a una mujer”.

Bastante nerviosa sacaba su teléfono a cada rato esperando por una respuesta mía, la cual no llegaba. La ansiedad la hizo mandar otros cuatros DM, todos sin respuesta. Con el tiempo la decepción se apoderaba de su rostro.

Cuando pasó una hora, me acerqué a la mesa y le dije llamando su atención que hace un rato la observaba y le pregunté si me permitía hacerle un comentario, ella accedió. –Sólo un idiota dejaría plantada a una mujer como tú, yo habría llegado una hora antes para asegurarme de estar presente a tu llegada-. Ella sonrió y agradeció el comentario diciendo que creía que sabían que eran pocos los caballeros como yo, pero no sabía que eran tan pocos. Yo le pedí permiso para sentarme y ella aceptó haciendo un gesto que interpreté como que no tenía nada que perder.

Ella me preguntó a que me dedicaba y le respondí que estaba de visita en Buenos Aires hacía una semana por un viaje de negocios. Le dije que todo había salido a la perfección, que había cerrado antes de lo planificado, lo que me había dado un día para turistear. Mi vuelo salía del día siguiente al mediodía.

Al preguntarle a que se dedicaba ella me dijo que era Gerente en una empresa de servicios y que se había tomado la tarde libre para una cita a la que jamás pensaría que la dejarían plantada. “Disculpáme, pero este tipo es un maldito hijo de puta. De verdad me ilusioné con esta cita y el caradura no sólo me deja plantada sino no es capaz de avisar ni de dar signos de vida”, dijo ella mientras yo tomaba su mano y la invitaba a pasear por la ciudad. Ella me miró y pensó algunos segundos respondiéndome positivamente. Con una sonrisa dijo: “Todo pasa por algo, escuché alguna vez de un idiota. Vamos a recorrer mi hermosa ciudad”.

(http://www.youtube.com/watch?v=8dStp5hq294&feature=related)

Al salir del restorán nos subimos en el taxi que tenía arrendado y nos dirigimos al obelisco, que se encuentra en la plaza de la República en la tradicional calle Corrientes. Mirando la bandera de Argentina Andrea mostró especial patriotismo y con orgullo relató que en ese sector se izó por primera vez la bandera de su país. Esto me confirmó que era una mujer de gran pasión, la cual quería ver expresada en la cama. Le sonreí y le dije que no había visto un rostro más lindo y lleno de orgullo que el de ella relatando la historia. Ella se sonrojó y volvimos al auto para ir a otro lugar.

El taxista hizo una segunda parada a las afuera de la Bombonera, estadio del mítico club de fútbol Boca Juniors. Un tanto incómodo pidió que nos apuráramos diciendo que para un hincha de River como lo era él, este lugar era como estar en el infierno. “Sos un perdedor” dijo Andrea al taxista sacando su billetera y mostrando su credencial de socia de Boca. “Que lindos recuerdos me trae este estadio, todos los partidos acompañaba a mi padre a gritar o a llorar por el club de sus amores” dijo Andrea mostrando una pasión femenina por este deporte que sólo se ve en Argentina.  

La tercera parada fue en el barrio de la boca, en la tradicional calle Caminito en donde las casas están pintadas de fuertes y variados colores. En un asiento un anciano de unos setenta años de edad tocaba con el acordeón el tango Por una cabeza del famoso cantante Carlos Gardel y utilizado en un tango que bailaba un ciego Al Pacino con una bella Gabrielle Anwar, en la película Perfume de Mujer. Yo no lo pensé dos veces y la sorprendí tomándola de la cintura para bailar en plena acera. El baile más que preciso fue sensual, el roce de nuestros cuerpos se mezclaba con la adrenalina de la locura que era manifestada por una risa nerviosa de ella. Una vez terminado el baile dos turistas europeos nos aplaudieron y nos lanzaron monedas, lo cual llenó de vergüenza a Andrea mientras yo las recogía y las agradecía con una reverencia.

Cuando caminábamos hacia el auto Andrea me dijo que ella quería ir a su casa, yo ofrecí el taxi para el traslado y ella agradeció con un cariño en mi mejilla. Una vez que llegamos a su casa ella me dijo que había pasado una tarde inolvidable. Yo en una jugada osada la tomé de una cadera y me acerqué a su rostro mientras ella cerraba los ojos para que yo la besara. En vez de eso me acerqué a su oído y le susurré que la tarde la olvidaría rápidamente si ahora se decidía a pasar una noche conmigo. Ella aceptó sin controlar su ansiedad y me besó muy apasionadamente mientras el taxista nos miraba por el espejo retrovisor. Al bajarme del auto me acerqué a su ventana y le dije que volviera a primera hora del día siguiente para trasladarme al aeropuerto. “Sos un monstruo” dijo el taxista al despedirse causando una sonrisa en mi rostro.

Al entrar al departamento de Andrea ella fue a su habitación mientras yo seleccioné la canción heaven de Bryan Admas en mi iphone y puse éste en unos parlantes Bossé que tenía ella en la sala.  


Cuando volvió de la habitación se había cambiado de ropa, la blusa y pantalones de ejecutiva habían sido reemplazados por un vestido rojo que tenía un escote que dejaba ver gran parte de sus pechos. Apagué las luces de todo el departamento a excepción de la del dormitorio que indicaba el próximo lugar al que iríamos. La tomé de la cintura y la apreté contra mi cuerpo al ritmo de la canción que se escuchaba nítidamente por los parlantes. Bailamos girando lentamente y en cada paso nos deteníamos para que nuestras caderas se movieran al ritmo de la canción haciendo círculos que hacían chocar nuestras pelvis, además de poner en contacto nuestras piernas.

Cada cierto rato Andrea se tomaba el pelo con la mano izquierda, dejando al descubierto su cuello, invitándome a explorarlo. Como buen caballero yo aceptaba. En una primera instancia  lo recorrí con mis labios generando una suave fricción y en segunda con mi lengua recorriendo el mismo camino pero con una suavidad que la hacía temblar.

Con mucha calma fui desabotonando su vestido, ella mostraba con su respiración agitada que comenzaba a genérale ansiedad mi lentitud. Cuando la besé en los labios ella me tomó la cabeza y transformó un beso tierno en uno rudo con el que me decía que estaba bastante excitada.

Una vez que tenía su vestido entero desabotonado volví a jugar con su ansiedad y no se lo saqué como ella estaba esperando. Eso hizo que ella me sacara la camia sin ninguna delicadeza como también los pantalones aumentando el roce de nuestra piel. Sentí un rico calor de su cuerpo lo cual me excitó aún más, señal de que estábamos listos para ir a su habitación. Una vez que la canción terminó nos fuimos caminando besándonos y sin despegarnos, ella caminaba de espalda confiada en que yo dirigía nuestros pasos en forma segura.

Cuando llegamos a la habitación, le saqué el vestido e inmediatamente después el brasier. Se sacó una cadena de oro que me pidió la guardara dentro de un velador. Al abrirlo me di cuenta que habían dos píldoras azules las tomé y me di cuenta que eran viagra. Nunca antes había tomado, pero presentí que Andrea me exigiría bastante y me las tomé para responder a todas sus peticiones sexuales. -Hombre prevenido vale por dos y con dos viagras valdrá por cuatro- pensé liberando una pequeña y diabólica sonrisa.

Después nos arrojamos a su cama envolviéndonos en abrazos y besos. Nuestros cuerpos buscan maximizar el roce de nuestra piel haciéndonos liberar bastantes endorfinas. Al poco rato se puso sobre mí y comenzó a realizar movimientos que hacían chocar nuestras pelvis. Mis manos recorrían todo centímetro de su cuerpo mientras que mi boca besaba su cuello, hombros y pechos.

Al cabo de un rato, la di vuelta y la puse de espalda en la cama y comencé a sacar la última prenda de ropa interior que le quedaba. A medida que lo hacía ella levantaba sus glúteos enseñándome donde deseaba que la besara. El satisfacer los deseos sexuales de una mujer siempre ha sido mi obsesión favorita, bajé hasta sus rodillas, comencé a besarlas y lentamente subí por sus muslos. Ella seguía realizando el movimiento, probablemente quería asegurarse que yo había entendido el mensaje. Su ansiedad la ponía en evidencia, yo jugaba con ella haciéndola crecer, produciendo un estado de excitación aún mayor.

Una vez que comencé a besar la zona solicitada ella tomó mi cabeza, la apretó con gran fuerza y comenzó a liberar quejidos de placer. Mis besos eran dispares y no se quedaban en un solo lugar, así lograba descubrir cuál era el punto que le daba más placer. La mayoría de los hombres creen que el punto de más placer es obvio, pero no se llega a él antes de que la preparación esté hecha. Ésta se hace encontrando las zonas que permiten la estimulación necesaria, en cada mujer estas zonas pueden ser diferentes.

Una vez preparada ella comenzó a mover su pelvis con fuerza en busca de un orgasmo, pero no la dejé. Subí recorriendo todo su cuerpo con mi lengua hasta llegar a su boca envolviéndonos nuevamente entre abrazos y besos. La ansiedad que Andrea había desarrollado explotaba en los abrazos apretados que me daba y en la fuerza de los besos. Comenzó a besarme por todo el cuerpo y se detuvo en una parte en la que con los besos se aseguró que la lubricación  fuese la mejor para la etapa que venía.

Una vez terminada sus caricias la puse de espalda sobre la cama y con mucha suavidad comenzamos a hacer el amor. Andrea gemía y apretaba con fuerza mi espalda en cada movimiento que hacía. Después de un rato nos sentamos ambos en la cama, ella arriba mío, y continuamos haciendo el amor. Esa posición ponía nuestros rostros de frente lo cual aprovechamos con gran cantidad de besos.

Andrea se levantó y puso sus manos en el respaldo de la cama, sus rodillas en el colchón,  dándome la espalda y algo más. Yo la tomé de las nalgas y volvimos a comenzar a hacer el amor, convirtiendo sus gemidos en gritos diciendo que estaba muy excitada. Después de un  rato dijo que esa posición le gustaba mucho, pero le era difícil alcanzar un orgasmo. Me pidió me pusiera de espalda en la cama para ella ponerse arriba mío. Prácticamente galopaba sobre mí, gritando con fuerza que ya venía mientras me tomaba por los hombros. Los movimientos comenzaron cada vez a ser más rápido y fuerte, ella seguía gritando pero se le entendía menos.

Un gran grito fue el que dio cuan alcanzó el orgasmo y segundos después deje escapar el mío, ella lo sintió y me beso diciendo que había estado todo muy rico.  Todo era confirmado por los temblores de sus piernas y la gran cantidad de besos que seguía recibiendo de parte de ella.

Conversamos un rato acerca de ella; comenzaba un nuevo trabajo de gerente después de que hace algunos meses la habían despedido, me comentó de su separación y de lo mucho que le gustaba vivir sola, la sensación de independencia que le daba la satisfacía mucho. También habló de su hija que estaba en los primeros años de universidad, quien para ella toda su vida. Después de la conversación ella logró un estado de confianza y de repente se me arrojó encima y me dijo quiero más, así volvimos a hacer una vez más el amor y después nos quedamos dormidos.

Prácticamente cada dos horas uno de los dos buscaba al otro y volvíamos a hacer el amor. Después de la tercera vez ella me decía que era una máquina sexual y así lo sentía yo, ella no sabía que yo había tomado viagra y yo no asociaba a este medicamente el gran rendimiento que tuve esa noche.

Al día siguiente desayunamos desnudos en el comedor y después hicimos el amor una vez más en la ducha. “Fuiste un ángel que cayó en el momento justo” dijo ella mientras me abrazaba con fuerza. Yo le dije que los ángeles volamos al lado de los dioses y que ella era una verdadera diosa.

Cuando nos despedimos en la puerta de su casa Andrea dejó escapar un par de lágrimas mostrando su gran sensibilidad. Al preguntarle que le pasaba ella respondió que no le gustaban las despedidas y se me quedó viendo hasta llegar al ascensor. Una vez que este se abrió me di vuelta para despedirme y en plena libertad corrí hacia ella para darle un gran y cariñoso beso. “De verdad vos sí que sos un caballero, no como el boludo que me dejó plantada” dijo sonriendo.

Durante el trayecto al aeropuerto el taxista no paró de hablar, pero yo no lo escuché. Me dediqué a ver twitter y me encontré con una mención de Andrea que decía que yo no tenía nada de caballero porque la había dejado plantada. Yo le dije que estaba en un error y ella despechada seguía hablando mal de mí, llamando la atención de todos mis seguidores y seguidoras quienes observaban y comentaban que esto si era una tweet novela. Le dije a Andrea que recordaba haber pasado la noche con una mujer que me había dicho que yo era un ángel que había caído en el momento justo. Por unos segundos Andrea no dijo nada hasta que entendió que nunca la había dejado plantada, todo lo contrario no me había presentado como @Gerente2012 para así ofrecerle un entretenido juego de seducción. Andrea agradeció una vez más diciendo que no sólo era un caballero sino todo un hombre, comentario que obviamente retweetié.

Una vez en el aeropuerto sentí nostalgia porque recordé que la última vez que había hecho el amor había sido con mi esposa antes del accidente. Pensé que una vida llena de sexo era entretenida, pero me parecía mejor una nueva oportunidad con una mujer a la que pudiese amar con todas mis fuerzas y que para ella yo fuera el centro del universo. Sentí que esa mujer existía, en alguna parte del mundo estaba esperando por mí y yo la iría a buscar. Algunos piensan que los amores llegan solos, quizás tienen razón, pero en el peor de los casos lo pasaría muy bien recorriendo Sudamérica en busca de un amor. No tenía nada que perder.

Me acerqué al mesón y pregunté cuáles eran los destinos que se podían tomar ese día, eran en total siete. Pasó una persona y le pedí me dijera un número del uno al siete y me dijo cinco. El país había sido seleccionado, compré el pasaje y me senté a esperar el vuelo que me llevaría a mi próximo destino.


 

Capítulo V, Un alto en el camino

Cuando abandoné Buenos Aires lo hice con una tremenda satisfacción, había reanudado mi vida sexual de una manera inolvidable y gozaba de un plan que me hacía superar las locuras que había hecho en mi vida. También me seguía conectando con una embriagante y extraña sensación de libertad.

Si hubiese preguntado si era conveniente tener encuentros con seguidoras de twitter de seguro me habrían dicho que no, eso hacía más emocionante esta aventura. El segundo país que el destino decidió que visitara fue la maravillosa República de Colombia, específicamente su capital la ciudad de Bogotá.

Al llegar al aeropuerto de El Dorado, tercero en transporte de pasajeros de Latinoamérica, decidí que este viaje sería un poco más largo que el anterior. Me quedaría una semana en Bogotá sin tener idea que hacer ni plan que realizar, esto me encantaba. Busqué en mi iPhone un hotel de lujo y uno de los que me arrojó como resultado estaba a tan sólo veinte minutos del aeropuerto, el Hotel Charleston de Bogotá. Al llegar seleccioné una de las mejores habitaciones la que tenía un valor de trescientos setenta y cuatro euros por noche. –Malditos hijos de puta- pensé, pero la verdad el dinero era para pasarlo bien y no me hice mayor problema.

En el lobby del hotel había gran cantidad de información de casinos y salas de juegos, en total eran más de setenta en toda la ciudad. Decidí comprar una chaqueta y pantalón formales de color marengo, una camisa blanca con colleras para asistir al casino.  También compraría mucha ropa sport y maletas para poder trasladarla por este recorrido sudamericano que me tenía muy motivado.

Estaba oscureciendo cuando me puse la ropa formal recién comprada y baje al lobby para conseguir traslado a los casinos. Al ver una hermosa mujer me acerqué para hacerme el interesante, pero ella resultó ser la anfitriona de un evento que se desarrollaba en el hotel. Por error me confundió como uno de los asistentes y me indicó que aún era tiempo de ingresar al salón. Me tomó del brazo y me hizo entrar diciéndome que conocía a los rebeldes como yo, venían a las conferencias sólo a pasarlo bien.

-Todo pasa por algo- pensé y tomé un asiento vacío mientras un presentador comenzaba hablar e introducía a Enrique Osses, un importante ejecutivo de la industria de telefonía móvil. En la empresa que él trabajaba, su responsabilidad era el desarrollo comercial del proyecto de portabilidad numérica para toda Latinoamérica. Esto es que el número del teléfono móvil pasa a ser propiedad del cliente y no de la empresa, eliminado un costo importante para el libre movimiento de los usuarios dentro de las empresas proveedoras de este servicio.

Yo a él lo conocía, asistía al mismo club que íbamos con mi esposa y también me había tocado coincidir en algunas reuniones de trabajo cuando fui el gerente general de Global Tec. Él era un tipo arrogante, de muy buenos contactos y que había hecho una exitosa carrera.

En su presentación mostraba que en la mayoría de los países que había comenzado la portabilidad numérica, su empresa había captado la mayor cantidad de clientes, provenientes de otras empresas. Por otro lado, las cifras señalaban que la tasa de fuga de sus clientes, producto de este cambio, había sido la menor. Ambos efectos habían hecho que la participación de mercado de su empresa había aumentado, consolidándolos como el principal actor de la industria latinoamericana.

Según entendí, la conferencia se había hecho en Colombia porque hacía ocho meses que en este país había comenzado este proceso y la mayor ganancia de participación de mercado Enrique la había logrado acá. Después de un rato de verlo fanfarronear con su triunfo me aburrí y me dispuse a retirarme cuando oí que mencionaban el nombre de mi esposa. Cuando vi que era en una conversación de dos hombres sentados adelante mío en donde la habían nombrado decidí permanecer en mi asiento y ponerles atención.

“No te creo, no me habría imaginado jamás eso de Camila Benavente, ella se veía tan inocente”, dijo el hombre al que le estaban contando algo. “Así es y que haya elegido a este imbécil de amante es algo que no se puede creer. Lo peor es que se dice que con su esposo tenían problemas para tener hijos y que ella estaba embarazada del idiota de Osses antes de morir” dijo quien relataba la historia produciéndome nuevamente esa sensación desagradable  en el pecho, de la cual sentía me había librado hacía tan poco tiempo.

Me quedé inmóvil por un rato, sin saber qué hacer, esta conversación abría un manto de dudas sobre el correcto comportamiento de mi esposa. Ser víctima de un engaño de esta magnitud no era algo que deseaba, era innecesario dañar los recuerdos y la imagen con la que me había quedado de Camila. Si bien la historia era poco creíble, había algo dentro de mí que me impulsaba a buscar algún antecedente que pudiera permitir dar algo de crédito a lo que escuchaba.

Rápidamente se me ocurrió llamar al hotel para decir que la esposa de Enrique Osses estaba en problemas y que necesitaba urgente se comunicara a mi teléfono móvil. Después de unos minutos llego un empleado del hotel quien entregó un mensaje a Enrique, éste interrumpió su presentación y sacó su teléfono móvil. Segundos después recibí una llamada de un número que no tenía registrado en mis contactos, el plan había funcionado.

Mientras Enrique de seguro se comunicaba al teléfono de su mujer y quedaban confundidos por lo ocurrido, yo busqué en la página de la empresa de telefonía el detalle de las llamadas de mi esposa en los últimos tres meses. Al consultar el número que recién me había llamado me arrojó que casi un tercio de las llamadas que había hecho mi esposa en ese periodo eran dirigidas a éste teléfono.

Como es lo usual en momentos que una gran pena trata de apoderarse de mi estado de ánimo, una lágrima intento salir de mi ojo derecho, pero el bueno dentro de mí había sido sepultado el mismo día que me despedí de mi esposa en el cementerio. Por más que hubiese intentado llorar habría sido imposible, prácticamente había enterrado en mí la capacidad de sentir pena.

Los hechos igual producían una serie de emociones que fueron liberadas transformándose en rabia. La única persona con la que podía descargarla era ese maldito idiota y petulante de Enrique Oses, lo miraba y me daban ganas de saltar a golpearlo, pero ese tipo de acciones ya las había aprendido a controlar.

Mi cabeza comenzaba a buscar una forma de vengarme y así liberar la rabia de la que me estaba llenando. Había aparecido de un momento a otro para amargarme la tranquila y agradable vida que estaba llevando. Por mi mente pasaron una y otra vez imágenes de Camila y Enrique revolcándose en la cama haciéndome sentir un estúpido. Mi rabia aumentaba cada vez más, mientras él volvía a presentar con esa sensación exitista que tanto me desagradaba.

Después de un rato me enfoqué en diseñar una venganza, para esto debía poner atención en la presentación del mal nacido hijo de puta y buscar  donde podía atacar. A ratos la rabia volvía a apoderarse de mis pensamientos, pero había tomado consciencia que ese camino me estancaba. –¿Dónde está mi oportunidad?, ¿Dónde está mi oportunidad?, ¿Dónde está mi oportunidad?- me repetía constantemente dando una instrucción a mi inconsciente para que no estuviese sometido a mis emociones.

Enrique señaló que en Chile estaba comenzando el proceso de la portabilidad numérica y que su empresa tenía todo dispuesto a lograr nuevamente un triunfo. El comentó que personalmente lideraría el proyecto en ese país. –No te dejaré ganar esta vez maldito hijo de puta, cuando te tenga derrotado sabrás que en el único lugar en donde no ganaste fue en donde tuviste que competir con el esposo de Camila Benavente- pensé mientras salí del auditorio para sacar la lista de invitados a la anfitriona que no estaba poniendo atención.

Cuando la revisé me di cuenta que dentro de los asistentes estaban los gerentes de otras dos empresas grandes, que en conjunto con la de Enrique, prácticamente se repartían el mercado chileno de telefonía móvil, según cifras que me arrojó una simple búsqueda en google. Esas empresas tenían sus ejecutivos nombrados y entrar en ellas para remplazarlos sería un proceso que demoraría años. Esta pelea se debía dar dentro del presente año, por lo tanto no me servían las empresas grandes. Al seguir revisando los asistentes Chilenos pude ver dos directores de una empresa, que al buscarla en google, vi que era pequeña y que tenía aspiraciones para entrar a competir. Ésta no poseía marca, no tenía espaldas financieras ni tiempo para una agresiva campaña publicitaria que permitiese posicionar atributos diferenciales en los clientes. Asumí que en no más de un mes estarían dispuestos a abandonar cualquier competencia o ir a un nicho de mercado bastante pequeño.

Cuando terminó la presentación del hijo de puta de Osses me acerqué a la anfitriona y le pregunté si sabía de estos dos chilenos y me los presentó.
–Hola, soy Andrés Villanueva y he revisado sus objetivos en esta industria- dije cuando ambos hombres asentían sonriendo como indicando que estaban en lo correcto.
–Estarán muertos, antes de un mes se darán cuenta que no tienen como competir y querrán retirarse del negocio- dije causando molestia en los hombre las que fueron expresadas claramente en sus rostros.

Uno de ellos dijo que llevaban mucho tiempo en el mercado de las telecomunicaciones y que conocían el mercado chileno, este presentaba particularidades. “Sabemos hacer nuestro trabajo y sabremos aprovechar esta oportunidad que presenta este cambio en la industria” señaló molesto uno de los hombres.

–Andrés Villanueva, recuerden mi nombre. En un mes los visitaré y los haré soñar con un crecimiento de su empresa cuando ustedes tengan los brazos abajo. Ahora los dejo que debo prepárame para estar en perfecto estado para que en un mes negociemos mis condiciones- dije despidiéndome de la mano y viendo que la cara que ponían delataba que pensaban que yo estaba loco, algo de razón tenían en todo caso.

Durante seis días no salí de mi habitación y me dediqué a documentarme de todo lo ocurrido en la industria de le telefonía móvil en Chile y en Latinoamérica. Bajé de Youtube comerciales de televisión de los últimos diez años entendiendo como iba evolucionado el posicionamiento de atributos de marca en los que se enfocaban las gerencias de marketing. Al cabo de una semana sentí que ya era un experto en esta industria por lo que estaba listo para continuar mi aventura latinoamericana.

Cuando recibí una mención en twitter de Ana Patricia,  seguidora colombiana residente en la ciudad de Medellín,  preguntando como estaba le respondí su saludo como era habitual.

-Muy bien querida fan N° 1-. Así la catalogaba yo desde hacía bastante tiempo, siempre era fiel en sus comentarios, siempre me defendía y me decía que yo era su gerente preferido.

 –Iré a conocer a Ana Patrica, no puedo venir a Colombia y no conocer a mi fan número 1- pensé y saqué mi teléfono para twittear.



Escribí en twitter que estaba en Colombia y que necesitaba alguna mujer que estuviese dispuesta a llevarme a Medellín. Inmediatamente se ofreció la seguidora @Kmi_C, joven y bella mujer a quien yo le decía Cami. Coordinamos que al día siguiente pasaría por mí, pero sin ninguna doble intención de mi parte, ya que sus veintidós años la hacían ser muy joven para involucrarme con ella. Durante la tarde ella comenzó a subir fotos en donde mostraba piernas y su figura insinuando que ella no querría ser sólo una chofer. Yo me encargaría de mantener las distancias.

Al día siguiente ella, como buena mujer, me hizo esperar en el lobby del hotel unos treinta minutos. El motivo de su atraso fue el tráfico, según escribió ella en twitter señalando además que estaba nerviosa por conocerme. Una vez que llegó me avisaron que me esperaban y salí del hotel, vi a una hermosa mujer de piel canela y escribí algunos tweet señalando lo bella que era y que mi viaje a Medellín estaba listo para comenzar.

Durante la primera parte del viaje me señaló lo emocionada que estaba de verme y me contó de su vida. Ella era estudiante de medicina en la ciudad de Cali, desde allá había viajado para conocerme. Se encargó de repetir varias veces que estaba soltera y sin compromiso lista para comenzar una aventura, lo decía moviendo las cejas tal como se representa en chat el símbolo 1313 que tanto me gustaba usar.

Al ver que no reaccionaba a sus coqueteríos paró en una estación de gasolina para llenar el estanque del auto y me señaló que estaba muy cansada de tanto manejar. Mi instinto de caballero me impidió ver que estaba ejecutando un plan para seducirme, y me ofrecí a manejar.

Ella sentada en el asiento del copiloto se encargó de mostrarme sus piernas broceadas, yo había resistido bastante hasta ese minuto y no me permitiría flaquear. Después de un rato ella, en una acción agresiva, comenzó a acariciarme las piernas y yo empecé a sudar. Cuando pensé que sus manos traspasarían una línea que no me permitiría controlarme más, ella las retiró. Luego seleccionó una canción en su ipod y antes de ponerla dijo: “Querido Gerente, busqué una canción de tu tiempo para que te transmitiera lo que siento en este viaje, escúchala, mírame y cuida de no chocar.

Cuando comencé a escuchar identifiqué que la canción era de un dúo llamado Amistades Peligrosa y la canción Me haces tanto bien. En buen español era una canción caliente, supe inmediatamente que esto no terminaría bien.

(http://www.youtube.com/watch?v=RpKf4cYmEAY)
Me haces tanto bien
No tocar, peligro de muerte
Oh no tocar, las tibias y la calabera,
Hacen dudar, me hacen ir mas allá
verte correr, verte pedirme más

(ESTRIBILLO)
Y si volviera a nacer repetiría,
Y si volviera te daría mas calor
Me quemas con la punta de tus dedos
tus manos hacen llagas en mi piel
me abraso con tu lengua que es de fuego
la sangre hierve o no lo ves
que tu ya sabes que me tienes cuando quieras
ya sabes como soy
ya sabes que me entra la primera
ahora ya sale algo mejor

¡Que calor! me gusta tu infierno
Oh que calor echa mas leña al fuego que es
abrasador ahora esta dentro de mi
me hace sudar me hace volver a ti

(ESTRIBILLO)
Y si volviera a nacer repetiría,
Y si volviera te daría mas calor
Me quemas con la punta de tus dedos
tus manos hacen llagas en mi piel
me abraso con tu lengua que es de fuego
la sangre hierve o no lo ves
que tu ya sabes que me tienes cuando quieras
ya sabes como soy
ya sabes que me entra la primera
ahora ya sale algo mejor
me haces tanto bien, me haces tanto bien
me haces tanto bien

na, na, na, na, na

enseñame a bajar tu cremallera
ya sabes donde voy
ya sabes que he pasado la frontera
arrancando algún botón
que tú ya sabes que te pido más madera
y tú pides más nivel
ya sabes como mantener la hoguera
ya sabes como sabe ya mi piel

que tu me quemas con la punta de tus dedos
tus manos hacen llagas en mi piel
me abraso con tu lengua que es de fuego
la sangre hierve o no lo ves
que tu ya sabes que me tienes cuando quieras
ya sabes como soy
ya sabes que me entra la primera
ahora ya sale algo mejor
me haces tanto bien,me haces tanto bien
me haces tanto bien

na, na, na, na, na


Cuando comenzó la música ella comenzó a jugar con su falda sin quitar la vista de mí, yo me excité inmediatamente y decidí desfrutar su juego. Cuando ella subió su falda y dejó ver su ropa interior perdí la vista de la carretera hasta que escuché la bocina de un conductor que me avisaba que me había cambiado a la pista contraria. Me asusté al ver que se me venía un auto encima y alcancé a volver a mi pista evitando una colisión. El corazón se me subió a la garganta, no por el casi accidente, sino cuando volví la vista y Cami tenía su ropa interior en la mano. Mi imaginación voló rápidamente visualizando que ella se ponía encima mío mientras manejaba. Cuando la canción decía “enséñame a bajar tu cremallera” ella se acercó a mí y la bajó lentamente para después introducir su mano.

No lo pensé dos veces y me salí de la carretera, entré a un camino rústico por el cual no pasaba nadie y frené el automóvil. Eché mi asiento hacia atrás y la ayudé a ponerse encima de mí, antes ella me ayudó a bajarme los pantalones.

Cuando se puso encima, el contacto de nuestra piel me comprobó que estaba sin ropa interior. Yo fui recorriendo con mis manos desde sus muslos hasta la mitad de su espalda, subiendo su falda cuando mis manos subían y dejándola caer cuando bajaban. Después de un rato saqué esa falda y ella abrió todos los botones de mi camisa mientras comenzaba un suave movimiento de pelvis.

Los besos húmedos se apoderaban de nuestra boca y ella en una acción que mostraba bastante excitación pasaba su lengua por toda mi cara, eso me volvía loco. Yo me desquitaba besando su cuello y hombros ya que mostraron ser para ella puntos erógenos de alta sensibilidad. Una vez que retiré su brasier me quedé besando la zona de su pecho, pero la reacción no fue la misma, motivo suficiente para volver a cuello y hombros donde volvió a mostrar gran excitación por mis caricias.

Después de un rato del juego, ella se adelantó y se acomodó para que comenzáramos a hacer el amor. En un principio un movimiento suave hacía que cerráramos los ojos entregándonos por completo a la pasión. Después de un rato el movimiento comenzó a ser más rápido y un poco más rudo trayendo consigo los gemidos y gritos de ambos. “Así te quería tener Gerente” gritaba con los ojos cerrados con el cuello echado para atrás mientras se movía rápidamente. –Así me tienes Cami, lo lograste- dije yo mientras tomaba su caderas como conduciéndolas en favor del movimiento.

Cuando los movimientos no podían ser más rápidos y bruscos Cami decía que estaba lista y quería que acabara con ella. Yo le dije que quería mirarla a los ojos mientras ella tenía un orgasmo y que después lo tendría yo. Eso la excitó de una manera especial, cerró los ojos y se concentró en alcanzarlo mientras dejaba escapar agradables quejidos de placer. En el momento de climax ella los abrió y me miró compartiendo parte de su satisfacción a través de su mirada. Segundos después yo tuve el mío y ella pudo concentrarse completamente en mis gestos.

Mientras nos acariciábamos, descansando del agitado esfuerzo, ella me dijo que le había encantado que la mirara a los ojos mientras experimentaba su orgasmo y había gozado de una manera especial ver como yo tenía el mío. Después de un rato volvimos a nuestros puestos y ella se quejaba mucho de sus rodillas, habían recibido gran parte del peso de su cuerpo y habían chocado contra elementos duros del auto causando algunos hematomas. Ella se reía diciendo que era el costo del placer.

Retomamos el viaje a Medellín, pero a sólo quince minutos de llegar detuve el automóvil. Ana Patricia es de un corazón noble y consideré que el encuentro con ella debía ser con absoluta dedicación, no habiendo recién estado con una bella mujer como Cami. Por otro lado, teníamos casi cinco horas de vuelta para volver a hacer un alto en el camino y varias noches para seguir pasándolo bien.


El paso por Colombia fue especial, los altos en el camino que hicimos con Cami fueron espectaculares, pero no fueron los únicos. También había hecho un alto en este camino que me llevaba a recorrer algunas ciudades latinoamericanas para diseñar una venganza que además generaba la oportunidad del éxito profesional que me había trazado como objetivo.


Antes de elegir mi próximo destino recordé muchos de los momentos bellos que pasamos junto a mi esposa mientras vivía, pero también recordé acontecimientos de nuestra historia que me habían parecido extraños y que nunca había reparado en ellos. Esto me hizo pensar que Camila pudo haber tenido alguna especie de doble personalidad de la cual nunca me quise dar cuenta. Así fue que definí que mi próximo destino sería Nuevo Laredo de la República de México, ahí residía el padre de mi difunta esposa hacía varios años y sentía que tenía una conversación pendiente con él. Además tenía ganas de conocer a Rocío, alias @LaChiiiio, quien desde que me seguía no paraba de hacerme insinuaciones. Siempre me gustó premiar la persistencia y este caso no sería la excepción.

 

Capítulo VI, Resbalarse sin caerse

Cuando llegué al Aeropuerto Internacional Quetzalcóatl, en Nueva Laredo México, una sensación desagradable se apoderó de mí. Había recordado varios hechos que me llamaron la atención del comportamiento de Camila, pero siempre quise creer que eran ideas mías. Si la historia de un romance entre ella y el maricón de Osses era cierta, Camila tenía que padecer algún tipo de trastorno que su padre debía conocer. Su actitud de gata que buscaba que la regaloneara el día que supo que estaba embarazada y su mensaje en el que me decía que los milagros existen por el hecho que esperaba un hijo mío, no eran actitudes cuerdas para una mujer que engañaba de esa forma. La disociación de emociones que era capaz de hacer, si la historia era cierta, serían de un nivel fuera de lo normal.

Pedro Benavente, padre de Camila, vivía a unos siete kilómetros del aeropuerto en un lugar llamado El Pedregal. Este era un fraccionamiento residencial privado, uno de los más exclusivos de la ciudad. Pedro era profesor y después de su divorcio decidió buscar otro lugar en el mundo para vivir, así encontró una Universidad en Nueva Laredo para trabajar. De seguro eligió esta ciudad, que está muy cerca Las Vegas, para así poder satisfacer su afición por el juego.

Pedro me estaba esperando, ya que lo había contactado para avisarle de mi visita. Una vez que llegué a su casa vi que éste se veía mal, sin afeitar y vestía una bata siendo que eran más de las tres de la tarde. Sin hacerle ningún comentario entré a su casa después de que me hizo pasar. El lugar no olía bien, se notaba que hace un tiempo no se ventilaba ni se hacía aseo.

Nos sentamos en un sillón y el me ofreció algo para beber, acepté sólo por educación y sirvió dos whikys. “Es dura la vida Andrés, de un segundo a otro se va una hija, una esposa una futura Mamá con su hijo en el vientre” dijo Pedro bebiendo la mitad del vaso, de seguro haciendo que el ardor del alcohol neutralizara la angustia que sentía al expresar su pena. –Así es, es muy dura la vida para los que tenemos que despedir a los seres queridos- dije mientras me acerqué a él y le puse una mano en su hombro.

Segundos después Pedro se largó a llorar y me abrazó, buscando una contención que hasta el momento no había recibido. “Un padre no está preparado para ver morir a su hija, con Camila se me fue todo” decía Pedro mientras me abrazaba y lloraba con fuerza. En mi vida había visto varias veces llantos desgarradores, de hecho en la clínica yo había tenido un par, pero nada se comparaba con el llanto de un padre que pierde a su hija.

Por un rato sólo abracé a Pedro, pasé mi mano por su espalda y  le daba palmadas, pero no hacían efecto en él. Después de unos cinco minutos su llanto pasó a gemidos y me pidió disculpas, diciendo que extrañaba mucho a Camila. Tenía gran ansiedad de contarle lo que había escuchado en Colombia, pero tuve que controlarme porque claramente no era el momento de deshonrar el nombre de su hija. Cuidadosamente me fui acercando al tema sin que él se diera cuenta.

- También la extraño Pedro, pero hace un tiempo he ido recordando a Camila de una forma especial- dije llamando la atención de éste. – En el último tiempo que viví con Camila la sentí con cambios de ánimos bruscos, pasaba de la alegría a la pena rápidamente y muchas veces se enojaba sin motivo aparente- dije mintiendo para ver la reacción que ponía Pedro al hablarle de la personalidad de su hija. Éste miró al suelo y dijo: “así era mi Camila, cambiante”.

Cuando dijo eso una sensación de vértigo subió por mi pecho, lo escuchado en Colombia y los recuerdos de cosas que no me cuadraban de ella que habían aparecido en el último tiempo se complementaban con el comentario que había hecho su padre. Sabía que aún podía sacarle un poco más de información sin enfrentar el tema abiertamente, ya que esto podría generarle un dolor innecesario y podría bloquearse sin seguir hablando del tema. Había notado en él que su estado débil no le permitía filtrar sus comentarios y era probable que me contara cosas de Camila que en un estado normal, no lo haría. – Siempre me extrañó su personalidad cambiante, como señalas, pero nunca entendí de donde venía- dije sin herirlo, él sólo miró al techo y suspiró antes de hablar. “Cuando un hijo tiene un trauma, como el que tuvo Camila, la culpa te acompaña el resto de tu vida. El no haber prestado la atención suficiente, para darte cuenta a tiempo y evitar el daño, es una cruz con la que cargas por siempre” decía Pedro relatando una parte de la historia de Camila que hasta ese entonces yo desconocía. “El abuso que sufrió Camila por parte de su tío, desde los ocho años hasta los doce, la marcó de una manera muy especial. Bastante desconectado de ella debí haber estado para darme cuenta recién después de cuatro años que Camila se disociaba emocionalmente, su mecanismo de defensa según explicó su sicólogo” dijo Pedro dejándome helado.

Camila tenía un trauma del que nunca me había enterado y peor aún, había adquirido una capacidad de disociarse emocionalmente, con la cual pudo sin cargo de consciencia engañarme en muchas cosas. Lograba entender como fue capaz de decirme que estaba embarazada de mí, sabiendo todo lo que eso implicaba en mis emociones. Quizás su capacidad, en este caso, la llevó a hacer un gesto noble, ya que si en ese momento me hubiese enterado que estaba embarazado de otro, habría sido tremendamente doloroso.

Mi cabeza divagaba por todos lados, generaba explicaciones a un sin número de acontecimientos relacionados con comportamientos impropios de mi esposa, esto me producía una gran decepción. Ahora que sabía la verdad entendía por qué decían que en la ignorancia hay mucha felicidad. Habría preferido mantener un recuerdo de una esposa sin la capacidad de engañar, a una que producto de un trauma, podía disociarse emocionalmente pudiendo mentir sin límites.

Este hecho reforzaba mi visión de la vida, después del accidente pensaba que este era un mundo sólo para triunfar sin caer en tonteras como el amor. Después de la conversación con el padre de Camila me hizo estar seguro de esto. Toda la construcción de la historia romántica que había tenido con ella se había ido a la mierda. Los seres humanos somos seres tan complejos, que teniendo capacidad de amar no sabemos utilizarla y terminamos dañando a nuestros seres queridos en vez de protegerlos.

No tenía sentido creer en el amor, te da una felicidad que sólo vive en un mundo imaginario que nos construimos para poder abstraernos de la verdadera realidad, el ser humano es egoísta. El camino que me había trazado, de gozar la vida a través de los placeres y conseguir un éxito importante, había sido reforzado.

Me quedé el resto del día con el padre de Camila tratando de subir su ánimo, sin lograr ningún resultado, pero al irme de su casa me dije que su estado de ánimo no era un problema que debía resolver personalmente yo. Una postura egoísta que claramente no habría tenido el bueno, pero muerto éste la libertad de seguir sin preocuparme de otro me permitió continuar mi estadía en Nueva Laredo.

El resto del día lo utilicé para establecerme en un hotel de buen nivel y coordinar con mi seguidora Rocío el encuentro que tendríamos el día siguiente. El cansancio de los viajes se apoderó de mí y me quedé dormido cerca de las nueve de la noche. Dormí muy mal, soñé pesadillas toda la noche con una imagen negativa de Camila, de alguna manera mi mente ensalzaba su lado negativo mostrándola en el sueño como una mujer maligna. Era claro que Camila no era así, pero de seguro esa era la forma que tenía mi mente de generar la rabia suficiente para pasar este mal momento alejado de la pena y el dolor.

A las diez de la mañana quedé de juntarme con Rocío, pero no me apuré, estaba acostumbrado al atraso de las mujeres por lo que me vestí y desayuné con calma. A las diez y media estaba listo y no podía creer que no tuviera ni una noticia de ella. Cerca de las once de la mañana vi que twittió que venía nerviosa y atrasada a buscarme, yo ya no me molestaba. “Aceptar lo que no puedes cambiar” era una de las partes de la oración de San Agustín que tanto me gustaba.

Entre twitteos de ambos me acerqué al auto de Rocío, ella llevaba una falda corta que dejaban ver unas hermosas piernas y una blusa que en forma intencional tenía más botones desabrochados de los que debería. Su vestimenta fue la suficiente para comenzar a liberar mi imaginación y comenzar a disfrutar una estadía de placer junto a una bella mexicana. Mientras manejaba hicimos un juego entretenido, a pesar que estábamos a centímetros de distancia no nos hablábamos, sólo nos comunicábamos a través de los tweet de nuestro timeline. Tanto mis seguidores como seguidoras comenzaron a encender con los comentarios y nos recomendaron que dejáramos de twittear y nos dedicáramos a disfrutar del placer.

Rocío inicialmente me llevaba a una cafetería para ponernos al tanto de nuestras vidas, pero el juego la sedujo y cambió el camino para llevarme a un hotel que tenía todo acondicionado para que las parejas se entregaran al sexo.

Cuando entramos al lugar, vi que tenía lo normal: cama matrimonial, jacuzzi, sauna seco y un baño que tenía una ducha con dos regadores, especial para un baño de pareja. Rocío puso la música, una versión de Roxane de Police, pero cantada por George Michael. El ritmo sensual de la canción hizo que naturalmente nos abrazáramos y comenzáramos a mover nuestros cuerpos al ritmo de la canción. “Jamás he hecho una locura semejante, no llevo treinta minutos desde que te conozco y te traje a este hotel para hacerte el amor”, dijo Rocío mostrando mucha excitación. “Debo añadir dos cosas a tu comentario. La primera, no me conoces hace treinta minutos, sino hace ya varios meses. El conocernos a través de twitter ha hecho que nos concentremos en lo que va por dentro por sobre lo que va por fuera y eso es mucho más potente que conocernos en persona, que es lo que ocurrió hace tan sólo treinta minutos. Lo segundo es que las locuras son necesarias en la vida, son las que nos permiten continuar con nuestras rutinas. Hacerlas nos recuerdan que estamos vivos y que nos ayudan a recordar la estabilidad que nos entregan las rutinas y que por eso debemos seguir teniéndolas, dije mientras ella me miraba los labios hipnotizada.

Un beso tierno fue el que nos dimos, esto como consecuencia del diálogo que habíamos tenido. Éste me había recordado que Rocío era una mujer audaz, pero al mismo tiempo era sensible y muy tierna. Me preocupé que nuestro encuentro fuera suave, mientras iba quitando su ropa iba acariciando con suavidad su espalda, cuello y tronco. Ella me abrazaba como buscando mi protección, eso me gustaba, sabía que las mujeres buscan en un hombre a alguien a quien admirar intelectualmente, que las haga reír y por sobretodo que les entregue una sensación de protección y seguridad. –Conmigo estás segura, no haré nada que no quieras. Quiero que disfrutes este encuentro, para lo cual confía en que cuidaré de ti- dije liberando una enorme pasión en ella. Cuando ambos estábamos desnudos alcancé a ver una serie de artículos en un mostrador, me fijé en un frasco de vaselina líquida y lo tomé sin que ella se diera cuenta. Una vez acostada la di vuelta dejando su espalda hacia arriba, mientras yo abría el frasco. Dejé caer el líquido sobre su espalda produciendo en ella un tiritón producto de que no se lo esperaba y por el frío que le había ocasionado la vaselina en su espalda.

Mis manos comenzaron a masajear su espalda deslizándose con gran facilidad producto de la vaselina. Tomé nuevamente el frasco y vertí parte de su contenido en piernas y glúteos produciendo en ella un gemido que me indicaba que le gustaba lo que estaba haciendo. Después de dar masaje a su espalda, glúteos y piernas, ella comenzó a hacer gemidos en forma más seguida, indicándome que quería pasar a la etapa siguiente.

Cuando la di vuelta, una hermosa sonrisa que señalaba bienestar y placer fue la que vi en su rostro, la señal suficiente para continuar con el juego. Cuando vertí el líquido sobre su estómago ella cerró los ojos y levantó su pelvis en señal de placer. Después eché vaselina en su pecho, hombros y cuello, siempre ella mostrando mucho agrado. Cuando dejé caer la vaselina en sus piernas ella movió su pelvis en forma más seguida, señalando que deseaba que también pusiera en ese sector parte del resbaloso líquido.

Una vez que había pasado mis manos por todo su cuerpo ella abrió los ojos, me quitó el frasco y me empujó sobre la cama. Al ponerse arriba mío se dio cuenta que era innecesario poner vaselina en mi cuerpo, ya que al juntarse con el de ella se resbalaban de una exquisita manera. Eso sí dejó caer la vaselina en el centro de mi cuerpo y con sus dos manos la esparció, para después ponerse encima de mí y comenzar a hacer el amor de la manera más resbalosa y lubricada que se pueda hacer. Mientras ella se movía de diferentes maneras y buscaba el suave roce de nuestros cuerpos mis manos recorrían todo su cuerpo con la rapidez y suavidad que permitía la vaselina que cubría nuestra piel.

Los movimientos que iban aumentando en velocidad y fuerza no producían ningún roce fuerte, todo lo contrario la fricción de nuestros cuerpos daba una sensación tremendamente placentera. Cerca del clímax vi su rostro de satisfacción, por lo que supe que ese día haríamos muchas veces el amor utilizando toda la infraestructura que ponía a disposición el lugar.

Por la mañana me fue a dejar al hotel y le pedí que se quedara conmigo, ella aceptó con una sonrisa y dándome un gran beso. La semana con Rocío fue muy agradable y me llevó a pasear por todos los lugares de su ciudad sin que nos dejáramos de ver ningún día.

La noche del sábado fue nuestra última noche y la pasamos en mi habitación del hotel. Después del esfuerzo que significó hacer varias veces el amor, nos dimos un descanso y pedimos servicio a la habitación. Mientras comíamos comencé a twittear y jugar con mis seguidores. Cuando me preguntaron que hacía sólo a esa hora tomé una foto de las piernas de rocío envueltas con las mías y la subí diciendo si con eso respondía la pregunta. Muchos tweet fue los que recibí, muchos preguntando que hacía twetteando si estaba tan bien acompañado. A Rocío se le ocurrió que le escribiera en la pierna “Le pedí un descanso al @Gerente2012”, que sacara una foto y la publicara en twitter. Cuando lo hice recibí muchos comentarios, pero todos aludiendo a lo buena que había sido la jugada. Después de responder todos los comentarios, como es lo usual, Rocío me pidió que escribiera en su otra pierna: “Despídanse del @Gerente2012, se acabó el descanso” y que publicara la foto, recibiendo comentarios como “Jefe vaya a hacer las tareas”, “Hora de reivindicarse”, “MAESTRO”, “Déjeme el repechaje a mí” y tantos otros que me hicieron reír. Finalmente escribí “Adiós” y me dediqué a poner atención a mi compañera con la que nos divertimos hasta la madrugada y durante toda la mañana del día domingo.

En la tarde me fue a dejar al aeropuerto donde decidí viajar a Guatemala a conocer a mi amigo Byron de León (@), quien me había dicho que si los visitaba nos iríamos a conocer mujeres a la histórica ciudad de Antigua.  Cuando hacía los trámites en el aeropuerto recibí dos tweet de Rocío, los que decían: “Con mucha nostalgia acabo de dejar al @Gerente2012 en el aeropuerto, mis piernas quedaron con su recuerdo de anoche” y “@Gerente2012 me dejó con maravillosos recuerdos y resaca de besos… Buen viaje querido!”. Ambos los retwettié dejando atrás una inolvidable experiencia con una bella mujer mexicana.

Antes de subir al avión twittié lo que hacía en el aeropuerto, incluso fotografié la hamburguesa con papas fritas que me comí entera. Cuando hacía el último llamado a abordar el avión corrí para no perderlo siendo el último en subirme a éste. Muchas caras me miraban como diciéndome “irresponsable” y yo les sonreía como diciendo “weones amargados”, lo cual

 

contar que mi viaje a Guatemala comenzaba, pero éste estaba sin batería por lo que no pude hacer ningún comentario.

Una vez que guardé el teléfono en el bolsillo una serie de recuerdos vinieron a mi cabeza, la conversación con el padre de Camila de seguro me habría hecho caer en depresión en otro momento. Esta vez me había golpeado, pero lejos de ser una caída con suerte había sido una resbalada, tal cual fue el primer encuentro con Rocío llenos de vaselina y placer. Claramente mi estadía en México había sido una resbalada, pero una sin caer.

 

Capítulo VII, El Rapto y el duelo

Una vez en Ciudad de Guatemala, me sentía bastante cansado por el esfuerzo físico que me estaba demandando este viaje. No sólo era hacer todos los trámites y filas en el aeropuerto, sino que también la intensidad de los encuentros sexuales con mis seguidoras era alta. La verdad que sólo me agotaba el tema del aeropuerto, lo otro me tenía con una sonrisa y de vez en cuando aparecían ojeras.

Le pedí al taxista que me llevara a uno de los mejores hoteles, éste me llevó al Hotel Intercontinental, el cual se encontraba ubicado en un lugar denominado Zona Viva. Cuando tweettié que estaba en este hotel recibí muchas menciones de seguidores guatemaltecos que irían a conocerme. Por algún motivo que desconocía en este país tenía bastantes seguidores, todos muy activos por lo que la cantidad de mensajes y menciones superaron lo esperado. Llamé a la recepción del hotel y solicité que si alguien preguntaba por mí dijeran que no me encontraba hospedado en este hotel. En ese minuto pensé que fue una medida algo sobredimensionada, pero me di cuenta que no fue así cuando en recepción, al día siguiente, me comentaron que más de cincuenta personas habían consultado si Andrés Villanueva se encontraba hospedado en el hotel.

A la mañana siguiente a mi llegada, después de tomar desayuno y leer el periódico local llamado Prensa Libre, escuché a otros huéspedes que irían a visitar diferentes zonas de la ciudad después de almuerzo. No me interesaba mezclarme con más turistas, por lo que decidí ir a dormir y cuando ellos salieran tomar un taxi que siguiera al tour.

Antes de dormirme revisé las noticias de la evolución del impacto de la entrada de la portabilidad numérica en Chile, lugar donde iría a arrebatarle la sonrisa de los sucesivos éxitos que había tenido el mal nacido de Osses. Me llamó la atención que las noticias mostraran una tasa de cambio bastante baja a mi parecer. Yo habría apostado que un mercado de telefonía móvil tan competitivo como lo era el Chileno, la eliminación de la barrera de cambio de compañía, entregando la propiedad del número al cliente, haría explotar una competencia comercial agresiva. No quise pensar mal de las empresas, después de los casos de colusión de las farmacias y la industria de pollos que investigaba la fiscalía nacional económica de ese país, pensé que los entes reguladores estarían pendientes de este proceso. Sin perjuicio de lo anterior, me llamaba la atención que no se generara una guerra de precios inclusive con la entrada de nuevos actores al mercado. Daba la impresión que las compañías estaban cautas a la aplicación de una guerra de precios porque sólo iría en desmedros de sus utilidades, pero no me cabía duda que todas tenían sus planes de acción listos para ser ejecutados al primer movimiento de sus competidores.

Otra variable que había estudiado era que el desarrollo de este mercado se había logrado penetrando los segmentos socioeconómicos bajos de la población a través del prepago. Esto evitaba generar incobrabilidad alta como lo que le había ocurrido a la empresa del retail La Polar, caso que había generado mucho ruido en el mercado chileno y que había sido analizado y publicado por mí en mi blog http://gerente2012.blogspot.com/.

Luego de dormir toda la mañana recorrí diferentes zonas de la ciudad, la cual me encantó. La mezcla de sus construcciones antiguas de piedras contrastaba con una ciudad que luchaba por ser moderna. El desarrollo de esta se notaba en parte de su infraestructura vial y edificios. En pleno recorrido acordamos con Byron de Léon juntarnos a salir de fiesta, el ingenuamente me dio a elegir entre una comida familiar en su casa o salir de fiesta. Yo quería conocer a mujeres guatemaltecas, quería conocer la inspiración del cantante Arjona de sus letras en las cuales alaba mucho a la mujer. Por supuesto que elegí la opción de salir de fiesta y me dio la impresión que al preguntarme por twitter éste le mostraría a su esposa mi elección para poder salir de fiesta conmigo con su autorización.

Cuando llegué al hotel, puse la radio y sintonicé una frecuencia al azar. Cuando comencé a escuchar la canción stop crying your heart out del grupo Oasis sentí que me clavaran un cuchillo en el corazón. Esa canción la usábamos para darnos ánimo con mi esposa y me hizo recordar todas las proyecciones y creencias que había puesto en esa relación. Por más que había matado y enterrado al bueno, habiéndome prometido no llorar más me fue imposible. Lágrimas cayeron por mis ojos mientras escuchaba la canción, imaginando las mejores imágenes de mi relación con Camila. Probablemente en forma exagerada sentí que todos eran falsos, la Camila de la que me había enamorado no había existido nunca. Cuando lloré la partida de mi esposa, muchas veces en el hospital, había sentido que el duelo lo había hecho, pero ahora con las últimas noticias que había recibido de su actuar sentía que debía enterrar también sus recuerdos, duelo más doloroso que el primero.

Para sorpresa de Byron y de muchos de mis seguidores que bromeaban con la salida que tendríamos con mi amigo guatemalteco suspendí el encuentro. Debía hacer una rápida introspección para dejar atrás los fantasmas que lograban una vez más atormentarme.

Encerrado en mi habitación mi mente no dejaba de funcionar, lo cual me tenía agotado de sobremanera. No sé quien podría entenderme, pero un cerebro que funciona conectando todo lo que se le aparece me hacía ser un excelente Gerente capaz de encontrar cualquier solución a un negocio, pero en la vida personal me tenía agotado. Treinta y siete años de actividad cerebral sin parar era mucho. En vez de cerrar los ojos y no pensar en nada, los pensamientos iban y volvían, incluso llegaba a repetir más de veinte veces algunos.

Si bien la decisión de ser infiel es absolutamente de quien lo hace, entendí que ese comportamiento que había tenido yo fue una forma de protegerme que utilizó mi inconsciente para así no ver la realidad y mantenerme engañado en una relación que se había ido a la basura poco a poco. Esto me dio un poco de tranquilidad y me hizo sentir que quizás mi equilibrio si era la fidelidad, sólo que Camila no había sido la mujer de mi vida sino una preparación para encontrarme en el momento apropiado con la que sería la mujer que me amaría como siempre lo había soñado.
Mientras miraba por la ventana una luna montada sobre un cielo azul lleno de estrellas, que se juntaban con el brillo de la ciudad para entregar diferentes tonalidades de luces, pensé en si esa mujer existiría realmente. Si supiera donde estaba no tendría problema en cruzar cielo, mar y tierra para ir en su búsqueda, pero esas esperanzas eran desechadas rápidamente por un razonamiento práctico que no me ayudaría en nada pensar así.

Antes de dormirme sentí que tan muerto el bueno no debía estar, estos pensamientos idealistas del amor no podrían ser generados por el malo o el lindo. Quizás sólo estaba raptado, encerrado en una celda y a veces daba señales de vida. “Pendejadas” pensé y me puse a dormir para prepárame para hacer locuras a la noche siguiente.

Un recorrido similar al del día anterior hice por las calles de la capital de Guatemala, ciudad que cada día me gustaba más. -Quizás algún día me venga a trabajar a vivir acá y realice estos recorridos diariamente- pensé mientras admiraba la belleza de la hermosa Ciudad de Guatemala.

Ansioso por que se diera la salida a conocer mujeres coordinamos con Byron todas las indicaciones por DM. Una vez que me pasó a buscar nos dimos un apretón de manos y un abrazo fraternal como si fuéramos dos amigos que no se veían hace mucho tiempo. Quizás de alguna forma lo éramos y las relaciones que producían las redes sociales estaban cambiando bastantes paradigmas y definiciones sobre la generación de los vínculos interpersonales.

Cuando me dio a elegir donde ir y dentro de las opciones puso la localidad de Antigua, histórico lugar de casi cinco siglos de vida, del cual había escuchado muchos comentarios positivos, no lo pensé dos veces, ese lugar  debía conocerlo y la noche, o más bien mi optimismo, presagiaba una buena velada.

Mientras Byron manejaba yo iba tomando Ron, me llamó la atención de lo preparado que era este hombre. Cada vez más me convencía que no le daban mucho permiso para salir y esta noche estaba preparado para desquitarse conociendo las más bellas mujeres Guatemaltecas. Cuando bajábamos una cuesta se me dio vuelta el trago en el auto, Byron me dijo que tuviera más cuidado mientras bajábamos la cuesta Las Cañas. Cuando le pregunté si de verdad ese era el nombre de la cuesta el me respondió afirmativamente. –Bastante irónico beber y derramar ron en una cuesta que se llama las cañas- dije y mi amigo Byron respondió hábilmente: “todo pasa por algo dicen algunas personas”. Eso nos produjo risas y escribí en mi teléfono lo irónico del nombre de lugar con lo que me había pasado con el ron.

Una vez que llegamos a Antigua, quedé maravillado con la ciudad. La belleza de la historia plasmada en las construcciones de arquitectura renacentista española era sobrecogedora. Se entendía porque la Unesco la había declarado patrimonio de la humanidad en el año 1979.

Mientras recorríamos la ciudad iba realizando algunos tweets y observé que un par de hermosas mujeres seguían mis comentarios diciendo: “El @Gerente2012 está en Antigua”. Byron me comentó que era bastante comentado mi arribo a ese país, personalmente él había recibido varios llamados preguntando por mí. “Jefe, he mantenido bastante discreción sobre su anonimato” dijo mostrando sinceridad en sus dichos.

Cuando pasábamos por fuera de un hermoso y conocido templo de la zona, llamado templo de capuchinas, le propuse hacer una locura. –¿Qué tal si escribo que estoy a las afueras de este templo y así vendrán esas hermosas mujeres y con ellas nos vamos a algún lugar?-. Byron emocionado que esta noche de libertad cumpliría sus expectativas dijo inmediatamente que  apoyaba la idea. Así fue que escribí en mi teléfono que estaba fuera del templo y que conocería a los seguidores que vinieran en ese momento. Jamás pensamos que podría haber tanta gente siguiendo mis comentarios,  con suerte pensamos que vendrían las mujeres que habíamos visto y alguien más. Cuando el lugar se comenzó a llenar de gente preguntando por mí nos alejamos del templo para observar lo que ocurrido. Con gran sorpresa vimos que en cosa de minutos habían llegado más de cien personas al lugar generando un tumulto confundido preguntando por mí.

Cuando nos decidimos a irnos a otro lugar y dimos la media vuelta una mujer nos estaba encañonando con su revólver. Rápidamente hizo que Byron se arrodillara y se pusiera contra la puerta del auto. Mientras veía las hermosas y voluptuosas curvas de la mujer, ella me indicó en forma agresiva que debía subirme en la parte tercera de un furgón que manejaba. Mientras pasé al lado de ella sonreí y le dije: -¿Raptando al Gerente?, que mujer tan egoísta, alcanzo para muchas-. Ella respondió pegándome una patada en el trasero y me quitó el teléfono. “Mira imbécil, conmigo no te hagas el lindo” me dijo, mientras yo le dije: -Contigo de seguro tendré el síndrome de Estocolmo- lo cual me hizo ganador de un manotazo en mi cabeza.

Antes de abandonar el lugar amarró mis manos y me dijo que me preocupara, que este amarre no sería como los que estaba acostumbrado y me volvió a pegar otra patada. Entre la agresión, el miedo y la belleza exótica de la raptora debo confesar que me sentí excitado, eso sí que lo oculté, no quería tentar un golpe de la mujer en mis genitales.

Cuando iba en el auto comencé a preocuparme, cuando recordé que había salido con mi pasaporte y no había una foto con la que me pudieran identificar rápidamente para hacer una denuncia a la policía.

Antes que extrañar mi libertad comencé a extrañar mi teléfono, pensé que esta era una clase de tortura maligna de los tiempos modernos que quizás ni siquiera esta tipificada como violación a los derechos humanos. Después de suplicar misericordia y humillarme en reiteradas ocasiones, para que me devolviera mi teléfono, entendí que no había esfuerzo que fuera capaz de hacer para cambiar la decisión de la raptora. Amarrado recordé “Aceptar lo que no puedes cambiar” y me quedé dormido teniendo optimismo que este mal rato sería parte de una aventura interesante, que esperaba poder salir vivo para contarla.
Era de día cuando sentí que me arrojaban agua helada en la cara y me decían: “despierta idiota!”. La mujer me ayudó a sentar en el furgón y logré ver que estábamos en un frondoso bosque tropical. –¿Dónde estamos?, pregunté y recibí como respuesta que si creía que ella era guía turístico. Con tanta agresividad comprendí que era la clase de mujeres que tienen fachadas rudas y que mi comportamiento de galán no me serviría de nada. –Quiero disculparme contigo si te hice algo- dije mientras la raptora se largó a reír. “La que debería pedir disculpas soy yo por lo que te voy hacer dijo” sintiendo por primera vez miedo de verdad desde que me había raptado.

“Estamos en el Departamento de Petén y ahora dejaremos el auto acá y nos iremos caminando por la selva en dirección a Tikal. –Que suerte, tenía muchos ganas de conocer estas famosas ruinas- pensé en primera instancia, pero después recordé que mi situación de cautiverio no era la ideal para andar turisteando.

Para poder lograr mi cautiverio debía primero penetrar la coraza de la hermosa mujer, cuando veía sus curvas la palabra penetrar tomaba un significado que hacía que mi imaginación volara y me desconcentrara de mi objetivo. Mi primera hipótesis fue que ella debía ser una mujer perteneciente a un grupo feminista que me quería castigar por machista. Siempre existían mujeres de esta clase que me insultaban y me tildaban de machista. No lograban entender la diferencia entre un machista y un sexista, esto último si era yo. Un machista no quiere que una mujer trabaje, en cambio un sexista quiere que trabaje la mayor cantidad, así aumenta la probabilidad de tener sexo en el trabajo.

Cuando le dije que ella era una hermosa mujer me respondió que no fuera idiota que esto no era un juego era un rapto. Esto me hizo acordar de las emociones que había tenido la noche anterior en donde sentía que el bueno no estaba muerto sino también raptado. Por primera vez desde que despedí a Camila en el funeral necesitaba al bueno que llevaba dentro de mí. Este era el único que podía romper la coraza de la curvilínea mujer y así conseguir mi teléfono en primera instancia y después, si se lograba, mi libertad.

Mientras caminábamos por una hermosa selva, yo me preguntaba como sacar del cautiverio al bueno, mi decisión de enterrarlo era necesaria para seguir adelante y reflotarlo era algo que no tenía ganas de hacer. Era mucho el dolor que sufría con él. Cuando vi que la mujer usaba mi teléfono me molesté, alguien podía usar mi cepillo de dientes, mi televisor, mis tragos incluso hasta mi mujer, pero usar mi teléfono era algo que no le permitía a nadie. Para amenizar el viaje le pedí a la mujer que pusiera una canción en mi teléfono y ella accedió. La guie para que pusiera la canción de Oasis que había escuchado el día anterior.

Mientras la escuchaba sólo pensaba en Camila, efectivamente habíamos vivido buenos momentos. Seguro que en su forma me amó, no podía ser tanta la disociación que lograba que pudiera fingir ese sentimiento que en muchas veces sentí. Gran dolor sentía cuando me conectaba con el accidente y con su traición, sobretodo con la mentira de que tendría un hijo mío cuando era de otro hombre. A ratos me caían lágrimas y las escondía de la raptora, no quería que me sintiera débil o desesperado, pero en ocasiones logré ver que de reojo me miraba haciendo que su rostro se compadeciera de un hombre con pena. Pensaba en cómo lograr aceptar que los momentos buenos fueron buenos sin que la pena los empañara y los convirtiera en dolor. Había sido más fácil pensar en que no habían existido y que no hubo ninguna forma de amor entre Camila y Yo, pero sabía en el fondo que esa no era la solución que me daría paz con ella.

Cuando llegamos a Tikal ella me dijo que se había reído mucho con las teorías que hacían mis seguidores sobre el rapto, el único que mostraba preocupación era Byron. El resto sólo hacía bromas quitando relevancia a mi secuestro. Con risa me contaba que había unas seguidoras que sólo se preocupan de mis genitales, que no importaba si yo no llegaba, pero que se encargara de mandarlos por parte en buen estado. A mí no me causaba gracia la broma, separar a un hombre de sus partes íntimas es algo que es incomodo de imaginar.

Una vez que nos aceramos a las pirámides, por lo que parecía una entrada que no era la oficial, ella me liberó y me dijo que haríamos un descanso. “Puedes recorrer las pirámides, pero yo estaré atrás tuyo y cualquier movimiento en falso que hagas me encargaré de enviar tu pene, tus testículos y tu escroto por separado a tus seguidoras. Esa era una amenaza que no correría el riesgo de comprobar si era verdad.

Son pocos los lugares en el mundo que me han hecho experimentar lo que sentí ese día en Tikal, la mezcla perfecta entre la selva y las pirámides bien conservadas eran un espectáculo que de alguna manera generaba una sensación de paz. Muchas historias hay sobre lo completa que fue la cultura Maya, pero ninguna describía lo que  sentía en ese lugar tan especial. Sus construcciones y su orientación tenían un sentido espiritual que nuestra cultura jamás podría entender, pero si las personas se conectaban con su lado bueno sentirían esa tranquilidad de espíritu que sentí por primera vez en mi vida. “Perdón” fue la respuesta a lo que me pregunté durante toda la caminata. Para poder recordar los momentos buenos con cariños debía perdonar al universo, a Camila, a Dios y hasta mí mismo por los momentos malos.

“Sanador, ¿verdad?” preguntó la mujer abandonando su coraza y dejando salir a la tierna mujer que escondía. Sus ojos tomaban un brillo hermoso que reflejaban la nobleza de su alma. “Todo pasa por algo Andrés” me encanta cuando lo escribes en twitter dijo la bella mujer, revelando que también era una seguidora. “Te he seguido hace mucho tiempo y he notado el dolor en tus palabras, he notado que cuando das ánimo al resto de las personas en realidad te das ánimo a ti. Cuando supe que estabas en Guatemala sentí que te podía hacer este regalo, pero jamás habrías abandonado esa postura pedante y arrogante que son tus corazas. El dolor es parte de la naturaleza humana y debes aprender a enfrentarlo, vivirlo y dejarlo a ir. Este lugar es especial para eso si vienes con la actitud correcta y te recomiendo venir cada vez que sientas que pierdes tu equilibrio” dijo la mujer mientras yo la miraba sorprendido de lo que decía.

Todo lo que decía era cierto, independientemente de la gravedad de los acontecimientos en mis treinta y siete años de vida no había logrado a aceptar el dolor. No me gustaba conectarme con el dolor propio ni el de terceros, me producía una sensación que sentía desagradable y que era más fácil transformar en energía a través de la rabia para posteriormente descargarla contra alguien. Pero ese camino no me llevaba a mi equilibrio y entendí que junto con aprender a aceptar el dolor debía también vivir el perdón. Este sería un proceso lento, con muchas caídas, pero en algún momento lo lograría, hasta el momento había logrado todas mis metas y esta era una más de las que lograría.

De repente ella me tomó de la mano y me llevó a lo alto de una pirámide y nos sentamos en unos de sus escalones. El lugar permitía ver la selva por sobre los árboles y una suave brisa generaba un suave silbido en los oídos. La sensación de paz hizo que me conectara de manera especial con mi raptora cuando la miré directamente a los ojos. –Me llamó Andrés- le dije presentándome como el caballero que soy. “Hiuhtonal” dijo ella dijo ella explicando que su nombre significa Luz Preciosa. -Todo calza Pollo-, dije utilizando un Hashtag que era usado para describir una situación donde todas las piezas eran parte de un mismo rompecabezas.

Antes de irnos, ella tomó unas fotos y las publicó en twitter indicando que me encontraba en ese lugar. En la caminata de vuelta, en plena selva, ella me dijo que faltaba algo para que mi proceso de tranquilidad de espíritu fuera completado, “debes hacer el amor en esta selva con una mujer de la zona” dijo ella agregando que la única que conocía en ese momento era ella. Me tomó por la cintura y me dio un beso de una ternura que hasta ese minuto nunca había recibido.

En plena selva nos desnudamos y comenzamos a hacer el amor continuando con la ternura del beso, ambos muy conectados y preocupados por el otro haciendo sólo caricias y movimientos suaves. Una vez que terminamos nos quedamos abrazados por media hora y le agradecí su regalo, -esto fue realmente sanador-. Ella dijo que no me preocupara, que el hacer el amor no era parte del tratamiento, sólo había sido una mentira que había utilizado para sacarse las ganas que tenía de mí.

Quiero ser la única Guatemalteca con la que estés en este viaje, por lo que te llevaré al aeropuerto. Antes me dijo que haría una broma a mis seguidores y me tapó la cabeza un saco y me tomó una foto con mi rostro cubierto. Publicó la foto y después preguntó si había alguien en pagar un rescate ante lo cual se escribieron muchas bromas, pero varias seguidoras fieles dijeron que sí estaba dispuestas.

Ella me había sacado boletos para ir a Caracas y me dejó en el avión, despidiéndose de mis seguidores. “En verdad es entretenido tu teléfono” dijo ella mientras me lo devolvía y yo contactaba a Byron para decirle que estaba bien,  pedirle si podía mandar mi equipaje a Venezuela y pagar la cuenta del hotel. Él se alivió que yo estaba bien y acordamos que en otro momento saldríamos. Le dije que luego pasaría un tiempo largo en Chile y desde ya lo invitaba. El me respondió que era un lindo país, sólo que las piñas eran muy caras.

Cuando despegó el avión me fui con una enorme tranquilidad sintiendo que mi verdadero duelo estaba comenzando y que era cosa de tiempo que me recuperaría. Por otro lado sentí que Guatemala sería un país que nunca olvidaría y que había sido el puntapié inicial para recobrar mi equilibrio.


 

Capítulo VIII, Día de San Valentín.


Cuando llegué a Caracas me llamó la atención su aeropuerto que estaba en remodelación. A mi lado, un hombre venezolano de unos setenta años de edad vio como yo admiraba el lugar y me indicó orgulloso que este era de los pocos aeropuertos que había recibido al Concorde en vuelos de frecuencia regular. Me comentó además que tenía un tráfico anual de cerca de diez millones de pasajeros. Con tanta información pensé que él podría saber de buenos lugares para conocer en la ciudad, le pedí me recomendara un lugar para visitar y me dijo que no me podía perder el Paseo de los Próceres. Pensé en preguntarle si no conocía mejor un paseo de guerreras amazónicas para ir a visitar, pero el hombre bastante serio habló mirando al cielo de lo importante del lugar. En la primera parte de su discurso dejé de escucharlo pensando en que cada país que visitaba tenía algo que aportarme, con ansiedad me preguntaba cual sería el de Venezuela.

El Hotel que elegí para hospedarme fue Gran Meliá Caracas, ubicado en un sector llamado La sabana grande. Desde ahí coordiné con Byron de León todos los trámites que quedaron pendientes con el Hotel de Guatemala. Me alojé allí hasta tener de vuelta mi equipaje.

Los candelabros de cristal y los tapices elegantes de alguna tonalidad española hacían del vestíbulo un lugar muy llamativo. Aparte de admirar la belleza de éste, supe inmediatamente que los precios me harían decir una vez más: “malditos hijos de puta”. Así fue cuando me indicaron que la tarifa era cuatrocientos cincuenta dólares por noche.

Los primeros días descansé y recorrí el parque nacional Cerro El Ávila, que según me explicaron era considerado el pulmón de la ciudad. Éste está ubicado en la cordillera de la costa venezolana y tiene abundante fauna y vegetación. De seguro elegí un lugar como ése dada la experiencia que había tenido en las pirámides de Tikal. Con la barba de dos semanas ya me sentía un verdadero hippie conectándose con la naturaleza. Después de dos días de recorrer el parque visualicé esa imagen de mí y me dio bastante risa. Una cosa era rencontrase con uno mismo en un lugar rodeado de naturaleza y otra era comenzar a seguir una filosofía hippie.

De vuelta en el hotel me afeité y me puse la que venía siendo mi ropa preferida en este viaje, mis pantalones cargo y mi camisa a cuadros. Tomé un taxi y le pedí me llevara al Paseo de los Próceres. Torres de treinta metros de longitud, un obelisco, un espejo de aguas y muchas estatuas son parte de lo que componen este bello parque. Lo recorrí desde las torres, que eran el monumento de los próceres, en dirección a la academia militar. Al hacerlo, sentí que cuando recorres un camino en una dirección no hay nada que puedas hacer, tu destino queda determinado por esa decisión. Me pregunté cuantas veces en mi vida había recorrido un camino en una dirección sin darme cuenta y llegaba a un punto no deseado, lo que era evitable cambiando tan sólo un poco la dirección seguida.

Este pensamiento me dio ganas de arrendar un automóvil y salir a recorrer Venezuela sin destino definido. Así fue que lo hice y tomé la carretera panamericana, manejé cerca de cuatro horas, antes de hacer una parada. Cuando pasé a llenar el tanque de combustible me salió a pagar casi tres dólares, valor similar al que pagué por un café en la estación de servicio. Esto me llamó mucho la atención porque el subsidio que debía estar aplicando el estado debía ser alto, táctica demagógica del presidente Chávez. Aproveché de responder a mis seguidores que iba de viaje manejando, ya que estaban  inquietos y preguntaban porque no tweeteaba. Algunos bromeaban que me había quedado gustando que me raptaran.

Hice algunas bromas ofensivas respecto del presidente Chávez, a quien me gustaba insultar por deporte, eso sí que me recomendaron esperar a salir de Venezuela para seguir con esa clase de bromas.

Durante la primera parte del viaje utilicé el programa waze, en mi iphone, el cual me iba mostrando todos los controles de transito que hacía la policía. Comprobé así que este programa me permitía ir a la velocidad que quisiera, sin que me sacaran una infracción. Así fue durante las tres horas siguientes manejé sin el temor a que me detuviera la policía por exceso de velocidad.

El camino me llevó a la ciudad de Maracaibo después de haber manejado cerca de setecientos kilómetros. Como llegué de noche pasé a cenar a un restorán que ofrecía un espectáculo de danza típica de la zona. Cerca de la una de la mañana vi que el calendario de mi reloj marcaba que era catorce de febrero. Sentí la nostalgia de esa fecha, estaba sólo en el amor y sin darme cuenta entendí que este sería mi primer día de San Valentín sin Camila.

Manejado por mi inconsciente, un tanto romántico por la fecha, busqué en YouTube alguna canción y di con En mi corazón vivirás de Phil Collins, tema de la versión animada de tarzán.

(http://www.youtube.com/watch?v=XYbjc7c05IU)
En mi corazón vivirás

Como me apena el verte llorar
toma mi mano siéntela
yo te protejo de cualquier cosa
no llores más aquí estoy
frágil te vez dulce sensual
quiero abrazarte te protegeré
esta fusión es irrompible
no llores mas aquí estoy

en mi corazón tu vivirás
desde hoy será y para siempre amor
en mi corazón no importa que dirán
dentro de mi estarás siempre...

no pueden entender nuestro sentir
ni confiaran en nuestro proceder
se que hay diferencias mas por dentro
somos iguales tu y yo

en mi corazon tu viviras
desde hoy sera y para siempre amor

no escuches ya mas que pueden saber
"que pueden saber"
si nos queremos mañana y hoy
entenderan lo se....

tal vez el destino te hara pensar
mas la soledad tendrás que aguantar
entenderan lo se....

lo haremos muy juntos pues!

en mi corazon creeme que tu viviras
estaras dentro de mi
hoy y por siempre amor

tu en mi corazon
si en mi corazon
no importa que diran no sufras más
dentro de mi estaras
estaras siempre

siempre.....

aqui siempre
para ti estare siempre
siempre y por siempre

solo mira a tu lado
solo mira a tu lado
solo mira a tu lado

yo estaré siempre!!!!


Siempre que escuchaba esta canción me imaginaba a mí cantándosela a Camila, estando yo fascinado a ofrecerme como su salvador. Esa noche fue diferente, la escuché deseando tener a una mujer enamorada cantándome la canción a mí.

Por años pensé que Camila merecía ser la mujer a quien yo dedicara la canción, como también la compañera ideal en la celebración de este día. En efecto, esta fecha tenía un significado especial para nosotros, pero ahora deseaba tener otra compañera con quien festejar en este día el amor.

Al salir del lugar mi ánimo había decaído, el recuerdo de Camila que venía rumiando me hacía pensar que algo tenía que concluir del último catorce de febrero que habíamos celebrado.
Realicé tres tweet, y recibí comentarios que por primera vez me leían frases  melancólicas en twitter, los cuales fueron:

El catorce de Febrero fue una fecha especial con Camila. Hoy es una fecha dolorosa. Si amara a otra persona le diría que ahora es nuestra fecha”.

“Pensar que hace un año celebraba un romántico día de los enamorados con Camila. Un año después todo está revuelto”

“¿Quieres hacer reír a Dios?... Planifica tu vida”

…cuando pasé a buscar a Camila la noté distante, con mucha melancolía en los ojos. Habíamos acordado salir a comer esa noche, como era lo usual, y celebrar el día de san Valentín del año 2011. Camila llevaba cerca de cuatro años tomando Clonazepam o algún medicamento de ese tipo, y yo sentía a veces que para ella era la única forma de aceptar una vida en la que no cuadraba, pero alejaba esos pensamientos de mi mente sin reparar en nada.

Cuando llegamos al restorán de comida peruana nos sentamos cerca de la puerta en una mesa para dos que yo había reservado. Un “piqueo” fue lo que pedimos ambos, mezcla de diferentes tipos de ceviches, pulpo al olivo y rica cancha peruana, un tipo de preparación de maíz que sirve para acompañar el ceviche.

“A veces siento que quieres que el trabajo te consuma” dijo Camila con voz  bien triste. Pensé al principio que se había enterado de alguna de mis infidelidades, pero no me cuadró.
 - Cami, el proyecto está en la etapa final, pronto vendrán días de menos trabajo para que podamos estar juntos- dije, sintiendo que era el momento de frenar las infidelidades y comenzar a hacerme cargo de mi esposa.
“El distanciamiento es grande Andrés, y siento que algún día llegaremos a viejos y nos desconoceremos tanto que no sabremos a quien tenemos a nuestro lado” dijo Camila mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Sentí mucha culpa por mi comportamiento, Camila era la mujer a quien me había jurado proteger y me había convertido en un hijo de puta siéndole infiel en forma descarada.
- Cami, esperemos que termine el proyecto, unos cuántos meses más y retomamos el tema de tener familia.  Estoy dispuesto a la adopción, a fertilización in vitro o cualquier otro método que permita agregar un hijo a nuestro hogar- dije, generando en ella una sonrisa mezclada con lágrimas, gesto que había visto otras veces en Camila en situaciones de conflicto.

Después de comer nos fuimos de la mano al auto, yo sentía que nuestra relación estaba entrando en una crisis, pero todo estaba en mí. Haría los cambios necesarios en mi vida para abandonar la infidelidad y buscaría disminuir mi carga de trabajo. Así fue que nos fuimos a casa ese día de los enamorados, con la ilusión de darle una oportunidad más a nuestro matrimonio...

Ese recuerdo venía una y otro vez mientras estaba sentado en el automóvil en alguna calle perdida de Maracaibo. Recorrí un poco la ciudad, pero la preparación en las calles para la celebración de San Valentín me pudrieron, decidí manejar devuelta a Caracas.

Los recuerdos de la sonrisa con lágrimas de Camila me hicieron sentir que era un gesto que había desarrollado hace algunos años, no los recordaba en nuestra etapa de noviazgo ni tampoco en los primeros años de casados. Me esforcé e hice memoria y tuve la seguridad que esos gestos habían aparecido cercano a la fecha en Camila había comenzado a tomar Clonazepam. Concluí que algo había pasado en ese momento, de lo que yo nunca me percaté. Algo había cambiado a Camila, siempre pensé que había sido mi exceso de trabajo, pero ahora no me cuadraba. Hace cinco años un hecho que desconocía había marcado la vida de Camila y había desencadenado en ella a la mujer que se disociaba emocionalmente con mucha facilidad. El tratamiento de medicamentos era la forma con que había tratado de salir adelante, sin dar resultado.

La necesidad de poder entender el comportamiento de Camila, sumado a la incapacidad de vivir con un misterio sin resolver hicieron proponerme que debía saber exactamente lo que le había ocurrido hacía cinco años atrás. Ese pensamiento me mantuvo despierto mientras manejé de vueltas a Caracas.

A kilómetros de la capital vi algunos tweet que realizó @Alexandralc14, seguidora venezolana muy cercana y que se distinguía por ser una mujer jugada por su familia. En su bio se podía ver que eso era lo más importante para ella. La imaginé disfrutando de sus hijos y la contacté para hacerle una visita. Ella me invitó a almorzar a su casa que quedaba en Barcelona, en el estado de Anzoátegui a unas cuatro horas en auto desde Caracas.

Seguí manejando y casi al llegar me detuve en el Cristo de José, saqué unas fotos y las publiqué en twitter indicando que estaba cerca de la casa de Alexandra. Ella dijo que me estaba esperando y publicó en twitter que estaba muy emocionada de conocerme, comentario que mi ego me obligó a retweetear.

Una vez en su casa me saludó diciendo que era un gusto conocer al “tremendín”, como me llamaba ella. Con un orgullo que me llamó la atención me presentó a sus hijos y éstos, muy educados, me saludaron en forma muy correcta. Cuando nos acercamos a la mesa vi una foto de ella con su esposo en una mesa de arrimo. Un poco de envidia me causó ver la felicidad de la joven pareja. Ella muy perceptiva me indicó que era su esposo, a quien amaba mucho, pero no por eso era una relación libre de problemas. “Las relaciones de pareja no son fáciles, en muchas ocasiones he llegado a pensar que el ser humano no está hecho para vivir en pareja” dijo ella mientras  yo quedaba sorprendido de sus comentarios, dado que no esperaba oír eso de una persona que se declaraba devota de su familia. “Una pareja siempre tiene problemas y por mucho tiempo pensé en que quizás no fue una buena decisión casarme cuando estos aparecían. Con el tiempo me di cuenta que si hay amor y voluntad las parejas son capaces de salir adelante y resolver los problemas. Esta capacidad es la que me ha hecho entender que el ser humano está hecho para vivir en pareja, sólo que quizás no fue preparado para resolver los conflictos que esta convivencia genera”, dijo Alexandra mostrando gran madurez.

Un delicioso almuerzo casero fue el que preparó; un sabroso pollo asado acompañado de arroz, plátanos fritos, verduras y diferentes salsas fueron los responsables de darme una sensación de satisfacción. Mientras comía, sentía que Alexandra me miraba como una madre, penetrando mis corazas con mucha facilidad. “Tremendín, eres simpático, loco, divertido y por sobretodo un caballero” dijo causando risas de ambos. “Por más que te esfuerzas en esconder tu pena hay algo en tus ojos que la dejan salir con gran facilidad” dijo Alexandra dándome un golpe inesperado. – ¿De verdad te parece que soy un hombre que tiene de qué quejarse?, tengo el dinero y la libertad para recorrer Latinoamérica sin destino, conocer mujeres extraordinarias y vivir muchas aventuras. Soy un hombre libre Alexandra y esto no es algo que tiene el común de las personas- dije tratando de argumentar que no había espacio para la pena en mí. “Mi querido tremendín, no viniste a mí en busca de una aventura, viniste a buscar el mundo que anhelas, el mundo para el qué tu corazón sabe que está hecho, viniste a buscar una prueba de que la vida en familia es factible y además puede ser muy satisfactoria. Te puedes jactar de todo lo que tienes, pero yo veo en tus ojos la pena de que no has conseguido lo que realmente quieres…” dijo Alexandra sin terminar su oración porque fue interrumpida por mí. –No creo en el amor, por lo tanto no creo en que las personas puedan ser felices construyendo una familia. Probablemente te convences y buscas lo bueno de tu vida para aceptar el resultado de tus decisiones y así sentir que son correctas- dije utilizando inconscientemente la vieja estrategia que no hay mejor defensa que un buen ataque.

“Guarda tus espadas Tremendín, no es conmigo con quien debes pelear, sino más bien es contigo. Eres en esencia bueno, pero te ha tocado duro y de seguro sobrevivir en un mundo que si no levantas tus espadas mueres. Eso te ha llevado por el camino incorrecto y lo seguirá haciendo si no aceptas que tu máximo deseo es tener una familia a quien cuidar. Si no lo aceptas no lo conseguirás mi querido Gerente, y te digo Gerente porque si no lo logras en eso te convertirás. Dejarás de ser persona para convertirte en un cargo, en un rol o lo que sea necesario para seguir triunfando en un mundo donde todo lo que logras te da puras sensaciones sustitutas de la felicidad, la cual te mueres por obtener” dijo Alexandra en uno de los diagnósticos más crudos que me habían hecho.

Para frenar la conversación que me incomodaba, por la capacidad que tenía Alexandra de desnudarme y no de la forma que me gusta, di un giro a la conversación y le pregunté qué lugar me recomendaba para conocer. Con una sonrisa maternal y entendiendo la situación ella dejó el tema y me recomendó ir a Isla Faro. El viaje a ésta me haría pasar por Lechería y Puerto la Cruz, ambas ciudades cercanas a Barcelona.

Antes de irme jugué un rato con sus hijos para luego continuar con mi viaje. Un caluroso abrazo fue el que me dio Alexandra al despedirse diciéndome que todo me saldría bien. Yo agradecí su gentileza, su rico almuerzo y sus sabias palabras. Ella me cerró un ojo y caminé al automóvil para continuar la travesía.

Fotos de lindas playas y de un mirador que permitía ver una panorámica de varias ciudades fueron las que subí a twitter. En la noche llegué a Isla Faro y me dormí temprano, llevaba muchas horas manejando y debía dar un descanso a mi cuerpo.

En la mañana recorrí la isla, subiendo algunas fotografías, llamando la atención de mis seguidores por lo hermoso del lugar. Cuando me ofrecieron un recorrido en lancha por el lugar, recordé que hace cinco años estábamos con Camila en Montañita en Ecuador cuando habíamos tomado un tour en lancha y minutos antes de salir  se sintió mal y me pidió que fuera sólo mientras ella descansaba en el hotel. Recordé que en ese viaje vi a Osses con su esposa, por lo que quizás ahí había ocurrido el hecho que había cambiado a Camila. Pensé que estando allá podría recordar bastante más de aquel viaje y así tener más información para poder entender el comportamiento de mi difunta esposa.

Me contacté con @MariaJosePenaG, seguidora ecuatoriana que me había realizado invitaciones a pasear por su país en numerosas ocasiones. Cuando me comentó que vivía en la provincia de Santa Elena acepté la invitación de inmediato, ya que en esa provincia se encontraba ubicada la localidad de Montañita, lugar al que me había propuesto ir.

Lo que seguía era conocer un poco más del lugar donde estaba, manejar una vez más rumbo a Caracas y desde ahí tomar el primer avión que encontrara a Ecuador. Con esos antecedentes volvería a contactar a María José e iniciaría mi viaje por su país, la última escala que haría antes de llegar a Chile para volver a emplearme y dar la batalla laboral más importante de mi vida.

Así fue que abandoné Venezuela, país en el que realicé largos recorridos en automóvil, de seguro por el bajo precio de la gasolina. También fue el país donde un solitario y triste día de San Valentín me hizo entender que debía seguir buscando en el pasado para conseguir las respuestas con la que podría enfrentar el futuro. También dejaba atrás a una cariñosa Alexandra, que con sus palabras me hacía entender que en algún momento de mi vida se abrirían dos caminos a seguir.

En el  Paseo de los Próceres había entendido que al lugar donde llegas queda determinado por el camino que sigues, esto me hacía cuestionar si el camino de una batalla con Osses era el que me llevaría al destino que quería. No lo tenía claro, por ahora era el único camino que vislumbraba.

 

Capítulo IX, Cómo no preocuparse para ser feliz


Una verde cadena montañosa, muchas nubes y una infinidad de puntos blancos era la impresionante panorámica que se veía desde el avión en los últimos siete minutos de vuelo, antes de aterrizar en el aeropuerto internacional Mariscal Sucre de la ciudad de Quito. Éste, al estar a menos de diez kilómetros del centro de la ciudad, permitía ver con detalle una gran cantidad de edificios de mediana altura, los que cubrían una extensa zona hasta casi llegar a la pista de aterrizaje.

Una vez que abandoné el avión tweetié que estaba en Quito, capital de Ecuador. Tomé contacto con María José quien me indicó que si quería llegar vía terrestre a Santa Elena debía ubicar a la empresa de transporte que tuviera un servicio directo a la península. Cuando fui a la que me recomendó ella, me agotó enterarme que el viaje tenía una duración de doce horas. De seguro que si no hubiese manejado tantos kilómetros en Venezuela habría arrendado un auto en vez de viajar en transporte público, pero estaba tan cansado que decidí viajar esas horas en bus.

Decidí que aprovecharía para recorrer Quito y saqué pasajes para las nueve de la noche. Esto me daba ocho horas para visitar algunos lugares de la capital ecuatoriana, además que me permitiría dormir gran parte del viaje.

En pleno centro había un cerro desde donde se veía gran parte de la ciudad. Cuando pedí a un taxista que me llevara hacia allá, indicó que el lugar se llamaba Panecillo. En su punta se apreciaba una estatua, que el taxista me explicó  era la Virgen de Quito. La obra estaba hecha en aluminio y compuesta por más de siete mil piezas. Según él, ésta era la mayor representación en aluminio en todo el mundo.

Desde el mirador ubicado sobre un edificio de cuatro niveles, que funcionaba como museo y principalmente como base que daba soporte a la enorme estatua, vi la ciudad en ciento ochenta grados. Me deleité por varios minutos contemplando la maravillosa vista que ofrecía el lugar. Me quedé no más de dos horas antes de ir a conocer otro hermoso mirador.

Un viaje de diez minutos en teleférico permitía llegar a Cruz Loma, mirador que estaba a cuatro mil metros de altura. Una vista que me dejó aún más maravillado fue la que contemplé hasta que me dio hambre y almorcé en un restorán que estaba en el lugar. Cuando pedí al garzón que me recomendara algo típico para comer, ya me creía Anthony Bourdain, me recomendó Fanesca. Se trataba de una sabrosa sopa que contenía cerca de diez ingredientes entre los que pude distinguir choclo, quínoa, habas, maní y fréjol.

Terminado el almuerzo seguí una singular recomendación realizada por mi amigo guatemalteco Byron de León y realicé un viaje rápido de cien kilómetros. Casi una hora y media me demoré en llegar a Pichincha, lugar donde se encuentra el monumento a la mitad del mundo. Una vez en éste le tomé una foto y tweettié:
-          Ahora sí se puede decir que soy el centro de la tierra. Estoy en el monumento de la mitad del mundo.  cc:@Byrondeleon-

Me quedé muy poco rato en el lugar, dado que el viaje de vuelta a Quito me dejaba poca holgura para no perder el bus que tomaría hasta Santa Elena. Durante toda la vuelta estaba muy emocionado de que el viaje en bus, quizás un tanto incomodo, me permitiría tener alguna aventura entretenida. Hacía mucho tiempo que no viajaba en este medio de transporte, por lo que hacer algo diferente me motivaba mucho.

Cuando el bus partió la imagen era muy diferente a la que retratan las películas norteamericanas donde siempre se ve un bus antiguo, con mucha población indígena, con muchos canastos e inclusive un par de gallinas moviendo sus alas y dejando escapar plumas. El bus era moderno y no iba repleto, de hecho había algunos asientos disponibles. Los viajeros eran comunes y corrientes, algunos solos, otro con hijos y ninguno trasladaba un animal.

Al principio parecía ser un viaje normal, pero cuando una lactante comenzó a llorar me di cuenta que la elección del medio de transporte había sido un error. No pasó mucho rato cuando otro lactante, de seguro que incentivado por el llanto del primero, comenzó a llorar con mucha fuerza. Cerca de tres horas llevábamos con una función de llantos ininterrumpida cuando me dije que esto no podía ser peor, olvidando el dicho: “Cuando algo sale mal siempre puede salir peor”. Dicho y hecho, uno de los infantes vomitó y el desagradable olor se sintió en todo el bus. Mientras trataba de buscar una forma de respirar el otro lactante repitió la acción del primero y vomitó dejando el bus con una pestilencia que tenía a todos los pasajeros haciendo gestos que mostraban lo incomodo de la situación. Después que llevábamos cinco horas de viaje recién logré quedarme dormido.

Un poco antes de llegar a Santa Elena desperté saludando a mis seguidores de twitter, como era lo usual. Muchos me preguntaban como iba el viaje y otros muy extrañados no entendían que yo hubiese preferido viajar en bus en vez de avión. Los comprendí y les di la razón, nunca más volvería a viajar así habiendo otras alternativas.

Una vez en Santa Elena me puse de acuerdo con María José, quien me fue a buscar a la terminal de buses. Ella, muy amable me invitó a dormir a su casa, donde me dijo que tenía una habitación lista para mí. Le dije que si no se ofendía prefería un hotel, pero ella me dijo que si no aceptaba la invitación de seguro se sentiría rechazada. El ser caballero me hacía blanco fácil de las manipulaciones femeninas, por lo que acepté la invitación.

Cuando fue de noche María José me dijo que debíamos salir, ella a sus veintiséis años de edad conocía todos los bares de la ciudad. Como me vio un poco cansado hizo que nos tomáramos un par de rones en cosa de segundos, lo que me animó y me dieron ganas de seguir la fiesta. En total recorrimos cinco bares y en todos me presentaba amigas de su edad y me hacía bailar. Cuando estábamos en el último lugar me di cuenta que había sufrido nuevamente el problema de pensar que podría beber lo que fuera y no me emborracharía.

Cuando salimos del lugar no se me entendía bien lo que decía y no era capaz de mantener el equilibrio. Esto me hizo ir abrazado a María José durante todo el camino a su casa. Cuando llegamos me ofreció un café mientras yo me senté en un sillón de la sala. Ella puso música romántica y entendí que trataría de hacer algo conmigo, lo que me agradaba. Cuando se sentó a mi lado tuvo la mala idea de preguntarme cómo había estado mi viaje en bus e inmediatamente recordé el olor a vómito que habían dejado los lactantes. Tuve que salir corriendo en busca de un baño, al que por suerte alcancé a llegar. Entre mi borrachera me imaginaba a los dos lactantes riéndose de mí y diciendo: “Enójate por el olor ahora cabroncito”.

Después de esa situación no pude sentirme atractivo, pedí disculpas a María José y me fui a acostar. Al despertar, con un gran dolor de cabeza, saludé a todos mis seguidores de twitter deseando que tuvieran un buen miércoles. En cosa de segundos recibí muchas respuestas que me indicaban que me había equivocado, ya que era jueves. Pedí disculpas por el error, señalando que tenía resaca y me volví a dormir.

Cuando desperté en la tarde, llamé al hotel de Montañita donde me había hospedado con Camila años atrás y reservé dos habitaciones. Me habría encantado reservar una para dormir con María José, pero consideraba que no era de caballero hacerlo sin su consentimiento. Ella me pasó a buscar en la noche y nos fuimos directo a Montañita. Me daba la impresión de que quería dormir conmigo, de seguro por el efecto de la resaca fui recatado. Ella como buena señorita no hizo ofrecimiento para que pasáramos la noche juntos, dormimos en habitaciones separadas.

Cuando me acosté comencé a recordar el viaje que había hecho con mi difunta esposa. Había elegido la misma habitación donde habíamos estado en ese entonces para que los recuerdos fluyeran de mejor manera. Me acerqué a la ventana y al mirar la hermosa vista de la playa vino un recuerdo de Camila. En la tercera noche del viaje, ella, con una mirada melancólica, apreciaba la misma vista.
                                                          
… cuando me acerqué a Camila, abrazándola por la espalda le pregunté si estaba todo bien. Ella respondió con una sonrisa que no era nada relevante,  sólo le dolía un poco la cabeza. Me pidió si le podía conseguir alguna medicina y bajé a la recepción en donde vi llegar a Osses con su esposa. Lo reconocí porque lo había visto varias veces en el club de golf y me llamaban la atención sus gestos arrogantes. El que estuviera vestido de blanco entero hizo resaltar una pequeña bolsa verde que tenía bien afirmada con su brazo derecho, parecía que la cuidaba mucho.

Cuando cruzamos miradas y nos saludamos sutilmente moviendo nuestras cabezas, me di cuenta que él también me había reconocido. Cuando llegué a la habitación Camila se había quedado dormida acostada en la cama. Cubrí con mantas su delicado cuerpo y dejé la medicina con un vaso de agua en su velador por si despertaba con dolor. – Que duermas bien mi amor- le dije susurrando mientras le daba un suave beso en la mejilla.
                                                                                                      
Al despertar la noté que seguía con dolor, tomó la medicina y me dijo que prefería no hacer el paseo en lancha que estaba agendado para esa mañana. Cuando le dije que lo suspendería me dijo que lo mejor era que yo fuera, así ella podría dormir tranquila sin preocuparse de que yo me aburriera.
-          No me aburriré, prefiero quedarme a tu lado cuidándote que salir de paseo- dije en forma tajante.
“Andrés, te lo pido por favor, estaré más tranquila si tú haces el paseo. Esto no es nada grave, es sólo un simple dolor de cabeza. Hazlo por mí” dijo ella de tal forma que me convenció.

 Dentro de los turistas que hacían el paseo, sólo reconocí a la esposa de Osses y no me llamó la atención que no estuviera con él. Un lindo recorrido fue el que hicimos, pero mi preocupación por los malestares de Camila no me permitió disfrutarlo.

Cuando llegué, después de almuerzo, Camila estaba vestida y arreglada. Me dijo que los dolores se le habían ido y me dio un abrazo que más que ternura sentí una gran turbación en ella. No quise importunarla y no dije nada, sólo la abracé…

Después de haber recordado ese episodio bajé a la recepción y pregunté al administrador si tenían los registros de huéspedes de cinco años atrás. Éste me dijo que esa era una información clasificada. El que usara la palabra “clasificada” me hizo entender que lo que me estaba pidiendo era que le pagara por la información. Le pasé cien dólares y me dijo que si bien estaba, hace tres años habían cambiado los sistemas de registro y que la búsqueda era difícil. Saqué un billete de mil dólares y lo partí por la mitad.
-          Aquí tienes la mitad del billete, tráeme los registros de todos los huéspedes del hotel en la semana del 21 de febrero al 28 del mismo mes del año 2007 y te daré la otra mitad. Para mí esta mitad del billete no tiene valor, para ti sí, será tuyo si me traes la información-  le dije mientras el hombre miraba emocionado el billete y salía a buscar la información.

Cuando me fui a dormir lo hice con un poco de preocupación, supuse que Camila había inventado el malestar y me había enviado al paseo en lancha para poder pasar la mañana con Osses, quien se las había arreglado para librarse también de su esposa. Esta situación no me producía dolor,  yo ya había hecho la pérdida varios días atrás asumiendo el engaño de Camila, por lo que sólo sentía una sensación de amargura.

A la mañana siguiente, tomábamos desayuno con María José cuando se acercó el administrador. Me comentó que había bajado la información a un archivo de Excel y si quería me la podía enviar por correo. Lo prefería así porque la podría revisar en mi teléfono en cualquier momento.

María José me invitó a pasear por el pueblo, el cual tenía una onda bastante hippie y con un relajo que contagiaba a casi todas las personas. Yo era una excepción,  no lograba quitarme la preocupación por resolver lo que había pasado con Camila.

Mi compañera me dijo que me veía preocupado y me entendía.
 “Mi mejor amiga me dice mamá pollito, suelo preocuparme mucho de los problemas y darle muchas vueltas. Esto no me permite vivir plenamente la felicidad” dijo mostrando mucha empatía.
 –Es verdad, muchas veces medimos nuestra felicidad en función de la cantidad de problemas, es inevitable que eso nos lleve a sentirnos infelices- dije mientras ella me daba un cariñoso abrazo.

Después de caminar por la playa nos fuimos al pueblo y caminamos por unas calles de tierra,  donde se mezclaban la madera de las construcciones rústicas, los techos de paja y las palmeras que estaban plantadas sobre las veredas. El lugar era muy bonito y decidimos tomarnos una cerveza en un local donde había muchos turistas que se veían relajados disfrutando de su estadía.

Cuando comenzaba a beber mi cerveza, mi teléfono sonó indicando que había recibido un correo. Al revisarlo vi que era del administrador del hotel y contenía el archivo con los datos que le había encargado. Al revisarla pude ver que Osses había estado en el hotel sólo por una noche, la que coincidía con el comienzo del malestar de Camila.  Era claro que la estadía de ese hijo de puta había tenido relación con mi difunta esposa, pero no me cuadraba que el encuentro se tratara sólo de un revolcón. Algo había pasado esa mañana mientras yo me había ido de paseo en lancha.  Recordé que después del viaje el estado de ánimo de Camila comenzó a empeorar y fue al psiquiatra,  comenzando un tratamiento de medicamentos que no dejó de tomar hasta el día de su muerte.

De seguro una cara de bastante amargura fue la que tenía cuando María José me tomó la mano y me regaló una sonrisa. Justo después sentí un olor que había sentido en el taxi de Buenos Aíres, olor a marihuana. Una pareja de alemanes fumaban tranquilamente en el local, ya que era sabido que en Montañita la gente podía fumar en los lugares públicos sin tener problemas con la policía. No sé qué cara tenía mientras observaba a la pareja que el alemán al verme me ofreció y yo acepté pensando que me daría algunas fumadas. En vez de eso me pasó un grueso cigarro de marihuana sin encender, yo agradecí y lo puse en la mesa.

Le pregunté a María José si fumaba marihuana y me respondió que nunca lo había hecho. La noté que vacilaba y le dije que no se preocupara, mejor que no lo hiciéramos y seguimos conversando. Ella por un rato siguió mirando el cigarro y me dijo que era una experiencia que estaba dispuesta a hacer en mi compañía. Pedí un fósforo al joven que nos atendía y comenzamos a fumar con toda tranquilidad.

Después de fumar, en el lugar se escuchó el tema “Don´t Worry Be Happy” del legendario Bob Marley.  María José se paró y comenzó a cantar la canción, pero traduciéndola para asegurarse que el mensaje que me quería dar fuera recibido. Mientras ella me deleitaba con sus movimientos sentía que los ojos se me caían y quedaba como idiota mirándola. Ella cerraba sus ojos que habían tomado un tono rojo y bailaba olvidando todos los problemas. Era una clase de cómo se debía vivir el momento y dejar las preocupaciones para cuando se pudiesen resolver. Hice un esfuerzo y me paré y comenzamos a bailar juntos como si no importara nadie más, lo que no era cierto porque yo disfrutaba imaginando que estaba siendo observado por todas las personas que estaban en el lugar.



Don´t Worry be Happy
(Silbido)
Aquí está una pequeña canción que escribió,
es posible que desee cantarla nota por nota,
no te preocupes, sé feliz

en cada vida tenemos algunos problemas,
cuando usted se preocupa que sea doble
no te preocupes, sé feliz

no te preocupes se feliz ahora
no te preocupes ser feliz
no te preocupes ser feliz
no te preocupes ser feliz
no te preocupes ser feliz
no tiene ningún lugar para poner su cabeza,
alguien vino a tomar tu cama,
no te preocupes, sé feliz

el propietario dice que tu alquiler esta atrasado,
que puede que tenga que litagate,
no se preocupe (risa pequeña) sea feliz,

mirame soy feliz,
no te preocupes, sé feliz

te doy mi número de teléfono,
cuando estés preocupado, llámame,
te haré feliz
no te preocupes, sé feliz

no se consigue ningún efectivo, no se consigue ningún estilo,
no se consigue ningún galón para hacerte sonreir
pero no te preocupes, sé feliz

Porque cuando te preocupas, tu rostro se frunce el ceño,
y desanima a la gente,
así que no te preocupes, sé feliz

no te preocupes, sé feliz ahora ...

no te preocupes, sé feliz
no te preocupes, sé feliz
no te preocupes, sé feliz
no te preocupes, sé feliz

ahora esta canción que escribió
Espero que usted haya aprendido nota por nota
como niños buenos

no te preocupes ser feliz

escucha lo que digo
en tu vida encontrarás problemas
cuando usted se preocupa que sea doble
no te preocupes ser feliz
ser feliz ahora

no te preocupes, sé feliz
no te preocupes, sé feliz
no te preocupes, sé feliz
no te preocupes, sé feliz
no te preocupes
no te preocupes se feliz
no te preocupes, no te preocupes, no lo hagas,
ser feliz, poner una sonrisa en tu cara,
no traiga a todos abajo como esto

no te preocupes, pronto pasará lo que es,
no te preocupes, sé feliz,
No estoy preocupado

Cuando terminó la canción María José me dijo que seamos libres, que dejáramos nuestras preocupaciones y nos fuéramos a hacer el amor. Pagué la cuenta, la tomé de la mano y la llevé corriendo hasta el hotel. Al pasar por la recepción el administrador se paró y me preguntó si había recibido el correo, le di la otra mitad del billete y le agradecí. Al entrar en la habitación puse la tarjeta no molestar y cerré la puerta mientras besaba apasionadamente a María José.

Me propuse que el resto de mi estadía sería para disfrutar de su compañía, el lugar y todo lo que me entregaba la vida en ese momento. Sabía que luego tendría que viajar a Chile y vendría mucha adrenalina y tiempo para gastar en entender el pasado, pero por ahora no había que preocuparse de nada, sólo gozar esta sensación de felicidad.


 

Capítulo X, Pequeña bolsa verde


Volví a sentir que mi cuerpo secretaba adrenalina cuando pisé tierra chilena, sólo tenía mis habilidades para lograr un objetivo que se percibía como imposible de alcanzar. Derrotar a Osses, peleando de chico a grande, me emocionaba demasiado. Sentía que tenía una verdadera oportunidad para sentirme David venciendo a  Goliat. Después de dar vueltas en mi cabeza a este tema concluí que realmente estaba enfermo y no tenía cura, eso me gustaba.

Pedí a un taxista que me llevara al Hotel Valdivia, lugar que me había recomendado un seguidor chileno indicándome que en esta época no se necesitaba reservar. “Picaroncillo”, balbuceó antes de salir del aeropuerto.
 “Eligió el mejor hotel de Santiago” dijo el hombre con una sonrisa extraña mientras manejaba.
 –Que bueno, me gustan los buenos hoteles y este fue el que me recomendaron- le contesté.

Cuando vi que tenía un reloj rojo que parecía de juguete me llamó mucho la atención y le pregunté por qué lo usaba, pensando que había sido el regalo de alguien querido.
“Este es el reloj que usa el presidente de Chile” dijo el hombre mientras yo me reía pensando que me estaba haciendo una broma.
“En la última campaña presidencial el entonces candidato Piñera usaba este reloj que se puso rápidamente de moda. Muchos ejecutivos y empresarios empezaron a usarlo, después de un tiempo bajaron los precios y el resto del pueblo comenzó a usarlo. Ahora somos pocos los que lo usamos” señaló el taxista en forma muy seria.

Sabía lo bromistas que eran los chilenos, por lo que googlié “reloj de Piñera” y cuando seleccioné que me mostrara las imágenes el resultado comprobó la historia de mi conductor. El mismo reloj de juguete que usaba el taxista era el que usaba en las fotos el actual presidente de Chile. Me llamó de sobremanera la atención este comportamiento. Me imaginaba reuniones de altos ejecutivos todos con sus trajes elegantes usando este reloj; era claro que esto no era algo que se repitiera en otros países.

Cuando llegamos al Hotel me di cuenta había sido víctima de una broma, eso no era un hotel. Cuando el taxista me recomendó la habitación Amazonas o Egipcia, me llamó la atención el lugar y decidí bajarme mientras él se estacionaba en un cubículo y cubrían la parte trasera con una cortina.

Cuando una mujer nos preguntó por la habitación, miró sorprendida al taxista y éste rápidamente indicó que sólo era el chofer. Le pedí la habitación Amazonas  y me condujo por unos pasillos oscuros hasta llegar una pieza hecha para el sexo, ambientada con detalles amazónicos. Estaba claro que en ese lugar no me quedaría a dormir, pero de seguro vendría en el futuro con alguna compañera.

Habiendo salido de la curiosidad, volví al taxi y le expliqué que lo del hotel había sido una broma de un amigo chileno. Le pedí me llevara a un buen hotel y me llevó al Hyatt, donde me registré para quedarme por una semana. Esto me daría el tiempo suficiente para encontrar un lugar definitivo donde vivir.

Una vez en el hotel guardé mi equipaje y tomé una ducha tibia y relajante. Me afeité dejando mi cara suave, lista para el cariño de cualquier hermosa mujer. Cuando me puse uno de mis trajes marengo tuve una sensación especial,  no había extrañado esa clase de vestimenta, pero al usarla sentí que me calzaba a la perfección. Habiendo echado a mi cara y ropa mi perfume Polo de Ralph Lauren, supe que el personaje estaba listo para convencer a los dos directores, tenía la certeza que me creyeron un loco en Colombia.

Al bajar por el ascensor del hotel mi mente daba vueltas a los recuerdos de mi estadía en Montañita, la bolsa verde que sujetaba firmemente Osses comenzó a tomar mi atención. Él la tomaba de una forma extraña, como preocupado de que no se la fuera a quitar nadie. -¿Qué podría traer en esa bolsa que se preocupaba de que no cayera en manos equivocadas?- pensaba constantemente. Quizás no tenía relación conmigo o con Camila, pero había aprendido que mi inconsciente siempre se encargaba de entregarme las piezas necesarias para armar los rompecabezas.

Cuando salí del hotel sentí que me faltaba algo, no caminaba hace mucho tiempo con mi traje marengo y esta vez debía ser con estilo. De tanto pensar en la bolsa verde me acordé de la canción Little Green back, tema central de la película Perros de la Calle. El estilo de caminar que tenía la banda de asaltantes de la película era el que quería tener yo. Saqué mi iPhone y mis auriculares y busqué la canción en youtube. Cuando comenzó la música cerré los ojos y conté hasta tres, después me puse a caminar impulsado por el ritmo esbozando una sonrisa que indicaba que todo estaba en orden.


Little Green Bag
Buscando una pequeña bolsa verde.
Encontrar una de su tipo o pierdo la cabeza.
Miro la noche sin mirar el día.
Buscando para hacerlo a mi manera.
Miro la noche sin mirar el día.
Buscando para hacerlo a mi manera.
Buscando.
Buscando felicidad.
Pero solo encuentro soledad.
Brinco a la izquierda, regresa a la derecha.
Mirando las escaleras, mirando detrás, ¡sí!
Buscando felicidad.
Pero solo encuentro soledad.
Brinco a la izquierda, regreso a la derecha.
Mirando las escaleras, mirando detrás.
Buscando una pequeña bolsa verde.
Encontrar una de su tipo o pierdo la cabeza.
Miro la noche sin mirar el día.
Buscando para hacerlo a mi manera.
Buscando una pequeña bolsa verde.
Encontrar una de su tipo o pierdo la cabeza.
Muy bien.
Buscando felicidad.
Pero solo encuentro soledad.
Brinco a la izquierda, regresa a la derecha.
Mirando las escaleras, mirando detrás.

Pa pa pa pa pa pa ..


Sabía que caminaba hacia una venganza, la que empezaba en la oficina de los directores Marcelo Rojas y Cristóbal Ahumada. Como decía la canción, buscaba felicidad, en mi caso apagando la ira con una revancha, aunque sabía que era un camino en el que sólo encontraría soledad. Me convencí que ése era mi destino y que tenía que seguir ese camino para encontrar el éxito profesional y de pasada tener a Osses de rodillas para escupirle en la cara.

Cuando llegué a las oficinas de los directores fui atendido por una secretaria fea que era una arpía, al darle mi nombre dijo que no tenían ninguna reunión agendada conmigo.
 –La felicito, hace muy bien su trabajo. Ver secretarias eficientes como usted, además de bellas y distinguidas es algo inusual. Los señores Rojas y Ahumada me están esperando, si fuera tan amable dígales que Andrés Villanueva se encuentra acá- dije con tal nivel de seguridad que la arpía se sintió una belleza y se convenció de que me esperaban.
“Don Andrés, si quiere puede esperar en la sala de reuniones mientras yo le llevo un café. Si lo están esperando don Marcelo y don Cristóbal ahí lo atenderán” dijo la secretaria quien ahora mostraba una faceta amable que incluso la hacía ver menos fea, pero era sólo amabilidad, no un milagro.

Estaba seguro que mi nombre lo recordarían, seguro que habían contado la historia de un loco que conocieron en Colombia que de forma arrogante había dicho que les iría mal en su incursión en el negocio de la telefonía móvil. Con los nulos movimientos de clientes que mostraba el mercado de la telefonía móvil, tras la incorporación de la portabilidad numérica, yo estaba seguro que cualquier estrategia definida no les habría dado resultado.

Los quince minutos que pasaron desde que entré a la sala hasta que llegaron los directores debieron usarlos para debatir la conveniencia de atenderme o no. Ver locos como yo que pronostiquen y acierten al resultado de la implementación de una estrategia no es común. La simple curiosidad de volver a conversar conmigo y saber qué podía decirles ahora era probablemente el motivo que los llevó a escucharme.

La cara de asombro y la cordialidad del saludo, de ambos directores, me dieron a entender que tenía posibilidades de convencerlos. Unos incómodos segundos y miradas entre ellos dejé que pasaran para generales mayor ansiedad con mi presencia.
–Como ven, soy un hombre que cumple lo que dice. Les dije que en un mes vendría a verlos a Chile- dije haciendo una pausa para dar espacio a la participación de alguno de los dos directores.
 “Así es joven, también acertó cuando dijo que nos iría mal en nuestra estrategia. Dos de tres es un buen resultado de aciertos, porque también dijo que nos convencería de seguir este proyecto, pero eso no lo logrará. Esperábamos captar sólo quinientos clientes en este primer mes y logramos treinta, todos familiares de la fuerza de venta. No señor, la lección fue aprendida: “pastelero a tus pasteles” decía un profesor en la universidad”- señaló Marcelo Rojas mostrando que de los dos directores él era el que tenía más poder.

Una vez que terminó de hablar miré a Cristóbal para hacerlo sentir obligado a agregar unas palabras y no parecer que estaba de adorno, esto haría que me entregara más información para construir mi argumento.
 “Jovencito, recuerdo que también dijo que nos haría soñar, pero los pésimos resultados nos muestran que en esta línea de negocio ya no conviene hacerlo. Debemos enfocarnos en nuestro core si no queremos descuidar sus utilidades” -dijo el director mientras el otro movía la cabeza en señal de que compartía los dichos de su colega.

Dejé pasar otros segundos para generar más ansiedad y también para ganar tiempo para preparar mi respuesta.
–Les advertí que les iría mal, no porque no supieran del negocio, sino porque para lograr lo que querían debían hacer una innovación. Es difícil que ésta salga sólo de ustedes, porque en general se necesita pensar sin los paradigmas  que las industrias van generando- dije haciendo una pausa y retomé mi discurso antes que ellos trataran de rebatirme.
 –Una derrota como la que han tenido les hará perder más de lo que creen, porque a partir de ahora no estarán dispuestos a correr los riesgos necesarios para permanecer en el mercado. Es cosa de tiempo que eso les afecte en el core de su negocio, por lo que abandonar esta iniciativa los hará descuidar las utilidades, que según entendí de Cristóbal es precisamente lo que no quieren- dije entrampando a Cristóbal, por lo que ahora me tocaba rebatir a Marcelo, cosa que debía hacer sin exponerlo.
–Por otro lado, el profesor de Marcelo tiene razón con el dicho “pastelero a tus pasteles”, pero esto no significa que abandonen la industria de la telefonía móvil. Ustedes son pasteleros de su negocio actual y ahora requieren un pastelero…- no alcancé a terminar cuando fui interrumpido por Cristóbal, quien había caído en mi juego.

“Mire jovencito,  nos ofende con sus palabras. Si cree que somos tan idiotas como para empezar esta iniciativa liderada por nosotros mismo se equivoca, trajimos a un Gerente de la telefonía móvil y no dio resultado”- argumentó Cristóbal mientras Marcelo volvía a asentir respaldándolo nuevamente.
–El problema, Cristóbal, es que trajeron al pastelero equivocado. De seguro piensas que el problema es entrar a competir en la telefonía móvil y eso no es correcto- dije mientras este se quedaba mirando a Marcelo levantando sus hombros en señal de que no entendía a qué me refería, pero este último mantuvo la vista fija en mí permitiéndome terminar mi discurso.
 – El problema que debes resolver es qué innovación debes hacer para poder ser un actor válido en esta industria. Para eso el pastelero indicado soy yo, ya que pienso sin paradigmas y soy experto en encontrar soluciones. Mis capacidades son lo que necesitan para no rendirse. La diferencia entre un problema y otro es que con el primero buscas calificar, un gerente de la industria es buena elección, tiene el “know-how” para hacerlo. El segundo problema resuelve diferenciarse para ingresar a competir, donde a primera vista no presentan ventajas comparativas. Ustedes hablaron de quinientas cuentas en el primer mes, pues bien,  si yo no les traigo mil en el segundo mes me voy sin ni siquiera cobrar un sueldo- dije, mostrando una seguridad que gustó a Marcelo.
–De todas formas, me interesa discutir con ustedes cuales serán mis condiciones si logro conseguir diez mil cuentas sólo en el primer mes- dije dando el pase de la conversación a Marcelo.

Ofrecer diez mil cuentas para ellos era un número muy atractivo para el tamaño del negocio que concebían.  Yo buscaba evitar un triunfo de Osses, por lo que la solución que debía encontrar debía ser mucho más grande para un mercado de más de veinte millones de cuentas, en donde la empresa en la que trabajaba el ex amante de Camila era una de las líderes.

“Andrés, seré sincero contigo: creo que estás loco, creo que nuestra incursión en este mercado no tiene vuelta y que los resultados de tu gestión no serían diferentes a los que logramos en el primer mes. Pero por otro lado, veo que apuestas en serio sin prometer resultados en el largo plazo. Me tientas mucho a saber que harás en un mes, por lo que en vez de cerrar el proyecto te daremos ese tiempo para conseguir tus metas. Si las cifras no se revierten continuaremos con nuestro plan de cierre” dijo Marcelo ante el asombro de Cristóbal.

Quedamos en que durante la primera semana yo me instalaría, conocería al equipo y me haría de toda la información necesaria para poder conversar al lunes siguiente mis condiciones económicas. Ellos despedirían ese mismo día al actual Gerente e informarían al equipo de mi llegada, la que sería al día siguiente a las nueve de la mañana.

Teniendo un acuerdo de caballeros me dediqué a indagar varios lugares de la ciudad donde vivir; entre ellos Chicuereo, La Dehesa, Buin, Pirque y Peñaflor. Todos muy lindos, pero la mayoría arribistas y competitivos a excepción de este último. Un pueblo sencillo y muchos condominios en parcelas ofrecían este lugar alejado de la ciudad con un toque campestre que me agradó. Fui a una oficina de corredores de propiedades y visitamos cinco parcelas. Una casa de construcción sencilla de ciento ochenta metros cuadrados, en un terreno de dos mil metros cuadrados, con piscina y árboles frutales fue la que más me gustó. Logré que me la arrendaran amoblada e incluso con una mesa de pool que pedí pusieran en la sala. Muchos pensarían que arrendaría una mansión, pero no es así, mi castillo lo pensaba en función de mi bienestar y no en el de las visitas que podría tener. El lunes siguiente me entregarían la casa.

El cansancio de recorrer más de doscientos cincuenta kilómetros conociendo todas esas localidades me llevó de vuelta al hotel muy tarde. Prendí el televisor y sintonicé un festival de la canción de Viña del Mar, escuché a José Luis Perales y me quedé dormido.

A la mañana siguiente, mientras tomaba el desayuno, vi en un canal de la televisión chilena a un seguidor que siempre me llamaba la atención. Él tenía más de cuatrocientos mil seguidores y siempre me pedía consejos por mensaje directo. Yo sin saber la profesión de este rubio animador de la televisión chilena lo ayudaba. Al verlo animando un programa lograba entender la gran cantidad de seguidores que tenía. Tomé mi teléfono y le mandé un mensaje directo:
-Estoy en tu país y veo que eres un famoso animador de televisión-
El respondió:
“Así es querido Gerente, coordinemos para un café”.
Así que intercambiamos teléfonos y coordinamos un café para la semana siguiente.

Cuando llegué a la oficina, Marcelo me llevó a la empresa que habían formado para entrar en este negocio. Esta se ubicaba en un edificio cercano en lo que parecía ser un nuevo núcleo de negocios de la capital chilena. Al llegar vi la derrota en cada una de las cuarenta personas que componían la planta. Todos me miraban con cara de susto, sabían que su primera incursión estaba lejos de las expectativas, esto le había costado el cargo al gerente anterior.

El tamaño de la empresa era un quinto del de la empresa que había administrado antes del accidente, las oficinas más chicas y con menos recursos. Esto era de verdad un desafío. Conversamos con Marcelo cerca de una hora y me volvió a reiterar que el veía que no había espacio para competir. Yo le dije que subiría el valor de la empresa de una manera que no imaginaba y que esta iniciativa que hoy le significaba un costo de cierre la transformaría en una empresa con un atractivo valor.

–Debes entender que en la propuesta que acordemos debes considerar que al menos un tercio de lo que genere me lo deberás traspasar en acciones- dije poniendo conceptos de lo que debía ser un acuerdo de negocio.
“Si estás tan seguro estoy dispuesto de entregártelo ahora y si en el caso de no revertir el catastrófico escenario en el que nos encontramos deberás hacerte cargo de un tercio de lo que signifique cerrar esta empresa” dijo Marcelo probándome.
–Soy un hombre de acuerdos, ya tenemos uno- dije llamando su completa atención, jamás pensó que una persona haría una jugada tan arriesgada.
“Andrés, estoy convencido que eres un loco, pero ya me hiciste ganar dinero. En el peor escenario me ahorré un tercio de los costos de cierre de este proyecto”, dijo Marcelo sonriendo.
-Te dije que te haría ganar dinero, soy un hombre de palabra- dije yo mientras se retiraba teniendo la certeza de que yo estaba loco.

Durante  el resto de la semana me junté con las cuarenta personas que componían la empresa, los invitaba a tomar un café a mi oficina y conversaba con ellos unos treinta minutos. Muchos declaraban que era la primera vez que pisaban la oficina del gerente y que ni siquiera imaginaban que se tomarían un café con él. Se podría decir que los pasajeros del Titanic tenían más esperanzas de que el barco no se hundiría que el común sentir del personal de la empresa. A todos transmití serenidad, cordialidad y recibí los puntos de vista de cada uno de ellos. Los más relevantes los anotaba en un cuaderno. En un principio todos se sentían nerviosos, pero luego se comenzaron a pasar la voz y todos venían con ideas anotadas para transmitirme.

Los gerentes que dependían directamente de mí eran; Eugenio Faúndez quien era Gerente Comercial y de Marketing, Osvaldo Zapata quien era Gerente Técnico y Juan Andrés Rodríguez quien era Gerente de administración y finanzas. Dado que la empresa no tenía gran actividad financiera él era el candidato ideal para ser el Gerente con quien me desquitaría de todos mis problemas. Por otro lado, sabía que hacer un cambio de estructura, no concebía no tener una Gerente de Marketing que me revolviera las hormonas. En todo caso, aún no era el momento para hacerlo.

Al final de la semana, después de que me había juntado con cada uno de ellos los reuní en un restorán y les dije un discurso que dejé que me saliera del corazón:
-          Si se quiere ganar una batalla hay algo que no se debe hacer: RENDIRSE. He trabajado en muchos proyectos y NUNCA ME HE RENDIDO. Y no ha sido por falta de ganas, sino porque aprendí que cuando estás a punto de perder, cuando sientes que todo juega en tu contra y que no tienes posibilidad, siendo rendirse el único camino a seguir debes resistir un poco más, porque ahí, en ese minuto recién comienza la victoria. Por eso elegí este proyecto, porque donde muchos ven derrota yo veo una victoria, donde todos vean amenazas yo veo las oportunidades, donde muchos ven el cementerio yo veo la entrada a la gloria. Los que quieren ganar, no me importa si lo creen posible o no, con el sólo hecho que lo quieran me basta, síganme que vamos a ganar. Lo que les diré les parecerá una locura: durante la próxima semana deberán prepararse muy bien, ya que en las dos semanas y media siguiente tendremos que estar operando para vender diez mil planes y dar un servicio de calidad- dije e inmediatamente todos comenzaron a conversar con la persona que estaba al lado cuestionado mi juicio.
-          Silencio señores, dije que no me importaban si creían o no en que lograríamos el objetivos, sólo necesito que quieran hacerlo. ¿Qué pierden?, ¿Su trabajo?, ese ya se perdió. Lo que les ofrezco es una oportunidad para recuperarlo. Sólo les pido su confianza por tres semanas, no tienen nada que perder, pero tienen todo por ganar. He conversado con cada uno de ustedes y tengo la plena convicción que lograremos salir adelante y mostrar que un grupo de personas se puso un objetivo muy difícil, entendiendo que nada es imposible. Haremos noticias señores y ustedes se sentirán muy orgullosos.

El almuerzo fue un éxito y nos despedimos con el ánimo bien arriba, la mayoría sentía que tenía una oportunidad y estaban dispuestos a jugársela. Por mi parte tenía todo resuelto, sólo me faltaba definir cómo debía hacer para cumplir los objetivos. Recordé lo que dijo una vez un jefe, “define el qué y el cómo llegará solo”. Así fue que me fui al hotel a descansar para que el cómo fuera planteado en algún momento por mi mente, sólo debía darle el espacio necesario.

Al acostarme vi las noticias y vi que entrevistaban al repulsivo de Osses. El muy pedante se vanagloriaba de los éxitos logrados en Latinoamérica tras la incorporación de la portabilidad numérica, a mi me daba nauseas. Cuando el animador le preguntó que cómo un hombre que venía de la industria de los laboratorios lograba alcanzar el éxito en un mercado tan diferente como el de telefonía móvil, mi mente quedó pegada en la pregunta sin oír la respuesta. No sabía que Osses había trabajado en un laboratorio, yo lo había visto primero en el Club y tiempo después me topé en unas reuniones de negocio en su actual cargo. Asumí que él había desarrollado su carrera ahí en su actual empresa.

Tomé mi teléfono y busqué en un periódico “Osses Laboratorio” y aparecieron un par de noticas que lo vinculaban al laboratorio “Fast Test”. Lo busqué en google  y llegué a su página web, la cual presentaba un diseño marcado con un color verde. Después de un rato vi que el color de la página era el mismo de la bolsa que traía Osses hace cinco años atrás. Vi el logo del laboratorio e hice memoria, la bolsa verde tenía estampado el mismo logo.

Entendía que Camila se tenía que haber hecho algún examen que medía el litio, niveles de hormona o cualquier otro que haya sido rectado por su psiquiatra. Este se lo hizo en el laboratorio que Osses administraba, lo que me indicaba que la relación entre ellos era de muy cercana. Al menos 5 años llevaban en contacto y con la confianza suficiente para que el hijo de puta le llevara personalmente los resultados a Camila. De seguro los exámenes mostraban alguna anormalidad que ellos y el psiquiatra de Camila supieron. Por un momento pensé que debía averiguar que era lo que decía el examen, pero ya no tenía sentido. De una vez por todas debía dar vuelta la página con la historia con Camila, para ello debía enfrentar por última vez aquellos fantasmas que tanto dolor me producían y de los que con desesperación trataba de arrancar.


 

Capítulo XI, Duele


Los recuerdos del comienzo de la relación con Camila me inundaron durante todo el fin de semana. Toda la locura de amor que nos llevó a casarnos en tan poco tiempo desde que nos conocimos no era falsa, yo  visualizaba la imagen de ella en esos tiempos y era perfecta. Logré recordar que me hundía en la profundidad de sus ojos con facilidad y encontraba su cariño.

Claro que fue amor lo que hubo con Camila, pero sabía que la noticia de que no pudiéramos tener hijos nos había golpeado ya en los primeros años de matrimonio. Sin perjuicio de eso supimos salir adelante y nos mantuvimos muy cerca, siempre amándonos.

Adoraba satisfacerla de la forma que fuera, en la cama, comprando lo que quisiese, viajando por el mundo o eligiendo la película que ella quería. Yo amaba a Camila y hacía lo imposible por sacarle una sonrisa que combinara perfectamente con el brillo de felicidad de sus ojos.

Me concentré en recordar cuándo había partido la desconexión con Camila. Siempre había asumido que fue con el despegue de mi carrera donde tuve que aprender el cinismo y la manipulación. Con los recuerdo de Montañita logré entender que nuestro proceso de desconexión había comenzado cercano a ese viaje, pero no recordaba el momento exacto. Quizás el que me volcara al trabajo había sido una consecuencia en vez de un motivo. Traté de recordar cómo me sentía cuando optaba por trabajar más, pero no lograba recordar mucho. Era como si esos recuerdos estuviesen bloqueados en mi memoria.

Comencé a buscar canciones en youtube teniendo la esperanza de que encontraría una que me ayudaría a conectarme con las emociones necesarias para traer los recuerdos  que estaban bloqueados. Unos quince minutos demoré hasta que encontré la canción Como Duele de Ricardo Arjona.


Como duele
Te conseguí la luz del sol a medianoche
Y el número después del infinito,
E instalé la Osa Mayor en tu diadema
Y tú seguías ahí como si nada;

Endulcé el agua del mar para tu sed,
Te alquilé un cuarto menguante de la luna,
Y como buen perdedor busqué en la cama
Las cosas que el amor no resolvía.

CORO:

Y cómo duele que estés tan lejos
Durmiendo aquí en la misma cama;
Cómo duele tanta distancia,
Aunque te escucho respirar
Y estás a cientos de kilómetros

Y duele quererte tanto,
Fingir que todo está perfecto
Mientras duele gastar la vida
Tratando de localizar
Lo que hace tiempo se perdió...

Acabé con los jardines por tus flores,
Inventé la alquimia contra la utopía,
Y he llegado a confundir con la ternura
La lástima con que a veces me miras;

Que triste es asumir el sufrimiento,
patético es creer que una mentira
convoque a los duendes del milagro,
que te hagan despertar enamorada.

CORO:

Cómo duele que estés tan lejos
durmiendo aquí en la misma cama;
Cómo duele tanta distancia,
Aunque te escucho respirar
Y estás a cientos de kilómetros.

Y duele quererte tanto,
Fingir que todo está perfecto
Mientras duele gastar la vida
Tratando de localizar
Lo que hace tiempo se perdió...

Por qué nos duele tanta distancia,
Fingir que todo está perfecto
Mientras sientes que te duele
gastar la vida durmiendo aquí en la misma cama...

Cómo duele....

El escucharla hizo que se me erizaran los vellos de todo el cuerpo y mi ojo derecho dejó escapar nuevamente un par de lágrimas. Lo que decía el autor de la canción que consiguió para su pareja era nada en comparación de lo que yo estaba dispuesto a conseguir por ver la sonrisa de Camila. No recordaba acción que me satisficiera más que hacerla feliz. Habría gastados diez vidas por sólo ver una explosión de felicidad en la mujer que fue la dueña de mi corazón. Cuando la canción hablaba del dolor, una electricidad recorría todo mi cuerpo. Peor aún fue cuando la canción contaba el dolor que significaba el compartir una cama manteniendo esa gran distancia. Por unos momentos una serie de emociones negativas trataron de impedir que me conectaran con recuerdos que me producían mucho dolor y que había guardado en un lugar de la memoria al que no era fácil acceder. Esta canción, sumado al hecho de conectarme con toda la pena que me producía el escucharla, fueron la llave que sirvió para abrir las puertas y candados que escondían esos recuerdos.


Una semana después de llegar de Montañita estábamos acostados con Camila cuando traté de buscarla para hacer el amor. Si bien había veces en que ella no tenía ganas y con toda libertad me rechazaba, esa vez el rechazo fue diferente. Una mezcla de indiferencia, odio y asco fue lo que sentí en esa negativa. Sentí que con su mirada me decía que era un idiota al buscarla, pues encontrarla sería imposible.

 A partir de esa noche prácticamente hacíamos el amor en forma muy ocasional; yo trataba de hacer acciones románticas pero no tenían resultado. Cada noche que nos acostábamos la distancia que se iba generando era de tal magnitud que dolía de una forma brutal. Recordé que ahí comencé a concentrarme en el trabajo, buscar desafíos profesionales que me permitían no conectarme con ese dolor latente que se producía todas las noches. Mantener mi mente día y noche ocupada para resolver los problemas de negocios que parecían imposibles, fue la salida que tuve para poder continuar viviendo con Camila, a quien nunca dejé de amar.

El éxito laboral me llevó a convertirme en el tripolar que soy, alejándome cada vez más de Camila, porque claramente  mostraba comportamientos que no eran propios de mi naturaleza. El dolor que logré remplazar por vacío, el tiempo hizo implorar que fuese llenado con algo. Las infidelidades fueron el escape…

Me fui cambiar de ropa y vi en el closet los cuadernos donde había escrito las historias que me ayudaron a mi recuperación en el hospital. Me acosté, comencé a leerlos y me sorprendí de lo que había escrito. En el capítulo diez me reí de la noche soñada que mi inconsciente escribió, claramente yo habría sido capaz de hacer algo así. Lloré con la descripción de dolor del relato cuando los escritos hacían suponer una infidelidad de Camila. Eso no podía salir de la nada, era claro que mi mente había reflejado en ese capítulo una duda respecto de la fidelidad de ella, de la cual seguro me escondí porque no quería verme enfrentado al dolor descrito.  

Al leer los capítulos que hablaban del Ángel de la nieta del viejito y el oasis que ella me había dado entendí que era la forma que tuvo mi inconsciente de gritar la soledad que sentía, la necesidad de tener una compañera que estuviese preocupada por mí.

Por más que había tratado de taparme los ojos y esconderme del dolor, este había encontrado la forma de salir. Sentía una frustración grande, de alguna forma me había propuesto no enfrentarme a ese dolor, pero de alguna forma el maldito destino se interpuso y lograba hacer que éste llegara y me afectara con gran fuerza.

Ya no tenía dudas, Camila había comenzado una relación con Osses hacía cinco años atrás y de alguna manera siempre lo supe. Sentado en la cómoda cama de un lujoso hotel, solo y sin que nadie me viera, lloré como un niño. De seguro ella no había dejado de amarme, esa era la única razón que encontraba para poder explicar por qué no me había abandonado. Seguramente había recurrido a su mecanismo de disociación emocional para poder mantener ambas relaciones y así evitar dejarme.

Volví a escuchar la canción de Arjona ahora conectándome con el dolor. Quizás si antes me hubiese conectado con este maldito sentimiento y no hubiese fingido que nuestra relación era perfecta el resultado habría sido otro. Aunque ahora eso no tenía sentido, pensar en lo que habría sido o no, no calmaba en nada este dolor. Sólo sabía que dolía, y dolía muy fuerte.

Entendí que todos los mecanismos que había desarrollado para evitar el dolor no habían tenido finalmente resultado, todo lo contrario, habían generando esa maldita presión en el pecho que se denominaba angustia y el idiota del psiquiatra creyó que la sertralina era la única forma de contrarrestarla. Enfrentar el dolor era la verdadera forma de evitarla, y vivir ese desagradable sentimiento de una vez por todas fue la forma de liberar la angustia.

Sin creer que el amor era capaz de todo, deseé que una compañera como la nieta del viejito apareciera de la nada. Estaba seguro que sería capaz de amarla y entregarme nuevamente a una relación de pareja, pero también sabía que eso era parte de mi idealismo.

El amor finalmente se transforma en dolor y mientras más fuerte es, más duro golpea. Entender que mis idealismos respecto del amor se enterraban esa noche era algo que dolía aún más. En todo caso sabía que la esperanza y los sueños no los podía matar, era lo que finalmente me mantendrían vivo. En el fondo una dura batalla entre la esperanza y la experiencia se estaban dando dentro de mí. La ganadora de esa batalla era indiscutidamente la experiencia, pero eso no me permitiría vivir. Hice trampa, una vez más, y declaré ganadora a la esperanza. Una sonrisa nostálgica se apoderó de mi rostro, era un sobreviviente, uno que se mentía para poder seguir soñando en algo que sabía no existía, el verdadero amor.

Liberado de la obsesión de entender lo que había pasado con Camila estaba listo para concentrarme en otra obsesión, la que me permitiría sobrevivir por un tiempo más. Debía encontrar la estrategia  para poder alcanzar diez mil cuentas de telefonía móvil y ya sólo me quedaban tres semanas. No tenía idea como lo haría, el tiempo estaba jugando a en mi contra, por lo que todo se estaba poniendo muy entretenido. Por un momento pensé en lo triste que era mi vida; dejar de creer en el amor y satisfacerme sólo con la adrenalina generada por desafíos laborales me parecía patético. Por eso escribí en twitter:
-Sé que existes y algún día te encontraré-.

En el fondo sabía que era mentira, pero era la única forma que se me ocurrió de alimentar la esperanza.


 

Capítulo XII, La Estrategia


Cuando recogí mi Iphone del suelo supe que había recibido algún daño. El sonido del golpe que se escuchó al caerse de mis manos, en el ascensor del hotel, había sido de tal magnitud que mi querido teléfono no salió ileso. Había utilizado casi todas las carcasas que ofrecía la industria para evitar daños en este tipo de teléfonos, pero todas iban en contra de la elegancia de su diseño sin que yo percibiera agregaran valor. La que más usé fue una que cumplía la función de batería adicional, pero con el tiempo me di cuenta que estar cargando esta batería adicional era incómodo. Si hubiese utilizado alguna de estas, aunque no agregaran gran valor, mi querido teléfono no habría recibido daño producto del aquel golpe.

Por suerte el día anterior había guardado una copia de seguridad, por lo que al evaluar los daños y darme cuenta que mi teléfono no funcionaba, supe que el costo de éste y la molestia de reconfigurar un nuevo teléfono sería el costo de no haber mantenido el uso de las carcasas.

Con mucha molestia llegué a mi oficina y pedí a un asistente que me comprara un nuevo teléfono, mientras yo revisaba que la copia de seguridad tuviese toda la información. Una mañana entera sin mi Iphone fue muy incómodo. En un principio traté de utilizar mi notebook para tweetear, pero lo sentí extraño, necesitaba con urgencia mi teléfono para poder canalizar mi ansiedad. El asistente no fue hábil, tuve que darle las indicaciones de la compra del teléfono varias veces, por lo que concluí que debía contratar una secretaria. Esto me mantendría ocupado en entrevistas de bellas candidatas una vez que la estrategia se estuviera implementando.

Después del almuerzo llegó mi nuevo teléfono y rápidamente lo cargué con la copia de seguridad, una hora después volvía sentirme completo. Entre las tonteras que pensé era que así como Súperman tenía a la criptonita como debilidad, mis enemigos nunca debían saber que la falta de mi Iphone era mi gran debilidad. Me reí con la comparación que hice con Superman, sinónimo de mis delirios de grandeza y la preocupación por enemigos hacía sentir que el paranoico que llevo dentro estaba en completo funcionamiento. Esto era vital para poder pelear en una guerra. “Sin enemigos no hay batallas”, decía un antiguo jefe.

Realicé algunos tweets que ayudaron a disipar mi ansiedad y llamé al rubio animador de la televisión chilena para confirmar el café que teníamos programado para las seis de la tarde. Él, muy simpático, tenía una voz que lo mostraba a veces como un poco ronco y en otras ocasiones acelerado como un niño. Percibí en él bastante entusiasmo por conocerme, esto me alegró en cierta medida.

Cuando cerré la puerta me quedé sentado frente a una mesa redonda que estaba en mi oficina, acariciando mi nuevo teléfono y con la compañía de un tibio café me dediqué a pensar. Es de Perogrullo decirlo, pero en general los gerentes sienten que el dedicarse a pensar es una actividad que refleja no tener nada que hacer, dado que no presentan actividades operativas. Un buen gerente sabe que sentarse a dejar que su mente libere pensamientos que permitan concebir una idea, plantear hipótesis de oportunidades de negocios o mejora en los procesos operativos es su principal función.

Por momentos cerraba mis ojos, pasaba mi mano por mi frente y la primera imagen que se me venía era la del reloj del presidente Piñera. Volvía a sentir lo particular de la historia que me había comentado el taxista respecto al comportamiento que había tenido las ventas de este reloj tan llamativo en todos los estratos sociales de la población chilena. –Concéntrate en pensar una estrategia- me repetía una y otra vez cuando mi mente divagaba en la historia del reloj. Nada tenía que ver un reloj con la concepción de una estrategia de telefonía móvil, por lo que comencé a concentrarme en mi nuevo teléfono.

Recordé como había cambiado mi comportamiento desde que había comprado mi primer Iphone. Este lo había comprado en ebay, dado que en mi país el lanzamiento había sido en forma posterior al lanzamiento que se había realizado en Estados Unidos. Las diferentes aplicaciones que traía el teléfono me permitían liberarme de casi todos los artículos que debía traer antes de hacerme de éste, tales como cámara fotográfica, Notebook para revisar los correos, reloj, álbum de fotos, artefactos para escuchar música, etc. Además me permitía acceder a un sin número de aplicaciones que me entregaban facilidades que antes no tenía, tales como brújula, navegador gps, conexión más rápidas a las redes sociales, etc.

No haber tenido el teléfono durante la mañana había sido desastroso, no quería volverme a enfrentar a esa situación de nuevo. Abandoné mi proceso mental sin ningún resultado y me puse a revisar qué ofrecía el  mercado en término de carcasas. Sólo variedad de diseños que permitían satisfacer los gustos de cualquier persona era lo único que percibía, pero nada logró atraer mi atención.

Sin poder concentrarme escribí en mi pizarrón con plumón de color rojo “Definición Estratégica”. Con el tiempo había aprendido que actos tan simples como estos estimulaban el inconsciente para guiarlo a encontrar una solución a un problema. Me reí cuando me decidí a escribir todo lo que había pensado en ese momento, haciendo un acto de fe en que mi inconsciente me entregaba pistas para la encontrar la estrategia que andaba buscando. Así fue que escribí “reloj de piñera” y los dibujé de color rojo. A su vez escribí “carcasa”, “diseño”, “Iphone”, “Prepago”, “Clientes con Plan”, “Funcionalidad” y “Ayúdame Dios”. Esto último era el toque de humor que me generaba un buen ánimo, vital para que fluyeran pensamientos positivos.

Después de un rato de mirar la pizarra asumí que aún no era el  momento para construir la estrategia, algo me faltaba para desencadenar las conexiones necesarias para la generación de ésta.

Tranquilo abandoné mi oficina y mi pizarrón lleno de garabatos rojos. En el camino al café con el rubio animador llamé al corredor de propiedades para asegurar me entregaran la parcela de Peñaflor ese día. Acordamos que a las siete y treinta de la tarde nos juntaríamos y junto al cuidador del lugar daríamos una vuelta.

Al bajarme del auto dejé mi billetera en éste y saqué sólo mi tarjeta de crédito, andar con bultos en los bolsillos me era muy incómodo. Esto siempre me producía un problema, porque al cambiarme de chaqueta siempre dejaba olvidados en los bolsillos los documentos que sacaba de mi billetera.

Cuando entré al café vi al animador mirando para todos lados, un tanto incómodo se encontraba porque la mayoría de las personas que pasaban a su lado lo saludaban y pedían autógrafos. Lo observé por un momento y me acerqué a pedirle un autógrafo. Él con una sonrisa accedió y cuando me preguntó a nombre de quien hacía la dedicatoria le dije: -A nombre de Gerente 2012, si no fuera mucha la molestia-. Él me miró y me dijo: “¿eres tú, gerente?” ante lo cual moví mi cabeza asintiendo. “Te ves muy relajado y bastante cercano para ser un gerente” dijo el rubio animador mientras yo agradecía su comentario.

Conversamos mucho rato de su historia en la televisión, de lo bien que le estaba yendo y de lo agradecido que estaba de mí. Muchos de mis consejos le habían servido y él estaba dispuesto a devolverme la mano. Me preguntó muchas cosas de mi vida privada, las cuales compartí. Le conté lo del accidente de mi esposa y mi estadía en la clínica sin conexión a la realidad, él estaba muy sorprendido de todo. No quise contarle de la historia de infidelidad de mi esposa, me producía una vergüenza machista y un tanto ridícula. Él generaba confianza y cercanía por lo que fue una conversación natural, sincera y muy abierta. Cuando le conté que estaba en Chile gestionando una empresa que estaba en muy malas condiciones producto de un mal ingreso a la telefonía móvil, me hizo un comentario al que preste cierta atención: Estaba muy molesto con las tres compañías más grandes, ya que todas le habían ofrecido un buen contrato publicitario para el lanzamiento de la portabilidad numérica, pero finalmente no había cerrado con ninguno. Esto quedó dando vueltas un poco en mi cabeza, pero seguimos con la conversación.

Al final, él me deseo mucha suerte en mi proyecto y me dijo que contaba con él en lo que necesitara. Agradecí el gesto, pero no tenía mucho que pedirle y nos dimos un apretón de manos. Algo raro sentí cuando vi en la muñeca de una de sus manos un reloj similar al que usaba el presidente Piñera. Al preguntarle porque lo usaba me comentó que hace un tiempo había firmado un contrato de publicidad para usarlo y que estaba a punto de vencer. “Una vez que terminé el contrato botaré el reloj a la basura” dijo el animador riéndose. Ofrecí pagar la cuenta y al sacar mi tarjeta de crédito el me hizo un comentario. “Un gerente sin billetera de marca, eres un tipo especial Andrés”, dijo el animador mientras yo le respondía que eficientizaba los bultos que echaba en los bolsillo y él, sin entender, se rio.

Una vez que llegué a la parcela un cuidador vestido con lo que parecía su ropa de trabajo, por lo desgastada de esta, nos dio un recorrido por el lugar. Cuando me percaté que una hermosa vecina estaba tomando sol me acerqué a la reja para presentarme. Ella muy coqueta se puso un pareo con el que cubrió un hermoso y voluptuoso cuerpo y se acercó a la cerca. Le di la mano e intercambiamos sonrisas y gestos de un sutil coqueteo, todo ante el asombro del cuidador y el corredor de propiedades.

Cuando se despidió, el pareo se le engancho en una planta con espinas a medio metro de distancia de la cerca. Yo para hacerme el héroe puse el pie sobre el alambre púa y alcancé a desenganchar su pareo mientras el cuidador me advertía que el alambre podía romperse lastimándome. Obvio que no le hice caso y justo después de soltar el pareo el alambre se cortó y me generó una herida de aproximadamente unos ocho centímetros de largo por sobre el tobillo.

Mientras la herida sangraba, la hermosa mujer se presentó como enfermera y ofreció curarme la herida. Recibida la casa me despedí del corredor de propiedades y del cuidador e hice pasar a mi vecina a la que era mi nueva casa.

En el baño me limpió la herida con mucho cuidado y me coqueteaba sonriendo mirando hacia abajo. Le dije que me parecía que iba a necesitar una enfermera que me cuidara toda la noche y ella me dijo que su suegra también era enfermera y encantada podía venirme a cuidar si lo necesitaba. –Creo que la curación que haces quedará tan bien que no será necesario que necesite cuidado- dije riendo, rechazando en broma la oferta del cuidado de su suegra.

Le ofrecí un trago y aceptó. Fingí que cojeaba para que ella me llevara abrazado hasta la sala de mi casa. Ella como buena enfermera sabía que la herida no generaba una cojera, por lo que el que dejara que la abrazara significaba que le estaba gustando el juego.

Cuando nos sentamos en el sillón ella me preguntó qué trago tenía. Un tanto de vergüenza me dio cuando me acordé que recién había llegado a la casa y no tenía ningún licor. Ella dijo que cuando tuviera algo que ofrecerle encantada vendría. -Tengo mucho que ofrecerte- le dije, ella sonrió y se fue. Justo antes de salir me dijo que de seguro probaría todo lo que tenía que ofrecerle, pero por ahora esperaba un ofrecimiento a tomar un trago cuando lo tuviese. Con el ruido del campo y el brillo de una luna creciente me fui a acostar en el que era mi nuevo “palacio”.

A la mañana siguiente volví a sentarme frente al pizarrón, recordé la conversación con el rubio animador y escribí “Animador de TV”, “Contrato Publicitario” y “Bultos en los bolsillos”. Una sensación grata sentí en mi estómago cuando mis ojos recorrían todas las palabras del pizarrón, sabía que mi inconsciente con esas últimas palabras había diseñado una buena estrategia. Segundos más tarde comencé conscientemente a relacionar cada concepto escrito en la pizarra y la estrategia fue adquirida por mi consciente. –Soy genial, de verdad esta es una brillante estrategia- pensé mientras coordinaba una reunión con todos mis Gerentes para después de almuerzo.

Sabía que el mercado prepago era menos rentable y de mayor volumen que el de planes contratados, por lo que debía enfocarme en penetrar este último segmento en primera instancia. Por otro lado, también sabía que no tenía infraestructura tecnológica relevante para poder ofrecer planes con precios atractivos y no tenía poder de compra con los proveedores de equipos como lo tenían las principales compañías de telefonía móvil, esto no me permitía ofrecer equipos a precios competitivos. A su vez, sabía que gran parte del mercado en los segmento de planes contratados utilizaban Iphone o blackberries, teléfonos que podían romperse con facilidad, eso lo sabía muy bien.

Si yo lograba entregar junto al plan una carcasa diferente a las que ofrecía el mercado, barata para no encarecer los planes, funcional y con diseños llamativos podría generarme una ventaja competitiva artificial que permitiría introducirme en el mercado en una primera etapa.

El reloj de Piñera era la clave de todo, los chilenos lo habían usado pese a que era de plástico y llamativo. La carcasa debía ser igual que el reloj, de plástico y un color llamativo que representara los colores de la marca. Alineado con las funcionalidades de estos teléfonos la carcasa debía permitir almacenar tarjetas y billetes. Esto haría que muchos usuarios dejaran de trasladarse con sus billeteras.

Sólo debía hacer que los líderes la empezaran a usar para que el resto lo hiciera. Mi amigo, el rubio animador sería clave en esto, le pediría a él que la usara y la tratara de mostrar en cámara. Le regalaría la carcasa con el nombre grabado a cualquiera de sus conocidos que la quisieran.

Ahora faltaba encargarle el diseño a una empresa especialista, patentarla  y producir un lote de diez mil unidades. Sabía que faltaba un estudio serio de costos, pero el olfato de un gerente como yo me decía que se podía cobrar la carcasa dentro del plan sin que fuera un problema para el cliente.

Después del almuerzo me reuní con mi grupo de gerentes y guié la reunión para que entre todos lográramos definir la estrategia que había definido en la mañana. Hacer esto era muy importante, ya que una estrategia construida por todos tenía muchas más probabilidades de ser exitosa en la ejecución que una estrategia impuesta. El compromiso que todos adquirirían para que la estrategia funcionara haría que ellos pusieran más esfuerzo del que normalmente se pone, esto era lo que daba más probabilidad de éxito a su ejecución.

Llamé al rubio animador y él se ofreció a usar la carcasa por tres meses. “Es lo mínimo que puedo hacer por usted, mi querido amigo y buen gerente”, dijo el animador al despedirse. Una gran satisfacción sentí, una vez más había sido capaz de diseñar una brillante estrategia, ahora sólo faltaba que la ejecución fuese la correcta.

Estar preparado para saltar cualquier obstáculo en forma rápida e inteligente es lo que se requiere para hacer exitoso un proyecto. Por alguna razón, los problemas siempre se presentan y esa capacidad es la que te hace pasarlos y seguir adelante. Si no estás preparado no vences estos obstáculos haciendo que las iniciativas no se transformen en proyectos exitosos. Sabiendo esto atendí la llamada de Cristóbal, quien me pedía una reunión para el día siguiente, junto a Marcelo, para que explicara que tenía en mente para cumplir mis objetivos. Ya tenía experiencia, Cristóbal había quedado herido cuando Marcelo decidió confiar en mí, pese al discurso que este había hecho en mi contra en nuestra primera reunión. De seguro tenía relación con algunos de mis gerentes quienes le comentaron la estrategia y éste preparaba un argumento para boquearla.

Los que no están acostumbrados a lidiar con proyectos consideran esta una situación incómoda e injusta, yo tratando de salvar el negocio y Cristóbal tratando de impedírmelo por cuestiones personales. Para mí era uno de los tantos obstáculos que tendría que vencer y me motivaba, de hecho me generaba la adrenalina suficiente para conectarme con el proyecto. La reunión del día siguiente era clave, debía neutralizar a Cristóbal, lo cual no sería fácil dado que Marcelo y él tenían una relación de amistad más allá de lo laboral. Que fuera difícil era lo que me hacía sonreír, nuevamente estaba donde mejor me desenvolvía; en la sangrienta selva de los negocios y yo era un peligroso depredador.

 

Capítulo XIII, El bueno, el malo y el feo


Mi mente, siguiendo la instrucción de dar como ganador a la esperanza por sobre la experiencia, hizo que en la mañana previa a la reunión con los directores soñara por unos momentos con que algún día encontraría a la mujer de mis sueños. El físico no era parte de lo que soñaba, no era un elemento diferenciador. Me dediqué a pensar en la principal característica que tenía que tener aquella mujer que sería premiada con mi amor. Repasé en muchos atributos, pero ninguno me hacía sentir que era tan relevante como para poder comenzar a fantasear.

Cuando sabes que tu pareja te fue infiel sientes un gran dolor que se traduce en que no te aceptaron tal cual eres. Producto de esto, sientes que no fuiste amado, una de tantas cosas que había sentido desde que me había enterado de la relación de Camila con Osses.

Mientras manejaba de mi parcela al trabajo me fui escuchando música en una sintonía FM. Yo sentía de la radio lo mismo que decía la madre de Forest Gump respecto de la vida: “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que va a tocar”. Cada vez que decidía sintonizar la radio lo hacía sin saber que música escucharía y que emociones liberaría. Cuando comencé a escuchar Take on me del grupo A-HA concluí cual era la principal característica que tenía que tener la mujer de mis sueños.

TAKE ON ME
Seguimos hablando
y yo no sé qué debo decir.
Lo digo de todas formas.

Hoy es otro día en el que
te encontraré huyendo.
Iré en busca de tu amor,
¿está bien?

Tómame.
(Tómame)
Acéptame.
(Tómame)

Me iré en uno o dos días.
No hace falta decir que
estoy hecho pedazos.

Pero ese que está
caminando soy yo.
Aprendiendo lentamente
que la vida está bien.

Dilo conmigo: no es mejor estar
seguro que lamentarlo.

Tómame.
(Tómame)
Acéptame.
(Tómame)

Me iré en uno o dos días.
Las cosas que dices...
¿Son en serio o sólo para
que no me preocupe?

Tú eres todo lo que
tengo que recordar.
Estás huyendo....
Iré en busca de tu amor, ¿bien?

Tómame.
(Tómame)
Acéptame.
(Tómame)

Me iré en un día.

Tómame.
(Tómame)
Acéptame.
(Tómame)


La mujer de mis sueños debería tener una sencilla característica: tener la capacidad de aceptarme tal cual era y tomarme para poder descansar en ella tal como lo había visualizado con la nieta del viejito.

Así fui entendiendo que también necesitaba que ella pudiese contenerme y así alejarme de la mierda que dejaba el mundo de los negocios y por sobretodo mi actuar en ellos. Con estos pensamientos llegué a mi oficina recordando que tenía una reunión importante en la que debía salir victorioso destruyendo a uno de los directores de la empresa.

Sentado en mi oficina me dediqué a pensar en como enfrentaría la reunión con Marcelo y Cristóbal. De seguro este último habría puesto a Marcelo en mi contra cuestionando la estrategia, por lo que la sola defensa de ésta no era suficiente. Yo debía hacer que esa reunión se transformara en un torbellino de emociones, así generaría un caos que no dejaría tomar decisiones diferentes a las que estaba tomando yo como líder ejecutor del proyecto.

La situación no era fácil, debía enfrentarme a un escenario en el cual de seguro todo estaba en mi contra. Para Marcelo matar el proyecto había sido una decisión tomada y Cristóbal buscaría reivindicar su orgullo sacándome de la gestión, cerrando el proyecto.

Si Cristóbal había criticado la estrategia con Marcelo, situación altamente probable, la reunión era un trámite, ya que si éste hubiese apoyado la estrategia se habría reunido conmigo o simplemente no habría dado espacio para esta reunión. Me enfrentaría a un duelo contra dos experimentados hombres de negocios, lo cual me hacía sonreír dado el desafío que implicaba.

Busqué en youtube canciones de malo y encontré una donde se escuchaba el tema central de la película El bueno, el Malo y el Feo, western del año 1966 protagonizada por el legendario Clint Eastwood (http://www.youtube.com/watch?v=RmzFgXFDLU8).

Escucharla fue fenomenal, me conecté con la rudeza de aquellos personajes en donde las balas parecían salir de la pantalla. Uno de los videos relacionados era el duelo en el cementerio donde se enfrentaban los tres personajes al más puro estilo del oeste. (http://www.youtube.com/watch?v=LCnrQCY92Xc&feature=related).

El malo y el feo entraban juntos en un cementerio a la espalda del bueno, interpretado por Clint Eastwood. Cuando éste se da vuelta y comienza a dar pasos hacia atrás, buscando la distancia necesaria para el duelo, el malo y el feo se quedan mirando. Después de un rato el malo comienza a tomar distancia del feo, formándose un triángulo en el cual los tres vaqueros estaban dispuestos a dispararse entre ellos. Una vez en posición de disparar, las escenas siguientes sólo mostraban los ojos de los tres hombres.

El feo tenía una mirada asustada, ojos bien abiertos que se movían alternadamente en dirección al malo y al bueno. El malo tenía una mira de odio en sus ojos, dando la sensación de que sus emociones estaban siendo gobernadas por la ira. En cambio el bueno tenía una mirada segura, libre de emociones, concentrado en el desenlace de la escena que parecía saber cual era. Después de un rato el primero en hacer un movimiento fue el malo, pero el bueno desenfunda velozmente y le dispara haciéndolo caer herido en el suelo. Por su parte el feo intenta disparar pero su pistola falla dejándolo desarmado. Desde el suelo el malo intenta volver a disparar, pero el bueno da un segundo disparo certero dándole muerte y haciendo que el cuerpo cayera en una fosa en la que el malo sin pensar que sería en la que lo enterrarían, se había parado a su lado.

Esa escena fue la inspiración que necesitaba para enfrentar la reunión, ambos directores llegarían juntos y debían separarse en medio de ésta. Para lograrlo hice algo macabro, pero sencillo. En mi computador abrí una cuenta de correo en gmail llamada: noseascornudo@gmail.com. Luego escribí un correo a Marcelo diciendo que era un conocido cercano de él y que me había cansado de que lo hicieran tonto. Su esposa lo engañaba con Cristóbal, quien se decía ser su amigo y compañero de trabajo. Muchos sabían de esta relación, pero nadie se había atrevido a decirle algo. Le dije que si bien era difícil de creer, si ponía atención en los detalles sólo se daría cuenta del engaño.

La acción que estaba preparando era algo fuera de toda la ética y si funcionaba dañaría fuertemente una amistad y quizás podía golpear una relación matrimonial que de seguro tenía unos cuarenta años. La no sensación de culpa mostraba la ausencia del bueno que estaba dentro de mí, como también la gran cantidad de herramientas que se abrían cuando la conciencia no funcionaba. Me conseguí el teléfono móvil de la esposa de Marcelo y esperé con una sonrisa hasta que dieran las doce del día.

Antes de entrar a la reunión pasé por fuera de la oficina de Marcelo y vi que su rostro estaba un poco descompuesto, el mail había causado algo de daño. Al pasar por la oficina de Cristóbal nos saludamos cínica y amablemente. Saqué mi teléfono para hacer una llamada y le comenté que tenía problemas de recepción en el edificio. El me respondió que su teléfono tenía una buena señal. Le pedí si me lo podía mostrar e ingenuamente me lo pasó. Yo rápidamente marqué el número de la esposa de Marcelo y corté dejando una llamada perdida en su teléfono. En cosas de segundo borré el registro de la llamada hecha y se lo devolví diciendo que los Iphone eran excelentes, sólo que eran malos teléfonos. Este se rio y pasamos a la oficina de Marcelo.

Cuando la reunión comenzó, Cristóbal me pidió que explicara qué tenía en mente para sacar el proyecto adelante. En cosa de minutos expliqué a grandes rasgos mi estrategia, esperando que mi plan macabro funcionara. Cuando Cristóbal se preparaba a criticar mi estrategia su teléfono sonó y este atendió.

“Aló….. con Cristóbal, ¿con quién hablo yo?” respondió mientras se escuchaba que la voz de la mujer decía Paula y Marcelo reconocía la voz cambiando su semblante y frunciendo el ceño. “Paula, te llamo después que estoy en plena reunión dijo Cristóbal ingenuamente cortando la llamada”. El rostro de Marcelo mostraba que el plan había funcionado, una serie de emociones negativas se apoderaban de su cuerpo y mente. De seguro que no paraba de pensar que ese “detalle” era una señal de la traición de su amigo. Sin darse cuenta de la situación Cristóbal comenzó a criticar la estrategia mientras que Marcelo miraba alternadamente. Sus emociones de ira se mezclaban con la incertidumbre de no saber qué hacer. Cristóbal iba dejando ver un poco de molestia al realizar su crítica, la cual era percibida por Marcelo quien, en cada segundo que pasaba, mostraba no saber como actuar. Por otra parte, mi mirada era segura y tranquila, tal cual como la de Clint Eastwood, ya que sabía el desenlace de esta historia.

Cuando Cristóbal comenzó a  mirar a Marcelo no recibió por parte de éste el respaldo que esperaba y sin darse cuenta, al igual que el malo de la película, se había parado frente a la fosa en que caería una vez que yo disparara.

Por mi parte una sensación de placer me reinaba, sentir cómo había sido capaz de cambiar los escenarios, haciendo que las emociones reinaran por sobre la lógica de los negocios había sido brillante. Cuando Cristóbal terminaba de hablar, sorprendido por la falta de apoyo de Marcelo yo saqué mi pistola y disparé poniendo énfasis en algunas palabras de mi discurso. –No entiendo de que se trata esta reunión. La información que manejas es mayor a la que he dado yo, por lo que veo una actitud DESLEAL de tu parte. Creo que esto no se trata del negocio, todo lo contrario, poner en cuestión esta estrategia en la cual he conseguido el apoyo de un famoso animador sin costo alguno, por temas personales siento que es una TRAICIÓN a todos los principios de los negocios. Marcelo, soy un hombre FIEL a mis PRINCIPIOS, creo que la LEALTAD entre las personas es la base de la rentabilidad de cualquier negocio. No se necesita este ENGAÑO por parte de Cristóbal para sacarme del negocio, renuncio y me niego a continuar en este proyecto mientras este señor sea parte del directorio de esta empresa. Dije esto mientras Cristóbal sonreía al lado de su fosa pensando que su objetivo había sido logrado.

“Cristóbal, saldrás de este directorio. No permitiré ninguna acción desleal de tu parte” decía Marcelo de seguro conectándose con un supuesto engaño de su amigo. “Yo soy un hombre de palabra y dejaré que Andrés siga con su proyecto implementando esta que me parece una estrategia brillante. Confío en los principios de Andrés, así que te pido renuncies al directorio de esta empresa, ya que no le estás haciendo bien al negocio” dijo Marcelo y se paró abandonando la sala. Cristóbal se quedaba sentado herido de muerte sin entender como todo había cambiando y se había puesto en su contra. Por mi parte me paré, le dije que su falta de ética me había sorprendido y me retiré de la sala.

Antes de irme a mi oficina pasé por la oficina de Marcelo, entré sin que me hiciera pasar y cerré la puerta. –Gracias por el apoyo, pero lo que pasó allá fue más que una reunión de negocio. Te veo complicado, puedes confiar en mí si lo deseas- dije tratando de hacer aún más ganancia generando un espacio de confianza con éste director. De seguro la inestabilidad emocional que le había producido esta farsa que estaba armando yo lo hizo apoyarse en mí. Me mostró el correo, lo leí calmadamente y le dije que parecía ser un correo anónimo. “Así es Andrés, no puedo creer que una situación así esté ocurriendo” dijo el director muy consternado. Le dije que no le diera crédito a un correo anónimo, no se debía confiar en esta clase de mensajes realizados por cobardes que no se atreven a dar la cara. “Tienes razón, pero en plena reunión mi esposa llamó a Cristóbal y eso no es normal” dijo el director. Yo le dije que claro que ya había dos elementos que sumaban y era complicado. Le dije que me parecía bien la decisión tomada de sacarlo del directorio porque Marcelo no estaba orientado al negocio y porque mientras desconfiara de su amigo no podía ser parte del directorio. “Eres un hombre de principios Andrés, ya no se hacen como tú. Sigue adelante en tu proyecto, cuentas con todo mi apoyo” dijo el abatido director mientras yo salía de la oficina.

Todo me había salido a la perfección, mi objetivo había sido seguir adelante con el proyecto y lo había cumplido. Además había sido capaz de aprovechar la oportunidad de establecer un mayor vínculo de confianza con Marcelo, lo cual me asegura carta blanca con el proyecto.

Una vez que me senté en mi oficina recordé que tenía un tema pendiente, planificar y ejecutar la venganza contra Osses, era hora de hacer justicia y seguir liberando al malo que llevo dentro. Era hora de hacer sufrir a ese hijo de puta.

 

Capítulo XIV, La soledad ya no existe.


Después del apoyo logrado por parte de Marcelo, la implementación del proyecto tomó gran fuerza. Días después llegaron los prototipos de las carcasas de acuerdo a lo planificado. La gerencia de marketing creó el plan llamado “Cuenta Estilo”, que no era eficiente en costos. La gráfica de la campaña de vía pública que se había diseñado jugaba con la estética y elegancia de Iphone y BlackBerry. El estilo que proporcionaba la carcasa era utilizada como símbolo de la empresa. El despliegue de la publicidad se hizo en muchas paletas publicitarias de la zona oriente de la capital chilena, lugar que concentraba la mayor parte del segmento socioeconómico más alto. También se definió usar un par de gigantografías, también llamadas espectaculares, en la autopista que llevaba al aeropuerto de la ciudad.

El viernes de esa semana se realizó el lanzamiento que incluyó una doble página publicitaria en los dos diarios más influyentes de Chile. Para recibir el tráfico de llamadas se contrató un call center y fue capacitado para captar todas las ventas que llegarían por ese canal. Ese mismo viernes el rubio animador comenzó a usar la carcasa en todos los programas de la televisión chilena a los que asistió.

Todo estaba listo para el éxito de la estrategia y los equipos trabajaron unidos para monitorear su implementación durante el fin de semana. Por mi parte el sábado me preparé para llegar a un lugar llamado Marbella, ubicado en la costa chilena a dos horas de la capital en automóvil. Ahí se realizaría una convención de empresas de la industria de telefonía móvil. Ésta era organizada por proveedores de infraestructura de redes, a la cual asistirían los principales ejecutivos de todo Latinoamérica.

La primera conferencia estaba citada a las once de la mañana e indicaban que las puertas no se abrirían después de las once con diez minutos. El no conocer el lugar me hizo llegar retrasado treinta minutos. Al ver que las puertas del salón estaban cerradas con llave sonreí, golpeé las puerta con fuerza tres veces y una joven mujer me indicó que ya no podía entrar. La miré con ternura y le dije que quizás no lo sabía, pero todos me esperaban. Ella, puesta en una incomoda situación, me dejó entrar mientras los asistentes miraban hacia la puerta. El presentador al ver que su audiencia se desconcentraba me miró y dijo que lo disculpara por comenzar a la hora, causando risas entre los asistentes. Por mi parte sonreí y le respondí en voz alta: -espero no se repita, de lo contrario no te volveré a invitar. Ahora te autorizo a proseguir-. Era claro, mi oportunismo había permitido darme a conocer en cosa de segundos y probablemente me había ganado una imagen de arrogante, lo que me hacía feliz.

Mientras el presentador continuaba traté de ubicar una mesa que estuviese compuesta principalmente por mujeres. La que encontré fue perfecta, seis mujeres y un solo hombre con cara de idiota. En general las personas al ver un hombre rodeado de mujeres bellas le asocian una imagen de exitoso y a todo el mundo le gusta arrimarse al éxito.

Mi suerte no podía ser mejor, la mesa pertenecía a la delegación de una empresa brasileña. Las mujeres, todas de una belleza y simpatía característica de ese país, sonrieron al sentarme. Una mujer de la mesa me llamó la atención, su belleza exótica me parecía familiar.

Los ojos negros, que escondía la mujer de mí, me cautivaban de una manera especial. Había algo en ella que me impedía dejar de mirarla. Cuando el presentador comenzó a comentar los desarrollos de la industria móvil de Europa Occidental mi mente rápidamente me indicó que la belleza de aquella mujer era como si viniera de ese lado del planeta. Tenía gran frustración por no poder resolver el enigma de porqué me cautivaba esa hermosa mujer.

En un descuido  la mujer liberó una bella sonrisa, la que en combinación con sus ojos, me hizo recordar dónde la había visto. –Viuda Negra- dije en plena mesa, mientras todas las mujeres me miraban extrañadas y la mujer que me había drogado y asaltado en Brasil me abría los ojos dejando ver que había sido sorprendida. Recordé que la droga que administraba hacía que sus víctimas no pudieran reconocerla, pero en mi caso el poder que tenía mi inconsciente sobre mi consciente era mayor que el de la droga.

Mientras seguía la presentación dejé que ella comenzara a buscarme, de seguro lo hacía para poder ver cual sería mi reacción y tratar de anticiparse de alguna manera. De evitarme pasaba a no quitarme la vista de encima, se notaba nerviosa. El poder que había adquirido de un segundo a otro, al percatarme que era una particular delincuente brasileña, la hacía correr el riesgo de que yo la denunciara y fuera sometida a un complejo proceso judicial. Era altamente probable que ella comenzara a estructurar estrategias para arrancar del lugar, pero mi tranquilidad de no hacer nada la hacía entender que la esperaba un particular proceso de negociación.

Cuando terminó la presentación, la audiencia pasó a una sala cercana que estaba toda ambientada con puestos de los proveedores, todos decorados con la imagen de marca de su empresa. Además había un rico y elegante coffe break, el cual me dediqué a recorrer mientras era seguido por la viuda negra. Cada vez que me detenía en un lugar ella se acercaba y yo me iba a otro. En general soy muy ansioso, pero una de las cosas que me permite controlar mi ansiedad es jugar con la ansiedad de otros.

Así fue que cuando nos llamaron a la siguiente presentación entramos todos y la viuda negra mostraba un poco de frustración por no haber logrado contacto conmigo. Cuando vi que el siguiente presentador era Osses me dio nauseas, la animadversión que había logrado por él era de gran magnitud. Este era el mecanismo necesario para transformar mi pena en ira y disiparla sobre él.

De alguna forma que no me di cuenta, dejé ver mi molestia en cada relato que hacía el mal nacido. Eran tantas las emociones negativas que me generaba que me olvidé por completo que la viuda negra me observaba. – Me vengaré de ti maldito hijo de puta- me repetía una y otra vez. Me imaginaba diferentes venganzas y las saboreaba, esto era peligroso porque era una forma inconsciente de darle mayor poder al malo y perder los límites necesarios para manejar esto dentro de un espacio de control.

Cuando terminó la exposición de Osses ofrecieron hacer preguntas y yo me imaginé parándome y realizando preguntas personales en relación a Camila. –¿Sufriste con la muerte de Camila?, ¿Cómo eres capaz de enfrentar a tu esposa sabiendo que perdiste a tu amante y a tu hijo que se gestaba en su vientre?, ¿Cómo eres tan descarado de exponer acá con una sonrisa cuando eres sólo un cobarde que se esconde en las mentiras y no tiene los cojones para dar la cara?- todas esas eran algunas de las preguntas que tenía ganas de hacerle. Si bien sabía que todos mis problemas con Camila no habían sido de su responsabilidad, él era algo insignificante y jamás podría haber tenido el poder de afectar mi matrimonio, sin embargo desquitarme con él era una forma reconfortante de aliviar el dolor.

Antes de asistir al almuerzo en el restorán del hotel fui al baño a mojarme la cara para despejarme de toda la ira que había acumulado fantaseando con la venganza hacia Osses. Al salir, la hermosa viuda negra me esperaba y me encaró diciendo que era momento de hablar. Yo sabía que ella estaba generando mucha ansiedad, pero había espacio para más. Justo pasaron dos de sus compañeras cuando le dije que aceptaba su invitación a la mesa de ellas. Era hora de llamar la atención de las hermosas garotiñas.

Para mí, Brasil es uno de los destinos turísticos más atractivo del mundo. Calidad en el trato de las personas, un ambiente lleno de alegría, playas hermosas, deliciosa comida y por sobretodo mujeres hermosas lo hacían uno de los países que más había visitado. Conocía Belen, Salvador de Bahía, Morro de Sao Paulo, Florianapolis, Río de Janeiro, Sao Paulo, sus alrededores y toda la costa que unía estas dos últimas ciudades. Además conocía algo de su historia, no por estudioso, sino porque cuando niño veía todas las telenovelas brasileñas junto a mi madre. Este era parte de mis placeres culpables que pocas personas sabían.

Hablar de fútbol fue mi forma de generar pasión en la mesa. –Entiendo que todas son de Brasil, pero debo confesarles algo: Para mí el hombre que ha sido y será el mejor futbolista de la historia es Maradona- dije sacando toda la pasión de las mujeres reclamándome que no sabía de futbol, que era un ignorante, incluso algunas hasta se paraban  haciendo gestos y llamando la atención de todas las mesas del restorán. Pasaron cerca de dos minutos y el sonido del lugar era acaparado por las fuertes voces que repetían una y otra vez el nombre de Pelé como el mejor jugador de futbol de la historia. El ruido se apagó cuando me paré en forma seria y miré a todas las mujeres de la mesa. –No es discutible, Maradona es el hombre que mejor ha jugado al fútbol. Respecto de Pelé no hablaré, porque él no es un hombre de futbol, él es el dios del fútbol- dije ganando los aplausos de todas las mujeres y un par se acercaron abrazándome y felicitándome por mi respuesta.

Todo el almuerzo fue bullicioso, alegre, entretenido y por supuesto un poco sensual. Hablamos de todo lo que sabía de Brasil, ganándome el cariño de las mujeres. En el postre incluso una me enseñó a bailar samba mientras el resto de las mujeres golpeaba la mesa para llevar el ritmo. Esto había sido todo un éxito, era el hombre más reconocido de todos los asistentes, envidiado por muchos y observado por muchas.

Después de terminar el almuerzo las mujeres se pararon y nos quedamos sentados sólo la viuda negra y yo. Ella me dijo que sabía que no la denunciaría, pero que también sabía  que yo estaba guardando mis cartas para poder negociar con ella en algún momento. Se paró y me dijo que la observara, sabía precisamente qué podía ofrecerme y que lo conversaríamos con mayor detalle en la noche en su habitación. Al pararse la seguí con mi vista y una sensación incomoda se apoderó de mi estómago mientras ella se acercó al bastardo de Osses, lo saludó y se dio media vuelta cerrándome un ojo. Ella había visto mi ira hacia él y de alguna forma se estaba ofreciendo a ser parte de una venganza.

Durante el resto de la tarde asistí a todas las conferencias y conversé con muchas mujeres, ellas se me fueron acercando generando encuentros que parecían ser casuales. En la noche se realizó una fiesta y pagué al jefe del salón cien dólares sólo por poner diez canciones de Juan Luis Guerra.

Llegué diez minutos antes de que pusieran las canciones, me tomé un ron y me puse a conversar con dos mujeres que estaban en el bar mientras me sentía observado por más personas. Todo eso me encantaba. Cuando comenzó a sonar el merengue invité a bailar a una de las mujeres y la hice girar como trompo. El resto observaba de sus asientos o bailando, pero mi baile no era indiferente para nadie. Bailé todas las canciones y quedé agotado, para qué decir la mujer que estaba muy excitada. El baile dirigido por un hombre y haciendo que la mujer se luzca y muestre toda su sensualidad es una de las formas con que una mujer se logra excitar con mayor facilidad. El roce inocente de los cuerpos al bailar, las manos recorriendo su cintura y espalda, además de ser el centro de atención hizo que la mujer sintiera un fuerte deseo sexual por mí. Estaba listo para ofrecerle seguir el baile en mi habitación cuando la viuda negra me hizo un gesto y caminó rumbo a su habitación. Me despedí como un caballero, dejando a la mujer sorprendida. Le dije que nos volveríamos a ver y eso le dio un sabor especial a la despedida.

Una vez en la habitación la viuda negra me comentó que conocía a Osses, sabía que tenía esposa y que ella estaba dispuesta a seducirlo para que fuera sorprendido por su esposa. Me dejó perplejo con la venganza, era un perfecto primer golpe que le daría a ese maricón sin que supiera de donde había venido. Le dije a la viuda negra que si me ayudaba me comprometía a no denunciarla. “Eso no me importa, comprométete a hacer el amor toda la noche conmigo y tendrás mi ayuda” dijo la mujer saltando a mis brazos y dándome uno de esos besos apasionados como los que nos dimos en Trindade.

La mujer era muy fogosa e hicimos muchas veces el amor. Eso sí que cada vez que lo hacíamos los orgasmos venían junto con una sensación de vacío. Era claro que esta forma de escape que había tenido mientras Camila estaba viva ya no me llenaba, pero no había mucho espacio para el amor en un corazón deseoso por tenerlo, pero lleno de ira.

Al amanecer, mientras la hermosa viuda negra dormía desnuda en la cama me puse una bata del hotel, me serví un whisky del frigobar y me fui al balcón de la pieza. La mezcla de sensaciones extremas entre el frío del amanecer y el ardor que producía cada trago del dorado alcohol me llenaron de emociones que no sabía distinguir. Sentía que caía en un hoyo muy grande y que mi camino hacia la perdición era seguro planificando uno de los tantos golpes que recibiría Osses. Una sensación de depresión se apoderó de mí sintiendo ganas de gritar, patear y golpear cosas. Era pena, pena de saber que con cada paso que cada daba más infeliz me sentía, pero no echaría pie atrás. Tomé mi iPhone y busqué una canción que me ayudara a canalizar la pena liberando de alguna manera toda esa energía que la ira que producía. Bastante ansiedad me dio el no encontrar la canción acertada, hasta que me puse a buscar algún grupo musical de mis favoritos. Cuando vi Los Tres comencé a ver algunas de sus canciones, sabía que ahí encontraría lo que necesitaba. En cosa de segundos estaba escuchando la canción Amores Incompletos.

Amores Incompletos

Amores incompletos
He tenido por montones
Y aún me penan
Aún me penan

Han turbado mi mente
Fusilado mis ganas

Me estoy secando lentamente
Debilitando y muriendo
Irremediablemente
Amores incompletos
Me anularon por errores
Agrietaron ilusiones.

Amores incompletos
He tenido por montones
Y aún me penan
Aún me penan
Amores incompletos
Amores incompletos
Amores incompletos

Sin mirarme
Me quebraste
Sin sentirte
Me golpeaste
Con tu alma
Aparece
Con el mal
Se retuerce
Amores incompletos
Amores incompletos
Amores incompletos


Con los ojos cerrados y las manos apretadas la cantaba conectándome con todas mis historias de amor, sentía que no podía haber sido amor puro y verdadero si me habían llevado al punto en que estaba. Pero también sentía que mis sueños de amor se desvanecían en cada paso de la venganza que daba. Mi alma se iba llenando de una ira que no daba espacio al amor y menos a los sueños. Eso me hacía sentir mucha ira, la que canalizaba cantando cada estrofa de la canción.

Mis ojos quisieron llorar, pero me fue imposible. Algo de verdad estaba cambiando en mí y al bueno ya no lo podía encontrar. Me concentré en ver a Osses de rodillas sufriendo y yo escupiéndole en la cara, eso me hacía sentir vivo y con la energía necesaria para seguir avanzando aunque el lugar al que me dirigía fuese un mal lugar. Pero no me permitiría quedarme sin hacer nada.

Una vez terminada la canción miré hacia el mar y dije: -si existes aparece luego, te necesito con urgencia.

Luego tomé mi teléfono y realicé cuatro twetts:
-          No pierdo la esperanza de que llegues, aunque la experiencia me digas que no existes. Si hago la pérdida de ti hoy, me muero. Sigo soñando-.
-          Se q estoy recorriendo el camino q me lleva a mi perdición, el éxito y la venganza no serán suficientes. Me convertiré en lo que siempre odié-.
-          Sueño que cuando esté a punto de caer aparezcas y me abraces diciendo que todo está bien.-
-          Negocios, éxito, sexo, dinero, viajes, lujo, etc. NO SON NADA SIN AMOR. Aparece de una vez maldita sea!!!!-.

Inmediatamente me llené de mensajes y menciones de ánimo. Fue increíble sentir que en el medio de mi vacío y soledad había personas que sin conocerme me deseaban lo mejor. El que más me llegó fue el de la seguidora @DidiBaez1 quien me dijo:
“Ya llegará gerente no te apures!!”.

Nunca había pensado que twitter me daría la compañía de miles de personas en el momento de mayor soledad de mi vida. –Todo paso por algo, al menos la soledad ya no existe- pensé y me fui a la cama con la bella brasileña que despertaba con una mirada que me invitaba a liberar endorfinas. Me pareció más atractivo que seguir conectado con tantas emociones negativas. -Soldado que arranca sirve para otra guerra- me dije antes de esconderme en el placer junto a la viuda negra.


 

Capítulo XV, El primer golpe vale por dos


Cuando llegué el lunes a la oficina se veía la derrota en la cara de todos, me habían tenido al tanto de los resultados del lanzamiento y estos no eran los que esperábamos. Vender quinientos planes era una cantidad que me dejaba satisfecho, por lo que las diecinueve ventas realizadas hacían que todos tuviesen sensaciones de fracaso.

Las personas que tenemos una gran orientación al logro no nos permitimos tener esa clase de emociones mientras estamos buscando conseguir un objetivo. Es como estar en un incendio y mientras tratas de escapar se cae el techo del lugar bloqueándose tu ruta de salida, no es el momento de ponerse a llorar, por el contrario se debe buscar rápidamente otra ruta hasta llegar a la salida.

Por eso nadie entendía mi sonrisa ese día lunes, muchos pensaban correctamente que  yo tenía algún grado de demencia. La adrenalina que produce el que se bloqueen los caminos trazados me producía satisfacción.

Reuní a todos mis gerentes y les dije que no era el momento de bajar los brazos, estaba convencido en que el plan que habían desarrollado era exitoso. El hacerlos responsables de la planificación no era una forma de endosar culpas, sino que el hacerlos sentir que era su proyecto los ayudaba a no rendirse.

Discutimos por una hora y concordamos en el diagnóstico; faltaba convencer que era un producto elitista. Había que crear un plan urgente que permitiese en el corto plazo posicionar el producto como exclusivo. Esto era vital para que funcionara la estrategia de descreme que estábamos implementando. Sabía que para esto era clave el rubio animador.

Sentí en él un agradecimiento especial hacia mí, él hecho que me aceptara la invitación a almorzar para ese mismo día era una señal. Al llegar, nos dimos un caluroso abrazo,  me preguntó como estaban las ventas y mi respuesta fue que por eso lo había llamado, necesitaba de su ayuda. Todo se complicó aún más cuando me explicó que estaba cerrando un contrato con una de las tres compañías más importante de la industria. Le pedí que lo dilatara por una semana y accedió. –Necesito de tu apoyo, debes hacer que te pregunten por la carcasa de tu teléfono en televisión, durante toda esta semana y que puedas mencionarnos como un regalo exclusivo de una compañía de la industria móvil. Si puedes hablar de las bondades del diseño de la carcasa tanto mejor. También le pedí que se uniera a un team que recorrería diez empresas y que realizaría las ventas de los planes en terreno, idea que había sido ideada por el grupo de gerentes.

El rubio animador me dijo que esto pondría en riesgo el contrato publicitario, pero él estaba molesto por la forma en que esa compañía lo había tratado meses atrás. “Tendrán que entender que así somos los artistas, impredecibles. Por lo demás diré que me pagaste una suma elevada por esta acción y que me ofreciste un contrato muy atractivo” dijo el animador mostrando un alto nivel de oportunismo, requisito básico en la industria de la televisión. –Sería bueno que me mandaras algunos de tus contactos en la prensa para difundir que mi compañía está dispuesta a pagar sumas millonarias por tenerte como rostro de nuestra campaña. Eso le dará fuerza a tu negociación y ruido mediático para apoyar el posicionamiento y venta de nuestro “plan estilo”- dije causando la sonrisa del animador.

Durante el lunes el animador comenzó a promocionar el teléfono y las ventas repuntaron inmediatamente, subiendo  de las paupérrimas diecinueve de todo el fin de semana a setenta y cinco, sólo en ese lunes.

El martes comenzó la acción del team y alcanzaron a recorrer tres empresas, logrando doscientas ventas en terreno más otras doscientas que llegaron por call center.  Comenzó a sentirse en el ambiente una  luz de esperanza, mientras yo podía ver que la tendencia sería al alza y que el plan estaba dando resultados.

Por otro lado, el rubio animador me consiguió una entrevista en un programa de radio, me preguntaron por la empresa, la carcasa y si era verdad que estábamos dispuestos en hacer una inversión millonaria en contratar al rubio animador como rostro de nuestra campaña. La forma más correcta de mentir es no negar ni asentir, sólo dejar la duda para que las interpretaciones sean las que la gente desee que sean. Obvio que parecer estar siendo reservado ayuda a sesgar esas interpretaciones. Los animadores del programa radial, ambos usaban iphone y eran muy asiduos a las redes sociales, me pidieron si les regalaba una. En la misma tarde se las envié con sus nombres grabados y ellos postearon la página web del plan y una foto de ellos usándolas como medida de agradecimiento. Las ventas del miércoles llegaron mil planes.

El jueves recibí una visita inesperada, la viuda negra. Ella se iba el lunes siguiente y me contó que ella, Osses y otras veinte personas compartirían el fin de semana en Viña del Mar. -Hora de turistear- pensé mientras comenzaba a diseñar la estrategia del primer golpe de mi venganza a Osses. La forma que había tenido de sacar a Cristóbal del proyecto me dejaba con una escala valórica muy baja, ideal para realizar una venganza.

La viuda negra tenía la disposición y las herramientas para llevar a Osses a un lugar para tener sexo con él. Si no era seduciéndolo de seguro utilizaría su poderosa droga, dejándolo sin ninguna voluntad. Mi trabajo debía consistir en hacer que la esposa de Osses viese de alguna manera la escena. Un divorcio seguro y económicamente muy costoso sería la consecuencia de este primer golpe que tendría para el mal nacido hijo de puta. Además, el costo emocional podía afectar los resultados de su trabajo, debilitando así su capacidad de lograr ser el ganador del proceso de portabilidad numérica en Chile.

Definido el qué ahora tocaba la parte fácil, definir el cómo. Si posterior a la muerte de Camila el rumor del romance que había sostenido ella con ese cobarde se había masificado, su esposa algo tenía que saber. Antes de hacerla llegar a Viña debía lograr una acercamiento con ella y observar su reacción al verme.

Cerramos el plan con la viuda negra y yo llamé desde mi celular a la central telefónica de la empresa de Osses. Me dijeron que me devolvería la llamada, ya que se encontraba con alguien en reunión. Di un nombre y teléfono falso y me fui a las afueras de su edificio para seguirlo hasta su casa. Era claro que mi sed de venganza había perdido todo límite. Cerca de tres horas lo esperé cuando salió manejando con una sonrisa que le duraría poco.

Cuando llegó su casa, en un barrio muy exclusivo de la capital chilena, llamado La Dehesa, estacioné a media cuadra sin saber que hacer. Estaba un poco nervioso, como un niño que sabe que está haciendo algo mal. Esperé cerca de una hora hasta que salió una cuatro por cuatro de su casa y pasó por mi lado. Al ver que quien conducía era la esposa de Osses encendí mi auto y maniobre rápidamente para poder seguirla.

Cuando la mujer se estacionó en un estacionamiento de un supermercado entendí que era cosa de minutos para que nuestro encuentro se diera. Me bajé y tomé un carro para ir echando lo que fuera. Cuando nos cruzamos en el pasillo de artículos de aseo personal, ella al verme dejó caer lo que traía en las manos. Esta era la señal que me indicaba que el rumor de la relación de Camila y el cobarde de su esposo había llegado a sus oídos. Como buen caballero que soy, me agaché a recoger lo que había dejado caer y se lo pasé en las manos con un poco de incomodidad que nos hizo ruborizar a ambos, lo que había dejado caer eran tampones.

Un tanto nervioso dije que por su bien esperaba que el paquete no se hubiese dañado, frase que me cuestioné inmediatamente después de ver que el color rojo de su cara se acentuaba aún más. –¿Nos conocemos?- pregunté rápidamente para salir del paso y seguir con mi estrategia de lograr un acercamiento de mayor sinceridad. Ella sorprendida nuevamente y puesta en incómoda situación una vez más, se puso nerviosa y dijo que creía que sí, pero no recordaba de donde. – Creo que íbamos al mismo club de golf, quizás recuerdes a mi difunta esposa, se llamaba Camila Benavente- dije tratando de generar comunicación con la mujer, pero sólo lograba ponerla más nerviosa.

“Parece que tienes razón, pero ahora estoy apurada” dijo la mujer y siguió su camino dejándome prácticamente hablando solo. No lo pensé dos veces y la seguí a la caja. Planear otro encuentro casual era imposible, por lo que me decidí a enfrentar el tema directamente. En la fila de la caja me puse atrás de ella y le dije: -Entiendo tu nerviosismo, de seguro compartimos la misma información  de Camila y Enrique-, dije logrando que ella se diera vuelta.

“¿Por qué quieres hacer esto?, es mejor que los fantasmas desaparezcan solos” dijo la mujer pidiendo sutilmente que no siguiéramos la conversación. –Puede que tengas razón, puede que no. Si supiera lo que hoy sé de mi difunta esposa me habría gustado saberlo en su momento para ahí comenzar a rehacer mi vida- le dije causando que la mujer cayera en llanto y aceptara mi pecho para ser contenida. Pagué ambas cuentas y la invité un trago en un lugar que estaba a metros del supermercado. Ella aceptó, guardamos las cosas en cada auto y nos fuimos sin decir una sola palabra hasta que nos sentamos en una mesa y pedimos dos tragos; un ron para mí y un tequila margarita para ella.


Una vez sentados ella siguió haciendo intentos para que no iniciáramos la conversación del romance de Camila y su esposo, pero un hombre que conoce a las mujeres sabe leerlas. Dejé que ella hiciera sus intentos guiados por su emoción hasta que su racionalidad la hizo enfrentar el tema. “He tratado de huir a esta historia, venirme a Chile fue una bendición porque de alguna forma huía a todos aquellos que esperaban la oportunidad para contarme de la relación que había sostenido mi esposo con tu difunta esposa” dijo la mujer de Osses. – Me gustaría que comenzáramos de cero, ¿Cuál es tu nombre?- le pregunté y ella mostró una cara de agradecimiento. Para una mujer, independiente sea la situación, ser tratada como una dama por un gentil caballero es algo que siempre agradecen. “Mi nombre es Sofía y sé perfectamente que el tuyo es Andrés” dijo dando una sonrisa.

“Siempre supe que este momento lo iba a enfrentar de alguna manera. Por más que me convencí que huyendo a Chile lo lograría evitar, había algo en mí que me indicaba que no había lugar donde arrancara, esto me perseguiría. Cuando te vi supe que era cierto, traté una vez más de huir, pero sabía que era momento de enfrentar este tema de una vez por todas” dijo Sofía poniendo ahora una cara de resignación.

Yo le comenté que siempre había querido tener esta conversación con ella, pero sabía que no me correspondía. Si el destino nos había puesto cara a cara era una señal clara de que era el momento para conversar. Ella no sabía que yo había forzado el encuentro, por lo que fuera un asunto del destino le cuadraba absolutamente. – Lo que más me llama la atención es el oportunismo del destino- dije llamando la completa atención de ella. –Sofía, creo que nos merecemos hablar sin rodeos. Dije consiguiendo su aprobación. –Hoy me acabo de restar de una jornada de trabajo a la que fui invitado, debido a que todo es un show montado por Enrique para encontrarse con su amante brasileña- comenté haciendo que la mujer frunciera el sueño y dijera: “Enrique es un maricón”. Me pidió más detalles y me dijo que siempre había sabido que su esposo le mentía, pero había sido cobarde y nunca se había decidido enfrentar el tema. “Andrés, si el destino te puso hoy frente a mí es porque debo enfrentar de una vez por todas a Enrique. No tengo nadie de confianza así que te pediré me ayudes en esto. Sé que lo harás, lograrás gran empatía conmigo y sabrás que una mano en una situación como la mía me haría muy bien” señaló, la que hasta ahora era la mujer de Osses, consiguiendo mi completo apoyo.

Quedamos en viajar el sábado a Viña del Mar, yo la acompañaría a pillar infraganti a su esposo, ya que ella además desenmascararlo necesitaba conseguir pruebas para una demanda de divorcio. El adulterio en su país dejaba mal parado económicamente a los hombres en una situación de divorcio.

En la parcela peñaflor me acosté solo y pensando en todo lo que me había ocurrido. Al recibir un email con un reporte de ventas que indicaba que ese día el número de planes vendido ascendían a mil quinientos sabía que mi plan había sido un éxito. Esto sumado a que el primer golpe de la venganza de Osses vendría en un par de días me hicieron dormir en forma reponedora, mis objetivos se estaban cumpliendo una vez más.

El sábado, a las dos de la tarde, nos juntamos con la esposa de Osses en el mismo supermercado donde nos habíamos encontrado. Recibí una llamada de Marcelo felicitándome porque la estrategia había funcionando, las ventas del viernes habían ascendido a tres mil planes y en una semana habíamos acumulado casi seis mil planes vendidos. Me reí cuando él me dijo que siempre había creído en mí, dejando de lado que me había tratado de loco un par de veces. Me dijo que debíamos juntarnos a festejar porque se había logrado con éxito la entrada de la empresa a la industria de la telefonía móvil y que permaneceríamos compitiendo y  buscando ser líder por mucho tiempo. –Te equivocas Marcelo, estaremos muy poco tiempo por lo que tenemos que sentarnos a conversar. El éxito de esta estrategia es sólo el comienzo para la verdadera estrategia que tengo en mente desde que llegué. La próxima semana almorzaremos, prepárate para la montaña rusa- dije poniéndolo nervioso.

A Viña llegamos cerca de las cuatro de la tarde y Sofía me preguntó que tenía pensado hacer. –Turistear obvio, yo no había tenido el placer de venir a este lugar. Por lo demás, no todo debe ser desagradable- dije mostrando que el gozador y oportunista que soy, sacaría provecho a esta desagradable situación.

A pocos kilómetros de Viña del Mar se encuentra Valparaíso, histórico puerto Chileno que mostró un gran auge antes de la construcción del Canal de Panamá. Hasta ese entonces la única manera de llega a América de otros continentes era por el Estrecho de Magallanes haciendo que Valparaíso fuese una parada obligada para todo navío. Desde la construcción del Canal, Valparaíso vio frenado su desarrollo. Hoy conservaba una belleza en sus mal tenidas construcciones, que lo hacían ser patrimonio de la humanidad.

Con Sofía fuimos a un cerro llamado Veintiuno de Mayo, accedimos mediante un antiguo ascensor montado sobre rieles llamado funicular. Antes de subir tomé una foto a un antiguo bus de trasporte público llamado “trole”. Éste funcionaba a electricidad, conectado de una forma bastante particular al alambrado público. Esa y otras tantas fotos que tomé las fui subiendo a twitter y las fui comentando con mis seguidores.

Después recorrimos los cerros en auto, nos perdimos muchas veces ya que parecían verdaderos laberintos en los que en varias ocasiones nos encontramos con calles sin salidas. De seguro con la ayuda de dios o de cualquier otro ser divino pudimos dar con  una de las casas que habitó el famoso poeta chileno Pablo Neruda. Ésta se llama La Sebastiana. Una casa bella, lúdica y con una maravillosa vista al puerto fue la que recorrimos maravillados impregnándonos con la historia de este país en cada rincón de la casa. Sofía gustaba mucho del paseo, olvidando el objetivo de nuestra visita. Esto me hacía sentir menos culpa por la manipulación que estaba haciendo y por el sufrimiento que sabía que causaría. Era tal la caída de mi escala valórica que lo consideraba un daño colateral.

En la tarde le comenté que me habían contado que Enrique había salido desde Viña a un bar de Valparaíso, pero no sabía cual era. Recorrimos tres bares hasta que dimos con Enrique quien estaba cenando con la viuda negra. “Hijo de puta, Enrique eres el más grande hijo de puta que conozco”, dijo su dolida esposa. Obvio que el bar donde encontramos a Osses yo lo sabía, pero disimulé recorriendo otros antes de dar con él.

Sofía lloró durante toda la cena que sostuvo su esposo con la viuda negra. Sentía el sufrimiento de la mujer, pero no me daba culpa ya que sentía que era el empujón necesario para tomar una decisión de la cual se estaba escondiendo. Le tomé la mano muchas veces y le pasé pañuelos desechables. Ella agradecía cada detalle y sentí que además el acompañarla en ese momento le daba una fuerza especial para enfrentar con hidalguía ese particular momento que de seguro marcaría su vida para siempre.

Cuando salieron del bar se subieron al auto de Enrique y se fueron.  Lo seguimos hasta que entraron en un hotel de la ciudad de Viña del Mar. “¿Qué hacemos ahora?, necesito tomarle una foto a ese hijo de puta para presentarla en un tribunal como prueba de su infidelidad en la demanda de divorcio que le pondré a ese mal parido” me dijo la mujer buscando mi ayuda. -No te preocupes, lo resuelvo y vuelvo- le respondí dándole tranquilidad.

Me metí al Hotel y me comuniqué con la viuda negra quien me contó que tenía a Osses drogado. Me dio el número de su habitación y señalé que tenía un documento para ser entregado en forma personalizada en la habitación que la mujer me había señalado. El recepcionista me pasó una llave magnética de la habitación y llamé a Sofía quien entró nerviosa al hotel. Cuando el recepcionista trató de hacer una pregunta dejé caer cien dólares sobre el mesón. Éste los tomó, se los guardó y no hizo ninguna pregunta.

Había coordinado con viuda negra que desnudaría a Osses y ella desnuda estaría encima de él con la cara tapada al momento que entráramos. En el ascensor Sofía sacaba una cámara fotográfica digital, mostrando nervios y ansiedad. Yo seguro de la respuesta que me daría le pregunté que si de verdad quería hacer eso, ella me tomó las manos y me dijo que era algo que debía hacer.

Una vez que estábamos afuera de la habitación coordinamos con Sofía que a la cuenta de tres yo abriría la puerta y ella sacaría todas las fotos que pudiera. Así fue que me puse al lado de la cerradura, saqué la llave magnética y me preparé para contar. Antes de hacerlo volví a preguntarle si de verdad quería hacer esto, ella con cámara en la mano me dijo que ya estaban tirados los dados, que lo hiciéramos rápido.

Mientras contaba sentía latir el corazón de Sofía como también fluía la adrenalina de mi cuerpo. Al terminar la cuenta, abrí la puerta en forma brusca y la esposa de Osses entró unos metros y comenzó a sacar fotos mientras la viuda negra gritaba y se tapaba la cara. Pasaron diez segundos y tuve que entrar a la habitación dado que Sofía había entrado en una especie de shock y no atinaba a salir. La tomé de un brazo y la saqué del lugar, cerré la puerta y corrí por el pasillo para tomar el ascensor. En cosa de segundos estábamos en mi auto y ella no decía ninguna palabra. Salí manejando rápido del lugar, pasé a una botillería, compré una botella de ron y le di a tomar. La mujer se tomó casi media botella y pegó un grito, a través del cual, dejó salir todo su estrés.

Con más calma miró las fotos y comenzó a repetir una y otra vez: “Hijo de puta te sacaré hasta el último centavo”, mientras yo sonría  cada vez que lo repetía.

“Andrés, esto no ha terminado” dijo ella mientras yo fruncía el ceño. “Nos tomamos esta botella, compramos otra y nos vamos a bailar” señaló ella mostrando que la adrenalina que le había producido toda esta situación la tenía un poco eufórica. Dado que lo que me pedía era un poco de compañía, que bebiera ron y uno que otro baile accedí gustoso.

Los recuerdos de esa noche son borrosos, luces, música, mucho alcohol son parte de las vagas imágenes que me quedaron. Si le preguntara a Sofía estoy seguro que diría lo mismo. Esto lo deduzco porque cuando despertamos desnudos en una habitación de un hotel de Reñanca, balneario cercano a Viña del Mar, su rostro mostró sorpresa y vergüenza. Por mi parte, antes que ella despertara, escribí en twitter que la venganza había llegado más lejos de lo que había esperado, ya que estaba desnudo compartiendo cama con la esposa de Osses. Muchos me pidieron que mandara una foto y le tomé una a la cintura desnuda sin que se diera cuenta.

Una vez que despertó se puso una toalla y se metió al baño avergonzada. Cuando salió, ella trató de explicar que esto era un error, me paré desnudo y la basé sacando su toalla. –Sofía, eres una mujer fantástica y de seguro nuestra historia no nos permitirá construir nada, no por eso vamos a desaprovechar esta estadía en este lugar. Ahora haremos el amor muchas veces para luego ir a almorzar y seguir recorriendo este lugar. El lunes nos iremos a Santiago después de haber pasado un buen fin de semana- dije haciendo que la mujer se entregara a mis brazos.

Tanto domingo como lunes pasamos un buen momento juntos, comimos comida típica del lugar, visitamos un famoso reloj de flores, comimos unas empanadas de queso con camarón en un lugar famoso llamado las deliciosas. Éste exhibía fotos que de una visita de Antony Burdein. Recorrimos playas al norte de Viña llamadas Maitencillo, Cachagua, Zapallar y Papudo.

El lunes, despidiéndonos en el estacionamiento del supermercado, Sofía me agradeció todo. “No sé como Camila no aprovechó al hombre que eres. Me hiciste pasar un fin de semana muy entretenido y en vez de estar destruida por tener fotos de mi marido acostado con una perra, estoy satisfecha de haber tenido una experiencia que jamás olvidaré en  mi vida, gracias Andrés” dijo Sofía y luego me dio un beso muy apasionado para luego subirse en su auto y abandonar el lugar.

Por mi parte, me fui a la parcela y me acosté sintiendo cosas extrañas. Sentía satisfacción por el éxito del primer golpe de mi venganza. También sentía que cada vez rompía más límites que habían sido definidos por mi bondad, eso me hacía sentir malo. Pero a su vez, sentía que había hecho una buena acción dando el empujón a una mujer que sabía que tenía que tomar una decisión y no lo había hecho. Por si fuera poco la había acompañado en todo el proceso y me había preocupado porque pasara un fin de semana espectacular.

Entre la bondad y la maldad de mi acción me debatía, pero en el fondo sabía que había hecho daño intencionalmente a un hombre y colateralmente a una mujer. Pasado un rato concluí que mi acción no tenía pizca de bondad, por lo que me sentía más malo que nunca, extrañamente eso me hizo sentir muy bien.


 

Capítulo XVI, La Gran Estafa


Cuando llegue el lunes a la oficina recibí una cariñosa sorpresa. La cantidad de cuentas vendidas ascendían a doce mil y la alegría era tal que habían organizado una pequeña celebración que tenía por objetivo felicitarme y agradecer mí apuesta en este proyecto.
–Muchos dicen: “la empresa esto, que la empresa aquello”, pero  olvidan qué es la empresa. A veces se visualiza a la empresa como este edificio donde venimos a trabajar, o como la distribución de espacio y mobiliario al cual le llamamos oficinas. La  empresa es más que eso, la empresa son ustedes. Son ustedes los capaces de hacer una empresa exitosa o una empresa fracasada. Mi misión es darles un sueño en que creer y las herramientas para alcanzarlo. Hoy estamos recién levantando la cabeza, diciendo que no venimos aquí para perder, sino que a hacer historia. Después del fallido primer intento en el mercado de la telefonía móvil pocos habrían apostado a un segundo intento, pero yo lo hice. Quiero aclararles que no hice nada innovador, yo sólo los evalué a ustedes y vi un equipo con ganas de triunfar, eso es esta empresa. Creo que la tarea es grande, pero han demostrado que son un equipo unido, con visión y con las ganas de ganar; esto está empezando- dije consiguiendo un aplauso de todos los presentes.

Antes de la hora de almuerzo apareció Marcelo por mi oficina y me invitó a comer. Sabía que lo había dejado con mucha curiosidad, por lo que le dije que tenía un almuerzo ya planeado, así lo dejaría más envuelto en el tema. Algo maligno debe haber dentro de mí que siempre disfruto ver las caras de las personas, en vez de resolver una duda quedan atormentadas por la ansiedad de tener que esperar para resolverla.

Esa tarde no tenía hambre ni nada pensado, las ventas avanzaban solas, estaba satisfecho por el doble golpe pegado a Osses, y tenía una extraña sensación de paz. Tomé mi auto y decidí irme a casa, ya había calculado el sistema de turnos de mi vecina la enfermera, y ella estaría esa tarde en su casa.

Cuando aparecí en la puerta de su casa con una botella de champagne y dos finas copas de cristal que había comprado en el camino, ella mostró expresiones de asombro en su rostro. –Vengo a controlarme la herida- dije poniendo una leve y coqueta sonrisa. Ella se rio, me hizo pasar a su casa y me pidió que me sacara los pantalones para revisar la herida. –No me saco los pantalones a petición de una mujer, sin que esta me invite un trago primero- dije dándole pie a que me invitara a tomar una copa de la champaña que traía yo.

“Este horario de gerente, que llegas tan temprano un día lunes. ¿A qué te dedicas?” preguntó la enfermera.
–Que perceptiva, soy Gerente General de una compañía de telefonía móvil- dije dándole la razón y alzando mi copa para hacer un brindis.
“Salud entonces mi querido Gerente”, dijo la enfermera mirándome a los ojos y agregando que si los brindis se hacían sin mirarse a los ojos había una maldición de mal sexo por un largo tiempo. Esto me dio una herramienta para hacerla reír, ya que cada cierto rato hacía otro brindis y buscaba en forma exagerada sus ojos.

La vida me había enseñado mucho de las mujeres, pero hacerlas reír con coqueterías y sutiles bromas en torno al sexo las erotizaba y las seducía de sobremanera. No alcanzamos a tomar la segunda copa cuando ella me dio un beso ansioso y nervioso. Una posibilidad que tiene un hombre en esa situación es preguntar a que se debió el beso, pero por lo general se logra que la mujer se ponga más nerviosa. Lo que hice yo fue  darle la seguridad de que la ansiedad que la había llevado a besarme había sido acertada. Me paré y la tomé de las manos sin dejar de mirarla a los ojos, con mi mano derecha le hice un delicado cariño en el rostro y ella respondió satisfactoriamente cerrando los ojos esperando por un beso mío. El beso se lo daría, como buen caballero que soy, pero antes decidí sorprenderla haciendo una parada en su oído y susurrándole que me había asegurado en todos los brindis en mirarla a los ojos, por lo estaba seguro que la maldición no caería en nosotros. No sé qué fue en particular, pero ese beso lo recuerdo muy bien. Creo que la mezcla entre pasión, seducción y ternura fue precisa. Ella se entregó a mi conducción y pasamos una tarde entregados a un exquisito  sexo.

Ese día todo confabulaba a mi favor, tenía la sensación de éxito por el proyecto, la venganza y una tarde de seducción maravillosa. Por algún motivo en particular esa sensación era acompañada de un tremendo vacío que día a día crecía haciéndome sentir infeliz.

Al día siguiente me junté con Marcelo quien me pidió que le explicara de una vez por todas cuales eran mi planes. “Eres un excelente Gerente, pero escondes demasiado tus cartas haciéndome sentir que sólo soy una ficha de tu tablero de juego” dijo Marcelo dejando ver un poco de molestia. –Marcelo, en este ajedrez tú eres la pieza más importante; eres el rey. Bien sabes que el rey no hace el trabajo y tiene escasa movilidad” dije mostrando una sonrisa la cual no fue de su agrado, pero no me importaba, yo tenía el total control de la situación.

“Yo te llamé para felicitarte por haber logrado introducirnos al negocio de telefonía móvil y tú me respondes  que no estaremos por mucho rato, de verdad que me desconciertas Andrés”.

–Me tildaste de loco cuando te propuse volver a intentar a este negocio, no sé de que me habrías tildado si te hubiese abierto mis cartas mostrándote mi verdadero objetivo- dije dando una correcta justificación de mi actuar.

Marcelo me dijo que dejáramos los rodeos y que le contara de una vez cual era mi verdadero plan. –Marcelo, ¿acaso no te has dado cuenta de como funciona el sistema? Me cago en el libre mercado, todos simulando que vivimos en un sistema que funciona en supuestos que no se cumplen en el corto plazo. Si la gente supiera que de verdad nuestros planes son más caros y que las ventajas que hemos generado para vender son todas artificiales, basadas en percepción de valor que no existen, nos abandonarían todos. Bueno, en el largo plazo el sistema sí funciona, el mercado termina dándose cuenta de esto y las empresas con verdaderas ventajas en costos o economías de escalas en equipo nos eliminarán.  La gran estafa que se ha desarrollado en el libre mercado es vender expectativas. Es cosa de que veas Facebook con un valor de acción de cuarenta veces su capacidad de generar negocio. En el corto plazo se hacen las transacciones y la gente compra porque tiene un proyecto que parece creíble y que se apuesta que revolucionará el mercado. Antes de dos años, el mercado reconocerá que era una sobrevaloración y la burbuja explotará ajustando el valor al menos a la cuarta parte respecto del valor de salida a bolsa. Pasó con la crisis de las punto com, con la crisis subprime y recientemente en Chile con la quiebra de la empresa La Polar-.

Marcelo me interrumpió diciendo que no entendía en que se relacionaba toda la clase financiera que le estaba dando con nuestra empresa.
“Espero que no estés saliendo a bolsa” dijo él mostrándome que no lograba ver a donde me estaba dirigiendo.
 –No Marcelo, esta empresa es muy pequeña para salir a bolsa, pero el modelo igual es replicable- dije generando una cara de desorientación en Marcelo. –Ahora debemos construir un proyecto que nos permita generar expectativas que lograremos vender un millón de cuentas y conseguir un precio alto ahora que nuestras cifras irán en alza. Si hacemos que una de las tres empresas grandes se interese en nosotros podremos vender a un valor muy superior al valor real de esta empresa. Con suerte lograremos vender ochenta mil cuentas antes que nuestros clientes nos comiencen a abandonar, y  si hacemos bien nuestro trabajo podremos hacer que nos compren al valor de una empresa que tiene quinientas mil cuentas si la expectativa de nuestro proyecto es una empresa que generará un millón de cuentas- dije dejando a Marcelo con cara de sorprendido.

“Hay que ser muy idiota para comprar esta empresa en un precio tan alto” señaló Marcelo, ante lo cual le respondí que más que idiota debía ser algún ladrón.
-Debemos contactar a alguien dentro de la empresa, probablemente algún director a quien le paguemos algo así un millón de dólares si logramos la operación. El así moverá la máquina interna para que se hagan las evaluaciones respectivas y muestren una oportunidad de negocio- dije haciendo que el rostro de Marcelo se pusiera de color rojo.
“Andrés eso sería una estafa...” dijo sin terminar su frase porque yo lo interrumpí diciendo que no era una estafa, era una “Gran Estafa”, o sea un muy buen negocio.
-Harás una venta de millones de dólares, sólo debes cerrar los ojos y confiar en mí- dije mientras él me quedaba mirando con la boca abierta.

“Tenías razón, me hubieses dicho esto en un comienzo y no sólo te habría considerado un loco, sino que te habría mandado a la mierda. Yo no quiero saber del pago de un millón de dólares a un director, sólo te haré los contactos y moveré algunas piezas para poder seguir haciendo ruido y que el mercado nos mire como proyecto exitoso. Así no sentiré que estoy haciendo nada ilegal” dijo el muy cínico, él era empresario y sabía muy bien como funcionaba el mundo de los negocios.

Durante la tarde coordiné un par de entrevistas en algunos medios de comunicación. Si bien las cuentas que habíamos adquirido era un número irrelevante  en comparación  a los veinte millones de cuentas del mercado chileno, la poca competencia tras la portabilidad numérica en Chile había hecho que el mercado se moviera muy poco, no más de veinte mil cuentas. Nosotros, en cosa de días, sumaríamos la mitad de las cuentas que se habían movido de una compañía a otra. Una forma de presentar nuestra entrada es que habíamos captado el 0,05% del mercado. Otra mejor era que del total de cuentas que se habían cambiado de empresa el 50% había optado por nuestra compañía. Si bien el resultado de ambos números era el mismo, diez mil cuentas, la segunda forma de presentarlo hacía noticia y hablaba de un proyecto exitoso.

Cuando le contaba este discurso a los periodistas ellos se interesaban en darle cobertura. Una empresa con pocas posibilidades de competir en este mercado estaba captando la mayor cantidad de cuentas. Cuando el más chico se presenta ganando a los más grandes es noticia porque es una manera de mostrar a la opinión pública que el sistema genera oportunidades, aunque en este caso sabía que una guerra de precios nos haría desaparecer del mercado, pero los grandes no estaban dispuestos a esa batalla porque los hacía perder muchas más utilidades por baja de precio que las que estaban perdiendo por ceder mínimas participaciones de mercado.

Cuando manejé de vuelta a mi casa me sentía ganador, triunfando en el sistema, capaz de hacer grandes cosas, pero lamentablemente se me ocurrió sintonizar la radio y escuché la canción Señor Cobranza del grupo musical argentino Bersuit.

Señor Cobranza

Voy a la cocina, luego al comedor,
Miro las revistas y el televisor,
Me muevo para aquí, me muevo para allá.
Norma plá a cavallo lo tiene que matar.
Que me vienen con chorizo pero ya va a llegar.
Que cocinen a la madre de cavallo y al papá
Y a los hijos, si es que tiene
O a su amigo el presidente no le dejen ni los dientes.
Porque menem, menem,menem se lo gana
Y no hablemos de pavadas si son todos, traficantes
Y sino el sistema qué... y sino el sistema qué... qué.
No me digan se mantiene con la plata de los pobres
Eso sólo sirve para mantener algunos pocos.
Transan, venden
Y es sólo una figurita el que esté de presidente
Porque si estaba alfonsín el que transa es otro gil.
Son todos narcos de los malos,
Si te agarran con un gramo
Después deque te la pusieron.
Se viene la policía, de seguro que vas preso.
Y así sube, la balanza, el precio también sube,
También sube la venganza.
Y ahora va, y ahora que?.
Son todos narcos y el presidente
Es el tipo que mantenga mas tranquila a nuestra gente,
Llega plata del lavado,
Mientras no salte la bronca el norte no manda palos.

Ay ay ay, uy uy uy
Que me dicen del dedito que le meten en jujuy?
Ay ay ay, uy uy uy
Que me dicen del dedito que le meten en jujuy?

Es ese perro el santillan.
Si no lo pueden voltear lo van a querer comprar,
Con discursos, si no les sale,
Son capaz de darle acciones a los grandes mercaderes,
Eso no importa, porque el perro
Va dejando otro perrito que le mete a este sistema
El dedito en el culito y cómo sangra y no es el culo,
Sino el que sangra y se retuerce
Es el gran culo de este mundo,
Adiós el muro stanilista! los demócratas de mierda
Y los forros pacifistas,
Todos narcos, todos narcos, todos narcotraficantes,
Te transmiten por cadena,
Son de caos paranoiquean,
Te persiguen si sos puto,
Te persiguen si sos pobre,
Te persiguen si fumás,
Si tomás si vendés,
Si fumas si compras
Un pobre tonto para hacer para comer
Si tomás vendés comprás fumás
Y vayanse todos a la concha de su madre
Y ahora que?, que nos queda?
Elección o reelección para mí es la misma mierda
Hijos de puta! en el congreso,
Hijos de puta en la rosada
Y en todos los ministerios
Van cayendo hijos de puta,
Que te cagan a patadas...

En la selva se escuchan tiros
Son las armas de los pobres,
Son los gritos del latino...(x4)
Ellos tienen el poder y lo van a perder...
En la selva se escuchan tiros
Son las armas de los pobres,
Son los gritos del latino...


La canción que muchas veces canté con fuerza y rabia maldiciendo a políticos, empresarios o cualquier otro protagonista del sistema me ponía en un lado diferente. Ahora el hijo de puta o el que se debía ir a la concha de su madre era yo. Estaba completamente vendido al sistema y era parte de éste de una forma que el joven idealista que fui hace quince años atrás no imaginó jamás.

Me sentí preso del sistema, por momentos me miraba al espejo y no me gustaba en lo que me había convertido. Sentí que este mundo era para aprovecharse a o para que se aprovecharan de ti. Yo había escogido de que lado estaría, dentro del sistema no podía escoger otro, debía aprovecharme de éste y sacar los máximos dividendos. De seguro si hubiese logrado formar la familia que nos habíamos propuesto con Camila mis valores habrían sido mucho más fuertes y habría sido parte del sistema siendo de los que pierden porque otros se aprovechan de uno. La felicidad la habría obtenido por mi familia, pero sin esta, mi moral había desaparecido.

Me había convertido en un hijo de puta que estaba dispuesto a irse a la concha de su madre. Pero este hijo de puta se había vuelto un maestro de los negocios, por lo cual no se iría a la concha de su madre con las manos vacías, sino con varios millones de dólares. Apagué la radio y me dije – negocios son negocios-.

 

Capítulo XVII, Desierto


La llamada de Sofía me sorprendió, pero más aun su insistencia por vernos. Era jueves y ella ponía todo el fin de semana a disposición. “Andrés, lo estoy pasando muy mal. Le pedí a Enrique se fuera de casa, y también tomé la decisión de irme de Chile, pero no lo quiero hacer sin antes despedirme de ti” dijo, explicando que en mí había encontrado un refugio que le ayudaba a pasar el mal momento que vivía. La sinceridad con la que explicaba mi utilidad me complicó en un principio, pero después sentí un poco de culpa por ser el que había gatillado su conflicto. Sentí que mi deuda hacia ella no estaba pagada con el fin de semana que habíamos pasado en Viña del Mar. –Prepara tu maleta, mañana te pasaré a buscar y anestesiaré tu dolor como la mejor droga que puedas encontrar- dije imaginado que ella sonreía al otro lado del teléfono.

Tener que generar un plan me emocionaba muchísimo, parte de mi planificador estratégico tomaba control, a medias con mi lado lúdico. Después de un rato decidí que llevaría a Sofía a Iquique. Por asuntos de trabajo me había tocado estar un día en esa ciudad y me había propuesto volver a explorarla; esta era la situación ideal. La combinación de lindas playas, edificios en la costanera y el desierto cayendo encima de la ciudad la había hecho un lugar que me interesaba descubrir. Compré los pasajes por internet, pagando las tarifas más caras por comprar a última hora, pero estaba seguro que el dividendo del viaje sería muy positivo.

La mañana del viernes se me hizo eterna, el ansioso era yo, esperando que comenzara la aventura. Para Santiago se anunciaban fuertes lluvia y un temporal que azotaría gran parte del sur del país. Para Iquique se anunciaba sol y temperaturas que oscilaban entre los dieciocho y veintidós grados. Cuando llegamos al aeropuerto la lluvia ya se había dejado caer, generando un exquisito contraste con el clima que nos encontraríamos en el norte.

Después de dos horas de vuelo llegamos al pequeño aeropuerto de la ciudad, que curiosamente se denominaba “internacional”. Un taxista que hablaba con un tono extraño nos llevó rumbo al hotel, donde nos instalamos en una habitación que tenía una vista maravillosa hacia el mar. Seguro que la emoción del viaje hizo que Sofía se excitara y se lanzara a mis brazos para hacer el amor en cuanto llegamos.

Cuando despertamos sonreímos al ver que ambos nos habíamos quedado dormidos abrazados. Al ver que ya eran más de las dos de la mañana decidimos no salir del hotel y pedimos que nos trajeran unos sándwich a la habitación. Después de comer disfrutamos un rato de la maravillosa vista, ya que la luna iluminaba un oscuro mar azul. La temperatura era muy agradable, lo justo para no sentir ni calor ni frío.

Después de un rato volvimos a hacer el amor y nos quedamos dormidos hasta el desayuno. Ella me miraba de una forma muy especial, como una enamorada mira a su verdadero amor, pero yo sabía que era sólo por las endorfinas que yo la hacía liberar en una triste etapa de su vida.

El lugar donde servían el desayuno era espectacular, grandes ventanales permitían ver el mar y parte de la ciudad. El océano estaba tan encima del hotel que daba la sensación a ratos que contuvieran el mar, ya que por un efecto visual parecía estar sobre nuestro nivel. Fue imposible no conversar lo que haríamos si hubiese un maremoto; en esa zona estaba pronosticado un fuerte movimiento telúrico, incluso de mayor magnitud al que había azotado a este país el veintisiete de febrero del dos mil diez. Subir las escaleras y permanecer en un piso superior al cuarto fue nuestra conclusión. El maremoto de Japón, primero en ser televisado en vivo, había mostrado que el agua arrasaba con todas las casas, mas los edificios no eran botados. Después de un rato le propuse a Sofía fantasear con algo más interesante y diez minutos después estábamos de vuelta en la habitación, desnudos abrazándonos y besándonos.

A la hora de almuerzo pregunté en twitter si alguien sabía algún lugar donde podría almorzar y recibí recomendaciones que nos llevaron a un lindo restorán llamado “El Wagon”, donde comimos exquisitos platos de la gastronomía del lugar, en base a pescados y mucha variedad de mariscos.

En la tarde hicimos una parada que todo el mundo hace en Iquique, la Zofri. Este lugar es un mall que tiene beneficios tributarios. Una forma de incentivar el desarrollo del norte chileno fue decretándolo como zona franca, o sea se puede internar productos sin pagar ninguna clase de impuesto. Por este motivo, ahí se encuentran productos a muy buenos precios. Cuando Sofía recordó esto y que los perfumes son unos de los productos con mejores precios, me fue imposible negarme a su petición de recorrer dicho centro comercial.

Siempre he sido malo para recorrer estos lugares, vitrinear no es lo mío. Siempre que voy a comprar algo a un centro comercial voy con la claridad de lo que quiero y  no permanezco en el lugar por más de treinta minutos. Ese día fue diferente, y por alguna razón que desconozco me dispuse a ver las emociones de Sofía para poder entender el atractivo que tiene esta clase de lugares para el general de las mujeres. Primero que todo ella sonrió de una manera especial cuando vio que los perfumes se vendían a menos de la mitad del precio normal. Sonriendo daba pequeños saltos emocionada con la situación, lo que me producía risa y disfruté viéndola comprar.

En la primera tienda a la que entramos ella preguntó por un sinfín de marcas y nombres de perfumes, donde los tenían todos y a muy buenos precios. Después de preguntar por unos quince perfumes, el hombre que atendía dijo que no tenía disponibilidad del último que Sofía había pedido. Para mi sorpresa ella agradeció y salió del lugar sin comprar ninguno. Yo le pregunté que había pasado y  me respondió que no tenían ese perfume.

Al pasar a la segunda tienda, Sofía volvió a preguntar por el perfume y le dijeron que estaba agotado. Ella sonrió y yo entendí que ese perfume le daría la excusa suficiente para recorrer hasta el último local del centro comercial. Si mi misión hubiese sido comprar el perfume habría sido eficiente, quizás con algún algoritmo hubiese minimizado la cantidad de locales a recorrer para encontrar el perfume. En el caso de Sofía era diferente, ella buscaba de alguna manera la forma que le permitiese recorrer la mayor cantidad de locales antes de encontrar el perfume.

La manera en que ella conversaba, las sonrisas que ponía para conseguir descuento y su determinación por encontrar lo que le habían dicho que no encontraría, me sedujeron de sobremanera. Estuvimos cuatro horas en aquel lugar, todo un record para mí y en vez de estar aburrido estaba fascinado por esa mujer. Cada cierto rato la tomaba de la cintura y tal cual dos enamorados la besaba olvidando que era un lugar público. Fue una tarde sensacional, aunque independiente de eso mis piernas quedaron agotadas.

Mientras ella compraba, yo coordiné el arriendo de un auto para salir esa noche y recorrer la zona al otro día.

Comimos en un lugar muy lindo llamado “El tercer ojito”. El plato que elegí me llamó tanto la atención que lo fotografié y lo publiqué en twitter recibiendo muchos comentarios.

Para finalizar fuimos a tomar algo a un lugar muy bien ambientado con temática de vikingos llamado “Runas”, ahí tomamos unos tragos mientras unos seguidores me preguntaban qué estaba haciendo. Fotografié los tragos y subí la foto recibiendo muchos comentarios y buenos deseos para que lo siguiera pasando bien.

Cansados de vuelta en el hotel, Sofía se fumó un cigarro en la terraza mientras yo saqué unos pequeños parlantes que conecté a mi Iphone. Música romántica fue la escogida mientras la fui desvistiendo pausadamente acariciando su piel en todo momento. “Andrés, me haces pasar momentos tan agradables, me haces sentir una mujer muy especial” dijo ella cerrando los ojos dejándose llevar poco a poco por la seducción. –Tu eres una mujer maravillosa, te mereces lo mejor del mundo y yo te lo seguiré dando- le dije mientras nos envolvíamos en una abrazo y nos fuimos a la cama.

El domingo, después de tomar desayuno nos subimos al auto arrendado la noche anterior y nos dirigimos a visitar el desierto. Una larga subida nos llevó a un mirador donde había mucha gente lanzándose en parapente. La vista de la ciudad era magnífica, nos quedamos unos minutos y luego seguimos nuestro viaje internándonos en el desierto de atacama, conocido por ser el más seco del mundo.

Nuestra primera parada fue una antigua salitrera llamada Humberstone, esta había sido fundada en el siglo XIX y hoy era un museo que reflejaba parte importante de la historia chilena. Recorrimos todo el lugar y subí algunas fotos a twitter; era sorprendente entrar en aquellas casas abandonadas donde me conectaba con la historia del lugar. Sofía me decía que al cerrar los ojos ella se imaginaba el lugar como si estuviese en pleno funcionamiento, lo que le causaba una sensación mágica. Muchas casas, un teatro, una iglesia, la plaza, el mercado y muchas otras construcciones formaban este llamativo pueblo abandonado en medio del desierto.  La salitrera no funcionaba hace más de sesenta años y se notaba que no había sido mantenida. Un guía contó que hace poco más de diez años una telenovela chilena había sido filmada ahí. El lugar mostraba la diferencia que había en las construcciones y espacios asignados a los administradores de la salitrera en contraste con las precarias condiciones para los mineros, que eran la mano de obra que la hacía funcionar.
–Después de todo el mundo no ha cambiado tanto- pensé, sabiendo que de haber trabajado ahí yo hubiese tenido una ubicación privilegiada.

Caminando bajo un fuerte sol imaginaba las condiciones de trabajo de los mineros, ya que prácticamente no había árboles en el lugar, para poder refugiarse y capear el calor. En las fotos que se exhibían mostraban a los mineros con cuerpos musculosos, señal del fuerte trabajo físico que demandaba el lugar. –Está claro que soy de los que se aprovechan en este injusto mundo- pensé, reafirmando mi postura en la vida.

Después de cuatro horas recorriendo el lugar nos dio hambre y sed, por lo que decidimos seguir el viaje. Manejar por el desierto, una carretera recta con pocos autos, me daba una sensación de libertad. De seguro que los límites visuales eran superiores a cualquier otro lugar. Estimo que uno era capaz de ver montañas a más de doscientos kilómetros de distancia, ya que no había nada que se interpusiera, ni siquiera humedad.

Le pregunté a Sofía si le molestaba que paráramos a comer a un local a orilla del camino, mi estómago reclama y faltaban muchos kilómetros para llegar a nuestra próxima parada. Ella no se opuso y nos detuvimos en un lugar donde lo único que servían era carne de llamo. En un principio pensé que era el nombre de algún tipo de corte, pero cuando me explicaron que era carne del mamífero similar a la vicuña o guanaco, pensé que era ilegal comerlo. Sofía me dijo que lo había probado y era común cocinarlo en esta zona. La verdad es que tenía tanta hambre que me hubiese comido hasta a la camarera que nos atendía, la cual se veía bien sabrosa.

Siempre he sentido una sensación de felicidad después de comer cuando tengo hambre, y ese día mientras manejábamos rumbo a un oasis llamado Pica, uno  fue la excepción. En pleno desierto Sofía me pidió que frenara el auto para poder sentir la magia que proporcionaba tan hermoso e inhóspito lugar.  Ella prendió un cigarro mientras el viento jugaba con su pelo y yo percibí una tranquilidad en ella que me hizo sentir bien. Le dije que quería fotografiarla y ella respondió que no estaba arreglada para salir bien. –Por eso mismo quiero fotografiarte, porque podré capturar tu esencia- dije haciéndola sonrojar.

Sin volver a preguntarle saqué mi teléfono y comencé a fotografiarla, ella comenzó a sonreír un poco nerviosa. A medida que pasaba el tiempo se iba relajando y su rostro tomaba bellos colores que en conjunto con el café claro del desierto y un cielo que tenía diferentes tonalidades hacía que capturara una imagen plena y llena de vida en ella. Sentí que se olvidó en ese minuto de todo lo malo que había pasado, sentía que  se conectaba con la mujer bella y sexy que era y abandonaba a aquella mujer triste y víctima de un esposo que había sido un hijo de puta. A medida que la seguía fotografiando sentía que yo era capaz de sacar una mujer maravillosa de ella mientras quien le había prometido amarla para toda la vida y serle fiel la había transformado en una mujer poco atractiva. Estoy seguro que ese fue un momento de plenitud para Sofía, un momento en el que para ella todo estaba en armonía; su rostro alegre y sensual era prueba de ello. Después de un rato ella me abrazó y nos besamos largamente bajo el sol y con un viento que generaba un silbido de paz al entrar en contacto con nuestros oídos. Aquel fue un momento mágico que pocas veces se tiene en la vida.

Un manchón verde en pleno desierto era lo que se veía a treinta kilómetros de distancia, no era como los oasis que salían en las películas filmadas en el desierto del Sahara. Un pequeño pueblo con una vegetación que no había visto en toda la región  era el llamado oasis de Pica. Muy pocas personas en las calles, hacían que este pueblo pareciera muy aburrido, pero a su vez de una tranquilidad que creo que pocos lugares tienen. Daba la impresión de que ahí, en medio del desierto,  las personas logran mayor compañerismo sin dejar espacio a la delincuencia.

Todos nos recomendaron ir a La Cocha, piscina natural de agua temperada que se encuentra entre rocas. Cuando fuimos estaba lleno, el único lugar para refrescarse en todo el desierto. En vez de meternos al agua nos quedamos viendo el atardecer que hacía que el cielo tomara tonalidades de rojo, morado, celeste y azul. En mi vida había visto un cielo tan hermoso. La temperatura comenzaba a bajar, lo que invitaba a observarlo abrazados. “Eres un romántico, contigo me he sentido una mujer muy especial” dijo Sofía resguardándose en mis brazos. “Sé que tengo mucho camino que recorrer, sé que tengo que vivir el duro duelo de mi separación, pero tú en medio del desierto de este proceso me has construido un maravilloso oasis” señaló ella mostrando que este fin de semana la había llenado de fuerzas para seguir adelante.

Casi tres horas manejamos hasta llegar al aeropuerto, entramos en silencio al avión tomados de la mano y no dijimos una sola palabra en el viaje de regreso, eso sí nuestras manos no se separaron en ningún momento. El silencio nos hizo pensar, seguramente ambos sentimos una gran confusión, ya que logramos pasar excelentes momentos juntos.

Una vez en su casa, Sofía se despidió diciéndome que al día siguiente se iría de Chile y comenzaría los trámites legales de su proceso. Nos dimos un abrazo y un beso largo de unos tres minutos, sintiendo que no debíamos separarnos, pero teníamos un destino que vivir.

Camino a mi casa escribí en twitter:
-No porque dos personas se hagan bien significa que estén enamorados.-

Dos días después recibí por whatsapp un mensaje de un teléfono que se notaba que no era de Chile:

“He estado pensando mucho en ti.
Te extraño más que nunca,
Siento que te necesito y no sé qué hacer.
Es cada vez más difícil continuar sin ti.”

Si bien estaba seguro que no amaba Sofía, había hecho una conexión emocional con esa mujer y había sido magnífico. Así como ella había tenido su oasis yo había tenido el mío, y sentía ricas emociones que erizaban los vellos de mis brazos y sentía como si mi pecho fuera a explotar.

-Estoy muy mal- me dije luego de leer el mensaje y me largué a reír. Me fui a acostar para conectarme con la realidad al otro día, y suplir esas emociones por la adrenalina que me producía lograr mis objetivos en el trabajo, aunque fuera siendo un hijo de puta.

Respondí el whatsapp diciendo –Buenas Noches, que duermas bien- y no obtuve respuesta. Con un lindo recuerdo de Sofía me quedé dormido sintiendo la misma paz que había logrado en aquel hermoso desierto, claro que así mismo,  sólo en esa casa me sentía igual de desierto.

 

Capítulo XVIII, Devorador de emociones


Sentado frente a un miembro del directorio de la empresa donde trabajaba Enrique bajé un peldaño más en mi escala valórica, pero lo hice con estilo. –Una transacción como esta requiere de un intermediario que negocie las condiciones con ambas partes, quizás tú conozcas alguno que sea bueno- dije en forma elegante ofreciéndole una tajada del negocio. “Conozco a los mejores, pero cobran caro” señaló el director accediendo a ser parte de la transacción.

La reunión había sido conseguida por Marcelo, pero éste evitando quedar en evidencia, no había asistido. Eso era bueno, ya que él tratando de mostrarse moralista habría sido más que una ayuda, un problema. Se notaba que este director era todo un hombre de negocios. El hecho que perteneciera al directorio de un club de fútbol de primera división me daba la confianza para seguir conversando como debíamos operar, dado la forma de hacer negocio en este tipo de instituciones. –Es importante que nadie sepa de esta reunión, puede ser mal entendida- dije mientras el director asentía. Era un hombre de sesenta años que gustaba de lujos y había hecho una carrera asesorando empresas y había formado sus negocios convirtiéndose en proveedor de las empresas a las que asesoraba. Era claro su proceder, una vez adentro construía las redes con los ejecutivos de éstas y cuando se retiraba lo dejaban ser proveedor, de seguro pagando una “comisión” a quienes tomaban la decisión de contratarlo.

Un hombre como él no estaba sentado conmigo para ganar algunos dólares en una operación como esta. Conversamos que yo pagaría un porcentaje de la transacción al intermediario, que obviamente era una pantalla de éste. “Cuando te juntes con Manuel, el intermediario que te recomiendo para esta operación, debes estar preparado, querrá un porcentaje atractivo o de lo contrario no querrá prestar sus servicios” dijo el asqueroso mafioso, pero la verdad no menos asqueroso que yo.

“Un gusto hacer negocios con usted jovencito” dijo el hombre y se paró, pero no alcanzó a irse sin que le respondiera. –Le recuerdo que yo haré negocio con un intermediario llamado Manuel, no con usted, ya que eso sería ilegal- le dije mientras él sonreía y me indicaba con el dedo como si fuera a decirme algo, pero se fue sin decir nada.

Para poder hacer el negocio aún más creíble y conseguir herramientas de presión llamé al rubio animador para que hiciera correr el rumor en la empresa en la cual había firmado contrato publicitario, que las otras dos empresas estaban tratando de comprar a la empresa que yo administraba. Él entregó mis datos y me llamó el Gerente de Desarrollo de su empresa para agendar una reunión para la semana siguiente. Esto era vital, ya que obligaría a una de las dos a pedir exclusividad en la negociación, lo que haría subir el precio.

Al día siguiente me reuní con Manuel, el intermediario, personaje que me llamó mucho la atención. Carente de toda elegancia se notaba que su misión era sacar un buen monto. El partió abriendo la negociación en un veinte por ciento del monto en que se vendiera la empresa, cantidad por demás exorbitada. Yo le di la mano, me paré y me fui. Había aprendido que cuando una persona partía con un monto muy superior al que era el justo, había que mostrar determinación y dejar en evidencia lo absurda de la oferta. El trató de retenerme y le dije que volviéramos a juntarnos mañana después de que se tomara varios tragos de “claridad”. Una transacción como esta debiese pagar dos coma cinco por ciento a un intermediario, pero estaba dispuesto a pagar el diez por ciento porque sabía que esa suma era interesante para el director que estaba detrás del pelafustán que abandonaba sin que pudiera hacer nada.

Al revisar las ventas en la oficina me percaté que la tendencia mostraba que el área comercial seguía captando cuentas, pero a tasas decrecientes. En una reunión con mis gerentes concluimos que la firma del contrato del rubio animador con otra compañía y el ingreso de una nueva compañía móvil, también virtual, había tomado parte de las cuentas que captábamos. Esta compañía ingresaba con una ruidosa campaña en televisión, dado que había jóvenes que decían garabatos en sus spots. Decidí que se pusiera una queja en el Consejo Nacional de Televisión. Esto permitiría generar una imagen negativa de la compañía en los padres de los jóvenes que optaban por ella. Al final de cuentas esta empresa buscaba posicionarse en jóvenes rebeldes, pero olvidaban que en Chile estos se independizaban mucho más tarde que los jóvenes de Europa y Estados Unidos, donde sí había sido un éxito esta campaña. Pegarle a la moralidad fortalecería la imagen de marca en los jóvenes, pero como los padres serían los que elegirían la compañía para sus hijos, esta estrategia haría que esta no estuviese dentro de las alternativas de los progenitores.

Después de un rato los gerentes siguieron hablando de sus visiones del futuro del mercado de telefonía móvil, pero como mi futuro no era de largo plazo me aburrí con la conversación y saqué mi teléfono para jugar angry birds. Esto desorientó a algunos de los gerentes, pero no me importó.

Nunca pensé que asistir a la oficina se pusiera aburrido en tan corto tiempo, pero dado que habíamos apuntado con la estrategia muy pronto, agregaba más valor dejando que los gerentes ejecutaran mientras yo monitoreaba sus resultados. Si no fuera porque al otro día tenía una entrevista de trabajo con una bella postulante a secretaria no habría tenido ganas de volver al trabajo después de varios días.

Cuando la hermosa mujer entró a mi oficina me alegró el día, sabía que era de aquellas secretarias que sabía que el bienestar del gerente era muy importante para que la empresa anduviera bien. Su cara sensual dejaba ver que se la jugaría por mi bienestar. Su nombre, María Paz, le daba un toque de ternura a una mujer que sabía que estaba preparada para la guerra, sobretodo en el combate “cuerpo a cuerpo.”

Muy ejecutiva me respondió preguntas de estudios y trabajos anteriores. Cuando pregunté cual era su experiencia con gerentes ella sonrió y me hizo sentir que había hecho bien en venir a la oficina ese día. “He trabajado con dos gerentes anteriormente, ninguno gerente general, pero he ido observando que requieren una atención especial.
–Te pondré en una situación: yo me veo cansado, un tanto estresado y con dolor de espalda, ¿A que tipo de doctor llamas?- dije mientras su sonrisa dejaba ver que su respuesta me gustaría. “Primero debe saber que yo cuido el dinero de la empresa, jamás gastaría en ningún tipo de doctor para aliviar un dolor de espalda, si yo puedo darle el mejor masaje de todos” dijo la morena postulante que me tenía a punto de ir por un contrato de trabajo y firmárselo en ese momento con el sueldo que me pidiese.

Un agradable descaro fue lo que la llevó a desabrocharse uno de los botones de su blusa, dejando ver un hermoso escote que mostraba parte de sus grandes atributos. Yo no era capaz de contener mi vista, la cual se fijaba en sus senos sin ninguna vergüenza, y ella no paraba de sonreír. En ese instante supe que era la secretaria que necesitaba un gerente como yo, una secretaria jugada por su jefe. Quizás no sea fácil de entender, sobretodo por las mujeres, pero cuando un proyecto está en orden un gerente necesita distracción y mostrarse contento dentro de la empresa. Ella era fundamental para que pudiésemos tener largas reuniones y me ayudara a liberar las endorfinas suficientes para verme como un jefe contento.

De seguro que si yo hubiese insistido en que ella diera más pasos en su seducción esa reunión habría durado mucho, causando sospechas. Fue lo único que me detuvo a seguir la entrevista en vez de terminar con esa mujer haciéndome masajes y algo más. Quedé de avisarle mi decisión dentro de la semana, la cual ya estaba tomada. Su disponibilidad era inmediata, lo había hecho sentir de diferentes formas como también su disposición al sacrificado trabajo que le esperaba.

Antes de irme recibí a Manuel, éste llegó en una posición más respetuosa, lo que me daba una posición de control. Mi primera acción fue patearlo en el suelo para hacerle sentir que no estaba sentado con un idiota. –Estamos listos, ¿cerramos en treinta por ciento?- dije en tono sarcástico haciendo que recibiera el golpe y se diera por aludido. “Te pido disculpas Andrés, confundí los órdenes de magnitud con el retail donde sí cobramos el veinte por ciento” dijo buscando una salida poco elegante, la cual le acepté para no herirlo. –Evitaré una negociación contigo, ya que nos demoraremos en llegar a la cifra que tu jefe quiere para seguir adelante- dije mostrándole que yo sabía que él era sólo una pantalla. –El diez por ciento de la transacción serán tus honorarios- dije cerrando la cualquier espacio a negociar. Quedamos en que él se contactaría con ejecutivos de la empresa mientras yo prepararía un plan de negocio que permitiese defender una venta en varias decenas de millones de dólares.  Así cerré mi día en la oficina y me fui rumbo a casa.

En los cuarenta minutos que duraba el viaje de la oficina a mi casa me quedé pensando en la nueva secretaria y en lo bien que me sentía al ser parte de un juego de seducción, era entretenido  y me daba un rol que me gustaba mucho. Además pensé en el viaje que había hecho con Sofía, por la conexión emocional que hicimos y por los ricos encuentros sexuales que tuvimos. Recordé lo entretenido que es hacer estas conexiones con las mujeres, en gratificación es  superior a cualquier sexo informal. Por años en el trabajo había aprendido a conectarme emocionalmente con ellas, me dedicaba a escucharlas y conocer sus historias. Con el tiempo ellas revelaban sus traumas y yo había aprendido a hacerlas revivirlos y en ese mismo instante darles la protección y seguridad que requerían. Esto hacía que ellas sintieran algo especial por mí, claro que no era amor, pero era una conexión más allá de lo que suelen hacer con cualquier persona. Esto las hacía confundirse y en cosa de tiempo lograban un involucramiento que nos llevaba a compartir cama varias veces.

En el caso de Sofía había sucedido lo mismo, pero no de manera intencional, sino que la acompañé mientras vivía su trauma y le ofrecí la protección y distracción necesaria pasa salir adelante. Esa conexión me hacía sentir vivo, me hacía sentir especial y ahora que tenía tiempo estaba dispuesto a seguir buscándola.

Dado que con mi vecina ya habíamos avanzado bastante en el plano sexual, decidí darle un giro a la relación y generar una conexión emocional tal cual como había hecho con Sofía. Sabía que esto era egoísta de mi parte, ella involucraría un grado de emociones que fácilmente confundiría con sentimientos de amor. La verdad no me importaba ser egoísta, recordaba mi decisión de ser de los que se aprovechan de otros y esto no tenía por qué ser sólo en el plano económico, también lo podía ser en el afectivo.

Desde mi auto la llamé por teléfono para invitarla a pasar un fin de semana a Viña del Mar, anunciaban buen tiempo y la ciudad me había gustado mucho. Además que la cercanía en auto permitía poder hacer el viaje sin grandes preparativos como también volver en el instante que se necesitara, si así lo requería mi vecina.

Ella aceptó, pero le puse como condición conversar una hora todos los días, lo cual también aceptó, de seguro pensando que era una excusa para que hiciéramos el amor. Por mi parte estaba decidido a no tener un encuentro sexual con ella, pero de la misma forma sabía que esa decisión era imposible de sostener todos los días si ella quería lo contrario. Esto no porque no tuviese la capacidad de controlarme, sino que no me lo podía permitir siendo un caballero, al menos así me autoengañaba.

Llegar a su trauma no fue difícil, al segundo día me hablaba de una relación distante con su padre, quien murió cuando ella tenía sólo dieciocho años de edad. A los veinte se casó, de seguro para llenar ese espacio. A los treinta se separó cuando se dio cuenta que el espacio de pareja no era llenado, según ella sin tener un remplazante. Eso no lo creí, ya que una mujer que requiere una figura masculina en su vida por traumas paternales, no toma una decisión de separarse sin que tenga una relación puente que le permita salir. No tuvo hijos porque nunca sintió que hacían un proyecto de familia. Se veía que ella lo respetaba, pero era claro que nunca lo amó. Algunas lágrimas derramó cuando me contó todo eso y la búsqueda de contención nos llevó esa noche a dormir juntos.

El sábado en la mañana viajamos alrededor de las once de la mañana y fuimos a comer a Valparaíso. Un restorán antiguo y lleno de historia llamado Cinzano fue el que escogió ella. Me dijo que era el mejor lugar para comer una chorrillana, plato con alto contenido calórico compuesto de papas fritas, longaniza, cebolla frita, huevos y carne de vacuno frita, todo revuelto. Se veía en el lugar la historia de la bohemia de esa ciudad, que según explicaban sus garzones había sido inaugurado en el siglo XIX.

Cuando le comenté intencionalmente que a mi padre le encantaban lugares como estos ella puso atención y me pidió que le hablara de él. Ahí me declaró sentir un tanto de envidia por la relación que tenía con él y la posibilidad de gozarlo. Nuevamente lágrimas cayeron de sus ojos y yo le tomé fuertemente la mano  en señal de contención. Ella me comentó que tenía una imagen de su padre sonriendo y disfrutando en un paseo en lancha por la bahía, eso había sucedido cuando ella tenía tan sólo seis años de edad.

Mi búsqueda de la conexión emocional me llevó a subirla a una lancha y recorrer la bahía mientras la abracé todo el viaje. De seguro tuvo una sensación de paz durante todo el trayecto, no dejó de afirmarse de mi brazo mientras yo la abrazaba por la espalda. Sentía con ese gesto que no quería que la soltara por ningún motivo, esto me hizo apretarla con más fuerza.

“No sabes la cantidad de emociones y sensaciones que me has hecho sentir en este viaje” dijo ella confirmando que la conexión se había logrado. Ella se mostraba frágil y confiaba en mi cuidado para que la protegiera en aquel maravilloso momento. La cuidé durante todo el viaje, me dediqué por completo a ella y tuvimos un fin de semana lleno de emociones.

La entrega que tuvo al hacer el amor fue algo especial, se notaba que era diferente a los otros encuentros sexuales que habíamos tenido. Al conectarme con su trauma y contenerla, ella desnudaba su alma tal cual lo hacía con su ropa. Esto dejaba de ser sexo, tampoco era hacer el amor, sino un encuentro en donde las expresiones físicas eran una de las tantas formas que utilizamos para conectarnos.

De vuelta a Santiago, sabía que ella se sentía confundida. –Sólo experimentaste un bello momento, no te cuestiones si estás enamorada- dije yo llamando su atención. “Efectivamente estoy confundida, ¿cómo sabes eso?” preguntó ella desorientada y casi a punto de caer en el despecho. –Hemos pasado un increíble momento, te mostraste de una manera que pocas veces lo haces y yo me preocupé de recibirte sin cuestionamientos. Sentiste una sensación de aceptación y valoración de tu esencia, como no siempre se tiene- le dije haciéndola entender que yo sabía lo que había experimentado. “Si esa aceptación no es amor, ¿qué es entonces el amor?” preguntó ella, y yo puse una canción de Ricardo Arjona en mi Iphone y la escuchamos sin dejar de mirarnos ni por un sólo segundo.


El Amor
El amor tiene firma de autor en las causas perdidas
El amor siempre empieza soñando y termina en insomnio
Es un acto profundo de fe que huele a mentira
El amor baila al son que le toquen, sea Dios o el demonio...

El amor es una guerra perdida entre el sexo y la risa
Es la llave con que abres el grifo del agua en los ojos
Es el tiempo más lento del mundo cuando va de prisa
El amor se abre paso despacio no importa el cerrojo...

El amor es la arrogancia de aferrarse a lo imposible
Es buscar en otra parte lo que no encuentras en tí...

El amor es un ingrato que te eleva por un rato,
y te desploma porque si...
El amor es dos en uno que al final no son ninguno,
y se acostumbran a mentir...
El amor es la belleza que se nutre de tristeza,
y al final siempre se va...

El amor casi siempre es mejor cuando está en otra parte
Luce bien en novelas que venden finales perfectos
No te vayas amor que aunque duelas no quiero dejarte...
Si eres siempre un error, ¿por qué nunca se ven tus defectos?
Puede ser que lo que juzgo sea otra cosa, no lo sé...
Que a mi suerte le ha tocado el impostor, tampoco sé...

El amor es un ingrato que te eleva por un rato,
y te desploma porque si...
El amor es dos en uno que al final no son ninguno,
y se acostumbran a mentir...
El amor es la belleza que se nutre de tristeza,
y al final siempre se va...

Y no te deja decir lo que quieres decir
sin hacerte saber que se escupe hacia arriba...
Es sentarte a mirar pasar frente a tí
el desfile mortal del cadáver de todos tus sueños...

El amor es un ingrato que te eleva por un rato,
y te desploma porque si...
El amor es dos en uno que al final no son ninguno,
y se acostumbran a mentir...
El amor es la belleza que se nutre de tristeza,
y al final siempre se va...

Cuando terminamos de escuchar la canción ella entendió que lo nuestro no era amor, sino sólo se había conectado con sus fantasmas y recibido una rica contención. Que había tenido la oportunidad de mostrarse tal como era y había sido aceptada tal cual una enamorada es aceptada por su pareja. Pero efectivamente no podía ser amor si ella se sorprendía por mi respuesta a lo que era éste. Había un mundo de emociones, frustraciones y sensaciones en mí que ella no había tenido la oportunidad de conocer.

“Espero que a tu suerte le haya tocado el impostor” dijo ella aludiendo a una de las frases de la canción recién escuchada, y yo le respondí que -el amor es la belleza que se nutre de tristeza y al final siempre se va-.

Ella se bajó del auto aún más confundida y se despidió tirándome un beso. Por mi parte sabía que había sido un maldito egoísta en haber jugado con sus emociones. Tal como Sofía había quedado prendida del perfume que se suponía agotado en la Zofri, mi vecina había quedado prendida de aquel ser que se alejaba sin mostrar sus traumas y sus fantasmas.

Yo sabía que en el fondo ella haría todos sus intentos por descubrirme, tal como Sofía había hecho su esfuerzo por encontrar su perfume. Mi egoísmo radicaba que sabía que ella no correría la misma suerte que Sofía, ya que ella por más esfuerzo que hiciera no lograría conectarse conmigo. Mis puertas se habían cerrado y por más rica que haya sido la conexión que había tenido con ella, yo sabía que no sería capaz de abrirlas, lo que le generaría un sufrimiento.

Me había costado mucho luchar con mis fantasmas y encerrarlos en aquel cuarto oscuro donde había encerrado también al bueno. Mis objetivos eran claros y no perdería el tiempo en confundirme, exponiéndome a resolver traumas que ya había decido no volver a enfrentar.




 

Capítulo XIX, Una nueva revolución


Cuando el valor de la acción de Facebook bajó de los veintisiete dólares sonreí y publiqué en twitter un gráfico que mostraba su estrepitosa caída. Un año atrás yo había pronosticado la caída de esta organización, sin pensar que se materializaría tan pronto saliera a bolsa. En un par de semanas llevaba más de un treinta por ciento a la baja con una tendencia que no daba respiro. Impulsado por mi ego tweetié varias veces mi acierto teniendo comentarios positivos de mis seguidores. El obsesivo que llevo dentro, rasgo fundamental que sirve para el logro de mis objetivos, no paraba de ver la variación del valor de la acción cada cinco minutos.

Todos los informáticos que analizaron el caso, previo a salida a bolsa, pronosticaban que esta empresa iba a ser la revolución en el mundo de las redes sociales y la publicidad. Esto probablemente para que sus proyectos también se valorizaran y pudiesen embaucar a algún tonto inversionista con participación económica en sus iniciativas que no generaban flujo.

Sabía que esto era más que una noticia, desde que salí de la universidad no me había tocado ver que el mercado funcionara tan perfectamente en el corto plazo. Quizás más que una característica del mercado fue que la ambición llevó a poner un precio tan alto que los inversionistas terminaron por no creerle. Yo estaba seguro que había otro elemento que había hecho fallar la operación. El hecho de que analistas, justo antes de la apertura a bolsa, circularan informes que cuestionaban la obtención de altos niveles de ingreso en el mediano plazo, me hacía pensar que a alguien no le había tocado su tajada del negocio. Si bien el argumento de que las redes sociales cada vez más se usaban en los teléfonos móviles, en los cuales no se desplegaba la publicidad, era un buen argumento técnico, pero no lo suficiente para cuestionar el modelo. Un tema técnico como este daba la impresión que era más la excusa que permitió boicotear la salida a bolsa. Para mí era claro, se creyeron muy seguros de la salida a bolsa y no “aceitaron” a todos los operadores para que respaldaran el valor de la acción. Un precio tan alto, en comparación con su actual capacidad de generar flujos, lo dejaba débil a críticas de analistas expertos. El mercado, imperfecto por la falta de información segura, hacía que con sólo el cuestionamiento de analistas, no quedara blindado el precio de la acción y su caída en los primeros días había generado la histeria colectiva que hacía que todos los potenciales compradores se desistieran de comprar, haciendo bajar el precio de la acción.

Para mí la lección había sido muy clara, en mi caso no sólo debía verse beneficiado el director de la compañía a través de Manuel, el pelafustán intermediario que usaba como pantalla, sino también debía hacer que los analistas de la empresa se llevaran su tajada.

El gerente de desarrollo de la compañía que publicitaba el rubio animador me esperaba en la sala de reuniones de mi empresa. Yo lo había hecho venir para hacerlo sentir que él era el interesado en conversar. Mi objetivo era lograr confundirlo para que se fuera con un real interés en evaluar el negocio.

Él era un típico gerente arrogante, de aquellos que se creen dueños del mundo sin darse cuenta que sólo son simples peones en este gran ajedrez que es el mercado. Yo sabía que también lo era, pero eso me daba claridad de mis posibilidades y de dónde estaba parado, lo que me hacía un peón mucho más difícil de sacrificar que el gerente con quien estaba reunido.

Cuando comenzamos a conversar él se presentó diciendo su nombre y rol en su empresa. Enumeraba orgulloso los negocios que el muy inocente creía haber hecho, sin darse cuenta que sólo era un operador. Yo lo dejé fanfarronear, ya que eso lo hacía sentirse bien y lo distraía, dejándolo sin preparación para enfrentarme. Después de un rato, lo interrumpí preguntándole para qué me había contactado. Él, sorprendido no supo que decir, no había venido con una estrategia clara y eso lo hacía vulnerable a un golpe como el que le había dado. No supo endosar que el interés de la reunión era mío, porque él había venido por recomendación del rubio animador.

Antes de dejarlo pensar en una respuesta le dije que esta reunión la había aceptado por el cariño y confianza que tenía en el rubio animador, pero que me exponía dado que tenía una operación de venta a una de las otras grandes compañías.

Haber quedado entrampado sin saber responder hablaba de lo poco preparado que era este gerente, situación bastante normal en el mundo laboral donde la meritocracia es una utopía. Las reuniones de colegio, las misas y los clubes deportivos son las principales instancias para generar las redes de contacto que vulneran toda intención de fortalecer la idea de que los puestos de trabajo sean asignados según la capacidad de agregar valor.

“¿Qué tan avanzada está la operación de ventas?” preguntó él cayendo en la trampa,  mostrando que el haberse sentado conmigo lo ponía en una incomoda posición. Si una de las empresas competidoras nos compraba, el sólo hecho de haberse sentado conmigo lo ponía en una situación complicada frente a la suya. Él ahora estaba obligado a evaluar el negocio y discutirlo con su jefe y probablemente en el directorio de la empresa.

Quedamos en reunirnos en una semana más, pero le dije que quizás firmaba un acuerdo de exclusividad y él me pidió que lo esperara creyendo que con una sonrisa lo conseguiría. Mi cara osca y ruda fue un portazo en su cara de idiota. –Esto es un negocio, si tengo una oferta de compra no esperaré a nadie. Si me piden que en la venta esté incluida mi mamá, la entrego y de pasada le regalo a mi abuelita- dije en tono sarcástico pero dándole un carácter de urgente y una sensación de que la venta era cuestión de tiempo.

Por mi parte sabía que no le vendería a ellos, pero el sólo hecho que se discutiera haría correr el rumor verdadero que se estaba evaluando en forma seria la compra de la empresa que administraba yo.

Al cabo de unos días comenzaron a llamar periodistas para preguntar sobre la veracidad de la compra de la empresa. Definí que el gerente de finanzas fuera el encargado de dar entrevistas en radio y televisión. Yo prefería guardarme y hacerme el interesante, dándome un aura de misterio que me ayudaría en alguna parte de este proceso.

A mitad de semana, estaba con mi vecina quien a partir del fin de semana anterior no paraba de perseguirme tratando de rescatar información de mí. Yo me dejaba querer siendo muy tierno con ella. Debo confesar que por más claridad que tuviese, la mujer a ratos me hacía sentir muy bien, ella era dulce y tierna. Sabía que una relación se estaba construyendo, sin saber a donde llegaría. Jamás le prometí nada, siempre fui claro con ella, que estaba seguro que no había amor entre nosotros, pero creo que eso causaba el efecto inverso, ya que cada vez que se lo decía más se esforzaba en conquistarme.

Al día siguiente mi vecina me sorprendió con una investigación que había realizado, descubriendo que mi esposa había fallecido hacía apenas unos meses y que yo había estado en rehabilitación en una clínica psiquiátrica. Me mostré un tanto incomodo porque sentía violentada mi intimidad. De seguro yo habría hecho lo mismo, pero de todas formas me sentí incomodo y se lo dejé saber.

Quizás lo que realmente me molestó fue que abrió una herida que ya había obligado a mi mente a cicatrizar. Los recuerdos de Camila se me vinieron como el viento que se cuela al abrir una ventana en un temporal. Alguna vez había escuchado que los duelos duraban dos años, pero no estaba dispuesto a que eso me pasara a mí. Mi escape fue concentrarme en Osses, eso cambiaba el dolor por ira y hacía desaparecer los recuerdos de Camila que lograron atormentarme por un rato.

Logré preparar otra venganza, le ofrecería al mafioso director  una tajada adicional si él lograba introducirme en su empresa ocupando un puesto que me dejara como jefe de Osses. Fantaseé por un rato con llamar al hijo de puta a mi oficina y hacerlo esperar una hora antes de atenderlo. También le cancelaría las reuniones quince minutos antes haciéndolo sentir poca cosa.

Al otro día llamé a Manuel y le dije que si era hábil en negociar haría que la empresa pusiese como condición de compra que yo firmara un contrato de trabajo con ellos. Yo lo firmaría y si lograba hacer que mi puesto de trabajo me hiciera ser el jefe de un ejecutivo llamado Enrique Osses. Si lo lograba le daría un cinco porciento adicional del negocio.  El mensaje sería entregado al director, quien por dinero de seguro comenzaría a realizar su trabajo desde ya, poniendo en cuestionamiento los resultados de Osses. Una vez que se discutiera la compra de la empresa él pondría el punto de que yo había sido vital en el desarrollo de la exitosa estrategia que había valorizado la empresa y que la transacción debiese quedar atada a un contrato de trabajo conmigo. En ese momento él juntaría los puntos; el aura de éxito que construiría en torno a mí la haría contrastar con el fracaso de Osses, proponiendo que yo fuera el jefe de éste.

Manuel me pidió un momento para hacer una llamada y salió de mi oficina. Minutos después me comenzaba hablar de lo difícil que sería conseguir lo que yo pedía. “Es difícil, pero no imposible. Tendremos que pagar a algunos directores para que apoyen esta idea” agregó que para cubrir los gastos adicionales necesitaría que sus honorarios fueran el veinte por ciento. Manuel había mostrado ser un tonto y la subida de precio que me pedía era de tal nivel de oportunismo que evidenciaba que la llamada había sido hecha al director. Éste rápidamente entendía que mi solicitud llevaba un tema emocional implícito y que cuando estos aparecen se puede cobrar caro para satisfacerlos. Acepté el cobro adicional, no tenía opción. En vez de quedarme con una sensación amarga me quedé contento, porque el alza de la tarifa mostraba que el director se tenía fe en lograr el objetivo que yo estaba pidiendo.

Antes de abandonar mi oficina, Manuel me señaló que estaba agendando reuniones para la semana siguiente con el gerente de negocios de la empresa. Le dije que aprendiera del caso de Facebook, debía pagar a éste y de alguna forma a sus analistas. Al igual que Facebook, el precio en el que trataríamos de vender no guardaba relación con los flujos que generaba la empresa. –Debes asegurarte que los analistas que evaluarán esta operación estén incentivados a no circular análisis que critiquen el precio- dije sin que me entendiera, pero de seguro repetiría cada palabra al director, quien se preocuparía de eliminar los riesgos que generaba el precio que tratábamos de conseguir.

Antes de irme a casa pasé a comprar algunos snacks porque mi vecina me había invitado a ver una de sus diez películas favoritas. La cinta seleccionada fue American Beauty, película de mil novecientos noventa y nueve protagonizada por Kevin Spacey y Annette Bening.

La película, ganadora de varios premios Óscar, no podía ser menos acertada. Mostraba a un matrimonio preocupado de buscar sus propios escapes por la deformada relación que tenían. Él fantaseaba con la compañera de colegio de su hija, mientras ella buscaba placer en relaciones paralelas y en cosas materiales. Yo había visto la película en el cine trece años atrás y me quedé con el reflejo de una distorsionada sociedad americana que  agradecía  no era la mía. Hoy no la sentía tan lejana.

Una sensación de amargura me invadió y al terminar la película me despedí y me fui a dormir solo a casa, ante la cara de sorpresa de mi vecina. Traté de no concentrarme en la pareja que de alguna forma reflejaba la relación que habíamos tenida con Camila. Me quedé dando vueltas en una escena donde el novio de la hija filmaba una bolsa de plástico que parecía bailar entre las hojas. Esa escena había sido la que más recordaba de la película y de seguro la simpleza de los objetos y la bella coordinación de los movimientos la hacían especial.

Amargado, tomé mi Iphone y puse en google “bolsa plástica” y dentro de los resultados me apareció una canción de Kate Perry. Siguiendo mi principio de que todo pasa por algo, la busqué en youtube y vi el video de Fireworks, lo que me hizo poner mucha atención en la letra.

Fireworks

¿Alguna vez te has sentido como una bolsa de plástico
Que vuela a la deriva del viento
Con deseos de empezar de nuevo?
¿Alguna vez te has sentido como una delgada hoja de papel
O como un castillo de naipes
A punto de caer de sólo un soplido?

Alguna vez te has sentido enterrada?
A 6 pies bajo tierra dando gritos pero que al parecer
nadie escucha una palabra de lo que dices
¿Sabes que todavía tienes una oportunidad?
Porque hay una chispa en tu interior

Sólo debes encender la luz y dejar que brille
Que es sólo tuya, como la noche del 4 de Julio

Porque cariño, eres un fuego artificial
Vamos, demuéstrales cuanto vales
Haz que caminen diciendo "Oh, oh, oh"
Mientras vas cruzando el cielo-o-o.

Cariño, tú eres un fuego artificial
Vamos, deja que tus colores estallen
Haz que caminen diciendo "Oh, oh, oh"
Vas a hacer que se rindan-dan-dan ante ti

No tienes que sentirte como una basura del espacio
Tú eres original, no puedes ser remplazado
Si sólo supieras lo que te depara el futuro
Después de la tormenta llega el arco iris

Tal vez tu eres la razón por la que las puertas no se abren
Así que podrías abrir una que te lleve por el camino perfecto
Como un rayo, Tu corazón explotará de añegria
Y cuando llegue el momento, te darás cuenta

Sólo debes encender la luz y dejar que brille
Que es sólo tuya, como la noche del 4 de Julio

Porque cariño, eres un fuego artificial
Vamos, demuéstrales cuanto vales
Haz que caminen diciendo "Oh, oh, oh"
Mientras vas cruzando el cielo-o-o.

Cariño, tú eres un fuego artificial
Vamos, deja que tus colores estallen
Haz que caminen diciendo "Oh, oh, oh"
Vas a hacer que se rindan-dan-dan ante ti

Boom, boom, boom
Incluso mucho más brillante que la luna
Siempre estuvo en tu interior

Y ahora es hora de dejarlo fluir-ir-ir

Porque cariño, eres un fuego artificial
Vamos, demuéstrales cuanto vales
Haz que caminen diciendo "Oh, oh, oh"
Mientras vas cruzando el cielo-o-o.

Cariño, tú eres un fuego artificial
Vamos, deja que tus colores estallen
Haz que caminen diciendo "Oh, oh, oh"
Vas a hacer que se rindan-dan-dan ante tí

Boom, boom, boom
Incluso mucho más brillante que la luna
Boom, boom, boom
Incluso mucho más brillante que la luna.

Un intento de lágrima salió de mi ojo derecho. Me sentí a la deriva con muchas ganas de empezar de nuevo. Sabía que dentro de mí había una tremenda energía que no estaba saliendo como fuego artificial, sino que lo hacía con sentimientos negativos.  Esa tremenda energía que por años fue conducida por el bueno me había hecho lograr grandes cosas haciendo feliz a los que me rodeaban, pero ya no era el caso. Tal como lo había hecho en el monumento en Venezuela, caminaba en una dirección, quedando definido mi destino. “No esperes resultados distintos haciendo lo mismo” decía una célebre frase de Albert Einstein. Lo peor de todo es que yo no esperaba nada distinto, la venganza como objetivo estaba trazando un triste desenlace en mi vida.

A la mañana siguiente desperté y volví a ver el video de la canción. Una forma de buscar consuelo fue creer que existen en el mundo muchas personas perdidas sufriendo y pasando por una etapa complicada de la vida, perdiendo la esperanza como yo lo hacía.  Quizás las palabras que necesitaba escuchar podía decirlas yo  y subir el ánimo a más de alguna persona.

Tomé mi Iphone y me puse a escribir varios tweets, todos dictados por mi corazón:

-En tu interior hay una energía que te puede llevar a hacer cosas maravillosas. La sociedad hace que la escondas por lo que debes buscarla y descubrirla-.
-Por años creces con personas que resaltan tus problemas y defectos, en vez de potenciar tus virtudes. No hay ser humano que no sea maravilloso-.
-Debes confiar en ti, olvidarte de tus defectos y dejar salir las virtudes que te fueron asignadas-.
-No importa si eres bajo o alto, flaco o gordo, seas el mejor o el peor de tu curso, rubio o de pelo oscuro. Estás por algo en esta vida-.
-Ten la confianza que los momentos llegan y te harán ver de qué estás hecho. Entenderás tu historia y comenzarás una nueva etapa-.
-He conocido muchas personas en mi vida y los mejores proyectos los he logrado mostrando a las personas de lo que son capaz-.
-Vamos!!!, equivócate y aprende. No te detengas, ten claro tu objetivo y sigue adelante. Salta los obstáculos y llega a tu meta-.
-Gente, crean en ustedes mismos-.
-Si estás en esa etapa en que tienes pena y a veces tus ojos lloran, ten fe que pasará y que vendrán buenos momentos. Esta etapa es necesaria-.
-Al final del día: #TodoPasaPorAlgo-.

Puse mi teléfono en el velador y me quedé mirando el techo de la habitación. Pocos segundos después mi teléfono comenzó a dar sonidos de alerta de twitter. Yo tenía configurado que diera un sonido cada vez que alguien me mencionaba o retweetiaba algunas de mis frases. Por más de diez minutos mi teléfono no paró de sonar, era uno tras otro. Todas mis frases eran retweetiadas por muchas personas diferentes y recibí muchas menciones de agradecimiento. Era increíble como había tantas personas en quienes las frases habían penetrado. Entendí que twitter no era sólo un lugar de libre expresión, sino también un lugar donde las personas buscaban palabras necesarias para seguir adelante.

Comprendí que nuestra sociedad había cambiado mucho, no así la esencia del ser humano. La competencia por el éxito profesional, las riquezas económicas y el reconocimiento de los demás estaba llenando de frustraciones a las personas, pero nadie se rendía. Todos necesitamos palabras de esperanzas y que la gente las buscara en twitter hablaba mucho de la desconexión que se daba entre las personas. El ser humano estaba buscando esa conexión en las redes sociales, donde no había competencia, no había bienes materiales ni parámetros de éxito. Sólo estaban las palabras de quienes querían expresarse y las lecturas de quienes buscaban las palabras precisas. La forma de conectarnos estaba cambiando y probablemente generaría en su minuto una revolución tan importante como lo fue la invención de la rueda, la revolución industrial y la misma creación de internet.

Sentí que aquellas palabras que tanto necesitaba, al escribirlas habían hecho bien a más de una persona, lo que me hacía sentir muy bien. Tan malo no era si me causaba bienestar el de otros. Me fui a duchar con una sensación de paz que no había alcanzado en mucho tiempo, esto no cambiaba mi rumbo, pero no por eso no la disfrutaría.

El vapor de la ducha, el agua tibia recorriendo mi cuerpo y la sensación de bienestar me mostraba que no necesitamos  tantos elementos ni riqueza para disfrutar la vida. A veces conectarse con un mismo y cosas simples permiten disfrutar un buen momento.

Al salir de la ducha miré mi teléfono que mostraba que seguían apareciendo comentarios de mis frases, pero también había llegado un whatsapp de un teléfono no reconocido:

“Andrés necesito comunicarme contigo. He visto algo que me ha llamado la atención, pero antes quiero buscar más antecedentes. Te llamo el lunes, besos, Sofía”.

Me pareció un poco extraño el comentario, pero me propuse no generar ansiedad. Me vestí y decidí disfrutar el fin de semana con las cosas simples que otorgaba mi casa.

 

Capítulo XX, El Gerente del Amor


Soportar todo el fin de semana sin preguntarme que era lo que tenía que decirme Sofía había sido difícil, pero lo había podido hacer. Controlar la ansiedad había sido todo un logro, pero ya había llegado a mi límite. Cada diez minutos revisaba en mi Iphone si las alertas de whataspp estaban bien configuradas y aprovechaba de realizar algún tweet para liberar en parte mi ansiedad. 

Tanta ansiedad me llevó a pedir a mi secretaria que entrara a mi oficina para poder desconcentrarme del tema y conectarme con un delicioso coqueteo. Ella muy hábil, entendió mi necesidad y estuvo dispuesta a cubrirla. “Jefe, lo veo tenso. ¿Quiere que le haga un masaje?” dijo con voz coqueta. En mi cara se debió haber dibujado una sonrisa de oreja a oreja cuando ella cerró la puerta con llave. 

Ella, parada atrás mío, puso sus manos sobre mi cuello y comenzó a realizar una deliciosa caricia que hizo que mis ojos se cerraran en forma natural. Sus manos bajaron y se introdujeron bajo mi camisa llegando a mis hombros. Cuando me giró olvidé todo, ella se había abierto la blusa y tomó mis manos para ponerlas sobre sus senos.

Algunos eligen secretarias porque son eficientes, porque tienen buena redacción o porque son buenas en resolver los trámites personales. Yo las elijo primero sintiendo que se produce una química y segundo evaluando que sabrán distinguir que cualquier cercanía nunca será confundida con una relación personal.

María Paz se sentó en mis piernas y comenzó a besarme. “Es hora de que se relaje querido jefe, yo me encargaré de eso” dijo con un tono seductor haciendo que la mayoría de mis músculos se relajaran. Los instintos de un hombre en esa situación hacen que rápidamente busque desnudar a su compañera para comenzar a tener sexo. Quizás es parte del instinto de conservación de la especie, dando mayor probabilidad a la fecundación. Mi caso era diferente, yo gozaba con cada juego de seducción, gozaba con sacar cada pieza de ropa lentamente y acariciar la piel que se liberaba. Dejaba que ella tomara el control de la situación e iba disfrutando como ella jugaba. Con el tiempo había aprendido que en el sexo la penetración y el orgasmo debían ser una consecuencia y no un objetivo. La mujer goza de manera extraordinaria en cada cambio de excitación cuando se deja llevar por el erotismo.

Cuando ella se desvistió por iniciativa propia, quedando en ropa interior, yo vi en su rostro esa cara de deseo que una mujer deja ver sólo cuando pierde todo pudor porque la excitación se apodera de su mente. Ella comenzó a desvestirme con un poco de desesperación y yo no le facilitaba las cosas. Sacarme el pantalón fue todo un triunfo para ella, que con una sonrisa ganadora prosiguió quitándose lentamente la ropa interior. Yo sentía que se conectaba con su lado más libidinoso, se entregaba al deseo y disfrutaba mucho.

Cuando era más joven me percaté de un jefe que siempre que llegaba a su oficina cerraba con un portazo. En un comienzo pensé que siempre llegaba enojado, pero después comprendí que era la forma de decir “ya llegué” a la gente que dependía de él.  Después del portazo todos iban a su oficina y esperaban afuera por su turno. El muy desgraciado disfrutaba con esa situación. Por mi parte acostumbré a mis gerentes que cada vez que me pedían audiencia, si mi puerta estaba cerrada, les estaba negada la atención. Esto hacía que yo pudiera estar con tranquilidad con María Paz, ya que mi puerta cerrada indicaba que no atendería a nadie por lo que ni siquiera golpearían la puerta.

Esa tranquilidad nos permitió jugar cerca de una hora y ella tomó su rol de secretaria inmediatamente después de vestirnos. El que me ofreciera un café antes de salir de mi oficina era la forma en que ella me decía que el encuentro había sido parte del trabajo y que quedaba completamente satisfecha con éste. No es natural en la mayoría de las mujeres poder tener encuentros como ese. Para poder tener sexo sin que haya ninguna clase de sentimientos la mujer debe haber pasado por una etapa en que se disocie, en cambio los hombres nacemos disociados. Es por eso que las mujeres que no se disocian, que son la mayoría, consideran que los hombres somos unos calientes, teniendo toda la razón.

Las endorfinas liberadas con la bella secretaría hicieron que me relajara de una forma agradable. Una vez abierta la puerta de mi oficina, llegaron algunos de mis gerentes a comentarme problemas y a todos respondía: -No te preocupes, sabrás resolver el problema de la mejor forma. Eres extremadamente capaz-. Ellos salían desconcertados, no sabían si los estaba molestando o de verdad hacía una declaración de sus atributos profesionales. Eso no me importaba, mis ojos tendían a cerrarse y cerré la puerta para dormir un poco.

Siempre he considerado que dormir en la oficina es la máxima expresión de flojera y no porque yo me pusiera a dormir dejaba de pensarlo. Una cosa es que quien tiene trabajo operativo se ponga a dormir, otra cosa es que lo haga el gerente quien tiene que tener la mente despejada para poder tomar las decisiones correctas y poder vislumbrar las tendencias que vaticinan el futuro. Sé que esta es una barata justificación, pero nadie puede negar que parece tener sentido.

Ya era martes cuando consideré que el mensaje de Sofía no tenía que ser de importancia. Si lo hubiese sido ella me habría contactado el lunes como lo había señalado. Yo me concentré en la reunión que tenía después de almuerzo con Manuel y el gerente de negocios de la empresa donde trabaja Enrique.

La reunión sería en la oficina de ellos, así lo habían pedido y negarme habría sido una señal que podría verse mal interpretada por su parte. Yo pedí que fuera Juan Andrés, el gerente de finanzas de mi empresa, quien sería mi operador en esta negociación.

Invité a almorzar a Juan Andrés para coordinar la forma en que enfrentaríamos la reunión. –Si son elegantes ellos no hablarán de precios ni de ninguna condición respecto de la transacción. Esta será una reunión en la que nos presentaremos y ambos declararemos estar abiertos a evaluar una potencial transacción- dije a Juan Andrés quien me miraba como guardándose una pregunta para un momento oportuno. Le dije que nosotros no diremos nada de la evaluación de compra que está haciendo la otra empresa. Le indiqué que si ellos preguntaban por los rumores vendría con la solicitud de un acuerdo de confidencialidad que aseguraría a ellos un tiempo para que evaluaran e hicieran una oferta. Si eran inteligentes no tocarían el tema en esta reunión y lo dejarían para una reunión de trabajo. –Lo principal es mostrar que estamos dispuestos a evaluar y dejar que ellos pongan las condiciones, porque en cada condición hay información que se entrega y debemos analizar- dije recalcando que debíamos ser cautos en lo que decíamos para así no entregar ninguna información adicional.

Cuando pedimos la cuenta Juan Andrés me dijo que estaba emocionado con esta operación y cómo habían cambiado las cosas, pasando de ser una empresa a punto de quebrar a una empresa que presenta números crecientes. Además que dos de las tres empresas más grandes en telefonía móvil estuvieran dispuestas a adquirirnos era todo un reconocimiento a mi gestión, realizada en tan corto plazo. “Pero en todo este éxito que estamos viviendo no sé que implicará para mí y para el resto de las personas una operación de venta” dijo Juan Andrés mostrando un poco de valor y otro tanto de incertidumbre.

Mi respuesta primero transmitió tranquilidad. –Tu estás dentro de la operación, eso te da un poder importante respecto de todo el equipo, sabrás  el ritmo de la negociación y los probables resultados de ésta- dije mostrándole que tenía una posición privilegiada. Él dijo que sabía que su situación quedaría asegurada, que entendía que en algún momento yo me sentaría con él a conversar sus condiciones, pero le preocupaba más el resto del equipo. Yo no sabía si él había sido muy inteligente en la forma de plantear que teníamos una conversación pendiente o simplemente mostraba preocupación por el resto de las personas. –Tienes que entender que cuando el directorio decidió dar una segunda oportunidad todos tenían su trabajo perdido, cualquier cosa es mejor- dije mostrando que el punto de comparación era la situación anterior a que comenzara mi gestión. “Estoy de acuerdo contigo Andrés, pero las personas se están preguntando qué significa para ellos que esté saliendo en los medios que hayan empresas evaluando una compra. Ellos se han jugado por un proyecto que les has planteado tú y ahora no saben cuál es el motivo de su lucha” dijo y yo inmediatamente agradecí el comentario y agregué que volveríamos a hablar del tema.

Por un rato me quedé reflexionando acerca de la conversación tenida. Debía preocuparme que ellos sintieran que ganarían en caso de una transacción, eso me permitía blindar el precio de venta y evitaría un riesgo de boicot de la operación por parte de ellos. Era claro que el preocuparme sólo de la transacción me alejaba del liderazgo que siempre había considerado válido. Todos me habían creído y habían jugado sus cartas por un proyecto que desde la perspectiva de ellos se veía riesgoso. El haber seguido un concepto y tener la sensación de éxito hacía que una venta truncara el sueño de todos los que componían la empresa. Con respecto a eso nada podía hacer, el mercado es así y yo debía preocuparme de que al momento de la transacción todos recibieran una buena indemnización. No podía hacerme cargo del sueño de otros, el ser justo en dar una tajada del negocio era lo máximo que podía hacer.

Una vez que llegamos el gerente de negocios nos hizo esperar cerca de veinte minutos, táctica normal para mostrar que quien llega tarde tiene el poder de hacer esperar. Cuando llegó el gerente se presentó como Pablo Figueroa y además introdujo a un subgerente llamado Juan Pablo Zapata. Yo me dediqué a observar su forma de hablar, gestos, vestimentas y reacciones. Siempre me he creído psicólogo y he sentido que tengo la capacidad de construir perfiles con sólo observar, señal máxima de mi soberbia ya que jamás he leído un libro de psicología.

Que Pablo llamara por el apellido a su ayudante decía algo, y que cuando lo nombraba éste se pusiera en una postura servil marcaba definitivamente la relación. Es claro que un hombre seguro se rodea de personas que son capaces de decirle lo que sienten. En cambio cuando tienen a su cargo personas serviles denominados en la jerga de los negocios como “Yes Sr.” muestran que son inseguros y probablemente nunca sintieron el verdadero respaldo de sus padres. Por su parte, los “Yes Sr.” son personas temerosas que hacen todo lo que les piden, no están dispuestos a correr riesgos y se transforman en peones de su jefe.

Pablo usaría a Zapata como operador en la negociación para producir desgaste y cuando las cosas se pusieran al límite entraría él quitando asquerosamente el piso a su ayudante. Dejaría pésimo a Zapata y cerraría la negociación sin siquiera despeinarse, eso en caso que tuviese un imbécil al otro lado de la mesa, lo que no era así.

Las declaraciones de buenas intenciones las hicimos todos, no se tocó ningún tema relacionado a las condiciones, eso sería trabajo del pobre Zapata en las siguientes reuniones. Antes de irnos indiqué que Juan Andrés tenía todo el poder para negociar y llegar a los acuerdos que él sintiera que eran convenientes. Pablo declaró lo mismo de Zapata, pero yo me preocuparía de poner en evidencia en el proceso de negociación que no era así. De esta forma invalidaría a Zapata como interlocutor y parearía a Pablo con Juan Andrés. Después haría que estos últimos se entramparan en algún minuto y llegaran a un punto donde no se pudiese avanzar. El trabajo del director haría que ésta se fuera considerando como una importante operación, lo que obligaría al gerente general de la empresa a sentarse a negociar conmigo la parte final de los términos y condiciones.

Una vez que nos paramos nos despedimos cordialmente, y ya eran cerca de las cinco y media de la tarde por lo que luego de despedirme de Juan Andrés me fui a casa. Una vez que llegué vi las luces encendidas de la casa de mi vecina y me propuse pasarla a ver. Un Porsche color plata estaba estacionado en su casa, por lo que me devolví sin que nadie me viera. Un auto como ese era altamente probable que perteneciera a un hombre por lo que mi visita podría ser inoportuna.

Sentado en un cómodo sofá de mi casa me serví un ron cuando comencé a escuchar gritos en la casa de mi vecina. Uno cree que el vivir en una parcela con casas distanciadas hace que no se perciban ruidos de una casa a otra, pero eso es equivocado. La gran cantidad de espacio libre hace que los ruidos se propaguen con mayor facilidad, sobretodo en el silencio de la noche. Cuando volví a sentir los gritos me preocupé, no quería verme involucrado en nada, pero no fui capaz de no ir a ver que mi vecina estuviese bien.

Sin pensarlo mucho entré a su parcela, su perro me conocía por lo que no me ladró. Cuando golpeé la puerta salió ella con cara de afligida y al rato salió un hombre veinte centímetros más alto que yo, molesto preguntando quien era. El rostro que puso éste al verme indicó que me reconoció de alguna parte, lo que me llamó la atención. En un principio pensé que el hombre se podría poner agresivo y lanzarse sobre mí. Para evitar verme en desventaja visualicé un fierro que estaba en la entrada, y estaba dispuesto a tomarlo y usarlo si el hombre trataba de agredirme.

Unos veinte segundos duró el silencio que se produjo cuando los tres quedamos viéndonos, mi vecina dentro de la casa, el hombre atrás de ella y yo afuera, al otro lado de la puerta de entrada. Este silencio fue interrumpido cuando dije que venía a verla para asegurarme que no la estuvieran asaltando de nuevo. El “de nuevo” hizo que las caras de ambos cambiaran, ella me miró un poco desconcertada y el hombre puso una cara de preocupación por ella y la tomó del hombro diciéndole que no sabía que la habían asaltado. Ella salió del paso diciendo que no fue nada importante y por eso no había querido alertarlo. –Dado que está todo en orden los dejo- dije dando media vuelta y escuché que el hombre también se despedía. Cuando mi vecina cerró la puerta el hombre me dijo que tenía algo que decirme. Yo estaba lejos del fierro, por lo que decidí cambiar el lugar de la conversación y jugar de local. –Hace mucho frío acá afuera, vamos a mi casa y conversamos tomandonos un ron- dije consiguiendo la aceptación del hombre.

En un incómodo silencio nos fuimos caminando hasta mi casa. El cambio de temperatura al entrar produjo una sensación de agrado que ayudó a relajar el ambiente. –¿Ron solo o con Coca-Cola?- pregunté y el hombre me señaló que prefería con Coca-Cola. –Mi nombre es Andrés, ¿Cuál es el tuyo?- pregunté gentilmente y el hombre me indicó que se llamaba Raúl.

Cuando nos sentamos él me contó que era el ex esposo de mi vecina y sabía que yo estaba teniendo una relación con ella. “No quiero que pienses que te estoy cuestionando, ni que armaré una escena de celos. Los vi en Valparaíso y hoy vine a preguntar por ti, ya que me preocupa que mi ex esposa esté bien” señaló el hombre mostrando que esa preocupación era señal de que aún estaba enamorado de ella. “Cuando pregunté por ti vinieron los gritos de ella, que no era mi vida, que ella era libre y que no tenía que importarme lo que hiciera con su vida. Ella tiene toda la razón, pero por algún motivo me preocupa su bienestar” dijo inocentemente sin reconocer sus sentimientos hacia ella. –Raúl, no tenemos ninguna relación formal, ni hay expectativa de nada. Nos hemos acompañado y hemos compartido tiempo juntos- dije generando una sensación de alivio en el hombre.

Sabía que él seguía enamorado y no me cuadraba que fuera así, sabiendo la historia de mi vecina. Recordaba que ella había sentido que no habían sido capaces de hacer un proyecto de familia y eso los había llevado a separarse. Dejé que la conversación fluyera antes de poner de golpe el tema. –¿idea mía o no te das cuenta que sigues enamorado?- pregunté logrando su completa atención, dejándolo sin palabras. Él me miró fijo por un rato, como preparando una respuesta positiva y sin decir nada miró al suelo. Después de un rato confesó algunos temas. “Desde que me separé no he logrado estar con ninguna mujer, mi separación dejó un vacío enorme. Nunca he querido enfrentar el tema como corresponde” comentó reconociendo que seguía enamorado de ella. “Estoy seguro que ella es la mujer de mi vida y que estamos hecho el uno para el otro, pero no logro entender lo que nos hizo separarnos” dijo él con un tono de tristeza abriéndose como pocas veces un hombre lo hace. Estaba seguro que el espacio de confianza que había preparado había hecho que Raúl encontrara una persona que estaba dispuesta a escucharlo permitiéndose compartir su tristeza conmigo.

Quizás fue el bueno que aún daba señales de vida o simplemente el malo que vio la oportunidad de terminar la relación con mi vecina saliendo de la mejor forma, lo que me llevó a pensar que ellos se podían volver a juntar. Lo que había conocido de ella era que les gustaban los hombres que cubrían la figura masculina que no había tenido en su padre, pero con el tiempo eso no era suficiente. En el caso de ella a los diez años se separó por no considerar que Raúl llenaba su espacio de pareja. Para mí, haber iniciado una relación había sido fácil, rápidamente entendí su trauma y lo cubrí generando la conexión emocional. Ella estaba prendida de mí porque me negaba a ir más allá en el plano emocional generando un desafío que el general de las mujeres es poco probable no tomen.

Si tan solo lograba entender porqué mi vecina no había considerado a Raúl como pareja podría entender por dónde este hombre tendría una posibilidad con su ex esposa. Así quedé con él que lo ayudaría y para eso el vendría todos los días a tomarse un trago conmigo en la noche.

Al otro día me sentía tan ridículo por estar destinando tiempo y neuronas a apoyar una relación sentimental que tomé mi teléfono para realizar un tweet con una sonrisa en la cara.
-Ahora también soy el gerente del amor-


Cuando Juan Andrés vino a mi oficina a conversar de la reunión del día anterior y rápidamente llevó el tema a cuales serían sus condiciones, entendí que al muy hijo de puta no le interesaba el resto de las personas. “Andrés, tengo cuarenta y cinco años, esta es mi oportunidad para asegurar mi futuro” dijo el gerente de finanzas mostrando un poco de ansiedad. –Según lo que me planteaste ayer, creo que primero debemos conversar una propuesta para todo el personal de la empresa, ya que en algún momento querrán conversar con nosotros y tendremos que tener algo para iniciar el diálogo- dije haciendo que Juan Andrés pusiera cara de frustración. Él, inocentemente, había querido conversar sus condiciones antes de iniciar la negociación, error garrafal porque no tenía ningún poder para conseguir condiciones extraordinarias. Diferente habría sido que él se hubiese puesto como elemento fundamental para el éxito del cierre de la operación, ahí habría sacado una buena parte. Quedó con la tarea de proponer algo para el personal de la empresa si es que vendíamos.

El resto de la semana fue tranquila, conocí bien a Raúl y en nuestras conversaciones comprendí que el gran problema que había tenido con mi vecina era que este siempre fue muy protector, lo seguía siendo hasta ahora. La protección masculina es elemento fundamental en todas las relaciones de pareja, mas no suficiente. Él debía aprender a hacerla reír, hacerla sentir especial, divertirse y por sobre todas las cosas que la elección de estar con ella no fuera un hecho, sino una elección que se tomara día a día. 

Acordamos que él nos invitaría a ambos el sábado a almorzar, él debía pasarla a buscar, y yo quedaría de encontrarlos allá, pero no llegaría. Después del almuerzo  él debía mostrar que haría locuras, algo inesperado que a ella le gustara. Si lograba acompañarla sus posibilidades de un proceso de reconciliación aumentarían considerablemente. Él debía abandonar la protección que daba la figura paterna, eso era algo que ella ya sabía que tenía con él. Si era capaz de conectarse con su lado más lúdico sería toda una sorpresa para ella.

Cuando ella me llamó para contarme de la invitación para su sorpresa le dije que era una buena idea. Sin comprender mucho ella aceptó y el plan quedó hecho. Tener una sensación de control de la situación me agradaba mucho, era como un avezado jugador de ajedrez que movía sus piezas pensando en cómo la primera jugada desencadena las siguientes ocho sin que su oponente se dé cuenta.

Él sábado en la noche recibí una llamada de Raúl, quien me comentó que había conseguido que un amigo los llevara en su avión a un lago en el sur de Chile. Ella había aceptado y él sentía que lo miraba con otros ojos. Para complicarla le envié un whataspp preguntando cómo estaba y no tuve respuesta. Eso fue una confirmación de que Raúl estaba en el camino correcto.

El domingo fui a inscribirme a un club de golf de la zona, nunca me gustó ese deporte, pero eran lugares donde se podían construir buenas redes de contacto. Ya no me sentía a gusto en esas actividades, pero mientras estuviera en el mundo de los negocios era algo que tenía que hacer. Lo peor de todo fue que salí sin mi teléfono, por lo que pagué los valores que me indicaron para hacerme socio y me devolví desesperado por la compañía de mi Iphone. Cuando llegué tenía cinco llamadas perdidas de un mismo número. Al revisar el whataspp de Sofía logré ver que las llamadas eran de ella.

Esto me ponía nervioso porque algo estaba ocurriendo sin que estuviera bajo mi control, pero por otro lado me producía una extraña y agradable sensación porque ponía una cuota de misterio que daba incertidumbre y riesgo.

Era hora de llamar a Sofía y ver que era lo que le pasaba. Por unos momentos pensé en esperar que ella volviera a llamar, pero la ansiedad me superó. Imaginaba un sin número de hipótesis del motivo de su contacto y todas apuntaban a que requería ayuda con algún trámite de su divorcio con Enrique. Yo estaba dispuesto a ayudarla en lo que fuera necesario, sobre todo si mi ayuda dañaba a ese hijo de puta.

Al contestarme el teléfono noté que ella estaba nerviosa, su voz era insegura y tenía problemas para iniciar la conversación. Cuando estaba tomando confianza uno de los perros comenzó a ladrar con fuerza, me desconcentró y le dije que la volvería a llamar para ver que sucedía. Salí, vi que mi perro ladraba a un auto con vidrios oscuros que se había estacionado justo afuera de la parcela. Sentía que mi perro sabía que era una persona no grata, lo cual se confirmó cuando se bajó Enrique Osses y me indicó que si podía hacer callar a mi perro. Su actitud agresiva desencadenó la mía y le respondí que si los animales me hicieran caso él tomaría su auto y se iría, ya que no era bienvenido en mi casa.

Cuando cerró la puerta y se sacó unos lentes oscuros pude ver en sus ojos que el hijo de puta se tramaba algo. “Andrés es hora de conversar, sé lo que estás haciendo y no te lo voy a permitir” dijo y justo después se bajaron tres hombres que de seguro el muy cobarde los traía para tener más seguridad, sinónimo sólo de su cobardía.

Cuando era pequeño un primo abusador me pegaba todos los días cuando iba a su casa en el verano, y me amenazaba que si lo delataba nos castigarían a ambos. El día que me decidí a acusarlo fue así y él me dijo que era un tonto, yo había recibido un golpe y más encima había quedado castigado. Al día siguiente me volvió a pegar y yo lo volví a acusar. Él me preguntaba que si yo era idiota, que acaso no veía que el acusarlo me traía un castigo también. Yo le respondí que no me  importaba que me castigaran todos los días siempre y cuando a él también. Era capaz de olvidar los golpes y los castigos con sólo verlo perder. Lo miré a los ojos, seguro y sin miedo y le dije que disfrutaba verlo castigado y no tenía problema en que siguiéramos todo el verano así. Nunca más me pegó, y entendí que los abusadores se alimentan del miedo. Años más tarde estaba en el colegio cuando un compañero mucho más grande trató de quitarme mi colación y no se lo permití. Él comenzó a golpearme y yo le mordí el brazo casi sacándole un pedazo, él se enojó más y me pegó con más fuerza. Estuve una semana sin ir a clases recuperándome y cuando volví lo primero que hice fue ir donde el abusador, quien creía que yo me iría a disculpar. –Durante toda la semana que estuve fuera no sentí el dolor de tus golpes, porque disfrutaba pensando cómo mis dientes apretaban la piel de tu brazo, así es que dame una oportunidad y lo próximo que morderé será tu rostro- dije mirándolo fijamente a los ojos. Nunca más trató de golpearme, todo lo contrario, me tuvo miedo.

Ese día frente a Enrique no sería distinto, él con tres hombres más se convertía en un abusador sin saber que no podría alimentarse de mi miedo, pues no lo tenía. –Si tenemos que resolver esto entre los cinco lo haremos, pero les aseguro que al menos uno de ustedes perderá una oreja y otro un ojo- dije llamando la atención de los cuatro. Antes de que Enrique les pidiera a sus hombres que se acercaran a mí salió el cuidador de las parcelas quien había visto la escena. Cargaba una gran escopeta cuando dijo que habían entrado en forma ilegal y si no se iban él comenzaría a disparar.

Los cuatro hombres se subieron al auto y Enrique me dijo que volveríamos a conversar. –Cuenta con eso- dije sin quitarle la mirada de encima. Mi hipótesis estaba casi confirmada: Sofía necesitaba de mi ayuda y Enrique quería amedrentarme, pero yo no se lo había permitido. Estaba seguro que cuando le contara esta historia a ella se alegraría.  Agradecí al cuidador y me fui a mi casa, era hora de tener una calmada conversación con Sofía. Cuando volví a llamarla una grabación indicaba que su teléfono estaba apagado o fuera del área de cobertura. No tenía más remedio, debía esperar que me devolviera la llamada. Así me pasé todo el fin de semana y no recibí ninguna comunicación de ella.

 

Capítulo XXI, Ojos bien abiertos


Si bien tuve varias novias en mi adolescencia no sentí algo similar al amor hasta que cumplí veinte años. Recuerdo claramente esa sensación de mariposas en el estómago, ansiedad por verla y la tranquilidad que me producían sus caricias. Carmen se llamó la mujer que podría decir que fue mi primer amor. Recuerdo perfectamente cómo estuve dispuesto a abandonar mis estudios y transformarme en un proveedor después de que a los seis meses de que comenzamos una relación su padre murió. Pese a todo ella no quiso seguir conmigo. El conocer con ella esa intensa sensación la había catalogado como una persona especial en mi vida. Mis compañeros de universidad fueron quienes me acompañaron los meses siguientes a que rompimos. Fiestas, trago, marihuana y muchas mujeres fueron la fórmula utilizada para olvidarla. Al cabo de dos meses tenía una vida entretenida, muchas asignaturas de la universidad reprobadas y una sensación de libertad que adoraba.

Como soy idealista consideré que nunca hubo amor en esa relación, de lo contrario el destino se habría encargado de juntarnos o simplemente ambos habríamos sido capaces de vencerlo. Ese sentimiento especial simplemente desapareció como lo hacen las hojas de los árboles con la llegada del invierno. Su recuerdo pasó a ser una linda experiencia llena de alegrías, pero nada más. No hubo marcas en la piel ni anhelos no cumplidos. Cuando nos separamos no hubo juramentos ni compromisos, pero hicimos una última vez el amor. Recuerdo que ella lloraba y yo sólo atinaba a abrazarla. Después de eso nunca más nos volvimos a ver.

Las fotos que guardé de ella perdieron valor y el tiempo se encargó de extraviarlas o romperlas, sin sentir que algo importante era destruido. Me quedé con la lección de que así como pueden llegar las mariposas al estómago también se pueden ir.

Tiempo antes de conocer a Camila conocí a Carla, ella era pura ternura; amorosa, dulce y suave. Era de esas mujeres que aceptan el destino con tranquilidad sin hacer muchas cosas por cambiarlo. Poco menos de un año estuvimos juntos cuando ella decidió ir a estudiar a Buenos Aires, una muy buena universidad gratuita le ofreció la oportunidad de estudiar odontología. La despedida fue sin dolor para mí, ella dejó caer un par de lágrimas y dijo que me amaba. Dada su naturaleza no hizo nada por cambiar las cosas. Después, semanas antes de conocer a Camila volví a estar con Carla. El motivo de mi viaje a la capital Argentina fue una despedida de soltero que organizó uno de mis mejores amigos. En ese tiempo la economía de ese país pasaba por un mal momento, los precios de arriendo de departamentos y bellas bailarinas estaban por el suelo.

En ese viaje me propuse encontrar a Carla y lo hice. Sentía que había faltado una despedida como la que había tenido con Carmen. Hicimos el amor de una manera especial, ella lo hacía con la entrega de una mujer enamorada y yo buscando cerrar una etapa. Cuando nos despedimos tomando un café en el barrio de Santelmo, ella no propuso ninguna acción arriesgada que nos permitiera volver a estar juntos. En todo caso no le habría funcionado. Yo recibía mi sueldo de mi primer trabajo y sumado a que aún vivía con mis padres me hacía tener mucha disponibilidad de recursos  para vivir nuevamente una vida desenfrenada.

Después de eso conocí a Camila, quien llegó a cambiar la forma en que estaba viviendo.  Hasta su muerte, ésta fue la más bella historia de amor de mi vida. El día que me enteré que llevaba un hijo mío en su vientre y minutos después presencié su muerte  mi consciente no fue capaz de asimilarlo. Por otro lado,  el día en que me enteré que ese hijo no era mío y que ella tenía una relación paralela volví a sentir dolor, pero rápidamente lo canalicé produciendo gran cantidad de ira. Una cosa era culpar a Dios por habérsela llevado y otra era que además los recuerdos de una linda historia de amor se fueran al tacho de la basura.

Mi experiencia en el amor era nefasta, había aceptado que éste es un sentimiento más bien biológico que lleva a hombres y mujeres a estar juntos para así asegurar la conservación de la especie. El tiempo hacía que este sentimiento desapareciera, pero lamentablemente era llenado con frustraciones y malos recuerdos que me impulsaban a no creer en el verdadero amor. Por lo demás, volver a exponerme me daba terror, golpes como el que había recibido pensaba que no era capaz de volver a soportar. Sin embargo también había aprendido que era imposible vivir sin la ilusión de volver a enamorarme, aunque sabía que en el fondo era muy difícil que lo pudiera volver a hacer.

Las últimas relaciones que había tenido; mi vecina y Sofía habían sido muy diferentes. Mi vecina había sido una forma egoísta de cubrir mis faltas de conexiones emocionales con una mujer y Sofía algo que no lograba vislumbrar qué era. Desenlazar todas las emociones no era fácil, ella era una mujer que pasaba por una etapa similar a la mía. Sentía empatía y estaba dispuesto a ayudarla en lo que fuera, era una forma hacer lo que me habría gustado que hicieran por mí. Por otro lado, era la esposa del hombre en que concentraba mi atención para descargar mi ira. Por último, era una mujer hermosa a la cual yo había logrado volver a poner radiante. El que ella gustara de mi consuelo, me mandara mensajes y buscara contactarme telefónicamente me hacía sentir que se la jugaba por mí. Todos estos puntos se mezclaban y me confundían sin tener claro cuales eran mi sentimientos. El hecho cierto era que esperaba su contacto con ansiedad.

Cuando llegó Raúl, el lunes en la noche, con una botella de champaña entendí que el plan había funcionado. Llevaba tantas horas dedicadas a pensar en mis historias de desamor que no lograba entender en que minuto me había puesto a ayudarlo a conseguir la alegría que a mi se me negaba. Sentí mucha envidia, él me contaba como mi vecina se sorprendía de sus locuras. “Fue el mejor fin de semana de mi vida, ella a partir de un momento me dijo que yo estaba diferente, mucho más atractivo y no dejamos de hacer el amor” relataba el que hace unos días me daba pena y ahora lo miraba con ojos de ira producto de la envidia. Él me abrazó muchas veces y dijo que me debía un favor muy grande. Eso logró despejar mis emociones, dejando aparecer mi oportunismo para ver de que me podía servir este tonto enamorado.

Él me contó que era abogado y tenía un importante estudio dedicado a las empresas y los negocios en general. -¿Y te pagaban por arriba o por abajo?- pregunté viendo sus reacciones. Sus ojos y su pequeña sonrisa delataba que estaba abierto a realizar negocios de una forma especial, o en español claro, estaba dispuesto a hacer trampa. Después de un rato sonreí, había olvidado cómo eran los abogados, es muy baja la probabilidad de encontrar uno que tuviese algún tipo de moral. Mucho más baja si tiene un estudio dedicado a los negocios y maneja un Porsche.

Claramente tomé su oferta, en una transacción un tanto tramposa como la que estaba gestionando, un abogado de este tipo podía servir en algún momento. En todo caso abogados tramposos los hay por montones, pero uno que no me cobrara era lo que lo hacía único.

Al día siguiente recibí la visita de mi vecina, ella tenía otra actitud. Sus primeras palabras fueron preguntarme cómo estaba, quizás sentía culpa por abandonar nuestra insipiente relación. “Eres un hombre maravilloso” blablablablabla, dijo el tonto discurso que da una mujer cuando quiere terminar. No entendía porqué mi ego se veía afectado, yo había hecho que Raúl la conquistara de nuevo y mi plan había salido a la perfección. Quizás era el hecho que ella viniera a terminar la relación, quedar como víctima en su cabeza no era algo que me agradaba. O más bien parecer que era el perdedor de esa situación, cuando más bien yo había ganado cumpliendo mis objetivos. Por un momento pensé en hacer algún movimiento que la llevara a mi cama y después de hacer el amor preguntarle a una mujer toda confundida si estaba segura que quería separarse de mí. Así la despedida sería en el lugar que como las que ya estaba acostumbrado.

El tener siempre claro un objetivo ayuda a que las emociones no nos hagan cometer actos que vayan en contra de ellos. Tenía muy claro que mi venganza pasaba por vender la empresa y ponerme como jefe del hijo de puta de Osses, por lo que llevarla a la cama hacía perder el ofrecimiento de Raúl. Esto me ayudó a controlar mi ego y mostrarme como víctima, pero así también contento por ella. Me explicó que creía necesario darse una oportunidad más con Raúl, él había mostrado que estaba siempre dispuesto a jugársela por ella. Además este fin de semana se había dado cuenta que siempre había escondido en él al hombre que la había enamorado. Sólo que ella siempre buscó su protección, haciéndolo que cambiara a un hombre paternalista, aburrido que sólo se preocupaba por cuidarla. Este fin de semana se había conectado con un hombre del cual rápidamente se enamoraba, caballero, protector y además dispuesto a cambiar las reglas sólo por disfrutar hacerlo.

“Andrés, desencadenaste muchas cosas en mí. En un principio pensé que nuestra relación sería libre, sexo cuando ambos coincidiéramos. Después del viaje me obsesioné por ti, quise mostrarte que el amor existía, pero fue inútil. Creo que tienes un corazón herido, pero espero que el tiempo lo sane y puedas volver a amar con el potencial que tienes. De verdad Andrés te lo deseo, por años viví sin creer en el amor y fue una etapa de mi vida que no tuvo sentido. Espero de verdad te recuperes y como decía la canción de Arjona que me pusiste, espero que a ti te haya tocado un impostor” dijo ella dándome un beso en la cara y despidiéndose de mí.

Una soledad brutal fue la que sentí esa noche, pensé en hacer un par idioteces, ver fotos de Camila,  buscar canciones tristes para hacer algún tipo de catarsis. Después de pensar un rato decidí que no era momento de dejarse llevar por la tristeza. A media hora de mi casa había un espectacular casino que no me había dado el tiempo de conocer. Tomé mi auto y sin pensarlo manejé rumbo al casino en búsqueda de alguna aventura que me permitiera conectarme con mi lado lúdico.

Siempre he dicho que mejor que apostar en la bolsa es hacerlo en un casino; sabes las reales probabilidades de ganar, te tomas un trago mientras lo haces, coqueteas con alguna mujer y pierdes menos dinero que habiendo apostado en la bolsa.

Mientras esperaba por un trago una hermosa mujer de unos treinta años de edad se puso a unos cincuenta centímetros de distancia y pidió una primavera sin alcohol. –Te equivocaste de lugar preciosa, si acá no tomas alcohol debiste haber ido a jugar cartas con tu abuelita- dije consiguiendo su ofuscación. Obvio, antes de que ella pudiera procesar alguna respuesta pedí permiso y me retiré. En una situación como esa una mujer actúa de dos formas; ignorando el comentario o queda molesta con ganas de devolver el desagravio. En el caso que ignore, no hay nada que hacer, es casi imposible que ella vuelva a prestar atención. En cambio si busca devolver el desagravio las probabilidades de que termine en tu cama son mayores a las que ofrece cualquier juego del casino.

Mientras me fui a los craps, vi que la mujer estaba con un hombre junto a otra pareja que parecían ser amigos. Por mucho que le haya llamado la atención ella jamás daría un paso hacia mí frente a su novio, tampoco era mi idea terminar la noche con un novio celoso tratando de golpearme.

“Andrés, que sorpresa verte aquí, espero no hayas asumido que la venta está hecha y te estés gastando el dinero acá” dijo Pablo Figueroa quien se paraba a mi lado tratando se hacerse el simpático. Cuando pensé en venir al casino esperaba conocer una linda mujer, seducirnos y terminar enredados en la cama, nunca esperé estar al lado de este mediocre gerente que trataba a su asistente como a un esclavo. “Zapata contactará a Juan Andrés para realizar la primera reunión, veo difícil que esta operación llegue a buen puerto” señaló el hombre buscando tener una conversación en ese minuto. –Pablo, no soy de los gerentes que trabajan fuera de horario de oficina, para eso tengo gerentes de área. Mucho menos trabajo cuando vengo al casino- dije poniendo una barrera a la búsqueda de información que había realizado. Él buscando información y yo poniendo fin a la conversación era un punto a mi favor. Mientras él mostraba interés yo daba a entender que un buen rato en el casino era para mí más importante que la operación de venta que habíamos conversado evaluar la semana pasada.

“Con esa actitud no lograrás vender tu cagona empresa” dijo en un tono agresivo que no esperó respuesta mía. - Mira Pablito, llevo años en los negocios y estos no se cierran con actitud sino con dinero sobre la mesa- dije haciéndolo pensar cuál era el significado de mis dichos. Los segundos que me miró decidiendo si responderme algo o no, me hicieron entender que lo que buscaba este pobre gerente era ver el espacio para pedir su tajada del negocio. Antes que dijera algo le señalé que yo no estaba manejando el negocio, lo hacía Juan Andrés, le pedí permiso y me fui a una mesa de Black Jack que tenía sólo un puesto desocupado. Esto me hizo alejarme de él, aunque sabía que también lo había hecho molestar. Pero lo más importante para mí era que me había puesto en una posición superior a la suya, lo que me daba un punto para cerrar el negocio con el gerente general de su empresa y no con él.

“Siempre eres tan mal educado” dijo la mujer que estaba a mi lado. No me había percatado, era la misma a quien en el bar le había hecho un desagravio. –No soy un mal educado, sólo soy un incorregible- respondí mientras hacía mi apuesta. Rápidamente miré a todos lados y no logré divisar al hombre que la acompañaba como tampoco a la pareja de amigos. Las malas cartas que recibí hicieron que perdiera mi apuesta y la mujer se rió diciendo: “Dios castiga, pero no a palos”.

Después de su comentario fruncí el seño y ella abrió los ojos sorprendida. Me acerqué y le pregunté porque seguía intentando comunicarse conmigo si yo sutilmente le había mostrado que no me interesaba su compañía. “De sutil no tienes nada cariño, se nota que no sabes tratar a las mujeres” dijo la mujer recogiendo el guante y dando cada vez más pasos hacia mi trampa. “Te daré un consejo, si conoces twitter te recomiendo seguir a Gerente2012, aprenderás de él cómo se debe tratar a una dama” dijo ella dejándome pensando en sus palabras.

Llevaba más de un año desde que había creado la cuenta y tenía miles de seguidores que no me conocían en persona. Sólo las lindas mujeres con las que había estado en mi viaje por Latinoamérica, pero nunca había tenido la oportunidad de revelarme como se me estaba dando en ese minuto. Esa impulsividad que a veces se apodera de uno sin medir las consecuencias me llevó a continuar la conversación. –Agradezco tu ofrecimiento, ¿puedes ayudarme a seguir a este personaje?- le pregunté pasándole mi teléfono. Ella fue a las opciones de búsqueda de la aplicación de twitter de mi iphone y cuando encontró al usuario @gerente2012 no tenía la opción de seguir. En vez del botón “seguir” había aparecido uno que decía “editar perfil” y ella se quedó pensando sin entender lo que pasaba. Cuando apretó el botón y vio que podía editar el perfil de la cuenta abrió la boca. Me miró y me dijo que no creía que pudiera ser yo. Una completa sensación de satisfacción se apoderó de mí.

“He soñado con conocerte, si bien no eres de mi tipo, pero mal no estás” dijo ella sinceramente mientras yo daba un irónico agradecimiento. “No te ofendas, no quise hacerlo. Estoy un poco nerviosa, he fantaseado mucho contigo y este encuentro no estaba dentro de mis planes” dijo la hermosa mujer confirmando lo acertada que había sido mi jugada. La invité a tomar un trago al bar y me dijo que no podía, su novio la estaba esperando en otro salón y debía irse. Se puso muy nerviosa como si hubiese visto a un fantasma, me entregó el teléfono y salió rápidamente del lugar. Todas las expresiones de la mujer me habían cautivado de alguna forma, quizás fue la sorpresa que le había causado ver que yo era gerente2012 o simplemente el nerviosismo que le había causado.

Yo la seguí desde lejos y efectivamente se encontró con su novio en la ruleta, se notaba que seguía nerviosa insistiéndole en algo. Él, con cara de sorprendido trataba de calmarla, pero sin resultados. Al parecer accedió a su petición y salieron del casino. Los seguí hasta la puerta, en ese lugar ella volteó la cabeza y nuestros ojos se cruzaron deteniendo el tiempo. No sabría describir bien lo que sentí, pero en lo que quizás fueron dos segundos yo logré introducirme en su mirada. Sentí que arrancaba de mí pero al mismo tiempo rogaba que corriera por ella. Fue una conexión extraña, pero se rompió cuando giró la cabeza y nuestros ojos se volvieron a desconectar.

Yo quedé aturdido, no entendía todo lo que me había pasado con la linda mujer. Sentí ganas de salir corriendo a su auto y liberarla del hombre que la acompañaba. Era idiota ese sentimiento, ella lo abrazaba buscando su protección.

Sentí que ese lugar ya no tenía gracia, la experiencia que buscaba la había obtenido, independiente de que los resultados no me fueran gratos. Manejé aturdido a mi casa sin encender la radio, no quería que me dominaran emociones de ningún tipo. Quería seguir sintiendo esa sensación de letargo esperando encontrar respuestas. No hubo caso, tal fue mi obsesión por entender lo que me había pasado que en mi cama no logré conciliar el sueño. Cuando eran las siete de la mañana mandé un correo a mi secretaria indicando que estaba enfermo  y no iría a trabajar ese día. Comí algo cercano a las nueve de la mañana y me quedé profundamente dormido. No sé si fueron las emociones vividas o el calor del calienta camas que había dejado en su máxima intensidad lo que me hizo tener pesadillas.

Sofía, Camila, Carla, Carmen, mi vecina, la mujer del casino e incluso la nieta del viejito se alejaban de mí con una mirada extraña. A todas trataba de retener y les pedía que no se fueran, pero se desvanecían en mis manos. Me quedaba solo en un cuarto lleno de muebles con terminaciones en oro. El lugar no tenía puertas y me dejaba encerrado generando una tremenda sensación de angustia. Gritaba por ayuda, gritaba los nombres de todas las mujeres y no recibía respuesta. Gritaba a Dios por misericordia y tampoco me contestaba. Me sentaba en la cama pensando qué podía hacer, pero ya no había escapatoria, ese era mi lugar y sólo tenía que esperar mi muerte para abandonarlo.

Transpirando desperté angustiado, la respiración agitada me hacía sentir que esto era más que una simple pesadilla, había sido un encuentro con mis máximos miedos. Poco a poco fui recuperando el aliento y me di cuenta que eran las seis de la mañana, había dormido casi veinte horas seguidas y en vez de reposo había conseguido un estado de agitación que me complicaba mucho.

Me duché y dejé que el agua tibia se apoderara de mí. Las imágenes del sueño seguían viniendo esporádicamente, pero iban perdiendo nitidez. Cuando me senté en la mesa a tomar desayuno, la agitación y las imágenes ya habían pasado. Un estado de calma se apoderó de mí, quizás mi inconsciente había dado una gran lucha para almacenar ese sueño en un lugar bien oculto en mi mente y lo había logrado.

El resto de la semana me dediqué a trabajar mucho, diversas reuniones con Juan Andrés quien se ponía nervioso porque Zapata le declaraba que no estaban interesados en el negocio. Yo estaba tranquilo porque en algún momento el negocio sería empujado desde el directorio de esa empresa y tomaría más fuerza.

Analizamos varios planes para el personal en caso de una venta, quizás fue porque no estaba conectado cien por ciento con el animal de negocios que llevo dentro que aprobé indemnizaciones con tres rentas por año de servicio a cada trabajador de la empresa, asegurando un mínimo de cincuenta mil dólares por persona. Esta cifra era extremadamente generosa, sobretodo si se consideraba que una parte del personal sería contratada por la empresa que hiciera la adquisición.

Cuando Juan Andrés conversó con ellos el ambiente de trabajo pasó de incertidumbre a ambición, todos estaban satisfechos con su parte de la torta y seguirían trabajando para seguir creciendo en cuentas. Estas ascendían a veinticinco mil y habíamos recuperado la tendencia que se había perido. Era claro, ningún factor externo había hecho que esta disminuyera, esto había sido resultado de la sensación de inestabilidad que se había apoderado del personal de la empresa.

El fin de semana hice una maratón viendo la serie de HBO Olé juegos de trono, solo en un cómodo sillón al lado de una estufa a leña. Me daba risa lo parecido que era el juego de poder de la serie con el que se da en las empresas. Ya hace un tiempo había realizado varios tweet que comparaban señores feudales y cortesanos con ejecutivos de las empresas, la serie los reforzaba.

Busqué distraer mi mente, lográndolo en la mayoría de las veces. De vez en cuando me conectaba con esa conexión visual de dos segundos que me había llamado toda mi atención. De seguro tener los objetivos claros nuevamente me ayudó a recuperar mi concentración para volver a enfocarme. En la tarde del día domingo ese recuerdo no volvió a aparecer y puede volver a la normalidad.


 

Capítulo XXII, Misterios sin resolver


En plena reunión recibí una llamada que identifiqué que era de Sofía. El tema que estábamos tratando era la importancia de seguir aumentando en cuentas de planes de telefonía móvil. Sin tomar esto en consideración salí rápidamente de la sala de reuniones sin dar explicaciones, quedando todos en silencio. –Sofía, esperaba tu llamada hace dos semanas, estaba nervioso, traté de comunicarme contigo sin tener éxito- señalé dejándome llevar por la ansiedad. “Disculpa Andrés, cuando te llamé estaba realizando un viaje del cual quiero conversar contigo. Me robaron el teléfono, compré otro, pero no pude obtener tu teléfono de contacto hasta que llegué a sincronizar mi nuevo teléfono con mi notebook” comentó Sofía.

Ella estaba un tanto alterada, la explicación de los lugares por los que anduvo no me hicieron sentido. Hablaba de haber descubierto algo, pero sin saber que era. Sentía que ella más que descubrir algo había tomado conocimiento de un misterio, pero que por más que buscaba las respuestas no tenía una explicación clara, de seguro algo tenía que ver con la visita matonesca de Osses. Para mí era confuso y por más cariño que le tuviera no estaba para escuchar historias tontas ni tampoco meterme en sus enredos con Enrique, suficiente ya había hecho. De seguro tenía cara de aburrido mientras contaba alterada hechos sin sentido. Un fuerte cambio debió verse reflejado en mis expresiones faciales cuando mencionó que uno de los lugares que visitó fue Montañita. –¿Qué fuiste a hacer allá Sofía?, no entiendo de qué hablas- dije interesado en el tema. “Allá comenzó todo, lo recordé Andrés. De hecho tú y yo hicimos un paseo turístico sin saber que nuestras parejas se encontraban” dijo ella haciendo que una serie de recuerdos, que creía enterrados, entraran de golpe en mi mente. –Sabía lo del encuentro, no hace mucho estuve allá, recordé mi estadía con Camila y logré verificar que coincidimos en ese lugar. De hecho tuve acceso a la lista de huéspedes y pude ver que ustedes se quedaron sólo una noche- le comenté mostrando que estaba al tanto de lo que ella había descubierto. “Andrés, es más complejo que eso. Esa vez Enrique me llevó de sorpresa a un viaje en el cual recorrimos muchos lugares. Nunca entendí la motivación de éste hasta que volví a trabajar en el laboratorio y pude ver que ese viaje lo hicimos en fecha cercana a una solicitud de exámenes realizada por él” dijo Sofía agregando mucha información de golpe y me hizo entender que no lograríamos comunicarnos bien si no era en forma presencial. –Sofía, si de verdad crees que el tema es importante dímelo y este viernes tomo un avión y viajo para allá- dije consiguiendo un sí inmediato como respuesta.

La confusa conversación hizo que esa horrible sensación de angustia volviera a presionar mi pecho. Salí rápidamente a la farmacia y compré Etifoxina Clorhidrato, que fue lo que me recomendó el farmacéutico. Me dijo que me tomara una diaria y yo desobediente como siempre me tomé cuatro.

De seguro que esa dosis hizo que me relajara más de la cuenta. Cuando volví a la reunión los Gerentes quedaron confundidos. El hombre que ponía fuerza a la importancia de seguir obteniendo cuentas era remplazado  por uno más tranquilo que no se estresaba ni transmitía estrés. De hecho mi actitud de felicidad era de un nivel que no les había tocado ver. Tomé el teclado del computador en el cual habían cargado la presentación comercial, que era exhibida en un telón blanco a través de un data show. Pregunté a todos los gerentes cual era su canción favorita y todos sorprendidos decían la suya alzando sus hombros en señal de confusión.

Cuando uno de los gerentes mencionó la canción Beatutiful day de U2, la puse en el proyector y vi en la cara de todos como pasaban de tener una cara de sorpresa a tener dibujadas sonrisas.

Beatuful Day

El corazón es una flor
Abriéndose con fuerza a través del suelo pedregoso
No hay sitio
Ningún espacio que alquilar en esta ciudad

Se te acabó la suerte
Y el motivo por el que debías preocuparte
El tráfico está atascado
Y no te mueves a ninguna parte
Creías que habías encontrado un amigo
Para sacarte de este lugar
Alguien a quien podrías echar una mano
A cambio de la gracia
Es un bonito día,
El cielo cae, sientes que
Es un bonito día
No dejes que se vaya
Estás en la carretera,
Pero no tienes ningún destino en mente
Estás en el barro,
En el laberinto de la imaginación de ella

Amas esta ciudad
Incluso si eso no suena a cierto
Has estado en toda ella,
Y toda ella sobre ti.

Es un bonito día
No dejes que se vaya
Es un bonito día

Tócame
Llévame a otro lugar
Enséñame
Sé que no soy un caso desesperado

Mira el mundo de verde y azul
Mira China justo delante de ti
Mira los cañones rotos por las nubes
Mira los barcos atuneros limpiando el mar
Mira los fuegos de los Beduinos por la noche
Mira los campos petrolíferos a la luz del amanecer
Y mira el pájaro con una hoja en su boca
Después de la marea todos los colores surgen

Era un bonito día
No dejes que se vaya
Bonito día

Tócame
Llévame a ese otro sitio
Alcánzame
Sé que no soy un caso desesperado

Lo que no tienes no lo necesitas ahora
Lo que no sabes lo puedes sentir de alguna forma
Lo que no tienes no lo necesitas ahora
No lo necesitas ahora
Era un bonito día.

 

Es increíble como una agradable melodía, una linda letra mezclada de bellas imágenes pueden predisponer estados de ánimos positivos. Era hora de salir de la rutina y generar un momento de conexión entre todos. Pedí a Juan Andrés que solicitara una Van para todos y sin saber ellos el destino se subieron con cara de sorpresa. Si bien el día era helado, pero el cielo era de un intenso celeste y sin duda estaba todo hecho para tener un excelente día.

De seguro más de alguno tiene que haber creído que estaba drogado, razón tenía en todo caso, pero verlos fuera de sus oficinas expuestos generando una dinámica diferente me hacía sentir que estaba haciendo lo correcto. Cuando llegamos a una calle que estaba al costado del aeropuerto Arturo Merino Benítez, principal terminal aéreo de Chile, ellos se miraban con sorpresa. Cuando invité a todos a subirse sobre el techo de la Van, ante la mirada de terror del chofer, muchos no entendían lo que sucedía de verdad. Pasé mi Iphone al chofer para que lo conectara a la radio del auto y escucháramos la canción por los parlantes de éste.
                                                                                                       
Hice que todos cerraran los ojos y se dejaran guiar por el ritmo de la canción, la cual era interrumpida con un fuerte ruido cada vez que un avión aterrizaba o despegaba. Poco a poco los gerentes comenzaron a reír, de seguro enfrentarse con el ridículo les hacía gracia y que lo hiciéramos en conjunto les daba seguridad y tranquilidad para poder liberarse y salir de aquella postura de aburridos ejecutivos. Una acción tan simple como esa hacía que se creara una conexión adicional. De seguro en la oficina las peleas serían las mismas, pero estaba seguro que este tipo de conexión sería clave en los momentos en que requirieran la conexión del grupo.

No sabría si fueron las pastillas o mi necesidad de protegerme de aquella maldita sensación de angustia lo que hizo que ese día nos convirtiéramos en niños vestidos de terno disfrutando y asombrándose con cada despegue o aterrizaje. De alguna manera hacíamos un alto a lo obvio, a lo normal, a lo que pasaba por nuestras narices sin sorprendernos. Nos permitimos volver a sorprendernos con la majestuosa victoria del hombre sobre las leyes de la física.

Esa conexión había que aprovecharla, debía explotarla aún más. Pedí al chofer que nos llevara a un restorán que saliera de lo común. –Si logras sorprenderme te pagaré quinientos dólares- dije y en segundos estábamos rumbo al Cajón del Maipo, localidad que se encuentra en la cordillera de los Andes, al sur de la ciudad de Santiago.

Cuando llegamos a un restorán llamado Casa Bosque miré al conductor en señal de que había cumplido su propósito. El lugar por fuera parecía un verdadero árbol con madera noble que parecían grandes troncos. Por un momento también me imaginé que la casa podría haber sido perfectamente parte de la comarca de los hobbit de la obra El Señor de los Anillos del escritor J.R.R. Tolkien.

Adentro, las terminaciones de madera eran las mismas que había afuera. Un lugar muy especial, tal como lo había pedido al conductor quien sacaba el pecho orgulloso de haber cumplido su cometido y con una cara de felicidad que no podía esconderla por el dinero ganado.

El menú cargado en carnes y ensaladas que combinaban varias verduras generaba apetito en forma inmediata. Yo pedí costillas de corderos asadas con leña y una ensalada que mezclaba fondo de alcachofas, espinaca, tomate y un queso de sabor especial que según decían era de “cabra”. La verdad no creí que estuviera comiendo un queso producido de la lecha de una oveja o de alguno de sus parientes, prefería pensar que sólo era el nombre que tenía.

A esa altura ya no había disfraces, cada uno se mostraba tal cual era. Seguían dejando salir ese lado infantil que llevamos dentro y que preferimos esconder porque es muy susceptible a ser dañado. Mientras comíamos las ambiciones desaparecían, no había envidias y el ambiente era ideal para seguir generando conexiones emocionales que harían que el equipo lograra una unión que los haría capaz de lograr el objetivo que se propusiesen.

Cuando todos conversaban y bromeaban tomé la copa e hice un brindis. –Hoy no les diré señores, les diré amigos. Mañana volveremos a ser señores y jugar a nuestros roles como lo demandan las empresas, pero hoy somos amigos. Mañana volveremos a disentir, a tener visiones contrapuesta e incluso a pensar que el otro se comporta como un hijo de puta, pero eso no será hoy. Hombres que muestran unión como esta son hombres que están llamados a formar un equipo exitoso y ustedes mostrarán al mercado que son de lo mejor que hay. Sé que muchos se han preguntado que pasará si se vende la empresa. Sé que más allá de las indemnizaciones que Juan Andrés conversó con ustedes saben que hay un sabor amargo porque se trunca un sueño. Si logramos hacer esta venta habremos alcanzado el sueño y el mercado les dará el reconocimiento que merecen, yo me encargaré de eso. Todos ustedes serán llamados por otras empresas a dirigir proyectos, porque habrán ganado el conocimiento para seguir haciendo buenos negocios. Eso lo sabrá el mercado y mi gran trabajo será que así sea. Esta venta será el inicio para que vayan en búsqueda de su propio sueño y no tengo duda de que lograrán nuevamente el éxito. Salud por ustedes mis amigos, salud por las personas nobles que llevamos dentro, saludo por los niños que hemos dejado salir y que se logran sorprender con el despegue de un avión o por una llamativa construcción. Querido amigos, salud por nuestro beatiful day- dije e inmediatamente todos chocamos nuestras copas con fuerza haciéndolas sonar casi al punto de quebrarlas.

Después volvimos a la empresa y Juan Andrés me dijo que yo era una persona especial, que nunca le había tocado ver un liderazgo cómo el mío y que estaba orgulloso de ser parte de mi equipo. –Querido Juan Andrés, cuando doy un pie en esta empresa mi disfraz me lo pongo en forma automática, así que sólo puedo decirte que si buscas un aumento halagándome lo has conseguido- dije mientras ambos sonreímos y abandoné la oficina.

Muchos podrán pensar que esa actitud es la de una buena persona, que el gesto que hice fue lindo, pero no saben que sólo soy un oportunista que un tanto drogado vio la oportunidad de manipular las emociones del equipo y comprometerlas con el proyecto. Al menos con esta visión me quería quedar, no estaba dispuesto a revivir ese lado bueno que muy bien había hecho en enterrar.

A mitad de semana Juan Andrés me vino a ver preocupado, Zapata le había cancelado las reuniones y no le respondía el teléfono ni le devolvía los correos. –No te preocupes Juan Andrés, recuerda que Zapata es un operador y que su jefe le está indicando cortar comunicaciones con nosotros- le mencioné. “Puede que sea así Andrés, pero sea Zapata o Pablo no es relevante, el hecho en cuestión es que están botando el negocio, señaló mi gerente mostrando emociones que lo hacían ver comprometido con el proyecto.  –Para mí es bueno que no nos llamen, muestra que Pablo está botando el negocio, pero de seguro sin el piso necesario para hacerlo. El ruido mediático que hemos hecho de seguro hará que el directorio solicite explorar la compra, en ese momento Zapata te llamará, pero el precio de venta habrá subido- dije haciendo reír a Juan Andrés quien me dijo que yo era terrible.

Para poner más leña al fuego llamé al rubio animador para conseguir que me tomara un café con el gerente de desarrollo de su empresa. Ya habíamos tenido una reunión y no había tenido respuesta por su parte. Él consiguió cita para el viernes en la tarde y dado que ese día volaría a ver a Sofía le pedí que consiguiera que la cita fuera en el aeropuerto. También le pedí si podía enviar algún periodista que conociera para que hiciera noticia con la reunión que tendría con aquel ingenuo gerente.

Quince minutos atrasado llegué y el gerente me esperaba sin haber ordenado nada aún. Cuando llegué me saludó muy amable y ordenamos dos café cappuccino. El me dijo que había pasado los antecedentes al gerente general y no había visto interés de su parte, pero de todas formas lo presentaría en el próximo directorio. “Me dijo que firmara una acuerdo de confidencialidad para evaluar la opción de compra, pero como no lo vi tan seguro le dije que si no hacíamos un acuerdo vinculante, con multas si alguien no desea seguir con el negocio, tu no firmarías.” “Por eso no te he llamado” señaló excusando la falta de contacto.

Después de unos veinte minutos quedé sorprendido con la gestión del rubio animador, una cámara y luces se acercaron mientras un conocido periodista de negocio nos acechaba con preguntas. “Es verdad que se está materializando una opción de compra” preguntaba el periodista en una forma desagradable que me gustaba, dada la reacción nerviosa del gerente de desarrollo. Sin contestar nada nos fuimos cada uno por su lado. El periodista me siguió hasta la sala de embarque y antes que pasara los controles me gritó: “Andrés Villanueva, el mundo de los negocios quiere saber de ti” dijo y de seguro mi inconsciente dominado por mi ego hizo que me detuviera y me acercara al periodista. Cuando me paré frente a él se encendió la luz de un foco y la cámara me apuntó. “Andrés, sacas del hoyo a una empresa y ahora operas su venta con las más grandes compañías de telefonía móvil. ¿Podrías decirnos quien es Andrés Villanueva?” preguntó el periodista mientras que mi rostro serio escondía una gran sonrisa. –Soy un hombre de negocios, no un farandulero. Hasta luego” dije y me retiré sin más palabras y entré a la sala de embarque del aeropuerto.

Toda la emoción me había hecho olvidar el motivo de mi viaje. Fue imposible no sentir una sensación en el estómago cuando imaginé el rostro de Sofía. Toda la ansiedad que había sabido controlar en la semana se me venía de golpe y tomé mi Iphone para descargarla en parte en twitter. Subí una foto del aeropuerto y escribí:
-Origen: Aeropuerto Arturo Merino Benitez, Santiago de Chile.
Destino: Sofía.
Emoción Predominante: Ansiedad.-

Después de un rato llamaron a embarcar y fui de los primeros, tenía sueño y quería aprovechar de dormir para olvidar la ansiedad. Así fue que dormí todo el viaje, sólo desperté para subirme al transfer y registrarme en el hotel. Una vez en mi habitación me dormí en seguida sin ni siquiera ponerme pijama.

Reposado después de varias horas de dormir bajé al lobby del hotel donde me esperaba Sofía. Usaba un vestido entero blanco que resaltaba su cintura y mostraba sus piernas. La mujer triste e insegura que había visto en aquel supermercado en Chile había sido remplazada por una que se veía que estaba hecha para conquistar al hombre que quisiera. Un beso en la mejilla fue el que nos dimos, pero una inmediata sonrisa de vergüenza fue la que esbozó, indicándome que le habría gustado saludarme de otra forma.

Conversamos largas horas en el comedor del hotel, aprovechamos de desayunar e incluso alcanzamos hasta almorzar sin dejar de hablar. Ella me agradeció el apoyo, ya que su vida había cambiado por completo. Me comentó que se sentía otra mujer, de hecho había vuelto a trabajar al laboratorio de un tío de ella, en el cual había trabajado Enrique antes de cambiarse a la industria de la telefonía móvil. El volver a la vida laboral la había hecho sentir que tenía más valor y su tiempo lo usaba en reuniones en vez de deprimirse. Me contaba que muchos hombres le coqueteaban y eso la había hecho sentirse más joven. También me comentó que había empezado el trámite de su separación y que Enrique se había vuelto loco cuando su abogado le llevó la demanda. Me dijo que las fotos habían sido un montaje que no permitiría. –Eso cuadra con su visita- dije mientras Sofía abría los ojos. –Hace poco llegó a mi casa con lo que parecían unos matones diciéndome que sabía que era lo que estaba tratando de hacer-. “Espero no tengas miedo de él, perro que ladra no muerde. No logro entender como llegó a ti” dijo ella poniéndome en problemas. Le respondí que yo creía que de alguna manera se había enterado que habíamos pasado tiempo juntos y que eso lo hacía pensar que se la quería robar para vengarme de él, construyendo una repuesta de toda lógica y completamente creíble.

Después de ponernos al día ella explicó con calma todo lo que había tratado de hacer por teléfono días antes. Ahora podía ver sus gestos y entender las emociones que había con cada frase que relataba. Un tanto de ansiedad fue el que percibí cuando ella revisando el sistema de registros del laboratorio pudo ver que Enrique había solicitado un examen a genética, sin haber detalle de estos. Otro tanto de obsesión el que mostraba al relatar que al revisar las fechas en que lo pidió recordó que en esa época de la nada Enrique la había invitado a un viaje por varias ciudades. Un tanto de locura era el que percibí que cuando me señaló que había pedido permiso y se había ido a recorrer el viaje que había hecho con su esposo tiempo atrás. Yo no era nadie para criticarla, había hecho lo mismo e incluso había hasta sobornado al encargado de un hotel para que me diera información del registro de huéspedes.

Cuando llegó a Montañita recordó que me había visto en un paseo turístico en el cual Enrique le había pedido que fuera sola porque le dolía la cabeza. –A mi dijeron lo mismo- dije mientras ella movía la cabeza en señal de que lo había supuesto. –No somos muy diferentes Sofía, fui a Montañita por el mismo motivo y concluí que Enrique y Camila se habían encontrado.- Cuando le mencioné que recordaba que Enrique andaba con una bolsa verde de los colores de la imagen de marca del laboratorio ella saltó de la mesa. “Lo sabía Andrés, ese examen une a Camila con Enrique de alguna forma que desconozco” dijo en forma apasionada. Al preguntarle si no tenía posibilidad de saber de qué eran los exámenes ella me dijo que había una. El único registro que había quedado era que el jefe de laboratorio salía como el  encargado de realizar los exámenes, algo que era bastante irregular.  Me comentó que había tratado de contactar a ese hombre, pero hace más de dos años que no trabajaba en el laboratorio y que sus datos nos estaban actualizados.

Había visto el grado de obsesión de Sofía en su relato, y su necesidad comprensible de entender una historia que podía dar explicaciones al comienzo de su fracaso matrimonial la haría encontrar al hombre. Le pregunté que sentido tenía hacerlo, la curiosidad por resolver un enigma me mataba, pero sabía que en ocasiones la ignorancia ayuda a la felicidad. –Sofía, estoy seguro que resolverás este enigma. También estoy seguro que las probabilidades de que el resultado de esa solución contribuyan a tu bienestar son bajísimas- dije mientras ella en su rostro hacía una mueca de que compartía lo que yo estaba diciendo. “Tienes razón Andrés, pero yo aún no he decidido enterrar mi pasado como lo has hecho tú. Algo me dice que tengo que entender bien este pedazo de mi historia que se abre de golpe. Según te he leído en twitter eres partidario de dejar que nuestros instintos nos hablen y debemos creerles” dijo ella consiguiendo mi aprobación.

Cuando vimos la hora era las cinco de la tarde y ella me dijo que tenía que irse. Le pedí si me podía antes acompañar a mi habitación para pasarle un regalo que le había traído. Ella aceptó.

Una vez que nos subimos al ascensor le dije que no olvidaba aquella mañana en que despertamos en Reñaca. Ella sonrió y dijo que no olvidaba ninguna de las mañanas que había despertado a mi lado. Una vez en la habitación ella sonreía en forma coqueta, sabía que lo mío era un truco sólo para traerla a la habitación. El abrazo fue instantáneo una vez dentro de la habitación, luego los besos nos llevaron a la cama  y de ahí nos quedamos juntos gozando el uno del otro hasta el otro día.

El domingo no fue diferente, nos quedamos en la cama todo el día, comiendo cuando se nos antojaba pidiendo servicio a la habitación. Nos dedicamos a conversar haciendo teoría de los exámenes, vimos películas y también hicimos varias veces el amor. Una de las películas que vimos fue Señales de Mel Gibs y dirigida por Nigth Shyamalan. Mientras la veíamos Sofía no dejó de abrazarme y en el final sus ojos se llenaron de lágrimas. Yo la entendía, había visto muchas veces esa película y envidiaba al protagonista quien lograba encontrar el sentido a los hechos más tristes de su vida. Entendía por lo que pasaba Sofía, la búsqueda de una explicación que calmara el dolor era lo que buscaba, yo también lo había hecho sin conseguir ningún resultado. No era que yo me hubiese rendido, sino había logrado aceptar mi historia para poder seguir adelante. Sabía que las lágrimas de Sofía no necesitaban palabras mías, sólo la abracé y ella lloró en mi pecho mientras yo acariciaba su cabeza. Después de un rato Sofía fue al baño y volvió con la cara lavada. “Me habían dicho que esta película era de ciencia ficción por los extraterrestres, pero de verdad creo que es de ciencia ficción porque el que alguien pueda dar explicaciones a todos los sucesos de quiebre de su vida de un segundo a otro es ficción” dijo ella. –No Sofía, no es de ciencia ficción, es una película de fe. Quizás la forma en que muestran como cuadran los hechos de la vida de una persona pueda ser que no sea real, pero cuando veo la cara del protagonista recuperando la fe siento una sensación agradable y reconfortante. Eso me hace sentir que yo quiero creer que es así, que todo pasa por algo en la vida, independiente de si podemos algún día tener la suerte de ese sacerdote de la película que recupera su fe de un momento a otro. Tomar la decisión que querer que sea así es una opción, es una opción de fe- dije mientras la cara de Sofía lograba transmitir tranquilidad. “Eres un buen hombre” dijo ella mientras me desnudaba para hacer el amor una vez más.

La tarde pasó muy rápida llevándose un agradable fin de semana. Sofía me fue a dejar al aeropuerto y un feroz tráfico casi me hizo perder el vuelo. Una vez que llegamos ella no estacionó, no había tiempo y nos dimos un beso apurado en la entrada del aeropuerto. Corrí por éste y alcancé justo a subirme al avión, siendo el último en subir. 

Cuando llegué a mi casa me fui directo a acostar. Revisé mi teléfono y había recibido un correo de Juan Andrés que decía que Zapata lo estaba contactando para juntarse, también decía que me había visto en televisión y que había sido de antología mi frase: “Soy un hombre de negocios, no un farandulero”. Le dije que no le respondiera, sabía que Pablo había recibido alguna llamada por la notica y que ahora estaba obligado a contactarnos. Era hora de que el show comenzara, pero antes había que poner muy nerviosos a los futuros compradores.

 

Capítulo XXIII, En brujas no creo, pero de que las hay…las hay


Juan Andrés venía todos los días a mi oficina preguntando si respondía los correos de Zapata y siempre mi respuesta era la misma: -No, ten confianza que en este momento estamos subiendo el precio.- El lunes en la tarde apareció por cuarta vez con el mismo tema. – Controla tu ansiedad Juan Andrés, no respondas nada. El miércoles puedes invitarlo a un café informal y comenzarás tu trabajo de operador, mientras tanto ten calma. De seguro mañana me llamará Pablo Figueroa y tampoco le devolveré la llamada, ese hijo de puta no volverá a sentarse conmigo- dije mientras Juan Andrés quedaba con cara de sorprendido. En un proceso de negociación como éste siempre tiene que haber alguien con mucha ansiedad, eso hace que el superior mire las cosas con calma. Yo soy muy ansioso y tener a Juan Andrés derramando ansiedad hasta por las orejas me mantenía tranquilo y con la mente despejada.

El martes mi secretaria entró a mi oficina preocupada después de que me diera tres recados de que Pablo me había llamado pidiéndole que le devolviera la llamada. “Don Andrés, el Sr. Figueroa me pregunta si le estoy dando los recados. ¿Quiere que lo comunique con él ahora?” preguntó ella bastante nerviosa. - María Paz, me extraña que no hayas entendido que no quiero atender a ese hombre. Tu trabajo debe ser encontrar una buena excusa cada vez que llame. Que estoy de viaje, en un directorio, reunido con senadores de la república, etc. Di que yo te he dicho que apenas pueda le devolveré el llamado, pero hasta que no lo haga que se contacte directamente con Juan Andrés- dije haciéndola entender que el mostrar ese nerviosismo había sido una señal de que no me había leído. Para ella eso sería terrible, una secretaria jamás recibe el nivel de instrucciones que le había dado yo. Sabe perfectamente leer a su jefe y mentir en forma descarada si ese necesario, preocupándose siempre de no exponerlo. Para mí no era terrible, sabía que esa lectura se lograba con el tiempo. Además las cualidades de María Paz en el sexo hacían que yo tuviera mucha paciencia con ella hasta que lograra el nivel de conocimiento necesario de mí.

En la tarde María Paz entró a mi oficina y cerró la puerta con pestillo. Con una sonrisa coqueta me dijo que no había sido buena secretaria hoy y ahora para seguir la línea quería ser una niña mala. Una mujer pocas veces da pasos sin que sienta la aprobación del hombre, y espera a que éste le entregue la seguridad necesaria para no exponerse. La verdad que ese día no dije nada, pero de seguro que hubo algún brillo en mis ojos o quizás una sonrisa inconsciente que María Paz interpretó de que sus siguientes pasos serían bien recibidos.

Ese día llegué tarde a mi casa, -literalmente un duro día de trabajo- habría dicho si alguien me hubiese preguntado por esa jornada. Este pensamiento llevó a darme cuenta de lo solo que estaba. Como una manera de no conectarme con sentimientos tristes fue que me decidí a realizar una locura. Primero cargué con mucha leña la estufa y me aseguré de que la sala estuviese caliente. Después me saqué la ropa y me tiré a la alberca y no alcancé a estar más de diez segundos en el agua. La temperatura ambiente era de dos grados Celsius. El agua golpeó mi cuerpo entero como si alguien me pegara palmetazos con la mano abierta.  Al salir de la alberca me sentí tonto, yo buscaba hacer una locura y había logrado hacer una tremenda idiotez. Desnudo y tiritando me percaté que había salido por una puerta que se bloquea inmediatamente al cerrarse y no había salido con llaves. Di vueltas alrededor de la casa buscando una ventana abierta, pero lamentablemente no encontré nada. Una maldita brisa hacía que el frío me calara hasta los huesos. Pensé en ir a la casa de mi vecina, pero al ver que mi pene se escondía producto del frío, viéndose muy pequeño, decidí morir primero antes de que me viera una mujer.

Llamé desesperado al cuidador y este salió con la escopeta. Al verme, antes de preguntar cualquier cosa, dijo en broma que si hubiese sabido que yo llevaba una escopeta el habría dejado la suya en casa, aludiendo al triste tamaño de mi compañero de vida. –Anda a buscar las llaves idiota, antes de que te dispare un perdigón- dije con voz ruda, pero el insolente se retiró diciendo que no intimidaba a nadie con esa pistolita.

Después de unos minutos volvió con un manojo de unas cincuenta llaves. “Tengo la memoria frágil” dijo el hombre después de que no acertara con la primera llave. “Quizás sepa usted de algo que me ayude a recuperar la memoria” dijo después de que no acertara con la segunda llave. Quizás casi en estado de hipotermia no busqué opción de negociar. –Quinientos dólares si no te equivocas ahora hijo de puta- le dije mientras el desgraciado abría la puerta y yo corría al lado de la estufa.

Después de recuperar temperatura me vestí con la ropa que había dejado al lado del fuego, la que estaba a una temperatura muy agradable. El cuidador esperaba en la puerta sonriendo como si la escena tuviera gracia, mientras yo sentía que mi vida había corrido riesgo. Entendí que el maldito y oportunista hombre esperaba por sus quinientos dólares. Cuando se los pasé me dijo que no habría tenido problema de esperar un tiempo “pequeño”, haciendo un gesto con el dedo pulgar e índice aludiendo al tamaño de mi pene expuesto a ese nivel de frío.

-Mira concha de tu madre, si no fuera porque me salvaste la vida te cargaría a patadas. Ahora ándate que espero seguir recuperando temperatura- dije riéndome y agradeciendo su colaboración.

Al otro día desperté con un fuerte dolor de garganta y la nariz tapada. En la ducha recuperé un poco de fuerza, pero me sentía horrible. En la oficina todos me preguntaban si estaba bien. “Jefe, usted no es nada un chiquillo para que no se esté cuidando de los cambios de temperatura en esta época” dijo una mujer de unos sesenta años de edad que trabajaba en contabilidad.

El dolor de cabeza fue el tercer síntoma que me visitó, dejando en evidencia que las burlas del cuidador no habían sido la única consecuencia de mi estupidez de la noche anterior; un fuerte resfrío golpeaba mi salud. Ibuprofeno, agua de hierbas y hasta unas piedras de cuarzo llegaron a mi oficina para ayudar a mi recuperación. De seguro que el ibuprofeno evitó que hiciera fiebre, el agua de hierbas reconfortó mi cuerpo y las piedras de cuarzo no sé que mierda hacían en mi oficina. Tomé las malditas piedras en mi mano y pensé en llamar y despedir al idiota que me había mandado tal inepto remedio. Claro estaba que ese pensamiento era producto del malestar físico que tenía, ya que jamás despediría a alguien por algo así. Tomé las piedras en mi mano, curioseando, y las olí. Cinco minutos después mi nariz estaba descongestionada  por primera vez desde que me había levantado. Sabía que el ibuprofeno no producía ese efecto, así es que quise atribuir la mejoría al agua de hierbas. El dolor de cabeza no había sido quitado por el medicamento, así es que sin que nadie me viera puse las piedras en mi frente. Cinco minutos después el dolor de cabeza había desaparecido.

Un ser racional como yo no podía dar crédito al poder curativo de las piedras. Muchas explicaciones científicas podía dar a mi mejoría antes de explicarla por el supuesto poder de unas piedras. De todas formas la curiosidad me hizo preguntar a María Paz quién me las había enviado y ella me respondió que había sido Sandra de contabilidad, la misma señora que en la mañana me había dicho que debía cuidarme de los cambios de temperatura.

Le iba a pedir que la llamara, pero justo Juan Andrés me pidió tiempo para conversar, ya que se había coordinado para tomar un café con Zapata. “Andrés, ¿quieres que comience a fijar las condiciones del negocio?” preguntó el gerente de administración y finanzas mostrando más ansiedad que nunca. –Juan Andrés, si este negocio fuera una mujer tú serías candidato seguro a ser un eyaculador precoz- dije incomodándolo. –El negocio es como si fuera una mujer y las condiciones de éste es como si fuera el clímax de una relación sexual. Éste debe ser el resultado del proceso y no el objetivo. Debes dejar que todo fluya, debes hacerte el interesante y por sobretodo no tener ansiedad por llegar al clímax- dije haciendo una entretenida analogía. “Está bien Andrés, pero ¿qué quieres que haga en este encuentro con Zapata?” preguntó moviendo los hombros hacia arriba. –Primero que todo debes posicionarte como el operador del negocio y buscar sociedad en la contraparte. Debes ser el único que tiene la posibilidad de convencerme, ya que prefiero no cerrar con esta empresa. Tú dile a Zapata que prefieres cerrar con él, porque sabes que te ofrecerán trabajo si cierras con ellos, así muestras que estás de su lado y consigues algo para ti de pasada. Si tú logras transformarte en socio de ellos contra mí, el negocio está cerrado y lograremos sacar las mejores condiciones- dije mostrándole experiencia en estos procesos. “Entiendo tu postura Andrés, pero Pablo querrá cerrar contigo e invalidarme” dijo buscando certeza de que yo no le quitaría el piso. –Para mí Pablo no existe, él trató de botar el negocio y no tuvo el respaldo de su organización. De seguro por la noticia que salió en televisión, donde me mostraban con el gerente de desarrollo de la otra empresa, su directorio le pidió avanzara en la negociación. Yo al no responderle, lo obligará a validarte como el operador único de este negocio- dije haciendo entender a Juan Andrés que tendría un papel protagónico en esta negociación. Él abandonó mi oficina contento y con la tranquilidad de que tendría todo mi respaldo.

Una sorpresa fue la visita de Marcelo, no había conversado con él hace mucho tiempo. Me invitó a almorzar y todos lo saludaron, ya que era un director a quien conocían mucho y respetaban. Antes de irnos pasó al puesto de Sandra de contabilidad y después de darse las manos se despidieron de beso en la mejilla. Para mí fue una sorpresa la cercanía.

Nos fuimos en su auto a un lugar llamado Patio Bellavista. En pleno corazón del sector bohemio de la capital chilena se había construido un centro culinario que albergaba muchos restoranes en un ambiente cultural. Todas las variedades de comida eran ofrecidas a los comensales y la mayoría de los locales recibían a las personas que venían de noche en busca de actividad nocturna. Un rico restorán especializado en comida peruana fue el elegido. Una “piqueo” que contenía diferentes tipos de cebiches y pulpo al olivo fue la entrada que compartimos. De fondo yo comí lomo salteado y Marcelo ordenó ají de gallina.

“Vi tu aparición en televisión. No sé cual fue tu objetivo, pero si era ser un enemigo de las cámaras lo lograste” dijo Marcelo riéndose. –No tengo objetivo de ser amigo ni enemigo de las cámaras. Mi participación fue la suficiente para darle al mercado una señal que la conversación que se estaba sosteniendo con esa empresa era lo suficientemente seria como para llamar la atención de la empresa que será la que finalmente nos compre- dije mientras Marcelo me hacía sentir que sabía el objetivo, sólo que estaba bromeando. “Cada día me sorprendes más Andrés, tu capacidad de no perder el objetivo y asegurarte de que cada una de tus acciones estén alineadas a éste es impresionante” dijo el director en una rara posición de halago. Sabía que este último comentario sería el primero de varios cumplidos para finalmente terminar en una petición. Me dediqué a jugar evitando que el hombre lograra halagarme, frustrando su intento de hacerme sentir bien. Vi en su rostro  frustración y gocé por dentro porque si hubiese querido habría evitado que él consiguiera su objetivo. Quizás como señal de alguna inseguridad de mi parte me hacía sentir más inteligente que él adelantándome a sus pasos. Después de un rato lo dejé halagarme y en el postre mostró sus cartas haciéndome una singular petición. “Andrés, soy muy respetuoso con la jerarquía. Pese a que estoy por sobre ti, sé que tú diriges el equipo y siempre te he dado la libertad y confianza para hacerlo a tu manera. Es por esto que ahora te pediré algo y espero entiendas que te lo pido como favor” dijo Marcelo un tanto complicado. –Antes de que sigas, quiero aclararte algo. Hubieses estado por sobre mí si no me hubieses traspasado un tercio de las acciones de la empresa cuando pensabas que debíamos cerrarla. Incluso con esa situación hubieses estado por sobre mí si yo no fuera el operador que te hará ganar millones de dólares por la venta de esta empresa que tú y yo sabemos vale cero. No estás por sobre mí Marcelo, así es que no vuelvas a decir algo semejante. Ahora bien, eres mi socio, uno al que estimo mucho y encantado estaré dispuesto a hacer el favor que quieras- dije dejando salir mi orgullo y dándole el espacio y seguridad de que le haría el favor que me quisiese pedir.

Por un minuto Marcelo se sintió incomodo, quizás un tanto pasado a llevar, pero me había aprovechado de asegurar que tenía claro que quien tenía el poder de la organización era yo. La figura de presidente del directorio era de adorno, siempre y cuando estuviera dispuesto a seguir con la transacción de venta, y por el volumen de ganancia era imposible que desistiera.

“Agradezco tu apoyo Andrés” dijo el hombre mostrando su máxima astucia política y diplomática, dejando de lado cualquier contrargumentación y concentrándose en pedir el favor. “Te agradecería mucho pudieses aumentarle el sueldo a Sandra, una señora mayor del área de contabilidad”. La que hasta hace poco era una mujer agradable que saludaba todos los días hoy se lograba situar como un ser de relevancia mayor a la que creía. –Cuenta con ello, conversaré con ella y le subiré el sueldo en un cuarenta por ciento- dije consiguiendo una actitud de agradecimiento de Marcelo. –Sólo te pediré una cosa, por favor dime ¿Qué tiene de especial esa señora?- pregunté mientras sacaba risas en Marcelo.

“Que simpática tu pregunta Andrés, creía que ya sabías todos los chismes de tu equipo” dijo sonriendo y mostrándome que respondería mi pregunta. “Sandra es una mujer muy especial, si crees que hay poderes más allá de los que puede explicar la ciencia” dijo él en lo que parecía una tomada de pelo, pero las piedras de cuarzo de la mañana daban algo de crédito a sus palabras.

“Quizás pienses que esto es una pendejada, quizás lo sea, depende principalmente de lo que creas. Se dice que así como hay personas que trabajan con el mal hay otras que trabajan con el bien manteniendo un equilibrio” contaba Marcelo mientras yo no lograba creer que un director y dueño de empresa no solo tuviese un discurso como ese, si no que también estuviera dispuesto a contarlo.

“Sandra es una de esas personas que trabajan con el bien, le he pedido que ayudara a mi relación matrimonial que comenzó a entrar en crisis hace poco, ya que estaba casi seguro que mi esposa me engañaba con Cristóbal” dijo Marcelo mientras yo trataba de esconder mi vergüenza, ya que ese quiebre había comenzado desde que yo le había mandado el correo anónimo para sacar a Cristóbal del directorio. “Sandra me dijo que no era relevante dedicarse al pasado cuando ella percibía que el futuro quería que yo y mi esposa estuviéramos juntos. Ella me dijo que realizaría oraciones por nosotros y me pasó una piedra de cuarzo para que pusiera en mi habitación. Junto con una terapia matrimonial hoy estamos volviendo a rencontrarnos y realizaremos una ceremonia religiosa para realizar nuevos votos” contaba Marcelo sin que yo pudiese percibir mentira en sus palabras.

Una vez terminado el almuerzo volví a sentirme mal y me fui a casa donde pasé el resto de la tarde y hasta el jueves con los peores síntomas del resfrío. El jueves ardía en fiebre y de seguro por explorar una alternativa sin costo pedí a María Paz que me enviara las piedras de cuarzo que estaban en mi oficina. Después que llegaron en la tarde no pasaron más de diez minutos antes de que todos los síntomas desaparecieran. Una sensación de escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir que esta mejoría daba crédito a lo relatado por Marcelo el día anterior.

En la noche, antes de dormir recibí un whatsapp de Sofía diciendo que había logrado comunicarse con quien había realizado el examen solicitado por su esposo años atrás cuando era gerente general de los laboratorios del tío de ella. Me alegré por ella, que al parecer necesitaba poder explicar de alguna forma su fracaso matrimonial y esperaba de verdad pudiese encontrar en la solución de ese enigma la tranquilidad para reiniciar su vida.

El viernes recibí en la mañana a Juan Andrés quien estaba contento. Me contó que Zapata y su jefe estaban muy preocupados, prácticamente habían recibido una orden de comprar nuestra empresa y que por ningún motivo se les podía escapar el negocio. En una reunión con el gerente general los habían retado por no asegurar la operación y así dejarle espacio a la competencia.

“Andrés estos tontos están desesperados y lograron entender que tú estás encabronado con ellos. Zapata llamó a su jefe y dijo que me firmaba una carta de ofrecimiento de trabajo en cosa de días, cuando le indiqué que era uno de los motivos por los que quería cerrar con ellos. Me preguntaron si podíamos firmar una carta de acuerdo vinculante y yo le dije que ese era un trabajo que debía comenzar a realizar yo. No sería fácil, pero si había un hombre que podía convencerte ese era yo” relató Juan Andrés sintiendo que era pieza clave en el negocio y que su contraparte lo veía así.

Le dije que debía dejar pasar una semana y pedirle a Manuel que organizara una reunión formal. Debía indicar que por nuestra parte iría él y yo, y el día de la reunión yo me excusaría dejándolo como único interlocutor válido. Sabía que esta jugada me permitiría parear a Juan Andrés con Pablo, por lo que era cuestión de tiempo que mi sentada con el gerente general de esa empresa se concretara.

Juan Andrés me invitó a almorzar para celebrar lo que para él había significado un paso importante para el cierre del negocio. Él no sabía que un director dentro de esa empresa estaba haciendo las gestiones políticas para impulsar el negocio. No por eso no iba a dejar que Juan Andrés celebrara su éxito.

De vuelta en la oficina recordé que había quedado de conversar con Sandra para aumentar su renta. Mirando las piedras de cuarzo estaba cuando María Paz me avisó que la extraña mujer de contabilidad estaba lista para entrar. La recibí con un beso y la senté frente a mi escritorio. Le ofrecí un café y aceptó, así que conversamos del clima esperando que María Paz los trajera.

Mientras bebíamos nuestro café agradecí por las piedras y ella dijo que con su deber cumplía en ayudar en la salud del que ella consideraba el mejor gerente con quien le había tocado trabajar. –Agradezco su comentario, por éste le subiré el sueldo- le respondí bromeando y ella me replicó que el aumento se lo daría como favor a Marcelo. De seguro éste le había comentado algo, por lo que deduje que la mujer no era buena para guardar secretos.

Cuando le pregunté por el efecto de las piedras de cuarzo ella rió. “No sé porqué lo preguntas si aún no has decidido creer en ellas” respondió hábilmente. –Es verdad Sandra, no lo he decidido aún, pero creo que hay antecedentes suficientes para pensar que fueron elemento de mi recuperación- dije en gesto de reconocimiento el cual ella agradeció.
Después de un rato me pidió si podía ver mi ojo y yo por curiosidad acepté. “Triste pasado Andrés, son dolorosos los duelos- dijo ella tratando de hacerme pensar que eso lo había visto en mi ojo. Si mi vecina había visto en google que mi esposa había fallecido hace poco, perfectamente Sandra lo pudo hacer también. “Desordenado está tu pasado e inestable tu presente, de tu futuro sólo te podré decir algo si me dejas tomarte las manos” dijo ella mientras yo accedí sin ningún problema.

No sabría explicar el rostro de la mujer, pero sí podría decir que su rostro no me generó agrado una vez que tomó mis manos. El hecho de que las soltara en forma repentina y sin dar mayor explicación me causó curiosidad. El que haya querido pararse sin querer conversar del tema me asustó un poco y no le permití salir sin que me dijera algo. “Andrés, de tu futuro no te puedo hablar, debes vivir el presente y estar preparado para cuando éste llegue” dijo la mujer poniendo un rostro que mostraba lástima por mí.

De seguro que si yo creyera en esas tonterías habría pensado que la mujer vio mi muerte en el futuro. Eso explicaría su rostro, pero como estos temas de brujas no eran serios para mí, no había que darles mayor relevancia.

El fin de semana lo pasé sólo recuperando mi salud, algo cierto que había dicho Sandra era que debía estar preparado para enfrentar mi futuro. Estaba seguro de que no lo enfrentaría resfriado, eso no tenía mucho estilo. Sabía que independiente de lo que viera la mujer yo había trazado mi camino hacia la venganza, ese era el único futuro que me importaba y cada día estaba más preparado para enfrentarlo.


Capítulo XXIV, Un camino mejor



Recibí a Manuel el lunes porque la insistencia de los correos en los que me pedía audiencia me hizo pensar que tenía información que entregarme que estaba alineada más con mis objetivos personales que con el cierre del negocio. Él, como siempre, se veía poco preparado en su discurso. En cada palabra que decía me imaginaba que físicamente era a su jefe a quien tenía al frente.

Cuando me señaló que podía contar con el requisito de los compradores de que la compra viniese atada con un contrato de trabajo conmigo, sentí satisfacción. Me comentó que el directorio, en forma unánime, pidió al gerente general de la empresa que ellos fueran los que compraran y no la competencia. Esto me hizo sentido con la actitud desesperada de Pablo y Zapata, confirmándome que la jugada del corrupto director había funcionado. El que en esa reunión se haya puesto mi nombre como elemento esencial para la continuidad del proyecto, una vez hecha la compra, no sólo me ponía contento por el logro de mi objetivo, sino también por mi ego. Ahora todo dependía de mí, pero tenía claro que al igual que en un partido de fútbol el triunfo se celebraba después del pitazo final, en este caso después de firmar. Hasta antes de la firma todo era incierto y no había que darse por ganador.

Le pedí a Manuel que pasara a ver a Juan Andrés y que le contara estas noticias. No quería que pensara que pasaba por encima de él ni mucho menos que yo estaba involucrado en algo turbio. La confianza que se logra en un equipo como el que estaba haciendo con Juan Andrés es vital. Él al estar en el frente y yo al estar en la planificación, requería de la confianza de que cada uno está haciendo bien su trabajo y que cuida las espaldas del otro. Si Juan Andrés desconfiaba de mí de seguro que le entraría pánico y se sentiría amenazado poniendo en riesgo la operación.

Después de que conversaron, Juan Andrés vino muy contento a mi oficina a contarme las noticias. Le comenté que me las había contado y que él debía hacer que Manuel no me viera como contacto directo. –Manuel siempre querrá que yo sea su contraparte, y por no hacer un gesto de desagravio lo atenderé, pero tú debes encargarte de que no me contacte- dije cambiando una explicación por una instrucción. También me dijo que habían acordado una reunión con Pablo, Zapata, Manuel, él y yo para la próxima semana como habíamos acordado. “¿No será feo que no vayas a esa reunión?” preguntó Juan Andrés mostrando dudas del plan. –Tienes que tener confianza en mí, yo no estaré en el frente, eso me hará estar libre de ansiedad. En cambio tú tendrás el timing del día a día sin la visión del largo plazo. Eso es lo que nos hará ser buen equipo en este proceso- dije generando una sensación de satisfacción en Juan Andrés, porque validaba su ansiedad como elemento positivo.

La ansiedad produce estrés, éste adrenalina y está última movimiento. El estrés por lo general está mal catalogado en la sociedad, pero sin saber que lo dañino es la sobre exposición a éste. Dosis controladas de estrés en periodos intermitentes de tiempo es necesaria para el logro de cualquier objetivo. Pero sabía que al someter a ese estrés a Juan Andrés tenía que tener la capacidad de quitárselo también, de lo contrario le podía hacer daño. Muchos jefes en la actualidad no se preocupan de este detalle, ponen demasiada presión y en forma prolongada sobre sus equipos. Logran resultados en el corto plazo, pero a costa de su gente. Quizás yo también haría lo mismo de ser necesario, pero al saber una técnica que dosifica el estrés logrando el mismo resultado era absurdo que siguiera otros modelos que dañan a la gente. Tan malo no soy.

Después de la reunión me quedé pensando en mi oficina por qué había una sensación de intranquilidad que me gobernaba. Todos mis planes funcionaban a la perfección, pero eso no me hacía feliz. Entendí que el dejarme llevar por el malo haría sentir bien a mi ego por el cumplimiento de mis objetivos, pero esa sensación agradable no duraba mucho. Era como lograr subir el Everest, estar cinco minutos en la cumbre y después olvidar que se subió. Así desaparecía la sensación de satisfacción. Un poco triste tomé mi Iphone y abrí la aplicación de twitter para escribir unas palabras.

-El malo sin el bueno es capaz de lograr casi todo, no está a su alcance lograr la felicidad-

Esas pocas palabras reflejaban todo lo que sentía en ese momento, pero lo peor de todo era que de alguna manera ya lo sabía y mi camino era una opción que yo había elegido tomar. Mi capacidad de lograr cosas con la fuerza de la ira era impresionante, pero nada de eso generaba los recuerdos necesarios para tener paz y tranquilidad. En cambio, todos los recuerdos de los logros del bueno eran los que me podían permitir seguir viviendo. Pensaba en que quizás ese era uno de los principales problemas del mundo, las personas cada día acumulaban menos recuerdos de logros obtenido por la esencia buena de las personas. El sistema te lleva a acumular logros económicos, necesarios para poder obtener la mayor cantidad de placer y falsos reconocimientos. Pero ese tiempo en que se invierte tiene un costo de oportunidad alto, un costo que ni el mejor de los economistas puede calcular, porque hasta este momento la felicidad no puede cuantificarse, sólo se siente.

Recibí varios mensajes directos en twitter después de que escribí esas palabras, pero uno llamó mi atención. Este era escrito por una mujer que usaba la cuenta @Lolu218 y que cada cierto tiempo me escribía palabras de ánimo.

“Lo que necesitas saber o creer está dentro de ti. Tienes que buscar, pero dentro de tu corazón, ojos bonitos”.

Como buen caballero que soy agradecí por las palabras, no por el mensaje de ánimo, si no más bien por que me dijera “ojos bonitos”.  Por muy seguro que yo sea, un halago de una mujer siempre es bienvenido. De todas formas me quedé leyendo las palabras un rato y tenían sentido, estaba dentro de mi seguir otro camino.

En la tarde volví a mirar el mensaje y le escribí otro:

- Y tú que has encontrado en tu búsqueda?-

No recibí respuesta, pensé que el responder de la misma forma pudo haberla hecho enfrentar algún conflicto interno o simplemente no leyó. No le di más vueltas y me quedé dormido. A la mañana siguiente desperté y vi que ella había respondido.

“Que tengo que entender si debo seguir buscando o no. Que tengas lindo día, ojos bonitos”.

Esa respuesta me alegró, sentir que todos de alguna manera estamos en un proceso de búsqueda me hacía sentir que no era un loco inestable que sabía que el camino que estaba recorriendo no era el que deseaba seguir en el fondo de mi corazón. Volví a leer el mensaje del día anterior y me hizo aún más sentido. Quizás había perdido el camino y era hora de trazar una nueva ruta, pero hasta no encontrarla no haría cambios.

En una reunión con el equipo de gerentes pude ver que Juan Andrés estaba un poco estresado. Respondía en forma agresiva sin ninguna necesidad. Cuidé de no llamarle la atención ni exponerlo frente a los otros, siendo que en cada gesto agresivo de Juan Andrés recibía una mirada del gerente agredido. A todos respondía con un pequeño movimiento de cabeza que le indicaba que tomaba conocimiento de su molestia y que intervendría en el momento oportuno, esto les daba tranquilidad.

Al terminar la reunión me senté con Juan Andrés en mi oficina y le comenté que lo notaba molesto. “Es que estos idiotas están más preocupados de seguir el día a día y no le dan importancia a la operación que estamos haciendo, me molesta que no tengan claras su prioridades” dijo mostrando que la presión del negocio le estaba afectando en su estado de ánimo.

Antes de conversar con él llamé a María Paz para pedirle que nos sirviera algo. –Podría traer dos café, uno dulce que necesito tranquilizar a este brillante gerente- dije y María Paz me cerró un ojo y dijo que lo traería en seguida. Juan Andrés me miró un tanto incómodo por mi comentario, pero yo le sonreí y le hablé de las noticas del día anterior para distraerlo.

Cuando entró María Paz se notaba que se había sacado el brassier y sus pezones se marcaban en la blusa, era imposible no darse cuenta. Cuando me sirvió el café ella se inclinó frente a mí y me volvió a cerrar el ojo mientras ponía su trasero a diez centímetros de la cara de Juan Andrés. En un principio éste trató de mirar hacia otro lado, pero de seguro que cuando vio que el colaless que traía puesto se marcaba dibujando la forma exacta de su trasero, no pudo dejar de mirarla. Cuando María Paz se puso frente a él, no pudo controlar su mirada y se centró sin descaro en sus pezones. Los ojos parecían salírseles de la cara cuando ella sirvió su café y gran parte de sus senos quedaban expuestos a través de su escote dado que ella se agachaba para servir. Cuando salió otra sonrisa me arrojó diciendo con esa expresión que había hecho el trabajo encomendado. Este código que estábamos desarrollando me encantaba, era lúdico y me hacía sentir que era una de las mejores secretarias que había tenido hasta ese entonces.

Juan Andrés quedó con la mente en cualquier parte, su molestia fue desplazada rápidamente por la liberación de endorfinas que produjo María Paz. Mientras nos servíamos el café lo miraba y me daba risa, se notaba que sus pensamientos se movían entre la conversación  y el recuerdo de las imágenes del cuerpo de la bella mujer. Las endorfinas que había liberado lo habían sacado del estrés por un instante, por lo que sabía que era el momento preciso para conversar con él sin que éste tomara una actitud defensiva. Cuando le dije que era buena mi secretaria se rio en forma nerviosa, seguro que sintió que era descubierto en sus pensamientos.

–Tienes un rol importante en esta operación, de hecho es un rol protagónico en la construcción del futuro tuyo y de tus compañeros- señalé consiguiendo su atención y aceptación. Con el tiempo había aprendido que una conversación que incluiría una crítica nunca debía partir con ésta, ya que si se hacía de esa forma las personas toman actitud de defensa en forma inmediata. Por el contrario, si se comenzaba la conversación con un reconocimiento las personas tienden a tener predisposición a escuchar. –Cuando construyes el futuro debes tener claro que no se puede hacer sin que nadie se haga cargo del presente- comenté mientras él me miraba fijamente.

–Tus compañeros están sosteniendo el presente y su labor no es estar preocupado del futuro, sólo deben sostener el presente que necesitamos tener para que tu puedas trabajar la operación de venta- dije haciendo que la crítica implícita que hacía el la tomara de buena forma. “No lo había visto de esa manera, sentía que no tomaban peso a mi trabajo concentrándose en el día a día” dijo él haciendo un primer reconocimiento del tema, sin ponerse en una actitud defensiva. –Ese es el tema de fondo amigo mío, no te debe preocupar si reconocen la importancia de tu trabajo si ellos logran construir el presente que tú necesitas- señalé mostrándole que el foco que tenía el equipo era el correcto.

“Me siento un estúpido, en vez de potenciar lo que hacían me dediqué a cuestionarlos” señaló mostrando humildad por un lado y confirmando que yo era brillante en el manejo de estas situaciones. Eso de que los aciertos son de los súbditos y los fracasos del jefe es una total mentira, así lo hacía ver mi ego sin quitar mérito a la humildad de Juan Andrés.

Al otro día volvimos a realizar una reunión para buscar otros acuerdos pendientes. La actitud de Juan Andrés era diferente, sin ser condescendiente se mostraba que valoraba el trabajo que hacían los demás. Los mismos gerentes que el día anterior me miraban lo volvían a hacer, pero lo hacían con una leve sonrisa con la que agradecían mi gestión en el cambio de actitud de Juan Andrés.

En la tarde invité a tomar un trago a Juan Andrés y me encargué de volver a quitar el estrés. Conversamos de su historia y como la mayoría de los padres no paró de hablar de sus hijos. El mayor tenía diez años y el menor cinco, ambos hombres. Del primero señalaba que era un niño maravilloso, que seguía las reglas y que desde muy chico los profesores siempre le decían que generaba armonía. Muy empático con el sufrimiento de las personas y protector de su hermano menor, que también lo cansaba de vez en cuando porque quería hacer todo lo que él hacía. El menor era un sinvergüenza, como buen hijo segundo había aprendido a hacerse su espacio a través de la risa. Era desordenado, rebelde y tenía como gran referente a su hermano mayor, con quien trataba de competir en ocasiones, pero siempre lo abrazaba buscando protección cuando se sentía asustado.

El nivel de detalle con el que me habló de sus hijos, me hizo entender que este hombre los amaba de una manera impresionante. A partir de ese minuto entendí que la mejor forma de llegar que tendría con él era primero establecer una conversación respecto de sus hijos; sus ojos brillarían, hablaría hasta por los codos y después feliz me concedería todos los puntos que necesitaba. Esa sería la válvula que utilizaría para quitar presión cuando el estrés lo comenzara a afectar.

Sentir esa gran cantidad de amor que tenía ese hombre por sus hijos volvió a hacerme sentir vacío. Traté a ratos de concentrarme en que todo me estaba resultando, el control que tenía de la situación pero volví a sentir, tal como me había sucedido días atrás, un inmenso vacío.

Sólo aquella noche me propuse trazar un camino distinto, si me conectaba con mi corazón como lo había dicho @Lolu218 sólo lograba entender que el camino que seguía no era el correcto, pero no era capaz de poder definir un camino diferente.

Dejé por un lado la parte emocional y dejé que mi racionalidad construyera una solución, pero para lograrlo tenía que encontrar un diagnóstico. Que seguía un camino incorrecto no era uno, de hecho éste era una consecuencia del problema.

Cuando pude ver fríamente hacia atrás pude ver que desde que me había enfrentado a la noticia de la muerte de Camila mis estados de ánimo fluctuaban mucho por el doloroso proceso de duelo que había empezado a vivir. Había tomado decisiones donde no dejaría que este proceso me consumiera ni me llevara el tiempo que los especialistas decían que demoraba superarlo. El problema es que no había hecho nada, sólo escapaba del dolor de éste a través de la generación de la ira.

Pensé que no había mejor forma de superar un duelo que decidir vivir cada una de las etapas que se viven en éste. Busqué en los favoritos de mi cuenta de twitter las etapas del duelo, las había escrito tiempo atrás y por algún motivo las había guardado para volver a leerlas, quizás éste era el momento.

Mientras buscaba el tweet que había escrito, me sorprendía nuevamente como mi mente había dejado esto sin siquiera yo haberlo pensado. Al ver la fecha en que había escrito esto había sido el tres de marzo del presente año a las 0:45 horas. No hice intento por recordar en que contexto lo había escrito, no era relevante, estaba hecho y eso era lo importante. Era de seguro la llave necesaria para poder encontrar un camino diferente al que había trazado, camino donde podría volver a poner como norte la felicidad.

-Etapas del duelo.
1. Negación y aislamiento
2. Ira
3. Pacto o negociación
4. Depresión
5. Aceptación

En google busqué definición de estas etapas y no sólo logré confirmar que vivía un duelo, sino además lograba explicar mis estados de ánimo y que mi camino trazado era producto de las etapas que estaba viviendo.

Lo único que tenía claro era que en el duelo que vivía por la muerte de Camila yo sólo había logrado pasar la primera. Después de un rato logré entender que había hecho un pacto conmigo mismo para que la venganza fuera la forma de liberar la ira, lo cual no me hacía feliz, sinónimo de la depresión. –Malditos psicólogos no saben hacer teorías, sólo saben cobrar sus honorarios- me decía porque no lograba ver que vivía una etapa sino varias. Volví a darle vueltas al asunto y entendí que yo vivía dos duelos en forma simultánea; el primero por la muerte física de Camila y el segundo por la muerte de la imagen que amaba de ella. Este segundo duelo era el que me tenía en la etapa de la ira y por eso mi sed de venganza con Enrique.

Pensé que la solución al problema de encontrar un nuevo camino pasaba por hacer un pacto conmigo mismo para salir de la ira. Quizás si lograba entender que el hecho de que me enterara de la verdad de Camila era necesario y fundamental en mi vida, entonces sería capaz de hacer el pacto.
La razón me había ayudado a diagnosticar el problema, pero no era capaz de encontrar un motivo que me convenciera de la relevancia de saber la verdad de Camila. Todo lo contrario, mis pensamientos me llevaban a pensar que había sido absolutamente desafortunado aquel momento en Colombia en que había entrado a esa puta conferencia donde me había enterado de la verdad.

Una vez que la razón me falló decidí conectarme con mis emociones utilizando la música, mi gran herramienta. Comencé a googlear la frase “hoy estoy mejor sin ti” y me llevó a encontrar la canción Mientes del grupo mexicano Camila, vaya coincidencia de nombre. Al leer la letra sentí que esta era la ideal para poder convencerme que enterarme de que Camila me mentía era fundamental para entender que estaba mejor sin ella.

Mientes

Tú Llegaste a mi vida para enseñarme,
tú, supiste encenderme y luego apagarme,
tú, te hiciste indispensable para mi y... y...

Y con los ojos cerrados te seguí,
si yo busqué dolor lo conseguí,
no eres la persona que pensé, que creí, que pedí.

Mientes, me haces daño y luego te arrepientes
ya no tiene caso que lo intentes
no me quedan ganas de sentir

Llegas cuando estoy a punto de olvidarte
busca tu camino en otra parte
mientras busco el tiempo que perdí
y hoy estoy mejor sin ti.

Voy de nuevo recordando lo que soy,
sabiendo lo que das y lo que doy,
el nido que buscaste para ti y... y...y...

Y el tiempo hizo lo suyo y comprendí
las cosas no suceden porque si,
no eres la persona que pensé, que creí, que pedí.

Mientes, me haces daño y luego te arrepientes
ya no tiene caso que lo intentes
no me quedan ganas de sentir

Llegas cuando estoy a punto de olvidarte
busca tu camino en otra parte
mientras busco el tiempo que perdí
y hoy estoy mejor sin ti, y hoy estoy mejor sin ti.

Llegas cuando estoy a punto de olvidarte
busca tu camino en otra parte
mientras busco el tiempo que perdí
y hoy estoy mejor sin ti,
y hoy estoy mejor sin ti,
y hoy estoy mejor sin ti.

Al escucharla la primera vez me hizo sentido mi teoría. Por eso la escuché varios días seguidos con la misma disciplina que me permitía cumplir mis objetivos. Sentí que si lograba que la canción la recitara mi inconsciente éste aceptaría el pacto y así podría enfrentarme con el dolor de la siguiente etapa que era la depresión.

Cuando era viernes, pensé que todo iba en orden al sentir que muchos se preocupaban de mí en el trabajo, llegaba a mi oficina y me encerraba a escuchar esta maldita canción. No bromeaba, no reía y prácticamente no saludaba a nadie. En este ejercicio disciplinado me comenzaba a conectar con el dolor.

Muchas imágenes se me venían a la mente; el accidente de Camila, mi despedida en el funeral, la decisión matar al bueno de mi vida, la imagen de Enrique, la de Sofía y tantas otras que me producían gran dolor. Por más que hice lo posible por conectarme con el dolor fue imposible mantenerme así por mucho rato, le había adquirido pánico a éste y logré crear una  imagen miserable y perdedora de mí. Sentí lo mismo que en la azotea de ese edificio donde pensé en saltar para apagar la angustia que me dominaba, pero la imagen patética de un perdedor suicida no la pude resistir.

Busqué una foto de Enrique en internet y lo miré por veinte segundos. Sonará extraño, pero fue maravilloso sentir como el dolor que había empezado a dominarme era expulsado por la ira que lograba generar al imaginar a ese hijo de puta con mi esposa, al imaginar golpeándolo, suplicando por clemencia a mis pies. La ira volvía a tomar el control y el dolor no era capaz de penetrar. –Enrique Osses pagarás caro todo. Entiende bien concha de tu madre, pagarás caro y todo- dije al monitor de mi computador sintiendo como la ira tensaba mis músculos. De un golpe destruí la pantalla de mi computador y mis nudillos empezaron a sangrar.

Llamé a María Paz y mientras ella me curaba la mano izquierda la derecha la utilizaba para recorrer sus piernas. Su sonrisa me autorizaba a seguir dentro de su falda y los besos a desvestirla.

Creo que fue la relación sexual más apasionada que he tenido, pero al mismo tiempo la que más vacío me ha hecho sentir en mi vida entera. Creo que la ira no es el estado emocional correcto para intimar con una mujer. Fui un caballero como siempre, no hice nada que no hayamos hecho antes con María Paz, pero ella notó algo diferente en mí.

Cuando se vistió lo hizo confundida, se sintió de alguna forma utilizada y yo le pedí disculpas arrepentido sin saber de qué exactamente me disculpaba. Ella me dijo que no me preocupara, que no había hecho nada malo, sólo que ella se había sentido extraña.

Una vez que ella estuvo fuera de mi oficina cerré la puerta y volví a ver la foto de Enrique en la pantalla destrozada del computador. Al mirar con más detalle vi que varias trizaduras pasaban por su rostro y volví  a hablar en voz alta.

–Así te quedará la cara maldito hijo de puta-





Capítulo XXV, Enfrentando al destino

Cuando comenzaba la semana sufrimos un robo menor en la empresa. Un poco de efectivo, algunos muebles y cinco computadores fueron los sustraídos por los criminales. Ninguno de los computadores de ejecutivos estratégicos que llevaran a pensar que había sido espionaje laboral. Un guardia había sido golpeado y maniatado, pero sin daños considerables. Al revisar los videos de seguridad no se percibía nada que pudiera concluir algo, sólo que los rufianes sabían donde estaban las cámaras.

Cuando vi que los guardias tenían armas y las mantenían guardadas en sus camarines me pareció extraño. Logré establecer una relación de confianza con uno de ellos y me contó porque no usaban las armas. “Jefe, si nos ven con armas los ladrones pueden ser más agresivos y  hace que nuestra vida corra peligro. Por otro lado, si la usamos y matamos a un ladrón nos metemos igual en un problema judicial que es bastante incómodo. Entenderá que por cuatrocientos dólares mensuales, que es nuestro sueldo, no conviene arriesgar tanto”. En un principio no le encontré razón, pero cuando fui dimensionando que realmente no pagábamos nada para poder pedir que estos hombres expusieran su vida, decidí aumentar su renta.

A Juan Andrés le pareció una locura subir el sueldo de estos hombres a mil dólares, pero estaba seguro que ese sueldo haría que estos hombres valoraran más su trabajo y la empresa que les pagaba un sueldo por sobre mercado. No me cabía duda que esto solucionaría para siempre los problemas de seguridad.

También me explicó que para él era diferente la defensa del hogar con armas de fuego. “La ley cuida a los propietarios que defienden su hogar, de hecho un amigo mío mató una vez a un delincuente fuera de su casa y lo arrastró hacia adentro para no tener problemas. No tuvo ningún problema, salió libre y nunca puso un pie en la cárcel” señaló el guardia que estaría más que agradecido cuando supiera de su aumento de renta.

 “Discúlpeme que me meta jefe, pero sé que usted tiene una parcela y si no tiene armas de fuego para defenderla expone su seguridad. Todos los delincuentes entran drogados a robar, pero al ver un arma de fuego arrancan de inmediato los muy cobardes” señaló mostrando coraje.

Yo le pregunté si podía enseñarme a disparar y no tuvo problemas. Quedamos en que el iría a primera hora a mi casa y yo lo traería al trabajo. Pensé que no estaba demás estar preparado para algún asalto o quizás también me podía servir para ahuyentar a Osses si venía con sus matones nuevamente.

Cuando volví a mi oficina llamé a Juan Andrés para preparar los puntos de la reunión con Pedro, Zapata y Manuel. Él se veía muy relajado, había pasado un muy buen fin de semana con su familia. Así como mi trabajo era liberarlo del estrés cuando lo sobrepasara, también era estresarlo cuando el relajo lo dominaba. Parecerá un tanto bipolar mi comportamiento y lo es, pero es imposible encontrar un punto exacto de estrés.

Al final de la reunión le hice ver que no había pensado como él quería que se diera la reunión. Sólo iba a seguir las conversaciones sin conseguir nada. –Si la reunión no tiene un objetivo para ti es una reunión que no sirve. Seguir las conversaciones no es un objetivo en sí, es algo que hay que hacer. En cada conversación debes tener un objetivo que cumplir, si lo tienes claro lo lograrás de lo contrario dejará que ellos logren su objetivo. Necesito que te focalices y que en la tarde me traigas el objetivo que crees que ellos traerán y él que tú propones que debes tener- dije notando que el relajo lo dejaba atrás y se ponía un poco nervioso. Cuando el viniera en la tarde e mostrarme sus avances yo me habría ido, eso haría que el hombre siguiera pensando en el tema incluso cuando se fuese a su casa. En el mejor de los escenarios el soñaría con esta reunión.

Si Juan Andrés mantenía su actitud de relajo estaría todo el día recordado su agradable fin de semana, en cambio si sentía que tenía algo pendiente estaría pensando todo el día en como hacer de la reunión un éxito. Eso de seguro lo haría adelantarse a los planteamientos de ellos y salir airoso.

Era temprano cuando llegó el guardia, me di cuenta de lo desconsiderado que fui, no le había preguntado el nombre. “No se preocupe jefe, estamos acostumbrado a esto. Todos los días pasan muchas personas y muy pocas tienen la consideración de saludar, mucho menos interesarse por nuestros nombres. En todo caso todos sabemos lo caballero y educado que es usted, es de las pocas personas que siempre nos saluda. Juan es mi nombre” dijo el guardia mientras yo sentía la valoración del hombre de un simple gesto de educación como es un saludo.

“Es hora de que disparemos” dijo Juan interrumpiendo mis pensamientos. Primero me enseñó a cargar y descargar el arma. Jamás había tenido una en mis manos y se sentía bien. Mientras más manipulaba el arma más cómodo me sentía, tenía muchas ganas de dispararla. Sentí que un instinto básico de depredador me tomaba, era claro que ese instinto acompañó al hombre durante mucho tiempo para sobrevivir cazando y sumado a otros que vinculan al poder lo había llevado a matar miles de millones de personas en las distintas  guerras que la humanidad tenía como parte de su prontuario. “Una arma se siente bien, te hace sentir seguro, pero si no estás dispuesto a dispararla se vuelve contra ti” dijo Juan tomando mi atención. “Si un ladrón entra a tu casa no debes dudar en dispararle, será él o tú, debes tenerlo claro. Si vas a dudar es mucho mejor que no tengas un arma, es probable que salgas menos dañado” señaló continuando con su explicación.

“Al sentir el arma imagina tener un ladrón enfrente”- dijo, pero también rápidamente pensaba en que tenía una familia y se lo conté a Juan. “Si piensas que tienes una víctima al frente te harán pedazos. Si bien muchas de estas personas tienen seres queridos y no son malas personas, pero tienes que tener claro que pese a eso están dispuestos a matarte si es necesario” señaló haciéndome sentir un poco incómodo. Tomé de nuevo el arma y lo apunté a unas naranjas que Juan había puesto sobre una mesa a unos diez metros de distancia. Por algún motivo pensé en Osses y en todo lo que lo odiaba. En cosas de segundos disparé toda el arma con mucho odio sin dar en ninguna naranja. “Epa!, epa!, epa!, jamás dispares un arma con odio” dijo Juan levantándome la voz. El de alguna forma había sentido que mi forma de disparar el arma había sido dominada por mi ira.

“No jefe, eso no lo puede hacer. Un arma no es para atacar, sino para defenderse. La rabia sirve para darse valor y tomar la decisión de atacar. La defensa pasa por controlar las reacciones producto del miedo y ser certero en los movimientos que haga. Los tiempos son escasos y no puede dejar que sea la rabia quien dispare, la rabia no es inteligente, es bruta” dijo Juan mostrando una interesante aplicación del manejo de emociones.

Cuando disparé el arma pensando en Osses no tuve control de lo que hacía, apretaba el gatillo descargando la rabia sin pensar en nada más que en las imágenes sobre las cuales hacía salir esta emoción. Juan tomó el arma y con mucha calma hizo tres disparos certeros a tres naranjas ubicadas a un metro de distancia una de la otra. El movimiento fue tan rápido que entendí que el daba una instrucción a su inconsciente y este era quien controlaba los disparos. Era era claro que mucha práctica llevaba a afinar la puntería, como también a tener la capacidad para dar instrucciones a su inconsciente.

Hice más de treinta disparos y no fui capaz de dar en el blanco. Juan me dijo que era normal, que la práctica me llevaría a mejorar la puntería. Lo invité a un café y me contó parte de su historia. Él fue un suboficial de la policía quien fue despedido por pegarle a un oficial que lo ofendió. “Sé que fue un error, pero no soporto que alguien venga a ofenderme escondiéndose en un poder otorgado para liderar y no para maltratar” dijo Juan mostrando valores que me agradaban. “¿Sabe que fue lo más gracioso jefe?” preguntó mientras yo le hacía un gesto para que siguiera con su relato. “Todos en secreto me felicitaban por los cojones que había tenido, que fue el enfrentamiento que él oficial abusador se merecía. Cuando me dieron de baja nadie más me volvió a hablar, nadie se preocupo por saber cómo estaba y lo peor que todos siguieron trabajando con el mismo oficial. Ahí aprendí que no hay que ser weón en la vida” dijo el hombre mostrando resignación. –Comparto contigo Juan, lo entendí cuando me dijiste que por una mierda de dinero no expondrías tu seguridad. Quiero que sepas que solicité que el sueldo de ustedes sea más que el doble- dije mientras Juan abría los ojos. “Es usted inteligente jefe, acaba de comprar su seguridad personal con el dinero de la empresa, pero también con su liderazgo” dijo Juan ofreciéndome la mano.

De vuelta al trabajo me habló de su familia, una hija de quince años y una esposa enferma con una extraña enfermedad de los riñones. “Este dinero extra me vendrá muy bien Don Andrés, repetía el hombre”.

Cuando llegué a la oficina Juan Andrés me esperaba impaciente para mostrarme lo que le había encargado el día anterior. Le dije que no lo podía atender hasta la tarde ya que necesitaba generarle ansiedad.

Me quedé en mi oficina pensando en la grata sensación que me había producido descargar la ira apretando el gatillo del arma de fuego, entendí lo que decía Juan respecto de la ira y las armas de fuego. Efectivamente las emociones fuertes nos controlan y si uno estaba controlado por la ira cargando un arma de fuego el resultado podía ser nefasto.

Mis pensamientos se cortaron de golpe con el sonido de mi teléfono que acusaba recibir un whatsapp. El mensaje era de Sofía e indicaba que viajaba a Chile mañana en la mañana y que quería verme a alguna hora. –Alguien que quiere pasar las penas- pensé. Obvio que yo estaría dispuesto a recibirla y hacerla sentir nuevamente especial para sacarla una vez más de sus problemas.

Al final de la tarde recibí a Juan Andrés, quien estaba muy nervioso por revisar los objetivos de la reunión. “Andrés no hemos visto nada y mañana me junto con ellos” señaló bastante complicado. –A ver, cuéntame que esperas obtener mañana- dije invitándolo a sentarse frente a mi escritorio. “Quizás no estemos de acuerdo, pero mañana quiero firmar una carta de acuerdo que sea el primer documento que de inicio oficial al negocio” dijo Juan Andrés tratando de convencerme. –Estoy de acuerdo contigo, ¿Cuál crees tú que será el objetivo de ellos?- pregunté. “Creo que será el mismo, ellos necesitan mostrar a su directorio que existe un proceso formal con nosotros.
–Si ambos buscan lo mismo, la firma será un hecho. Habla con Manuel para que ellos estén preparados para firmar en el instante. Puedes poner presión diciendo que yo tengo que aprobarte el documento y voy rumbo al aeropuerto a un viaje a China. Eso hará que ellos tengan la presión de conseguir la firma porque de lo contrario la firma pasará para la próxima semana. El documento que firmes no debe ser vinculante, ya que esto requiere de seguro mayor aprobación y eso no la conseguirás en un día- dije mientras Juan Andrés comprendía que el tener un objetivo hacía preparar la reunión realizando acciones en forma previa.

-La pregunta que debes responder es que si ellos quieren cerrar y tú no estás de acuerdo, de seguro estarían dispuestos a ofrecer algo. ¿Qué es ese algo?, debes estar preparado porque tendrás algo sobre la mesa y si eres oportunista sabrás identificarlo- señalé-.

Juan Andrés agradeció la conversación y se salió para coordinar todo con Manuel, éste debía comenzar su trabajo con Pedro y Zapata para que tuvieran todo preparado para firmar un acuerdo no vinculante. En general estos acuerdos, que carecen de multas si una de las partes no continúa el negocio, no tienen ningún peso legal. De todas formas, los papeles, firmas y abogados ayudan a darle una seriedad al proceso involucrando a toda la organización en el negocio, es ahí la validez e importancia de estos. De seguro Juan Andrés tendría una oportunidad de sacar algo más, ellos deberían tener algo para tentarlo si lo sintieran poco convencido, pero eso no era relevante para mí como sí lo era que Juan Andrés estuviera despierto y atento al ritmo de las conversaciones. Para mí la firma del acuerdo era el punto de partida de un proceso que no demoraría más de seis meses. Estaba seguro que con esa firma el negocio estaba prácticamente cerrado si se manejaban bien las cosas, de eso me ocuparía yo.

Antes de irme a mi casa Juan me paró en la salida y me dijo que el arma había quedado en mi casa. Que por favor la trajera, ya que eso significaba una causal de despido y con el aumento de sueldo que haríamos él no quería perder su trabajo. –Tranquilo Juan, nadie te despedirá. De todas formas mañana traeré el arma- dije poniendo mi mano en su hombro traspasando tranquilidad.

Cuando llegué a mi casa me sentí extraño, mis emociones fluctuaban de sobremanera. Con la imagen de Sofía pasaba por la ternura, la de Enrique me llevaba a la ira, la del negocio a la ambición y los recuerdos de María Paz a la euforia. Era raro, podía tener todas las emociones, pero no me conectaba con el dolor. Pensé en que esta fluctuación emocional se había hecho parte de mi vida desde algún tiempo, haciendo memoria lo más probable que haya partido desde que dejé la sertralina sin consultar a nadie. Vi en internet y era probable que esto podía ser por eso. En un  principio pensé ver a un psiquiatra, pero decidí postergarlo hasta concretar la venganza de Osses.

Temprano el miércoles recibí una llamada de Sofía, había llegado a Chile y quería reunirse conmigo. La invité a almorzar y me rechazó, me dijo que tenía que ver con urgencia a Enrique. “Andrés, es vital nos juntemos. Es muy importante lo que tengo que conversar contigo” dijo ella en un tono misterioso que me gustó. Quedamos en que ella iría a mi casa en la noche, eso me señaló que el misterio terminaría con un agradable encuentro sexual.



Cuando Juan Andrés me llamó pensé que podía tener un problema en la negociación que estaba sosteniendo en las oficinas de la contraparte. “Andrés estoy sacando todo lo que hay en la mesa, están desesperados. Puedo poner el precio de la transacción y hacer que el acuerdo sea vinculante” dijo llamando mi atención. Estoy seguro que puedo cerrar en cuarenta millones de dólares y con una multa de diez millones de dólares si alguno de los dos se sale del negocio. El precio era elevadísimo para una empresa con pérdidas, el director corrupto había hecho un extraordinario trabajo y Juan Andrés había aprovechado todas las oportunidades que se la habían ofrecido. Autoricé a esos montos y quedamos en juntarnos a almorzar para saber los detalles.

Una vez en el restorán, Juan Andrés muy orgulloso, sacó una carpeta que tenía dos copias originales de un documento de dos hojas. El título decía “Carta Acuerdo” y estaba firmado por el gerente general de la empresa de Pedro y Zapata. “Te toca firmar a ti Andrés” dijo Juan Andrés pasándome los documentos que además estaban visados por el área legal de ambas empresas. Los párrafos eran cortos, pero tenían la información precisa para asegurar el negocio. Esos papeles valían diez millones de dólares en el peor de los casos. Cuando leí la última cláusula miré muy seriamente a Juan Andrés. “Esto no te lo podía preguntar, quería que este negocio se cierre y sin esa cláusula estábamos en un deal breaker, término utilizado para señalar que de no haber un acuerdo en ese punto no hay posibilidad del cerrar un negocio. –Debiste haberme preguntado esto, no puedes comprometer que yo trabajaré con ellos- dije disimulando mi alegría. “Lo siento Andrés, no sacaba nada preguntándote. No estás obligado a trabajar con ellos, sólo que el negocio depende de ti. Si tú no accedes a trabajar con ellos por un año, no hay pago de multas. Tómalo como una salida que te generaré para botar el negocio cuando quieras” señaló él tratando de invertir la situación. De todas formas él había sido hábil en no preguntarme. Si me llamaba yo podía decirle que no estaba dispuesto a eso y él habría quedado como el responsable de no cerrar el acuerdo. Al no consultarme él había logrado cerrar el negocio, pero me lo pasaba a mí para botarlo si yo no estaba dispuesto a firmar un contrato de trabajo con ellos.

Después de simular que estaba molesto le dije que había hecho un gran trabajo y celebramos. El trabajo recién comenzaba, ahora vendrían el due diligence, proceso mediante el cual se revisa la sanidad financiera, legal, comercial y operativa de la empresa. Que el negocio dependiera de mí me daba un poder de negociación sobre Marcelo, ya que mi firma en un contrato de trabajo con los compradores significa cuarenta millones de dólares. Me era imposible no autodenominarme brillante después de haber logrado operar un negocio como éste.

Cuando volvimos a la empresa, después de habernos tomado una botella entera de vino, Juan me paró en la entrada y me pidió conversar conmigo ante el asombro de Juan Andrés que siguió caminando hacia su oficina. “Jefe, recuerde que me tiene que traer el arma” dijo el guardia un tanto inquieto. De tanto pensar la noche anterior había olvidado la petición de éste y ni si quiera recordaba que el arma estaba en mi casa. “Sin falta te lo traigo mañana” dije comprometiéndome a que lo primero que haría al llegar a mi casa era buscarla.

Antes de irme a mi casa María José me avisó que Sandra quería conversar urgente conmigo, le dije que la hiciera pasar. Ella entró muy nerviosa, sus manos tiritaban y estaba un tanto agitado. “Mi niño siento cosas extrañas asociadas a ti” dijo ella y yo la miré bien para ver si era de mi gusto, pero ni con dos botellas de ron me habría metido con ella, quizás con tres sí. “Andrés, estoy tan preocupada por ti. Siento que hoy tu vida dará un giro fuerte y no logro ver si es positivo o negativo” dijo ella sorprendiéndome de gran forma. La firma del acuerdo era un giro importante en mi vida, en cosa de tiempo tendría una cantidad de dinero que me permitiría vivir tranquilo y era cosa de tiempo que tendría a Osses humillado dentro de su empresa. “Mi niño siento energías negativas, por favor cuídate. Si quieres vente a mi casa, ahí no te pasará nada” dijo la muy sinvergüenza. –Bruja pero no tonta- pensé. Si no hubiese tenido acordado una cita con Sofía quizás me hubiese ido a su casa, previa parada a una botillería para comprar tres botellas de ron. Mientras ella seguía nerviosa yo la seguía mirando buscando un atractivo, nunca me había metido con una bruja, quizás me perdía una especial experiencia. De todas formas, mi formación de caballero hacía imposible que dejara plantada a Sofía. Ella se fue dándome un apretado abrazo, me cargó de diferentes emociones, sentí una conexión especial sin haber siquiera tomado la primera botella de ron.

Una vez en casa me cambié de ropa, me puse mi perfume Polo, prendí el fuego y encargué sushi para recibir a Sofía. El ambiente era ideal para que conversáramos, hiciéramos el amor al lado del fuego, después sobre la mesa de pool y termináramos en la habitación.

Al sentir un disparo a lo lejos, cosa normal en las parécelas como medida de distracción cuando ladra mucho un perro, recordé la petición de Juan. Busqué por toda la casa del arma sin lograr hacerlo. Recordé las naranjas y pude encontrar el arma en la mesa donde las habíamos puesto como blanco. Cuando vi luces que se acercaban a mi casa, puse el seguro y guardé el arma en un bolsillo de mi pantalón. Me acerqué a recibir a Sofía y me sorprendí que ella bajara por la puerta del acompañante con cara de afligida. Al ver que era Enrique Osses quien se bajaba por la puerta del conductor miré por todos lados para estar seguro que no venían más hombres como la vez pasada. Pensé que podían llegar en cualquier momento y como medida de seguridad quité la seguridad del arma y la puse en la parte trasera de mi pantalón tal como lo hacen los policías en las películas.

Sentí mucha adrenalina por mi cuerpo, la cara de Sofía me hacía sentir que las cosas no estaban bien. De seguro Osses se había enterado de la firma del contrato, Sofía lo había ido a encarar y este la tenía como rehén. Pensé en aquellos casos donde la pareja pierde el control en una situación como ésta y mata a las personas para luego suicidarse, ese no sería mi caso, pensaba mientras tocaba el arma. Al ver que entraban recordé lo que decía el guardia respecto de la seguridad en el hogar, una vez que Enrique diera un pie en mi casa yo podía dispararle y saldría libre sin mayor problema.

Sofía tenía el maquillaje corrido de los ojos, señal de que había llorado mucho. Por su parte Enrique se veía serio y decidido. Imaginé al hijo de puta con mi esposa y una sensación de electricidad me recorrió el cuerpo llenándome de rabia. Pensé que esto podía resolverse rápido, la rabia tomaba el control y me empujaba a sacar el revolver y descargarlo sobre Osses. Algo de razón me quedaba, el que estuviera al lado de Sofía era lo único que me detenía, así al menos lo sentía.

“Conversemos adentro dijo Sofía” y los hice pasar a mi casa cerciorándome una vez más de que no había más gente cerca. Una vez adentro, Sofía se sacó su abrigo, el lugar estaba a una agradable temperatura. Por su parte, Enrique se sentó en un sillón de tres cuerpos junto a Sofía sin sacarse la chaqueta. Sofía se veía desecha y Enrique escondía la mirada. Tenía la sensación de que algo malo pasaría por lo que me senté tocando el revólver en todo momento.

Yo tenía una mezcla de emociones que me hacían sentir que estaba dispuesto a dispararle. Sentía la ira necesaria para poder apretar el gatillo, sentía que Enrique podía ir lejos si se había atrevido a venir a mi casa con matones, sentía que entre ellos había una emocionalidad que podía hacer que las cosas terminaran de la manera menos predecible.

“¡Enrique, habla de una vez!. Esta situación la has llevado demasiado lejos y debemos resolverla de una vez por todas” increpaba Sofía mientras este miraba al suelo. Yo volvía a sentir que ese hombre no estaba bien, sentía que él había traído a la fuerza a Sofía y que podía estar tan pesquisado que podía tratar de herirnos de un momento a otro. Sofía volvía a insistirle y él no levantaba la cabeza.

“Si no hablas tú lo haré yo” dijo Sofía tratando de buscar la mirada de Enrique en un principio y después encontrando la mía. “Andrés, encontré al doctor que hizo los exámenes que solicitó Enrique años atrás, eso es lo que nos tiene acá” dijo Sofía mientras yo no dejaba de mirar al hijo de puta de Osses, sabía que tenía algo entre manos y en cualquier momento actuaría.

“Los exámenes eran de un estudio de ADN y efectivamente Enrique los solicitó a petición de Camila. ¿Tendré que hablar todo el rato yo o dirás algo tú Enrique por la mierda” dijo Sofía y yo me preparé para una respuesta de Osses porque su tono fue desafiante y podía llevarlo a la ira rápidamente.

Cuando Sofía explicó que los exámenes eran de paternidad todo se me cerró de un momento a otro, Camila venía tratando de tener un hijo con Osses desde ese momento. De seguro tenía pérdidas y eso la llevó a la depresión, sin que yo me percatara. Camila estaba rara en Montañita porque estaba embarazada y el padre había sido Enrique tal como lo había sido con el hijo que llevaba en su vientre en el momento de su muerte.

Una ira incontrolable se apoderó de mí, imaginar todo eso me hizo que me parará y personalmente pidiera las explicaciones a Enrique mientras tomaba el arma y sostenía con el cañón hacia abajo. –Habla concha de tu madre!- dije gritando mientras ambos se espantaban al ver que cargaba un arma.

“Tranquilo Andrés, guarda esa arma, guárdala por favor” decía Sofía mientras ellas de seguro veía una transformación en mi rostro que la hizo pararse hacia y dirigirse hacia mí mientras Osses se enroscaba en el sillón mostrando mucho temor. –Di la verdad pendejo de mierda, di que hace cinco años engendraste un hijo con Camila tal como lo hiciste previó a su muerte- dije gritando aún más descontrolado apuntando el arma en dirección a él.

Las emociones eran muchas, las voces de los consejos que recibí en toda mi vida se confundían con las palabras que decía Sofía. Sentía como ella gritaba, alcanzaba a escuchar que gritaba mi nombre, pero yo sólo miraba a Enrique sosteniendo un arma y llenándome de ira.

Tal como me pasó antes de querer saltar del edificio del hospital visualicé mi foto en los diarios, pero esta vez el titular decía algo diferente. “Ejecutivo cobra revancha matando a amante de su esposa”. La frase era diferente y no me hacía sentir tan patético. La herramienta que sabía usar mi inconsciente para detenerme en los momentos que podía cometer alguna locura no servía. La revancha era justificada, calmaba de seguro la ira, por lo que la decisión de disparar estaba tomada.

Palabras que no entendí de Sofía me hicieron bajar el arma y me dejaron en un estado de confusión máxima. “Suelta el arma Andrés, hazlo por tu hija” dijo ella mientras yo la miraba confundido sin entender de lo que me hablaba. Una extraña sensación me recorrió el cuerpo haciendo sentir inestable. Ella tomó el arma, salió de la casa y la lanzó a la piscina.

Yo me sentaba mareado pensando que en cualquier momento me caería. Ella volvió y me tomó en sus brazos. “Andrés, tienes una hija. Enrique y Camila te lo escondieron porque Camila no quería que lo supieras”. La garganta se me apretó y miré a Enrique buscando explicaciones, este no decía nada”.

“Hace cinco años Camila fue contactada por una ex novia tuya quien quería informarte que tenías una hija de cinco años. Camila le dijo que tu no querías saber nada de ella, pero te harías cargo económicamente y ella así lo hizo enviándole dinero mensualmente” decía Sofía mientras yo me sentía extraño. No sentía la felicidad que supuse que tendría un padre al saber que lo era. Por otro lado, no era capaz de concebir que Camila pudiera hacer algo semejante. “Camila viajó a conocerla, tomó un cabello de ella y un tuyo, pidió a Enrique que hiciera un examen y salió positivo”.

Enrique me miró y me pidió disculpas: “Andrés, no quise hacerte daño. Camila quedó desecha desde que tenías una hija. Pensó que te perdía como también todos los sueños de familia contigo. Me pidió consejos, le dije que hablara el tema contigo y no estuvo dispuesta. Cuando viajó a Buenos Aires y la conoció llegó con una gran depresión, le recomendé un psiquiatra amigo quien comenzó a tratarla. Una vez que parecía estable estaba determinada a tener un hijo” dijo causando gran rabia en mí.

-Mira hipócrita de mierda, tus disculpas no sirven de nada. Has participado de un engaño que no sólo me ha alejado de mi hija si no que también has alejado a una hija de su padre. Bastante tendrás que resolver con tu consciencia mientras llevas esa vida de mierda siendo el amante de una mujer inestable y abandonando a una tremenda mujer como es Sofía. De ti no quiero saber más, sale de mi casa maldito hijo de puta- dije echándolo de mi casa.

Sofía me volvió a abrazar y me dijo que estuviera tranquilo. Me preguntó si quería que se quedara, ella  estaría encantada de acompañarme. –Gracias Sofía, pero tengo mucho que pensar. Tengo todo revuelto, el piso se me mueve y lo mejor que puedo hacer es quedarme pensando en todo esto- dije dándole un abrazo y mirándola mientras se subía al auto de Osses y abandonaba el lugar.

Una vez sólo pensé en como Carla se podía haber quedado con una tan tonta explicación, pero recordé que ella era una mujer que no e jugaba por cambiar las cosas y aceptaba lo que le sucediera.  Al cuadrar los tiempos la edad de mi hija cuadraba con la última que vez que había estado con Carla en un viaje que hice por una despedida de soltero antes de conocer a Camila.

El destino es un misterio, encontrarme con que tenía una hija daba el sentido que necesitaba de saber la verdad de Camila. Quien sabe, pero si no hubiese estado en Colombia en ese momento no me habría enterado de que Camila me engañaba. De seguro que sin esa información habría dejado de hacer muchas cosas que fueron desencadenando otras hasta este día en que me enteré de una noticia que me golpeó fuerte, pero ahora poco a poco me alegraba.

Saber que tenía una linda princesita que cuidar y proteger me devolvía la felicidad. Mucha rabia sentía el saber que ella había crecido sin mí, pero no era momentos para  ese sentimiento. Era el momento de volver a dejar entrar  el amor a mi vida, pero un amor nuevo, diferente, puro y sin condiciones. Ese amor no era posible desarrollarlo con el malo ni el lindo, por lo que gustoso dejaría salir lo mejor de mí; aquella personalidad que tanto quería y que denominaba al bueno.

-Increíble es el amor- pensé. De un segundo a otro podía resucitar sin ningún problema al bueno, dejaba que mis sentimientos puros y nobles tomaran el control en mi vida, para convertirme en el mejor padre que podría tener mi hija. Lejos éste se convertía en el proyecto más atractivo que había tenido en mi vida entera.

Cuando me acosté recordé mi inestabilidad emocional. Pediría hora urgente a un psiquiatra para volver a seguir el tratamiento de la sertralina o cualquier otro que indicara. Tenía que estar de la mejor forma para poder estar con mi hija. Unas semanas después de iniciar el tratamiento viajaría a Buenos Aires en búsqueda de Carla. Me acordé de unas seriales de animé de cuando yo era niño, Marco y Remi, dos niños buscando desesperado a su madre. –Gracias a Dios estoy en la época de las comunicaciones- pensé sabiendo que no iba ser un trámite relevante dar con el paradero de Carla.

Cuando el sueño me dominaba visualicé acostando a mi hija y leyéndole un cuento. Su mirada en mí me sobrecogía. Sus ojos se cerraban mientras yo leía la historia la convertía en u ser maravilloso y vulnerable.

-Sueña con los angelitos princesita- balbucié y me quedé dormido.

FIN.


Si quieres que escriba la tercera parte y final, copia el siguiente tweet y escríbelo en tu Timeline, gracias:

Recomiendo leer la #ttnovela de @gerente2012 http://ttnovela.blogspot.com
@eazcarraga @AlbertoCiurana @SanRomanMario @Telemundo @Emol @Telefecom