jueves, 1 de septiembre de 2011

El Diario del @Gerente2012 Primera Parte








El Diario del @Gerente 2012

Primera Parte

"Todo pasa por algo"



gerente2012@gmail.com









Capítulo I, El Cuerpo del delito

El viernes en la noche salí a una fiesta laboral y bebí más de la cuenta. Desperté el sábado en la casa de una hermosa mujer de la que no recordaba el nombre. Tenía veinticinco llamadas perdidas de mi esposa y la bella mujer me tentó a quedarme a liberar endorfinas durante todo el día sábado, invitación imposible de negar para un caballero como yo.

En la tarde planifiqué mi llegada a la casa coordinando con un amigo capitán de la policía, la idea era que me fueran a dejar  y ellos explicaran  a mi esposa que no había llegado porque me habían detenido por error. Cuando llegamos en la noche con la policía era raro no ver ninguna luz prendida, entré a mi casa y mi esposa no estaba, sólo había una nota que decía "esta fue la última que te aguanto". Luego de que se fueran los policías me senté a esperar que ella se arrepintiera pero después de varias horas no llegó, por lo que llamé a una amiga y me fui a su departamento a una "fiesta privada" solos ella y yo. Si bien esta fiesta fue similar a otras, en el fondo me sentía un poco vacío y pensaba mucho en mi esposa.

El domingo cuando llegué a mi casa con la esperanza  que  hubiese vuelto, el vacío fue mayor al ver que no había indicios de ella ni de mi auto, lo que casi me hizo caer en depresión. Traté de contactarla varias veces  y no me respondió, también llamé a casa de mi suegra quien gozaba cada vez que me negaba  hablar con mi esposa.

Para evitar caer en depresión seguí la táctica femenina para subir el ánimo, me fui a comprar un auto nuevo lo que hizo que la tarde pasara más rápido. También compré 300 rosas rojas y las envié a casa de mi suegra, pero la muy maldita no las recibió. Las guardé para el día siguiente, se las regalaría a las mujeres de la empresa. Esta situación que fue bastante graciosa, después de regalarlas me enteré que ese día se celebraba el día del orgasmo femenino, lo cual me hizo entender todas las miradas coquetas que recibí después de haber hecho el regalo.

Con auto nuevo, sensación de libertad de volver a la soltería y de no tener que dar explicaciones a nadie me fui acostar, pero también  tenía un sentimiento de tristeza muy grande. Comenzaba a entender que todos los placeres a los que podía acceder no tendrían gracia ni se comparaban con la sensación de felicidad que me otorgaba ver a mi esposa todos los días.


Capítulo II, La Cena


El lunes logré conversar con mi esposa y acordamos juntarnos a cenar, por lo que para mí la reconciliación había partido.

Cuando vi a mi esposa en el restorán encontré que  se veía más linda que nunca, se notaba que se había producido para el reencuentro.  Al poco rato de la conversación ella dijo con un tono entre rabia y pena  que una cosa es el engaño  pero  otra distinta es que además sea un descarado. Callé, después le tomé la mano y le dije que lo pasáramos bien, pero ella me respondió con una risa llena de ironía.

Mientras yo le comentaba lo que me estaba ocurriendo en el trabajo, sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas y de un momento a otro se largó a llorar. Me dijo que yo no la amaba, luego tomó su cartera, se paró y se fue al baño.

Mientras la esperaba pensé mucho en la infidelidad, no entendía cómo ella concluía que no la amaba por el solo hecho de pensar que yo le era infiel. Quizás para muchos pueda parecer obvio, pero  jamás se me habría ocurrido que ella pudiese concluir eso, jamás hasta ese momento.

Después de unos minutos llegó y me dijo, “te voy a dar un rato para que pienses bien y me cuentes  la verdad, cuando vuelva quiero que me digas cuántas veces me has sido infiel”. Estaba claro que no podía responder esa pregunta, no al menos con la verdad como ella quería. Si ella pensaba que ser infiel significaba que no la amaba no lograba imaginar lo que pensaría al saber que sólo en el último mes había sido infiel cerca  de quince veces. Pensé mucho la respuesta, analizaba  las distintas alternativas que podía elegir; una opción era decirle que ninguna vez le había sido infiel o bien asumir un poco de culpa y reconocer sólo  una vez o definitivamente decirle la verdad. Después de mucho pensarlo decidí decirle que nunca había sido infiel. Cuando llegó y me preguntó si tenía una respuesta le dije: “sí, no te he engañado ninguna vez”, ella no pareció sorprendida. Se sentó y me dijo indignada que sabía perfectamente  donde había estado el fin de semana, que también  sabía que me había metido con mi secretaria y la Gerente de Marketing de la empresa. Luego se paró, me pidió las llaves de la casa, dijo  que había mandado mis maletas a un hotel. Calmadamente me  lanzó un vaso de agua en la cara y dijo que esperara la llamada de su abogado.

Quedé desecho, entendí que ella tenía esta venganza completamente  planeada desde antes, El camino más lógico a seguir era contactar a mis abogados para contener los daños económicos de lo que significaría el divorcio, pero después de pensarlo un rato decidí que no jugaría ese camino. Todo contrario me la jugaría completamente por reconquistar a mi mujer.





Capítulo III, El Mariachi


El martes salí a un happy hour con un grupo de gente del trabajo, entre los cuales había una asistente comercial que me insistentemente me miraba con una sonrisa cómplice que invitaba a jugar con la imaginación. Pero no era lo mismo que otras veces, mi situación familiar no me tenía de buen ánimo por lo que estaba apagado.

Mientras veía la coqueta sonrisa de la hermosa asistente decidí animarme y  tomé mi trago de ron de un solo sorbo, rápidamente se me fue a la cabeza y el ánimo volvió a mí. No sólo fue ánimo sino también mi creatividad y me dieron ganas  de hacer una locura. Contrataría  unos mariachis e iría a la casa de mi esposa a cantar unas serenatas. Por otro lado estaba la alternativa de llevarme a la asistente comercial al hotel y pasar una muy buena noche. Después de un rato me decidí y me despedí de todos mientras por el teléfono coordinaba con los mariachis para iniciar la locura.

Cuando me junté con los mariachis me dijeron que no era serenata si yo no me vestía como ellos, me pasaron un traje que, después de varios reclamos, finalmente usé. La verdad me sentía ridículo ya que los pantalones me quedaban muy apretados y parecía un mariachi gay. Sorpresa fue la mía cuando llegamos a la casa y los mariachis se bajaron del auto con trajes diferentes al mío, me habían cagado, el único que usaba pantalones apretados era yo y ellos no tenían la más mínima vergüenza de contener sus carcajadas al verme con ese traje tan ridículo. Sorpresa mayor fue ver que había muchos autos en mi casa, todas amigas de mi esposa, por lo que comprendí  que el ridículo sería de una magnitud que no había calculado, todo mi esfuerzo de generar un perfil serio se iría a la basura en un par de minutos.

Mientras cantábamos  la primera canción comenzaron  a salir los vecinos y empezaron  a gritarme cosas como “¿te pusiste los pantalones con vaselina?” o “te ves rica”, en total salieron como sesenta vecinos todos muertos de la risa. Al rato se abrió la puerta de mi casa y salió mi esposa con ocho amigas, ante la sorpresa se llevó las manos a la boca y las brujas que la acompañaban comenzaban a reír a carcajadas.  Unos minutos después la situación era catastrófica, tenía a vecinos, amigas de mi mujer,  mi mujer y los malditos mariachis todos riéndose de mí, por lo que decidí unirme a ellos y reírme con ellos, paré la serenata y comencé a cantar la canción de la película El mariachi de Antonio Banderas, “soy un hombre muy honrado y me gusta lo mejor, las mujeres no me faltan ni el dinero ni el amor….”.

Las amigas de mi esposa la empujaron hacia a mí y ella comenzó a acercarse con los ojos llenos de brillo, el dantesco espectáculo daba resultado. Estando cerca de mí se aproxima a darme un beso, pero cuando estaba a centímetros de mi boca cambió de dirección y se fue a mi oído y dijo “No creas que soy tan pendeja para perdonar todas tus infidelidades por vestirte de payaso y hacer el ridículo de esta forma frente a todos” y cuando se alejaba la tomé y le dije al oído “con una pendeja jamás me habría casado, sé que esto no es suficiente para perdonarme, pero prepárate esto es sólo el comienzo”. Al soltarla ella se me quedó viendo fijamente como para pegarme una cachetada, pero en vez de eso me dio una sonrisa e inmediatamente, muy digna, dio la media vuelta y se fue la casa. Para mí, la sonrisa lo había dicho todo, el reencuentro estaba partiendo pero  no sería nada fácil este proceso.

Posterior a eso me subí al auto entre aplausos de los vecinos y abandoné el lugar. Una vez lejos de mi casa, me surgió la idea de ir al bar a buscar a la asistente comercial para llevarla  a mi habitación, pero algo en mí dijo que por ahora era mejor pasar y me fui en dirección al hotel a dormir solo.

Al llegar, lo poco de dignidad que me quedaba me fue quitado por el guardia de la entrada quien no sólo no me dejaba entrar vestido de mariachi, sino me decía “ándate de aquí maldito borracho”. Después de un rato logré explicarle la situación y llamó al gerente del hotel quien bajó al lobby y mordiéndose la lengua para no reírse me pidió las disculpas.

Para pasar el mal rato fui al bar del hotel y el barman me dijo “¿el de los pantalones bonitos, qué se va a servir?”, el respeto ya lo había perdido por lo que sin ninguna ganas de aclarar quién era, respondí asumiendo la situación “sírvame un ron por favor”.


Capítulo IV, Marketing No Sustentable

               
Temprano en la mañana la gerenta de marketing  me solicitaba reuniones en forma desesperada. Estaba claro, ella ya sabía que mi esposa me había echado de la casa y que yo estaba viviendo en un hotel. Como esa mañana tuve muchas reuniones,  el encuentro no ocurrió sino hasta después de almuerzo.

Por otro lado, recibí un mensaje de mi esposa que decía "cualquier opción de reconciliación pasa porque hagas un gesto, despedir a la gerenta de marketing", lo cual me ponía en un problema y a pesar de lo que piense la mayoría me alegraba, ya que resolver problemas y desafíos es una gran fuente de placeres para mí.

La reunión con la gerenta de marketing duró sólo 5 minutos, ya que por un lado tenía una agenda bien copada y por otro no sabía cómo resolvería el problema de modo que no quería exponerme a cometer errores. Acordamos que esa noche cenaríamos en su departamento.

Eran casi las nueve de la noche cuando llegué al edificio de la gerenta de marketing, subí por un ascensor de paredes de vidrio que mostraban una vista panorámica de la ciudad. Me sentía raramente nervioso, de seguro era porque quería que no pasara nada con ella, pero no sabía si podría resistir la tentación. Justo a la hora acordada, como buen caballero que soy, tocaba el timbre de su departamento y ella abría luciendo hermosa. Como buena gerenta de marketing había trabajado muy bien sus "4P" y al darme la espalda puede ver que había trabajado también una quinta "P". Era notorio que se había arreglado todo el día, por esto lo que  primero que se me vino a la mente fue que  no trabajó ese día y que debería descontárselo de su sueldo.

Nos sentamos, me sirvió una copa de espumante rosé y me hizo un cariño en la mejilla, a cada minuto disminuía la probabilidad de que no pasara nada, quizás hasta podría terminar subiéndole el  sueldo. Ella sabía que me habían echado de casa y dijo que creía era una señal de nuestro destino, estábamos hechos para vivir una vida hermosa juntos. Mientras ella hablaba yo sólo veía sus curvas y tenía ganas de decir a todo que sí para seguir la conversación en el dormitorio.

Por  primera vez en la vida escuché  una vocecita, o llamémosla conciencia y me decía que no debía caer en tentación, pero al ver a la hermosa mujer tan bien producida, a ratos la vocecita se dejaba de escuchar. Después de un rato me decidí y la interrumpí "volveré con mi esposa", le dije. Ella me dijo que no le importaba y  ya estábamos aquí así que deberíamos aprovechar, hizo un gesto con el rostro señalando  en dirección al dormitorio. En un principio me dije que ya había hecho suficiente y  ya no podría aguantar más, pero recordé el brillo en  los ojos de mi esposa  el día anterior y sacando fuerzas no sé de donde le dije "No, esto llega hasta acá, cuando partimos sabíamos que esto tenía fecha de vencimiento".

Ella se puso furiosa, me dio vuelta su copa de espumante en la cabeza y  dijo "eres un mamón y escucha bien eres pésimo en la cama, me deberían dar un Oscar por fingir tantos orgasmos". Más enojada aún me dijo "esto no te va a salir gratis maldito bastardo", ante lo cual se activó mi neurona negociadora y le dije "me parece bien, creo que debemos negociar tu salida".

Ella sacó sus garras y me dijo "quiero trabajo como gerenta de marketing en otra empresa y cuatro sueldos por año como indemnización", ante lo que respondí  que conseguiría un sueldo y medio por año, la dejaría trabajando en una buena empresa como gerente de marketing y además le daría una asesoría por cuatro meses. Ella sonrió y me dijo que con dos rentas por año teníamos un acuerdo, rápidamente accedí diciendo “cerrado y ahora me voy”.

Al despedirme dijo que era  mentira  que era pésimo en la cama,  todo lo contrario era genial y  le encantaría nos despidiéramos en su dormitorio. Después de la falta de respeto de darme vuelta una copa en la cabeza no tenía ganas de nada, por lo que fríamente le dije que la despedida ya estaba hecha y me fui rumbo al ascensor. Bajando por este veía las luces de la ciudad con una sensación de tranquilidad, había cerrado un capítulo de mi vida que involucraba una relación con la gerenta de marketing de la empresa que administro.

Manejando en dirección al hotel pensaba en  lo que me había ocurrido en tan pocos días, todo era muy fuerte y también era señal que dentro de mí se estaba produciendo un cambio.

En el bar del hotel el barman me dijo que por el olor se notaba que me habían dado vuelta un trago en la cabeza, “el cambiarse los pantaloncitos  apretados no le trajo suerte amigo mío”, dijo el muy confianzudo. Me tomé un ron y me fui a la pieza a pasar otra noche solo, antes de acostarme mandé un mensaje a mi esposa diciendo que la amaba y la extrañaba. Segundos después escuché el sonido de que el mensaje había sido leído, por lo que esperé un rato su respuesta pero no llegó.

Capítulo V, Ojos bien cerrados


Cuando cerraba una negociación con el Gerente General de otra empresa a quien siempre le decía Chief, hicimos buenas migas, yo tenía todo el poder de negociación y le extraje todo su excedente,  pero para que él quedara con la sensación de que había negociado bien le devolví un poco al final de proceso, quedando ambos muy contentos.

Conversamos un rato y cuando yo le dije que me iba para el hotel le pareció raro y me pidió un poco más de explicaciones. Yo le conté a grandes rasgos que me habían echado de casa y por eso  vivía hace unos días en un hotel. El rápidamente dijo que esta negociación merecía una celebración y como él iba a una fiesta muy buena  debía acompañarlo. Mi esposa no había respondido el mensaje que le había enviado la noche anterior y llegar a dormir tan temprano al hotel me daba depresión, por lo que el panorama me venía de maravilla, entonces accedí a ir a la fiesta.

Mientras manejaba  siguiendo a  Chief, sintonicé una canción que escuchaba en la universidad antes de ir a cualquier fiesta, “Tuta Tuta” de los Auténticos Decadentes. Mientras cantaba la canción en al auto no me percaté de las calles que cruzábamos y cuando tomé conciencia me di cuenta que estaba en los suburbios de la ciudad, lo que me pareció muy extraño.

De repente Chief entró a una casa inmensa,  cuando me tocó pasar por los guardias noté que estaban armados,  me pidieron que guardara el teléfono a lo que accedí sin mayor problema.  Una vez que me bajé del auto entramos a la casa donde otros guardias, también armados, nos registraron  al parecer asegurándose que no portáramos armas, lo cual me empezó a generar una sensación de desconfianza.

Después de la revisión nos hicieron pasar a un salón grande donde había mucha gente,  pude reconocer  famosos empresarios y políticos en una escena a momentos aterradora.  Me sorprendió  mucho  ver mesas con recipientes que tenían gran cantidad de cocaína para que consumiera quien quisiera.  Me dieron ganas de arrancar del lugar, pero  había perdido a Chief  y quedé  sin saber qué hacer. De repente, a lo lejos lo vi, mi sorpresa fue gigante pues se estaba abrazando y besando a  un sacerdote e inmediatamente me pregunté “¿dónde mierda me vine a meter?”. Para peor, segundos después frente a mí pasaba un ex presidente de la república a poto pelado persiguiendo a dos modelos desnudas, mi preocupación fue máxima.

La primera reacción fue irme, pero los guardias del lugar me lo impidieron, por lo que de la preocupación pasé rápidamente al  miedo. Mi segunda acción fue meterme a un baño y cerrar con llave, donde me puse a pensar con más calma qué podría hacer. Después de unos segundos vi por la ventana del baño que mi auto estaba cerca de ese lugar. Me pregunté por unos momentos si me convenía salir, meterme al auto y arrancar, pero cuando sentí que trataban de abrir la puerta del baño actué de forma instintiva. Salí por la ventana, corrí hacia el auto y justo cuando me estaba metiendo en él apareció un perro que me mordió la pierna y rasgó parte del pantalón,  alcancé a cerrar la puerta mientras el perro se quedó ladrandome muy fuerte.  Ante el ruido los guardias salieron con las armas en la mano y se dirigieron a mi auto, mientras yo trataba de esconderme para que no me vieran, pero el maldito perro hizo que mi esfuerzo no sirviera de nada, ya que los guardias me vieron y  comenzaron a gritar que saliera del auto. Yo no sabía qué hacer, sólo pensaba que si salía de esta situación me portaría muy bien de ahora en adelante, mientras  los guardias decían a gritos “salga del auto”, “páseme el teléfono”, “en esta fiesta no se pueden sacar fotos”, pero yo estaba congelado y no atinaba a nada. Los guardias decidieron romper la ventana del auto y sacarme a la fuerza quitándome el teléfono y llevándome a la cocina de la casa.

Una vez en la cocina, los guardias muy enojados, no paraban de gritarme mientras que uno de ellos revisaba mi teléfono para ver si yo había sacado fotos,  por casualidad activo mi aplicación de twitter,me miro sorprendido diciendo “¿tú eres el Gerente2012?, todos nosotros somos seguidores tuyos y nos reímos mucho con tus tweet”, otro guardia dijo que era todo un honor conocerme, por lo que después de un rato estábamos tomándonos un ron compartiendo historias. Después de aproximadamente una hora, me dejaron ir con el compromiso de que yo no revelaría nada de la fiesta y ellos también se comprometieron a no revelar nada de mi identidad, entonces me fui al hotel.

Cuando llegué me crucé con el barman quien al ver mi pantalón roto, por la mordedura del perro, se dispuso a decir algo pero no alcanzó dado que yo le dije “mira weón no quiero que vuelvas hacer bromas con respecto a los pantalones apretados de mariachi, no ando de humor”. El barman se puso colorado y siguió su trayecto hacia el bar y yo hacía mi habitación.

Ya sin adrenalina me acosté, me reí un poco de toda la aventura que había vivido y cuando me disponía a dormir sonó mi teléfono indicando que había recibido un mensaje, al revisarlo vi que era de mi esposa, decía “que duermas bien”, después de leerlo sonreí y me puse a dormir otra noche más solo.


Capítulo VI, Descansar quiero


No lo podía creer cuando llamaron para contarme la noticia, pero si esa misma tarde había estado almorzando con el viejito recibiendo como siempre sus excelentes consejos y más tarde me avisan que se encontraba en  urgencias de la clínica. Salí rápido abandonando todo, cuando me dijeron que él quería hablar conmigo. Manejé a toda velocidad por la ciudad, con el sólo objetivo de llegar rápidamente a la clínica, de hecho no cuestioné cual era el motivo de querer hablar conmigo estando en un estado de tanto cuidado.

Una vez que llegué a la clínica vi a su nieta destrozada, linda mujer con la que había tenido una pasajera aventura algún tiempo atrás. De hecho ella había sido quien me pidió que contratara al viejito como mi asesor. Ella me contó que el viejito había tenido un infarto, pero los doctores no le habían dicho más. Ella no sabía nada del estado clínico de su abuelo, sólo que repetía mi nombre y pedía hablar conmigo en forma urgente.

El viejito, a quien contraté inicialmente por la aventura que estaba teniendo con su nieta, se había convertido rápidamente en una persona importante en mi vida. Cada vez que lo veía sentía la calidez y el cariño de un abuelo y lo más importante tenía una forma de entender los problemas que me ayudaba a encontrar las soluciones adecuadas. Hasta antes de conocerlo nunca había sentido que una persona era más inteligente o astuta que yo, pero con él fue diferente, desde la primera conversación reconocí a una persona con mucha capacidad y experiencia, sumado a que me conectaba emocionalmente, me sentía algo así como su nieto, lo había transformado en una figura de máximo reconocimiento para mí.

Pregunté a la nieta por qué no habían más familiares y ella me respondió que hace mucho tiempo él se había divorciado y su familia cortó toda comunicación, a excepción de ella quien al crecer lo buscó, quería conocerlo y a partir de ahí habían entablado una relación muy cercana. Lo anterior me llamó la atención y comencé a preguntarle acerca de la vida del viejito, pienso lo hijo de puta que fui, durante todo el tiempo que lo había conocido jamás le pregunté de su vida. Ella me contó que el viejito había sido gerente general de empresas de primer nivel, incluso en el extranjero. A los 50 años se dedicó a ser empresario logrando amasar una gran fortuna y tan sólo 5 años después vendió todo y se retiró del mundo de los negocios. A partir de ese momento y por los siguientes 20 años se había dedicado a viajar alrededor del mundo, especialmente a países pobres y a crear fundaciones con fines sociales.

Muy sorprendido por el relato de la nieta, le pregunté por qué el viejito se había hecho asesor de gerencia, dado que suponía un retiro total del mundo de los negocios. Mayor aún fue la sorpresa cuando ella me respondió que no era asesor de gerencia ni nunca antes lo había sido, sólo que cuando le habló de mí había mostrado mucho interés y le solicitó ayuda para transformase en mi asesor. Escuchar ese relato hizo que se me apretara la garganta, pensé que durante todo este tiempo sólo quería ayudarme y no era un trabajo como yo lo creía, lo cual hizo que mi cariño hacía el  viejito creciera enormemente.

Luego llegó el doctor con muy mala cara, me levanté rápidamente y nos dijo que el viejito insistía en hablar conmigo. La nieta le indicó que yo era el hombre por el que tanto preguntaba y le hizo un gesto para que pasáramos, pero el doctor aclaró que el viejito sólo quería hablar conmigo y dada la inestabilidad de su condición era conveniente que entrara sólo una persona.

Cuando entré a la habitación lo vi muy mal, lleno de cables y con todas esas maquinas de monitoreo que no paran de hacer ruidos. Me acerqué a él y me extendió la mano para que se la tomara,  pidió que me acercara pues quería que  lo escuchara.

Con voz muy cansada dijo que me parezco mucho a él cuando era joven, exitoso, arrogante, brillante, pero que estaba siguiendo el mismo camino que lo llevó a perder  su familia, se me apretó la garganta y fruncí el ceño para tratar de controlar el llanto. Me dijo que cambiaría todo el éxito logrado por tener el perdón y cariño de su familia, que si pudiese volver a repetir su vida claramente haría las cosas diferentes y se preocuparía de  no perder a los que amó. Me dijo que cuando había oído de mi había querido ayudarme, quería que no cometiera los mismos errores que él cometió, así no perdería a mi familia, segundos después puso su mano en mi mejilla y me dijo que yo aún estaba a tiempo para recuperar a mi esposa, lo cual hizo que todo intento por contener las lagrimas fuesen inútiles y me puse a llorar a su lado, le dije que se recuperaría y me seguiría ayudando, ante lo cual el viejito me dijo que su hora había llegado y que para él su redención sería el que yo lograra cambiar y viviese una vida junto a mi familia. Mi llanto creció aún más y le dije que no podía abandonarme, que lo necesitaba y que aún no estaba listo para seguir sin él y mientras seguía hablando el viejito cerró los ojos y los sonidos de las maquinas indicaron que había muerto.

Luego de unos segundos entraron los enfermeros y me sacaron de la habitación, en el pasillo estaba la nieta que, al verme, se lanzó a mis los brazos y  lloró amargamente. Minutos después salió el doctor indicando oficialmente que el viejito había muerto, lo cual hizo que la nieta callera en un llanto desgarrador y sólo pude contenerla con mis abrazos.

Una vez que ambos estuvimos calmados, ella se fue  a su casa y yo al hotel, pero a diferencia de otras ocasiones, esta noche tenía una pena muy grande y muchas cosas no paraban de dar vueltas en mi cabeza.


Capítulo VII, A la punta del cerro.


El Lunes desperté en el hotel después de un fin de semana bastante complicado, la muerte del viejito el viernes, el velorio del sábado y el funeral del domingo envolvían una serie de pensamientos respecto de su paso por mi vida, además los recuerdos de su hermosa nieta, verla en un estado de debilidad hizo que apareciera una conexión emocional un tanto extraña que trataba de olvidar.

Como era feriado me levanté con ganas de hacer algo diferente, después de revisar varias alternativas decidí hacer lo que muchos me han querido decir pero pocos se han atrevido, me iría a la punta del cerro, pero a esquiar. Así que me levanté y preparé una pequeña maleta por si  me daban ganas de pasar la noche en el centro invernal.

Me subí al auto, al que ya habían reparado la ventana destruida por los guardias de la fiestecita esa y salí rumbo a las pistas de esquí. Noté que la ansiedad era mucho menor a la de hace quince años, cuando llegaba antes que abrieran las pistas. Ahora pasaría a almorzar y de seguro llegaría al restorán antes de que abrieran la cocina, como dijo un amigo.

Eran casi las tres de la tarde cuando me subí a los esquís e hice la separación más dolorosa que me ha tocado, dejé mi teléfono y me fui a esquiar. La brisa era helada y se acercaban nubes de mal tiempo por lo que aproveché lo que más pude. Luego de  una hora paré un rato, no sólo por el cansancio también porque había sido mucho rato sin interactuar con mi teléfono. Tomé un trago, comí unos snacks y volví a esquiar hasta las seis y media de la tarde. Me dio frío y mucho cansancio por lo que decidí pasar la noche en el hotel del centro invernal.

Después de instalarme en la habitación y darme un grato baño, me vestí con ropa casual pero elegante y me dirigí a los comedores.  Recorrer los pasillos bien temperados del hotel y al mismo tiempo mirar por las ventanas como caía fuertemente la nieve me daba una placentera sensación. Pensaba qué sería mejor; unirme a la mesa de alguien o comer solo en una mesa, “lo veré allá” me dije.

Al llegar al comedor, por la entrada hecha sólo para los huéspedes del hotel, lo primero que me percaté era que había un par de mesas con mujeres solas que me miraban como invitándome a acompañarlas, “me traiciona mi inconsciente” pensé. Para detener mi instinto de ir a sentarme con alguna de ellas seguí viendo a todas las personas que estaban sentadas también a las que llegaban por la entrada de las personas que no alojaban en el hotel y sólo venían a comer. Mi sorpresa fue máxima cuando me di cuenta que la hermosa mujer que llegaba junto a un hombre de unos cuarenta años era mi esposa. En un primer momento quedé aturdido y sin aire, como si me hubiesen pegado un combo en el estomago y así fui viendo el trayecto que hacían hasta llegar a una mesa que, al parecer,  tenían reservada. Me sentí pésimo, sentí que era muy injusto todo, mi esposa me engañaba mientras yo hacía un esfuerzo máximo por portarme bien. Eso me llenó de rabia la que me hizo recuperar el aliento, pero sin saber qué hacer. Mientras canalizaba mis emociones, pensando en qué tan injusto era en realidad después de mis muchas infidelidades, miraba como el patán que la acompañaba se hacía el galán moviéndole la silla para que se sentara y ella agradecía con una sonrisa bien coqueta. Me empecé a descomponer mientras mi cabeza debatía qué era lo mejor, caerme a trompadas sobre el imbécil petulante del acompañante, hacer una escena de celos y armar un escándalo, volver a mi habitación y hacer como que no vi nada, pasar a saludarlos, etc. Mientras mi cabeza analizaba cual de todas las alternativas era la mejor me percaté que yo conocía al idiota fanfarrón, no recordaba de donde pero no hace mucho lo había visto en algún lugar, por lo que me enfoqué en pensar donde mierda había visto al hijo de puta ese. Luego de  divagar unos minutos y observar su rostro recordé donde lo había visto,  en la fiesta del jueves, él era uno de los hombres que corría a poto pelado por los salones de la casa donde se había efectuado la fiesta, lo cual me produjo una gran alegría ya que la información que tenía de él me daba poder y  control sobre la situación.

Decidido me acerqué a un mozo con el que conversé unas palabras y me fui directo a la mesa donde al llegar saludé como si nada. Mi esposa estaba completamente colorada como la cara de un niño que es descubierto haciendo una maldad, en cambio él puso una cara de canchero que luego borraría y la cambiaría por cara de sorpresa. Me senté sin que me invitaran y antes que mi esposa me presentara al hombre con cara de arrogante le hablé directamente “¿te conozco?, creo que te vi en un seminario de gente importante el jueves en la noche”, palabras que hicieron que el hombre se atorara y pusiera cara de preocupación, la cual pasó a cara de espanto cuando se acercó el mozo, con quien  había conversado segundos antes, y le entregó un papel que yo había escrito que decía “Mira hijo de puta, ahora te paras y te vas dando una excusa, tienes un problema y debes salir urgente o yo me pongo a hablar de tus corridas a poto pelado”.  El hombre con cara de terror  dijo torpemente unas palabras y salió  del lugar ante el asombro de mi esposa, quien  me trató de explicar la situación, le dije “no tienes nada que explicar mientras estemos solteros”.

Cuando ordenábamos la comida me percaté que el tipo había olvidado una carpeta sobre la mesa, estaba abierta y al observarla me di cuenta que eran los papeles del divorcio donde en la primera hoja estaba  escrito a mano y en forma atravesada “Anular tramitación de divorcio”, por lo que entendí que el hombre era su abogado. Al ver que observaba los papeles me dijo que no creyera que esto significaba que volveríamos, sólo había detenido la tramitación del divorcio para poder aclarar ciertos asuntos y tomar decisiones. Yo le dije que no habláramos de eso, que hacía tiempo no conversábamos y que esta era una oportunidad para ponernos al día, ella accedió pero mirando mi teléfono, por lo que a buen entendedor pocas palabras, lo tomé y con el dolor de mi alma lo apagué.

Así el destino de la noche estaba trazado, conversaríamos de lo que nos había ocurrido en los últimos días a cada uno, yo le contaría del funeral del viejito eso sí omitiendo la parte de la nieta y ella me contaría de sus cosas. Al final de la comida, pagaría la cuenta como buen caballero que soy, le pediría un transporte para que volviera a la ciudad y me iría a dormir solo otra noche más.


Capítulo VIII, Rudolph el Reno


El martes viajé temprano desde el centro invernal a la oficina, quería evitar el molesto tráfico, lo cual no logré. Un augurio de que no sería un buen día fue que no paró de llover en toda la mañana y tuve que suspender mi partido de golf agendado de once de la mañana a la una de la tarde, así que le pedí a mi secretaria que asignara reuniones en ese horario. Tráfico y lluvia ya eran motivos suficientes para dejarme molesto, necesitaba desquitarme y agendé una reunión a primera hora con el gerente de recursos humanos. Algunos piensan que soy abusivo y tienen razón, pero concentro mi abuso en una sola persona para que el resto me siga queriendo, además esta persona siempre es un hombre y no una mujer, antes que todo soy un caballero.

El día transcurrió dentro de lo normal, aburridas reuniones de trabajo en las cuales me dediqué a jugar Angry Birds Rio, juego del que aún tengo etapas por concluir. Debo ser sincero, la salida de la gerente de marketing había puesto un poco aburrido el trabajo, ya que lo había convertido sólo en eso, trabajo. Lo único fuera de lo normal era la insistencia de Chief en hablar conmigo, el gerente general de otra empresa que me había invitado a la fiesta del jueves pasado. Dado que la última imagen de Chief era abrazado y besándose con un sacerdote en la fiesta, hacía que no tenía ganas de conversar con él, para ser sinceros me producía una sensación de asco sólo acordarme de esa imagen, por lo que no respondí sus llamadas.

Al final del día fue tanta la insistencia de Chief que me hizo pensar un rato si me convenía o no responderle y para mantener lazos comerciales pues aún tenemos un negocio entre ambas empresas decidí devolverle la llamada. Me contestó con una voz muy preocupada, se notaba que había algo que lo afligía de sobremanera y me solicitó que nos juntáramos urgente en algún lugar,  accedí y quedamos de juntarnos a las nueve de la noche en el bar del hotel donde alojaba.

Mientras manejaba devuelta al hotel se me repetía la imagen de la nieta del viejito, ella me producía una sensación agradable que me confundía, por lo que trataba cambiar el pensamiento a la reunión que tendría con Chief. “¿Qué será lo que le preocupa tanto a este hombre?”, pensaba. Supuse que sólo quería que su secreto no se supiera. Una vez en el hotel, tomé una ducha y cambié mi ropa formal por un pantalón y una camia blanca sport, luego bajé al bar del hotel.

Eran pasadas las nueve de la noche cuando apareció Chief en la puerta del bar, miraba desesperadamente por todos lados tratando de encontrarme y cuando lo hizo se acercó a mi mesa caminando bien apurado. Una vez que se sentó y antes que lo saludara me dijo “¿qué cagada te mandaste weón?.  Lo primero que se me vino a la mente fue pensar cuál de todas, ya que los últimos días los aciertos no predominaban mucho.  “¿Qué cagada te mandaste con el abogado?”  volvió a decir, pero seguía lento quizás porque la imagen de la nieta del viejito aparecía en forma intermitente, quizás porque no lograba entender aún la preocupación de Chief o simplemente porque estaba cansado y sólo quería tener una noche tranquila y relajada. “Explícate un poco mejor que ando lento” dije a Chief poniendo cara de molesto para que la comunicación fluyera de manera más ágil y pudiésemos cerrar el asunto pronto para despacharlo y tener mi noche de tranquilidad tan esperada.

Chief me contó que un abogado se había quejado porque había sido amenazado con que divulgarían su actuación en la fiesta del jueves. Revisaron los videos de la entrada y el abogado me había reconocido, pero como no tenían contacto conmigo supusieron que yo había llegado con Chief a esa fiesta dado que nuestros autos entraron prácticamente juntos. “Les dijiste que no llegamos juntos, ¿verdad?” le pregunté a Chief con un tono inquisidor y el muy desgraciado no sólo responde que había dicho que yo había llegado con él a la fiesta, sino que también había dicho que hoy estaría en el bar de este hotel desde las nueve de la noche en adelante por lo que ahora el abogado venía buscarme. “Chief eres un maricón” le dije, pero que se podía esperar, si él era un gerente general y  tengo muy claro que es parte de la formación entregar a otros rápidamente si el defenderlos no te trae un mayor beneficio.

Cuando terminaba de contarme los detalles de la pronta visita del abogado, le sirvieron a Chief un tequila sunrise que había pedido cuando llegó, el barman me miró de una manera muy extraña, como si supiera que algo pasaba y que el bar vería una escena fuera de lo normal, lo cual le incomodaba mucho. “Lo sabía” dijo cuando vio que en la entrada del bar a dos gorilas que parecían armados, luego me di cuenta que acompañaban al abogado, ellos se quedaron resguardando la entrada. Recién ahí entendí que la situación era mucho más compleja de lo que yo esperaba y era bastante probable que esa noche de tranquilidad que tanto deseaba no llegaría. Cuando el abogado nos divisó, me di cuenta que era el tipo a quien había amenazado la noche anterior, el abogado de mi señora, se nos acercó caminado con una sonrisa de venganza que me producía algún grado de perturbación, recordar el tipo de fiesta que hace esta gente hacía que me diera pavor pensar en las maneras que tienen de vengarse. Razoné por un instante y pensé que tanto puede pasar, pero no duró mucho al ver que existían alternativas como que me golpearan, me violaran o simplemente me hicieran desaparecer, por lo que tal nivel de incertidumbre me comenzó a producir miedo.

Una vez que el abogado se sentó junto a nosotros me miró con una sonrisa en la cara y me dijo “¿así que te gustó amenazar con contar que corría a poto pelado?, veremos ahora si te gusta lo que viene hijo de puta, ahora te paras y nos acompañas por la buena o los gorilas de la puerta te llevarán a la mala, tú eliges”.  Si les dijera que no me asustó sería una gran mentira, me cagué de miedo pero traté de evitar que  se notara y dar la impresión de control sobre la situación. “Levántate que vamos a dar un paseo” dijo el abogado, respondí que quizás era mejor quedarnos en el bar ya que hacía frío afuera, esa respuesta no fue de su agrado, puso cara de molesto y me dijo que dejara de hacerme el payaso. El abogado con poca paciencia hizo un gesto a los gorilas los que inmediatamente ingresaron al bar, pero antes de que llegaran se acercó el barman con cara de tremenda determinación y mostrando que había puesto atención desde el principio dijo “de este bar no se va nadie sin que yo lo permita” lo cual me dio un respiro por unos segundos, pero al darme cuenta de la inferioridad numérica que teníamos me asustó que la situación se pusiera compleja y hubiera un desenlace sin control. 

La caminata de los gorilas hacia donde estábamos se me hizo eterna y en cuestión de segundo me exigía tener un plan de acción, el cual no llegó sino hasta tener un poco más de cerca a los gorilas y darme cuenta que eran parte de los guardias que me habían identificado en la fiesta como el Gerente2012 de twitter y por su afecto al personaje me habían dejado ir. Una vez que los guardias estaban al lado de nosotros vi que uno me había reconocido ,dejé que la situación se pusiera más tensa aún antes de intervenir. El abogado tenía cara de molesto, se notaba que no tenía el control de la situación y Chief sudaba mostrando un miedo que lo hacía ser sólo un distractor. Cuando el silencio duró unos minutos y las miradas se cruzaban de un lado a otro interrumpí el silencio y dije “no dejemos que esto se nos escape de las manos”, dirigí mi vista al abogado y le dije “tú no me conoces y no sabes en que problema te puedes estar metiendo, pero seré justo. Ayer te amenacé con algo que no debía y debo pagar por ello, por lo que te propongo que yo, el barman y tus dos gorilas nos vayamos  fuera del bar y arreglemos esto con una golpiza de tus hombres hacia mí, para que te desquites''. Al abogado le pareció una buenísima oferta, le daba una salida magistral a la que no podía resistirse y obviamente accedió.

Una vez fuera del bar, uno de los gorilas me dice “El Gerente2012 otra vez en problema, ya parece broma amigo”, miré al barman con cara de darle una explicación, pero antes el me dijo “no tienes nada que explicar, hace mucho sé que eres Gerente2012 de twitter  y también soy tu seguidor, pero eso te lo explicaré en otro momento”. Mi asombro y mi ansiedad por saber cómo el barman sabía eso no duró mucho, ya que al ser experto en manejo de crisis de todo tipo, mi mente rápidamente ordenó las prioridades y asignó la primera posición a salir cuanto antes de la compleja situación.

Les propuse a los gorilas fingir que me pegaban y hacer ruido para que lo creyera el abogado, uno de ellos me dijo que era una buena idea pero debía haber marcas de la golpiza o de lo contrario el abogado no creería la actuación. El otro gorila manifestó que conocía una técnica que permitía dejar una marca en un ojo sin causar dolor, pegando un golpe justo alrededor de este. Le pregunté varias veces si lo había hecho antes y me dijo que era parte de su rutina diaria, no muy convencido accedí.

El golpe, lejos de darme en el ojo, me dio de lleno en la nariz causándome un tremendo dolor que me hacía gritar como loco, sentí que tenía una fractura. La sangre que brotaba por mi nariz había teñido de rojo el pecho de mi camisa blanca, la evidencia de la golpiza ya estaba, pero no sabía si lo que me molestaba más era el dolor que no cesaba o la risa del barman quien parecía disfrutar de la situación.

Una vez que nos acercamos a Chief y el Abogado, la cara de este último fue de completa satisfacción, dado que mi nariz hinchada y colorada como la del reno navideño y mi camisa ensangrentada eran suficiente muestra de que su venganza había sido efectuada. No pasó mucho tiempo en que se fueran y me quedé sólo con el barman quien me dijo que parecía una niñita gritando, me pasó hielo y me dijo que no era una fractura por lo que no me quedarían marcas.

Sin ganas de aclarar nada me fui a mi habitación con el hielo en la cara y en una facha que parecía saliendo de la película de “el club de la pelea”. Llegué a mi habitación rogando por un descanso y al llegar a mi cama me encuentro con una nota que decía “te tengo que ver, no dejo de pensar en ti” y al ver la firma me di cuenta que era de la nieta del viejito. Me puse a dormir pensando en ella y en que por más que había tratado de alejarla de mi mente no lo había podido lograr,  lo cual me dejó bastante confundido.


Capítulo IX, Planificación estratégica.


La mañana siguiente a la “golpeada noche” no sólo amanecí con un tremendo dolor en la cara, sino también al mirarme en el espejo vi que por debajo de mis ojos se me había puesto todo de color morado. Mi cara era un desastre, pero tenía el consuelo de que era momentáneo y no quedaría con marcas permanentes como tampoco requeriría algún tipo de cirugía.

Antes de ir al trabajo tuve que pasar a comprar unas gafas que permitieran tapar en parte los hematomas de mi cara. El mensaje dejado la noche anterior  por la nieta del viejito tenía mi menta bastante confundida, de una manera tal que a veces del dolor desaparecía por completo, seguro que cada vez que pensaba en ella generaba endorfinas las que me daban una sensación de bienestar. Me preguntaba qué me estaba pasando, aunque en el fondo sabía que cualquier conclusión pasaba por calificar lo que sentía como una sensación de enamoramiento, lo cual me aterraba, sobre todo ahora que las cosas con mi esposa  estaban caminando y se abrían posibilidades verdaderas a una reconciliación.

La única forma de sacar a la nieta del viejito de mi mente fue idear una locura que me enfocara cien por ciento en mi esposa, por lo que rumbo al trabajo fijé mi mente en un solo objetivo, hacer algo que llamara su atención de sobremanera. Así fui observando cada cosa que se me atravesaba en el camino e inmediatamente la asimilaba a alguna locura. Por ejemplo en la calle vi un mimo y se me ocurrió llegar con unos veinte de ellos a la casa de mi esposa  haciendo de sus juegos dirigiéndola a mi auto, donde yo la esperaría con un lindo ramo de flores  y de ahí irnos a comer, pero no me gustó. Después vi una mujer  con delantal blanco bien hermosa la cual desvió la atención de mi mente a un lugar que no era conveniente, pero después de un rato me la imaginé como masajista en una sesión completa de spa junto a mi esposa, pero tampoco me convenció dado que una cita así pondría en riesgo mi concentración, ya que me podría llevar a estar pensando en cómo sería la misma sesión pero desnudos y solos con la masajista.  Cuando paré en un semáforo vi el edificio más alto de la ciudad que está en construcción y me imaginé que la vista desde lo alto del edificio sería maravillosa por lo que pensé que una buena idea sería hacer una cena romántica con música en vivo y atendidos por unos garzones en la azotea del edificio. Cuando vi que el edificio tenía el helipuerto ya construido me cerró todo, una llegada en helicóptero sería genial, lo que me hizo sonreír dado que la locura estaba tomando forma y mi día consistiría en prepararla.

Llegando a la oficina eliminé todas las reuniones de trabajo de la agenda y comencé a hacer los contactos necesarios. El gerente de finanzas de la inmobiliaria que construía el edificio, había sido mi compañero en el MBA y además le había hecho algunos favores contratando un par de familiares de él en cargos de poca relevancia. Logramos hacer contacto como a las doce del día y quedó en responderme al final de la tarde sobre la factibilidad de prestarme el lugar, claro está que entendió que con este favor él quedaba liberado por lo que yo sabía que se la jugaría además no tenía costos relevantes para él.  La fecha acordada sería mañana jueves, por lo que ahora  me faltaba  coordinar la música y el banquetero, trabajo que asigné a mi secretaria.

El helicóptero se lo encargué al gerente de operaciones, ya que sabía que tenía un amigo que era dueño de una empresa que prestaba estos servicios, pero en vez de pedirle un favor le pedí que cotizará treinta vuelos el año, vuelos que finalmente no haría. Le dije que  si tenía un proveedor de confianza, yo estaba dispuesto a probarlo pagando  un vuelo  a mitad de la tarifa. Se movió rápido, ya que un potencial contrato como ese sería una muy buena noticia para su amigo, por lo que después de almuerzo el trato estaba cerrado.

Lo único que me faltaba era definir cómo haría que mi esposa me acompañara sin tener que explicarle nada, decirle “ponte bonita que esta noche te tengo una sorpresa” no  me sonaba perfecto, debía hacerla llegar algún otro lugar sin siquiera sospechar que era para tener una cita con ella, lo cual pensé durante todo el almuerzo y gran parte de la tarde teniendo como resultado una muy buena estrategia. La llamaría desde un lugar en las afuera de la ciudad para decirle que  yo estaba en problemas y que necesitaba de su ayuda tratando de no alarmarla demasiado, debía venir tranquila pensando que era demasiado tedioso prestarme socorro, sería resolver un trámite administrativo o algo así. Una vez en el lugar aparecería yo vestido formal y muy elegante y la haría pasar a una pieza donde estaría un vestido hermoso que compraría al día siguiente junto a joyas de ella que sacaría de la casa, ya que la compra de joyas no era una carta a jugar todavía.

Eran casi las seis de la tarde y tenía todo coordinado, yo estaría en un restorán que está en una de las carreteras a las afuera de la ciudad, donde supuestamente no me dejarían abandonar el local porque al pagar mi tarjeta supuestamente sería rechazada, por lo que le pediría ayuda a mi esposa. En el mismo terreno del restorán, que es bastante amplio, estaría el helicóptero que nos llevaría al edificio que ya me había conseguido el gerente de finanzas de la inmobiliaria. La música estaría compuesta por un violín, un saxo y un contrabajo sumado a una cantante de jazz que daría el toque sensual a la noche. La comida estaría preparada y sería langosta de entrada, un exquisito filete de avestruz y ensaladas verdes sería la cena , la cual finalizaría con un rico suspiro limeño, postre que era uno de los preferidos de mi esposa.

Llegué al hotel muy cansado y me fui directo a mi habitación, dado que no tenía ganas de encontrarme con el barman o con cualquier otro idiota que me hiciera tener nuevamente una agitada noche. A través de servicio a la habitación pedí la cena, la cual comí viendo las noticias de la noche. Una vez que terminé me acosté muy emocionado por la preparación de la actividad, pero sentía igual como el recuerdo de la nieta del viejito quería entrar a mi mente, pero este era bloqueado por la emoción de la planificación de la cita con mi esposa. Temprano me quedé dormido y puede descansar después de varios días difíciles que habían complicado mi vida de una manera que no había sucedido antes.


Capítulo X, Un plan casi perfecto


Una noche espectacular, una mañana aún mejor y un almuerzo delicioso había tenido antes de llegar a comprar el vestido a mi esposa. Obvio que no estaba en ninguna tienda, sino en el taller del diseñador que hacía los vestidos a toda la familia de ella para matrimonios, bautizos y cualquier otro tipo de evento. El vestido que yo estaba buscando era uno que le habían mandado hacer al diseñador, pero que finalmente no se le habían comprado. Este era largo, de una pieza y mezclaba un color azul profundo con toques de diferentes blancos. Recordaba haber escuchado a mi esposa decir que estaba hecho de diferentes y muy elegantes telas, pero para mí era sólo un vestido más. Mi mujer se lo había probado varias veces, pero nunca se animó a comprarlo porque no se atrevería a ocuparlo en ninguna fiesta por el pronunciado escote y la apertura de la espalda, que eran demasiado atrevidas para lo que comúnmente usaba. Yo pensaba que esta sería la ocasión perfecta para que lo vistiese, ya que no estaría expuesta  a nadie, pudiendo  sentirse sensual y bella que creo que era lo que sentía cada vez que venía a probárselo.  Por su parte, mi secretaria coordinó con la asistente de mi casa el retiro de las joyas, yo sabía que ella guardaría el secreto y sería cómplice, ya que a sus sesenta años me adoraba y regaloneaba con la comida como una madre que regalonea a un hijo.

Una vez comprado el vestido volví a la oficina a chequear con mi secretaria todos los detalles, estaba todo listo y en orden para seguir con la ejecución del plan. Llamé a mi esposa para saludarla y de pasada le conté que estaba cansado y que me quedaba trabajo, ya que tenía una reunión  a las afuera de la ciudad por lo que mi día estaba bien complicado. Ella me contó que estaba contenta acompañando a su madre a realizar algunos trámites y que no tenía compromiso para hoy, diciéndolo para que yo recogiese el guante y la invitara a salir, pero me hice el desentendido. Esto hizo que al despedirnos ella lo hiciera con una voz que dejaba escapar una pequeña decepción, lo que hacía que las expectativas no sólo no existieran sino todo lo contrario el no haberla invitado a salir haría que la sorpresa fuera aún mayor y mucho más gratificante.

Una vez arreglado todo salí rumbo al lugar donde partiría toda la acción, era un restorán de carretera muy conocido que en un comienzo fue de encuentro de camioneros que con el tiempo se había dado a conocer como un lugar de comida típica. Manejé cerca de cuarenta y cinco minutos revisando en mi mente una y otra vez todos los detalles, ya que me emocionaba de sobremanera la ejecución del plan. Cuando llegué al lugar, que se encontraba a media capacidad dada la hora,  me senté en una mesa, pedí una cerveza acompañada de snacks y saqué mi teléfono para llamar a mi esposa, quien sorprendida me atendió y me preguntó si estaba todo bien, ya que en esos días era raro que la llamara dos veces en tan poco rato. Yo le expliqué que no había nada grave y le conté la mentira del rechazo de la tarjeta de crédito que había preparado, ella me preguntó extrañada si no andaba con chequera u otras tarjetas y le dije que las había olvidado en el hotel. “¿Cómo tan desordenado?”,  me preguntó increpándome, señal que el plan estaba funcionando ya que obviamente aceptaría ayudarme pero no con muchas ganas.

Esperé cerca de una hora hasta que llegó al restorán y cuando llegó se bajó con las llaves, el teléfono y la tarjeta de crédito para pagar la cuenta. Se sentó y me comentó que fue muy incomodo el viaje y que el sólo pensar que debía manejar de vuelta la agotaba. Yo le dije que no manejara y ella me miro con una cara de “¿y a este que bicho le picó?”, pero antes que dijera algo le tomé la mano y le pedí que me acompañara. Cruzamos un pasillo y llegamos a una puerta que estaba alejada de los comedores y ella no paraba de preguntar “¿a done me llevas?” un tanto incomoda por la incertidumbre. Cuando abrí la puerta y entramos a un cuarto bien aseado, hecho para descanso del administrador del restorán, lo primero que se veía era el vestido que se estiraba a lo largo de un sillón. Ella me miró con cara de sorpresa e inmediatamente fue  a verificar si el vestido era el que tanto le gustaba.

Una vez que se cercioró que era el que había querido comprarse,  lo acomodo en su pecho y preguntó que qué estaba pasando, yo la miré a los ojos y le dije si estaba dispuesta a vivir una aventura divertida. Recién en eso momento ella notó que yo usaba un traje diferente, que era muy elegante para el lugar y miró el vestido y dijo sonriendo; “estoy dispuesta, pero con una condición”  y antes que yo dijera algo ella dijo “me prometes que te quedas con esa ropa y no te pones ningún pantalón de mariachi”, lo cual sacó risas de ambos. Me pasó su teléfono, tarjeta y llaves, de los cuales los dos primeros guardé en mi chaqueta y las llaves se las entregué al encargado del lugar con quien había acordado mandaría a alguien a llevar el auto al edificio donde sería la cena romántica.

Esperé cerca de treinta minutos antes de ver a mi mujer salir del pasillo y acercarse a la mesa donde yo estaba sentado. El vestido hacía resaltar su delicada figura dándole un toque de elegancia y distinción máxima, quedé sorprendido y con muy pocas palabras que decir, pero sí entendí porque le gustaba probarse tanto ese  vestido. “¿Cómo me veo?”, me preguntó sabiendo que la respuesta no podía ser otra distinta a que se veía hermosa, lo que ella agradeció con una sonrisa.

Cuando me preguntó dónde iríamos y en cuál de los dos autos,  le dije que no se adelantara y que me acompañara afuera, lo cual la hizo poner una cara de pregunta que en poco rato se transformó en cara de sorpresa al ver que nos subíamos a un helicóptero para abandonar el lugar. Una vez en el aire ella me tomó la mano y la apretó muy fuerte por el nervio que le producía este vuelo. A los pocos segundos se comenzaron a ver las luces de la ciudad a lo lejos  marcándose las avenidas como líneas que la segmentaban y  en no más de diez minutos estábamos volando por encima de los edificios y calles de la ciudad, lo que era una vista bastante hermosa la que nos mantenía mirando todo el rato por las ventanas.

Cuando nos acercamos al edificio que nos esperaba, ella apretó aún más fuerte la mano, quizás porque la sensación de descenso a esa altura sobre un espacio pequeño era aún más más vertiginosa. Una vez que aterrizamos, un mozo la ayudó a bajar y nos guió hasta donde sería servida la cena. El lugar estaba muy bien decorado, había arreglos florales por todos lados y alfombras que cubrían la loza sin terminación del edificio. Apenas llegamos al lugar la cantante y los músicos comenzaron el repertorio con una versión femenina de “What a wonderful world” de Louis Amstrong.

El mozo  invitó a sentarnos, lo cual hicimos y  sirvió una copa de  Moët & Chandon Brut Impérial Magnum, mientras ella me decía que cómo se me había ocurrido preparar tal nivel de locura. Mientras yo le explicaba, la intérprete comenzaba a cantar una versión de Unforgetable de Nat King Kole, ante lo cual paré la conversación y la invité a bailar. Una vez abrazados girando ante la suave voz de la cantante y una pequeña briza que cruzaba el lugar, nos miramos sin decirnos nada por unos treinta segundos y después ella apoyó su cara sobre mi pecho y seguimos bailando hasta que el mozo nos avisó que la cena estaba lista.

La langosta estaba servida en un plato de muchos colores y bien adornado, lo que hacía que no fuese sólo un placer para el paladar sino que también para la vista. Mientras comimos ella habló del día que había tenido con su mamá, mientras a lo lejos se escuchaban canciones como “Moon River” de Louis Armstrong, “At Last” de Etta James y “Lover Man” de Charlie Parker, entre otras.

En la cena, el filete de avestruz estuvo delicioso preparado con una salsa agridulce que incluía nueces y pasas. La ensalada verde era muy llamativa, ya que era una colección de todo tipo de hojas las que habían sido aliñadas con diferentes especias, limón y aceite de oliva. Mientras cenábamos, algunas de los títulos que la cantante interpretó fueron “When I Fall In Love”  de Miles Davis, “Drume Negrita”  de Arturo Sandoval y “You Don't Know What Love Is”  de Sonny Rollins. Los temas que conversamos fueron triviales, pero me preocupaba de sacarle sonrisas durante todo el rato, algunas de las cuales se convertían en carcajadas.

Antes de que trajeran el postre ella me miró y me dijo, “déjame adivinar, ¿suspiro limeño?”, con una sonrisa asentí con la cabeza y ella me tomó la mano y  dijo que le encantaba cuando yo recordaba sus gustos. La conversación y las risas siguieron por un buen rato, creo que en total debimos haber estado en el lugar unas tres horas cuando comenzó hacer un frío que nos recordó que era hora de partir. Antes de retirarnos  ella me dijo que había sido todo maravilloso, pero esperaba que no creyera que esto significaba que estaba lista para perdonarme, pero que si creía que iba ser capaz y que ahora sólo había que dejar que el tiempo fuese haciendo su trabajo. Dado el frío cubrí su espalda con mi chaqueta y bajamos por el ascensor conversando y tomados de la mano. Una vez en su auto que estaba con las llaves puestas ella me miró como para darme un beso al cual accedí, ya que aprendí desde chico que a una mujer no se le debe dejar esperando por un  beso y yo por sobretodo soy un caballero. Fue un beso tierno, húmedo que no invitaba a ningún lugar sino sólo transmitía un sentimiento fuerte de amor que esa noche recordamos que aún era abundante en nuestros corazones. Una vez en el auto me miró, sonrió y me hizo un gesto con los ojos de despedida.

Cuando llegué a mi auto, con una sensación de completa satisfacción dado que todo había salido como estaba planeado dejé mi chaqueta en el asiento trasero del auto y antes de tomar rumbo al hotel me decidí llamarla para decirle lo mucho que la amaba. Mientras  llamaba empezó a sonar un ruido de un teléfono en el asiento trasero, lo cual me llamó mucho la atención. Cuando tomé mi chaqueta, que era de donde provenía el sonido recordé que ahí había guardado el teléfono de mi esposa y este sonaba por la llamada que yo estaba haciendo, lo cual me hizo sonreír. Cuando tomé su teléfono me llamó la atención que tenía diecisiete mensajes de texto sin leer, lo que me produjo un poco de curiosidad y me dispuse a leerlos.

No había terminado de leer el primer mensaje cuando mis manos comenzaron a tiritar y un profundo dolor comenzó a producirse en mis zona abdominal, una sensación de vértigo se estaba apoderando de mi y el dolor comenzaba a  cruzar todo mi pecho, me empecé a sentir mareado y atontado sin entender que pasaba o más bien mi mente no había querido procesar lo que había leído, pero si lo había hecho mi cuerpo. No entré en razón hasta cuando me di cuenta que mis ojos se llenaban de lágrimas y los tiritones en mis manos eran incontrolables, mi vista volvió a fijarse sobre la pantalla del teléfono de mi esposa y volví a leer el mensaje, pero esta vez tratando de retener lo que leía. El dolor llegó a mi garganta segundos después que había vuelto a leer que el mensaje que había abierto decía “mujer te amo y seguiré luchando por ti, pese a los intentos de volver de tu marido, la última noche que pasamos haciendo el amor fue maravillosa”. Cuando terminé de leer el mensaje, esta vez en forma consciente, el dolor que se había apoderado de mi garganta se había transformado en vómito y el tiritón de mis manos no permitió sostener el teléfono dejándolo caer sobre el asiento, mientras mi ojos que en un principio se habían llenado de lágrimas ahora por ellos escurría en grandes cantidades. Mi llanto era silencioso, dado que el dolor que presionaba mi pecho no me dejaba respirar, por lo que salí del auto tiritando y tuve que gritar con una fuerza tremenda para poder liberar espacio y poder recuperar el aliento, lo cual logré y justo después de volver a inspirar aire lo expulsé con un llanto fuerte.

No sé cuánto tiempo me quedé en el lugar, pero apenas los tiritones disminuyeron decidí subirme al auto y volver al hotel. Una vez en él, de seguro con una cara espantosa, me encontré con el barman que me detuvo y  puso una mano en mi hombro y  dijo “todo pasa por algo”, ante lo cual dije gracias y seguí mi camino a la habitación como un zombi sin haber procesado en absoluto sus dichos. Una vez dentro, me recosté con ropa, me tapé con el cubre camas y evitando pensar me quedé dormido con un fuerte dolor en el pecho que no pretendía desaparecer.


Capítulo XI, Big Bang


Esperando en el restorán recordaba con mucho cariño a la nieta del viejito, con quien anteayer había tenido una noche perfecta de pasión, la que había comenzado en una fiesta de una famosa marca que lanzaba un producto y habían invitado a varios ejecutivos del mercado.  Cuando nos pusimos a conversar sentí algo extraño, no eran las típicas ganas de tomarla e ir a algún cuarto oscuro que habría sido lo usual, quería escucharla, ver sus gestos al hablar, sus risas y como ponía su mano sobre mi hombro cada vez que yo decía algo que la importunaba. Claro eso fue en primera instancia, ya que en segunda y de ahí adelante las ganas de sacarla del lugar llegaron como era de esperar y terminamos pasando una fantástica noche en su departamento. 

El recuerdo de cariño no era precisamente por lo realizado en su departamento, sino por lo que me había provocado el conversar con ella, lo que no recordaba hubiese sucedido en el último tiempo. Por lo demás sentía que había sido recíproco y que ella al poner toda su atención en mí lograba un efecto de seducción sutil que hacía innecesaria conversaciones de halagos mutuos para hacernos sentir especial, la sola conversación lo lograba. Cada vez que me involucraba con una mujer descubría algo propio y distintivo de cada una, pero en el caso de ella no lograba poder expresar lo que  sentía que había descubierto, pero si tenía claro que era gratificante y seductor.

Traté de no pensar mucho más en esta sensación mientras esperaba que el viejito llegara para una entrevista, su nieta me había pedido si podía evaluarlo como un asesor de gerencia.  Nunca antes había considerado tener un asesor, de hecho consideraba que sólo servían para halagar al gerente y justificar su pago, lo cual no me atraía ya que halagadores no me faltaba en la empresa.  En este caso había hecho la excepción a lo que hasta ese instante era mi regla y lo hacía porque, después de la agradable noche pasada con la nieta, consideraba descortés hacia ella no tener el gesto si quiera de recibirlo, lo que no haría de ninguna forma dado que por sobretodo soy un caballero.

Cuando llegó el viejito me produjo una sensación de bienestar similar a la que producen los abuelos, el mío había muerto hace veinte años y volver a sentir esa sensación era muy agradable. Me pidió que le contara de mí y mi forma de gestionar, hablé de todo en relación a mi trabajo, prácticamente una hora. El viejito celebraba cada ejemplo de manipulación a mis gerentes de área, se reía, hacía gestos de concordar que eran buenas jugadas, lo que me animaba a contarle aún más cosas y finalmente terminamos riendo juntos.

Todo fue muy agradable hasta que me dijo que yo tenía un perfil especial, que era nefasto en organizaciones que requerían estabilidad y que era muy valioso en las que requerían reestructurarse o generar fuertes cambios ya que mi visión de negocio, mi determinación, mi capacidad de no perder el norte y mi alta orientación al logro eran características que tomaban valor sólo en escenarios de crísis, por lo que si revisaba mi historia laboral me daría cuenta que vivía enfrentando crisis y cuando estas pasaban yo decidía cambiar de proyecto.

Le dije que estaba equivocado, que hoy tenía un proyecto que gozaba de una estabilidad única, los presupuestos del año se cumplirían de sobremanera y sin que me demandaran gran trabajo, lo cual me tenía feliz y tranquilo dedicándome a gozar de la vida. Me respondió que lo entendía con claridad, pero que no pasaría mucho tiempo antes de aburrirme y cambiar de proyecto, propuso enseñarme a generar una crisis para poder sentir que mis atributos dieran frutos y al mismo tiempo rentabilizaría el proyecto mejorando las condiciones económicas de la empresa y de paso todo esto aumentaría mi ego.

Me comentó que la gente le teme a las crisis, dado que es una situación de un resultado incierto lo que genera inestabilidad por el tiempo que dura esta. Pero perfiles como el mío eran capaces de verlas como una oportunidad, ya que ese resultado incierto era producto de un reacomodo brusco de las cosas y que si se sabía manejar se podían obtener ganancias. Me comentó que los chino usan el mismo signo ideográfico tanto para describir crisis como oportunidad y que al ser una cultura milenaria al menos tenían el beneficio de la duda, lo cual me hizo sentido.

La asesoría consistiría juntarnos una vez por semana  para tener una conversación y que de no haber crisis no me cobraría nada, eso sí esperaba que yo pagara, al menos, la cuenta de los desayunos. Creo que como me recordaba a mi abuelo y porque la conversación había sido entretenida acepté, no porque viera una oportunidad de negocio, total los honorarios los pagaría la empresa.

Llegué a mi oficina pensando en todo esto de las crísis y di un paseo por todos los puestos de trabajo, pensé que si bien este proyecto estaba en orden ya me estaba aburriendo, por lo demás  la inercia que había desarrollado no alcanzaba para mantener el crecimiento de la venta para el próximo año,  por el que la idea de generar una crisis me pareció una alternativa y la analicé toda la tarde. No sabía si era por mi perfil o porque el viejito hábilmente había sembrado algo en un terreno fértil con lo cual se aseguraría unos muy buenos honorarios.

Al final del día, la idea de la crisis estaba generando una adrenalina que hacía rencantarme con el trabajo, había vuelto a analizar la incorporación de una línea de negocio altamente riesgosa que si bien podía generar un buen volumen de facturación, la empresa no estaba preparada para enfrentar tanto operacional como administrativamente. Antes de irme, la decisión estaba tomada,  aprovecharía la asesoría del viejito para el manejo político ante directores y mis gerentes de área para la incorporación de la nueva línea de negocio, por lo que la laboralmente comenzaba a gestarse la mayor crisis laboral que me tocaría vivir.

Capítulo XII, No hay primera sin segunda


La empresa que administro tiene cinco  gerentes que dependen directamente de mí, los más importantes son el comercial, operaciones y el de administración y finanzas quienes sostienen la mayor parte del negocio. También se sumaba del gerente de recursos humanos quien era irrelevante pues no tiene ningún elemento diferenciador que implique un costo reemplazarlo, de modo que era el gerente de turno con el que me desquitaba cada vez que algo me molestaba. La quinta gerencia que dependía de mí era la de marketing, puesto que siempre era asignado a mujeres de treinta años de edad, ambiciosas y por sobretodo hermosas, ya que esos elementos la hacían candidata para que tuvieramos una relación de trabajo  “cercana”.

Todos los gerentes estaban muy bien alineados conmigo, salvo el de administración y finanzas con quien habiamos tenido un problema hace poco pues se juntó a almorzar con un director sin informarme y cuando lo enfrenté se deshizo en explicaciones mostrando una sensación de culpa que me llamó mucho la atención.  Para poder entender el fondo de la reunión y hacerle entender a este gerente que la deslealtad tenía un potencial costo no lo atendí por una semana y sí me junte en varias ocasiones con su primera línea, lo que le generó bastante miedo y debió sentarse en mi oficina a pedir disculpas y explicar que la reunión se había tratado exclusivamente de errores de gestión que, insistentemente,  buscaba el director. Le dije en ese momento que fuera más cuidadoso y que no lo volviera a repetir, pero en el fondo sabía que la relación ya estaba quebrada.

Ya había pasado una semana desde la primera reunión que había tenido con el viejito y tenía todos los antecedentes de cómo generaría la crisis, lo primero sería darle mayor protagonismo al gerente de recursos humanos indicándole que sería buena su mayor participación en el negocio proponiendo proyectos nuevos a realizar y le pasé los antecedentes de la nueva línea de negocio que estaba decidido a implementar. Por otro lado al gerente de finanzas y comercial les propuse un bono extra si lograban presentar un nuevo negocio que implementar y les señalé que el gerente de recursos humanos tenía una muy buena idea que había llamado mi atención. Ambos animales se moverían sólo por el bono y al ver que yo ya tenía cierto grado de valoración por el proyecto del gerente de recursos humanos sería este el que presentarían. Al gerente de operaciones lo dejaría fuera del grupo quien al sentirse excluido dispararía contra el proyecto.

La nueva línea de negocio consistiría en incorporar el desarrollo de un nuevo segmento de mercado orientado a personas de un estrato social más bajo a lo que acostumbrábamos, por lo que los precios serían menores y los volúmenes de facturación superarían por lejos los actuales y no teníamos sistemas suficientes para soportarlos. La logística que requería era compleja y se necesita acostumbrar a la organización para conseguir un punto de estabilidad.

Cuando llegó el viejito me causó la misma sensación que la semana anterior, pero entendía que no era mi abuelo, ya que estas reuniones eran pagadas y eso ponía la distancia suficiente para no confundir las cosas. Le comenté acerca de la empresa,  mis gerentes y de mi plan, el que le pareció fenomenal pero comenzó a hacer su trabajo cuestionándome algunos puntos en los cuales yo no había pensado.

“¿Y quién muere?, me preguntó”, pregunta que no entendí y se lo hice saber pidiéndole que fuera más explícito. “una crisis tiene un periodo negativo que se logra pasar sólo si entregas al directorio la cabeza de alguien”. Pero no me pareció correcto hacer pagar el costo a alguien con su despido por una crisis que estaba generando yo mismo, ya que si bien soy muy calculador, si hay que despedir a alguien siempre lo haré por un buen motivo, por lo que dije que no entregaría la cabeza de nadie y vería otra forma. El viejito dio una risa que delató me consideraba ingenuo por mi actuar, me dijo “en un equipo de trabajo siempre hay un judas al que su ambición lo ciega y busca oportunidades en formas desleales a quien dirige el grupo. Situacionda como estas son muy buenas para librarse de ellos y mostrar al resto el costo de la deslealtad”.

Cuando dijo “deslealtad” me acordé del problema que había tenido con el gerente de finanzas y se lo comenté al viejito quien me dijo “ahí tienes tu judas” si no lo sacas contaminará al resto y el primero en seguirlo será el gerente de recursos humanos, dado que según me cuentas no es el más motivado de tu grupo”, comentario con el cual nos reímos.

Respecto de la línea de negocio le pareció acertada la decisión, sólo tenía dudas de cómo debía presentarla al directorio, ya que debía ser aprobada por este  por lo que esa jugada era clave y había que pensarla bien, así  quedamos en que ambos  pensaríamos una forma de enfrentarlo.

Después hablamos de la necesidad que tiene la sociedad de que los errores sean pagados, le dije “cuesta entender que me esté jugando por aumentar la rentabilidad y tenga que tener cabezas para entregar en caso de que no funcione el proyecto”, me dijo que era incomprensible, pero era así y las cosas que no se podían cambiar había que aceptarla y a partir de ellas construir. Yo le dije que era una persona capaz de hacer los cambios que me propusiera y que quizás en esta situación podía lograr un cambio y no entregar a nadie, ante lo cual me dijo; “escucha bien y no lo olvides nunca, para mí la clave de la felicidad y el éxito está en tener la serenidad para aceptar lo que no puedes cambiar, tener la fuerza para cambiar lo que si puedes cambiar y lo más importante desarrollar la sabiduría para poder distinguir entre ambas”.

Cuando pensaba en cada una de las palabras que componían la frase me hacían mucho sentido, el viejito se despidió y me dijo que tenía muchas cosas en qué pensar, me dijo que era una buena persona adaptándome a un mundo de animales, pero que seguiría haciéndolo tan bien como lo venía haciendo hasta ahora. Me dio su mano fría y arrugada y nos despedimos. Por mi parte quedé pensando toda la tarde en la frase, de hecho  busqué en google “fuerza para cambiar lo que se puede cambiar” y me di cuenta que era una frase de san Agustín y que había varias páginas que hablaban de ella.

Me hizo mucho sentido en muchas cosas, cuanto costo había adquirido en mi vida por cambiar cosas que no podía, generándome una gran frustración, también pensaba en toda la gente que se queja que la vida no le sonríe sin hacer ningún cambio para que ocurra. Yo tenía la fuerza para cambiar lo que podía cambiar, con el tiempo algo de sabiduría había adquirido para poder distinguirlas, pero claramente el trabajo que me quedaba por hacer era lograr la serenidad para aceptar las cosas que no podía cambiar, pero como era algo que sí podía cambiar comencé a trabajar desde ese momento la aceptación y mientras manejaba rumbo a mi casa me di cuenta de la fuerte influencia que estaba teniendo el viejito en mi vida, no sólo asesorándome en ser mejor gerente, sino que también en ser mejor persona.

Capítulo XIII, La tercera es la vencida


La semana siguiente, el segundo desayuno estuvo marcado por la alineación que se dio entre los gerentes para convencerme de lo atractivo del proyecto, lo cual me producía un tanto de gracia dado que no lograban ver que toda la situación había sido manipulada por mí. Por su parte,  la exclusión al gerente de operaciones daba resultado, ya que había levantado un informe de todos los problemas operacionales que generaría el proyecto. Pero el resto de los gerentes aseguraban que era un buen proyecto y que debíamos seguir adelante.

Por otro lado, en un almuerzo con el presidente del directorio me comentó que había críticas a mi gestión por parte de un director, quien alegaba que tenía detenido un proyecto estratégico, lo cual me hizo entender que el gerente de administración y finanzas y él seguían comunicados. Le comenté al presidente del directorio que no había presentado el proyecto porque sentía que la madurez de la organización no estaba lista, pero podría estar equivocado por lo que si el directorio creía que había que hacer el proyecto debíamos buscar la mejor forma de hacerlo, quedamos en que en el próximo directorio, que era al día siguiente, yo presentaría el proyecto.

En una empresa el gerente general tiene amplios poderes y sin directores que incidan en la gestión es la persona más poderosa, incluso por sobre directores y presidente de directorio, por lo cual los directorios como práctica sana van cambiando a los gerentes generales cada cierto tiempo y siempre hay algún director con ganas de sentir poder que es quien empuja la salida y al parecer este era el caso.

El tercer desayuno que tuvimos con el viejito fue magistral, le conté acerca del director con ganas de poder y me dijo que era lo normal, pero que un gerente general inteligente siempre tenía la capacidad de ganar cualquier batalla con este tipo de directores, sólo se debía pensar en frío y controlar las reacciones emocionales. El director cegado por poder está sometido al estado emocional de la ambición, lo que es su principal debilidad por tanto si le dejas trampas no las verá.

“Debes  entregarle un espacio de gestión al director y debe ser en este proyectos que sabes generará una crisis en el corto plazo”. La frase del viejito no me gustó para nada, de hecho me imaginé discutiendo temas de día a día con el director y se me subió una sensación de ira por el estomago que explotó con un “por ningún motivo” que expresé con una voz fuerte y determinada, lo que causó una risa en el viejito que me incomodo bastante en un principio. “A eso me refiero con el control de las reacciones emocionales, ni siquiera te diste tiempo para analizar lo que dije”, dijo el viejito haciendo pasar mi molestia a un estado duda, “tus palabras fueron expulsadas dentro de una reacción física originada por una emoción que nació de mi comentario, eso es lo que debes controlar  tomando conciencia de tus emociones y podrás ganar el juego”. Después de analizar un rato lo que me dijo encontré que tenía toda la razón, mi reacción había sido completamente inconsciente y generada por la emoción negativa que me produjo su comentario, por lo decidí abrirme a analizar lo que el viejito me decía respecto de ceder un espacio de gestión al director.

“Yo lo veo de esta forma”, dijo el viejito, una buena solución era que el director tome la gestión del proyecto y que yo me quedara de reserva para cuando la crisis se generara y  fuera el responsable de solucionarla, de hecho esta era una forma que tenían los directores cuando querían  reemplazar al gerente general, trabajo que ya había empezado a realizar el director.

“Suena genial”, dije agregando que me parecería muy poco probable que el director tomara una posición de riesgo haciendose cargo de un proyecto nuevo. “No si lo haces creer que ese será su caballo de troya”, dijo el viejito tomando mi completa atención y quedando a la espera de sus siguientes palabras. “El quiere poder y el proyecto puede ser la entrada a tu espacio, pero debes hacerle sentir que el poder y reconocimiento que tendrá en la empresa será mayor al que tienes tú, eso lo cegara”. Cuando terminó la frase volví a tener la mismas sensación en mi estomago y antes de expulsarla con un “¿te has vuelto loco?” hice consciente la emoción controlando a reacción y le pregunté “¿Cómo crees que se puede hacer?”, el viejito sonrió cual maestro que  sonríe por los avances de su alumno, ya que había notado todo el proceso que había realizado y que había terminado con el control de una reacción emocional. “No todo lo que brilla es oro, pero a los ambiciosos se les olvida”, dijo el viejito que al terminar su frase rápidamente se me había ocurrido una idea que le mencioné enseguida. Si le construyo una oficina más grande que la mía le hará sentir que es la primera autoridad en la empresa y eso lo cegará. El viejito aplaudió y me dijo que lo encontraba una idea brillante, el hecho de sentir que será la autoridad más importante haría que tomara el anzuelo para liderar el proyecto lo que en el corto plazo terminaría siendo el responsable de la crisis y dándome la entrada triunfal para solucionarla. El gerente de finanzas deberá asumir los costos y él probablemente sea removido como director y si no sucede así de todas forma perderá todo su capital político.

Cuando volví a la oficina, pensé en lo hábil que era el viejito y que gran aporte estaba haciendo a este proceso tan fundamental en mi carrera laboral, me era grato poder aprender de alguien, cuántas oportunidades perdemos por no escuchar a las personas con más experiencia que nosotros, rápidamente las descalificamos diciéndoles que están desactualizados,  perdiendo toda la riqueza de su experiencia.

Una vez en la oficina me ocupé de preparar el directorio del día siguiente, iría con el gerente de finanzas quien respaldaría el proyecto y con el gerente de operaciones quien daría su opinión en contra, cuando me preguntaran mi opinión diría que creía en la idea, pero que no era el momento, tal cual como se lo había dicho al presidente del directorio, pero que era sólo mi opinión. Probablemente el director atacaría realizando alguna crítica, luego yo debía hacer que él tomara la dirección del proyecto. Me fui eufórico,pensando todos los posibles escenarios, cuando miré el reloj eran las tres de la mañana y creo que al menos mi mente repasó una doscientas situaciones diferentes, lo que me tenía listo y muy preparado para el directorio. Me fui acostar sin darme cuenta que mi mujer ya lo había hecho hace algunas horas atrás, me costó dormir, esperaba uno de los directorios más desafiantes que había tenido hasta ese momento.


Capítulo XIV, La última cena o mejor dicho el último almuerzo


Mientras esperaba al viejito para almorzar estaba muy ansioso, quería contarle que el plan trazado en el último desayuno había salido a la perfección. En el  directorio había presentado el proyecto que generaría la crisis y el director en forma agresiva había arremetido diciendo  que según él creía, se estaba estancando la gestión sin innovar en proyectos tan buenos como este, lo que fue respaldado por el gerente de administración y finanzas mostrando su verdadera posición en el tablero de ajedrez que se estaba conformando. En primera instancia me dieron ganas de rebatir y de dejar en ridículo al gerente de administración y finanzas, pero logré entender que era una reacción emocional por lo que la controlé, analicé la forma de proceder y guardé silencio, lo que significaba poner  en práctica lo aprendido con el viejito.

Cuando me preguntaron porque no habíamos hecho el proyecto, mi respuesta fue sencilla y clara, “creo que no estamos preparados y las actuales líneas de negocio están en pleno crecimiento por lo que no es el momento para distraer del  foco a la organización, pero es sólo mi opinión”. Cuando le preguntaron al gerente de operaciones si pensaba lo mismo que yo, fue tajante y dijo que no estaba preparado operacionalmente, a eso  agregué que yo creía lo mismo  del área de administración y finanzas, pero que había un gerente de primer nivel que decía que estaba todo cubierto, endosando al gerente de administración y finanzas todos los costos de los problemas que ocurrirían en su área.  Respecto de la dirección del proyecto, propuse contratar un gerente a cargo, para el cual estaba arreglando una oficina que sería incluso mejor que la mía, lo cual lo dije con gracia y saqué algunas risas, pero había tomado toda la atención del director que buscaba hacerme daño. El presidente del directorio propuso que antes de contratar un gerente sería bueno quizás generar un director ejecutivo que se hiciera cargo del proyecto y no alcanzó a preguntar,  cuando la ambición hizo reaccionar en forma involuntaria al director y se propuso para el cargo ante lo cual el puesto fue asignado y el anzuelo enganchado.

Cuando le conté al viejito que todo había salido a la perfección, dijo que había que celebrar  y que los hombres de negocio a la hora de almuerzo lo hacen con un buen vino,  pidió la carta y eligió un Catena Zapata Malbec 2004 cuyo valor bordea los cuatrocientos dólares.  En cada acierto que le contaba brindábamos chocando y haciendo sonar las copas con gran alegría. “Sólo debes seguir trabajando la contención de reacciones emocionales y ganarás el juego ”, le pregunté si no perdía liderazgo con la presencia del director en una oficina más grande que la mía y liderando un proyecto exitoso. Me dijo que iba a ser ruidoso, toda la empresa comentaría y se generarían muchas hipótesis, que en un principio las posiciones a tomar  serían, por un lado del gerente de administración y finanzas a favor del director y por el otro el gerente de operaciones a mi favor. El resto de los gerentes no tomaría posición hasta ver como se desenvolvía  la guerra de poder que se libraría. “El liderazgo no lo pierdes, dado que el poder que cediste al entrar el director era sólo en relación al proyecto y tenía que hacerlo notar sutilmente para neutralizar cualquier acción que empezara a realizar el director”. Me dijo también que  vendría un periodo laboral muy difícil, pero tenía claro que el desafío me motivaría y que ganaría el juego.

Me preguntó cuáles eran mis estimaciones de tiempo de la crisis y le dije que dependía de la fuerza, con la que se hiciera la campaña publicitaria,  si yo facilitaba recursos al proyecto,  en dos semanas podíamos tener los primeros problemas y en el primer mes tendríamos una crisis gigantesca, “ya sabes que hacer, debes ser colaborador entonces” dijo el viejito y nos reímos de la ironía que envolvía esa frase.  Me recomendó agendar reuniones semanales con el presidente del directorio durante ese mes y fuera alertándolo  de la crisis con datos duros, eso haría que desde un comienzo el presidente del directorio tomara contacto con el director, quien le transmitiría seguridad de la dirección del proyecto. A los quince días debes vaticinar que la crisis será  grave y que el director está ocultando la información al directorio, a la tercera semana debes volver a plantear que los resultados de la mala gestión se dejarían ver en no más de una semana y que si no se actuaba rápido en corregir la gestión, los daños serían de tal magnitud que pondrían  en riesgo no sólo al proyecto,  sino también a toda la empresa. Con los resultados de la crisis alertada por mi y el gerente de operaciones,  la negativa del director y el gerente de administración y finanzas, el presidente del directorio probablemente sacaría al director y me pediría la cabeza del gerente de administración y finanzas, por  lo que debía buscar un reemplazante interno para no retrasar  la recuperación de la crisis con procesos de selección. Todo estaba bien pensado.

Al final de la conversación, notó que pese a todo había un dejo de tristeza en mi actitud y le comenté que hace unos días mi esposa me había  echado de la casa y estaba durmiendo en un hotel, el viejito abrió los ojos, al parecer para iniciar una conversación que le animaba, pero se me había hecho tarde y tenía que atender una reunión con unos clientes,  le dije que hablaríamos la próxima vez que nos viéramos ,  “tenlo por seguro, quiero contarte algunas cosas” dijo, frase a la que no le di importancia, me despedí con un gran abrazo y un fuerte apretón de manos,  me alejé dejando al viejito con una sonrisa y bebiéndose lo que quedaba del vino.

Cuando me fui no  imaginé que esa misma tarde nos volveríamos a ver, en cosa de minutos sabría gran parte de la vida del viejito y entendería su motivación de haber creado el vínculo conmigo,  pero nos veríamos en una situación muy distinta a lo usual,  no sería en un restorán sino en la clínica donde moriría, de haber sabido que ese era el desenlace de ese día habría suspendido todas las reuniones y me habría quedado conversando con el viejito toda la tarde, ya que si bien crecí mucho en  unas cuantas  reuniones,  sin lugar a dudas lo que más extrañaría serían  las entretenidas conversaciones, sus  sabios consejos y por sobre todo el cariño que me brindaba.


Capítulo XV, el primer día del resto de mi vida


Cuando desperté ya era medio día del viernes, por lo que llamé a mi secretaria para decirle que no iría a trabajar pues me sentía mal. Había dormido más de lo usual y si bien el dolor en el pecho había disminuido no desaparecía, lo que me hacía recordar la gran pena  que tenía. Las manos ya no me tiritaban y tenía pleno control de mi cuerpo y lo primero que hice fue tomar una ducha y cambiarme de ropa. El recuerdo de una magnífica velada llena de emociones y reencuentros se contrastaba con el dolor que me produjo leer el mensaje de texto así como la sensación de perder el control y mientras más recordaba, más dolía el pecho y me daban ganas de llorar, pero por mi forma de ser de siempre trazar un objetivo e ir en busca de él, era lo que me ayudaba a no caer en  depresión. Salí de la ducha, me vestí y bajé a almorzar al comedor del hotel en donde pedí la sugerencia del chef, pero la falta de apetito hizo que apenas probara lo que trajeron.

Eran varias las cosas que pasaban por mi mente, la que más se repetía era como podía haber sentido tanto dolor por un engaño si yo había llevado una vida llena de infidelidades, logré entender que no era la infidelidad en sí lo que me causaba tanto dolor sino que el mensaje de texto indicaba claramente que había una relación paralela que involucraba sentimientos. Si hubiera sabido que mi esposa se había acostado con un bailarín en una despedida de soltera, obviamente me habría molestado, pero estaba seguro que no habría generado el mismo nivel de dolor que me había producido esta situación.

Fue un viernes muy confuso, no hice muchas cosas sólo me dediqué a pensar en todo lo que me había pasado en el último tiempo y a la gran cantidad de emociones que estaba sintiendo. Por un lado tenía una crisis familiar que había explotado en sólo una semana y por otro el lunes comenzaría una crisis laboral con la llegada del director ejecutivo lo cual haría pensar a la organización que sería el comienzo de mi salida de la empresa, situación que pegaba de lleno en mi ego. Cuando diseñé la crisis con el viejito no contaba con tener  una situación familiar como la que estaba viviendo y  tampoco contaba con que no tendría la contención emocional del viejito, por lo que me sentía solo sin tener a alguien  a quien recurrir, nadie que me dijera que todo saldría bien, nadie que reforzara mis acciones y nadie que compartiera risas sinceras lo que me producía una sensación de angustia de la cual debía hacerme cargo.

Cuando ya era de noche me fui a la habitación, sin tener ningún plan de acción a seguir, pero antes de acostarme vi en el velador la nota que había dejado la nieta del viejito hace unos días, en la que me pedía que nos viéramos. Una vez acostado en mi cama la leí una y otra vez hasta que me decidí a llamarla, pero al ver que la hora indicaba que ya era tarde decidí esperar hasta el día siguiente.

Cuando desperté el sábado la molestia en el pecho había sido reemplazada por la ansiedad que me había provocado la decisión de llamar a la nieta del viejito, recordé que durante la semana había luchado con mi mente para que dejara  de recordar lo bien que me sentía con ella y la fuerte conexión emocional que habíamos hecho con la muerte de su abuelo. Ese día mi cara ya tenía la sonrisa de un proyecto nuevo que emprender, tomar contacto con la nieta, eso sí a diferencia de otras ocasiones no había pensado en ningún objetivo claro. Después del desayuno fui al lobby a leer los diarios y una vez que terminé la llamé a su teléfono.

Cuando  contestó la llamada sentí que había sido una sorpresa para ella, daba la impresión que había abandonado la idea de juntarnos, ya que en la conversación se producían silencios en los que me quedaba esperando que  respondiera y ella probablemente pensando todo el rato en por qué la llamaba ahora. “Yo pensé que nuestra historia estaba cerrada, pero la muerte de tu abuelo me dijo lo contrario, el  fin de semana de su muerte sentí que lejos de cerrarse se estaba abriendo una segunda etapa de nuestra historia la cual no sé si sea conveniente seguir, pero creo que es algo que debemos conversar”, le dije abordándola y abandonado los rodeos iniciales. Quedamos en que ella iría a mi hotel y nos juntaríamos a conversar.

Cuando me avisaron que me estaban esperando en el bar, pensé en lo qué estaba haciendo, esto me alejaba de reconquistar de mi esposa, pero en el fondo  tenía muchas dudas respecto de lo que sentía y deseaba. En general siempre tuve claro lo que quería y jugaba las cartas correctas para alcanzar mi objetivo, pero por primera vez en mi vida, en el plano de relaciones de pareja todo estaba gris, no había objetivo, no había estrategia sólo me estaba dejando guiar por donde las emociones me llevaran.

Cuando la vi sentada, recordé rápidamente lo que ella me había hecho sentir, recordé la sensación grata de escucharla y verla hacer sus gestos al hablar, la sutil seducción que lograba hacer poniendo atención en mi y el dolor que nos conectó el día de la muerte de su abuelo. Ella me miró con sus ojos grandes y azules, me decían que estaba insegura, que tenía pena y que quería que yo estuviese a su lado. Conversamos mucho, después de una rato nos reímos e incluso coqueteamos y ella se sintió muy bien al final del encuentro,  sus ojos brillaban, unidos  a su sonrisa la hacían de nuevo convertirse en una mujer llena de vida capaz de conquistar a quien quisiera, lo cual me hacía sentir bien por ella pero también por mi ego que comenzaba a recuperarse después del episodio del  mensaje.

Después de acompañarla a la salida, parar el taxi, abrir y cerrar la puerta, como buen caballero que soy, volví al bar a terminar de beber un ron para poder pensar en la magnífica velada con la nieta del viejito, ella me había hecho recuperar el ánimo. Una vez allá el barman se acercó y dijo “me tiene sorprendido señor”, lo miré sin comprender  su comentario,  por un lado por lo desubicado y por otro por la curiosidad que me generó su punto de vista, le pedí si podía explicar a qué se refería. “Hoy vi llegar a una mujer, si bien bonita, pero desecha y vi irse a una mujer llena de vida, ¿qué fue lo que le hizo señor?”, su pregunta me hizo sonreír y le respondí “sólo hice lo que tenía que hacer”.

Me fui a dormir muy contento, no de arreglar mi vida sino de haber recuperado mi autoestima. Cuando me acosté y prendí la televisión me percaté que  estaba el teléfono de mi esposa y recordé que no me había generado curiosidad saber quién era la persona que le había mandado el mensaje, pensé “alguien que no conozco probablemente” y con los segundos la curiosidad se fue apoderando de mí, tomé el teléfono pero ella  no lo tenía registrado como contacto. Repasé varias veces el número y cada vez que lo veía me parecía un número conocido, por lo que busqué el número en mi teléfono.  No sabría describir que sentimientos me inundaron cuando  vi de quien se trataba, yo conocía a la persona con quien mi esposa estaba teniendo una relación paralela, primero fue sorpresa, luego rabia y después de un rato entendí muchas cosas. Tuve una sensación de miedo, de no saber cómo  enfrentar la situación, ya que esto alteraba todo lo planeado con el viejito, pues la persona con quien se veía mi esposa era el director de la empresa que venía hace un tiempo tratando de dañarme, el mismo con quien a partir del lunes compartiríamos lugar de trabajo, ya que la oficina que le había preparado estaba lista para recibirlo.

Maldije diez veces la partida del viejito, una cosa era lograr controlar reacciones emocionales, pero otra distinta era estar sometido a un control constante frente a una persona que no sólo estaba haciendo daño en lo laboral sino también en mi vida personal. “¿Cómo no golpearlo o no agredirlo intelectualmente?”, eran algunas de las preguntas que se me venían a la cabeza,  una salida fácil al dolor es conectarse con la ira y eso era lo que había comenzado a hacer. Tampoco  podía enfrentar a mi esposa con el tema, dado que alertaría al director y esto podría ser usado por él en mí contra, pues se diría que el ataque que realizaría yo  durante el próximo mes podría ser presentado ante el presidente del directorio como un mal manejo de mi parte por involucrar problemas personales en la gestión de la empresa.

Entre la alegría de recuperar mi autoestima, la rabia con el director de la empresa y la gran cantidad de dudas que me surgían respecto de cómo debía actuar de ahora en adelante, me quedé dormido sabiendo que el día siguiente era un día de planificación de las acciones que debía realizar.

Mientras desayunaba sirviéndome todo tipo de frutas, huevos, diferentes tipos de panecillos y un café bien cargado, pensaba en cómo debía actuar. El no poder enfrentar el tema con mi esposa me tenía complicado, debía mantener, durante todo un mes,  la reconquista iniciada para que ella no se diera cuenta que había descubierto su relación con el director. Quizás fue muy frío el pensamiento de poner en primer lugar mi trabajo, pero la ecuación era muy clara, desempleado y abandonado no era un escenario en el que me permitiría estar y enfrentar esta situación directamente con mi esposa para darle una solución aumentaba en algún grado la probabilidad de que eso ocurriera, razón por la cual tenía decidido no enfrentar el tema hasta haber recuperado el total control de la gestión de la empresa.

Lo primero que planifiqué fue la entrega del teléfono a mi esposa, de seguro lo estaba buscando y el hecho que no me  llamara para preguntar por él podía ser señal de que ella temiera que yo leyera sus mensajes, por este motivo decidí mandarle un gran ramo de flores, una caja con el teléfono dentro y una nota que diría  “la velada fue maravillosa, lástima que dieran las doce y cenicienta se fuera tan rápido olvidando este teléfono de cristal”, conociéndola estaba seguro que esa frase romántica le daría la seguridad de que yo no me había enterado de nada.

El segundo punto a resolver fue la rabia que me generaba pensar en el director, mi instinto de buscarlo y darle una golpiza o romper todas las ventanas de su pomposo Mercedes era muy fuerte. Imaginé otras diez situaciones de venganza y en todas terminaba diciéndole  “no te deberías haber metido en mi vida maldito hijo de puta”. Después de la catarsis tomé control de mi mente poniendo paño frío y entendiendo que para ganar el juego no podía aparecer dando el frente y sólo debía limitarme a golpearlo en materia de negocio, pero era tal mi ira que debía encontrar una forma de disiparla. Así que se me ocurrió una idea, el primer día del director en la empresa debía ser desastroso, lo cual ayudaría a calmar mi ira por un lado y a restarle liderazgo por otro. Me motivó tanto la idea que en cuestión de minutos estaba llamando al encargado de la mantención de las oficinas donde trabajábamos, era un hombre de sesenta y ocho años de edad, ex suboficial de la armada quien sabía que  tendría trabajo sólo hasta el día que yo me retirara, ya que lo había contratado como un favor al gerente de administración. Su edad, formación y dependencia laboral,  hacían de él una persona con mucha lealtad, discreción y muy buen manejo,  por lo que sería un buen cómplice para preparar las “travesuras” que se me habían ocurrido.

Cuando lo llamé y le pregunté que si podía confiar en él, rápidamente me dijo con voz fuerte  “Sí mi gerente, usted tiene en mí un colaborador en lo que disponga”, frase que me dio risa, pero también me reafirmó que era un hombre de confianza. Le expliqué a grandes rasgos la llegada del director y que necesitaba me ayudara para que su primer día fuera espantoso, él con su experiencia entendió que esto era una amenaza para mí y por ende para él y activó de inmediato su estado de alerta preparado para la guerra. Durante la tarde él trabajaría con eléctricos y encargados del  aire acondicionado para que en la oficina del director circulara el aire a veintiocho grados Celsius sin posibilidad de regularlo ni apagarlo, eso sí, sólo por el primer día para no levantar sospechas.

Me sentía satisfecho por haber controlado bien las emociones y haber actuado de manera racional. Estaba seguro que mi esposa no sospecharía que yo sabía lo de su relación. Por otro lado la risa que me causaba pensar en el primer día del director sofocado  en una oficina, hacían disminuir la ira, lo que evitaba cometer errores que afectaran el plan trazado con el viejito.

Me fui acostar satisfecho y emocionado por la planificación y la correcta ejecución que estaba logrando, pero en el fondo sabía que mi situación emocional era un desastre y que este proceso era una válvula de escape que me permitía evadir los problemas por un tiempo para ser resueltos en el momento adecuado.


Capítulo XVI,  Que calor de locos nena.


En mi oficina nos tomamos un café muy cordial con el ahora director ejecutivo. Él había llegado con una elegancia que llamaba la atención, su cara de ganador me daba ganas de vomitar y debo ser sincero cada cierto tiempo me imaginaba golpeándole la nariz con un golpe más certero aún que el que me había dado un gorila días atrás.

“Felicitaciones por el nombramiento”, le dije a lo qué agregué que entendíamos la importancia del proyecto por lo que esta organización entera lo tendría como prioridad. “Muchas gracias, tú sabes que hay que tener pelotas para tomar este proyecto y creo que faltaron para haber partido antes, pero bueno eso es cosa del pasado para eso estoy acá” dijo el muy desgraciado, tenía una rabia enorme, pero supe controlarla diciéndole que sin lugar a dudas su presencia aseguraba el éxito del proyecto.

Cuando la secretaria nos avisó que los gerentes estaban reunidos en la sala de conferencias, pedí que llevara nuestros cafés a la sala mientras acordamos que lo presentaría. Los asientos de la sala siempre estaban distribuidos con un puesto a la cabecera, era el que yo ocupaba, el resto de los asientos estaba a los lados de lo que era una mesa ovalada. En la pared frente a mi puesto  estaba el telón donde proyectábamos las presentaciones esa otra punta de la mesa no tenía cabecera y acordé con la secretaria poner ahí el café del director, de ese modo no perdía mi puesto y él no sentía un desagravio.

Con breves palabras señalé que el proyecto presentado estaba aprobado y que el directorio, a solicitud mía, quería fortalecerlo nombrando un director ejecutivo cien por ciento responsable de la gestión del proyecto, dado que habían sido muy claros que no debía ponerse en riesgo la gestión de las actuales líneas de negocio. Así di el pase al director, su actitud de ganador  lo hacía tener una posición desagradable y despectiva, hablaba mirando hacia las ventanas con el cuerpo alineado en esa dirección, pierna cruzada y con un brazo prácticamente echado sobre la mesa, lo cual era una falta de respeto para los gerentes quienes estaban acostumbrados a que mi posición y actitud en las reuniones era recta, con ambos brazos sobre la mesa, de frente y mirando a los ojos a quienes hablaban. Dijo varias palabras, habló de sus estudios en de postgrado, mencionó una serie de nombres de empresarios famosos como supuesta red de contactos y dijo que la gestión de este proyecto sería un ejemplo de cómo se debían gestionar otros proyectos de esta empresa, lo cual me dio de lleno en el estomago y comenzó a generarme una sensación de molestia, esta vez por más que hacía el esfuerzo, no estaba pudiendo controlar las ganas de desafiarlo o indicarle los resultados que se habían conseguido hasta ahora y cuando me disponía a largarlo todo entró la secretaria y me interrumpió con un papel escrito que decía “URGENTE” con letras mayúsculas, adentro decía que mi mujer necesitaba contactarse conmigo. Salí de la sala diciendo, “disculpen, tengo que atender una llamada del presidente del directorio, prioridades son prioridades” y abandoné el lugar con una sensación de alivio, ya que de seguro me hubiese arrepentido de lo que hubiese dicho de seguir escuchando a ese infeliz vanagloriarse, la excusa dada hizo abrir los ojos del director mostrando su molestia por no ser a él al que contactaban, lo que hacía quedar en evidencia que el rango de gestión del director era sólo en relación al proyecto.

Una vez en mi oficina atendí la llamada de mi esposa, lo primero que dijo fue “es urgente esta llamada porque no podía aguantar más las ganas de decirte que el gesto de las flores y la nota que escribiste al enviar mi teléfono, fue de primer nivel”, me dijo también que se había sentido completamente halagada y que sentía y veía en mí nuevamente al hombre del que se había enamorado. La conversación era compleja para mí, ya que a ratos enganchaba con ella como si nunca hubiera leído los mensajes, pero a otros los recordaba y los asimilaba a la cara petulante del director que me generaba una rabia difícil de controlar. Quedamos de salir el miércoles, cuando ella me tendría preparada una sorpresa, me advirtió que olvidara los rascacielos, helicópteros o naves espaciales, pero sí prometía una linda noche, dejando una sutil insinuación que invitaba a pensar que quería pasar la noche conmigo.

Una vez terminada la reunión del director el primero que me vino a ver  fue el gerente de operaciones que me preguntó hasta cuando íbamos a tener que aguantar al idiota del director. Los gerentes de operaciones por lo general tienen un lenguaje simple y directo dado que trabajan con áreas técnicas que requieren que los mensajes no sean interpretados, “No lo sé, pero qué  te da problema es un buen tipo” comentario que produjo una cara de asombro porque daba la sensación que yo no entendía lo que estaba pasando y eso no le cuadraba, pero al cerrarle el espacio de hablar mal del director abandonó mi oficina, eso sí que antes le solicité un informe de cómo iba a contener la máxima cantidad de daños con la puesta en marcha del proyecto.

Antes de almorzar pasé a saludar al director, sólo para ver que tan calurosa estaba su oficina y me costó enormemente contener la risa al ver que la figura elegante que había llegado en la mañana  ya había desaparecido, estaba sin chaqueta, con las mangas de la camisa   arremangadas, la corbata suelta y el último botón superior de la camisa abierto. “Te pasaste para ser friolento”, le dije y me miró con cara de agotado, debía morderme la lengua para no reírme descaradamente en su cara y delatarme. Me dijo que había tratado disminuir la calefacción pero no había podido y me pidió ayuda a lo que accedí dándole un par de golpecitos al control y le dije que con eso se solucionaría el problema y él me quedó mirando con una cara de incrédulo a la cual le dije que si no funcionaba que me avisará y llamaba a los técnicos.

Una vez que volví del almuerzo, llamé al gerente comercial a mi oficina para ver su opinión, quien como buen gerente comercial no dice nada quedando bien con todos y sólo cuando hay un ganador se suma a ese equipo.  Eso sí, bromeó diciendo que esta organización se complicó ya que se había sumado al GG  (gerente general que era yo), el CC que era el director. Lo cual no entendí y me aclaró “el CC pues, el Cagado de Calor”, lo cual me hizo reír a carcajadas.

Más tarde vino a verme el gerente de recursos humanos, me dijo que creía bueno sacar una comunicación a toda la empresa oficializando la entrada del director,  le di mi opinión respecto de que  los trabajadores debían tener un único líder (que era yo)  y que comunicar la llegada del director podía confundir a la gente. Después de mi comentario le pregunté qué opinaba y cuál era su recomendación quedando él obligado a alinearse conmigo.

Cómo a las cinco de la tarde lleve a un grupo de cinco vendedoras a la oficina del director para presentárselas, lejos eran las más sexys de toda la empresa, capaces de intimidar a cualquier hombre y con las cuales había tenido una que otra aventura. Cuando llegábamos a la oficina era un verdadero horno y el director tenía la camisa sudada en las axilas, estaba muy avergonzado en presencia de las cinco diosas. Cuando fue a saludarlas se limpió un poco el sudor de la cara con un pañuelo y saludó de beso a la primera vendedora, pero el resto de ellas sólo le extendieron la mano. En general las vendedoras sexys de una empresa son unas yeguas que no tienen descaro en utilizar la seducción como método para conseguir lo que quieren, pero tampoco tienen la más mínima vergüenza para hacer pedazo a hombres o mujeres y después de este encuentro el director sería crucificado por  las mujeres de la organización, lo cual era un punto para mí.

El día se acabó y el director pasó por mi oficina a despedirse, tenía una cara de cansado como si llevara un año de trabajo, le dije me encargaría de pedir que arreglaran la calefacción de su oficina hoy mismo para que mañana estuviese en orden, me agradeció y se fue, por mi parte me quedé pensando,  el plan había salido a la perfección, él había perdido la oportunidad para dar una primera buena impresión  y ver  lo mal que lo había pasado me daba una sensación que calmaba la rabia, por lo que seguiría pensando constantemente bromas de este tipo que lo hicieran pasar un mal rato,  le restara liderazgo y saciara mi sed de venganza.


Capítulo XVII, Oasis


El martes transcurrió tranquilo, el director aprobó las campañas de marketing que le presentó la agencia, reunión de la que me resté para evitar alguna confrontación con el director quien había vuelto a tener la actitud arrogante con la que había llegado el primer día. El lanzamiento de la campaña había quedado fijado para el jueves con pauta publicitaria en televisión, prensa, radio e internet. Era una campaña bastante grande por lo que el gerente de operaciones debió doblar turnos para prever cualquier contingencia.

A la hora de almuerzo me junté con la nieta del viejito quien me veía con una mirada que me hacía muy bien, en sus grandes ojos azules lograba sentir una paz que me hacía mucha falta. Ella sentía que yo estaba cambiando y eso le gustaba aún más, la última vez ni siquiera le había dado un beso y ya íbamos en el postre y todavía no me había insinuado lo cual le gustaba, pero también le generaba la duda si ya no me era atractiva. “Estás muy distinto”, me dijo ella con una sonrisa, notaba en su cara que lo decía con agrado y se lo dije, “claro que lo digo con agrado, si bien la primera vez que nos vimos fuiste un caballero, no sentí  que lo único que querías era llevarme a la cama y eso me gustó y de seguro lo hice notar hasta que te delataste lo que también fue tremendamente seductor”, frase que me dio de lleno en el ego y me hizo sonreír, pero con una mirada llena de picardía. “hoy estás diferente, es muy agradable hablar contigo porque siento que pones toda tu atención en mí, pero no siento que me veas como mujer”, palabras que eran completamente ciertas, al menos en este momento, ya que tenía una confusión enorme entre lo que me hacía sentir ella y todo el problema con mi esposa lo que en definitiva me desorientaba sin tener la seguridad para dar ciertos pasos. Pero por otro lado, sabía que si me enfocaba en sus curvas, rápidamente conectaría con aquel instinto básico que me limita pensamientos y pone su foco en tener un buen sexo, pero no estaba seguro de hacerlo. En definitiva, estaba pasando por un momento en que toda  mi mente estaba en manejar la crisis del trabajo.  Se lo traté de explicar sin entrar en detalles y me dijo que ella quería hacer algo que me haría muy bien, que si bien le encantaría raptarme y llevarme a su departamento a hacer el amor toda la tarde y gran parte de la noche, sabía que no era el mejor momento. “Llama al trabajo y di que no puedes volver y después  sígueme donde yo te diga”. La combinación entre sus ojos azules y los dientes blancos que dejaba mostrar en una linda sonrisa no me dio espacio para pensar o negarme, acepté y me fui con ella sin saber a dónde ni a qué.

La conversación fue bastante entretenida, mientras ella manejaba y yo de acompañante sin saber a dónde,  hablamos del marketing y del fenómeno que estaban produciendo las redes sociales. Cuando hablamos de facebook le comenté que yo había cerrado mi cuenta porque tenía una teoría negativa respecto de esa plataforma, la cual le expliqué en detalle. Ella me dijo que era curioso mi planteamiento pues lo mismo que yo decía lo había leído en un blog de un personaje de twitter  lo puso en su teléfono y me lo pasó. No sé cómo pude contener la cara de sorpresa cuando vi que el artículo que me mostraba era el que había escrito como @gerente2012 de twitter. Ella agregó que era un personaje que le atraía mucho, ya que tenía un buen uso del sarcasmo, aplicaba conceptos de negocio y por sobretodo se declaraba tripolar, lo que le producía mucha gracia. Tal como había hecho en reuniones de negocios donde salía el tema del @gerente2012 de twitter, tomé la posición de ataque al personaje descalificándolo y que era probablemente un vago ocioso, “que serio eres, da lo mismo lo que sea me hace reír y en ocasiones me hace pensar, por lo demás tiene la misma visión que tu de facebook pero, en todo caso, no creo que en persona sea tan especial como lo eres tú”. La sensación de tener un alter-ego me agradaba mucho, quizás por la sensación de poder que genera tener más información que otros o simplemente porque era un juego lúdico, pero claramente me gustaba.

Manejamos cerca de cuatro horas cuando llegamos a unos edificios de departamentos que estaban a orilla del mar justo al costado de un hotel de cinco estrellas en un sector alejado de la ciudad, sólo uno pueblo a unos 20 minutos. Entramos a su departamento en el quinto piso del edificio justo diez minutos antes de la puesta de sol. Me llevó a la terraza y me dejó sentado en un cómodo sillón con una espectacular vista a la playa y en general a todo el océano. Dos minutos después llegó con unas cervezas coronas bien heladas y se acomodo contra el respaldo el sillón y me hizo sentar entre sus piernas dándole la espalda. “Esto es un regalo con mucho cariño” me dijo mientras me empujaba por los hombros hacia atrás quedando mi espalda apoyada en su pecho y con sus brazos cruzando mi tronco. “Sólo observa los destellos del sol en el mar” me susurró al oído generándome una sensación de bienestar y al mismo tiempo me pasaba la cerveza. La sensación fue increíble, fueron cerca de veinticinco minutos en los que ninguno de los dos habló sólo bebía y recibía caricias en mis hombros, pecho y cuello. Fue como hacer una pausa a todo lo que me estaba pasando, alejándome de toda preocupación, maquinación y preparación de estrategia, no percibía nada más que el sol, el mar, sus caricias y su rico aroma dulce que adornaba todo con un toque delicado, nunca antes había tenido tal nivel de sensación de paz.

Una vez que el sol se escondió y el cielo se tornó de diferentes colores me di vuelta y la besé lo cual fue correspondido de una caluroso abrazo que fue detenido suavemente alejándome a no más de veinte centímetros y sonriendo me dijo “dije que no pasaría nada y cumpliré, mejor dicho te haré cumplir” ya que ella percibió que yo ya estaba excitado listo para llevarla a la habitación.  Me tomó de la mano y nos fuimos al restorán del hotel donde comimos un salmón a la mantequilla adornado  con alcaparras, no tomamos vino ya que ella tampoco  quería someter a prueba su resistencia. Una vez que terminamos de comer un pedazo de torta de nuez como postre,  me tomó nuevamente de la mano y me llevó al ascensor del hotel.

Una vez que se disponía a abrir la puerta de una habitación del hotel con una tarjeta  magnética que al parecer le habían traído mientras cenábamos, yo entendí que ella había cedido y que nos tocaría una agradable noche juntos para la cual yo estaba más que preparado por lo que la tomé de la cintura y apreté contra mí dándole evidencias de mi exitación. Ella se dio vuelta me dio un beso que sólo tocó nuestros labios y me hizo pasar. Una vez adentro no entendí lo que ella hacía cuando desde afuera me ofreció la tarjeta y me dijo que esperaba que durmiera muy bien, me cerró un ojo y desapareció.

Probablemente si una situación como esa me hubiese ocurrido hace un par de semanas  la sensación con la que me habría ido a acostar sería de una gran frustración, habría pateado un par de  silla reclamando en voz alta que la ella le gustó calentar la sopa y no se la tomó. Pero esa noche la sensación fue diferente, sentí una gran seducción más allá de la excitación del momento, sentía que la conexión que habíamos hecho evolucionaba muy rápido, ya que del dolor que compartíamos por la muerte del viejito, conectábamos de tal manera que nos hacíamos sentir importante el uno para el otro, había sido capaz de transmitirme una sensación de paz que era un verdadero oasis en el pleno de desierto de emociones positivas en el que estaba viviendo y esa noche en vez de irme a acostar con una molestia lo hice con una sonrisa que festejaba la jugada de la nieta del viejito.

Capítulo XVIII, Para todo lo demás no necesariamente existe Mastercard


El miércoles llegué como a las once de la mañana a la oficina, si bien salimos temprano con la nieta del viejito, el  viaje duraba cuatro horas y debía pasar cambiarme de ropa ya que no había hecho ninguna maleta cuando acepté su invitación.

Una vez en la oficina me visitó el director para preguntarme como me había ido, ya que no me había visto desde la mañana del día anterior, frase que dijo que un tono irónico que escondía una crítica a mi comportamiento y en vez de responderle con alguna pesadez me decidí planear una nueva  forma de molestarlo ese día.

Después revisé el plan del gerente de operaciones para la contingencia que generaría la puesta en marcha del proyecto, “con este plan no tendremos ningún problema, ¿qué opinas?” me dijo,  a lo que respondí que me parecía pésimo por él. Si no tenía ningún problema se invalidaría ante el directorio, debido a que él había asegurado que el proyecto traería problemas. “¿Me pides que implemente un plan diferente que genere problemas en la operación?” me preguntó, y yo le dije que jamás le pediría una cosa así, todo lo contrario le exigía que lo hiciera lo mejor posible, pero entendía que su solución pudiese traer problemas  como ya lo había alertado al directorio cubriendo sus espaldas. Un tanto confundido me preguntó qué hacer con el plan que me había mostrado, a lo cual respondí  con una sonrisa “¿Qué plan?”, dándole la salida que necesitaba para presentar, por cuenta propia, un plan que sí generara contingencias operativas, tal como lo había advertido.

Después que salió el gerente de operaciones de mi oficina me quedé pensando en la agradable sensación que me había hecho pasar la nieta del viejito el día anterior. Al ver mi billetera, la que estaba abierta dejando ver mis tarjetas de crédito, recordé que ella trabajaba en la empresa que administra las transacciones que hacían todas las tarjetas de crédito y débito de cualquier banco e institución financiera, con lo que comencé a planificar la maldad que le haría al desgraciado del director.

Antes de llamar a la nieta del viejito, quien era clave en el plan que estaba desarrollando, hablé con el ex suboficial, quien me había ayudado a alterar el aire acondicionado de la oficina del director días atrás, para que revisara  cajones, auto y bolsillo del director ejecutivo para asegurarme que no traía chequera y si la traía debía “hacerla desaparecer”. Por otro lado, pedí a la secretaria que hiciera una colecta para ayudar a un trabajador que tenía un problema personal y fuera a pedir mi colaboración cuando estuviese en la oficina del director. Le dije que del dinero que yo le entregara un tercio sería para la colecta y el resto lo debía guardar, ya que necesitaba pedirle otras cosas después.

Estando en la oficina del director, junto al gerente de administración y finanzas y sus subgerentes, pasó mi secretaria pidiendo la colaboración respectiva y le entregué trescientos dólares ante la mirada de asombro de todos y dije “La ayuda siempre tiene que ser acorde del cargo”. Esta situación puso muy incomodo al director, quien sacó todo sus billetes que en total sumaron  doscientos cincuenta dólares, y los entregó explicando que no usaba mucho efectivo. El objetivo se había cumplido, el cual era dejarlo sin efectivo, pero además me posicionaría por sobre el director, ya que la ayudaba brindaba me pondría en primer lugar en la lista de aportes que sería enviada por correo a todos lo que habían colaborado lo que reforzaba en el inconsciente de los colaboradores que yo era el número uno de la empresa. Al final de la reunión me quedé con el tonto del director y le dije que había sabido que aún no hacía la invitación a almorzar. El me pidió que explicara un poco más y le comenté que cuando una persona de rango alto llegaba por lo general invitaba a gerentes, subgerentes y otras personas relevantes de la empresa a almorzar. Le dije que en su caso además generaría redes que ayudarían a la gestión de su proyecto. Este argumento fue importante para él por lo que fijamos el almuerzo con todos para ese mismo día.

Cuando llegué a mi oficina se me acercó el ex suboficial y me dijo “misión cumplida mi Gerente, no hay chequera”, lo que agradecí con un fuerte apretón de manos y lo dejé libre para que siguiera con sus funciones  normales. Con todas estas piezas listas debía lograr la más difícil de todas, la que conseguiría a través de la nieta del viejito.

Cuando la llamé me contestó de inmediato y conversamos un buen rato de la tarde entretenida que habíamos tenido el día anterior, coqueteamos bastante en relación la fuerza de voluntad que ella había mostrado. Ella me dijo que no había sido nada de fácil evitar pasar la noche juntos, pero pensaba que era lo mejor para ambos. Al final de la conversación le pedí un favor, que era bloquear las tarjetas de crédito y débito asociadas al director ejecutivo durante la hora de almuerzo. Me dijo que no era simple, pero conocía personas en su empresa que trabajaban  con los bancos bloqueando y desbloqueando las tarjetas con procesos manuales. Me dijo que lo intentaría y que me mandaría un mensaje de texto si lo lograba, pero que con este favor  yo quedaría endeudado con ella, ante lo cual accedí con mucho gusto.

Al almuerzo asistieron veinte personas y antes de sentarnos le comenté al director que era tradición pasarle la carta de vinos al gerente comercial, quien se decía experto en vinos, y todos terminaban  felicitando y agradeciendo el almuerzo sólo por el vino cuando era elegido por él. Dado que este era el grupo de poder el tonto del director me hizo caso sin saber que el gerente comercial era sólo un esnobista que elegía la botella más cara de la carta de vino, la que en este restorán era Alma Viva de Concha  y Toro, la que costaba cerca de doscientos cincuenta dólares. Para dar abasto a todas las personas se requerían cinco botellas, por lo que sólo en el vino ya se había gastado mi doscientos cuenta dólares sin darse cuenta.

En medio del almuerzo sonó mi teléfono indicando que había recibido un mensaje de texto  que era de la nieta del viejito que decía, “pude conseguir que de ahora en adelante y por dos horas todas las tarjetas asociadas el director estarán bloqueadas, después te diré como te cobraré el favor”, motivo suficiente para disfrutar cada bocado del almuerzo.  Cuando el mozo trajo la cuenta el director puso cara de asombro por el valor, el cual ascendía a dos mil dólares, oportunidad que utilicé para llamar la atención de todas las personas de la mesa diciendo “Que pasó?, por tu cara de preocupado queda claro que están cobrando más de lo que corresponde”, así tomé la cuenta con mis manos y dije “está todo bien, no te preocupes por el total se ve que el orden de magnitud es correcto, paga no más”. Con mi intervención había creado un ambiente extraño, ya que hablar de la cuenta cuando invitas no es de caballeros ni tampoco es educado. Así fue que el director aceptó la cuenta y la propina de un 10% y sacó su tarjeta de crédito para pagar. Dos minutos pasaron antes que el mozo volviera con la máquina inalámbrica para pagar con tarjetas e hizo el procedimiento respectivo, mientras toda la mesa seguía pendiente dado que la cara de sorpresa del director seguía llamando la atención sin que él se diera cuenta. “Disculpe señor su tarjeta ha sido rechazada” dijo el mozo en voz baja, técnica utilizada para no exponer a la persona que paga en este tipo de circunstancias, situación que no fue lograda dado que yo me paré con cara de indignación y dije con voz fuerte “qué falta de respeto es esta, su máquina debe estar mala imposible que salga rechazada la tarjeta de este distinguido caballero”, lo cual hizo que el director se pusiera rojo en incómodo. “No te preocupes, conozco al dueño del local y si quieres voy a hablar con él por esta falta de respeto del mozo”, dije con voz aún más fuerte que hizo que llamara la atención de unas quince mesas que se quedaron mirando el espectáculo. “Voy a intentar de nuevo”, señaló el mozo asustado por la amenaza lanzada por mi parte, pero la tarjeta volvió a salir rechazada en un silencio absoluto de todo el restorán que estaba pendiente de la escena. “¿Voy a reclamar al dueño?, volví a decir en voz fuerte ante lo cual el director me tomó del brazo y me dijo que no era necesario que pagaría con otra tarjeta.

“Señor su tarjeta volvió a salir rechazada”, dijo el mozo con tranquilidad ya que estaba seguro que el procedimiento lo había hecho a la perfección. Después de hacer un segundo intento en el cual volvió salir la rechazada la tarjeta, muy avergonzado, pasó una tercera tarjeta. Al salir nuevamente rechazada me miró con una cara de descompuesto y a través mío trataba de dar explicaciones al resto diciendo que no entendía que era lo que pasaba. Cuando la cuarta tarjeta que había pasado el director volvía a ser rechazada en su segundo intento el director no hallaba donde meterse, ya que su vergüenza era máxima. Tanto en nuestra mesa como en las del resto del restorán se apreciaba como la mayoría de las personas comentaban la embarazosa situación en voz baja. Yo me paré, lo miré, le puse mi mano en su hombro  y le dije con voz muy fuerte “no te preocupes a todos nos ha pasado en más de alguna vez que hemos sido desordenados con nuestro dinero, yo pagaré la cuenta” y pasé mi tarjeta de crédito, justo al sentarme le dije en voz baja sólo a él que después me devolvía el dinero. Cuando el mozo me pidió confirmar la cuenta le dije en voz fuerte que por el mal rato le daría el veinte por ciento de propina. El mozo feliz realizó el procedimiento, todas las personas de la mesa miraron con una cara de alivio mi correcta intervención dado que la situación daba vergüenza ajena y el director puso una cara de mayor desconcierto al ver que yo daba una propina de cuatrocientos dólares al mozo con su dinero, pero no podía negarse después de lo acontecido.

La tarde de ese día fue utilizada para comentar la situación en todos los pasillos de la empresa donde se mencionaban muchas teorías del rechazo de las tarjetas, ninguna que fuera positiva al director. También se comentaba de que el almuerzo había sido invitado finalmente por mi y que di una propina elevada por la vergüenza que nos había hecho pasar el director a todas las personas. Por su parte el director no salió de su oficina coordinado ahí las reuniones con el gerente comercial y el gerente de administración y finanzas, revisando los últimos detalles del lanzamiento del proyecto que estaba programado para el día siguiente.


Capítulo XIX, Por una cabeza


Mientras esperaba a mi esposa jugaba angry birds en mi oficina, pensando ilusamente que llegaría a las nueve de la noche como habíamos acordado. Una vez que pasé cuatro etapas seguidas y se me hizo un poco aburrido revisé mis correos y vi que el Director me había mandado el currículum de un candidato- hombre- para el puesto vacante que había dejado la gerente de marketing, al revisarlo  reí a carcajadas y luego mandé el correo a la papelera de reciclaje.

Después me puse a revisar los currículum de candidatas mandados por el gerente de recursos humanos, quien me conocía y sabía que contrataría sólo mujeres hermosas,  en torno a los treinta años de edad. Al ver tanta mujer linda recordé lo entretenido que fue el paso de la gerente de marketing por la empresa. Las reuniones en que aprobaba las campañas y que requerían quedarnos hasta altas horas de la noche, horario en que no queda  nadie en la empresa, servían para hacer toda clases de juegos eróticos en la sala de reuniones, mi oficina, y por supuesto en la clásica fotocopiadora. Liberé gran cantidad de endorfinas sólo pensando en aquellas escenas, cuando recibí un mensaje de mi esposa a las nueve con dos minutos indicando que  estaba treinta minutos atrasada, lo cual era de suponerse. Mientras la esperaba me puse a pensar en el cargo de manera más estratégica, ya que la llegada de una nueva gerenta de marketing podía sumar fuerzas al director si no la sumaba a mi lado. La elección debía ser bien pensada, ya que el proyecto estaba requiriendo toda la atención de marketing, por lo que la probabilidad que la nueva gerenta se sumara al equipo del director era alta y así lo había visto el director mandándome un currículum de alguien de su confianza para un cargo de mi dependencia. A su vez, la no contratación de la persona le daba un argumento para  explicar el  fracaso, endosándome la responsabilidad por no haber tenido a un gerente de marketing que trabajara  en el proyecto. Le di muchas vueltas al asunto y llegué a la conclusión que durante la primera etapa del proyecto  lo mejor era traspasarle la elección del cargo y su dependencia al director. Eso sí, debía encargarme que las contrataciones fallaran y terminar el primer mes sin que lograra contratar a nadie. El objetivo y algunos pasos a seguir estaban definidos, sólo me faltaba encontrar cómo haría para bloquear las contrataciones, lo que analizaría de acuerdo a cada candidato.

Cerca de veinte para las diez de la noche llegó mi esposa,  vestía  un traje negro con una amplia apertura en la pierna lo que llamaba absolutamente la atención de quien la viera, “oye mujer seductora, ¿para donde me llevas con esas tremendas piernas…digo vestido?”. “También se dar sorpresas”  dijo y salió manejando sin yo saber donde me llevaba.

Estacionó a la orilla de una calle por la que había pasado varias veces sin darme cuenta que había algo especial,  tomó mi mano y me llevo a la entrada de una casa que no tenía muchas luces. Al entrar cruzamos un largo pasillo de aproximadamente unos cuarenta metros, la casa era  una construcción del año cincuenta con muchos juegos de molduras en los vértices donde se juntan el techo con las paredes. Cuando llegamos al final del pasillo abrió una puerta la que dejó ver una gran pista de baile, con muchas luces en el techo y una bola de espejo que al ser iluminada reflejaba brillo en todas direcciones.  Ahí había una pareja que por las vestimentas parecían ser profesores de bailes,  ambos usaban calzas apretadas de lycra que llegaban a los tobillos, las que a mi gusto resaltaban la hermosa figura de la mujer y en el hombre mostraba una desagradable imagen.

Una vez que estuvimos cerca,  se presentaron como un matrimonio que hacía clases particulares de tango y nos prometían que después de unas cinco clases estaríamos listos para lucirnos en cualquier fiesta de matrimonio,  miré a mi esposa quien me devolvió la mirada y sonriendo  me recordó que se casaba la menor de sus hermanas en dos semanas,  le respondí que por supuesto me acordaba y me estaba mandando hacer un traje, por supuesto era  todo mentira ya que no me acordaba un carajo del matrimonio ese.

“Linda sorpresa” pensé yo la primera hora de la clase, yo partiéndome la cabeza tratando de realizar las más increíbles hazañas para poder darle una velada soñada, que probablemente sería envidiada por la mayoría de las mujeres de este planeta y ella me traía a clases de tango para lucirse en el matrimonio de su hermana, eso me producía una gran molestia y recordaba de inmediato los mensajes de textos enviados por el director, lo que se tradujo en que como pareja de baile no concordáramos en ningún paso pisándola con gusto en varias oportunidades. No podía dejar de compararla con la velada que me había regalado la nieta del viejito quien  claramente se había preocupado, por sobre todo, de mi bienestar y no el suyo.

Los profesores estaban muy  frustrados, entonces decidieron hacer un descanso, ya que según decían el tango es la comunicación entre una pareja que se expresa a través del baile y claramente la comunicación que estábamos teniendo con mi esposa era de lo peor, al menos yo me concentraba en cualquier cosa menos en ella. Los profesores nos separaron y  nos llevaron a tomar un trago, mi esposa con la profesora y yo con el profesor, obviamente maldecía ya que prefiero tomarme un trago con una mujer en apretadas calzas que junto a un hombre con la misma vestimenta.  “Qué te pasa weón”, me increpó el profesor después de haberme servido un ron, pregunta que me molestó de sobremanera y sin controlar el  impulso le respondí  “¿y qué te pasa a ti pendejo de mierda?”,  esto hizo  que el profesor retrocediera, se alejara unos veinte centímetros, pusiera cara de asombro y dijera con otro tono, “Disculpa, no quise ofenderte, sólo quería saber si tenías algún problema, ya que no me había tocado bailarín tan desconectado de su pareja, además me extraña  porque cuando coordinamos esta clase,  tu esposa nos contó que se estaban reconciliando y que tú eras todo un seductor, debo decir que ninguna de las dos cosas se perciben”. Sus palabras me hicieron reaccionar pensando en que esta conversación la podía estar teniendo la profesora con mi esposa y la podía llevar a sospechar que yo había leído los mensajes, por lo que cambié el switch y volví a recordar el brillo de sus ojos aquel día que me vestí de mariachi y la cara de sorpresa que puso al darse cuenta de la velada romántica, todo eso hizo  reaparecer un sentimiento de cariño. A decir  verdad no fue sólo por eso, el hecho que ese tipo me dijera que no parecía un seductor no me caía nada de bien tampoco.

Una vez que retomamos las clases, la miré a los ojos y ella me sonrió dulcemente, dejando  salir ese brillo tan especial que tanto me atraía, opacando hasta la brillante bola de espejos que daba vueltas en el techo. Ella se acercó y me dijo al oído que me relajara, estaba segura que ellos lograrían sacar al gran bailarín dentro de mí, porque el baile que había elegido era de seducción y en su vida entera había conocido hombre tan seductor como yo, eso me hizo pensar que debíamos mover un par de muebles ya que yo, ella y mi ego ocupábamos mucho espacio.

Bastaron quince minutos para aprender los primeros pasos de bailes y hacerlos perfectamente. Comenzaba  cruzando el  brazo izquierdo a través de su cintura y ella se colgaba de mi cuello con su brazo derecho, mientras mi mano derecha con su mano izquierda se envolvía levantadas. Mientras  retrocedía lentamente, ella seguía mis pasos sin despegarme la vista. Habiendo retrocedido tres pasos abría lentamente mi pierna izquierda hacia un costado mientras ella me seguía y una vez afirmado el pie izquierdo arrastraba lentamente la pierna derecha hasta dejar los pies paralelos  a no más de diez centímetros de distancia. Después caminaba hacia adelante mientras ella retrocedía marcando la dirección con mi pierna izquierda que avanzaba por fuera y era seguida por mi pierna derecha que se introducía entre las piernas de mi mujer justo en la apertura del vestido. Después de un par de pasos me detenía y la hacía moverse  de un lado para el otro mientras  coordinaba  toda la acción con mis brazos. Los profesores estaban sorprendidos, no lograban entender como una pareja que no tenía esperanzas de hacer algún buen paso, en tan sólo quince minutos lograban parecer,  ante cualquier ignorante, como bailarines avanzados de tango.

Por mi parte el brillos de sus ojos, la sonrisa de mi esposa que no dejaba de ver y la imagen de mi pierna entre las suyas no sólo me excitaban sino también lograba una comunicación plena, sin palabras, sin besos, sin caricias sólo pasos de bailes, los que  demostraban  la gran química que siempre habíamos tenido. La noche fue maravillosa, la nueva forma de comunicarnos me gustaba y había hecho olvidar muchos recuerdos que volverían a mi cabeza una vez que el éxtasis del baile pasara.

Una vez que terminamos las clases ella me fue a dejar  y  aceptó la invitación de un trago en el bar del hotel. No pude evitar imaginar la cara que pondría el barman al verme llegar con una mujer tan linda como mi esposa con un vestido de seducción total, siendo que hasta hace tan poco me había visto coqueteando con la nieta del viejito. Mi sorpresa fue máxima cuando el barman se acercó a nosotros y nos miró diciendo “Un ron para el caballero, lo tengo claro, pero no sé los gustos de su esposa, ¿qué le puedo ofrecer?”, lo dijo  con la seguridad  de  saber, ciertamente, que era mi esposa, eso  me extrañó en el momento pero no le di más vueltas.  Bebimos dos tragos cada uno y reímos muchísimo, ella respondía cuando por debajo de la mesa  tocaba sus piernas con la mía y seguía conversando sin que su rostro delatara  nuestro juego. La velada seguía animadamente, en un momento en que nadie veía,  la tomé por sorpresa y le di un gran beso mientras mis manos acariciaban su espalda y sus pechos, hasta que el barman volvió y se hizo notar haciendo chocar un par de copas. La invité a mi habitación y lo pensó por varios segundos, su respuesta fue negativa diciendo que era lo que más deseaba, pero creía que las cosas avanzaban bien en nuestra relación y aún no era el momento.  La acompañé a su auto y me despedí con esa grata sensación de  estar hechos el uno para el otro, pensamiento que podía ser borrado fácilmente con una llamada de la nieta del viejito o con sólo ver al maldito del director.


Capítulo XX, No Siempre se gana.


El Jueves era el lanzamiento de la campaña del proyecto. Ésta se iniciaría con un spot de televisión que se vería en el horario prime de la noche. Tal como lo habíamos planificado con el viejito, agendé reuniones semanales con el presidente del directorio. Esa mañana tendríamos la primera de ellas, la idea era ir alertando el fracaso del proyecto. Siguiendo la estrategia diseñada, le comenté mi preocupación respecto de los resultados de éste, especialmente, en relación a que afectaría las actuales líneas de negocio. La llegada de un director había hecho que los equipos se desordenaran y  perdieran  las prioridades. “Que eso no suceda, es labor tuya”, señaló el presidente del directorio en un tono diferente al que usualmente me hablaba. Algo había pasado. Supuse que el director había hecho su trabajo ensuciando mi gestión, utilizando la vieja táctica del “miente, miente que algo queda”, para que ya no contara con el cien por ciento de su apoyo.  Pero, a lo mejor, el ingreso del director era el caballito de troya que tenía para buscar la forma de reemplazarme pues llevaba mucho tiempo en la empresa acumulando mucho poder.  “No te preocupes, las actuales líneas de negocio no se verán afectadas en el corto plazo, pero he advertido que un proyecto mal gestionado puede ser catastrófico”,  le respondí sondeando cual era el peso específico que yo seguía teniendo en la empresa. Ante una respuesta como la que le di, habían dos alternativas, una respuesta pesada y agresiva y una diplomática y contenedora. La primera para mostrar que mi peso había disminuido considerablemente, al nivel de no mostrar miedo de que yo abandonara la gerencia general, lo que implicaba empezar a preparar mi plan de salida cuanto antes. La segunda, por su lado, para mostrar que aún habían dudas y preocupación respecto al daño de lo que podría significar la gestión de la empresa en mi ausencia. Ello, debido a que la transformación a que se había sometido la empresa era de una magnitud pocas veces vista ya que su rentabilidad crecería de sobremanera. La respuesta del presidente del directorio, finalmente, fue que sabía que este proyecto podía traer consecuencias negativas, pero tenía la certeza que estas reuniones semanales ayudarían a tomar las decisiones correctas y en forma anticipada. De esta forma, demostraba que mi participación en la empresa aún era bien valorada, pero yo en el fondo sabía que un proyecto exitoso por parte del director significaría mi salida de la empresa.

Una vez en la oficina, me reuní con el director y le comenté mi decisión de cederle la elección del gerente de marketing y que éste fuese de su dependencia durante el primer mes debido a los requerimientos del proyecto. Lo único que le pedía era que el cargo fuera ocupado por alguien del  perfil que me gustaba pues a partir del segundo mes dependería de mí.  Tal ofrecimiento no pudo ser rechazado y  tampoco negociado,  ya que la noche anterior había bloqueado a su primer candidato por ser hombre.

En reunión con el gerente comercial pude apreciar que su tiempo lo había dedicado cien por ciento al nuevo proyecto. Sin embargo, esta situación  no la había percibido debido a que mi mente divagaba entre la nieta del viejito, mi mujer y las bromas que le gastaba al director, lo que le había dado el  espacio para que  se metiera, tomando hábilmente control del tiempo de mis gerentes lo que me hizo reaccionar de inmediato. Lo primero que pensé fue tener una actitud  agresiva y amenazadora hacia el gerente comercial. No obstante, logré controlarme y razonar  unos segundos para decidir qué era lo mejor. Era indudable que los gerentes se sentían inestables por la llegada del director pero la gestión y liderazgo la seguía teniendo yo aún cuando  la incertidumbre que generaba la presencia del director, hacía que los gerentes fueran cautos en la relación con ambos. Recordé lo que alguna vez me había dicho un jefe “en el trabajo la fidelidad no existe, sólo existen los buenos negocios. Has que tu gente gane contigo y tendrás algo similar a la fidelidad, mientras dure el negocio o aparezca otro mejor”. Basándome en esa enseñanza definí cómo debía ser mi relación con cada uno de mis gerentes.

Fue así como siguiendo lo que había aprendido, le dije al gerente comercial que agradecía su gestión y apoyo al proyecto. Sin embargo, le señalé que iba a necesitar que la próxima semana me acompañara él, o alguno de los segundos de su equipo, a una reunión con  gerentes generales de otras empresas. Esta reunión le podía ser muy beneficiosa ya que estos gerentes no estaban dentro de sus redes de contacto, el permitir que un segundo me acompañara le generaba  una amenaza que debía  controlar. Aceptó la invitación, asumiendo la realización de un plan para que la reunión fuera perfecta, así manteniéndolo ocupado disminuiría el tiempo en que podía juntarse  con el director.

Después me quedé pensando en la teoría de los tres tercios que había escuchado de un compañero de trabajo. Él decía que en una situación de crísis, un tercio apoyaría al líder, otro tercio estaría en contra y el último tercio quedaría expectante al desenlace para apoyar al tercio ganador. Tomando en cuenta esto, la forma que había encontrado para resolver esta ecuación era restarle beneficios a los del tercio que estaba en contra y dárselos a los que estaban a favor. Así, rápidamente, hacía tomar posición al resto que quedaba expectante.  En este caso, de mis cuatro gerentes, excluyendo al de marketing, tenía claro que el de operaciones debía ser el primero a quien debía reforzar y aún no lo había hecho. El de finanzas por su lado, estaba con el director, el comercial se sumaría al final, tomando un gran valor el de recursos humanos a quien debía sumar a mi equipo y para ello debería conquistarlo.

A medio día me reuní con el gerente de operaciones para revisar el plan de contingencias. Lo revisé y vi que no lo había cambiado como le dije  que lo hiciera y pregunté, “¿Por qué mantienes el plan  si te había dado el espacio para cambiarlo y no quedar mal con el directorio?” Su respuesta me demostró que él estaba tomando esta situación muy a la ligera, lo que me alertó. Después de todo, el director no era nada de tonto pues lo había llamado a su oficina y le había ofrecido un bono de tres rentas con cargo al proyecto, obviamente, si es que no había problemas operacionales en el lanzamiento del proyecto. Le respondí que la decisión me parecía correcta desde la perspectiva de la empresa, pero desde su posición podía llegar a invalidarse ante el directorio. Él me dijo que tenía claro que  estaba en su techo, que históricamente los gerentes generales venían de afuera, de finanzas o del área comercial, por lo que el costo era mínimo en relación a las tres rentas que le había ofrecido el director. Le dije que tenía toda la razón haciéndole ver que los gerentes generales no eran elegidos del área operacional dado que eran los que menos se vinculaban con las finanzas de la empresa y el cargo requería un cierto nivel de conocimiento. El problema radicaba en que los gerentes de operaciones no tenían espacio para demostrar sus conocimientos y habilidades en esa área. Él lo entendió, pero cuando movió su cabeza en señal de resignación, lo reforcé diciéndole que creía que él tenía todas las capacidades y conocimientos necesarios para poder ser mi reemplazante. Le dije que lo primero era siempre validarse y ser un referente en su materia dado que ello generaba esa sensación de confianza que me hacía sentir a mí. Por el momento, le señalé, debíamos traspasar al directorio esa sensación de confianza  y luego incorporar a su área un proceso que fuese de responsabilidad del gerente de administración y finanzas que le permitiese mostrar conocimientos y criterios que lo validaran en esta otra materia frente al directorio. El gerente de operaciones abrió sus ojos, activándose automáticamente su lado ambicioso. Sellamos entre ambos un negocio basado en sueños y como ya es sabido… de sueños vive el hombre. Seguimos conversando y acordamos que el área colapsada primeramente, por causa del proyecto, sería facturación, y que cuando ello ocurriera yo le traspasaría a él la responsabilidad. Ese era un proceso muy relacionado con el ciclo de operaciones.

Por otro lado, él ya había mostrado el plan de contingencia al director por lo que la puesta en marcha no tendría los problemas que yo ya había alertado al presidente del directorio. Lo que me traería un alto costo que esperaba fuese controlable. De esta forma, el gerente de operaciones, entendía que cualquier espacio que tuviera para ser considerado candidato a gerente general pasaba porque el proyecto fracasara en el mediano plazo.

La última reunión que tuve ese día fue con el gerente de recursos humanos, quien me sorprendía por su tranquilidad. Él era un hombre de cincuenta y cinco años de edad y su única intención era trabajar unos cinco años más, hasta que sus hijos terminaran la universidad. De ahí, pensaba jubilarse. Gracias a ese control y calma era que lograba aguantar que yo me desquitara con él. Sentado frente a mí, comencé a indagar cual era su posición.  Primero partió calmadamente contándome todas las aristas de lo que pensaba. Hablo un buen rato hasta que se dejó de preámbulos y me dijo “No te des más vueltas, hombre, yo estoy contigo”, lo que me sorprendió de sobremanera. La verdad es que yo lo consideraba un poco tonto porque siempre se dejaba golpear por mí y nunca darme un frente. “¿A qué te refieres?, le pregunté, tratando de hacer un esfuerzo inútil por parecer desentendido. Me dijo que había empezado a trabajar a los quince años y se fue formando a medida que iba desarrollando su carrera. Señaló que en sus cuarenta años de experiencia había visto de todo y que la situación que estaba viviendo la empresa no era ajena a él. Lo más sorprendente ocurrió cuando me dijo que mi soberbia no me había permitido ver que esta crisis no la había generado yo, sino que la había generado el director sin darme cuenta.  Le pedí más detalles y me dijo que el éxito obtenido en mi  proyecto me había alimentado el ego de tal forma que había dejado de estar alerta pues me creía un semidiós. Esto captó mi atención y produjo un cambio brusco en la percepción que tenía del tan vapuleado gerente. “¿De verdad crees que es coincidencia que esta crisis se haya dado justamente al mismo tiempo que tu crisis familiar?”, dijo. “Esto ha sido maquinado por el gerente de administración y finanzas y el director hace varios meses atrás. Dejaron que perdieras tu concentración y golpearon de lleno en tu familia y, al mismo tiempo, dejaste entrar al director por voluntad propia.” Sus palabras me golpearon fuertemente y me hicieron sentir un idiota. Tenía toda la razón, yo había bajado la guardia. Lo único que no entendía era qué relación insinuaba que existía con la generación de mi crisis familiar por parte del director y el gerente de administración y finanzas. Sin embargo, me logre contener y lo dejé pasar por ese momento.

“¿Por qué dices estar conmigo?”, pregunté innecesariamente, pues la respuesta era de esperarse, como dicen, más vale diablo conocido que santo por conocer. Sobretodo a esas alturas de su carrera donde lo único que busca es tiempo, los  cambios de gerentes, que por lo general vienen con equipos y  al no estar “apadrinado” con  nadie de la organización lo ponía en un riesgo incensario. No tenía la seguridad de que fuese a estar de mi lado. Eso lo comprobaría durante el proceso de selección del gerente de marketing, ya que él era el encargado de ir rechazando a los candidatos, acción que si hacía bien.  De todas formas, tenía muy claro que el negocio con él no lo tenía cerrado y debería darme un tiempo para ofrecerle beneficios que compraran su “lealtad”,


Ese día el director ganó una importante batalla, el lanzamiento del proyecto había sido perfecto. Una campaña exitosa que hizo reaccionar a los futuros clientes, que de inmediato demandaron la nueva línea de productos y el área de  operación es reaccionó eficientemente ya que había anticipado el incremento de la demanda.

Al día siguiente recibí un llamado del presidente del directorio increpándome por haber exagerado mi preocupación. El triunfo del director me había golpeado así es que ahora debía estar más alerta si quería ganar esta batalla pues  se estaba complicando.

El Viernes fue un día de celebración del director. Volvió a invitar  a almorzar para compartir el éxito con todos, pues es bien sabido que las personas siguen el éxito. Eso sí, esta vez llevó su chequera para evitar problemas y se aseguró de no pedir vino.

Cuando regresaba  al hotel me fui con la sensación amarga de haber perdido una batalla. Manejé más confundido aún. Sentía que todas las emociones  se mezclaban y me generaban una angustia que no me hacía nada de bien. Manejé casi de memoria, sin tomar conciencia de las calles por las que iba, de pronto el sonido del teléfono me interrumpió, miré hacia el suelo y antes de contestar, en cosa de segundos, sentí una fuerte frenada y el ruido de un choque de autos que me aturdió por completo. Un dolor de espalda se apoderó de mí, cuando me percaté que el auto que había sido golpeado era el mío.  Fui arrojado contra un árbol el que me  frenó  en seco. Sentí que los vidrios estallaron, los ojos se me cerraron y perdí completamente el  conocimiento.


Capítulo XXI, Sin anestesia


Cuando desperté en el hospital público, donde había sido llevado, no entendía que era lo que sucedía, los vagos recuerdos de antes del choque llegaban en la medida que iba tomando conciencia. Mientras un doctor me preguntaba cómo me sentía recordé que había chocado, me levanté de la camilla y pregunté  si había algún herido, me dijeron que me recostara  que todo estaba bien.

Estuve en revisión cerca de cuatro horas, me hicieron exámenes para ver la cantidad del alcohol que había en la sangre, un par de radiografías y fui revisado por un par de especialistas los que concluyeron que no tenía ningún daño y podía irme a casa. La atención del personal era algo brusca, además el hospital estaba lleno de gente ebria que había tenido algún tipo de accidente también habían varios heridos de riñas, de maleantes que venían acompañados de policías. Todo esto lo hacía un lugar bastante incomodo. Tomé mis cosas y conversé con un policía quien  me dijo que la mujer con la que había chocado no había recibido ninguna lesión, pero de todas formas seríamos llamados a dar declaraciones en una semana más. Me explicó que mi auto había quedado en un estacionamiento de la policía, usado para dejar autos chocados por el cual cobraban cincuenta dólares diarios. De todas formas me aconsejó que hiciera los trámites del seguro cuanto antes, ya que probablemente dada la magnitud de los daños sería considerado como pérdida total.

Cuando llegué al hotel fui directo a mi habitación a dormir, estaba cansado y algo traumado con el accidente aunque por suerte había tenido consecuencias menores. Una vez en mi habitación revisé  mi teléfono,  no tenía ningún mensaje ni llamada perdida y para relajarme realicé algunos tweets graciosos los que eran respondidos con muchas risas por los seguidores, eso logró subirme un poco el ánimo y me acosté a dormir.

El sábado desperté con un dolor de espalda que me mataba por lo que decidí quedarme en mi habitación viendo televisión y tweeteando algunas cosas. Esperaba que el dolor disminuyera pero no pasaba llegando a tal nivel que no me dejó dormir en toda la noche y a las seis de la mañana del domingo decidí ir a la urgencia de una clínica privada.

En la urgencia me atendió el doctor más idiota del mundo, “¿es usted nervioso señor?”, preguntó el facultativo,  respondí que no. “Raro, ya que hoy en día todo el mundo es nervioso, yo creo que lo de usted es estrés”. La verdad es que el dolor me tenía sin ninguna paciencia y le dije que para que mierda me preguntaba si era nervioso si al final me iba a tachar de nervioso igual y me iba a diagnosticar estrés independiente de mi respuesta. “¿Se da cuenta que está estresado señor?, mire cómo reacciona”, comentario que hizo que el dolor me aumentara y con la máxima calma le dije que el viernes en la noche había chocado y que en el momento del choque había sentido un dolor similar. “¿Por qué no lo dijo antes?” preguntó el doctor con cara de idiota y con lo último de compostura que me quedaba le pedí por favor que dejara de molestarme y me aliviara el dolor que me estaba matando.

El doctor probó con algunos medicamentos fuertes para tratar de controlar el dolor, pero después de una hora sin poder hacerlo decidió internarme en la clínica. Esto para mí era bueno, ya que serían otros los doctores los que me atenderían de ahí en adelante. Fui trasladado en camilla a una habitación en la que me hicieron ponerme aquel pijama indigno que parece una camisa de dormir abierta en los costados. Llegó una enfermera, vieja y fea matando cualquier fantasía sexual que mi mente, pese al dolor, lograba conectar. Me tomó los signos vitales y al ver que el dolor era elevado habló con la enfermera jefa y decidieron administrarme morfina directo a la vena con lo cual pude dormir un rato.

Unas horas después seguía con mucho dolor, se lo informé a la enfermera  jefa,  quien me administró antiinflamatorios y relajantes musculares sin dar resultados. Más tarde hubo cambio de turno,  para mi fortuna la vieja y fea enfermera que me había recibido había sido reemplazada por una enfermera guapísima quien me conectó unos terminales en la espalda para comenzar un tratamiento kinesiológico que aplicaba una suave electricidad.

Cuando me dijo que producto de la electricidad mis brazos podrían tener movimientos involuntarios y se dio vuelta quedando su hermoso trasero muy cerca de mi brazo derecho me fui imposible contener el impulso de acariciarle una de sus nalgas. Ella se dio media vuelta muy molesta, con una mirada que exigía una inmediata explicación. “Lo lamento, debe haber sido uno de esos movimientos involuntarios de los que me advirtió”, respuesta que la dejó sin decir nada, pero  buscando venganza miró el catéter que tenían en la el brazo izquierdo y dijo que se me había soltado. Sin piedad sacó la cinta que mantenía el catéter pegado a la piel, dejando sin ninguna vellosidad ese sector. Después me pinchó la mano ocho veces disculpándose y diciendo que la vena estaba difícil de encontrar. Al salir con cara de satisfacción por haberse tomado la revancha la detuve diciéndole, “si quiere me cambia el catéter al otro brazo una seis veces si me deja acariciarle el trasero de una vez más”, lo cual la hizo poner cara de molesta y no volvió a mi habitación durante todo el día. En la noche pude dormir algunas horas gracias a la administración de morfina.

En la mañana del lunes el traumatólogo mandó hacer radiografías, resonancia magnética y una eco-tomografía. El traslado a esta última fue realizada por la enfermera del lindo trasero, quien fue muy brusca al guiar la silla de ruedas, poniendo así una barrera que evitara cualquier comentario respecto de lo acontecido el día anterior. En el trayecto realicé algunos tweet y sin darme cuenta la enfermera logró ver en la pantalla de mi teléfono que yo era el @gernte2012 de twitter. “¿Eres tú el gerente2012?, no puede ser, ayer mientras leíamos con mis compañeras el tweet que decía que había agarrado el trasero a una enfermera yo les comenté que lo mismo me había pasado con el tarado que atendía”. Me dijo también que me seguía mucha gente que conocía y a que a ella más que los tweet graciosos le gustaban los motivacionales. “Pediré ser yo la que te atienda esta noche”, dijo moviendo sus protuberantes curvas, lo que generó una liberación de gran cantidad de endorfinas que me permitieron por unos minutos tener un espacio sin dolor desde el choque.

En la noche llegó la coqueta enfermera con un tremendo escote, con voz sensual dijo que me haría pasar un buen momento si le permitía un deseo oculto,  palabras que me hicieron olvidar el dolor y recordar esa frase que me acompaña en la vida y que tanto me gusta “todo pasa por algo”.  Por otro lado, ya llevaba mucho tiempo de celibato, había sido sometido a una fuerte excitación por parte de mi esposa y la nieta del viejito lo que sumado al dolor de espalda me hicieron ser un hombre muy débil que no pudo resistirse a la tentadora oferta de la enfermera. “Me gusta lo oculto, cuéntame de qué se trata y seguro cumpliré tu deseo, ya que con ese escote que traes ya estás satisfaciendo uno de los míos”, dije con una sonrisa y unos ojos llenos de picardía que mostraban el seductor que llevo dentro el cual lograba salir con rapidez.

La enfermera me pidió dos cosas, una fue que le sacara una foto a su escote y la publicara en twitter y la  que la dejara escribir un tweet en mi cuenta de @gerente2012. La foto se la saqué con gusto, ella se acercó a mí y pude fotografiar de lleno su generoso  escote la cual publiqué de inmediato. Posterior a eso, la enfermera tomó mi teléfono y escribió “Estamos cuidando al  @gerente2012 muy bien y dándole mucho cariño. Al conversar con él se entienden muchas cosas, es exquisito. La Enfermera “. Posterior a esto recibí muchos tweets de aliento y seguidoras que le pedían a la enfermera que me cuidara muy bien, lo que la hizo reír mucho.

La habitación tenía un pasillo que estaba contiguo a la puerta de entrada y a un metro de ésta a lado izquierdo estaba la puerta del baño e interruptores de todas las luces y al lado derecho se encontraba un guardarropa. Siguiendo por el pasillo la pared donde estaba la puerta del baño se acaba a dos metros de la puerta de entrada dando paso a la habitación en donde la cama estaba orientada de izquierda a derecha. La pared del guarda ropa continuaba hasta el final de la habitación en la cual había un LCD de treinta y dos pulgadas frente a la cama donde yo estaba acostado, el que fue apagado por la enfermera después de haber publicado el tweet.

“Sr gerente voy a apagar las luces para que se sienta más cómodo”, dijo la enfermera desapareciendo de mi vista y luego escuché como se cerraba la puerta de la habitación con un ruido que indicaba que se bloqueaba con el pestillo.  Segundos después pasó volando su delantal frente a mi vista lanzado desde el pasillo, dando paso a lo que yo creía que sería el remedio definitivo al tortuoso dolor de espalda que me aquejaba.

La enfermera apareció vestida sólo con ropa interior y me dijo que si yo escribía en la novela esta historia ella me daría una foto muy sexy. Por supuesto le respondí que no era necesario, la historia era muy entretenida y digna de contar, además yo era ante todo un caballero que no tenía en mis códigos pedir fotos sensuales. Ella me preguntó si eso significaba que no estaba dispuesto a recibirla, respondí que mis códigos de caballero indicaban sólo no solicitarla, pero sí recibirla, si era su deseo.

Cuando ella tomó mi teléfono y seleccionó la canción “You can leave your hat on” de Joe Cocker supe que la lista de mis fantasías no cumplidas disminuiría en una.  Al ritmo de la música, frente a mí y sin quitarme la vista ella comenzó a mover todas las curvas de su cuerpo. En ese momento no sólo no existía el dolor de espalda tampoco tenía conciencia de ninguna parte de mi cuerpo, salvo una.  Se puso a los pies de la cama y al mismo tiempo que movía sus caderas de espalda a mí comenzó a soltarse el sostén en un movimiento sensual que me tenía muy excitado. Al darse vuelta, lo hizo tomando sus senos con sus manos escondiendo parte de ellos y se me acercó lentamente. Una vez que estuvo al lado de mi cama la invité a recostarse junto a mí.  Jamás pensé que podía encontrarle un atractivo al pijama que me obligan a usar mientras estaba internado, pero al recostarse y abrazarnos no fue necesario sacármelo para sentir el roce de nuestros cuerpos. Los detalles de lo que siguió no los publicaré ya que muchos de sus trucos magníficos y desconocidos para mí, solo ella sabía cómo hacerlos y me pidió que no los contara, sí les diré que como dice Arjona en su canción del taxista “le besé hasta la sombra”.

Esa noche liberé gran cantidad de endorfinas las que me hicieron dormir por muchas horas y tener un sueño placentero, pero el dolor volvió con más fuerza a la mañana siguiente cuando desperté. El doctor me dijo que los exámenes mostraban que estaban bien por lo que seguirían el tratamiento que habían hecho durante mi estadía. Como sabía que en ese tratamiento no estaban incluidos los trucos realizados por la enfermera el día anterior, decidí ir y buscar otras terapias alternativas, ya que la medicina tradicional no había logrado calmar la molestia y ésta era cada vez era más insoportable.  Así, al salir de la clínica no sólo me iba con el mismo dolor con el que había llegado sino también con un fuerte dolor en mi billetera por el tamaño de la cuenta.


Capítulo XXII, Final Feliz


De la clínica me fui directo a un quiropráctico que me habían recomendado para el dolor de espalda. Este me daba una seguridad especial ya que además era médico lo que hacía una combinación interesante entre medicina tradicional y alternativa.  Al relatarle la historia desde el choque hasta que salí de la clínica, omitiendo la parte de la enfermera ya que un caballero no tiene memoria, me indicó que los profesionales médicos de hoy en día no tienen idea de lo que hacen. Además  me refregó en mi cara que había botado mi dinero internándome en el hospital privado ya que él corregiría el  motivo de la molestia cobrando menos de treinta veces el valor de la cuenta de la cínica.

Nunca antes había ido a un quiropráctico por lo que no tenía idea que era lo que hacían, de hecho en mi ignorancia pensé que veían la suerte a través de las manos o tiraban las cartas. Cuando puso su codo con bastante presión sobre mi espalda grité del dolor y me prometí que nunca más iría a tratar un dolor sin saber que era lo que hacía el tratante. Cerca de veinte minutos estuvo masajeando mi espalda causándome un dolor salvaje que por más que trataba de aguantar los quejidos me era imposible.

Una vez terminado el sufrido masaje me dispuse a sentar cuando me dijo que no me moviera, que aún le faltaba por  hacer la tracción. La palabra tracción me recordó un cuatro por cuatro y relacionarlo con mi espalda adolorida me causó un pánico terrible imaginar lo que me haría. Me pidió que respirara fuerte y  al botar el aire presionó mi columna produciendo un ruido de huesos que para cualquier espectador habría sido sinónimo de un fuerte dolor, lo cual por suerte no fue así. Me pidió que volviera a respirar y volvió a realizar la maniobra, pero en un par de vertebras más abajo que la primera vez, sonando aún más fuerte. Cuando me dijo que me sentara, pensé que la tortura había terminado, pero no pasaron unos cuantos segundos cuando el doctor me tomaba por el cuello y pedía que me relajara. No sé cuál era el concepto de relajo que tenía el doctor, pero  el mío no estaba asociado a dolor, ruido de huesos y un perfecto desconocido que estaba a punto de aplicar fuerza en mi cuello. Le dije que hasta ahí no más llegaba el tratamiento, pero tuve que retractarme cuando me dijo que todo lo que había hecho no serviría de nada si no acaba la maniobra del cuello.

Creo que jamás le había entregado tanta confianza a alguien como lo hice a ese triturador de huesos, ya que en cosas de segundos dejé mi cuello completamente relajado en sus manos listo para que aplicara la fuerza que quisiese. Habiendo visto tantas películas de acción en donde el jovencito mataba a los malos quebrándoles el cuello, no lograba entender como yo me había puesto en tal situación de vulnerabilidad, pero ya estaba hecho por lo que cerré los ojos antes de que el doctor aplicara la fuerza  que lo hizo crujir de una manera  espantosa.

Al final de la consulta me recetó una serie remedios, que guardara reposo por un par de días y que el dolor debía disminuir considerablemente. Me fui a la habitación del hotel y respondí algunos correos relevantes del trabajo, mientras esperaba sin resultados que el dolor disminuyera.

Al día siguiente me desperté con un llamado del presidente del directorio y el dolor seguía sin disminuir.  Me preguntó si estaba todo bien, ya que me había llamado a la oficina y mi secretaria, a quien había mantenido informada de mi malestar, le había dicho que yo estaba muy grave. Al contarle lo que me había sucedido desde el choque inmediatamente me recomendó que hiciera un tratamiento de biomagnetismo y me dio los datos de la persona que lo había tratado de un lumbago el cual por años no se lo quitaron los doctores de la medicina tradicional. Más bien por un gesto diplomático tomé los datos que me indicó y los guardé en mi teléfono, pero con ninguna intención de concretar una cita.

Eran las cuatro de la tarde y no había comido nada, ya que el dolor de espalda tenía revolcándome en mi cama sin saber qué hacer. Ya me había internado en una clínica donde me habían aplicado todos los tratamientos de la medicina tradicional sin dar resultados. Por otro lado, había asistido a un doctor que prácticamente había zapateado sobre mi espalda sin que el dolor disminuyera y tomaba una serie de remedios que se suponían que debían calmar el dolor y resolver la molestia definitivamente, pero tan poco daba resultado. Es increíble lo que hace uno con dolor, ya que pese a que el día anterior me había prometido nunca más asistir a tratarme el dolor sin saber cuál era el tratamiento, ya estaba llamando al especialista en tratamiento biomagnético.

A las cinco de la tarde en punto estaba en una consulta que me parecía bastante extraña, ya que yo  imaginaba que un lugar que aplicara tratamientos biomagnéticos tendría máquinas similares a escáner o de resonancia magnética, por lo que pensaba sería un lugar bastante tecnológico. Este lugar era medio hippie, se escuchaba una música estilo budista y había bastante olor a incienso.

Cuando salió una mujer de unos cuarenta y cinco años, muy conservada, me hizo pasar a una habitación estrecha donde había una camilla sobre la cual me pidió me recostará, había también una radio, bastante incienso, un diploma colgado en una pared que decía que había aprobado un curso de treinta horas en el instituto de biomagnetismo que mi puta vida había escuchado.

La desesperación me hizo no cuestionar nada y sólo esperar que el tratamiento no me causara más dolor. La mujer me pidió que me quedara en ropa interior y me dijo que si quería el tratamiento con Happening  el valor sería el doble.  Sin escuchar lo que me decía le dije que me aplicara el tratamiento más caro que tuviese, pensando que el precio tendría relación con la efectividad y calidad de este.

Una vez cerrado el acuerdo prendió incienso, puso la música budista y puso un pañuelo sobre mis ojos para que taparan mi visión y  ayudara a relájame, según dijo ella. Yo recostado de espalda, ella tomó mi pies y los sostuvo a unos veinte grados de inclinación dando pequeños movimientos hacia arriaba y hacia abajo mientras en voz baja hacía algún tipo de rezo.  La risa me la tuve que contener, dado que no lograba entender como me había ido a meter a tan especial lugar, sobre todo cuando me puso unas cosas fría en mi espalda diciéndome que todo estaría bien que eran imanes.

Cuando entendía que el tratamiento no tendría dolor me relajé escuchando la música y viendo el color blanco del pañuelo que estaba sobre mi cara. También escuchaba los murmuros de la especialista y olía el suave olor a incienso que poco a poco inundaba toda la habitación.

Fue muy extraño ver a mi esposa y la nieta del viejito que se me acercaban desnudas en una habitación a la que no recordaba cómo había llegado. Yo estaba recostado de espalda y desnudo en una cama amplia y ambas mujeres se habían acomodado a cada costado mío haciéndome dulces caricias. Besaba  alternadamente a cada una, quienes exhibían una cara de placer lo cual me producía una mezcla exquisita entre excitación y bienestar. Cuando alcancé un orgasmo la escena que veía se transformaba en un luz blanca y poco a poco fui tomando conciencia que había sido un sueño y que me encontraba la camilla donde se suponía estaba recibiendo el tratamiento de imanes. Al sacar el pañuelo pude ver que el orgasmo era real y había sido ocasionado por la especialista que mostraba experiencia en otro rubro. Con un tanto de pudor le pregunté que había hecho y me respondió que cumplía el tratamiento que había solicitado el cual era la sesión de imanes que terminaba con un “happy ending”. Comprendí que había escuchado mal cuando ella me había preguntado si quería agregar al tratamiento un happening  lo que había dicho era un happy ending o como dice en otros lugares un “final feliz”.

No sé si fue alguno de los tratamientos en particular o fue una mezcla de todo, pero habían dado resultado y el dolor había comenzado a desaparecer. Me acosté casi aliviado y me dispuse a dormir por fin descansando y preparándome para lo que sería la vuelta al trabajo a la mañana siguiente.


Capítulo XXIII, Trato hecho


El miércoles cuando volví a la oficina había algo diferente, tan sólo dos días habían pasado sin que yo estuviera y se percibía en el ambiente una sensación de triunfo del director ejecutivo, que de seguro había sociabilizado en todos los niveles.

A la que primero llamé fue a mi secretaria, con quien había logrado una relación de confianza y cariño que incluso habíamos llegado a expresar  físicamente en  un par de ocasiones a la hora de almuerzo. Muy preocupada de lo que me había pasado me ofreció buscar otros especialistas si lo necesitaba,  a lo que habría accedido, pero la confianza no era tanta como para preguntarle si los tratamientos tenían opción de “happy ending”.

Luego llamé al gerente de finanzas, quien mostró una nueva adquirida arrogancia al indicarme tiempos impresentables cuando le solicité un par de informes. Su nueva actitud la borré en dos minutos cuando le dije que esos tiempos no me servían y entendía que el problema no era que los informes no pudiesen estar antes, sólo que él no era capaz de tenerlos antes. Esto  significaba que él abría la posibilidad de que yo buscara a otra persona que  hiciera los informes. “Voy a ver este tema directamente con uno de tus segundos”, le dije en forma seria y cortante lo que llamó su atención. “Si lo haces puedes desviar la atención de mí área y yo no responderé por lo que pase”. Esa respuesta, que jamás me habría dado en otra circunstancia, me generó una rabia tremenda que me tentaba a ser grosero y descortés, pero logré acordarme de lo que había conversado con el viejito y me di cuenta que esa acción no me traería beneficios. Muy sereno le dije que si él no se hacía responsable de su área significaba que me estaba presentando su renuncia,  y debía analizarlo. Antes  que dijera algo para retractarse le pedí que saliera de mi oficina para pensar muy bien lo conversado en esta reunión y  tomar una decisión. También le dije que era conveniente que él pensara bien lo que estaba diciendo para que después de almuerzo volviéramos a conversar. Sabía que a consecuencia de esto él  iría a conversar con el director ejecutivo, quien tenía dos alternativas, una era intervenir y la otra bajarle el perfil al problema. Intervenir  significaba que el lanzamiento positivo de la nueva línea de negocio me habría restado todo el poder y el estaba dispuesto a generar el conflicto que al escalarlo al presidente del directorio terminaría con mi salida. Si bajaba el perfil evitaría involucrarse en el problema,  eso sería señal que él aún no tenía la fuerza suficiente para sacarme, por lo que mi acción me permitiría obtener un  buen diagnostico de mi posición de poder hasta ese minuto.

Después me junté con el gerente de operaciones y le dije que quería ver un análisis del proceso de facturación de la nueva línea de negocio y  lo expondríamos en el próximo directorio, así él mostraría fortalezas en el área de finanzas, habilidad importante para ser considerado un candidato a sucederme. “¿Ya te piensas ir?”, me preguntó confundido,  le respondí que si yo decidía irme antes de un año él no tendría posibilidades de reemplazarme, lo que le hizo entender  que debía  convencerme de no tomar ese camino. “No lo digo por eso, creo que esta etapa del proyecto no está cerrada para que te retires”, frase que le permitía dignamente seguir la instrucción que le había pedido. Le dije que creía lo mismo y mi trabajo termina con un proyecto consolidado y levantando a mi reemplazante, que era  él, pero teníamos tan sólo doce meses para hacer cambiar de opinión al directorio.

La conversación con el gerente de operaciones me dejó con la sensación que yo le ofrecía un negocio mejor que el director, ya que de seguro se había juntado con él y lo había convencido de que yo no lo tenía bien pagado y de ese modo ponerlo en mi contra. Los sueños, el orgullo, el reconocimiento y el sueldo de gerente general era claramente una mejor oferta y él sabía que yo cumplía mi palabra por lo que si bien no ofrecería su vida por mí, ya que nadie lo hace en los negocios, sí estaría a mi favor cuando el ajedrez se pusiera complicado.

Antes de almorzar tuve la mejor reunión de todas,  fue con el gerente de recursos humanos. Tranquilo como siempre, esperaba que me desquitara con él por el dolor de espalda que había tenido, entró resignado a recibir los golpes y eso hubiera sido lo usual. “Me has hecho pensar mucho”, le dije sonriendo y en forma cercana. Eso llamó su atención, abrió los ojos de la misma manera que lo había hecho la vez anterior y dejó ver la cara de viejo zorro, en vez de mostrar la fachada del gerente perdedor. “Y que has pensado?”, me dijo con mucha cautela. Le respondí que la última vez me había dejado ver que su perfil me había dado cuenta que diferente al que yo creía, pero no me cuadraba con que se dejara golpear  por mí sin defenderse.  Me dijo que él tenía mucha flexibilidad, había comenzado a trabajar a los quince años  y en sus  cuarenta años dentro de las empresas había visto muchos perfiles de gerentes.  Había algunos que requerían desquitar su frustración con alguien,  quien  tomaba un gran valor ya que canalizaba las energías negativas del gerente general haciendo que sus decisiones fueran mejores. “Yo lo veo así, jamás he pensado que sea personal, sólo cumplo un papel en el trabajo”. Con esa explicación me cuadró todo, él  no era un perdedor sólo lograba controlar su orgullo haciendo un rol que pocos podrían entender como digno. Esto me produjo una tremenda admiración, ya que el control emocional de la soberbia y el orgullo era lo que yo estaba practicando y él parecía ser todo un maestro. Esto implicaba que de alguna manera podía ocupar parte del espacio que había dejado el viejito.

“Quiero irme en un año más de esta empresa”, le dije declarándolo como mi principal objetivo. Le aclaré que quería que él me ayudara y me respondió con honestidad que la respuesta sería positiva, pero que no estaba dispuesto a correr riesgos.  Le dije que lo entendía y que sabía que el riesgo debía ser sinónimo de rentabilidad, por lo que quería ofrecerle un negocio, lo que hizo me pusiera toda la atención. “Tengo claro que tu tema a resolver es mantenerte al menos cinco años hasta pagar la universidad de tus hijos y yo te lo aseguraré”.  Saqué un papel que había escrito cuando estaba en la clínica y se lo pasé,  al leerlo abrió sus ojos como quien ve la oportunidad de su vida. El papel era un anexo a su contrato de trabajo que le agregaba una cláusula especial que decía que si él era despedido en los próximos diez años, la empresa debía sumar a su indemnización el pago de de los meses restantes hasta cumplir los diez años. Esto significaba que el gerente de recursos humanos lograba algo soñado por todo ejecutivo a su edad, que le aseguraran su sueldo de gerente hasta los sesenta y cinco años. “¿Cuál es la trampa?”, me dijo,  ninguna, respondí, sólo que la fecha en que regiría esa clausula era en dos meses más, por lo que si yo estaba en la empresa  para ese entonces mi firma sería válida. “Pero tú no tienes poder para hacer esto, agregó” y de hecho así era, en realidad no tenía autorización por parte del directorio, pero ese documento era más que válido para ganar un juicio laboral si se lo impugnaban.  “Tenemos un trato, créeme que con esto estaré dispuesto a correr riesgos, no por ti sino por mí”, frase que dejó escapar una sonrisa que me confirmaba una vez más que la lealtad en los negocios no existía, sólo los buenos negocios generaban un comportamiento similar.

Como era habitual volví aproximadamente a las cinco de la tarde y me junté con el subgerente de facturación a quien hice pasar a una despacho que estaba al lado de mi oficina, quería que escuchara todo lo que hablaría con el gerente de finanzas. “Quiero pedirte disculpa por mi actitud, la presión que tengo por estos proyectos hicieron que no te respondiera de la manera que esperabas”, dijo el gerente de finanzas. Esto me mostraba que el director no tenía el poder suficiente para enfrentarme. “Tengo tu despido firmado”, le dije agregando que no aguantaría de nadie en la organización la menor falta de respeto, lo que hizo que el gerente de finanzas rogara perdón, me dijo que estaba endeudado y que por favor le diera otra oportunidad. Yo le dije que lo perdonaría, ya que lograba entender que la llegada del director podía hacer confuso saber quién era la cabeza de esta empresa. Esto era todo un montaje para que el subgerente de facturación escuchara la conversación e hiciera correr el rumor que yo seguía manejando la empresa y que su jefe, el gerente de finanzas, se había humillado rogando por no ser despedido lo que le quitaría liderazgo y credibilidad a los dichos que circulaban a favor del director.

Durante la tarde me distendí un rato, me  sumé a unas reuniones comerciales en las que participaban todas las vendedoras sexys de la empresa  y entré en un lúdico y entretenido juego de coquetería. Lo que menos había era análisis estratégico,  eran reuniones de puras risas que por lo general terminaban con la invitación que alguna de ellas me hacía para tomar un trago y pasar una buena noche. Como venía sucediendo desde que mi esposa me echó de la casa la reunión fueron sólo coqueteos sin pasar a mayores. Cuando me disponía a partir, el gerente de recursos humanos me miró seriamente y me dijo que si que yo quería estar al menos dos meses más en la empresa debía saber la verdad de las cosas. Me pidió que me relajara ya que mañana había solicitado una reunión a primera hora en donde me revelaría información que desconocía, esto me llenó de curiosidad pero la pude contener y le dije que lo viéramos a primera hora.


Capítulo XXIV, La pura y santa verdad


La curiosidad que habían generado los dichos del gerente de recursos humanos hicieron que durmiera poco y que me levantará mucho más temprano de lo normal. Llegué a la empresa una hora antes de lo que estaba acostumbrado y me entretuve escribiendo algunos tweet motivacionales,  imaginaba a la adorable enfermera leyéndolos.

Mi secretaria, que siempre llegaba temprano,  me comentó algunas situaciones menores que sucedían en la empresa, mientras me servía el café. Esto era común y nos había ayudado a construir una relación de confianza más allá de lo normal. Me dijo que estaba preocupada por lo que me estaba pasando y que sabía que la llegada del director era una situación de riesgo. Suave y contenedora, dijo  que podía contar con ella para cualquier cosa  lo que me hizo ver sus caderas y recordar aquellas salidas que habíamos tenido, pero luego comprendí que se refería a que contaba con su apoyo para cualquier acción que necesitara en contra del director.  Agradecido  le iba a comentar parte de lo que estaba haciendo pero fuimos interrumpidos por el gerente de recursos humanos, que entró a mi oficina pensando que estaba sólo.

“Estás preparado para la verdad”, me dijo seriamente y mirándo con una seguridad a la que no me tenía acostumbrado. “Por supuesto, pero pidamos un café a la secretaria” lo dije con una sonrisa pícara ya que cuando servía se preocupaba de llamar la atención de todos los hombres haciendo un juego de caderas  muy atractivo. “Déjate de tonteras, así es como te han metido el dedo en la boca”, dijo en forma directa e inmediatamente se disculpó. Me dijo que yo había sido ciego en este proceso y nunca le había dado la oportunidad de advertirme. “Por favor deja de darte tantas vueltas y ve al grano, ¿qué mierda es lo que no sé?” dije en forma tajante de manera de frenar el exceso de confianza que había tenido al hablarme de esa forma y para que hablara de una vez, ya que mi curiosidad cada vez era más difícil de controlar.

“Tú secretaria es amante del gerente de finanzas y es a través de ella que obtuvieron información para llegar a tu esposa y al director. Lograron mostrarle un comportamiento que le permitía golpearte con el presidente del directorio”. Palabras que me dejaron helado, ya que era claro que el nivel de confianza que tenía con mi secretaria era muy profundo. En un principio no quería creerlo, pero después de darle unas vueltas me cuadró que mi esposa me pidiera que despidiera sólo a la gerenta de marketing y no a mi secretaria. Esta situación cada vez se tornaba más compleja, ya que una conspiración entre mi secretaria el gerente de finanzas y director ejecutivo ponía un elemento que jamás había esperado.

“Ese es el costo de la soberbia mi querido gerente general, alguien logra tomar un espacio de poder contigo y el resto no se atreve a decirte nada. Pero ahora debes ser cauto, tu secretaria tratará sutilmente de ir sacando información para entregarla al gerente de finanzas y al director”. Le pregunté si sabía cómo se había dado la relación entre el gerente de finanzas y el director. El gerente de recursos humano mostró incomodidad respecto de mi pregunta, no porque escondiera algo sino que supuse que la respuesta estaba asociada a la relación del director con mi esposa, por lo que reformulé la pregunta para evitar que se expusiera. “Tú sabes cómo llegó a mi esposa la información de que yo había tenido una relación con la gerente de marketing”,  su cara volvió a descomponerse, estaba obligado a entrar en un terreno que no quería. “Es complicado hablar de este tema, ya que involucras a tu esposa y eso está fuera del ámbito empresa” dijo él buscando una última oportunidad de evitar  la conversación. Cuando le dije que lo entendía, pero sólo quería saber si él tenía alguna información quedó definitivamente obligado a compartir lo que tanto evitaba decir. “Puedo estar equivocado, pero entiendo que el director fue compañero de universidad de tu esposa y no me cabe duda que él haya forzado algún encuentro con ella”, palabras que me dejaron ver la habilidad política que tenía el gerente de recursos humanos para responder sin exponerme con lo del engaño de mi esposa. Cuando le pregunté cómo sabía tanto  me dijo que su trabajo como gerente de recursos humanos, era entender a las personas y cómo estructuran su relación. Me dijo que una vez había escuchado que si querías que un secreto no se supiera no se lo debías contar a nadie, ya que cada personas que lo sabe se lo contará al menos a otras dos personas si es que es discreta y qué hasta el momento no había conocido persona que fuera buena para guardar un secreto.

Después de la reunión me quedé reflexionando cómo la falta de humildad me había segado sin percatarme del poder de información que tenía este gerente y lo hábil que era. Por otro lado entendí que mi gran error había sido haber escuchado informalmente a la organización  a través de una sola persona, mi secretaria, ya que le había entregado un poder enorme que podía ser utilizado en contra de cualquiera sin que nadie se atreviera a hablar mal de ella.  Aprendí que si voy a escuchar a la organización debe ser al menos a través de dos personas, las que deben tener un grado de división. En ningún caso cuestioné mi comportamiento de involucrarme sexualmente con mujeres en el trabajo, la verdad que siempre he pensado que el gerente debe estar de mente despejada para tomar decisiones y que una escapadita con algún linda mujer de la empresa, que también lo desee, no le hace mal a nadie.

En la tarde busqué en el sitio web de la universidad de mi esposa y pude encontrar a todos los egresados de su generación y efectivamente al director ejecutivo había sido su compañero. Habían pasado once años desde su egreso  y  llevábamos diez de casados,  me llamó la atención  que él no estaba dentro del grupo de compañeros de universidad a los que mi esposa había invitado a nuestro  matrimonio. Tampoco lo había visto antes  que llegara a ser Director, lo que me hizo concluir que había tenido alguna relación con mi esposa en la universidad y que había terminado antes de conocerla. Eso era lo único que justificaba que nunca estuviera en el círculo de amistades de mi esposa.

Me preguntaba cual era el punto de partida de toda esta confabulación.  Googlié los nombres del gerente de finanzas y el director ejecutivo. Después de revisar cerca de cincuenta link apareció una foto de curso de colegio en donde ambos aparecían como compañeros de curso, lo que me permitió cerrar el círculo. Ambos eran amigos del colegio y en la universidad el director había tenido una relación con mi esposa, la que terminó al conocerme y de seguro el amargado no lo había olvidado. Al llegar como director debió haber tomado contacto con el gerente de finanzas y llegaron a la conclusión que mi esposa era su antigua novia. El gerente buscaba más poder y el director ejecutivo algún tipo de venganza.

Todo esto fue un duro golpe para mí, ya que el director había llegado hace seis meses y desde un principio debió haber planificado todo sin darme cuenta de nada.  Me sentía un tremendo idiota que creía que había preparado una crisis y sólo era el tonto que había sufrido un gran engaño.

Todas las emociones negativas las utilicé para preparar otra pequeña venganza. Busqué en los periódicos, en la sección de los clasificados, teléfonos de transformistas que ofrecieran sus servicios. Llamé a tres y les prometí un pago atractivo si venían a la empresa y preguntaban en recepción por el director. Como buen gestor les puse un incentivo, les pagaría el doble, si el escándalo que hicieran era de gran magnitud.

Como a las cinco de la tarde, cuando volvía de almuerzo, me tocó ver a tres travestis de un metro ochenta cada uno, llenos de pintura en la cara y con unas minifaldas muy apretadas. Antes de salir había hablado con el encargado de la administración de las oficinas, el mismo que me había ayudado con el aire acondicionado, para que los guardia dejaran entrar a los llamativos travestis y las llevara a todas a una sala de reunión que era de paredes de vidrio que permitían ver a todos los que estaban adentro.

Hicieron mucho escándalo desde la entrada hasta la sala de reuniones y a cada persona que se les cruzaba le preguntaban por el director y les contaban que les debía dinero por servicios prestados. Una vez en la sala, las personas se asomaban para ver qué era lo que pasaba. Las transformistas gritaban evitando pasar desapercibidas. Cuando llegó el director a la sala de reuniones puso una tremenda cara de sorprendido, no podía entender qué pasaba. Una vez adentro, y a la vista de unas cincuenta personas, las mujeres con cara de hombre se le habían lanzado encima y lo acariciaban, despeinándolo y desarmándole la corbata. A los pocos minutos el director las empujó y se alejó de ellas guardando distancia. El griterío fue máximo cuando ellas comenzaron a exigirle que pagara sus deudas haciendo que el director pusiera cara de desconcertado. Entré a la sala con mi chequera y pregunté con voz fuerte, para que escucharan todos, cuanto era la deuda. Las transformistas pidieron el valor exacto que yo había acordado con ellos, pero indicando que el director había utilizado sus servicios y no quería pagar. Yo saqué mi chequera y les pagué, el director intentó decirme que era una mentira lo de la deuda, pero yo lo interrumpí diciendo que no tenía nada que explicarme.

Mientras se iban maldecían el nombre del director, quien se fue avergonzado a su oficina. Yo llamé la atención de todas las personas que estaban aglomeradas viendo la escena y les dije que no quería escuchar a nadie hablar de esto y mucho menos criticar las tendencias sexuales del director.

Todos se fueron a sus puestos de trabajo y yo me fui a mi oficina donde a puerta cerrada me reí  toda la tarde hice cinco reuniones de treinta minutos para comentar la escena en cada una de ellas. Al final de la tarde, toda la empresa hablaba que el director no era tan macho como se creía y que le gustaban los juegos turbios. El director se fue sin despedirse de nadie y yo me fui al hotel para acostarme temprano, ya que al día siguiente estaba citado a dar declaración del choque que había sufrido hace una semana.


Capítulo  XXV,  Juicio y suspensión


El tribunal al que había llegado para prestar declaración era un lugar poco aseado y con mucha gente, en el mesón que recibía al público me indicaron que el juez me atendería en una hora más. Esperar en ese incomodo lugar me pareció poco atractivo  así que salí a buscar un café cerca y lo encontré justo al frente del juzgado.

Cuando iba entrando vi una hermosa mujer vestida de ejecutiva con una falda que llegaba hasta los muslos que dejaban ver unas largas y maravillosas piernas cubiertas con unas medias negras.  Usaba una camisa blanca que dejaba traslucir su sostén de encaje y los dos botones superiores abiertos dejaban ver un lindo escote. Entre jugar angry birds y ofrecerme a hacerle compañía a la linda mujer mi elección era obvia. Cuando le pregunté si podía sentarme en su mesa ella puso cara de sorprendida y aceptó, pero siguió leyendo el diario en la sección de empleos por lo que entendí que mi llegada no era oportuna.

Pedí un cappuccino y pregunté a la mujer si quería algo, negó girando la cabeza de un lado a otro sin mirarme.  Observando bien logré ver que de su cartera se asomaba un libro con un título en inglés “The Kite Runner ”,  saqué mi teléfono y busqué información en google respecto del libro mientras esperaba el café. Logré ver que era de un autor afgano llamado Khaled Hosseini y la traducción en español del título del libro era “cometas en el cielo”. El autor tenía otro libro que se llamaba “Mil soles espléndidos”, con lo que definí como acercarme. “Leí mil soles espléndidos y fue maravilloso, pero no había querido leer cometas en el cielo sin tener una recomendación, ¿Te ha gustado?”. Era más que claro que encontrar a alguien que coincidiera en esta lectura era algo poco común, por lo que lo que con esa sólo pregunta llamé toda la atención de la mujer. “No había conocido a alguien que leyera a este autor, la obra es maravillosa igual como la que leíste tú”.  Mientras ágilmente buscaba en wikipedia la temática del libro que había indicado haber leído, le respondí que tampoco me había tocado ver alguien que siguiera al autor, mucho menos en inglés. Es increíble cuando uno logra encontrar el punto exacto para hacer conexión con una persona. Esta entrada había hecho bajar todas las barreras de la hermosa mujer quien en cosa de segundos me comenzó a hablar de su vida. Me comentó que leía en inglés porque su primera profesión fue profesora de este idioma en una escuela provincial del país. Cuando decidió buscar mejores sueldos había hecho estudios en marketing y había venido a la capital buscando oportunidades en el mundo de las empresas. Durante cuatro años trabajó en una empresa como jefa de marketing y que cuando había tenido posibilidades de ascender el gerente general de la empresa había querido salir con ella. Según su visión era algo impropio y le dijo que no saldría con él por ningún motivo y al mes siguiente la habían despedido. “Impresentable el comportamiento de ese gerente”, dije con tal determinación que hasta casi me lo llegué a creer. También me comentó que hace tres meses buscaba un trabajo y estaba desesperada y para peor un idiota se había pasado un semáforo y la había chocado dejándola inconsciente.  Ahora esperaba cerrar el desagradable capítulo en el juzgado para lo cual debía prestar declaración en una hora más. Eran bastante altas las probabilidades de que el idiota con que había chocado fuera yo, pero decidí esconder esa carta hasta el momento oportuno, para no poner en riesgo la conversación. 

Cada segundo que pasaba me convencía que era una candidata ideal para gerente de marketing, ya que presentaba una alta escala  de valores y de seguro sería leal a mí. El declarar que no se acostaría con un jefe la dejaba fuera del perfil que anteriormente utilizaba para seleccionar candidatas para ese cargo. Creo que la mujer encontró una atención en mi que no había recibido en bastante tiempo. De seguro debía haber sido objeto de conquistas de muchos hombres, pero ninguno había conectado emocionalmente con ella como lo estaba haciendo yo interesándome por su historia.

Cuando llegó la hora que nos habían informado en el juzgado tuve que interrumpirla y avisarle, se paró rápidamente y comenzó a despedirse en forma atolondrada. Yo le dije que iba también al juzgado por lo que siguiéramos conversando allá. Mientras cruzábamos mandé un correo a mi secretaria para pedirle que suspendiera todas mis reuniones de la tarde, nunca se sabe lo que pude pasar  y despejar la agenda por si seguía la conversación con la atractiva mujer me parecía razonable.

Cuando se dio cuenta que los dos éramos llamados a hablar con el juez puso una cara de mucha vergüenza y arrepentimiento por haber tratado de idiota a la persona con que había chocado. Cuando intentó disculparse le tomé una mano y le dije que no tenía nada que decir, que me dijeran idiota era un halago en comparación a como me decían a mis espaldas en el trabajo, lo cual la hizo reír.

El trámite con el juez fue aburrido, quedó claro que la culpa del choque había sido mía por lo que  debía pagar los daños a la propiedad pública y como, según señaló el juez, la alcoholemia había sido negativa los costos serían asumidos por mi seguro. De todas formas aproveché la situación para ser aún más caballero indicándole a la mujer, quien manifestó no tener seguro, que yo me preocuparía de que mi seguro se hiciera cargo de su arreglo y le pusiera un auto a disposición mientras era arreglado. Noté que sintió una gran protección, algo básico que una mujer debe sentir de un hombre para pasar a instancias mayores, por lo que la invité a almorzar y ella accedió sin titubear. La invitación no pudo concretarse porque mientras salíamos del juzgado mi secretaria llamó indicando que no podía suspender todas las reuniones, ya que tenía agendado almuerzo con el presidente del directorio. Al despedirme le di mi correo electrónico, me mandaría su currículum para que yo lo pasara entre  los conocidos. Ella quedó agradecida y yo con una carta que me podría servir para bloquear cualquier intento de contratación de gerente de marketing  presionada  por el director.

El presidente del directorio estaba menos cercano que de costumbre, mostraba una distancia no habitual, lo cual indicaba que mi imagen estaba siendo golpeada. “¿Sigues pensando que el proyecto será un fracaso?”, dijo él con la seguridad que el éxito del proyecto significaría mi salida de la empresa. “El proyecto ya es un fracaso, sólo que el director a cargo te lo esconde y ensucia mi nombre, pero el tiempo me dará la razón. Ahora si estas tan convencido que yo no tengo razón es el momento oportuno para conversar  mi salida de la empresa”, le dije con mucha frialdad. De seguro parecía una reacción emocional responder de esa forma, pero las cartas estaban jugadas, por lo que sólo me quedaba mostrar total seguridad respecto al fracaso del proyecto, lo que me daría tiempo hasta el desenlace final.

El presidente del directorio estaba bastante incómodo, lo había puesto contra la espada y la pared, tuvo que retroceder y poner  cara de cínico, dijo que por ningún motivo mi salida estaba en juego. Esto me demostraba una vez más que le creía al director, pero no tenía cien por ciento de certeza que el proyecto fuera  a ser exitoso. “Te enviaré un informe del gerente de operaciones a quien le pedí  estudiar el proceso de facturación, punto débil del proyecto y causante  que el problema sea grave. El gerente de finanzas no ha logrado verlo  porque el director le ha distraído de su foco” le dije. Accedió a que se lo mandara, lo cual me volvería a dejar con el poder que me correspondía, al menos  por un tiempo.

En la tarde volví a la empresa y me junté a conversar  con el gerente de recursos humanos sobre el proceso de contratación del cargo disponible para la gerencia de marketing. Me contó que el director, muy hábilmente, le había traído cinco candidatos que cumplían con el perfil que yo había definido. Cuando él revisó la experiencia de cada uno de los candidatos pudo ver que en alguna medida se relacionaban con el director, por lo que de seguro serían  personas de su confianza y le harían sumar posiciones junto al gerente de finanzas, lo cual le daba mayor poder en la gestión. “Ya no tengo cartas para jugar acá, debo aceptar a uno de los candidatos”, dijo el gerente de recursos humanos. “No lo hagas”, le dije con una tranquilidad que llamó su atención, “te mandaré una candidata que creo será un total aporte para el cargo, además estoy seguro que no será leal al director sobre todo cuando sepa que él tiene líos con travestis”. La última frase la dije con tal nivel de seriedad que el gerente de recursos humanos quedó pensativo, ya que creía que yo había tenido que ver con el famoso escándalo.

Más tarde me reuní con el gerente de operaciones y le dije que el informe del proceso de facturación que estaba preparando sería  enviado  al presidente del directorio, con eso entendió que en esta batalla estaba tomando abiertamente una posición. “Esto me pondrá en problemas con el gerente de finanzas y el director, lo que hace poner en riesgo mi trabajo”, señaló muy preocupado. Yo le expliqué que era correcto y que la decisión era de él. Debía evaluar que este informe lo validaría como un conocedor del área de finanzas, poniéndolo como candidato a mi reemplazo, pero a su vez determinaba un potencial despido  junto al mío. No debes evaluar tu decisión  en función a qué tan grandes serán las consecuencias, sino que tan seguro es el fracaso del proyecto, dije seriamente. Bastante pensativo salió de mi oficina, sabía que la decisión que estaba por tomar tendría consecuencias, pero yo estaba seguro de haberle  propuesto un buen negocio por lo que estaría dispuesto a asumir el riesgo.

Cuando finalizaba el día recibí una llamada de mi esposa, a quien no veía desde las clases de tango y conversamos un buen rato. No era difícil desconectarme de ella cada vez que quería serle infiel, pero cada vez que hablábamos por teléfono o me juntaba con ella volvía a sentirme enamorado como desde el primer día que la vi. Accedí encantado a juntarme con ella a la hora de almuerzo del día siguiente, sentía una sensación agradable en mi estomago al pensar en volverla a ver.

Mientras estaba  en mi habitación sólo aprovechaba el tiempo para twittear y escribir comentarios graciosos y sarcásticos. En un momento que tenía la atención de mucha gente sucedió algo extraño que me dejó perplejo, no podía escribir ni recibir  ninguna frase en twitter.  Cada vez que lo intentaba aparecía un mensaje de error, señalaba que no tenía autorización para escribir. A los cinco minutos me llegó un correo que indicaba que mi cuenta estaba suspendida por Spam. Con gran impotencia logré conectar con una página de soporte que permitía levantar tickets para atender  problemas de usuarios. Llené toda la información que solicitaban y recibí un correo de vuelta, dijeron que mi caso sería revisado sin especificar fecha de solución. Me negué a perder esta mano y con la ayuda de unas twitamigas logré contactar a otras personas para que siguieran una nueva cuenta que había creado. Cuando había contactado a  unos treinta seguidores y les explicaba lo que pasaba, sucedió algo más extraño aún, la nueva cuenta volvió a ser suspendida indicando la misma razón.

Estaba claro que esto no era una situación regular y decidí no volver abrir ninguna cuenta, ya de seguro la volverían a suspender.  La rabia de esta situación fue inmensa y mayor aún la impotencia, pero decidí no sólo a hacer todo lo necesario para volver a activar mi cuenta, sino que también lograría saber el verdadero motivo de la suspensión.  Esta era una acción totalmente deliberada, lo que se demostraba con la suspensión de la segunda cuenta y francamente no entendía la razón.

Con esto sumaba un ingrediente más a la que en tan poco tiempo se había transformado en una vida llena de crisis y complicaciones, en lo afectivo, en lo laboral y ahora en mi tan adorada cuenta de twitter. A diferencia de lo que muchos pueden creer, lejos de convertirse en una situación depresiva, esto cargaba mi vida de adrenalina. Con una felicidad que muy pocos podrían comprender me quedé dormido logrando un descanso que no tenía hace mucho tiempo.


Capítulo  XXVI, A dos bandas.


La sugerencia del chef para el almuerzo era fenomenal, el plato de fondo era costilla asada de wagyu acompañada de un rico arroz al romero que dejaba a cualquier comensal  satisfecho. La cita con mi esposa comenzó muy tibia, sólo eran sonrisas que evitaban conversar temas de fondo.  Se veía muy bella, cada vez que lucía un vestido acinturado dejaba ver  una figura elegante y estilizada que era un agrado a la vista. Estar con ella me producía algo extraño, las ganas de atenderla y preocuparme  producían un juego que me hacía sentir como un caballero y su cuidador. Cada vez que mostraba preocupación por algo ella lo devolvía con un gesto de agradecimiento que me generaba una sensación de bienestar, lo que se traducía en que mi única preocupación al estar con ella era que  estuviera bien.

La sensación de bienestar  en el fondo era igual a la que sentía con la nieta del viejito, pero el origen de esta era completamente diferente. Mientras que con mi esposa me era grato dejarla ser el centro del universo y yo su guardián, la nieta del viejito me hacía sentir a mí el centro del universo, me hacía sentir especial  pues  tomaba el rol de cuidadora.  Eran dos polos,  diferentes pero igual de agradables,  con mi esposa me sentía muy bien en el dar mientras que con la nieta del viejito en el recibir.

Cuando mi esposa me tomó las manos y dijo que estaba lista para perdonarme sentí que mi corazón explotaba  de alegría. Como si hubiese tenido un ataque de amnesia mi cabeza giraba en torno toda la tramitación que debía hacer para abandonar el hotel e irme a mi casa junto a ella. Antes de decir cualquier cosa me llamó la atención que el barman del hotel se había parado en la puerta de entrada del restorán haciendo ademanes para que me acercara a él, noté también que mostraba una incómoda complicidad.  Después de pedir las disculpas respectivas a mi esposa, ya que ante todo soy un caballero, fui hacia él. Me indicó con cara de preocupación que la mujer con la que había estado en el bar hace unos días estaba en el hotel preguntando por mí. “Pensé que no sería bueno que lo encuentre con su esposa, así que intervine y la hice pasar al bar” dijo con una complicidad que ahora agradecía. Rápidamente se me vinieron muchas cosas a la cabeza, desde el bienestar que sentía en su presencia,  la crisis laboral y los mensajes telefónicos del director en el teléfono de mi esposa. Por otro lado, me pareció raro que el barman supiera que yo estaba con mi esposa pero no me detuve mucho en esto, pues comencé a visualizar que tenía un problema con las dos mujeres presentes en el hotel y ambas demandando mi presencia.

Agradecí al barman su ayuda, le pedí que le ofreciera un trago, le dijera que me habían avisado y que bajaría en unos minutos, tiempo que utilicé en ver cómo iba a resolver el entuerto.  Al observar el lugar me percaté que los baños estaban fuera del restorán y eran los mismos que usaba la gente del bar, por lo que los utilizaría como excusa  para ir de un lado a otro. Cuando volví a sentarme puse  cara de descompuesto, mi esposa  preguntó si había algún problema y  respondí que algo me había caído mal. Durante los siguientes cinco minutos ella me seguía hablando de lo entretenido que sería volver a vivir juntos mientras yo simulaba secar  la transpiración de la frente. “Te estás poniendo pálido”, dijo ella, se notaba preocupada  porque mi postura había cambiado radicalmente, “creo que no debí hablarte de volver, eso te puso mal”, dijo, esta vez poniendo  cara de pena.  Le dije que no pensara así, esto sólo tiene que ver con que me estaba sintiendo mal y que me esperara unos minutos mientras iba al baño.

 Luego cruce el amplio pasillo que separaba al restorán del bar y entré a este,  vi a la nieta del viejito sentada de espalda a mí. Al instante me conecté con la emoción de paz que había tenido aquel atardecer en el departamento del norte al que me había llevado. Claro está que nada me habría costado pedirle a mi esposa que se fuera o no recibir a la nieta del viejito, pero la adrenalina que generaba esta situación me producía gran placer.

Una persona normal hubiese saludado a la delicada mujer para después sentarse como un caballero, pero el estado de euforia que me producía tanta adrenalina me llevó a tomarla por la espalda y saludarla con un gran beso,  primero se sorprendió pero luego se dejó  llevar por la situación. Unos treinta segundos debe haber durado el beso cuando lo terminamos con una caricia de ambos en la mejilla y una sonrisa que nos volvía a conectar. La nieta del viejito me ponía esa mirada que jamás encontraba en mi esposa, dulce y con gran contemplación.  Conversamos unos diez minutos cuando el barman me volvió hacer unos gestos y  reaccioné rápidamente,  le pedí permiso a la nieta del viejito para resolver  unos encargos que me estaba haciendo el hotel.

Cuando me acerqué al barman me dijo que mi esposa estaba esperándome a la salida del baño, le pedí que le distrajera unos segundos para poder colarme dentro  sin que se diera cuenta. El barman fue hábil en su movida al chocar a mi esposa con una bandeja llena de  copas y distraerla mirando en dirección contraria al baño, instante que utilicé para entrar, pero equivoqué la puerta y entré al de las mujeres. Una bella mujer que se pintaba puso cara de molesta , por unos segundos pasaron un par de fantasía con la mujer, pero puse límite a la euforia, me eché agua en el pelo y salí pidiendo disculpas.  Cuando me acerqué a mi esposa con el pelo mojado y  despeinado, proyectaba una imagen un tanto desordenada. Me preguntó si todo estaba bien y nos fuimos a sentar a la mesa del restorán.

El mozo nos ofreció postre y yo me puse la mano en la boca en señal de asco, mi esposa miró sorprendida y me dijo que le preocupaba lo mal que me veía. Le dije que todo estaba bien y volví a poner el tema de la reconciliación. Le expliqué que lo que más deseaba en el mundo era volver a la casa, pero quería hacerlo con la mente plenamente puesta en hacer las cosas bien, pero en este momento tenía un problema en el trabajo que debía resolver y que quitaría gran parte de mi concentración. Cuando hice el comentario busqué alguna reacción en su rostro que indicara si sabía de la crisis del trabajo, informada por el director, pero al parecer ya se había acostumbrado a mentir por lo que no movió músculo alguno que la delatara.  Ella entendió el punto y me tomó de las manos diciendo que le parecía correcto reencontrarnos cuando  ambos pudiésemos estar al cien por ciento el uno con el otro y me dio un beso con una ternura que me conmovió.

Al pasar otros diez minutos y justo con la llegada de su postre pedí permiso nuevamente para ir al baño. En el camino al bar me acomodé el pelo para parecer peinado y me senté junto a la nieta del viejito.  Ella me comenzó hablar de lo bien que se sentía junto a mí y me propuso que hiciéramos un viaje juntos a un centro de ski que quedaba lejos de la capital. La idea me pareció genial y le propuse nos fuéramos el próximo fin de semana, ella accedió diciendo que se encargaría de todo. Muy motivada comenzó a organizar el viaje y antes de llamar para hacer la reserva se excusó y salió rumbo al baño.

El braman me volvía hacer gestos mientras la linda mujer abandonaba el bar, pero no logré entenderle nada. Me acerqué para que me explicara qué quería decir y me dijo que mi esposa había entrado al baño justo antes que entrara la nieta del viejito. Le pedí que cuando saliera la nieta del viejito le dijera que me habían llamado de la administración del hotel. Yo entré al baño de hombres y trataba de escuchar  a través de la pared que separaba ambos baños. No podía dejar de  recordar a las dos mujeres juntas como lo había soñado en el tratamiento de imanes, me imaginaba junto a ellas en una gran escena erótica. Cuando escuché que dos mujeres se despedían volví  a la realidad concluyendo que mi dosis de altruine, recetada por el psiquiatra, debía al menos ser revisada.

Cuando salí del baño, fui al restorán donde ya se encontraba mi esposa con una extraña y cómplice sonrisa. Cuando le pregunté por qué sonreía me dijo que eran cosas de mujeres y agregó que había estado con una mujer en el baño que le contaba lo enamorada que estaba  y que se veía radiante. “¿Crees que yo también me veo radiante?”, me preguntó ella insinuando que estaba enamorada de mi tal como había visto a la mujer del baño. Un cargo de conciencia me invadió, la adrenalina que tanto había saboreado en aquel almuerzo desaparecía y me hacía sentir como una persona que estaba jugando con los sentimientos de dos mujeres. El problema era más profundo que la adrenalina, ya que lo que sentía era una especie de enamoramiento por  ambas mujeres y sabía que no era sustentable en el tiempo. Mi esposa terminó su postre, me dio un beso, una bella sonrisa y se fue del hotel. Cuando me fui al bar la nieta del viejito se había parado para irse y con una bella sonrisa tomó mi cara con sus dulces manos y me dio un tierno beso en donde se juntaron nuestros labios húmedos. Me dijo que la reserva estaba hecha para el fin de semana así que debía prepararme para pasarlo bien.

Cansado me senté junto al barman y le pedí un ron,  sirvió también uno para él. Le di las gracias y  dijo que yo estaba jugando con fuego pero eso ya lo sabía. Nos quedamos conversando un par de horas de nuestras historias. A ratos notaba que nada de lo que le contaba le sorprendía, pero no me pareció un tema relevante a tratar, al final de la conversación me fui a la habitación.

Justo cuando subía al ascensor se subió una mujer que me quedó mirando, mi sentido de culpa había hecho desaparecer todo instinto de seducción, por lo que ni siquiera la miré. Cuando llegamos a su piso ella me dijo que era un mal educado pues a una vieja amiga no le podía hacer tal nivel de desconocida. Cuando salió del ascensor salí con ella para saber  donde la había conocido y me recordó que había sido compañera de mi esposa en la universidad y que fue en su matrimonio que vi por primera vez  a mi mujer. Rápidamente hice el nexo con que el director  también había sido compañero  de ellas y la invité a comer para recordar viejos tiempos. Quedamos de cenar a las nueve de la noche en el restorán, instancia que aprovecharía para cerrar las piezas que me faltaban de la relación que había tenido mi esposa con el director en su época universitaria. Me fui a mi habitación a dormir un rato y esperar aquel momento que esperaba satisfacer gran parte de mi curiosidad.


Capítulo  XXVII, Blanca y radiante va la novia.


Siempre dicen que la novia es la más bella en la fiesta de matrimonio, pero esa noche no era así. Una hermosa mujer delgada y de suaves curvas bajaba por la escalera acompañando a la novia. Nunca me había sentido tan atraído por una mujer como por la madrina de la novia a la que no lograba quitar los ojos de encima.

Habían invitado sin acompañante a todos los solteros y solteras, yo estaba en ese grupo. Para muchos no era de su agrado que los invitaran solos, para mí era una oportunidad más de conocer mujeres que estaban sin pareja. Cuando nos sentamos en la mesa el destino me hizo un guiño poniendo justo a mi lado a la mujer más hermosa de la fiesta. No me costó mucho entrar en conversación con ella y supe que si bien tenía novio no había podido venir con él ya que se había fracturado una pierna el día anterior y requería reposo absoluto. La mala suerte de algunos es fortuna de otros pensé sonriendo cuando la linda mujer me contaba la situación de su pareja.

Desde el primer minuto que nos conocimos se había dado una química especial, ella dejaba salir al caballero más galante que había en mí. Tan especial era lo que sentía que no pasaba por mi cabeza hacer lo posible por llevármela a la cama, todo lo contrario tenía unas ganas tremendas de descubrir quién era e ir conociendo cada uno de sus detalles. Ni recuerdo en qué consistía la comida de la cena, sólo recuerdo que me sentía hipnotizado sin ser capaz de concentrarme en algo diferente a la mujer.

Después de la cena comenzó el  baile y pusieron salsa, música que me hacía lucir frente a cualquier mujer. Jamás había tenido clases ni seguía pasos estándar, sólo me movía al ritmo de la música y hacía que mi pareja dejara salir su sensualidad en movimiento. Al término de la primera canción quedó gratamente sorprendida, se notaba que nunca antes la habían hecho sentir tan especial en un baile. A la segunda canción, ella dejó que la guiara dejando salir un erotismo sutil que en ella se veía maravilloso y que además la hacía sentir viva. Tan especial se tiene que haber sentido que me pidió no seguir bailando y me invitó volver a la mesa. Primero me sentí un poco frustrado, pero luego entendí que era una persona de buenos sentimientos  y todo esto había hecho tener algún grado de conexión conmigo que la hacía sentir como traidora. Conversamos toda la noche y de vez en cuando nos parábamos a bailar alguna canción oreja de U2, Soda estéreo y de otros grupos que tenían canciones movidas y que generaban una reacción colectiva. Cuando tocaron “Trátame suavemente” ella me pidió sentarnos y yo la miré a los ojo, le pedí  me acompañara en esta canción que me gustaba, ella no pudo resistirse, pero hizo un gesto con los brazos para que guardáramos distancia. La tomé de la cintura y la hice balancearse suavemente mientras girábamos, la miré a los ojos fijamente mientras comenzó la canción. Juntos cantamos la primera parte, “Alguien me ha dicho que la soledad se esconde tras tus ojos y que tu blusa atora sentimiento que respiras , la cercanía de nuestros cuerpos y la mirada fija el uno en el otro hizo que se produjera un momento mágico para ambos. Ella había abandonado toda sensación de traición y se había permitido vivir la experiencia agradable que se estaba produciendo. “Tenés que comprender que no puse tus miedos donde están guardados y que no podré quitártelos si al hacerlo me desagarras”,  le sonreí  seductor, ella respondió con una sonrisa y luego esquivó la vista poniendo su cara en mi hombro. “No quiero soñar mil veces las mismas cosas ni contemplarlas sabiamente, quiero que me trates suavemente”, le susurré al oído que yo si soñaría mil veces este momento,  me respondió con una mirada rápida y volvió su cara a mi pecho. El resto de la canción la bailamos muy apretados queriendo que ese momento se eternizara. Cuando la canción terminó nos separamos y nos volvimos a conectar a la fiesta, sentí por un momento que estábamos solos y de un segundo a otros aparecía el resto de la gente. Ella se ruborizó, esquivó mi mirada y nos fuimos a conversar a la mesa el resto de la noche. Hubo un antes y un después del baile, ya que en ese momento tuvimos una conexión que probablemente nunca habíamos  logrado con otra persona. Unas  horas después se despidió en forma fría y ni siquiera me permitió acompañarla  a la salida, tampoco dio el espacio para intercambiar teléfonos. Supe que algo había pasado en ella, algo que la complicaba pues  no podía resolverlo, mucho menos con mi presencia. Por un momento pensé que nunca más la volvería a ver, que lo que había generado en mí fue un momento mágico y único, una pausa que recordaría siempre como un sueño.

Después de darle vueltas cinco minutos a lo sucedido no me permití que lo vivido quedara como una ilusión, con determinación me paré fui donde el novio, que era una primo lejano y le pedí que averiguara y me llamara para darme la dirección de la madrina de la novia. Salí del lugar y tomé mi auto sin ningún rumbo fijo. Cuando recibí la llamada de mi primo y me dio la dirección calculé que no estaba a más de tres cuadras. Aceleré y manejé lo más rápido posible hasta la casa de la mujer que me había cautivado.

Cuando llegué ella no se había bajado del auto, lo cual me pareció raro, pero no fue motivo para detener mi acercamiento. Estando cerca me di cuenta que estaba llorando y por un minuto pensé en no acercarme, pero la mujer había causado algo en mi que no me permitía tomar esa decisión. Cuando toqué la ventana del auto ella se asustó mucho y luego puso cara de sorpresa, ya que no estaba en sus registros que yo pudiese estar afuera de su casa. “¿Qué haces acá?,  pensé que te había quedado claro que no debíamos volver a vernos”, dijo ella  mostrando molestia por mi presencia. Yo le dije que lo que había sentido esa noche no me había ocurrido en toda mi vida y estaba seguro que a ella también le había pasado.

Esa noche de invierno era particularmente fría y ella se apiadó de mí invitándome a subir al auto, una vez dentro le dije que no la dejaría ir con facilidad y ella me interrumpió recordándome que tenía una pareja a la que amaba y pasar por esta situación la hacía sentir mal. Le aseguré que lo entendía, pero que la magia que se había generado en el baile no era la de una aventura pasajera ni tampoco una calentura.  “Yo sentí una conexión especial y veo en tus ojos, claramente, que tú también la sentiste, no me lo puedes negar” le dije en forma directa pero con ternura.

“Claro que lo que pasó en la fiesta fue especial y nunca antes me había pasado” en ese momento rompió a llorar “pero entiende que tengo pareja y lo quiero, por lo que esto no está bien” no pudo evitar  caer en un llanto más profundo. Le dije que la entendía,  está  bien respetar a un ser querido y yo no iba hacer nada contra eso, pero para mi tranquilidad debía decirle que no necesitaba conocer nada más de ella, pues me había convencido de estar frente a  la mujer con la que deseaba  pasar el resto de mi vida. Al terminar la frase el llanto de la que sería mi esposa años después se cortó en forma abrupta y me preguntó que como podía estar tan seguro de lo que hablaba. “Es fácil sólo dejo que lo que siento se transforme en palabras, estamos hechos el uno para el otro” dije.

Finalmente ella volvió a reconocer que había sentido lo mismo y no me impidió tomar su mano mientras hablaba. Volvió a repetir, tal vez  para convencerse, que quería a su pareja y deseaba siempre su bienestar, pero se venía preguntando hace un  tiempo si era de verdad el hombre de su vida. Tantas veces se había hecho esa pregunta sin poder responderse y en cuestión de horas había sentido lo mismo que yo, que estábamos hecho el uno para el otro. Pasar por eso de un minuto a otro la perturbaba, le hacía mal.

“Estoy tan seguro de lo que siento que te puedo adelantar esto,  nos casaremos y formaremos una linda familia, pero entiendo que ahora debas resolver tus temas. Cuando estés lista llámame” y le pasé un papel donde había anotado mi teléfono.  Me preguntó como hacía si se  perdía el papel,  le respondí que no importaba pues el destino buscaría la forma de volvernos a encontrar.

Antes de bajarme del auto puse mis manos en su rostro y ella cerró los ojos entregada para un beso, pero sólo le besé cada una de sus mejillas y terminé con un largo beso en la frente y  al cerrar los ojos imaginé que besaba sus labios.

Cuando me subí al auto ya no tenía ganas de seguir en la fiesta , había dejado de ser interesante si ella no estaba ahí,  tomé dirección a la casa de mis padres, que era donde vivía. Estaba increíblemente feliz por haber conocido a la mujer de mi vida, pero a su vez sentía una gran ansiedad por que llegara pronto el momento en que con toda libertad podríamos decidir estar juntos.


Capítulo XXVIII, La locura


Dos semanas habían pasado desde el matrimonio y la ansiedad había disminuido notablemente. Ya no esperaba todo el día la llamada de la hermosa mujer que había sentido sería la compañera de mi vida. Mis compañeros del MBA habían notado un fuerte cambio en mí, ya que no era el organizador de ninguna fiesta o actividad que diera paso al desorden. En el trabajo, en el que no llevaba más de tres meses, me preguntaban si tenía algún problema familiar o si tenía alguna enfermedad, ya que pasar de cuatro happy hours a la semana a ninguno era un cambio drástico e inesperado.

No tenía ganas de dar explicaciones, nadie entendería que no era pena ni estaba enfermo sólo que las ganas de seguir en ese ritmo habían desaparecido. De hecho al regresar del matrimonio me quedé pensando un buen rato antes de acostarme y llegué a la conclusión que la vida llena de exceso y fiestas habían perdido atractivo. Independientemente de si la esbelta y elegante mujer me llamaba para tomar contacto había decidido, que era un buen momento para dar un vuelco a mi vida y ser más responsable.

Este periodo sirvió para concentrarme mejor en el trabajo y el MBA que cursaba durante esos años, descubrí que tenía un gran potencial y la dedicación absoluta a estas materias habían dado resultados muy relevantes. En el trabajo mi jefe me felicitó ya que en un inicio pensaba que era un caso perdido que no valoraba el trabajo, pero en esas dos semanas había demostrado ser el más brillante del equipo. En el MBA comencé a participar activamente en todas las discusiones obteniendo gran reconocimiento de los profesores. A partir de ese instante mi vida dio un giro brutal, había pasado de ser un irresponsable que vivía la vida sin importar consecuencias, a ser un hombre que disfrutaba con los éxitos en el plano profesional.

Esa tarde salía de una reunión, en la que expuse el análisis de los gasto de la gerencia donde trabajaba y había obtenido  todas las miradas de la plana mayor del área a la que pertenecía. Al llegar al primer piso del edificio, logré ver la figura de una mujer que llenó de alegría mi corazón. Controlando las ganas de correr a abrazarla caminé hacia ella sin despegar la vista de sus ojos, dejando salir una sonrisa de complicidad que ella correspondió.

-He estado esperando este momento hace dos semanas y quiero que tengas claro que nunca más te volveré a dejar ir-, dije a diez centímetros de distancia esperando su reacción. Me sorprendió gratamente recibir un abrazo y un beso muy apasionado liberando toda la ansiedad contenida por ambos. Volvíamos a sentir la magia de aquella fiesta de matrimonio, durante ese beso todo lo que nos rodeaba desaparecía, y lo único importante en el universo entero éramos ella y yo.

Después del beso nos tomamos de las manos,  frente a frente y dejamos salir esa risa que es una mezcla entre pudor y felicidad. “Yo tampoco te volveré a dejar ir”, dijo ella antes de volver a abalanzarse sobre mí  y darme un abrazo que me dejaba casi sin aire. Nos fuimos caminando a un café donde nos quedamos conversando durante seis horas sin sentir como pasaba el tiempo. Cerraron el lugar y nos pidieron que nos retiráramos, tomamos un taxi que nos llevaría  a la casa de ella.

Una vez en el jardín de su casa,  tomé unos pétalos de rosa con los que hice una argolla y la puse en uno de sus dedos. -Te quieres casar conmigo- dije en forma libre sin temor al rechazo, ya que estaba seguro que era la mujer de mi vida. “Esto es una locura total” dijo ella no porque yo le pidiera matrimonio sino por su respuesta era un sí rotundo.  Nos quedamos una hora abrazados tratando de despedirnos sin que ninguno de los dos  tomara la iniciativa de separarse. Cuando se prendió una luz de su casa, se puso nerviosa y dijo que me fuera.

Un mes después, definimos que la fecha de matrimonio sería en doce meses más, ya que ambos habríamos terminado nuestros estudios. Cuando les contamos a nuestras familias sobre nuestra decisión recibimos todas las malas vibras que nos advertían la seriedad de este tema  y que no era natural tomarla sin conocernos más, la principal opositora era mi futura suegra. Mis amigos nos felicitaban sin darle mayor relevancia a la noticia, en cambio las amigas de mi esposa no dejaban de decir que era una historia muy romántica. Nunca quise preguntar qué había pasado durante  esas dos semanas antes que me fuera a buscar al trabajo,  tampoco ella quiso hablar acerca de eso,  entendí que era un espacio de privacidad que quería mantener y yo no tenía problema en respetarlo.

Los siguientes doce meses pasaron rápidamente, entre la  preparación de todos los detalles del matrimonio y el éxito en mi trabajo, el tiempo se hacía escaso. Igualmente disfrutábamos mucho los espacios juntos y  vivíamos concentrados el uno en el otro. Para mi  era una reina a la que me encantaba servir y para ella yo era su valiente caballero, el que la protegería de todo.

La tarde del día en que nos casamos, había estado maravillosa y todo el estrés previo del último mes de preparación había desaparecido. Mientras los invitados llegaban a la iglesia yo los recibía junto a mis padres y mi suegra que estaba muy pegada a mí. “No sé en qué minuto mi hija se equivocó tanto para elegir a un desgraciado como tú” dijo mi suegra susurrándome al oído, después saludó a una pareja amiga de ella con una gran sonrisa. -Eres una vieja de mierda- le dije mientras me agachaba simulando abrochar los cordones de mis zapatos. Cuando vio que el fotógrafo estaba cerca lo llamó para tomarse unas fotos y me pidió que posáramos juntos. Abrazados frente al fotógrafo, ella puso la más cínica de sus sonrisas  y me pellizcó mientras nos tomaban la foto de rigor.

Es obvio que desde el comienzo  la relación con mi suegra fue desagradable, decía constantemente que yo no tenía la clase suficiente para casarme con su hija. Eso claramente mostraba su gran arribismo, ya que tanto mi familia como la de mi esposa eran familias de clase media con padres profesionales, pero sin una gran red de contactos. Los primeros seis meses aguanté todas las agresiones verbales que me decía la madre de mi mujer. Un día en un almuerzo familiar, la mala fortuna hizo nos quedáramos solos durante treinta minutos, por supuesto ella aprovechó de insultarme, tratarme mal y hablar mal de mi familia. Esa vez la enfrenté y la mandé literalmente a la mierda, toda mi caballerosidad desapareció y nos enfrascamos en una disputa verbal. Jamás había hablado a una mujer del modo en que le hablé ese día, pero los constantes ataques y el nivel de estos me hicieron perder la paciencia. A partir de ese minuto una guerra se había declarado y ninguno de los dos volvería a ceder en favor del otro.

Mi mujer entró a la iglesia del brazo de su padre, iluminada con la luz de la puerta de entrada, al verla quedé sin reacción. Ella se veía bellísima y su aura opacaba a cualquiera que estuviera a su lado, verla era algo verdaderamente mágico. La misa fue corta y terminó con un cariñoso beso entre ambos, nos fuimos caminando tomados del brazo hasta el auto que nos esperaba a fuera de la iglesia entre aplausos y pétalos que lanzaban los invitados.

La fiesta fue hecha en una antigua y conocida casona que había sido construía en el siglo diecinueve. Eran aproximadamente cuatrocientos invitados, sentados en elegantes mesas de diez personas. Una banda de siete músicos acompañaron toda la fiesta la que se inició con nuestra entrada, de fondo sonaba “Don´t give up” de Peter Gabriel. Probablemente esta canción no era la ideal para la entrada de los novios al salón, pero era una canción que nos representaba mucho. Ambos nos sentíamos unos ganadores y creíamos que los malos momentos en la vida ocurrían, pero estábamos decididos a abrazarnos y contenernos, si alguno estaba mal el otro le diría, no te rindas, todo estará bien,  y esto lo ayudaría a mantenerse firme y seguir adelante. Esta canción de verdad nos llegaba al corazón.

Nos lucimos en el vals, recorrimos todos los rincones de la pistas mientras mostrábamos gran pericia en la técnica del baile. Esto lo logramos por las clases de vals que tomamos los últimos seis meses, ya que para mi esposa esa escena era la que soñaba y anhelaba. Invitamos al resto a la pista la que se copó con los asistentes que disfrutaban del baile como si fuera un juego independiente de su calidad de bailarines. Al sentarnos a la mesa principal, junto a nuestros padres, mi suegra arrugó la nariz en señal de asco de mi presencia. Mi esposa me tomaba la pierna tratando de decirme que no diera importancia a los gestos de su madre, mientras que con mi otra pierna le daba algunas patadas suaves bajo la mesa en respuesta a sus desaires.

 Después de la comida se instaló una barra libre de tragos y la banda recorrió los últimos cincuenta años de música con mucha gracia. Se formaron varios grupos de invitados y nos quedábamos veinte a treinta minutos con cada uno. Nosotros nos retiramos a las cuatro de la mañana y aún quedaba el ochenta por ciento de los invitados, después supimos que recién a las siete de la mañana terminaron la fiesta.

La noche de bodas no fue pasional, estábamos muy cansados para iniciar un proceso de excitación, pero nos quedamos conversando hasta las seis de la mañana de cada uno de los detalles de la fiesta bebiendo una copa de vino. Al acostarnos la abracé por la espalda y ella se sintió protegida. Dormimos hasta la una de la tarde sin habernos movido un centímetro y nos vestimos rápido ya que viajábamos por una semana punta de cana en lo que si sería una muy apasionada luna de miel.

El primer año de matrimonio fue perfecto y soñado, jamás pensamos que podríamos tener problemas en nuestra relación. Conversábamos de cómo nos proyectábamos como abuelos en un almuerzo familiar con hijos y nietos sintiendo  haber vivido plenamente.

Cuando  decidimos tener hijos comenzó el  calvario, después de seis meses sin tener resultados positivos visitamos a un especialista quien no s realizó una serie de exámenes que determinaron que mi mujer no podría tener hijos. Por mi parte no era un gran problema, pero para ella fue doloroso ya que dentro de sus proyecciones siempre había estado el verse embarazada y desarrollar una relación con un hijo desde la concepción. De un minuto a otro todo eso le fue arrancado de golpe, haciéndola vivir un luto que no le sería fácil de superar.

Por varios meses cayó en una depresión que fue tratada con psiquiatra, pero creo que lo que realmente la  mejoró fue el paso del tiempo que hizo su trabajo y una cena que preparé de sorpresa en nuestra casa la que terminamos abrazados escuchando “don´t give up”, nuestra canción y “Stop Crying your heart out” del grupo Oasis que por esos tiempos comenzaba a ser  famosa. La letra  representaba totalmente nuestra filosofía de vida y el ritmo de esta nos puso los pelos de punta. Por primera vez desde que estábamos juntos el destino nos golpeaba con mucha fuerza mostrándonos que independiente de la cantidad de amor la vida es dura, muy dura.

Stop Crying your heart out (Traducción)

Mantente arriba
Aguanta
No te asustes
Tú nunca cambiaras lo que ha sido y fue
Puede tu sonrisa Brillar
No te asustes
Tu destino puede protegerte
Porque todas las estrellas
Se están desvaneciendo
Solo trata de no preocuparte
Las verás algún día
Toma lo que necesites
Y se como tú eres
Y deja de hacer llorar a tu corazón

Levántate
Vamos
¿Por qué te asustas? (Yo no estoy asustado)
Tú nunca cambiarás
Lo que ha sido y fue

Porque todas las estrellas
Se están desvaneciendo
Solo trata de no preocuparte
Las veras algún día
Toma lo que necesites
Y se como tú eres
Y deja de hacer llorar a tu corazón

Porque todas las estrellas
Se están desvaneciendo
Solo trata de no preocuparte
Las veras algún día
Toma lo que necesites
Y se como tú eres
Y deja de hacer llorar a tu corazón

Todos nosotros somos las estrellas
Nos estamos desvaneciendo
Solo trata de no preocuparte
Nos verás algún día
Solo toma lo que necesites
Y se como tú eres
Y deja de hacer llorar a tu corazón
...deja de hacer llorar a tu corazón
...deja de hacer llorar a tu corazón
...deja de hacer llorar a tu corazón


Capítulo XXIX, Impredecible destino


La siesta que tomé esa tarde había bajado toda la adrenalina producida por lo agitado que resultó el almuerzo con mi esposa y el encuentro con la nieta del viejito. En la ducha logré concentrarme sólo en el agua tibia que caía y reconfortaba mi cuerpo con una sensación de paz y tranquilidad que eran necesarias después de estar tan tenso. Al bajar al restorán me encontré con el barman, al verme arreglado me preguntó con cuál de las dos me iba a encontrar. Cuando le conté que cenaría con otra mujer el barman me dijo que él me enseñaría a preparar los mejores tragos del mundo si yo le explicaba como lograba tener una tercera cita en un mismo día. “Mientras tú estés, yo no necesito saber cómo preparar los tragos, pastelero a tus pasteles” dije en tono de broma con la postura física de todo un ganador.

Cuando llegué al restorán, vi a la que había sido la novia en el matrimonio donde nos conocimos con mi esposa, estaba muy arreglada esperándome. Cuando sonrió al verme entendí que ella mal interpretaba la cita, por su actitud era seguro que quería compartir el postre conmigo, servido en su habitación. Por un momento nos imaginé compartiendo una cama en el hotel, pero recordé que era la mujer de un familiar y por muy lejano que fuera el parentesco, agregar un problema familiar no era bueno.

Al sentarme, la mujer comentó lo bien que me sentaba el paso del tiempo, no tenía el cuerpo ni la juventud que ella recordaba, pero el toque de madurez me hacía ver muy atractivo. Con esta frase me quedó claro que las intención de la mujer era una sola y pensé varias veces ponerme a su disposición, como el caballero que soy, pero la curiosidad por entender cómo se había relacionado mi esposa con el director en la universidad, me hacía no perder el foco.

Siguiendo el juego, le respondí que estaba igual de bella como en el día de su matrimonio, ella rió, haciendo un gesto con su mano como quien dice no hables tonteras. La situación no era fácil, debía lograr hacerla entrar en confianza, para hacerla hablar de otra mujer, sin herir su orgullo, lo que era casi imposible. Mientras pedíamos la comida, un delicioso risotto de camarones, para mí  y filete de atún acompañado de un suave puré de arvejas para ella. Le comenté que nunca había olvidado su matrimonio, el mejor de todos los que había ido. Ella sonrió y dijo que lo había pasado muy bien, “lástima que eso de  para toda la vida no se haya cumplido” dando a entender que se estaba separando de mi primo lejano.

La mujer era insistente y obvia con sus indirectas, esto le quitaba atractivo haciéndome la situación más fácil de controlar. -Tiempos aquellos en la universidad- le dije poniendo la fecha de la conversación a la que quería llegar. Con ligera y no muy sincera melancolía explicaba que jamás olvidaría esa etapa pero sobre todo la relación que había tenido con mi esposa, esto la  obligó la a reaccionar y tener un poco más de compostura, pues sintió ese grado de traición suficiente para frenar en algo su comportamiento. -Nunca me tocó ver amigas tan cercanas como ustedes-, señalé creyendo que ya estaba en tierra derecha, listo para comenzar con mi indagación. Pero ella hizo la conexión emocional con los recuerdos de mi esposa y me cambió la conversación en forma abrupta preguntándome por ella. Le expliqué que habíamos decidido darnos un tiempo, no pudo evitar dejar salir una sonrisa pero rápidamente se transformó en cara de resignación cuando le mentí y le di a entender que nos habíamos arreglado y en cuestión de días volvería a la casa.

-Linda etapa la vivida en la universidad, ¿no la extrañas?- dije volviendo a poner el tema en la conversación. Ella respondió que fueron tiempos maravillosos, la posibilidad de vivir con una mínima carga de responsabilidad era algo que  nunca más volvió a sentir, después de su matrimonio. Cuando comenzaba a enumerar la gran cantidad de responsabilidades que tenía ahora y volvía a poner la conversación en tiempo presente, la interrumpí diciendo que gozáramos un momento más con los recuerdos. Al parecer ella tenía necesidades no cubiertas en cuanto al placer, ya que al decir “gozáramos” su rostro coqueto volvía a aparecer. Le pregunté por las aventuras que tuvieron con mi esposa y comenzó a contar una gran cantidad de historias las que fueron interrumpidas por el mozo para servir la cena. Mientras comíamos volví a poner el tema de conversación, soy perseverante, no estaba dispuesto a abandonar mi objetivo. Reí y dije que no conocía todas esas historias y ella me dijo que,- ¡cuéntame una de esas sabrosas, mujer!- dije en tono cómplice. “Bueno ya, la mejor de todas fue cuando el novio de tu mujer terminó fracturándose la pierna”. La palabra novio me hizo colocar cara de interrogación, la mujer lo notó rápidamente y dijo “al parecer metí la pata, ¿no sabías que tu esposa estuvo de novia?”. Para disimular la sorpresa por lo que decía, le aseguré que sabía del novio, sólo la historia de la fractura de pierna era desconocida para mí. Cuando noté que ella no creyó mi explicación llamé al mozo y pedí una botella de late harvest, vino dulce que suele gustarle a las mujeres, necesitaba siguiera hablando sin restricciones.

“Si sabes que tenía novio, entonces sabrás su nombre”, preguntó jugando a la interesante, había percibido mi curiosidad por el tema. Mientras llenaba su copa con el dulce vino, recordé el día que conocí a mi esposa, la pareja que tenía en ese momento había sufrido una fractura de pierna y por eso no había podido acompañarla al matrimonio. –Es ridículo pensar que me interesaría saber los nombres de novios y ex parejas de mi mujer, pero sí recuerdo que la fractura del novio de mi esposa fue cercana a la fecha que te casaste- dije generando decepción en la mujer que había visto la oportunidad de jugar conmigo. Le propuse hacer un juego en el que ganaba quien hacía el brindis más entretenido, esto me ayudaría a que bebiera  y se pusiera más habladora. “Buena idea”, dijo ella levantando su copa y brindó por la entretenida cena haciendo un juego con los ojos, mostrando que no abandonaba la idea de pasar la noche juntos. “Brindo por los viejos amigos y las viejas amigas, cuya amistad siempre perdurará” dije yo con la intención de alejarla de la fantasía sexual que seguro estaba pensando. “Brindo por los reencuentros” dijo ella volviendo a mostrar que estaba interesada en mi. Después de un par de copas, la mujer mostraba la alegría producida por el vino, –brindo por las piernas fracturas de los novios tontos del pasado- dije rápidamente, lanzó una carcajada bastante desinhibida. -Tan graciosa no puede ser la historia-, dije poniendo nuevamente el tema en la conversación. Ella me propuso que si prometía ir a dejarla a su habitación y darle un beso de despedida, me contaría la historia.

La jugada hecha por la mujer no me dejaba opción, una negativa a su propuesta era cerrar toda puerta y herir su autoestima, lo que haría que ella quisiese retirarse.  –Soy un hombre de negocios y tu propuesta es algo que nadie pude rechazar- dije con cara de galán haciendo que la mujer se tomara otra copa, pero esta vez de un solo sorbo.

“Me encantan los hombres que saben hacer negocios” dijo la mujer mientras que con su pie rosaba mi pierna, mostrándome que el camino tomado era incierto. Cuando a comenzó a contar la historia se acababa se vaciar la segunda botella de vino y estaba cerca del estado de ebriedad. “Tu esposa tenía un novio que era un idiota, de familia adinerada y de muy buenos contactos” dijo iniciando el relato de la historia que me había intrigado. Luego siguió diciendo que días antes de su matrimonio habían hecho su despedida de soltera, en un bus que era arrendado para ese tipo de eventos. Continuó contando que el único que no bebía era el chofer y las ventanas se cerraban con cortinas negras que impedían ver lo ocurrido dentro. En el bus había todo  tipo de alcohol y juguetes eróticos que eran de adorno para crear un ambiente desinhibido. Cada cuarenta minutos el bus recogía a un stripper quien hacía sus shows hasta la siguiente parada. Agregó que el novio de mi esposa había estado en contra de que asistiera a la despedida,  le había puesto problemas durante toda la semana. “Nunca supe que le vio tu esposa a ese imbécil, para haber tenido una relación de ocho años y decirle que sí cuando le pidió matrimonio, meses antes a la celebración del mío”, dijo ella sin percatarse de mis gestos ya que el alcohol bebido le había quitado toda capacidad de observación.

“Mientras todas pasábamos un buen momento, él la llamaba y le enviaba mensajes, molesto por la situación. Nunca nos dimos cuenta que nos seguía en su auto justo detrás del bus y en cada parada de seguro se indignaba al ver a los bailarines de muy buen cuerpo subir y bajar”, relataba mientras pedía otra botella de vino. “Ese huevón estaba loco, era demasiado obsesivo, a tal nivel que en una de las paradas del bus decidió bajarse rápidamente y colarse en forma agresiva mientras el bus partía dejando a los dos stripper en la calle”, dijo haciendo una pausa para beber de la copa que le había servido el mozo cuando trajo la tercera botella.

“Nosotros no vimos nada, pero el chofer del bus se asustó con la entrada del desconocido y en una maniobra muy rápida, según conto él, piso el acelerador y movió el manubrio hacia el lado contrario de la acera lo que hizo que el hombre saliera volando por la puerta”. Mientras bebía otra copa balbuceaba; cuando ellas se dieron cuenta que no había subido otro bailarín fueron a reclamar al chofer quien se había estacionado frente a un auto de la policía. El chofer les dijo que habían tratado de asaltar al bus y daría aviso a los oficiales, quienes tomaron algunos datos del chofer y salieron en las patrullas, con sirenas y balizas encendidas en dirección a donde había caído el hombre que supuestamente había tratado de asaltar el bus.

Mientras bebía otra copa, la mujer bastante ebria, lanzaba carcajadas sin control y comentó que después de esa situación mi esposa había dejado de ser molestada por su novio y siguió la fiesta que duró hasta las diez de la mañana. “Al otro día nos enteramos que la policía había recogido al novio de tu esposa y lo había llevado a la asistencia pública donde había sido tratado medicamente, pero como un criminal”. Mientras los ojos casi se le cerraban dijo “pobre infeliz, por esa acción pendeja no pudo asistir a mi matrimonio donde conociste a mi linda y querida amiga. Salud por las amigas” volvía a brindar la mujer, quien mostraba una gran capacidad de beber.

Completamente borracha dijo filosóficamente que el destino es impredecible, si el idiota hubiese controlado sus celos seis meses después se habría casado con su amiga, pero en vez de eso había dado el espacio para que yo conociera a mi esposa y poco tiempo después, en un proceso un tanto tortuoso, había terminado con él y cancelado la boda. Casi desvaneciéndose, murmuraba el nombre del que había sido el novio de mi esposa. No lograba entenderle lo que decía y pensaba que si no actuaba rápido la mujer se desvanecería. Me puse a su lado y tomé su cabeza y le pregunté fuerte y directo -¿Cómo se llamaba el novio de mi esposa?-. Cuando alcancé a escuchar claramente el nombre solté la cabeza de la mujer la que cayó directamente sobre el puré de arvejas de su plato.

Tal como me imaginaba el novio de mi esposa era director, el mismo que me estaba dando batalla en la empresa. Llevé a la mujer a su habitación con la ayuda de un mozo, la acosté en su cama, me preocupé de limpiarle la cara y me senté a su lado. -Tienes toda razón simpática filósofa, es muy impredecible el destino-. Me quedé mirando su rostro mientras dormía y dije -Soy un caballero y los caballeros cumplen su promesa-  inmediatamente después le di un beso en los labios, le hice cariño en el rostro y  dije muchas gracias.

Cuando salía de la habitación de la mujer, que quedaba durmiendo como un niño, el barman pasaba por el pasillo y me vio salir. Se acercó y me preguntó con bastante seriedad que cómo lo hacía, ya que jamás le había tocado ver un hombre con tanto éxito con las mujeres. -La respuesta es muy fácil amigo mío, mientras algunos se profesionalizan en hacer los mejores tragos otros no profesionalizamos en conocer a las mujeres- le dije sonriendo y me fui a mi habitación.


Capítulo XXX, Se hará justicia


El domingo salí temprano del hotel para evitarle el bochorno a la mujer que al despertar con una gran resaca se avergonzaría tanto de lo recordaba como del hecho de no tener conciencia de cómo había llegado a su habitación la noche anterior. Al revisar mi cuenta de twitter en mi teléfono me percaté que esta seguía bloqueada lo que me molestaba mucho. Decidí que me asesoraría legalmente para enfrentar el tema, no permitiría por ningún motivo que no activaran mi cuenta. Para conseguir la ayuda para enfrentar tal nivel de atropello no podía recurrir a ningún abogado que me conociera a través del trabajo porque no deseaba exponer mi identidad. Si bien existe el secreto profesional en esa profesión, pero no soy tan ingenuo para confiar en abogados.

Tomando un café, en un lugar de muy conocida marca, me acordé que uno de mis mejores amigos se había casado con una abogada, en quien estaba  dispuesto a confiar. Mi amigo había sido compañero mío en la universidad y por sobretodo socio en todas las fiestas que asistimos en tal alocada etapa. Cuando lo llamé él se encontraba en el extranjero por  trabajo, pero me dio el teléfono de su esposa para que tomara contacto directamente con ella. La abogada, muy amable, me agendó reunión en su casa para la tarde del mismo día.

Al mirar nuevamente mi teléfono me percaté que el día anterior me había llegado un correo de la mujer con la que había chocado y que en el juzgado habíamos quedado en que me mandaría sus antecedentes laborales. En el texto del correo pude apreciar un tanto de ansiedad de la mujer lo que me hizo atreverme a llamarla al teléfono móvil que registraba en su curriculum para agendar un almuerzo con ella ese mismo día. La respuesta positiva de la mujer me confirmó su ansiedad, pero mucho más importante me dio algo que hacer antes de ir a visitar a la abogada.

La invité al restorán del hotel, no porque haya sido el lugar más indicado, sino para reírme con la cara que pondría el barman al verme en una cuarta cita en tan sólo dos días. Cuando entré al restorán a la hora acordada me encontré con la mujer que había quedado completamente ebria la noche anterior, usaba unas gafas oscuras que intentaban cubrir en el algo su resaca. Al pasar por su mesa, ella miró hacia abajo para eludir contacto visual, pero me fue inevitable jugarle una broma. “Romperé mi parte del trato  de no volver a hablarnos sólo para decirte que la noche de ayer fue increíble. Ahora seguiré cumpliendo mi palabra como el caballero que soy” le dije y seguí caminando hacia mi mesa. La mujer quedó helada y al verla de reojo no movió ningún musculo por varios minutos. La dejé jugando con su imaginación y vergüenza que la hizo evitar todo contacto visual y de cualquier otro tipo.  Al rato, mostrando un grado mínimo de dignidad se paró y se fue del restorán sin dirigirme la vista ni mucho menos la palabra.

Cuando me senté en la mesa, donde  me esperaba la ansiosa mujer que buscaba trabajo, ella sonrió y agradeció que le dedicara tiempo de mi día domingo. La conversación del almuerzo fue en relación a sus experiencias laborales pasadas en las que yo trataba indagar la lealtad que podría encontrar en ella. Este era el elemento más importante a considerar, el director trataría de ponerla en mi contra desde un principio poniendo en riesgo una ficha importante del partido de ajedrez que disputábamos. Algo que me hizo despejar toda duda que era la mujer indicada fue una historia que me comentó de su último trabajo. Antes que su gerente la despidiera por no haber querido aceptar una cita con él, había tenido un incidente que mostraba su principal desventaja en el mundo de los negocios, sus principios. En la empresa en la que trabajaba, el gerente general había sido cuestionado por el gerente contralor de la empresa quien dispuso una auditoría en su contra. Ella poseía información que podría inculparlo y que al usarla le daría mayor crecimiento de la empresa. Independiente de que lo pensó mucho ella llegó a la conclusión que quien era su empleador era su jefe y no la empresa, por lo que su lealtad era a su superior y no a la organización. Cuando le pregunté si se arrepintió de cómo actuó una vez que el hombre, al cual había sido leal la despedía por no responder a insinuaciones sexuales, ella manifestó que si le tocara actuar de nuevo lo haría de la misma forma. Personas que mantengan tal nivel de principios son escasas, ya que el mismo sistema con el correr del tiempo hace que mover todas los límites morales.

Después del almuerzo, le pedí que me acompañara al  bar por un bajativo, ella indicó que no bebía pero si le podía conseguir un agua de hierbas ella quedaría agradecida. Cuando entramos el bar, el barman dejó caer una copa que limpiaba de lo sorprendido que estaba de verme entrar con la mujer a la que acompañé hasta una mesa. Cuando me devolví a a la barra le pregunté -¿qué bajativo tiene mi amigo?- esperé su atrevido y desubicado, pero muy divertido comentario. “Déjeme decirle señor que usted no deja de sorprenderme, por favor dígame cual es su secreto” dijo el barman con una cara que dejaba ver sorpresa y admiración. Yo le pregunté si él sabía guardar un secreto e inmediatamente después de responderme que si sabía, yo le dije –Yo también, un coñac para mí y un agua de hierbas para mi acompañante por favor- me di media vuelta y me fui a sentar con la mujer que sería la próxima gerente de marketing de la empresa.

Antes de irse, la mujer de principios e ideales me preguntó si había comenzado a leer cometas en el cielo. -¿A qué te refieres?, pregunté yo olvidando que la acción para acercarme a ella el día que la conocí era pidiendo recomendación sobre un libro que ella llevaba en su cartera. “Cometas en el cielo de Khaled Hossein, el libro del cual me pediste recomendación” dijo ella con cara de duda. –Disculpa, te entendí mal, escuché que me preguntabas si había visto cometas surcando los cielos, lo cual he hecho, pero no entendía en qué contexto. Ella se rió con la confusión que me permitió seguir jugando, -aún no lo leo- respondí yo cerrando la conversación recordando el dicho que dice que la mentira tiene piernas cortas.

En la tarde viajé a la casa de la abogada que quedaba a las afuera de la ciudad en un lugar tranquilo y apacible, jamás había considerado vivir en un lugar como este, dado su lejanía además de que no era un lugar que permitiese la construcción de redes de contactos. La tranquilidad y la belleza de un lugar rústico y campestre me hicieron pensar en la imagen que de la celebración familiar de nosotros siendo de abuelos juntos a hijos mayores y nietos en una gran mesa llena de bulla y alegría. El lugar era preciso para agregar un toque de naturalidad a la imagen, pero el problema era que el camino que estábamos siguiendo con mi esposa y los golpes del destino cada día nos alejaba más de vivir una imagen como esa.

Una vez en su casa, ella me atendió en un despacho que había construido especial para ella en lo que era el altillo de su casa con una linda vista a la piscina y todo el  jardín de lo que era un gran patio trasero. En el escritorio de la abogada había muchas fotos familiares junto a mi amigo y sus dos pequeñas hijas. Esto me causaba un poco de envidia y nostalgia, ya que al ver las bellas fotos recordaba que con mi esposa nunca habíamos formado una familia con hijos como lo habíamos soñado. Por otro lado, al ver el cariño que expresaban las hijas a su padre, en lo que era una hermosa foto, me hacía pensar en que quizás ese espacio de felicidad yo lo había suplido con el mundo de los placeres que generaban grandes cantidades de endorfinas.

La abogada era una hermosa y distinguida mujer, su figura era adornada de un vestido casual pero que dejaba ver una gran gusto para la moda. No parecía usar maquillaje lo que hacía resaltar sus tonos blancos y rosados de su rostro como también el color de sus ojos que iban de pardo a verde según la cantidad de luz que les llegara. Se notaba que era una mujer que no trabajaba en ningún estudio, de seguro tomaba casos esporádicos que administraba de su casa permitiéndole estar más tiempo con sus hijas que era una de sus principales prioridades junto al cuidado de la relación con su esposo.

Cuando hablamos del caso, ella me comentó que no sabía mucho de las redes sociales, pero que sería fácil de investigar. Eso sí se rió y me dijo que si supiera su esposo que yo era el gerente 2012 se reiría mucho, ya que él era otro seguidor y no paraba de hacerle comentarios de mis publicaciones. De todas formas ella no le diría nada por el secreto profesional, pero el tener una complicidad con la esposa de mi amigo no era algo que deseaba tener. Aunque sea difícil de creer un hombre como yo tiene principios en materia sexual, los que indicaban que parejas, hermanas y madres de mis amigos para mi eran hombres o sea ordenaba a mi cerebro a que abandonar cualquier fantasía sexual con las mujeres que tuvieran esta condición. Este principio lo adopté después de ver  como las amistades de año se rompían por estos temas y después de la desagradable experiencia de haberme involucrado sexualmente con la esposa de un ex mejor amigo.

La estrategia legal que comenzaba a definir haría que al día siguiente enviaría una carta firmada por ella como mi representante legalmente al departamento legal de twitter. Mientras investigaría las líneas de acción a seguir para lo que sería una potencial demanda como último recurso. Como buena abogada bajó todas mis expectativas diciendo que las probabilidades de lograr algo eran bajas, pero que jugaría las cartas de la mejor forma posible.

La imagen de un alegato de la distinguida abogada, como lo hacían en la antigua serie de televisión “LA LAW” contra una organización como twitter me motivaba mucho. La lucha bíblica de David contra Goliat era de los pocos pasajes de la biblia que recordaba con admiración. Nosotros contra twitter y con el ideal de una lucha en contra de la injusticia hacía que mi cerebro fantaseará con una situación que sabía que sería imposible, no por eso dejaba de jugar con mi imaginación.

Vuelta al hotel me quedaba tranquilo que independiente de las escasas probabilidades que tendrían las acciones que estaba siguiendo eran las cartas que tenía y las jugaría sin correr riesgos. No dejaba de pensar en que la suspensión de mi cuenta en forma arbitraria, sin previo aviso y por un motivo que no se ajustaba a la realidad debería tener una explicación más allá que el que haya sido sólo un error. Por otro lado, la suspensión de la segunda cuenta que abrí en tan poco rato, mostraba que habían logrado identificar que había sido creada desde el mismo dispositivo lo que mostraba un seguimiento que me parecía fuera de lo normal.

Me acosté con la seguridad, pese a lo que decía la abogada, que lograríamos que volvieran activar la cuenta, pero por sobretodo entenderíamos que era lo que había pasado. Al llegar al hotel, el barman se me cruzó y con una cara que mostraba buscar una ventaja se me acercó y me dijo “amigo debo decir que le mentí, no sé guardar un secreto. En el momento oportuno te lo haré saber, pero entiende bien en el momento oportuno”. Después de esas palabras que me dejaron bastante desconcertado, objetivo del barman, este se fue en dirección contraria a la mí despidiéndose con una gran sonrisa. Por mi parte seguí rumbo a mi habitación atontado como quien recibe un golpe fuerte en la cabeza.


Capítulo XXXI, No me cuadra.


Era lunes por la mañana y el Director interrumpió agresivamente en mi oficina, reclamando por la poca agilidad del gerente de recursos humanos en la contratación del nuevo gerente de marketing, para él este sería un argumento que estaba dispuesto a usar ante un fracaso del proyecto. Con la carta que tenía bajo la manga cerré todo espacio a su acción.  -Tengo entendido que comienza mañana, no me parece que haya demorado mucho el proceso- dije cerrando el ataque del director. Inmediatamente  reclamó pues no le parecía que se contratara a alguien sin haber realizado una entrevista personal con él, además me recordó que  le había pasado la elección. -Tienes toda la razón, me imagino que lo poco regular del proceso confundió a los involucrados, pero si quieres entrevistar a la candidata estás en tu derecho y si quieres vetarla también, pero el retraso de la contratación será tu responsabilidad- le respondí realizando una jugada final, la cual no le dejaba más opción que aceptar a la candidata, pues entendía que al vetarla retrasaría aún más el proceso, lo que le impedía endosar responsabilidad a otro. “Si los proceso normales de contratación han definido quien ocupará el cargo, que se contrate entonces”, dijo el director cerrando la conversación y abandonado mi oficina.

Más tarde, llegó el gerente de recursos humanos preguntando qué hacer con la contratación, ya que el director lo tenía entre la espada y la pared. –No te preocupes, hablé con él y acordamos que contrataremos a tu candidata- dije en forma irónica, haciendo que el gerente de recursos humanos quedara totalmente extrañado. Le expliqué que me había juntado a almorzar con la candidata en cuestión y me había asegurado que cumpliera todos los requisitos. Cuando le dije que debía ingresar mañana, pero ella no lo sabía,  subió los hombros, levanto las manos y me preguntó que como lo iba hacer. –Mi querido amigo, ese es tu problema- dije dándole a entender que la nueva gerenta debía estar presente al día siguiente en la oficina.

El gerente comercial se acercó sin motivo aparente, usando los recursos de simpatía para establecer una conversación. Obviamente entendí que su  objetivo era no perder la cercanía. Él sabía que el juego no estaba terminado, mientras debía  mantener las puertas abiertas tanto del director como las mías y en el momento que se definiera el ganador, tomaría partido por este. Sabiendo esto, me convenía mantener la conversación pues debía reforzar el punto del juego sin acabar. Muchos considerarían su acción como poco transparente, pero los gerentes generales sabemos que si un gerente comercial no tiene este comportamiento no es un buen gerente comercial, pues requieren la habilidad de nunca quedar mal con nadie. Igualmente obtuve un poco de información del director y cómo criticaba mi gestión, pues el gerente dejaba escapar sutilmente comentarios que iban en esa dirección.

Un poco antes de almuerzo se acercó el gerente de operaciones, pero ya llevaba tres reuniones y eso es suficiente trabajo para la mañana de un día lunes, así que le indiqué viniera después de mi almuerzo, o sea, cerca de las cinco de la tarde.

Antes de salir, recibí un mensaje de la nieta del viejito invitándome a almorzar, quería discutir nuestro  viaje del fin de semana. Cuando llegué, su sonrisa y abrazo me alegraron de inmediato, imagino que la presencia de tantas personas la cohibió y por  eso no me dio un beso apasionado, como el de la última vez que nos vimos. Me esperaba con una serie de folletos  que mostraban la concienzuda investigación que había hecho, eran de un hotel de cinco estrellas con aguas termales, spa y canchas de esquí. Me cautivó de sobremanera cuando se sonrojó al mostrarme  las alternativas de habitación, no presentó ninguna individual. Si bien habíamos tenido sexo alguna vez, había sido sólo eso, en cambio ahora era un escalón en una relación sentimental que estábamos construyendo.  Disfruté de esa vergüenza maravillosa mostrada al invitarme, indirectamente, a dormir con ella un fin de semana, le tomé la mano y dije que me parecía un lugar  maravilloso e ideal para darnos el tiempo que creía debíamos tener. Al sentirse acogida, mostró señales de emoción y siguió con el plan de actividades que incluían sesiones de masaje, saunas y tiempo para esquiar. Le pedí que las noches me las dejara preparar a mí, tenía todo el deseo de regalarle magníficas veladas románticas.

El resto del almuerzo fue para escucharla y dejarme maravillar con la gran pasión que mostraba al relatar sus proyectos laborales. Me hizo recordar lo importante que son las mujeres en los equipos de trabajo, su evolucionada emocionalidad les permite poner una energía diferencial respecto de la que ponemos los hombres. Al despedirnos me pidió que la acompañara a dejar a su auto y en el camino le tomé la mano, ella lo esperaba y deseaba, pero no tomó la iniciativa, de seguro  para no presionar.  Una vez en su auto, me miró con los ojos de enamorada que me hacían sentir esa sensación en el estomago que a ratos logra incluso marearte y la catalogamos como enamoramiento. La maravillosa mujer me dio un gran y apasionado beso y apretó su cuerpo contra  el mío haciendo que el contacto físico fuese desde los muslos hasta la boca. Un minuto más tarde dejó el beso, alejó su cara a cinco centímetros de distancia y sonrió con gran alegría. “Lo pasaremos bien este fin de semana, ya quiero que llegue” dijo alejándose y dándome una caricia en el rostro con sus suaves manos.

Cuando me alejé de la nieta del viejito, vi que eran las tres de la tarde, por lo que me decidí ir al bar del club de golf para seguir ampliando mi red de contactos. Al llegar divisé a varios conocidos y me acerqué a un grupo de proveedores que amable, pero no desinteresadamente, me recibieron. Siempre he pensado que la soledad no es bien vista, por lo que si vas a estructurar redes de contactos no pueden verte sin compañía. Tamaña sorpresa tuve al ver al barman del hotel donde alojaba sentado con un empresario importante del país, parecían tener una reunión de negocios. Por más que miraba la escena, tratando que no me viera el barman, mi cerebro no tenía las piezas necesarias para explicar lo que veía. Cómo era natural en este tipo de ocasiones, la frase “no me cuadra” se apoderaba de mi mente. De pronto sentí que uno de los hombres, con los que estaba sentado,  llamaba mi atención poniendo su mano en mi hombro mientras el resto esperaba respuesta a  una pregunta que no recordaba haber escuchado. “¿Qué se siente trabajar con un director ejecutivo?” volvió a  preguntar  el hombre. Unos segundos que parecieron horas demoró mi inconsciente en lanzar la respuesta que me permitía salir jugando de la situación –Me extraña la pregunta, siempre han existido dudas, respecto de si un gerente general trabaja, pero respecto de un director todos tienen la certeza que no lo hace. Un gerente general  y un director no hacen  lo suficiente como para decir que trabajan juntos- dije generando la risa de todos, pedí disculpas simulando atender un llamado y me fui a una mesa para seguir observando la reunión del barman con el empresario.

El lugar donde estaba  me permitía seguir los gestos del empresario, no así los del barman, quien me daba la espalda, alcancé a ver como se despedían con un fuerte apretón de manos y con la sonrisa del empresario, señal de haber cerrado un buen negocio. Al pararse, el barman se dio vuelta y miró en dirección a mi mesa, levantó la mano haciendo un gesto de saludo, sonrió y se fue, haciéndome saber que me había visto mucho antes que yo a él.

Unos de los proveedores se acercó a mi mesa y preguntó si eran cierto los rumores que circulaban en el mercado, imaginé a qué se refería, mi salida de la empresa  era un hecho, aseguraban algunos. -Sí aún no entiendes este mundo, donde los mediocres esperan la caída de los exitosos e inventan rumores para dar tranquilidad a su mediocridad, es que te falta mucho por entender. Mi salida de la empresa la definiré yo y cuando lo haga no quedará dudas. Respecto del director, a veces el gato juega con su presa antes de matarlo, eso lo hace más que un depredador. Yo jugaré con mi presa un tiempo- dije mostrando gran seguridad, lo que ayudaría  a contrarrestar los rumores que me daban por perdedor.

Antes de salir del lugar me animé a hablarle al empresario pese que no me conocía, -¿cómo estás?- pregunté extendiendo mi mano, él  la recibió sólo por la duda de no reconocerme. “Bien gracias, disculpe no recuerdo su nombre ni de donde nos conocemos” dijo el empresario tratando de resolver rápidamente si debía atenderme o no. –Espero que su mala memoria no afecte los negocios que desarrollamos con algunas de sus empresas- dije agregando en su mente la probabilidad que cualquier gesto descortés pudiese terminar afectando sus abultados  bolsillos. El comportamiento estándar de un empresario exitoso, es no poner en riesgo ninguno de sus negocios, mucho menos por un episodio de mala memoria. “No joven, mi mala memoria me traiciona a veces pero los negocios son los negocios” dijo el empresario haciendo un gesto,  invitando  a sentarme junto a él. Yo tenía claro que la invitación era para poder indagar un poco más acerca del supuesto negocio que teníamos, no pasarían más de un par de minutos antes que descubriera mi bluff, por lo que no me senté. –Sólo quería preguntarle por la confiabilidad de la persona con la que estaba conversando hace un rato- no alcancé a terminar mi frase cuando la cara del empresario comenzó a hacer gestos de molestia. “Joven, usted está en un error, llevo mucho rato sentado solo, por lo demás agradeceré que nuestra conversación no salga de los negocios en que coincidimos”, dijo el hombre sin dejarme opción y a mi pesar,  debí despedirme con más dudas de las que tenía al iniciar la conversación.

Cuando el gerente de operaciones entró a mi oficina con una serie de informes comprendí que la decisión que había tomado era la de apoyarme y sería quien llevaría la bandera del fracaso que tendría el proyecto en el proceso de facturación. “Lo pensé mucho, correr riesgo a la altura de mi carrera es una locura, pero no viviré pensando en que hubiese pasado si jugaba la carta que pienso jugar. Por lo demás, has demostrado que eres un hombre en el que puedo confiar” dijo el gerente como introducción antes de entrar a revisar los informes.

El gerente creó un modelo que permitía simular el comportamiento de los sistemas de facturación, sometidos a la carga de ventas proyectadas por el director ejecutivo, la cual se estaba cumpliendo. El modelo daba como resultado que el sistema no era capaz de facturar ni el diez por ciento de las proyecciones, lo que se traduciría en la perdida de servicio y cobranza. Según las proyecciones, los primeros problemas se verían en dos semanas más y el peak de estos estaba proyectado para cuatro semanas. La sustentación del modelo y la claridad con la que, el gerente de operaciones, era capaz de exponerlo le daría vitrina para posicionarse en un gerente con muchas más capacidades que la sola administración de los procesos operacionales. Eso sí, que el presidente del directorio trataría de ponerlo nervioso en la exposición y  ver si era una cortina de humo de mi parte, por lo que mi papel sería no exponerme y guardarme entero para dar el completo apoyo al gerente en el momento preciso.

Antes de irme al hotel, respondí una llamada de la abogada que trabajaba en mi caso de  twitter,  indicó que la carta había sido enviada vía correo certificado y electrónico. Pregunté si había tenido respuesta, pero ella señaló que no había posibilidad antes del miércoles. Me comentó que de no tener respuesta ese día  ingresaría a tribunales un recurso por violación al derecho constitucional  de libertad de expresión el día jueves para que el viernes el departamento legal de twitter la tuviera a su disposición y supieran que había una determinación por enfrentar el caso con bastante seriedad. La conversación me hizo nuevamente sentir que era David haciendo caer a Goliat de un piedrazo, lo que me permitió nuevamente fantasear como un niño.

Al llegar al hotel me fui directo a enfrentar al barman para que abriera sus cartas, recordé muchas sensaciones que en su momento me hicieron pensar que él tenía más información de mí que la debida. De hecho cuando los gorilas invadieron el bar y me dejaron la nariz hinchada de un golpe, él mencionó que sabía que yo era el gerente2012 de twitter. Al acercarme a la barra, me saludó, puso un ron en la barra, frente a mí y m dijo “algo me decía que pasarías esta noche por acá, pensé que tu ansiedad no te permitiría pedir un trago por lo que te preparé uno”. Era tal la posición de arrogancia del hombre, que transformaba mi curiosidad en molestia, pero ya había aprendido a controlar mis reacciones emocionales. -Es hora que conversemos- dije tomando el ron sin dejar rastro de lo incomodidad que me producía la situación. El sacó otro ron que había preparado, dando una señal que nos igualaba en roles, la conversación no sería entre barman y huésped, sino entre dos personas que se disponían a dialogar. “Conversaremos entonces, pero prepárate para acumular más dudas” dijo el barman antes de sonreír, beber su trago de un sorbo y golpear fuertemente el vaso vacío sobre la barra.

Capítulo XXXII, Ángeles y Demonios


Temprano en la mañana del Martes comencé a recibir mensajes de mi esposa que me invitaba a bajar la aplicación whatsapp, según decían era más cómoda que los mensajes de textos. Al comenzar a usarla me di cuenta que era efectivo, permitía mantener un dialogo y la aplicación te indicaba si la personas estaban conectadas o incluso si estaban escribiendo. Por medio de esta herramienta sostuvimos una conversación de aproximadamente una hora. Ella manifestaba preocupación en sus preguntas, de seguro pensando que la proposición de que volviera a la casa había sido muy apresurada.  Parte de la conversación la sostuve en una reunión en la que el director se había apropiado de la palabra,  siendo que el objetivo de esta era presentar a la nueva gerente de marketing al resto de los gerentes. Una forma de restarle importancia a las palabras del director era mantenerme escribiendo en mi teléfono a vista de todos y frente a la incomodidad de él, quien por ningún motivo daría un frente directo por un tema de orgullo. La conversación a distancia y la presencia del director me recordaba que ambos habían tenido una relación de la que ellos pensaban que yo desconocía, esto impedía toda conexión emocional con mi esposa. En ocasiones miraba la cara del director y no lograba ver donde escondía tanto rencor hacia mí por haberle quitado, sin ninguna intención de mi parte, a la mujer con la que había querido casarse. Sabía que la batalla con el director se sustentaba en heridas de orgullo, pero la argumentación debía seguir en el plano profesional.

Durante la mañana pedí a mi secretaria un café y le comenté información falsa para que ella la entregara al gerente de finanzas y al director. –¿Te cuento algo?-  le dije acaparando su atención –El gerente comercial me dijo que hará que las ventas del negocio del director disminuyan considerablemente en el segundo mes, con eso el proyecto quedará liquidado- dije poniendo atención en sus gestos que levemente dejaban ver un poco de ansiedad. Ella alagó la lealtad del gerente comercial y se retiró de mi oficina indicando falsamente que ella tenía toda a confianza en que yo saldría victorioso de esta situación. El comentario tenía como objetivo enviar un distractor al gerente de finanzas y al director para que no estuvieran preparados del real golpe que vendría por el sistema de facturación. Por otro lado, mi secretaria agregaría además que el día anterior tuve una reunión sin agendar con el gerente comercial lo que ayudaría a dar credibilidad a la historia.

Después de la reunión mandé un correo a la abogada con el link del blog del gerente2012 en donde había escrito algunos casos entre los cuales estaba uno que hablaba de las bondades de twitter, al asemejarse a un modelo de libre mercado, y otro en el que pronosticaba la caída de facebook. La agregué en el texto que quizás pueda ser un antecedente positivo para las personas de twitter, mi posición era claramente a su favor en contraste con la acción arbitraria que ellos hacían suspendiéndome mi cuenta. La abogada respondió el correo indicando que la tendría en consideración.

Terminado de escribir el correo me puse a pensar en la conversación que había tenido con el barman la noche anterior. Tal como él había advertido mis dudas eran mayores a las que tenía antes de iniciar el dialogo. En un principio tomó una posición agresiva con el golpe del vaso sobre la barra, quizás tratando de intimidarme, pero después de haber recibido el golpe en la nariz en su mismo bar nada me atemorizaba. Cuando le pregunté por qué sabía que yo era el gerente2012 de twitter me respondió con mucha soltura que un investigador privado sabe obtener información. Al preguntar qué hacía en el club de golf con el famoso empresario, me indicó que no podía revelar información respecto de sus clientes, confirmándome que aparte de barman era investigador privado. Me preocupé de mirar bien sus gestos al preguntar si me estaba investigando, se río y después dijo que no hiciera preguntas tan obvias. Quise saber si me quería hacer daño, su respuesta fue tajante, dijo que por ningún motivo. Después de haber hecho todas esas preguntas dijo que había respondido más de las que él creía que yo me atrevería a hacer. Se excusó con que tenía trabajo y dio por cerrada la conversación. Antes de irme me dijo con una sonrisa que esperaba que mi cuenta de twitter se arreglara, jamás había pensado que la caía del gerente2012 sería antes de la caída que yo había predicho de facebook.

Al darle vuelta una y otra vez a todos los antecedentes, concluí que él me estaba investigando probablemente por instrucción del director. Recordé que al preguntar al empresario por la reunión que sostenía con el barman este se había incomodado, quizás le estaba encargando una investigación de infidelidad de su pareja, eso me hacía mucho sentido. No lograba encontrar a otra persona que quisiera investigarme, sólo el director. Esto hizo que aumentara mi molestia hacia a él, los recursos que usaba en este juego iban más allá de lo cuerdo.

No lograba comprender que fuera casualidad que la persona que me investigaba fuera además barman del hotel donde me alojaba. Para saber un poco más de él realicé una  llamada al gerente del hotel, quien me reconoció de inmediato por el incidente que había tenido con uno de sus guardias la noche que había llegado vestido de mariachi. Cuando le hablé de lo bien que trabajaba el barman él indicó que era el mejor que habían tenido en años y que en las pocas semanas que llevaba había mostrado un gran liderazgo con el resto del personal. Cuando le pregunté desde cuando había empezado a trabajar quedé helado con su respuesta, él había llegado el mismo día que yo. Tratando de ocultar mi sorpresa pregunté por sus referencias y me dijo que eran  de las mejores, de hecho había sido recomendado por la matriz de la cadena hotelera que radicaba en estados unidos. Mi confusión era aún mayor, pero me quedaba claro que no era un investigador privado cualquiera, tenía excelentes redes de contacto. Qué el director contratara a un profesional como este me dio una sensación de incomodidad por el nivel de daño que estaba dispuesto a hacerme. No tener claro de cómo se había adelantado  a mi llegada al hotel, siendo que habían sido enviada las maletas a ese hotel el día que ambos llegamos, era algo que podía poner en cuestionamiento incluso a mi esposa.

La sensación de mal estar fue creciendo durante todo el día, pensar que mi esposa pudiese estar involucrada en las asquerosas tácticas del director  me producía nauseas. Salí temprano al hotel muy decaído y cuando manejaba recibí una llamada de la nieta del viejito que en algo alegró el mal momento que pasaba. Ella percibió que lo estaba pasando mal, probablemente porque mi tono de voz no era alegre. Me dijo que me iría a ver al hotel, pero cada minuto que pasaba me producía una sensación de asco todo lo que estaba ocurriendo por lo que le pedí que no me visitara.

En la habitación del hotel me quedé rumiando una y otra vez la situación que me tenía cada  vez más desgastado, no podía creer que el director llevara tan lejos esta situación orquestando una venganza que me parecía digna de un psicópata. Pensaba una y otra vez porque tenía que aguantar esta situación, mandar a la mierda el trabajo siempre era una alternativa válida, pero salir derrotado el algo superior que no era capaz de aguantar. Cada minuto iba acumulando rabia y pena, lo que se iba traduciendo en ansiedad. No tenía donde refugiarme lo que me hacía sentir aún más sólo en un mundo que me costaba tolerar.

Cuando comenzaba acumular una sensación de angustia, golpearon sorpresivamente a mi puerta. Incómodo y molesto la abrí sorprendiéndome con la tierna mirada de la nieta del viejito. La sonrisa que me dio hizo disminuir un poco la mala energía que circulaba en mí. “No te hice caso, vine igual pese a que me dijiste que no lo hiciera. Sé que no estás pasando un buen momento, lo leí en nuestra conversación y vengo a darte un regalo” dijo ella con un tono dulce.

Sin pedir permiso entró a mi habitación, cerró la puerta y me tomó de la mano hasta dejarme en la cama. “No creas que el regalo será sexo, eso para mí no es regalo” dijo cuando mi cara comenzaba es esbozar una sonrisa. “Te conozco y creo que piensas que un poco de endorfinas pueden ayudar a pasar tu mal rato. Tienes razón, pero hay mejores endorfinas que las que las que se puede conseguir con sexo” dijo la nieta del viejito riendo por la incredulidad que dejaban ver mis gestos por sus comentarios.

De un bolso sacó unos parlantes bose, a los cuales conectó su iphone y los puso en el velador que estaba al lado de la cama. Ella se sentó apoyando su espalda en el respaldo y me pidió que me sentara de espalda a ella.

Primero me comenzó  a realizar un masaje poniendo una suave música orquestal que no reconocí, pero sí me ayudó a relajar. Después de un rato sentía que los problemas desaparecían y dejaba entrar todas las buenas energías que eran enviadas a través de las manos de la nieta del viejito. Cuando yo estaba menos tenso y con una mayor capacidad de conectarme con el regalo que me traía, ajustó la canción en su teléfono y puso una que al escuchar su melodía identifiqué de inmediato. La cantante era Sara McLachlan y la canción In the arms of the angel, tema de la película Un ángel enamorado de Meg Ryan y Nicolas Cage.

Me abrazó con fuerza, me pidió que cerrara los ojos, dijo que me concentrara en la canción  y en las palabras que me diría. Mientras la poderosa voz de la cantante comenzaba a escucharse ella comenzó a susurrar la letra de la canción como un menaje personal:

Pasas tu tiempo esperando
Una segunda oportunidad
Una oportunidad que haga que todo esté bien

Siempre hay una razón
Para no sentirte completamente bien,
Y es difícil, al final del día.

Necesito distracción,
Oh, hermosa liberación
Los recuerdos se filtran por mis venas

Déjenme ser vacía,
Oh e ingrávida
Y quizá pueda encontrar algo de paz esta noche.

En los brazos de un ángel,
Vuela lejos de aquí,
De este oscuro y frío cuarto de hotel,
Y el infinito que sientes.

Te sacaron de los restos,
De tu ensoñación silenciosa.
Estás en los brazos de un ángel,
Ojala encuentres consuelo aquí.

Tan cansado de la línea recta,
Y a donde sea que volteas,
Hay buitres y ladrones a tus espaldas.

La tormenta sigue girando.
Sigue construyendo mentiras
Que compensan todas tus carencias.

No hace ninguna diferencia,
Escapa una última vez.
Es fácil creer en esta dulce locura,
Oh, esta gloriosa tristeza,
Que me pone de rodillas.

En los brazos de un ángel,
Vuela lejos de aquí,
De este oscuro y frío cuarto de hotel,
Y el infinito que sientes.

Estás en los brazos de un ángel,
Ojala encuentres consuelo aquí.

Una vez que terminó la canción no quise abrir los ojos, el regalo de la nieta del viejito había sido maravilloso. Nunca antes me había sentido tan entendido y acogido a la vez, los brazos de la mujer envolviendo mi cuerpo me hacían volar tal como indicaba la canción. Mientras caía dormido me di cuenta que el verdadero regalo  no era precisamente la canción, sino que tenía un ángel que me quería y cuidaba con la mayor ternura que un hombre puede pedir.


Capítulo XXXIII, Saludos Mundo.


La noticia era portada de todos los diarios matutinos, era comentada en todos los programas radiales de la mañana y además había salido en los noticieros de la noche anterior. El reconocido grupo hackers Anonymous realizaba una amenaza en un video publicado en Youtube. Una persona, que usaba el mismo disfraz del protagonista de la película V en la que actuaba  Nataly Portman, hacía una declaración directa a la cámara diciendo:

 “Saludos Mundo, somos Anonymous. En este breve periodo de tiempo hemos escuchado y visto el pánico que tienen los programadores de Facebook. Parece que ahora ofrecen quinientos dólares para encontrar errores en su página. Claro está que nada de esto es real, esto lo hacen para hacer creer al mundo que ellos tienen el dominio y nada de lo que se les haga podrá contra ellos. Como ya hemos dicho, estamos cansados que se roben la información de las personas y se las vendan a hombres poderosos como si fueran trozos de papel. Este régimen ha llegado a su fin, Facebook va a dejar de existir. El día cinco de noviembre la operación Facebook se llevará a cabo con total éxito y nada podrá impedirlo. Somos Anonymous, somos legión, no perdonamos, no olvidamos, espérenos”.

La noticia había generado revuelo porque Anonymous tenía  fama de ser un grupo que cumplía todas las amenazas que realizaba. Siempre dejaba en evidencia que los sistemas de seguridad que protegían los software montados sobre internet eran vulnerables. Se dice que su formación fue en el año dos mil ocho haciendo acciones que no generaban daños mayores. En poco tiempo se convirtió en un movimiento que había atacado páginas de presidentes, organismos internacionales y de seguridad. Su objetivo, defender la libertad en internet, le daba idealismos que hacían que jóvenes hackers de todo el mundo se sumaran al movimiento. Se rumoreaba que la OEA y la interpol estaban en búsqueda de sus miembros, desde hacía un tiempo, pero sin tener resultados.

A primera hora de la mañana estaba agendado un desayuno con el área comercial, reunión que hacía sólo para coquetear con las vendedoras. Obviamente el tema que todos conversaban era la amenaza de ataque que había recibido Facebook. Una vendedora llamó mi atención cuando dijo que el gerente2012 de twitter había pronosticado esto. “La futura caída de facebook se llama el caso y está publicado en su blog”, dijo la vendedora concentrando la atención de todos los asistentes. Ella decía tener una teoría, el gerente2012 en verdad era quien controlaba el movimiento, algo así como el gerente general de Anonymous. Cuando otra asistente de la reunión le preguntó a la vendedora, en tono burlesco, si el 2012 del gerente2012 era porque ese año se acaba el mundo, la respuesta me dejó a punto de explotar en una carcajada. “Desde hace tiempo se dice que el 2012 es el año que se acaba el mundo, pero en realidad lo que sucederá es un gran cambio que significará un renacer. El 2012 Anonymous ejecutará un plan para que Internet muera y resurja de una manera libre” dijo la vendedora en un tono  como lo hace quien cuenta una historia de terror.

La seriedad con que contaba la historia la joven mujer ponía en riesgo mi capacidad de controlar la risa, me excusé y salí un rato de la sala. Me imaginaba yo frente a la cámara diciendo –Saludos Mundo-, escena que me producía risa por lo ridícula que era. Después de un rato pensé que si  esta teoría era coherente para una seguidora debía serlo para otras. Me dispuse a que mi primer tweet de la mañana fuera “Saludos Mundo” lo que generaría un gran revuelo. Rabia y frustración fueron las emociones que se combinaron cuando al conectarme recordé que mi cuenta estaba bloqueada. “Malditos bastardos hijos de la gran puta que los reparió” dije sin darme cuenta que estaba a dos metros de distancia de un par de personas que quedaron mirándome sin decir nada. Cuando volví a la reunión dije que cortáramos la tontería con personajes de twitter o de cuentos de los hermanos Grimm, dándole una seriedad a la reunión fuera lo común.

Más tarde la nieta del viejito me llamó para decirme que el gerente2012 y yo habíamos acertado al pronóstico de la caída de Facebook, esto como excusa para conversar de lo ocurrido la noche anterior. -Los regalos que recibí anoche fueron exquisitos- dije yo esperando que ella me preguntara por qué lo decía en plural. -Un regalo fueron las caricias que mi hiciste con la acertada música, el otro el hecho que me di cuenta que tengo un ángel que me cuida” dije  logrando un silencio al otro lado del teléfono. “Eres lindo, nunca había recibido comentario tan bello” dijo la nieta del viejito después de recuperar el habla. Me comentó que había sido muy placentero para ella ver que había podido cambiar mi estado de ánimo. “Antes de irme del hotel te observé unos veinte minutos, te acaricié el rostro y pude apreciar que había logrado dar la tranquilidad que necesitabas en ese momento, dijo la nieta del viejito con un tono que expresaba alegría. Después de un rato nos despedimos, ambos declarando que teníamos ansiedad por el viaje que realizaríamos en unos días.

La nueva gerenta de marketing, con quien no me había podido juntar el día anterior, por lo mal que me había sentido, esperaba fuera de mi oficina. Al hacerla pasar se mostró feliz, incluso me tomó las manos diciendo que estaba agradecida conmigo y me entregó un regalo que traía escondido. Cuando quite el envoltorio y me di cuenta que el libro cometas en el cielo me sonrojé. Olvidaba que si bien fue el choque el que unió nuestros destinos, había sido este libro el que había permitido que bajara sus barreras conmigo y me abriera parte de su vida. “El café más sabroso que me tomaré será contigo cuando comentemos tan bello libro”, dijo ella con una sonrisa que me obligaría a leerlo para no exponer que mi admiración por el autor había sido sólo una mentira para acercarme a ella. Por otro lado, había aprendido que el establecer conexiones emocionales con los equipos de trabajo hacía ganar credibilidad y respeto. La conexión a través del libro me daría la fuerza necesaria para evitar cualquier intento de conquista de esta pieza de ajedrez que trataría de realizar el director. Ella mostró mucha sinceridad al exponerme que en el poco tiempo que llevaba sabía que había un problema entre el director ejecutivo y yo. De hecho él le había comentado que en el corto plazo él tomaría el total control de la empresa y que era bueno que fueran construyendo una relación de confianza, lo cual a ella le había parecido fuera de lugar.  Con calma y tranquilidad le dije que no era un tema, efectivamente él tenía ganas de tomar un rol más relevante, pero el que estaba a cargo era yo y contra eso no podía hacer nada. Le dije que no cayera en el juego de tomar partido, ella debía enfocarse en su trabajo y le iría muy bien. Al salir de mi oficina se frenó en la puerta, dio vuelta y dijo sonriendo que estaba feliz de trabajar conmigo, haciéndome sentir que mi ojo para la contratación de las gerentes de marketing estaba intacto.

Ese día fui a almorzar con el gerente de operaciones para preparar lo que sería la reunión el día siguiente con el presidente del directorio. Los primero quince minutos habló de la notica del momento. También vinculaba el caso que había escrito como gerente2012 con la amenaza de Anonymous, eso sí con ninguna teoría conspirativa como lo había hecho la vendedora en la mañana. Le pedí, sólo por jugar un rato que me mostrara el blog, el sacó su teléfono y después de conectarlo me lo pasó para que yo lo leyera. “Los motivos que señala este pelafustán son otros, habla de que los usuarios cerrarán sus cuentas cuando entiendan que el costo de haber entregado tanta información es mayor que el beneficio que entrega esta plataforma” dije en forma despectiva. El gerente de operaciones me dijo que tenía razón, pero que este escrito había causado ruido, ya que mientras toda la sociedad hablaba del imperio creciente de Facebook lo escrito por gerente2012 señalaba que iba a morir. “Tienes razón, los motivos son distintos, pero pronosticar la caída de Facebook fue un acierto y esta noticia lo refuerza” dijo el gerente de operaciones con gran convencimiento.

Respecto de la reunión del día siguiente el gerente de operaciones se manifestaba tranquilo y seguro de sus argumentos. –Los argumentos no lo son todo, también debe haber voluntad de escucharlos- dije tomando la atención del gerente. –Esto no se trata de la línea de negocio, del riesgo patrimonial de la empresa ni del director, esto se trata de cómo se define mi salida de este proyecto. Un gerente como yo logra un gran empoderamiento a través de la gestión y se terminan convirtiendo en una amenaza para un directorio que pierde el control del negocio. Mi valor está entregado, eso lo intuye el directorio, el director es sólo un instrumento para restarme poder y así negociar mi salida en forma favorable para la empresa. Nuestra misión es obligar a que esto sea presentado formalmente en el directorio, para que cuando ocurra el problema no den oportunidad de solucionarlo al director. Eso obligará al directorio reconocer su error y entregarme la responsabilidad de solucionar el problema. Con ese respaldo, que implica el máximo poder de negociación, negociaré mi salida con plazo de un año donde tú serás el reemplazante que construya- dije dejando perplejo al gerente quien por ningún motivo había leído tanto entre líneas. “No niego que no ambicione el cargo y el reconocimiento, pero creo que las cartas que jugaré será porque creo que es lo correcto” dijo el gerente mostrando gran determinación.

Una vez en la oficina, recibí un mensaje de la nieta del viejito diciendo que había hecho las maletas, lo que me causó gran ternura en una primera instancia. La palabra maletas quedó dando vueltas en mi cabeza recordando que había un tema por cerrar. Después de hacer un esfuerzo recordé que la llegada del barman el mismo día que yo era un punto que podía incluso involucrar a mi esposa en la contratación de este como investigador privado. Después de varios mensajes acordamos juntarnos esa noche en el restorán del hotel, prefería evitar la presencia del barman.

Cuando llegó mi esposa nos pusimos al día en lo que le había ocurrido e inevitablemente terminamos comentando la noticia del día. “Me muero que Facebook desaparezca, estoy tan acostumbrada”, dijo ella poniendo la primera visión a favor del sistema de Mark Zuckerberg que escuchaba en el día. “A ti nunca te gustó el sistema, creo que lo odiaste a partir del momento que con  mis amigas lo usamos como herramienta de mensajería estando conectadas todo el día sabiendo lo que nos ocurría” dijo ella dándome la excusa perfecta para poner el tema de conversación. –Quien más sabe de nuestra situación, si me encuentro con alguien que se lo hayas contado prefiero no hacer el ridículo- dije probablemente no utilizando las palabras precisas, ya que mi esposa puso cara de tristeza-. “Bien sabes que con mis amigas estamos al tanto una de la otra todo el rato, ese día que tomé la decisión lloré durante todo el día y les comentaba lo que estaba pensando hacer. Todas decían, a medida que iban entrando a facebook, que lo pensara bien antes de actuar. La mayoría decía que no era una buena decisión, pero mis instintos decían que era lo correcto y así lo hice. Aparte de ellas, también lo sabe mi mamá con quien estuve desde el día que no llegaste a casa, hecho que desencadenó todo esto” dijo ella dejando caer tiernas lágrimas que dieron paso a la conversación que de seguro quería tener ella. “Tú sabes muy bien que te amo desde que te conocí en aquel matrimonio, pero estoy sufriendo mucho”. Al ver tal nivel de pena me paré, me senté cerca de ella y le pasé un pañuelo para que secara sus ojos. “Me siento pésimo, después que logré perdonarte te pedí que volvieras a la casa y me diste una negativa” dijo previo a caer en un llanto mayor. No podía soportar verla así, era algo que me superaba y probablemente estaba dispuesto a dar todo porque su rostro volviera a tomar la alegría que tan bien me hacía sentir. Por un instante olvidé todo lo que ocurría y me conectaba con las miles de historias maravillosas que acumulamos en los mejores momentos de nuestro matrimonio. Debemos pensar bien, sin juegos, sin bluff y con el gran amor que nos tenemos cual es la mejor elección que debemos hacer. Tenemos que entender si somos tan compatibles como sentimos aquella noche en la que nos conocimos o si simplemente fue un enamoramiento fugaz que desapareció. Tenemos espacio para una oportunidad más estoy de segura de eso, pero necesito que tú también lo estés” dijo ella un poco más calmada. “Me dio pena tu rechazo, una parte de mí no deja de pensar que no deseas volver, pero la otra tiene la esperanza que sólo estás aclarando y haciendo los cambios necesarios para que nuestra reconciliación sea verdadera” dijo ella parándose y preparándose para salir. “Espero resuelvas todo bien, yo tengo resuelto que te amo y te he amado toda mi vida, pero de nada sirve si tú no estás seguro de tus sentimientos” dijo la que yo consideraba la más bella mujer del mundo y se fue caminando dignamente.

Una vez en mi habitación no dejaba de pensar en el sufrimiento de mi esposa, pero la obsesión de no poder dar cierre a como el barman se había enterado antes que yo que mis maletas serían enviadas al hotel me superaba. La versión de mi esposa involucraba más gente, sus amigas y su madre, abriendo un sinfín de posibilidades que no sería capaz de investigar. Eso me tenía molesto y complicado sin poder desconectarme del tema.

El sonido de mi teléfono indicando que recibía un correo electrónico llamó mi atención y al leerlo cambié completamente el switch. La abogada me mandaba copia de la demanda que había puesto formalmente en tribunales. Me decía en el correo que se había preocupado de enviar copias por correo electrónico y certificado al igual que lo había hecho con la carta. La pelea comenzaba y me emocionaba mucho, este era la primera piedra que David tiraría a Goliat, comenzando así una acción formal para la resolución del bloqueo de mi cuenta en twitter.


Capítulo XXXIV, Golpes iban y golpes venían


Un agradable y cercano café fue el que nos tomamos con el gerente de recursos humanos en la mañana. “¿Así que el gerente comercial afectará las ventas del proyecto en el segundo mes?” dijo el gerente riendo mostrando que sospechaba que este había sido un bluff mío. El me comentó que el director se había reunido con todas las vendedoras interrogándolas por las acciones comerciales dispuestas para el segundo mes. “Me solicitó que duplicara el bono por cumplimiento de metas de todas las vendedoras que afectan su proyecto. Conozco los perfiles de los gerentes en todos mis años de trabajo y un gerente comercial que tome posición contra el director es algo imposible de creer.” dijo el gerente de recursos humanos. Me comentó que el gerente comercial se sintió golpeado y el pobre no podía recurrir a mí porque el cuestionamiento era en el proyecto del director, del cual yo no era responsable. “Una hora estuvo hablando conmigo muy preocupado. Una persona desesperada puede ser peligrosa, por lo que lo tranquilicé diciendo que estaba acostumbrado a tu estilo donde respetabas el espacio de gestión de cada gerente. Le comenté también que el estilo del director parecía ser invasivo y era algo que tenía que aceptar” dijo el hábil gerente quien había manejado la situación de muy buena forma. Conversamos un rato y me recomendó distraerme en espacios donde el cariño fuese abundante. El sabía que mi madre había muerto hace un tiempo y que mi padre vivía fuera del país, por lo que me invitó a un asado con su familia para el fin de subsiguiente semana. El verlo en un ambiente diferente del trabajo y en un entorno familiar me llamó la atención. Además sabía que tenía una hija muy bella de veintitrés años que ayudaría a distender la vista, por lo que acepté su proposición.

Después de esta reunión pedí a mi secretaria que nadie me interrumpiera y que me avisara treinta minutos antes de la hora fijada con el almuerzo con el presidente del directorio y el gerente de operaciones. Esto me permitiría relajarme y concentrarme en lo que sería una importante y golpeada reunión.

Cuarenta minutos atrasado llegó el presidente del directorio al restorán, el gesto no era casualidad era una señal de poder que buscaba enrostrar su jerarquía. Él nos podía hacer esperar y nosotros no podíamos decir nada, no al menos en ese momento donde yo sabía que mis municiones debían ser bien usadas. Durante la mañana había visualizado unas cien alternativas de cómo podía darse la reunión, lo que me permitía tener el inconsciente listo para responder. Esta técnica la había aprendido después de darme cuenta que en innumerables ocasiones, una vez terminadas las reuniones, me quedaba pensando en las acciones que no había hecho y frases que no había dicho. En una charla había escuchado que el inconsciente responde mucho más rápido que el consciente y en situaciones donde se debe reaccionar la mejor forma de hacerlo es darle el control al  inconsciente. La operación Deyse es un ejemplo de esto, cuando la realizan muchas veces el cerebro queda predeterminando para actuar sin necesidad de pensar ni tomar decisiones cuando se enfrenta la crisis El haber repasado tantos escenarios me tenía preparado para reaccionar en forma rápida y oportuna. El trabajo de mi consciente era estar constantemente evaluando cual era el escenario en que se daba la reunión. Otro factor que me hacía tener éxito en las reuniones era que no olvidaba nunca mi objetivo, actuando siempre en forma consecuente con este. El retraso del director me golpeaba en el orgullo,  no me gustaba que lo hiciera, pero no le daría el frente. Mi objetivo no era cuidar mi orgullo, sino que lograr que este pidiera formalmente que se presente el informe del gerente de operaciones en el próximo directorio.

“Espero me traiga una buena noticia como lo es el éxito de ventas del proyecto que ustedes recomendaron al directorio no hacer” dijo el presidente, esperando golpear de alguna forma los ánimos. El gerente de operaciones estaba alertado de la situación por lo que el comentario fue una bala perdida. –Estoy acostumbrado a dar buenas noticias, tú has sido testigo que los últimos tres años así lo ha sido. Una empresa que estaba en el suelo hoy se ha convertido en una sólida organización. -Lamentablemente el exitoso proyecto, al que te refieres, pone en riesgo la solvencia de esta empresa y mi deber es ponerte en antecedente- dije yo no por cuestión de orgullo, sino para mostrar seguridad en el tema que expondríamos. Por otro lado, reforzaba la tranquilidad que debía tener el gerente de operaciones para realizar su presentación.

El presidente golpeó cada supuesto en el  que se basaba el modelo del gerente de operaciones, este no sintió los primeros embistes. Con el tiempo el desgaste que producía estar respondiendo cada uno de los cuestionamientos del presidente estaba produciendo un efecto negativo en la confianza del gerente de operaciones. A la primera señal en que el gerente comenzaba a mostrar nervios,  intervine para reforzarlo y darle un respiro. –Quizás sea mejor que sinceremos el problema, existe un trabajo de un gerente de primer nivel que proyecta que esta empresa tendrá su primera crisis desde que se me asignó la responsabilidad de su administración. Si no crees en lo que se  expone te recomiendo dejarla hasta acá. Te mando el informe por correo,  analizas bien la información y nos mandas un cuestionario de preguntas” dije al director dando una sutil amenaza de que estaba dispuesto a dejar por escrito el informe a través de un correo electrónico. El sabía cómo actuaba, al enviar la presentación agregaría un texto que indicaría que la empresa enfrentaría a una crisis. Dejar esto por escrito y enviado por correo al presidente del directorio no le sería grato. Ante los problemas todos los correos son incómodos cuando se buscan responsabilidades por lo que el presidente evitaría tal situación. Desde que comencé el proyecto siempre tuve una relación cordial y de apoyo por su parte, jamás habría puesto una amenaza semejante, pero el hecho que me cerrara las puertas como lo estaba haciendo no me dejaba otra opción. De seguro el director ejecutivo por mucho tiempo habló muy mal de mí a mi espalda,  golpeando la percepción positiva del presidente respecto de mi honorabilidad.

“No es necesario que lo envíes por correo, seguiré resolviendo mis dudas en esta reunión como está planificado” dijo el presidente mostrándose molesto por la encerrona que le había hecho. Antes de que comenzara a volver a presentar el gerente de operaciones le cerré un ojo y dejé escapar una leve sonrisa, dándole a entender que tenía todo bajo control. Mi intervención le había dado el respiro suficiente para volver a soportar los golpes del presidente. Las preguntas a partir de ese momento fueron las que correspondían, seguía buscando un punto débil pero abandonaba el proceso de desgaste.

La claridad de los conceptos, la finura de las respuestas y por sobretodo la seguridad  con que exponía los temas le hizo ganarse el respeto del presidente. El se dio por rendido,  lo felicitó por la presentación y solicitó que fuese presentado este tema en el próximo directorio. No era necesario dejar herido al gerente de operaciones, por lo que las felicitaciones entregadas lo convertían nuevamente en el caballero que conocía. “Nunca había visto un gerente de operaciones que manejara tan bien conceptos financieros” dijo el presidente haciendo sonreír al gerente, quien veía que las cartas jugadas comenzaban a dar frutos. Cuando se despidió de mi me dio un fuerte apretón de manos y sonrió. Estaba molesto por un lado porque había perdido la jugada conmigo, pero por otro lado se sentía complacido de conectarse con el joven ejecutivo que él había contratado, con objetivos claros y alineados con la empresa. Eso me dio una señal que la relación emocional no estaba quebrada sino sólo dañada y eso era algo de lo que me debía hacer cargo.

Al llegar a mi oficina recibí una llamada de la abogada diciendo que tenía buenas noticias, aclaró que la cuenta no estaba desbloqueada, pero si había recibido un correo por parte del departamento legal de twitter. En este indicaban que reunirían todos los antecedentes del caso para analizarlos y dar una respuesta formal a más tardar el lunes. La buena noticia radicaba en que habíamos pasado de ser parte quizás de un millón de casos similares a otro que se le asignaba una prioridad importante. Claramente esto lo sentía como una piedra que había golpeado al gigante Goliat, pero sin derribarlo. La euforia me llevó a imaginarme a que los titulares de las noticias dijeran “Twitter se pone de rodillas para pedir disculpas a gerente2012”.

Una reunión me pidió la nueva y encantadora  gerente de marketing quien me mostró un correcto diagnóstico. En tan sólo un par de días se había hecho una correcta impresión de las necesidades del área, me indicó que trabajaría en presentarme una reestructuración que creía que ayudaría al cumplimiento de los objetivos. Esto me confirmó nuevamente que la contratación de ella fue una correcta decisión. Al despedirse con unos ojos enormes llenos de expectativas me preguntó si había empezado a leer el libro. Me sentí obligado a decir que sí y agregué que no lo conversaría con ella sino hasta terminar, esto me permitió salir jugando dejándola a ella con una gran sonrisa.

El resto de la tarde me quedé pensando en el enigma que producía el barman, por más que trataba de entender la situación no llegaba a nada. Me decidí que al llegar al hotel vería si se daba la oportunidad de hacerle algunas preguntas que estuviera dispuesto a responder.

Cuando me acerqué a conversar con él se mostró cercano, por lo que inicié otra ronda de preguntas. -Te tengo estima, pero necesito que me resuelvas algunas dudas mínimas- dije esperando me diera  una respuesta positiva. El respondió que si podía lo haría encantado, –¿tú sabes que mi esposa me echó de la casa?- pregunté en forma seria y directa. “Y con justa medida” respondió esbozando una sonrisa y agregó que mi comportamiento no era digno de un esposo fiel. – ¿Sabes la crisis laboral por la que estoy pasando?, dije interrumpiendo su respuesta que daba mayor información que la solicitada. “Sólo lo que has dicho en tus tweet”, dijo él en forma escueta dejando de lado ironías y bromas.  –¿Por qué me investigas?- pregunté en lo que sería una muy mala jugada, ya que con eso el barman dio por cerrada la conversación indicando que eso lo sabría, pero en el momento preciso.

La forma en que respondía y la interacción que habíamos tenido en el hotel me hacían creer que respondía con sinceridad, pero sabía que esa era sólo una probabilidad. Por otro lado, el que supiera de la crisis con mi esposa me hacía pensar que quien lo contrataba podría ser mi suegra o sus amigas, ya que el que desconociese el problema laboral por el que pasaba restaba probabilidad a que su contratación haya sido por parte del director.

Cuando salía del bar, rumbo a mi habitación, por la espalda me tomaron del hombro y una voz conocida me dijo en forma seca que debíamos conversar. Mientras me daba vuelta mi cerebro identificaba la voz y mi ceño se fruncía de manera involuntaria. –Tiene ser algo muy importante para que vengas a mi hotel a importunarme a esta hora- dije mostrando gran incomodidad por la interrupción. “Creo que hemos estados alejados y la oficina no es el mejor lugar para conversar” dijo el gerente de finanzas.

Yo ya sabía que era una persona en la que no se podía conversar. Deshonesto, manipulador y arrastrado eran las características que había descubierto en él. Su presencia no era casualidad, la reunión con el presidente del directorio de seguro había significado una conversación con el director y este con el gerente que ahora quería hablar conmigo. El cuestionamiento al sistema de facturación había dado resultado, cambiando el escenario para este gerente que golpeado de seguro venía a arrastrarse para buscar mi protección de alguna manera.


Capítulo XXXV, Sueños.


Cuando llegué a mi habitación tomé el libro que me había regalado la nueva gerente de marketing, pensar en leer algo en que el lugar donde ocurrían las cosas era Afganistán no me motivaba. Buscando información que me incitara a leerlo llegué a Youtube y revisé lo que parecía ser la sinopsis de una película basada en el libro. Al buscar información de la película vi que ya había sido estrenada, por lo que busqué si había más escenas. Encontré una traducción en español y me dispuse a verla.

Estaba llena de simbolismos, mostraba la amistada de dos niños y cómo estos eran separados por las cosas del destino. Una sociedad desigual que pasaba por diferentes crisis y una relación padre hijo que me hacía conectar de alguna manera con la que yo tenía. Cuando veía lo estricto del padre del protagonista recordaba todos los intentos que hizo el mío por conducirme por “el buen camino” desde la adolescencia. La rebeldía que yo desarrollé hacia su figura autoritaria nos fue alejando. Cuando él quería que me vistiera más formal, yo rompía mis jeans y vestía harapos que lo descomponían. Cuando él trató de que estudiara para abogado, como lo habían hecho él y su padre, yo estudié ingeniería. La batalla fue dura, no logró doblegarme y gracias al rol que cumplía mi madre logramos convivir. Al ser hijo único la atención estaba siempre puesta en mí, lo que hacía que los momentos de roces fueran aún mayores. Mostrando que las cosas no sólo se hacían de la manera que él creía  marcaría una característica importante en mi, el gusto por botar paradigmas harían que mi capacidad de gestión fuese superior al resto.

Antes de casarme, mi padre me dijo que no era mi momento, que siguiera viviendo en la casa por un tiempo más. Hacer lo contrario fue lo que dio determinación a mi decisión, me casaba y me iba de la casa de una sola vez. El tiempo jugó en nuestra contra y nos alejó, orgullosos ambos, no hicimos el esfuerzo por reencontrarnos.

El día del funeral de mi madre, la última vez que vi a mi padre, nos dimos un abrazo apretado y dejamos caer algunas lágrimas. Esto no sólo por la partida del la mujer que me acogía y aceptaba sin condiciones, sino que también porque sabíamos que sin ella sería difícil vincularnos. A los pocos meses decidió hacer un cambio rotundo en su vida, trató de buscarme infructuosamente y se fue a vivir a Trindade, pueblo costero del estado de Río de Janeiro, a administrar su propia posada. Hacía un año y medio desde eso y no habíamos cruzado una sola palabra.

Al seguir viendo la película me detuve en una escena en la que él protagonista, ya adulto, lee una carta de su amigo:

“….Sueño que Dios nos guiará hacia tiempos mejores, sueño que mi hijo crecerá para ser una buena persona…libre, una persona importante. Sueño que las flores volverán a crecer en las calles de Kabul y que la música volverá a sonar en las casas y que las cometas surcarán de nuevo el cielo y sueño… que algún día volverás a Kabul a visitar la tierra de nuestra infancia. Si lo haces encontrarás a un viejo y leal amigo esperándote. Que Dios te acompañe…”

El texto me hacía pensar en los sueños, deseos y anhelos que tenemos las personas y vamos haciendo lo que podemos por tratar de alcanzarlos. “De sueños vive el hombre” me dijo una vez el viejito indicándome que no existía el liderazgo si los equipos de trabajo no veían que el logro de los objetivos de un proyecto podía satisfacer parte de sus sueños. “Has siempre soñar a las personas” me decía el viejito agregando que un buen líder también ayudaba a que las personas soñaran.

-¿Cuál era mi sueño?- me preguntaba constantemente. La imagen de una celebración familiar con hijos y nietos respondía mi pregunta. Quizás muchos en el mundo soñaban con una vida llena de libertad como la mía, mientras yo soñaba con una vida de satisfacciones y restricciones  producto de la dedicación familiar. También soñaba con vivir en un sistema donde no hubiese la competencia brutal como lo había en el trabajo. La competencia me hacía sentir vivo, pero después lograba entender que cada victoria que disfrutaba significaba la desazón de otra persona. Eso no me gustaba, yo al ser expuesto al cumplimiento de objetivos los lograba a como dé lugar. La competencia sacaba lo peor de mí y era algo con lo que soñaba dejase de suceder. Sabía que yo era una persona buena que al adaptarse a un sistema competitivo dejaba salir rasgos malos con los que no lograba convivir, no al menos sin mi dosis de remedios recomendados por mi psiquiatra.

Cuando imaginé a mi padre diciendo esa frase a un amigo se me llenaron los ojos de lágrimas, seguro sus intenciones siempre fueron las mejores para mí. Pensé que mi padre soñaría con un abrazo mío y meciendo a sus nietos en un maravilloso día soleado en su posada en Trindade. Con tanta reflexión me quedé dormido sin haber terminado de ver la película.

En la mañana del viernes Invité a la gerente de marketing  a tomar un café, le comenté que había empezado a leer el libro  y recité la carta que hablaba de los sueños.  “Esa carta me encantó, pero en el libro no está escrita de esa manera, así está relatada en la película” dijo la mujer riéndose de mi error. De todas formas conversamos de la historia haciéndonos  pasar un buen momento.

Al almuerzo acepté una invitación del gerente de finanzas, no tenía nada que perder. La noche anterior me dijo que él habido levantado el punto del problema del sistema de facturación al director ejecutivo, pero éste no había querido transparentarlo. Esto era señal de que la exposición hecha al presidente ya había llegado a oídos del director. Por otro lado, la denuncia que hacía el gerente mostraba su preocupación respecto del tema. La probabilidad de que él fuera quien pagara los mayores costos era alta. Arrastrase de esta forma era un camino viable para salvar su pellejo. “Siempre te he sido leal , lo sabes bien, pero la presión que ha hecho el director para que me mantenga alejado de ti ha sido brutal. Cuídate de él, te quiere hacer daño” dijo el gerente tratando de lograr complicidad. Personas como esta me dan asco, abandonan todo principio y ética para lograr sobrevivir en la jungla de los negocios. Este mundo saca lo peor de las personas, pero no mantener ninguna gota de dignidad ni principio para mí lo convertía en un psicópata. Yo sabía que él era amante de mi secretaria y amigo del director, hechos que me permitían no creerle nada de lo que decía.

Después de almuerzo me fui directo al hotel a buscar mis maletas, el viaje con la nieta del viejito comenzaba pasándola a buscar a su departamento a las seis de la tarde. Caminado por el lobby me encontré con el barman quien se despedía del gerente del hotel. Alcancé a escuchar que lo felicitaban y  lamentaban su partida. Pasé mi tarjeta al cargador de equipaje y le pedí que fuera a buscar el libro “cometas en el cielo”, no para leerlo, sino para lograr hacer un poco de tiempo y forzar un encuentro con el barman. Mientras traían mi auto y  esperaba por el libro el barman llegó a la entrada del hotel para irse. –Me llama la atención que te vayas, no pensé que tu trabajo terminara- dije al barman con mucha tranquilidad. Éste con una sonrisa que mostraba que sabía de mi curiosidad dijo que efectivamente su trabajo había terminado. –¿Algún día me dirás tu papel en este hotel?- pregunté abandonado cualquier intento de indiferencia respecto del tema. El barman, subiéndose a un BMW, me dijo que si el martes en la noche le invitaba un trago me contaría todo lo que quisiera, se rió y se fue.

Que la misión del barman terminara justo poco tiempo después de la conversación con mi esposa me parecía curioso. Quizás la reunión con el presidente del directorio pudo ser un factor relevante para el término de la investigación abriendo aún más aristas en este enigma.

 “Este viaje es un sueño” dijo la nieta del viejito tomándome la mano y dándome una bella sonrisa. La primera hora del viaje conversamos de su familia, ella era la menor de tres hermanas, de las cuales era la única que no vivía en el extranjero. Sus padres, al ser la única hija en el país, le brindaban mucho apoyo y preocupación. Me explicó que su madre, quien era hija del viejito, nunca quiso tomar contacto con él una vez que se quebró la familia. Ella sabía que al viejito le afectaba mucho, en innumerables ocasiones había tratado de tomar contacto con ella, pero todo era infructuoso. El día que supo que el viejito había muerto lloró mucho, accedió a ir al funeral de su padre a petición de su hija. Cuando todos se había ido ella se quedó junto a su madre tomadas de la mano y le escuchó decir que lamentaba no haberlo perdonado antes, le deseó buen viaje y que en el cielo tendrían oportunidad de reencontrarse. Eso me llegaba de alguna manera dado el distanciamiento que yo tenía con mi padre.

Las dos horas siguientes le hablé de lo que me ocurría en el trabajo, para ella era bastante apasionante. Omití toda parte que guardaba relación con mi esposa, no me parecía el momento para conversar de ella. La parte del barman le parecía muy intrigante y me dijo que no podía dejar pasar la oportunidad de conversar con él el martes. No me cuestionó que me haya involucrado sexualmente con mi secretaria, sí que le haya entregado tanta confianza. Le pareció que el gerente de finanzas era un asqueroso y que él era el responsable de todo. Claro que sin la información de la relación de mi esposa y el director era una conclusión que tenía sentido.

El resto del viaje le pregunté por sus sueños y me dijo que el principal anhelo era construir una gran familia. Respecto del trabajo ella soñaba estar dedicada a pintar cuadros en vez de trabajar en empresas. Me comentó que un sueño loco era conocer a la persona que estaba detrás el personaje del gerente2012. “Aunque te incomode y no te guste el personaje, a mi me cautiva. Sus tweets muestran conocimiento avanzado de los negocios, muestra un humor sarcástico y por sobretodo una conexión de temas emocionales con la gestión.  Al decir eso me pregunté sí con esa confesión sería capaz de no revelarle que yo era el personaje que tanto admiraba.

-Toma mi teléfono y pon la aplicación de twitter- dije mientras le pasaba mi iphone.  Al ver que la cuenta a la que se conectaba la aplicación era la del gerente2012 no logró comprender nada. Frunció el ceño y me miró preguntándome porque tenía esa cuenta configurada en mi teléfono. –Yo soy el gerente2012, y tú pasarás un fin de semana con la persona que deseabas conocer- dije con una sonrisa coqueta. Ella preguntó tres veces si de verdad era yo antes de decir que este fin de semana sería maravilloso, la sensación de vivir varios de sus sueños la hacían tremendamente feliz.


Capítulo XXXVI, Euforia


Justo a la hora de la cena llegamos al hotel, estaba oscuro y hacía mucho frío en la intemperie. En los últimos cinco kilómetros del viaje comenzó a aparecer la nieve como manchas aisladas  y al llegar todo estaba cubierto de blanco. El cargador de equipaje llevó las maletas al lobby, esperando mientras hicimos el check in.

El hotel era hermoso, de la entrada a la derecha se encontraba la recepción, una sala donde se guardaban los esquís, los accesos al spa y al casino. A la izquierda se encontraba un gran salón llenos de sillones que era abastecido de tragos desde la barra que se encontraba al fondo. En el subsuelo, justo bajo el salón, se encontraba uno de los tres restoranes que tenía el hotel, el que era el principal. Otro era uno de carnes que estaba en el último piso con una vista panorámica y el más elegante estaba en el sector del casino.

La habitación era pequeña, en relación a un hotel de ciudad, pero para uno de montaña era normal. Lo mejor la vista, una piscina congelada, una montaña nevada y muchos árboles que forman un lindo bosque. “Ordenemos la ropa después” dijo la nieta del viejito haciendo un gesto con la mirada hacia abajo. Cuando ella vio que un sonrisa aparecía en mi rostro se rio y me dijo que fuéramos abajo a cenar y agregó diciendo que yo no tenía remedio.

La cena, bufet de ensaladas frías, de comida peruana y postres dejaban un olor en el ambiente que nos abrió el apetito en forma inmediata. Mozos bastante elegantes nos atendieron como si fuésemos las personas más importantes del lugar. De seguro su preparación hacía que todos los pasajeros se sintieran de la misma forma. Después de conversar de lo agradable del lugar y la excelente atención por parte del personal del hotel, la nieta del viejito dijo que desde que me había conocido las apreciaciones respecto de su vida habían cambiado. “Nunca me había pasado que disfrutara tanto con la sonrisa de una persona. Disfruto mucho subiéndote el ánimo cuando bajas los brazos y por sobretodo disfruto con tu compañía”. Me tomó la mano y me sonrió esperando una dulce respuesta de mi parte. -Es verdad, es sorprendente el efecto que haces en mí, tienes la capacidad de entenderme y de acogerme. Espero yo poder tener la misma capacidad contigo-, dije recordando que esta relación siempre la había sentido en el recibir más que en el dar.

Después de la comida le dije que debíamos arreglarnos, iríamos al casino y la elegancia en un lugar como ese era un requisito para mí. Mientras ella se duchaba, vestía y arreglaba yo coordiné el arriendo del equipo de esquí que usaríamos tanto el sábado como el domingo. Yo me puse un traje color marengo, camisa blanca con colleras y una corbata roja con toques de naranjo. La nieta del viejito usaba un vestido largo, negro, de manga corta y escotado. Por lejos seríamos la pareja más elegante, ya que en estos tiempos las personas no se preocupan de cómo vestir a la hora de ir al casino.

Muchas veces me han preguntado si comprar o no una determinada acción en la bolsa y mi respuesta es siempre la misma, -si quieres apostar hazlo en el casino, sabes exactamente tus probabilidades de ganar, te tomas un trago y lo pasas bien. En la bolsa no tienes carajo idea que compras, cuales son las probabilidades de que el precio varíe y si pusiste mucho dinero lo pasas pésimo-. A la nieta del viejito no le atraía mucho la idea del casino, había ido varias veces y los tragamonedas le aburrían. –Querida, eso no es casino, anda a una máquina de coca cola, pon monedas y aprieta botones, de seguro te irá bien y lo pasarás mejor. Ahora te enseñaré como se pasa bien en el casino, lo único que tienes que saber es que todo es cuestión de estilo- dije iniciando lo que sería una noche de adrenalina.

Tal como le había indicado mientras programamos el viaje, yo me haría cargo de las noches. El romanticismo es una de las tantas maneras de seducir y la pensaba usar el sábado. Para la primera noche yo había elegido el casino, ya que era el lugar perfecto para dejar salir mi locura, la que siempre hacía pasar un buen momento a mis acompañantes.

Cruzamos varios pasillos hasta llegar, compré dos mil dólares en fichas y la llevé directo al bar. Pedí que nos sirvieran dos Martini, quizás suene patético, pero ir a un lugar así y no sentirse James Bond para mí no tenía sentido. Cuando le dije que debía tomarse el trago de un solo sorbo me dijo que si me había vuelto loco. Yo le dije que no, que eso ocurría después del tercero, sonreí y bebí mi copa en un par de segundos. La nieta del viejito se quedó sin opción, replicó mi gesto e hizo unos ademanes que indicaban que la experiencia no había sido grata. Después pedí otros dos tragos y le dije que ahora lo debía beber a su ritmo, a lo que respondió con un suspiro. La llevé a la ruleta y la acción comenzó.

Para mí este juego  tenía un encanto especial, el tiempo que demoraba entre que se hacían las apuestas y la bolita caía en un casillero era el suficiente para que generar una buena cantidad adrenalina. Quinientos dólares aposté al color rojo y la nieta del viejito me miraba como si hubiese sido una mala decisión. El monto de la apuesta cohibió al resto de los jugadores, quienes retiraron sus fichas, ya que no apostaban más de cincuenta dólares

Cuando la ruleta mostraba que la bolita caía en un casillero rojo la nieta del viejito saltó de emoción, ante la mirada del resto de las personas quienes de seguro esperaban que yo perdiera. A los quinientos dólares le agregué los quinientos que pagó la banca por la puesta anterior y los aposté de la misma forma. La nieta del viejito nerviosa se tomó la mitad de la copa del Martini. Euforia fue la que expresó cuando la bola volvía a caer en color rojo y yo acumulaba dos mil dólares en cosa de minutos. Junté los dos mil dólares que ya tenía en la mesa con los mil que aún no apostaba y los puse nuevamente  en el color rojo.

La nieta del viejito decía que los retirara y que nos fuéramos, ante lo cual le sonreí, le cerré un ojo y tomé un sorbo de mi trago. La mesa estaba llena de gente, la nieta del viejito en cosas de segundos se había tomado el resto de su trago y comenzaba a tomarse el mío. El movimiento de la ruleta fue eterno, parecía que todo se movía en cámara lenta. Yo estaba fascinado por la sensación de adrenalina y por la atención que había logrado llamar. La nieta del viejito, empujada un poco por el efecto de alcohol, gritaba a la ruleta pidiendo que saliera rojo. Yo cerré los ojos y disfruté del ruido ambiente que se había generado. Cuando el griterío fue ensordecedor supe que había ganado nuevamente ante las felicitaciones del resto de las personas, cómo si yo hubiese gestionado la suerte. La nieta del viejito saltaba extasiada y me abrazaba como loca. Pedí dos tragos más y dije que no apostaría sin la compañía de una copa, por lo que pasaría hasta que llegaran los tragos.

En ese instante la nieta del viejito me dijo que esto carecía de técnica y era igual que tirar una moneda al aire, cincuenta por ciento de probabilidad de acierto. –Podrás tirar mil monedas al aire y no sentirás lo que sientes en este momento- dije ganándome una nueva sonrisa de linda mujer.

Durante los cinco minutos que se demoraron en traer el pedido, la mayoría de los asistentes del casino se amontonaron alrededor nuestro esperando mi próxima jugada. A la nieta del viejito le comenzaba a gustar ser centro de todas las miradas. Nadie quiso apostar, sólo me felicitaban y deseaban suerte en la que esperaban fuese otra apuesta arriesgada. Cuando aposté sólo cincuenta dólares nuevamente al color rojo las personas quedaron por unos segundos desconcertadas, pero después comenzaron a apostar sus fichas al mismo color que yo. La nieta del viejito me preguntó porque cambiaba el monto de la apuesta, mostrando que la euforia que había alcanzado demandaba más adrenalina. –Te lo dije esto es entretenido sólo si tienes estilo. Hago la pausa sólo para que el resto quede desconcertado, ahora  dedícate a mirar la cara de las personas mientras gira la ruleta-.

Todos los que habían sido espectadores se hacían protagonistas con sus apuestas. Independiente que nadie arriesgaba montos superiores cincuenta dólares la euforia colectiva hacía que gritaran y llamaran a la suerte como si se jugasen la vida. La nieta del viejito miraba y sonreía entendiendo que mi placer por el casino no estaba en el juego en sí, sino en generar tal nivel de revuelo.

Yo miraba a las fichas con un rostro que dejaba ver tranquilidad y seguridad, independiente del resultado todos interpretarían que, de alguna manera que desconocían, yo tenía el control. Las miradas que exigían explicación asustaron a la nieta del viejito cuando la bolita cayó en un casillero negro. Sin mirar a nadie sonreí y moví la cabeza asintiendo, como que el resultado yo lo hubiese esperado. Las personas comenzaban a explicar mis jugadas, diciendo que estaba esperando las olas de malas rachas y que no había que apostar.

Cuando volví a apostar cincuenta dólares, pero cambiando al color negro, la gente no supo qué hacer. Yo escuchaba que decían que estaba probando por lo que no era conveniente acompañarme en la apuesta. Los tragos que nos habían traído habían sido bebidos por la nieta del viejito, quien disfrutaba cada vez más ver como yo influenciaba en el comportamiento de todos. Cuando la bola cayó en negro y yo recuperaba los cincuenta dólares los asistentes quedaron ansiosos por saber que apostaría. Sabía que si elegía negro todos me seguirán, daría razón a los que decían que estaba tentando a la suerte y que esta volvía a llegar.

Aposté todo al color negro mientras la nieta del viejito pedía dos tragos más. A los seis mil dólares que puse en la mesa, todos los asistentes apostaron conmigo al mismo color, confiando en yo sabía lo que hacía. La nieta del viejito volvía a sentir euforia y al recibir los tragos tomó un sorbo de ambas copas. Cuando giraba la ruleta nadie hizo ruido, era como si se congelara el tiempo. Las miradas cien por ciento en la ruleta parecían poner una presión adicional sobre esta. La  nieta del viejito me apretaba la mano con toda su fuerza mientras percibía que el efecto del alcohol hacía que sus movimientos se volvieran torpes

Cuando la bola volvió a caer en un casillero negro los asistentes se abrazan y me daban las gracias, sentí muchas manos en mi hombro mientras la euforia colectiva se convertía nuevamente en expectación. Tomé a la nieta del viejito de la cintura para ayudarla a sostenerse y le quité los tragos. Aposté los doce mil dólares al color negro e inmediatamente la mesa se llenó de apuestas que confiaban en mi juicio.

Le dije a la nieta del viejito que cerrara los ojos y no los abriera hasta que escuchara los ruidos que indicaran que la bolita había tomado posición. La observé durante los primeros segundos del giro de la ruleta, sus párpados tiritaban en lo que parecía una lucha entre abrir y cerrar los ojos. Su mano me apretaba con mucha fuerza y cada diez segundos rozaba sus labios inferiores contra los superiores en lo que parecía un gesto que buscaba humedecerlos. La euforia, la sorpresa, el movimiento de los labios me generó un impulso incontrolable por besarla. Mientras todos observaban el movimiento de la bolita, la nieta del viejito y yo nos envolvíamos en un beso que transformaba la euforia en excitación.

La concentración en la ruleta desapareció rápidamente, nuestros ojos cerrados no permitieron ver que el casillero en el que cayó la bolita era de color rojo perdiendo los doce mil dólares y haciendo perder a todos los asistentes. El público cuando orientó su vista a nosotros no quiso interrumpir. El no escuchar gritos me indicó que había perdido todo el dinero, pero al mismo tiempo había ganado un momento de euforia que terminaba con un maravilloso beso. Los asistentes en vez de molestarse nos aplaudieron haciendo que la nieta del viejito se desconcentrara y se diera cuenta que era observada por más de cien personas. Esto la hizo sonrojar y mirar hacia el suelo, mientras algunas esposas miraban a sus esposos haciendo una mueca que parecía indicar que estaban obligadas a conformarse con lo que tenían.

“Perdiste todo” dijo la nieta del viejito una vez que el tumulto de gente se desvanecía. -Yo creo que ganamos un momento de magia maravilloso- dije mientras las sonrisas tomaban el control de nuestros rostros al mismo tiempo.

La gran cantidad de adrenalina y los tragos bebidos fueron demasiado para lo que acostumbrada la nieta del viejito. Al verla bien mareada y un poco pálida le pregunté si prefería irse a la pieza y accedió. Una vez en la habitación se recostó y se quedó dormida de inmediato. Por mi parte la desvestí y la dejé durmiendo con un pijama mío que puse por encima de su ropa interior. Yo me quedé pensando en la planificación de la noche siguiente, ya que deberíamos terminar acostados en la misma cama, pero no durmiendo.


Capítulo XXXVII, Foot Massage


El desayuno buffet ayudó a la recuperación de la nieta del viejito. Frutas, yogurt y café fue lo que más se sirvió, yo comí huevos con tocino. “Lo pasé como nunca, lástima que el alcohol me doblara la mano” dijo la tierna mujer. Me comentó que sus expectativas eran muy bajas cuando le propuse ir al casino, pero sin lugar a dudas la velada de la noche anterior sería recordada en forma especial. Cuando le pregunté que sentía al pensar que yo la hubiera acostado, me dijo que sabía que la primera noche la iba a desvestir, pero suponía que estaría despierta. Inmediatamente después dejó escapar una pícara sonrisa que mostraba que se ya se había recuperado.

Las primeras dos horas de esquí fueron sólo juego, ella me pidió que la acompañara mientras recordaba como esquiar. Yo sabía que ella esquiaba al menos diez veces por año, por lo que lo que quería era coquetear, yo me dejé querer. Me pedía que la sostuviese por la espalda mientras simulaba caídas para que yo la recogiera, en más de una ocasión hacía que yo me cayera a su lado.

En una de las pistas, en una parte llena de árboles, la nieta del viejito simuló una caída y un gran dolor. Me saqué los esquís rápidamente y corrí a su lado, creía que era una actuación pero no tenía la certeza. Saqué sus esquís y la ayude a parar cuando ella me abrazó y me dio un beso muy apasionado. Abrazándome del cuello inclinaba su tronco y lo giraba buscando un sensual roce. Yo respondí de inmediato tomándola de la cintura y acercándola hacia mí presionando nuestros cuerpos. Cuando nuestras manos comenzaban a jugar libremente escuchamos voces de niños que se acercaban y nos separamos. “¿Necesitan ayuda?”, preguntó el que parecía ser un padre esquiando con sus dos hijas. La nieta del viejito respondió que ya estábamos bien mientras yo pensaba que sí necesitábamos ayuda, necesitábamos urgentemente un jacuzzi. Ella se puso sus esquís, seguimos descendiendo y dejamos atrás lo que había sido una sinopsis de lo que auspiciaba ser una buena noche.

Cada vez que nos subíamos en la telesilla nos tomábamos de la mano y mirábamos el maravilloso paisaje. Una suave brisa de viento seco nos daba en la cara haciéndonos escuchar un delicado tono como el que se escucha al poner una concha cerca del oído. La paz que percibíamos en esos trayectos era agradable, nuestras sonrisas se unían en tiernos besos y abrazos. Ambos experimentábamos una sensación de bienestar que hacía olvidar todos los problemas.

Alrededor de la una de la tarde nos fuimos a una terraza que tenía servicio de cafetería. Pedimos bebidas y unos sándwich de carne con queso que costaron casi lo mismo que una cena en el mejor restorán de la capital. Mientras ella buscaba que el sol diera un tono mate a su piel yo escapaba de él buscando sombra. Cerca de dos horas estuvimos comiendo, conversando y descansando cuando decidimos volver a esquiar. Nos pusimos los esquís y nos subimos a la telesilla más larga que llevaba al punto más alto del lugar y a las pistas de mayor dificultad.

 Treinta minutos demoró el trayecto que permitió apreciar las mejores vistas que ofrecía el centro invernal. Pese a que era un día soleado y caluroso una vez que nos bajamos de la telesilla el viento que circulaba hacía sentir un frío en el rostro que generaba una sensación casi de dolor. La primera parte del descenso fue dura, la bajamos muy lento zigzagueando de un extremo al otro. La nieta del viejito se asustó mucho cuando perdió el control y tomó gran velocidad que sólo pudo frenar arrojándose al suelo. A partir de ese momento la tomé por detrás y bajé abrazándola poniendo mis esquís por fuera y los de ella por dentro. La nieta del viejito sintió protección y seguridad, emociones básicas que debe un hombre hacer sentir a una mujer. En más de alguna ocasión pensé hacer algún juego erótico mientras la abrazaba por la espalda, pero la preocupación de la nieta del viejito no daba el espacio. Me concentré en calmarla y quitarle el miedo para que el descenso no fuera tan estresante.

Después de casi una hora  del extenuante descenso, llegamos a un lugar donde comenzaban las pistas de dificultad mediana. Mis piernas estaban agotadas, haber bajado tan lento conteniendo prácticamente el peso de ambos había sido un esfuerzo para el que no estaban preparadas. “Que bueno que estabas tú” dijo la nieta del viejito agregando que agradecía el cuidado de mi parte y lo premió con un suave beso. A partir de ese momento bajamos por separado sin andar demasiado rápido. Dado que las maniobras que hacíamos al bajar eran simples, no me percaté que el cansancio de mis piernas restaba capacidad de reacción ante alguna situación que exigiera mayor esfuerzo.

Yo bajaba delante de ella y cada cierto rato la iba mirando hacia atrás. Cuando me quedé mirando la hermosa suavidad de sus movimientos observé un gesto de mi compañera que me llamaba la atención. Rápidamente volteé hacia adelante y me di cuenta que iba directo hacia un grupo de niños que andaban con un profesor. Al percibir que mis piernas no me respondían, me lancé al suelo para evitar colisionar con el grupo. Mala suerte tuve al caer, mi cabeza golpeó contra un montículo de nieve produciéndome  dolor. “No se mueva amigo” dijo el profesor al ver que la caída podía haber significado más que rasguños. La nieta del viejito llegó rápidamente preguntando si me sentía bien, ante lo cual le dije que sí.

El profesor, como medida de precaución, llamó al equipo de auxilio de montaña para que me trasladara en camilla. Yo traté de negarme,  me daba vergüenza bajar derrotado de esa forma. La nieta del viejito me pidió que siguiera las instrucciones y así evitaría que ella se preocupara más de la cuenta, recurso de manipulación básico usado por toda mujer. Esperé cerca de diez minutos que llegara el equipo. Cada cierto rato dejaba escapar unas pequeñas risas aumentando la preocupación de mi compañera y el profesor. Estas no guardaban relación con el golpe, sólo que mi mente jugaba con la imagen de un perro San Bernardo que vendría a auxiliarme dándome whisky de un pequeño barril que colgaba en su cuello.

Cuando llego una moto de nieve, haciendo mucho ruido, me pusieron un cuello ortopédico y me subieron a una camilla que fue lentamente arrastrada. Una vez en el hotel fui llevado al doctor. Éste no me encontró nada grave, pero como él no sería el imbécil que llevaría el cuello, me indicó que no me lo sacara en una semana y no hiciera actividad física.

El fin de semana se arruinaba, mi plan contemplaba una sensual noche de merengue que sería el comienzo para desatar las pasiones. El cuello no me dejaba sentir atractivo, por su parte el instinto maternal de la nieta del viejito hacía que sus cuidados la alejaran de todo erotismo.

La tarde la pasamos en el spa, la nieta del viejito me recomendó un mansaje al cual me negué por una mala experiencia. Una vez que me había hecho un masaje me habían recostado sobre una camilla sin ropa y cubierto, entre el muslo y la cintura,  con una pequeña toalla. Recibir los cariños de una mujer, yo estando desnudo, me produjo una excitación incontrolable. Mientras estuve boca abajo fue fácil de esconderla, pero una vez que  me pidió que me diera vuelta quedé en evidencia. Insinuar a una masajista con juegos sexuales me pareció, en aquella vez, un insulto hacia ella por lo que cerré los ojos tratando infructuosamente de controlar la evidenciada excitación. Cuando acordamos con la nieta del viejito que sólo me haría un masaje de pies, accedí.

La masajista, de unos sesenta años de edad, me hizo pasar a la sala donde me practicaría el masaje. “Quítese la ropa y póngase esta toalla” me dijo y salió sin dejarme espacio para preguntar porque necesitaba estar tan liviano de ropa si sólo me haría un masaje de pies. Cuando entró la señora mayor yo estaba recostado boca abajo tal como había empezado el masaje de la vez anterior. “Señor, necesito que esté de espalda durante toda la sesión” dijo la amble masajista. Un agrado fue el cariño recibido en los pies hasta que la señora levantaba una de mis piernas en casi sesenta grados dejándose ver mi entrepierna. Al principio lo sentí como casualidad, pero cuando no dejaba de levantarlas una y otra vez me percaté que estaba siendo abusado. Esto no se sentía mal, por lo que para no estresarme y pasarla bien cerré los ojos y deje que la anciana viera lo que quisiera ver, sería mi buena obra del día. Una vez terminado el masaje la anciana me despidió con una sonrisa mientras yo daba todo el crédito a Vincent Vega, interpretado por John Travolta en la recordada escena de la película Pulp Fiction donde discute con Jules, interpretado por Samuel L. Jackson, respecto de que los masajes de pie siempre generan una intimidad que invitan a la sensualidad.

En la piscina temperada volvimos a reencontrarnos con la nieta del viejito. Bajo el agua dejaba que mis manos recorrieran su cuerpo. La preocupación que ella mostraba por mi cuello no la hicieron responder, por lo que dejé el juego para no incomodarla. Un rato estuvimos en un sauna con más personas y nos fuimos a la habitación después de negarme a un baño de hidromasajes para dos personas. Sabía que llevarla a su lado erótico era algo difícil de lograr y no quería rechazos ni que simulara gusto con un juego al que no estuviese conectada.

A las nueve de la noche fuimos a cenar al restorán más elegante del hotel, la reserva la había hecho yo al momento del check in. La carta gourmet era atractiva, todos los platos con acompañamientos poco usuales. Ambos pedimos gazpacho por sugerencia del chef. De fondo, la nieta del viejito pidió costilla de jabalí con puré de manzanas y rúcula. Yo pedí pierna de cordero magallánico preparado con una salsa de arándanos y acompañado por rodajas de berenjenas salteadas en ajo y romero.

Después de comer nos fuimos a la habitación, ella seguía preocupada de mi cuello mientras yo veía como el maldito accidente arruinaba parte del viaje. Cuando conversamos del golpe entendí que ella tenía un sentimiento de culpa y por eso era que había abandonado todo conexión con su lado sensual. Yo leí bien y le dije que se acostara boca arriba para darle un masaje de pies, dije que había aprendido la técnica y que la relajaría. Cuando le pasé una toalla para que se cubriera y le solicité que se desnudara por completo dije que volvía de inmediato y salí de la pieza. Al menos la técnica para solicitar a alguien que se desnude sin derecho a réplica la había aprendido.

Cuando volví, la nieta del viejito yacía desnuda en la cama cubierta con la toalla. Su mirada no era la de una mujer esperando un seductor masaje, todo lo contrario se notaba que no se desconectaba de la culpa, bloqueando cualquier espacio para pasarlo bien. Tomé su pie derecho y lo levanté sólo un poco, no me parecía el momento para hacer una invasión como lo había hecho la anciana abusadora del spa.

Con la uña de mi dedo recorrí longitudinalmente la planta de su pie haciendo una leve presión. Eso generó un escalofrío en la nieta del viejito que ayudó a concentrarla en el masaje. Posterior a eso comencé a realizar presiones en diferentes partes de su planta con mis pulgares, después de un rato su rostro comenzaba a mostrar que la culpa iba desapareciendo dando paso a las endorfinas. Unos quince minutos hice todo tipo de caricias, mientras ella movía los dedos de las manos dando señal de excitación. Al cambiar de pie hice la técnica de la sucia anciana, levanté su pierna a sesenta grados y ella abrió los ojos de inmediato. Yo parecía tener los míos cerrados, los cuales ella exploró por un rato antes de volver a cerrar los suyos. Este juego de seguro hizo que su imaginación comenzará a jugar con que yo la observaba excitándome, lo que no dejaba ser verdad. La mayoría de las mujeres saben que cuando echan a correr su imaginación simultáneamente con cariños sobre su piel comienzan un camino sin vuelta a atrás. Para lograr que alcanzara una máxima excitación sabía que no debía precipitarme, su imaginación debía seguir jugando su tan importante papel. Seguí con los cariños insinuando que avanzaría por sus piernas, pero no sobrepasaba los tobillos, haciendo que el deseo se fuera apoderando de su cuerpo.

Cuando levanté uno de sus pies para acariciarlo con mis labios ella no abrió sus ojos producto de la invasión que significaba dejarla expuesta, todo lo contrario, apretó el cubrecamas con sus uñas indicando que la imagen que reproducía en su mente la excitaba de sobremanera. Con suavidad y en forma muy lenta comencé a recorrer sus piernas con mis labios, de seguro  su mente debatía que era lo mejor, darme gestos para que avanzara más rápido o ir gozando la sorpresa de mis movimientos.

Cuando llegué al sector de la ingle ella hizo un movimiento con la pelvis solicitándome que siguiera explorando esa zona, lo cual no acepté. La postergación a su petición sabía que generaba una frustración y al mismo tiempo un mayor deseo, combinación de emociones que la llevaban a un punto mayor de excitación. Una cantidad de tiempo importante me tomé en su pecho, la gran sensibilidad que mostró me hizo profundizar las caricias en esta área y retirarme antes de que comenzara a saturar. Cuando llegué a su boca los besos desataban su pasión. Toalla, ropa y hasta mi cuello ortopédico salían volando quedando regados por toda la habitación.

 Me mostré muy excitado mientras ella realizó diferentes caricias por todo mi cuerpo, sabía que debía ser explícito en mi reacción, esto la excitaría aún más. Cuando volví a tomar el turno de las caricias volví a recorrer su pecho y después me fui directo a la ingle, donde había una deuda por pagar. Mientras yo daba las caricias que ella había esperado y yo postergado, el cubrecama sufría con las manos de la nieta del viejito que lo apretaba con toda su fuerza, y estiraba su cabeza hacia atrás mostrando toda la extensión de su hermoso cuello.

Cuando estaba al límite de la excitación me puse sobre ella y comencé a besar su cuello. Ella en cuestión de minutos me dio vuelta y se puso sobre mí. Realizó algunas maniobras que ayudaron a que nuestros cuerpos se conectaran y comenzó a realizar un suave movimiento que nos generaba gran placer. Los hombres somos dominados por un instinto que nos dificulta conectar emociones con el placer sexual, en cambio las mujeres logran mezclar emociones, sensaciones, placer, que llevados todos a un nivel alto explotan con un orgasmo que los hombres nunca podremos siquiera imaginar su magnitud y complejidad. La nieta del viejito me abrazaba con fuerza mientras sus piernas tiritaban y sus ojos cerrados no deseaban abrirse al experimentar el orgasmo. Cariños sobre su espalda comencé a realizar mientras los tiritones iban desapareciendo dando paso a una de las fotos más lindas, el rostro de una mujer satisfecha sexualmente.

No nos volvimos a vestir en toda la noche, a lo más me puse una bata para recibir al mozo que nos traía comida cada vez que pedíamos servicio a la habitación. Las pausas que hacíamos conversando y por sobretodo riendo, daban espacio a nuestros cuerpos a que se recuperaran para volver a conectarse físicamente en diferentes posiciones que ayudaban a recuperar la excitación con la variedad. Alrededor de las cinco de la mañana nos sentamos a ver como la luna brillaba marcando perfectos rayos de sol e iluminando montañas con nieve, edificios del complejo, chimeneas y los techos nevados que hacían un conjunto visual muy lindo. Nos quedamos abrazados cerca de media hora hasta que la luna desapareció y nos fuimos a dormir, dejando atrás una mágica noche de pasión.

Al dormir volví a recordar el dialogo de “Foot Massage” de Pulp Fiction. Esta vez no sólo daba la razón a Vincent sino también a Marsellus, jefe de la mafia que había arrojado a un hombre de un cuarto piso por hacer un masaje de pies a su esposa. Como bien decía Vincent, todos los masajes de pies significan algo.


Capítulo XXXVIII, Tu cariño se me va


El domingo despertamos a  medio día y nos fuimos a la piscina termal a seguir relajándonos. La caída del día anterior era perfecta excusa para no ir a esquiar y disfrutar de los servicios que ofrecía el lugar. El baño fue muy distinto al del día anterior, no sólo porque nos permitimos realizar algunos sutiles juegos eróticos, sino que nuestras sonrisas mostraban lo bien que lo pasábamos estando juntos. En ocasiones la imagen de mi esposa trataba de instalarse en mi mente, pero no estaba dispuesto a que el delicioso momento que vivíamos con la nieta del viejito fuese alterado.

El nuevo ofrecimiento por un baño de hidromasaje para dos personas lo acepté de inmediato. La conexión emocional que teníamos hizo que el momento fuese placentero. Muchas caricias, muchos besos, mucha entrega daba ese algo que hace la gran diferencia entre hacer el amor y sólo tener sexo.

Caminábamos de un lado a otro, tomados de la mano o abrazados, como una pareja adolecente que comienza su proceso de enamoramiento. Almorzar en el restorán de carnes fue una magnífica idea. La vista era maravillosa, estaba orientada hacia las blancas pistas de esquí y las imponentes montañas que se juntaban con un cielo de un intenso color celeste. La nieta del viejito sólo comió ensaladas, mientras que yo me serví pequeños pedazos de todos los tipos de corte que ofrecía la parrilla, acompañado de un rico chimichurri Argentino.

Después de un par de horas nos fuimos a dormir una siesta. La pieza era un desastre, pero la falta de sueño de la noche anterior y los baños relajantes de agua tibia hizo que no le diéramos importancia. Abrazado nos quedamos dormidos.

Al despertar vi mi teléfono, tenía bastantes correos sin leer. Revisé rápidamente quienes los habían enviado y me detuve sólo en uno. La noticia era fabulosa, la abogada me indicaba que mi cuenta de twitter sería abierta durante la mañana del lunes. Mientras leía el correo esperaba ilusamente que apareciera que se disculparían públicamente, lo que no ocurrió. Todo lo contrario, twitter amenazaba con un cierre definitivo si mantenía el comportamiento fuera de las normas. La abogada me explicaba en el correo que el haber hecho los trámites de demanda y cartas había sido efectivo, justificando así sus honorarios. Me sentí un tanto indefenso por el hecho que me pedían no realizar acciones que no había hecho. También sentí un poco de frustración, en vez que David derribara a Goliat, sólo había logrado que el gigante evitara un conflicto en un gesto que me hacía sentir ninguneado.

Pensar cuál sería mi primera frase en twitter, después de todo el tiempo fuera, ocupó mi atención. “Hierba mala nunca muere” había sido la elegida, cuando se me ocurrió algo mejor. Realizaría un juego, abriría una cuenta que se llamaría GranGerente y diría que tendría que comenzar desde cero a juntar seguidores. Una vez con el apoyo de los primeros treinta haría el ingreso de la cuenta Gerente2012 indicando que estaba siendo suplantado, esperando que eso generara gran revuelo.

De seguro con una gran cara de idiota estaba fantaseando con la vuelta a twitter. Al despertar la nieta del viejito sonrió después de tres o cuatro llamados que me hizo sin yo responder. Ella me dijo muy sensualmente que si tenía una preocupación se encargaría de reemplazarla por placer. Nos quedamos gozando el uno del otro hasta que nos avisaron que era la hora de hacer el check out. Nos duchamos juntos, cada uno jabonando el cuerpo del otro.

A las cinco de la tarde partió el viaje de regreso a la ciudad. Cuando nos dio hambre la nieta del viejito dijo que conocía un restorán simple pero delicioso y que estaba segura que me gustaría. Es curioso cómo trabaja el destino, el restorán que eligió fue el mismo donde nos juntamos con mi esposa cuando le preparé la última velada romántica. “¿Hoy se devuelve en helicóptero, avión o submarino?” preguntó riendo el administrador del restorán cuando me vio. Me era imposible no recordar la cara de mi esposa cuando había visto el vestido que le había traído o la emoción que le produjo el vuelo en helicóptero. Los recuerdos me dejaron con la mirada fija por unos segundos en dirección a la mesa donde nos habíamos sentado con mi esposa hace aproximadamente dos semanas. Las suaves caricias de la nieta del viejito preguntándome si todo estaba bien me volvieron a conectar con ella. Abandoné todo recuerdo que impedía concentrarme en la hermosa mirada de la mujer que tenía al frente.

Cuando llegamos a su departamento dejé sus maletas en su pieza, aunque fuésemos sólo por un fin de semana había cargado su closet entero. Nos dimos un abrazo que duró unos cinco minutos y nos despedimos con un tierno beso y una caricia en nuestras mejillas. Cuando la dejé lo hice con una sensación que las cosas estaban cambiando, este no había sido un fin de semana común y corriente, todo lo contrario, había sido uno en el cual nuestra conexión emocional había subido varios peldaños.

Al llegar al hotel pasé a saludar al barman, al ver que otra persona ocupaba su lugar me dio una sensación de nostalgia. Esta era similar a cuando uno iba a un lugar de veraneo y al final te quedabas solo, entendiendo que el lugar no era lo mismo sin las personas con las que habías compartido las experiencias. De todas formas recordé que el martes nos tomaríamos un trago y me contaría todo respecto a su investigación.

De todas formas pedí un ron, pero no fue lo mismo. La postura servicial del nuevo barman me hacía extrañar aún más al maleducado, entrometido y confianzudo. El actual me había saludo diciendo “En que lo puedo atender Señor, le preparo el trago que usted desee”. Esto contrastaba absolutamente con la primera vez que me atendió el antiguo barman, diciendo “El de los pantalones bonitos, ¿Qué se va a servir?”, el mismo día que me había vestido de mariachi.

Mientras tomaba el ron, comencé a escuchar una canción de Los Tres que me llamó la atención. Los cortos sonidos de una guitarra eléctrica, un bajo y unos toques de batería daban paso a frases cortas del vocalista, acompañadas constantemente por toques de platillos. Esa canción probablemente la había escuchado un millón de veces sin percatarme conscientemente de lo que decía. De seguro mi inconsciente sí y precisamente éste debió haber dado las órdenes para poner toda mi atención en la letra.

Tu cariño se me va,
se me va
como el agua entre los dedos
Y no lo puedo evitar,
a pesar
que de pena yo me muero

Era dueño de tu amor
es mi culpa este dolor

No me quites este amor
reconozco mi error,
se me parte el corazón

Sin tu amor no viviré,
y por siempre lloraré
recordando tu querer

Tu sonrisa se me va,
ya no está,
aunque trate de buscarla

Era dueño de tu amor
es mi culpa este dolor

No me quites este amor
reconozco mi error,
se me parte el corazón

Sin tu amor no viviré,
y por siempre lloraré
recordando tu querer

Tu cariño se me va,
se me va
como el agua entre los dedos
Y no lo puedo evitar,
a pesar
que de pena yo me muero

La canción me golpeó, ya que la letra representaba gran parte de lo que estaba pasando con mi esposa. Culpa mía, culpa de ella o del maldito sistema la relación se acercaba a su fin. La aparición de la nieta del viejito generaba una cortina que me permitía esconder lo que fue y sería, dedicándome a construir nuevos lazos,  llenos de cariño, esperanzas y sueños.

Que la relación con la nieta del viejito se diera sólo en el dar era un tema, me hacía cuestionar mis verdaderos sentimientos. -Si me sentía bien con ella, si me generaba gran ternura, si el tiempo estando con ella volaba, no había motivo para cuestionar-, pensaba. Por otro lado, me preguntaba si la relación con mi esposa hubiese sido en el dar y en el recibir quizás habría podido resistir todos los embistes del destino. Quizás también si el mundo de los negocios hubiese sido diferente no habría llevado a este estado mi relación marital.

Después de un rato pensé que lo más relevante era que los quizás se convirtieron en no fueron y con eso no podía luchar. “Serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar” recordé las palabras del viejito. “Fuerza para cambiar lo que sí se puede cambiar” era lo que seguía en aquella oración de San Agustín y terminaba con “sabiduría para distinguir entre ambas”.

La sabiduría para distinguir la había adquirido. Acepté con tranquilidad lo que no fue, no había nada que hacer.  Respecto de la fuerza para hacer un cambio la tenía, pero no sabía cuál era. Debía poner todas mis energías para restablecer la relación con mi esposa o en formar una nueva relación con la nieta del viejito. Bebí el último sorbo de mi trago y pensé –sólo es falta de valentía la que me falta para decidir-.


Capítulo XXXIX, El Tripolar


A los cuatro años de trabajo ocurrió el punto de inflexión de mi carrera. Mi jefe, quien era el gerente de operaciones, me dijo que era el momento de aprender a ser cínico. No sabía si estaba hablando con un mafioso o con un gerente, pero parecía que el comportamiento era el mismo. El gerente de logística me había enviado algunos correos donde criticaba injustamente mi participación en un proyecto.

-No tengo por qué andar saludando a un idiota que me manda correos cuestionando mi trabajo, aunque sea un gerente- dije bastante molesto. “No lo tienes, pero la gran pregunta es ¿qué ganas mostrando tu orgullo?” dijo mi jefe. Yo respondí que no se trata de ganar o perder, sino que uno debe ser como es. “Todo se trata de ganar o perder, cada vez que tomas una decisión ganas y pierdes. Una buena decisión es aquella que ganas más de lo que pierdes.  Vuelvo a preguntar, ¿qué ganas siendo orgulloso?” dijo en forma insistente. Habiendo instalado el supuesto que todo se trata de ganar o perder me fue imposible eludir la pregunta. –Gano estar bien conmigo mismo, o sea que mi conciencia esté tranquila- dije un tanto ofuscado. El me dijo que era correcta la respuesta, pero ahora debía evaluar cual eran los costos de mi decisión. –No tengo por qué tener costos, actúo en forma consecuente a mis principios y ser cínico no es algo que crea que se deba hacer- dije sacando risas de mi jefe que me incomodaron. “Si tu no manejas tu orgullo tienes un costo, no podrás acceder a cargo que lo requiera. Si quieres ser gerente debes entender que parte del requisito del cargo es ser cínico”.

La conversación fue dura, pero a su vez sincera. Mi jefe me explicó que las organizaciones tienen problemas y los ejecutivos también. Es difícil que esos problemas no se lleven al plano personal, pero lo fácil es hacer parecer que no se sucede. Cuatros exitosos años de trabajo llevaba en esa empresa cuando me veía enfrentado a decidir si movía o no los que yo consideraba mis límites éticos.

Dos días después presentamos al  gerente general los malos resultados, en la gestión de costos, del gerente de logística. El gerente general pidió un diagnóstico a mi jefe y este habló muy mal de su par, con y sin fundamentos. Al salir de la reunión me dijo que la batalla se había declarado. Cuando le dije que había mentido él me dijo “miente miente que algo queda”. Le dije que no estaba de acuerdo con lo que él había hecho y se rió. En el camino a su oficina nos encontramos con el gerente de logística y se saludaron con un abrazo como si fueran amigos. Un año después éste era despedido y mi jefe tomaba una de sus áreas de responsabilidad. “Debes entender que heridos no se dejan, matas o te matan, así son los negocios. Jamás te dije que esto era fácil, la vida en el trabajo es dura”  dijo mi jefe.

A partir de ese minuto dejé de dar frentes abiertos y expuestos con más personas de la organización, lo hacía a sus espaldas y con golpes certeros. El siguiente paso fue aprender el arte de la manipulación, “gestión de emociones es más elegante” decía mi jefe. Al incorporar el cinismo y manipulación mi carrera creció, en cosas de meses me convertía en el gerente más joven de la empresa. En un año aprendí a gestionar mi equipo y lograr resultados diferenciales respecto cualquier otro ejecutivo.

Cuando llegaba a mi casa la conexión con mi esposa costaba más, tanto era el tiempo que dedicaba al trabajo que la relación se fue deteriorando. Ella me decía que estaba cambiando, parte de mis historias le sorprendían porque el comportamiento señalado no era parte de mi esencia. “Tú eres un hombre bueno, de los pocos que se pueden decir que son buenos de adentro y cuando me cuentas historias donde has derrotado rivales parece que te desconectaras de tu esencia”. Yo le decía que sabía que era bueno, no me gustaba golpear a nadie como tampoco a acuchillar por la espalda. –No tengo nada que hacer, así son las reglas de este juego. Tú sabes que no son de mi gusto, pero hice toda la inversión en estudios para trabajar en empresas. Encantado me cambio, pero no tengo a donde- dije buscando empatía en vez de críticas.

Meses después de esa conversación fuimos a una terapia familiar que nos ayudó a evitar un quiebre, el sicólogo me derivó al psiquiatra porque creía que podía estar enfrentando una fuerte depresión. El médico me recetó sertralina y comenzamos una terapia que duró varios meses. Logramos entender que el problema tenía relación con el trabajo, dado que el comportamiento que debía tener para competir no me acomodaba. Mi esencia buena rechazaba el cinismo, la manipulación y otras tantas formas de gestionar adquiridas para sobrevivir en el mundo de los negocios. Esa dualidad de personalidades, bueno y malo,  me había hecho colapsar y caer en depresión producto de la impotencia que producía el no tener salidas.

El objetivo de la sertralina era sacarme de la depresión, lo cual logró en corto plazo. No tuve que cambiar mi comportamiento ya que la droga me ayudaba  a que no me afectara ser el malo. Mi esposa se alejó porque se puso a trabajar y a estudiar, actividades que demandaban todo su tiempo. La relación fue buena en la forma, pero en el fondo la desconexión crecía.

Una vez hablando con el psiquiatra yo le conté que cuando mi esposa estaba triste comía un chocolate y le cambiaba el ánimo. “Endorfinas” dijo el facultativo con gran seguridad. “Las endorfinas son neurotransmisores opioides producidos por el sistema nervioso central. Sus efectos son similares a los que producen los analgésicos derivados del opio”.  Cuando le pedí que dijera lo mismo de otra forma me dijo que las endorfinas producían una sensación similar a la felicidad.

Un día triste, por convivir con el trabajo y el distanciamiento de mi esposa, una sensual mujer vino a pedir ayuda a mi oficina. Yo, como buen caballero que soy, la atendí. Muchas cosas pasaban por mi mente cuando ella se apoyaba en la mesa y su escote se convertía en una invitación al placer. Ella me agradeció el gesto invitándome a almorzar y accedí sin pensar que sería tentado. Cuando nos bajamos en el estacionamiento de su edificio no tuve la determinación para irme de inmediato, la que sí  habría tenido antes. Quizás la lejanía con mi esposa o los efectos de la droga que me aplicaba el doctor hicieron que me bajara y la acompañara.

Una vez en departamento fue imposible no caer en tentación cuando la mujer comenzó a desvestirse frente a mí. Nos quitamos la ropa en lo que parecía sexo un tanto salvaje y terminamos pasando la hora de almuerzo dando vueltas en su cama. Al llegar a mi oficina me sentía espectacular, lo que parecía una gran liberación de endorfinas había logrado llenar un espacio de bienestar que me faltaba. En un principio las salidas semanales con la mujer eran suficientes, pero con el tiempo dejaban de ser tan satisfactorias. El problema de las endorfinas es que cuando abusas de un determinado placer disminuye  la cantidad liberada. Por esto, al poco tiempo me di cuenta que las arrancadas debían ser con mujeres diferentes.

La combinación entre el malo y el bueno producía una mezcla entre un zorro y un líder querendón, combinación que fue la fórmula de mi éxito. Para sobrellevar aquella dualidad que tanto me afectaba seguí el tratamiento de sertralina indicado por el psiquiatra y con las endorfinas que me había recetado yo. Al poco tiempo tenía grandes logros y un head hunter me ofreció una gerencia general de una empresa mediana.  Al revisar el proyecto, en una entrevista con el presidente del directorio, me di cuenta que la empresa estaba en pésimas condiciones. Tomar el proyecto era un riesgo, abandonaba cuatro años de exitosa carrera en la empresa que trabajaba o daba el paso para convertirme en gerente general.

El bueno, el malo y el lindo triunfaron nuevamente. Eso sí que en un principio costó, no por la gestión del proyecto, sino el estructurar las redes de las que fueron las nuevas compañeras para la liberación de endorfinas. Al poco tiempo, dentro de la empresa, en el grupo de las afortunadas estaban mi secretaria, la gerenta de marketing y varias de las más guapas vendedoras.

Durante los dos primeros años los resultados fueron sobresalientes. El prescindente del directorio, satisfecho por la gestión, me veía como un sobrino al que le brindaba apoyo, cariño y admiración. Los directorios eran sólo un trámite, un par de diapositivas que mostraban un negocio creciente y próspero era lo que más importaba.

Cuando un director tuvo que renunciar a su cargo el puesto quedó asignado al abogado para cumplir los estatutos. Él ni siquiera asistía, sólo firmaba los acuerdos que se habían logrado como si hubiese estado presente. A través de las redes del presidente del directorio llegó un director de mi edad a ocupar el cargo vacante.

En un principio era fácil de controlar porque no sabía del negocio, pero al cabo de unos meses comenzó a criticar abiertamente mi gestión. Yo había aprendido a manejar este tipo de situaciones golpeándolo con el presidente del directorio de una manera sutil. Siempre mantuvimos la más cínica de las relaciones, pero el enfrentamiento había partido por parte de él sin motivo aparente.

El proyecto que yo dirigía era exitoso, lo peor había pasado y especialistas proyectaban un nivel actividad que apoyaría el crecimiento de toda la economía. Ese escenario positivo me restaba valor, mi capacidad de manejar crisis no se necesitaba. No me cabía duda que este era uno de los tantas situaciones que resolvería sin problemas. La gran cantidad de endorfinas que generaban el estar involucrado con quince mujeres diferentes generaron un efecto analgésico que hizo restar importancia a cualquier situación.

La falta de desafíos y el tiempo que me sobraba, por haber construido equipos autónomos que no requerían gran supervisión, me permitieron revisar con un poco más de profundidad las redes sociales. Este tema me apasionaba, pero la gran dedicación de tiempo que requirió la primera etapa del proyecto no me dio espacio para conocerlas. Analicé facebook y twitter, siendo la última plataforma la que más llamó la atención.

El personaje que se me ocurrió crear en Twitter fue GerenteGeneral, nombre de cuenta que era  usada por un mexicano. Pensando en que nombre buscar recordé que el año dos mil doce tenía un significado importante. Para el normal de las personas era el año en que sería el fin del mundo y para mí, el año que debía hacer un cambio relevante en mi vida. Así fue que inscribí en twitter @Gerente2012, personaje con el que comencé a pasarlo muy  bien.


Capítulo XL, el ojo de tigre


Lo primero que hice al despertar fue revisar mi cuenta de twitter, una gran alegría y satisfacción sentí cuando vi que estaba activa. Llamé a mi secretaria para decirle que llegaría un par de horas más tarde indicando falsamente que tenía una reunión con un cliente.

Las menciones que tenía sin revisar eran más de tres mil, la mayoría preguntaban si alguien sabía que pasaba conmigo. Les extrañaba que no twitteara y también que apareciera bloqueado.  Con la cuenta @GranGerente comencé a contactar a los seguidores con los que más interactuaba y algunos me comenzaron a seguir, mientras otros de seguro pensaron que era un farsante al que ni si quiera respondieron.

Muchos se declaraban alegres por mi regreso y me daban ánimo, ya que yo indicaba que tenía que partir de cero en lo que se refiere a cantidad de seguidores. Cuando me seguían cerca de treinta personas, con mi cuenta de @Gerente2012 saludé a todos y di la bienvenida a @GranGerente. Esto causó confusión por lo que inmediatamente me llené de menciones que saludaban y preguntaban quien estaba detrás de la nueva cuenta, indiqué que era un impostor. El revuelo fue grande, las menciones no paraban, “¿quién es el verdadero?”, pero la respuesta era obvia, el que tenía casi veinte mil seguidores.

Responder la gran cantidad de saludos, todos con mucho cariño, me demoró casi dos horas. Esto me hizo sentir muy bien, ya que en el fondo todas las personas al final del día lo que buscamos es sentirnos queridos. Con este problema resuelto me fui a la empresa.

Una vez en el trabajo el director irrumpió en mi oficina, con una actitud un tanto descontrolada. “¿Qué pasa con el sistema de facturación?” dijo subiéndome el tono de voz. Claramente esta acción no era planificada y sólo mostraba un tanto de desesperación e irracionalidad, síntomas que aparecen cuando un plan no funciona y no se encuentran caminos alternativos. –El sistema de facturación lo ve el gerente de finanzas, puedes verlo con él- señalé  mostrando que quien dominaba el ajedrez era yo.

“Si te estoy preguntando a ti es porque espero tu respuesta“ indicó el hombre dando paso a un diálogo de un tono más acalorado. –Esperas mal entonces, creo que has confundiendo la jerarquía en esta empresa- hablé con tono golpeado esperando su obvia respuesta. “Tú eres gerente y yo director, la jerarquía es clara” señaló cayendo en la trampa. Yo, con una postura de ganador, me eché hacia atrás en mi silla. -Un directorio está por sobre el gerente no así un director, la forma de solicitarme información está normada en los estatutos y claramente la que haces no se ajusta a la establecida. El que tiene los poderes de la administración de la empresa soy yo y me preocupa de sobremanera tu pregunta. El responsable del proyecto eres tú y si no has evaluado el comportamiento del sistema de facturación  es una negligencia que puede dañar a la empresa entera- dije dejando al director sin habla. Después le pedí que saliera de mi oficina y que la próxima vez que volviera lo hiciera con la seguridad que el proyecto, del cual él era responsable, diera las garantías necesarias que la empresa no sería dañada.

La jugada del director, de imponerse autoritariamente en mi oficina, no me había dejado opción, debía dar abiertamente el frente. Con su ingenua táctica que buscaba responsabilizarme por el problema del proceso facturación, del que estaba ya alertado el presiente del directorio, dejó ver que estaba pensando mal. El tratar buscar discusión sobre la jerarquía me obligaba a ponerlo en su lugar, no por un tema de orgullo sino porque entrábamos en la recta final de la crisis y debía cuidar al máximo que la empresa no me sintiera débil.

Después llamé al gerente de recursos humanos para saber su opinión de una acción que tenía pensado hacer. Al contarle el estado de la crisis dijo que el momento había llegado, el naipe se iría abriendo de a poco. “En todo tu relato sólo muestras las cartas obvias del director, no creo que sea tan imbécil para no tener un par de ases escondidos en la manga” indicó el gerente que cada día era más valorado por mí. –Tienes toda la razón, lo averiguaré. Ahora quiero saber tu opinión respecto de mi secretaria. Creo que es el momento de despedirla, ya no me sirve para enviar distractores y creo que sería una buena señal de poder que cercanos al director paguen costos- comenté llamando la atención del gerente. A él le pareció acertado, sólo que había que hacer llegar a toda la organización de manera informal el motivo del despido. Cuando terminó de decir la frase yo moví mis cejas, sonreí y  dijo que entendía el mensaje,  se haría cargo de que eso pasara. Quedamos en que el despedido sería hecho por él a las cinco de la tarde, con una explicación que no me involucrara en la formalidad.

La guerra de los mundos, como denominaría un amigo guatemalteco con mucho humor, se había declarado formalmente. Yo debía tener claro las posibles movidas que se harían en el ajedrez como también el ánimo correcto para enfrentar lo que venía. Hace un tiempo había descubierto que la música hacía en mí un efecto catalizador, con ella podía concentrarme y dejar fluir las emociones que quisiera con la canción precisa. Googleé temas de pelea y encontré la indicada, “The eye of the tiger” de Suvirvor canción de la película Rocky del veterano Silvester Stalone.

Pedí a mi secretaria que nadie me  molestara, cerré la puerta de mi oficina, puse la canción a en mi iphone y los auriculares en mis oídos.  Los sonidos de la batería me invitaron a lanzar golpes al aire comenzando con uno de derecha y después tres seguidos alternado cada brazo, trío de golpes repetido varias veces.  Rápidamente mi cuerpo se activó como preparándose para una pelea de verdad,  la adrenalina  comenzaba a inundarme haciendo que mis músculos se endurecieran y me hicieran mover por toda mi oficina. A ratos simulaba estar saltando una cuerda como lo hacía Rocky en el film y después lanzaba patéticas patadas al aire. Quizás más que la adrenalina lo que se apoderaba de mí era el niño que había hecho los mismos movimientos  veinticinco años atrás viendo la película.

A ratos me ponía frente al espejo y le comenzaba hablar diciendo -¿me estás hablando a mi desgraciado?, ¿seguro que me hablas a mi mother fucker? ¡no te metas conmigo maldito gusano!- inmediatamente después lanzaba cinco golpes que llegaban a dos centímetros del espejo. No sé cuantos gerentes puedan hacer tal grado locura, de seguro muy pocos. Creo que si alguien me hubiese grabado y subido el video a Youtube habría obteniendo millones de visitas. Un gerente vestido con uno de sus tantos trajes color marengo, moviendo los hombros sin ninguna coordinación, peleando con el aire con cara de furia y tratando que saliera su  “ojo de tigre” era absolutamente para la risa.

Quien piensa que el ridículo tiene límites y yo con esa pelea los alcanzaba, está completamente equivocado. Tomé el borrador de una pizarra de mi oficina como quien toma un micrófono  y me puse a cantar. Ahora me sentía un cantante en un gran escenario luchando con el que era su público. De seguro que si yo contara esta historia a cercanos me tildarían de loco, con justa razón, pero en el fondo parte de eso sería envidia. Una persona libre, dispuesta a hacer locuras que pusieran esa pisca de condimento que permite saborear la vida son siempre envidiadas.

Al cantar me di cuenta que habían frases que representan parte de lo que yo pensaba “Just a man and his will to survive”, yo era un hombre en un sistema que no me gustaba pero debía sobrevivir como la mayoría de las personas. “You Change your passion for glory” resumía  mi visión de las emociones en un proyecto, sólo construyendo pasión puede ser intercambiada posteriormente por éxito. “Don´t lose your grip on the past”, siempre he creído que los sueños son vitales para tener energías, norte y un lugar mágico donde descansar. “You must fight just to keep them alive”, esta parte de la canción no podía dejar de cantar con los ojos cerrados, había visto nacer la miseria humana cuando las personas dejaban de soñar lo que no me gustaba. En el coro donde hablaba del ojo de tigre, la lucha  y el desafío  de nuestro rival lo canté apretando el borrador con mucha fuerza  parado sobre mi escritorio. Yo los miraría a todos con el ojo de tigre, firme, manteniéndome vivo, yo sería el último sobreviviente de esta lucha.

En plena emoción de la canción con los ojos cerrados levanté las manos y golpee una lámpara de vidrio que estaba en el techo, justo cuando entraba la nueva gerente de marketing. Una vista general de la escena era yo parado arriba de mi escritorio con audífonos que llegaban al bolsillo de mi camisa, muchos vidrios tirados en el suelo, mi mano derecha sangrando y la gerente de marketing en la puerta con la boca abierta.

Para salir jugando dije que estaba tratando de arreglar la lámpara, pero me asusté con la apertura de la puerta. Esto hizo que la Gerenta sintiera culpa, llamó a mi secretaria y dio las indicaciones para que llamara al personal de aseo y de mantención. Mi secretaria puso cara de molesta y se retiró, desde hace mucho tiempo no recibía una orden de alguien que no fuera yo ni mucho menos de una mujer.

Mientras me acompañó a la enfermería, a curarme las heridas de mi mano, me comentó que no le acomodaba la relación que se estaba dando con el director. La llamaba muchas veces a su oficina a filosofar sobre el marketing, signo que para ella significaba que él era un flojo. Yo le comenté que eligiera un segundo de su equipo  y se lo pusiera a su disposición. Esto sería un gesto que el director tomaría como un golpe, ya que sabía que una acción como esa no la haría un gerente sin mi respaldo.

En la tarde decidí no volver al trabajo, imaginaba que mi secretaria pudiese hacer algún tipo de escándalo que me expusiera en forma gratuita. Mi tiempo lo utilicé para visitar algunos gimnasios, pensaba que un exigente esfuerzo físico me ayudaría a liberar energías y  también generar endorfinas. Cuando encontré uno en el que la profesora era una jugadora de futbol, de hermosa figura, linda sonrisa y con aura especial me inscribí sin preguntar precio. La madre de todas las batallas comenzaba a liberarse en forma abierta. Yo había crecido enormemente en las reuniones con el viejito y parte de mi equipo estaba alineado,  lo que me daba muy buen pie para enfrentar la lucha. Ahora sólo faltaba un buen  entrenamiento  y por sobretodo tener preparado mi mortal “ojo de tigre”.


Capítulo XLI, Narnia


Linda sorpresa fue ver a la nieta del viejito en el comedor del hotel a la hora del desayuno. Un clavel rojo que traía en la mano se lo puso en el pelo y me saludó con una sonrisa. Al acercarme me dio un beso y me dijo que mi compañía era una buena forma de comenzar bien el día. Yo correspondí con un abrazo, un cariño en la mejilla y diciéndole que me alegraba su presencia.

Al sentarnos me preguntó que quien era el imbécil de @GranGerente que había tratado de suplantarme, ella le había creído y lo había seguido desde la mañana del día anterior. Le comenté que era yo y que había sido una estrategia para hacer ruido. Ella sabía que me gustaba hacerme notar después del episodio del casino. Le comenté que siempre me fijo en las personas que me mencionan y no recordaba a nadie como ella. Me explicó que usaba un apodo, avatar y bio que le permitía el anonimato. Cuando le pregunté que me dijera quien era me dijo que tratara de descubrirlo, si no lo hacía en una semana me lo diría.

“Quiero volver a Narnia” dijo cambiando abruptamente el tema. Ella explicó que se refería al hotel donde estuvimos de vacaciones, había sido un momento mágico al cual accedimos de un momento a otro como si hubiésemos cruzado el ropero. “Además, para mí eres Aslán y Caspian a la vez, Aslán fue quien me protegió bajando la pista de mayor dificultad y Caspian el príncipe maravilloso con quien hice el amor” indicó mientras yo le comentaba que cada día decía palabras más lindas. –Yo creo que Narnia es un lugar mágico, un lugar donde los sueños pueden existir. Todas las personas construimos nuestros propios Narnias para refugiarnos en los momentos que la realidad nos supera. En lo personal creo que el  hotel no fue Narnia, fue un lugar donde dos personas vivieron una realidad sacada de los sueños, pero realidad al fin- dije siendo correspondido con un abrazo. Ella me dijo que quería invitarme a un paseo sorpresa en la tarde y yo accedí. Me despedí con una broma diciendo que era bueno que haya hecho el amor con Caspian y no con el león, ya que de lo contrario habría sido un poco perturbador.

En la oficina hablé con la que sería mi nueva secretaria, nada de curvas, nada de seducción, nada de ropa que dejara jugar con la imaginación. Buscando una explicación pasé a ver al gerente de recursos humanos, quien me invitó un café y me explicó que había elegido una secretaria que no me desconcentrara en la etapa final de la crisis. Me contó que el escándalo había sido grande, la que hasta ayer había sido mi secretaria se desesperó y salió a la oficina del gerente de finanzas a quien le habló con voz fuerte evidenciando la relación. “A mí me dijo que vería la forma de demandarte por acoso sexual y yo le dije que no perdiera el tiempo, que todas las secretarias dependían de mi y que tenía un historial de comportamiento liberal fácil de demostrar. Si no hacía ruidos le aseguré que podía tener tus recomendaciones, con lo que se quedó un poco más tranquila”.

Después me junté con el gerente comercial quien se sentía preocupado porque el director lo había amenazado con el despido. –Es verdad, ha querido cambiarte desde que llegó, pero lo he impedido- dije mintiendo para que tomara posición a mi favor. “Es un hijo de puta, a mi me venía diciendo que quería conversar un aumento de mis bonos” indicó golpeando la mesa.  -¿Tus bonos?, todo lo contrario, este mes estás bajo en ventas en el negocio tradicional producto de tu dedicación al proyecto del director. Cuando le comenté que recibirías menos renta producto del no cumplimiento de tu meta dijo que era problema tuyo- le comenté poniéndolo aún más molesto. Cuando me preguntó qué podía hacer para recibir su renta normal le dije que quizás ayudaría un informe de su parte que indicara que las menores ventas de este mes se debían al mayor tiempo dedicado al nuevo proyecto. El me dijo que sin lugar a dudas lo había sido y que podía hacer una proyección que mostrara que el negocio caería aún más. Acordamos ese informe, me serviría para mostrar que el director no había sido capaz de trabajar una estrategia con el gerente comercial.

Con la gerenta de marketing nos juntamos para trabajar su informe de diagnóstico, mostraba una abierta crítica a las decisiones tomadas por el director. La campaña desarrollada se enfocaba cien por ciento en el nuevo negocio haciendo que ciertos atributos de marcas ya establecidos perdieran valor. Con ese análisis mostró bastante claridad en conceptos e involucración en el negocio. Esto era bastante admirable para el poco tiempo que llegaba en la empresa.

El otro análisis que preparó se basó en la simulación de un  escenario de pérdida de calidad de servicio en los clientes, producto del colapso del proceso de facturación. Sus conclusiones eran catastróficas, se produciría un daño casi irreparable en el valor de la marca. Le pedí que revisara planes de acción que permitieran mitigar la magnitud de las consecuencias.

Cuando una persona diseña una estrategia siempre puede ser cuestionable por los expertos,  es por eso que mantener liderazgo sobre ellos es tan relevante. Todas las bromas al director, el hacerlo transpirar el primer día, mostrarlo sin dinero al pagar la cuenta y un escándalo de travestis habían sumado, pero su principal error había sido no haber logrado las confianzas suficientes. Ahora todos los gerentes, incluido el de finanzas, prepararían un informe en su contra.

A las doce del día fui al gimnasio donde comencé mi preparación física, la profesora traía unas calzadas apretadas que dejaban ver un lindo trasero. Su  remera  decía “Asesina de Zombies” y la hacía resaltar su busto.  Sin descaro fije la vista en su pecho preguntando qué significaba lo que decía su remera. Acá llegan ejecutivos que no han tenido preparación física en años, son unos zombies a quienes los liquido para convertirlos en verdaderos guerreros.  Con esa explicación comenzó una duro entrenamiento, pero el atractivo de la preparadora hacía grato el sufrimiento.

Primero me hizo trotar veinte minutos, de los cuales alcancé a trotar sólo cinco y el resto lo caminé. “Eres un verdadero zombie”, dijo ella viendo mi paupérrimo desempeño. “No sé como las personas abandonan el deporte, a mi me pone lujuriosa” dijo con soltura y dejándome con la vista perdida en sus curvas. “Lujuriosa con guerreros no con zombies como tú, los aborrezco. A ver si al convertirte en guerrero destapas de mi pasión” dijo ella haciendo el mejor sistema de incentivos que había visto en toda mi vida.

La parte de la elongación fue terrible, al doblar mi tronco mis manos con suerte llegaban a mis rodillas. Cuando hacía una de las repeticiones me pegó una palmada en el trasero y me dijo “muere zombie, deja salir al guerrero”. La verdad que la mujer comenzó a asustarme un poco, pero una vez terminada la clase volvió a tomar el aura con que la había visto el primer día. Con mucha ternura me dijo que lo había hecho bien, esto me indicó que ella tenía una técnica un tanto agresiva que asustaba, pero en el fondo me gustaba y daba resultados.

Después de un corto sauna y una ducha tibia me fui a  almorzar con la nieta del viejito. Me comentó que se había pedido la tarde libre y me dijo si quería ir de paseo después de almuerzo. El relajo del primer día de entrenamiento me restaba ganas de volver a la oficina,  decidí también tomarme la tarde libre y nos fuimos a recorrer la viña más grande de la ciudad.

Cuando le pregunté por qué había elegido el lugar me dijo que ella soñaba con recorrer las viñas de borgoñas con un hombre de labios hermosos y dientes perfectos como los míos. Yo le respondí que yo cumpliría sus sueños, conseguiría los pasajes a Francia, la estadía y los paseos a las viñas, lo difícil sería encontrar al hombre de labios y dientes que describía, ella río y me abrazó.

El paseo consistió en un tour que mostraba todo el proceso de producción del vino, las diferentes barricas de almacenaje y un sin número de leyendas que justificaban la denominación de los vinos. El paseo por las parras me recordó  la película “un paseo por las nubes” de un joven Keanu Reeves. La nieta del viejito tenía ese toque de candidez que se transformaba a un bello erotismo, tal cual lo tenía  la protagonista de la película. Un beso largo y húmedo nos dimos a lado de las parras, sin importarnos lo que pudiese decir el resto del grupo que paseaba junto a nosotros.

En una terraza de piso de piedra pizarra, de la más oxidada, nos sentamos en unos muebles etruscos con cómodos cojines. Ahí degustamos una serie de vinos mirando el atardecer. Cuando el sol comenzaba acercarse al horizonte el cielo comenzaba a tener una gama amplia de colores. Partía con un tono amarillo e iba cambiando hasta un azul oscuro que era el que antecedía a la noche. El espectáculo no sobrecogía y abrazados nos protegíamos del frío que comenzaba a llegar con la desaparición del sol.

En uno de los tantos brindis que hicimos me dijo, que para ella  Narnia no sólo se llegaba a través de los sueños, también se llegaba a través de lindos momentos como el que estábamos viviendo. Estos son pruebas de fé de que los sueños pueden transformarse en realidad, “Yo viajo a Narnia en mis sueños, pero también lo hago en la realidad. Cuando físicamente no podemos trasladarnos , es importante que sepamos que está ahí para al menos llegar a través de los sueños” sus palabras me hicieron sentido y le dije que cuando quisiera ir a Narnia yo la estaré esperando. “El sólo hecho de saber que ahí estarás me alegra mucho mi querido Aslán, mi hermoso Caspian y cualquier otro personaje que quieras ser”. Nos dimos un beso y nos fuimos.

Después de este paseo lleno de cariño y magia me tocaba una reunión muy esperada, en el bar del hotel juntaría con el que el que había sido barman del hotel. Según me había dicho la última vez nos vimos, me contaría toda la verdad. Esperaba el encuentro con bastante ansiedad.


Capítulo XLII, Elemental mi querido Watson


Mientras llegaba al hotel me preguntaba si el barman asistiría a nuestra reunión, no tenía mucho sentido que después de una supuesta investigación ahora estuviese dispuesto a contarme sus motivos e incluso quien lo había contratado. Uno de los puntos que más me interesaba resolver era el nivel de involucramiento de mi esposa. El corazón me decía que no estaba involucrada, pero los antecedentes lógicos decían lo contrario.

Lo que más me hacía razón era que en su contratación estuviese involucrado el director, para poder observar mi comportamiento desde cerca y tener información para dañar la relación con mi esposa y con el presidente del directorio.  Ya lo venía haciendo hace un tiempo, pero no había esperado que pudiese llegar a este nivel de persecución.

Tenía la completa tranquilidad que sabría si era cierta la historia que relataría, mi mente era hábil en levantar las inconsistencias. Eran tantos los cabos sueltos que una mentira sería muy difícil de estructurar. Tanto mi consciente como mi inconsciente estarían concentrados en buscar cualquier elemento que pudiese poner en duda la versión que contara.

Antes de ingresar al bar tuve una fuerte duda, el barman había visto muchas de mis facetas y si era hábil podía lograr manipularme con facilidad. Me pregunté varias veces si debía entrar o seguir derecho a mi habitación y mantener una duda que de seguro el tiempo terminaría respondiendo. Por más que traté de buscar argumentos para evitar el encuentro mi ansiedad impidió que diera relevancia a estos y tomé la decisión, iría a buscar las respuestas que tanto me intrigaban.

Una vez en el bar, el hombre que me explicaría su misteriosa investigación me esperaba conversando con el nuevo barman. Le hice un gesto para que nos fuéramos a la mesa en la que siempre me atendía. “¿Qué tal el resucitado @Gerente2012?”, dijo el barman con una sonrisa como si supiera mucho más del tema que yo. “Te fui dando muchas pistas que deberían haberte hecho entender que te investigaba, pero estabas muy preocupado de tantos otros temas” dijo reconociendo por primera vez que había sido objeto de su investigación. “Desde el primer momento en que te vi sabía que eras inocente, pero el protocolo no se basa en mis instintos  sino en una serie de acciones que se deben realizar para confirmar inocencia o culpabilidad” indicó dando rodeos para jugar con mi ansiedad. –Nunca me percaté que me investigabas, todo lo contrario que me protegías. Lo hiciste la noche cuando vino al abogado con sus gorilas y el día que se me juntaron unas citas- señalé controlando la ansiedad de saber lo antes posible a que se debía su investigación. Después de un buen rato de rodeos me aburrí y le dije que me contara por qué me había investigado y dejara de jugar conmigo.

“Está bien mi ansioso amigo te explicaré, se supone que no debo hacerlo pero podrás contar esto y nadie te creerá” comentó el hombre haciéndome abrir los ojos y esperar el relato de la historia. “Estados Unidos ha encontrado una manera de robarle al mundo de una manera legal y que no se perciba, lo hace a través de las burbujas financieras” relataba el investigador generando gran incredulidad en mí. “Una burbuja es una valorización de un activo por encima de su valor real. Ellos lo venden al mundo a través del sistema financiero en paquetes accionarios, fondos mutuos y muchos instrumentos que la gente compra sin saber qué son. Una vez hecha la venta el tiempo se encarga de romper las burbujas llevando el precio del activo a su valor real haciendo que todos los compradores asuman la pérdida, la que es capitalizada por el sistema financiero norteamericano. Así ocurrió con las punto com, la crisis subprime y ahora, en menor magnitud, con Facebook”.

A medida que hablaba no encontraba relación conmigo, pero me mantenía entretenido el relato. “Facebook se abrirá pronto a la bolsa y su valorización estará por sobre su valor real, tú lo dijiste en tú blog e incluso recomendaste abstenerse de comprar acciones” dijo mientras yo asentía con mi cabeza. “Hoy la empresa está siendo valorada en ochenta mil millones de dólares, pero están esperando que las expectativas sigan creciendo para que su valorización sea más de doscientos mil millones de dólares” seguía contando cuando empecé a comprender cuál era el camino que seguiría esta conversación. “Muchos hackers antiglobalización han tratado de penetrar, sin éxito, el sistema de seguridad de Facebook, pero hace un tiempo un grupo llamado Anonymous logró vulnerar un nivel de seguridad sin causar mayor daño. A partir de ese momento los expertos indicaron que había un potencial riesgo de que ataques siguientes dañaran considerablemente el sistema.  Así fue que se montó una gran investigación en todo el mundo en búsqueda de Anonymous, se dice que el costo de ésta supera los mil millones de dólares. Este costo era insignificante en relación a la menor valorización que se podía lograr si esta red social se viera vulnerada” seguía relatando sin que yo lo interrumpiera.

“Los sistemas de inteligencia, que cada día creo son menos inteligentes, hicieron diferentes criterios de selección de búsqueda según la actividad en internet, eligiendo cerca de veinte mil potenciales miembros del grupo. Se contrató una serie de investigadores privados alrededor de todo el mundo dirigidos por una central ubicada en Washington. Ahí entras tú mi querido gerente, tú saliste dentro de los elegidos, imagino que el título de tu blog no fue el más acertado. De seguro que los sistemas, supuestamente inteligentes, diagnosticaron que alguien que escribía una nota titulándola como La futura caída de Facebook podía ser un miembro del grupo. Yo al verte supe que mi trabajo sería muy fácil, no había por donde pensar que tu pertenecías a un grupo de hackers”.

El relato no respondía a lo que me cuestioné en innumerable ocasiones. -¿Cómo supiste que vendría a este hotel antes que yo?- pregunté poniendo en jaque su historia. “Una vez que vi tu perfil mi primera tarea fue investigar tu red y quienes tenían cuenta en Facebook. Tu esposa es usuaria intensiva  y ella el día que te envió tus maletas hacia acá lo comentó con sus amigas a través de la mensajería de esta red social. Yo he estado monitoreándolo cada letra que escribe y cuando supe que te despacharían al hotel pedí a la central norteamericana que me consiguiera rápidamente un puesto de trabajo acá”.

La historia por más que increíble me hacía sentido, me había costado pensar que mi esposa contratara al investigador. Los cabos sueltos eran bien atados, la coincidente llegada al hotel, la extraña recomendación de un barman por la casa matriz ubicada en estados unidos y el constante apoyo que recibí de este investigador. Sólo faltaba entender su motivación para realizarme este nivel de infidencias. Negociando había aprendido que si estás sentado con alguien es porque esa persona desea algo de ti. Él seguía tan concentrado en su relato que no quise interrumpirlo para indagar en sus intereses.

“Debo felicitarte por la apertura de tu cuenta en twitter, fuiste el primero de los veinte mil que la abrió” señaló agregando que después de la serie de disturbios ocurridos en Inglaterra twitter se había convertido en una gran herramienta de coordinación. La central, en conjunto con los desarrolladores de Facebook , hicieron la operación spam, alterando los sistemas de alerta de twitter para que bloquearan a todos los investigados. Esto restaría una poderosa herramienta de comunicación al grupo de hackers que estaba dispuesto a destruir Facebook” dijo el hombre haciéndome cerrar otro cabo suelto.

El haber sido el primero en restaurar la cuenta de alguna manera me fortalecía  el ego, el no dejar que me pasaran por encima y haber seguido las estrategias que de seguro nadie siguió me hacía sentir bien. Mérito importante había tenido la abogada que había jugado las cartas legales precisas, pese a todo me seguía pareciendo elevado el valor de sus honorarios.

Cuando le pregunté porque me había contado todo esto respondió que porque me había tomado cariño y además porque quería pedirme que si lo podía ayudar a entender a las mujeres. El había visto que tenía una llegada única con el género femenino que quería aprender. Él era un muy buen investigador pero con pésimos resultados en relaciones con el sexo opuesto.

El me contó a grandes rasgos como se vinculaba con las mujeres, muy pocas relaciones y de corta duración lo tenían frustrado. Me pareció una vida triste y patética, no encontraba entretenido carecer de ojos femeninos que te contemplaran, recibir palabras lindas por parte de una mujer y sobre todo no descubrir la sensualidad que esconde toda mujer y que da pisas para que sea descubierta

Para mí no era difícil entenderlas: protección, risas y hacerlas sentir sensuales sin perder su calidad de dama era lo básico. Hacer que el sexo sea una consecuencia y no un objetivo hacía sentir a una mujer especial. Claro está que también en menores ocasiones requerían sentirse como un objeto sexual, pero esto debía hacerse con cuidado y no muy seguido en una relación sentimental.

Pensar que tenía posibilidades de ayudarlo en su problema me motivo a cerrar un buen trato con él. Yo le diría todo lo que había aprendido y él investigaría al director ejecutivo con el que estaba en conflicto. Cerramos el trato y me dijo que en me contactaría cuando tuviese algo avanzado. Nos despedimos con un abrazo y le agradecí la consideración. El se fue del hotel y yo a descansar a mi habitación.


Capítulo XLIII, El Discurso del Rey


El miércoles era un día importante, debía preparar todo el arsenal que llevaría al directorio fijado para el día jueves. Al llegar a mi oficina pedí a mi nueva asistente que llamara al gerente de finanzas y nos sirviera algo. Fue la primera vez que extrañé a mi antigua y despedida secretaria, el movimiento de caderas y pechos que hacía al servir los café daban un sabor diferente a estos.

Sabía que el gerente de finanzas jugaba a ambos lados, por lo que nunca volvería a ser un hombre de confianza. El espacio de abiertas críticas que había realizado al director lo utilizaría para que me construyera un informe. Éste debía indicar que él había puesto en antecedentes al director de los problemas que tendría el sistema de facturación. Tenía claro que este alertaría de esta situación al director dándole la oportunidad de que preparara una estrategia de defensa. Sabía que cualquier acción que realizará con esta arma el director tendría un plan de defensa, por lo que vería los ritmos de la reunión para ver cuando la usaba. Tenía claro que de usarla no debía ser al final. Una buena acción de defensa podría anularla haciendo que una sensación de empate reinara al final del directorio. Eso para mí era un mal escenario, “morir o matar” recordaba que decía unos de los que había sido mi jefe.

A medio día fui al gimnasio e invité al braman para comenzar a entrenarlo en el conocimiento de las mujeres, cumpliendo mi parte del trato. Mientras nos cambiábamos de ropa le expliqué cuando uno conoce a una mujer es errado creer que ella es lo  que deja ver de ella. Cuando veas a la profesora te darás cuenta que es agresiva, pero debes observarla bien y dejará a ratos ver a través de su coraza. Te dará las pistas de quien es, ya que toda mujer desea ser descubierta. Descúbrela y no dejará de pensar en ti.

Cuando presenté al barman con la profesora ella fue cálida en un comienzo, pero cuando comenzamos la clase comenzó con su proceso de asesinar zombies. Fue estricta y agresiva, obligándonos a un fuerte entrenamiento. El barman me miraba sorprendido de la mujer y yo le hacía gesto para que la observara. El primer comentario que me hizo el barman fue que la mujer era muy ruda, evidenciando que no había entendido nada de mi explicación. –Te lo aseguro es una mujer dulce, ha construido una coraza para enfrentar a ejecutivos que se creen dioses, sólo enfócate en descubrir ese lado- dije mientras volvía a la profesora.

Cuando la profesora le pegó en una nalga, como lo había hecho a mí el día anterior, el barman me miró como diciendo que no había dulzura. Yo le hice un gesto para que siguiera observando. Cuando la clase terminó la profesora  nos dijo que lo habíamos hecho bien. Yo le dije que su fuerza nos empujaba, pero sin lugar a duda su ternura nos animaba. La profesora se ruborizó y se puso nerviosa como un niño que es descubierto haciendo alguna travesura.

Después de la clase conversamos y me comentó que él había visto la reacción de la profesora. –Mañana verás que será un poco más tierna- dije con gran seguridad. “¿Cómo te diste cuenta que era tierna?” me preguntó. –Las corzas nos distraen y no nos dejan ver las pistas. En ella hay dos posiciones muy marcadas, una al hacer la clase y la otra cuando felicita. Eso tiene un significado, que es el que debes ir descubriendo- respondí mientras el  barman comenzaba a entender mi secreto de cómo se debía conocer a una mujer.

Después de almuerzo me fui a la oficina llegando a la hora de siempre, cinco de la tarde, una hora y media antes de una importante reunión que tenía con todos mis gerentes. Debía gestionar las emociones de todos, debía desarrollar en ellos una pasión que les permitiera jugar cartas más allá de lo que la racionalidad les permitiría.

Si bien tenía a todos los gerentes bien alineados, pero tener la determinación de poner la firma en un informe que sellaría su destino dentro de la organización, no sería una decisión fácil. Los que firmaran sabrían que un triunfo del  director significaría su despido y un triunfo mío las ganancias que ya había acordado con ellos. En general una decisión fría y estratégica debía hacerlos no firmar, arrepentirse en el último minuto. Yo debía hacer que la decisión fuese tomada en el calor de la pasión. Debía desarrollar en ellos una sensación de ideales que los hiciera olvidar por unos minutos la racionalidad.

Busqué en Youtube videos de discursos y encontré tres que los revisé unas treinta veces cada uno. El primero era el que dio el  presidente de Estados Unidos, interpretado por Bill Pulman en la película “Día de Independencia”. Esta trataba de una invasión de extraterrestre que estaba aniquilando al mundo. En la última batalla había miedo y el presidente debía hacerlos estallar en pasión:

“Buenos días, en menos de una hora los aviones de aquí se unirán con los del resto del mundo y ustedes darán inicio a la batalla  área más grande en la historia del hombre. Humanidad, palabra que tendrá nuevo significado para nosotros. Ya no podemos consumirnos con pequeñas diferencias, nunca más. Estaremos unidos en un interés común. Tal vez, sea el destino que hoy sea el cuatro de julio y ustedes lucharán una vez más por la libertad. No de la tiranía, la opresión o la persecución, sino de la aniquilación. Lucharemos por nuestro derecho a vivir, a existir y debemos ganar hoy. El cuatro de julio ya no será conocido como una fiesta norteamericana señores, sino como el día que el mundo declaró a una voz: NO ENTRAREMOS EN SILENCIO HACIA LA NOCHE Y NO MORIREMOS SIN PELEAR. VAMOS A VIVIR,  A SOBREVIVIR……HOY CELEBRAREMOS NUESTRO DIA DE LA INDEPENDENCIA”

El segundo fue el de William Wallace, interprendo por Mel Gibson en la película “Corazón Valiente”. Un ejército de campesino dispuesto a luchar perdía su fe al ver un poderoso ejército inglés. Se cuestionaron que la lucha sólo beneficiaba a los líderes por lo que comenzaban a retirarse. William Wallace ingresó al campo de batalla y les dio un discurso que generaba la pasión suficiente para iniciar la lucha y morir por sus ideales:

Yo soy William Wallace, y veo un ejército de mis compañeros que alzan sus armas contra la tiranía. Han venido a luchar como hombres libres, ustedes son hombres libres. ¿Qué harían sin la libertad?, ¿Lucharán?.  Si luchan quizás mueran y si escapan vivirán, al menos por un tiempo. Y muriendo en sus camas, dentro de muchos años, estarán dispuestos a cambiar todos los días desde este día hasta el día final para tener una oportunidad de volver aquí y decirle a nuestros enemigos, que pueden quitarnos la vida. Pero jamás nos quitarán LA LIBERTAD. LUCHAREMOS POR NUESTRA LIBERTAD.

El tercero correspondía al realizado por Aragón, interpretado por Vigo Mortensen en la película “El regreso del Rey” de la trilogía “El Señor de los Anillos”. La batalla final se libraba en la entrada de Mordor y el ejército antagonista superaba en gran cantidad al de los hombres. Cuando el miedo comenzaba a reinar aparece Aragón en su caballo motivando a su gente:

No se retiren, no se retiren. Hijos de Góndor y Rohan, mis hermanos. He visto en sus ojos el mismo temor que estruja nuestras almas. Tal vez venga el día en que el corazón del hombre se rinda y que olvidemos a los amigos y que  rompamos  todo lazo de amistad. Pero este no es el día, una odra de lobos y escudos desechos cuando la era del hombre se volverá añicos, PERO ESTE NO ES EL DIA. Este día hay que pelear, por todo lo que más quieran, sobre esta tierra HOY DEBEN RESISTIR,  hombres del oeste.

Después de revisar tantas veces los discursos me sentía listo para comandar un equipo a una riesgosa batalla. Pedí a mi secretaria que juntara a todos los gerentes menos el de finanzas en la sala de reuniones. Yo vestido con uno de mis clásicos trajes de color marengo decidí sacarme la corbata para dar un toque de cercanía. Al entrar salude a cada uno por la mano. A la gerenta de marketing la tomé por los hombros y di un beso en la mejilla. Había logrado generar cercanía.

–Estamos enfrentándonos a una situación muy complicada. Cada uno de ustedes me ha mostrado como las malas decisiones que se han tomado, por la cabeza del nuevo proyecto, atenta seriamente contra la estabilidad de la empresa- dije de manera tal que el hecho que todos criticaran la gestión del director les diera la tranquilidad que ninguno estaba tomando mayores posiciones de riesgo que el resto de sus otros compañeros.

– El desastre es inminente, como explicará en detalle el gerente de operaciones. El sistema de facturación colapsará en cosa de días haciendo perder gran parte de los ingresos. Por su parte, la nueva gerenta de marketing nos explicará su diagnóstico de cómo la estrategia de marca preparada para la nueva línea de negocio dañará en el mediano plazo la percepción del valor de ésta en nuestros actuales clientes. Además mostrará una evaluación de los daños que producirá también la pérdida de servicio que tendremos por el problema de facturación. De la misma forma, el gerente comercial me ha alertado de las potenciales caídas de ingreso que habrá en el mediano plazo si es que no se forma una fuerza comercial específica para el proyecto, decisión que no ha querido ser tomada por la dirección de éste. Finalmente el gerente de recursos humanos les expondrá como toda esta situación está generando un daño en el clima organizacional por el que tanto hemos trabajado. Quiero que compartan sus diagnósticos y que preparen un plan de de acción que permita enfrentar esta crisis y salir de ella. Ustedes son un equipo maduro y de primer nivel, tengo la absoluta certeza de que lo harán- dije con un rostro gentil y amable que buscaba hacerlos sentir que contaban con mi respaldo.

- Un poco más de dos años nos demoró reconstruir esta empresa, y aunque no sea mía, sí lo es parte del trabajo realizado para llegar donde estamos. De ustedes son todas las horas de esfuerzo  de sus equipos y todas las alegrías de los trabajadores que se han encontrado su desarrollo en este proyecto. Tienen razón, el perro no es mío ni de ustedes, pero se nos asignó su cuidado. Mientras tengamos esa responsabilidad mi deber profesional y mi tranquilidad personal harán que juegue las cartas necesarias para salvar a esta empresa de la crisis. Esto no lo haré por la organización y tampoco espero que ustedes lo hagan. Esto lo haré porque creo que es mi deber. El destino no da muchas oportunidades como ésta, para demostrar que se tiene la DETERMINACION y el CORAJE para decir con orgullo “HICE LO CORRECTO”. Espero que compartan conmigo esa visión. Nuestro deber como los principales ejecutivos y como administradores de nuestra carrera es que no se tire por la borda la inversión de tiempo y neuronas que ha hecho CADA UNO DE USTEDES en éste, que hasta ahora, había sido un exitoso proyecto-.  Dije con bastante convicción y di por terminado mi discurso.

Con mis palabras había logrado desarrollar la pasión necesaria para que comenzara la reunión. Los tres gerentes hombres sabían que este era su último trabajo gerencial y aún debían conseguir mejores beneficios para un retiro tranquilo. Por otro lado, a la gerenta de marketing le había costado mucho encontrar trabajo y este le daba el desarrollo de carrera que buscaba. El equipo de gerentes estaba motivado y tenían ideales y objetivos personales por los que luchar. Eso ayudaría a preparar y sacar adelante un plan de acción de recuperación de la empresa, como también los haría tomar protagonismo y mayor riesgo en este conflicto.

Las cartas estaban echadas, el equipo estaba listo para la lucha, la estrategia estaba clara y sabía los puntos de defensa que tendría el director. El jueves, sería un día importante, sería el día en que comenzaría a resolverse esta crisis. Al fin mediría si Los consejos del viejito, mi experiencia laboral, mis ganas de ganar y la misma sertralina eran suficientes elementos para poder vencer el mayor desafío laboral que se había presentado hasta ese momento.


Capítulo XLIV, La guerra de los mundos


El jueves me desperté sin necesidad de alarmas, al acostarme temprano mi cuerpo descansó lo que necesitaba. Había aprendido que era vital dormir bien antes de reuniones importantes, una mente descansada tiene un desempeño notablemente superior respecto de una mente agotada.

Cuando bajé a tomar desayuno el barman, que ahora se había convertido en mi alumno y también investigador, me esperaba para comentar los avances de su investigación. “He logrado recolectar algunos antecedentes importantes del director”, indicó dejando un espacio de silencio para tratar de poner suspenso. Es increíble como la ansiedad disminuye considerablemente cuando los pensamientos fluyen con tranquilidad, el suspenso que trató de poner el barman no fue logrado.

“El director tiene una red importante que lo hace un personaje que accede con facilidad  al mundo empresarial más poderoso. Cuenta con el apoyo de los directores, incluso participa en negocios con dos de ellos” dijo el barman mientras yo sacaba cuentas. El directorio estaba conformado por seis miembros incluido presidente. Si lograba hacer que se votara la continuidad del director a cargo del proyecto éste debía restarse de la votación por conflicto de intereses, esto haría que sólo cinco votaran. Los dos con los que tenía negocio serían imposibles de convencer, eso me dejaba un margen de tres votos de los cuales ninguno debía apoyar al director.

Cuando le pregunté si logró averiguar algo de la relación entre el director y mi esposa, me dijo que había revisado la mensajería en Facebook y estaba monitoreando los teléfonos móviles de ambos. Hasta el momento no había indicios de que mantuvieran una relación ni contacto, pero era muy pronto para poder concluir algo.

Cómo tenía directorio le dije que fuera solo a la preparación física, eso le permitiría acercarse a la entrenadora. -Recuerda dar gestos de reconocimientos de su ternura, si tienes un espacio de cercanía y la vez con las barreras bajas puedes decirle frases como “¿Por qué tratas de  esconder tu linda dulzura?” o “¿Por qué usas una coraza que esconde lo mejor de ti?. Ella se incomodará en un comienzo y tú debes disculparte por la intromisión, dejando el tema hasta ahí. Si quiere que la sigas descubriendo otro día ella te dará algunas señales a las que debes estar atento- comenté con el barman quien me observaba con gran admiración.

Al directorio, el que se hacía en un edificio del centro financiero de la ciudad, asistí con todos mis gerentes. Entraría a la reunión sólo con el de operaciones quedando el resto a la espera de un llamado mío para ingresar. Cuando me encontré con el presidente en el pasillo, éste un tanto incomodo, me hizo pasar a su oficina. Me preguntó qué significaba la presencia de todos los gerentes, ya que por lo general yo nunca iba con más de dos. Le expliqué que el problema era tan serio que cada uno de ellos estaba dispuesto a dar su punto de vista, el cual era categórico, la gestión del director estaba dañando el negocio.

Con un suspiro dio a entender que sabía que la reunión sería complicada. “Ábreme tus cartas” me indicó el presidente para que yo contara mi objetivo. –Mis cartas siempre han estado abiertas, mi objetivo es la correcta administración de esta organización. La insistencia del director por iniciar el proyecto, pese a las advertencias que dimos con el gerente de operaciones, está destruyendo a la empresa. No quiero presionarte, pero  hoy deben definir  si el director debe seguir a cargo del proyecto- dije mostrando seriedad en mis comentarios. “Sabes que tengo una consideración importante hacia a ti, pero debes entender que existen presiones que no me permiten tener una postura que te favorezca tan abiertamente” dijo él dándome a entender que el implícitamente me apoyaba, pero no iría contra el resto de los directores.

Antes de comenzar la reunión pedí a la secretaria que pusiera las carpetas, que tenían los nombres de cada uno, de una determinada manera. La cabecera de la mesa sería usada por el presidente, el director y sus dos socios quedarían a su izquierda. En el lado derecho quedarían los otros dos, además del gerente de operaciones y yo. Esto haría concentrar los ataques en el sector izquierdo y respondidos por el derecho. El conformar esa posición permitía establecer una batalla de bloques, que aunque los directores en nuestro lado de la mesa no hablaran, sumarían al menos físicamente a nuestro bando. En general las personas no reparan en este tipo de cosas, olvidan que gran parte de nuestras acciones son dirigidas por nuestro inconsciente quien tiene como principal estímulo la vista. Esto hace nuestro comportamiento pueda ser condicionado sin darnos cuenta. Por ejemplo, si había un ataque agresivo hacia a mi o el gerente de operaciones, sería realizado en dirección a los otros directores. Esto podía hacerlos tomar posición de defensa o incluso de contraataque.

Cuando partió la reunión el ambiente cínico se apoderó del lugar, estrechones de manos con sonrisas. Ya había aprendido a responder con la misma sonrisa escondiendo mis puñales. El director ejecutivo me pidió que lo acompañara hacia un rincón. “Disfrutaré sacándote de la empresa hijo de puta, eres un ser despreciable que se merece lo peor” dijo el muy idiota. –Con tanto odio que me tienes sólo dejas ver lo importante que soy en tu vida, pero para tu tristeza en la mía no existes, no eres nada- dije dando media vuelta y me senté mientras todos tomaban la posición que yo había establecido.

La reunión comenzó con la presentación del gerente de operaciones, ésta fue cuestionada por los directores del lado izquierdo. Él me miraba con preocupación y yo le respondía con un gesto que siguiera y que confiara en sí mismo como yo lo hacía en él. Se mostró muy conocedor del tema lo cual fue una grata sorpresa para los directores que estaban en nuestro lado de la mesa. Durante la exposición el gerente había recibido todos los embistes y yo le daba tregua pidiendo a los directores que aclararan su preguntas. En las correcciones que les hacía me preocupaba de marcar la diferencia que había en el conocimiento del negocio. El mío era lejos superior al de ellos.

La mayor parte de la exposición me la pasaba hablando al director que tenía a mi lado, así lo hacía parecer mi cómplice. Esto dio muy buen resultado, ya que cuando hizo una pregunta al gerente de operaciones recibió un cuestionamiento por parte del bando contrario. Esto le molestó mucho tomando una posición favorable a nosotros. Después del mal rato éste comenzó a conversar al oído con el otro director, apoyando la exposición. Cada cierto rato yo miraba al presidente del directorio mostrando esta situación, era un escenario en el que no debía estar en contra de todos los directores. Al menos dos en apariencia estaban sumados a nuestro bloque.

Cuando terminó la presentación uno de los directores del otro bando, de unos 29 años de edad, con estudios en la universidad de california y gran arrogancia me habló con un tono prepotente. “Déjate de rodeos y di que es lo que quieres de una vez, así nos evitas perder tiempo”. La agresión había generado una emoción que luchaba por responderle de una manera violenta, pero lograba recordar los consejos del viejito para el manejo de estas situaciones. Una vez controlada las emociones le respondí con mucha tranquilidad que este directorio no se trataba de lo que yo quería, sino de lo que la empresa quería. –Qué el sistema de facturación colapsará es un hecho, bien lo sabe el director del proyecto quien ha sido alertado de este problema en innumerable ocasiones - respondí haciendo que el director realizara sus primeros comentarios. “Eso  no ha sido así, nadie de la mediocre administración que llevas me ha levantado un punto tan importante como ese” respondió dejando ver un poco de ira. El presidente interrumpió para solicitar que comentarios agresivos no debían expresarse, dando una señal al resto de los directores que no traía una posición definida.

Solicité a todos  buscaran un informe dentro de sus carpetas firmado por el gerente de finanzas. Éste indicaba una línea de tiempo que se señalaba todas la veces que había sido alertado el director ejecutivo del problema. “Lo que sale en este informe es mentira, una completa injuria que no estoy dispuesto a tolerar” dijo el director mostrando que su jugada de respuesta era desconocer al gerente. “Me parece grave que un gerente de segunda línea acuse un director” dijo el presidente  sellando su destino. Después de un rato se decidió dar crédito al director, dado que informe no señalaba pruebas por lo que se acordó despedir al gerente. Nadie lo defendió, yo no estaba dispuesto a desperdiciar ningún cartucho. “No gastes balas en gallinazos” decía el viejito señalándome que debía concentrarme en dar las peleas relevantes y no desgastarme en batallas que no valían la pena.

Posterior a esto hice entrar al gerente comercial para que presentara el desempeño en ventas. Cuando este explicó que la baja en ingresos en la línea de negocio tradicional se debía a que la fuerza de venta subsidiaba al nuevo proyecto, recibió un golpe del bloque contrario diciendo que ese era un problema de gestión de él.

Se defendió diciendo que no era así, había solicitado la formación de una fuerza comercial propia para el proyecto, pero el presupuesto no fue aprobado por el director ejecutivo. Cuando el director volvió a decir que eso no era verdad le pedí al gerente comercial que abandonara la sala para discutir el punto sin herirlo. –Creo que antes de exponer a otro gerente más a un cuestionamiento sería bueno que la dirección de este proyecto presente la estrategia comercial respecto a la fuerza de venta- dije para exponer al director. Éste se mostró sorprendido por mi ataque quedando sin reaccionar en forma inteligente. “El gerente nunca me indicó que necesitaba más fuerza de venta” dijo levantando una débil defensa. -Me sorprende que un gerente comercial exitoso se haya puesto negligente de un minuto a otro. Responde directamente a ti en este proyecto, yo percibo que no hay una capacidad de estructurar un equipo y definir las estrategias- dije complicando la posición del director, quien cuando se preparaba a responder. Rápidamente me adelanté e indiqué al presidente que había análisis de marketing y recursos humanos que también cuestionan el oportunismo y dirección de este proyecto, pero no creía bueno  seguir exponiendo a los gerentes. Les indiqué cuales eran los informes para que los revisaran.

El director, un tanto arrinconado, dijo que le parecía extraño que ahora se pudiesen juntar todos los gerentes. “Hasta este minuto no había visto que todos lograran reunirse” señaló tratando de mostrar un complot en su contra. El camino tomado por el director había sido equivocado, ya que al cuestionar a cada uno de mis gerentes lo hacía ver a él como el factor común de los problemas. Lo miré con una sonrisa tratando de decirle “hasta acá llegaste maldito desgraciado”, pero este sonrió extrañamente.

En un cambio de estrategia, el director comenzó a realizar un discurso respecto de los valores que la organización promovía internamente. “El estar en las oficinas me permitió ver que el comportamiento de nuestro gerente general dista en forma considerable de estos” señaló siguiendo un camino que yo no tenía previsto. “Hace un tiempo se nos informó que se había desvinculado a la gerente de marketing de la empresa, sin dar mayores explicaciones y se le había dado una indemnización de dos rentas por año en vez de una que era lo que correspondía. Al conversar con las personas de la empresa me percaté que la gerente había tenido una relación sentimental con nuestro gerente general, estando toda la empresa en antecedente” relató el director mientras yo luchaba por contener mi ira. Cuando salió de la sala e hizo pasar a la que había sido mi amante, entendí que tenía una carta guardada como lo había advertido el gerente de recursos humanos. Me preocupé de no realizar ninguna expresión esperando que el presidente del directorio parara lo que se convertía en un enjuiciamiento hacia mi persona.

La ex gerenta de marketing, en lo que pareció una declaración legal, señaló que habíamos tenido una relación sentimental y que el monto de la indemnización lo había aprobado  para evitar un escándalo. Mientras daba los detalles entendí que el presidente no haría nada para impedir lo se convertía un cuestionamiento a mi personas. Esto me molestó mucho, no sabía cómo contener toda la rabia que me hacía sentir que escucharan la declaración. También por no darme cuenta que el director tendría una carta oculta. Saqué mi teléfono y comencé a twittear que estaba en un directorio a punto de explotar. Inmediatamente recibí muchas respuestas que me aconsejaban no perder la cabeza y que recordara lo que había aprendido con el viejito respecto de la contención de las reacciones emocionales. Los seguidores parecían  recordaban muy bien todos los tweet  que había hecho cuando desayunaba con el viejito.

Una vez que salió la gerenta de marketing twittié que no podía aguantarme y que me iría con todo contra el director. Nuevamente recibí respuestas que me indicaban que tratara de controlarme, pero ya era tarde. Creo que el haber dormido bien me ayudó que mi reacción no fuese agresiva ni descontrolada, sí arriesgada.

-Creo que este directorio perdió su objetivo el cual era analizar la gestión del proyecto liderado por el director ejecutivo- dije mientras el presidente trató de interrumpirme y le pedí  dejara cerrar mi idea. –Esto se ha transformado en un cuestionamiento público que me parece fuera de lugar. Si se quiere analizar el despido e indemnizaciones le podemos pedir un informe al gerente de recursos humanos antes de escuchar la versión de una persona que fue desvinculada de la empresa. Por otro lado, me parece inaceptable que el director cuestione mi proceder ético y profesional después del escándalo que se produjo en la oficina, realizado por un grupo de travestis que venía a exigirle que pagara por los servicios prestados- dije dando una pausa para que se miraran unos a otros y todos al director. Cuando este último se disponía defender lo interrumpí con ceño fruncido diciendo que me dejara terminar que ya estaba aburrido de andar limpiando su mierda. – De seguro estos vicios lo tienen muy endeudado, ya que me tocó a mí pagarles a los  travestis, como también un almuerzo que había invitado los principales veinte ejecutivos. Esa escena fue patética ya que todas sus tarjetas fueron rechazadas quedando en evidencia frente a todos. Pueden preguntar al gerente de operaciones quien al igual que muchos otros estuvo en ambas situaciones- dije e inmediatamente después las miradas cayeron sobre el gerente quien asintió moviendo su cabeza.

Mi golpe había sido certero, si bien nació de una reacción emocional tuve la suerte de que mi inconsciente fuese inteligente al plantear el contragolpe.  Mientras el ruido ambiente se apoderaba del lugar las explicaciones del director no eran escuchadas. Los dos directores de mi lado se dirigieron al presidente indicando que estaban muy preocupados de los resultados del proyecto y que creían que una persona con esa clase de costumbres no debía estar en la dirección ni en la gestión de la empresa. El presidente miró a los otros dos directores quienes no levantaron la cabeza en señal que abandonaban la defensa del director, no estaban dispuestos a ligarse a un escándalo de travestis.

Para frenar el desorden que se había producido el presidente pidió una votación para la remoción del director ejecutivo del proyecto, pidiendo la abstención de éste por conflicto de interés. Los dos directores de mi lado votaron a favor de la remoción y los dos del bloque del director se abstuvieron. Con eso el caso se cerraba, el director quedaba fuera de la gestión del proyecto y se me encargaba a mí y a mi equipo sacar de esta crisis de la empresa.

Después, el grupo de gerente y yo nos fuimos a la empresa, tuvimos una reunión donde todos estaban muy contentos. Nos pusimos a trabajar en los planes para minimizar los daños de la crisis y después cada gerente se juntó con las principales cabezas de sus áreas para comentárselos.

En mi oficina recibí una llamada del presidente del directorio. “Fuiste muy lejos, estoy muy molesto contigo porque transformaste el directorio en un circo. Resuelve la crisis y conversamos” me dijo. Yo tenía claro que antes de resolver la crisis debía negociar lo que sería mi salida en un tiempo más. –Necesitamos conversar lo antes posible para ver como seguimos- dije abriendo el naipe al presidente. El me dijo que ningún problema me esperaba al día siguiente, pero tenía que tener muy claro que el escándalo de la gerenta de marketing no sería gratis. “Necesito que despidas al gerente de recursos humanos él firmó el finiquito, él será él que pague” señaló en forma firme y se despidió.

Si bien la batalla había sido ganada me había puesto en un tremendo problema, una ejecución que no tenía contemplada debía ser aplicada. En toda batalla hay muertos y heridos y el gerente de recursos humanos sería una baja que me dolía, ya que lo estimaba e incluso había hecho promesas respecto su futuro. Ahora Debía juntar el ánimo suficiente y esperar el momento oportuno para despedirlo.


Capítulo XLV, Business are Business


Al informar que el gerente de operaciones tomaría en forma interina la gerencia de finanzas recibió felicitaciones de sus compañeros. Esto no sólo era un gesto de confianza, sino también un paso importante a la construcción de su carrera a la gerencia general. Al revisar los planes de acción, el gerente de operaciones informó que la facturación de este mes se haría en forma manual, se debía contratar un equipo de ochenta personas para minimizar errores. De esa manera se evitaría pérdida de ingresos por problemas del proceso de facturación. En paralelo implementarían un sistema nuevo y específico para el negocio, que solucionaría los problemas en forma definitiva. Al presentar indicó que haría lo posible por tenerlo operativo antes de la segunda facturación. -¿Lo posible? pregunté yo marcando el punto de que eso no era un compromiso. “El sistema de facturación estará listo, es un compromiso” dijo el gerente de operaciones dando la seguridad a todos los presentes.

El gerente comercial entregó los requerimientos de cargo para formar la nueva fuerza de ventas  y preparó un plan de capacitación intensiva. También  presentó un sistema de incentivos en el cual las comisiones del primer mes eran elevadas, una oportunidad única para los vendedores. Esto haría que el nuevo equipo  de venta tomara rápidamente su función comercial, evitando el subsidio que se estaba haciendo desde la fuerza de venta del negocio tradicional.

La gerenta de marketing presentó el diseño de una nueva campaña que volvería a reforzar los atributos de marca y propuso un plan de compensaciones a clientes que reclamaran por una pérdida de calidad de servicio. “Todo el mundo se cae, lo importante es qué tan rápido te paras y de qué forma. Nosotros nos pararemos con estilo” dijo la gerenta de marketing que era la frase que debía estar en la cabeza de cada uno de los trabajadores de la empresa.

El gerente de recursos humanos dio la tranquilidad de que las contrataciones se harían a la brevedad y los planes de capacitación del gerente comercial estarían terminados para el Lunes. “Trabajaremos en conjunto con marketing un plan de comunicación interna para que todo el personal de la empresa tenga el discurso apropiado para enfrentar la crisis”. También indicó que trabajaría el clima organizacional, para que el ambiente y la disposición del grupo humano fuese el mejor.

Al ver que el equipo estaba alineado y con el norte correcto me quedé tranquilo, ellos sacarían a la empresa de la crisis, mi labor sería monitorear la coordinación entre las áreas y el cumplimiento de las cartas Gantt. Tal fue mi tranquilidad que la última parte de la reunión me puse a jugar angry birds logrando muy buenos resultados.

Un punto que no me dejaba tranquilo era la disposición a solucionar los problemas por parte del gerente de recursos humanos, me hacía recordar la difícil tarea de despedirlo. De alguna forma yo le había prometido el paraíso, tranquilidad económica en su última etapa laboral. Ahora sería quien lo llevaría al infierno de la inestabilidad a un hombre que estaba en la etapa de mayor gasto de su vida. En el fondo sabía que no tenía opciones y tenía que aprender a vivir con esto, bien decía un jefe: “la vida en los negocios es dura”.

Antes de irme al gimnasio el gerente de recursos humanos me dijo que al día siguiente me esperaban con un asado familiar. Recordé que él me había invitado antes de irme a esquiar con la nieta del viejito. Me generaba un gran problema ir, involucrarme con toda su familia para luego despedirlo el Lunes me parecía un absurdo. Él al ver mi cara de duda, me chantajeó emocionalmente diciendo que había dicho a su familia que su jefe venía a conocerlos, por lo que todos habían colaborado mucho en la organización, me pidió que no lo dejara mal con su familia.

Pensando bien la situación comprendí que cuando lo despidiera él vería como tratar el tema con su familia, eso era algo de lo que no me podía hacer cargo.  En cambio, dejarlo mal frente a su hijas y esposas por dejarlo plantado era algo de lo que sí me podía hacer cargo.  –Por supuesto que voy, tengo el tan ansiado evento agendado desde la semana pasada y muchas ganas de ir- dije dejando una sonrisa en su cara.

Después de las reuniones me fui a la clase de preparación física, me estaba haciendo muy bien. En los camerinos del gimnasio, el barman comentaba que la profesora había sido muy ruda con él. “Parece que no eres buen profesor, ella me dijo que era un atrevido” comentó el barman mientras yo le decía que eso era lo mejor que le podía haber pasado. –Una mujer que no te responde, que te ignora es lo peor. Si una mujer que te dice atrevido significa que entraste donde no debías. Ahora para ella eres una persona diferente al resto, sólo debes ser cauto y pedir disculpas- dije dando seguridad al barman. Cuando comenzamos la clase la profesora saludo en forma distante, lamentablemente nada de golpetazos en las nalgas. De todas formas las clases ya habían hecho que mi cuerpo recuperara algo de elasticidad, lograba mayor resistencia y la profesora nos felicitaba más de lo normal.

Mientras la profesora nos dejó un rato le dije que le había ido muy bien. La profesora cambió lo que significa que distes en el blanco- comenté felicitándolo. “Yo sólo le dije que porque escondía su dulzura detrás de esa fachada agresiva y me dijo que era un atrevido” señaló el barman sin aún entender la reacción de la mujer. Yo le expliqué  que el diagnostico de dulzura y coraza era correcto, sólo le faltaba descubrir porque ella había puesto esa coraza- indiqué dándole la tarea que debía resolver.

Después de la clase le dije que se acercara a pedirle una disculpa y que le dijera que si algún día le permite hacer una disculpa formal, encantado lo harías con una invitación a almorzar. Así fue que él se quedó y yo partí a almorzar con la nieta del viejito.

Ella estaba más radiante que nunca, sus colores, su peinado, su mirada, incluso su forma de vestir la hacían ver una mujer que concentraba las miradas de todos. El cambio no se trataba de belleza, seguía siendo igual de hermosa que el primer día que la vi, sólo que ahora había un aura que la hacía ver especial. Cuando se lo dije sonrió y sus ojos se pusieron como líneas en señal de alegría. “No sé a qué te refieres, sólo te puedo decir que estoy más feliz que nunca desde que estoy contigo” indicó la mujer. Su frase me encantaba, yo sin hacer nada más que existir y estar con ella la hacía feliz y verse radiante. Conversamos mucho rato y antes de irme le pregunté si podía quedarme a dormir con ella, lo cual respondió con un “sí “y con un abrazo.

La reunión con el presidente del directorio, que había sido fijada para ese día, se realizó en su oficina. Al llegar me saludó como lo hacía antes de que la crisis estallará, ya no creía que era cariño sólo que yo había vuelto a tomar mayor valor. “Tenía ganas de matarte por el circo que hiciste, pero la verdad me hiciste un favor. No me era fácil sacarme a ese pendejo de encima, tenía buenas redes. Nadie se podía imaginar que tuviera esa clase de gustos, sus socios no tenían idea que salía con travestis” dijo el presidente haciéndome sonreír, cuando diseñé esa broma no pensé que tendría tal nivel de repercusiones.

Antes de llegar a la reunión pensé en buscar la última chance para salvar al gerente de recursos humanos, pero recordé que ésta tenía un objetivo claro que no podía descuidar. La crisis la había generado para lograr este momento, acordar mi salida con el máximo poder de negociación. Sonará duro decirlo, pero el gerente de recursos humanos ya era un mártir de la batalla y tratar de jugar cartas en su favor era gastar balas en gallinazos. No debía perder mi foco, la negociación de mi salida era lo único que importaba.

Después de hablar un poco de actualidad le dije que teníamos que planificar mi salida. “Esta vez debemos conversar y acordar mi retiro del proyecto” señalé poniendo el tema en cuestión. En mi primera parte del proyecto no entendía que yo tendría un ciclo de valor, la etapa de la reingeniería de la empresa y todos los procesos de cambios fue la de mi máximo valor. En cambio, en la de consolidación el proyecto ya no era tan necesario. Cada vez estaba más convencido que el ingreso del director fue una tibia jugada del presidente para sondear mi relevancia en el proyecto. La crisis me había funcionado y me daba la oportunidad de negociar, sacaría todo lo que pudiese.

“¿En cuánto tiempo crees que tendrás la crisis resuelta y una persona preparada para tu reemplazo?” preguntó el presidente. La crisis estaría resuelta en dos o tres meses, tiempo suficiente para preparar al gerente de operaciones, pero quería asegurarme más tiempo para definir qué era lo que quería hacer. –En un año tendré todo listo- dije con determinación para no dar espacio a discutir el plazo.
Cuando él me preguntó qué esperaba recibir una vez cumplido el año, le dije que esperaba me dieran una parte del valor agregado por mi gestión en la empresa. Había aprendido  que este tipo de negociaciones se debían hacer con conceptos hasta que la ansiedad del otro mostrará un primer monto. El presidente, tratando que yo lanzara un número me pidió que fuese más concreto. -Creo que es justo me pagues una indemnización equivalente al diez por ciento del valor agregado de mi gestión- dije llevándolo a un escarnio más complejo dado que desconocía órdenes de magnitud de lo que estaba hablando, en vez de caer en un juego de conceptos donde podía salir perdiendo propuso el primer monto. “Al final del plazo que indicaste llevarás cuatro años y lo que te correspondería por contrato sería cuatro rentas. Creo que has hecho un trabajo muy bueno por lo que me parece un gesto de agradecimiento de mi parte pagarte tres veces lo convenido en tu contrato, o sea doce rentas. El proceso de negociación había comenzado, él ponía como métrica de comparación mi contrato lo que lo hacía parecer generoso. Por mi parte la métrica de comparación era la potencial pérdida de la crisis. –Si yo sigo en la gestión del proyecto es porque sabes que evitaré que la empresa pierda millones de dólares, tu oferta es poco significativa respecto ésta- señalé y di paso a que reestructura su oferta.

“Siempre has sido un buen negociador, por lo que sabrás que el monto que te entregaré no es negociable. Quiero evitarnos el desgaste, por lo que te entregaré todo, lo que implica es un tómalo o déjalo” dijo el presidente. De seguro que al ver que yo estaba decidido a sacar todo lo que había, prefirió evitar el proceso de negociación y me otorgó una indemnización de treinta rentas que acepté de inmediato, quedando a la espera si se podía sacar algo más.

Cuando me preguntó sobre la fecha de desvinculación del gerente de recursos humanos, sin saberlo me abrió otro espacio para negociar. –Qué bueno que me comentaste el punto, estuve pensando que el despido me exigirá un sobreesfuerzo que no estoy dispuesto a hacer- dije abriendo el espacio para negociar una aumento a mi renta. “Te dije que el despido no es opcional, necesito un culpable para el escándalo de la gerenta de marketing y el indicado es él” dijo el presidente mostrándose un poco molesto. –Está bien, pero tu culpable te costará, sacar al gerente me significará aumentar la carga de trabajo casi al doble y eso no lo haré gratis-  dije poniendo el punto sobre la mesa. El presidente me dijo que por ningún motivo me pagaría el doble, si despedía al gerente de recursos humanos me aumentaría el sueldo en un cincuenta por ciento. El trato quedó cerrado, lamentaba la salida del gerente de recursos humanos, pero no había podido hacer nada. Que yo aprovechará su salida para negociar un aumento mostraba mi oportunismo y que sabía muy bien que negocios son negocios.

Entre la alegría de haber cerrado una muy buena negociación, de acuerdo a mis pretensiones y la tristeza del despido que tendría que hacer el Lunes me fui directo al departamento de la nieta del viejito, lugar en el cual estaba seguro que encontraría paz.

Ella me espero con sushi comprado en mi restorán preferido, mostrando un lindo gesto de preocupación. Cuando le comenté la situación del gerente de recursos humanos ella me tomó la mano y me contuvo con abrazos. La sensación era muy agradable, estaba para calmarme y apoyarme, sin concentrarse en dar soluciones, sólo se dedicaba a traspasarme todas sus energías positivas.

Cuando nos fuimos a acostar, el bajón de ánimo me tenía sin ganas de nada. Todo eso desapareció cuando la nieta del viejito apareció desnuda en la habitación. “Prepárate para un viaje de endorfinas” dijo la hermosa mujer que cumplió su promesa, haciéndome olvidar que al día siguiente debería estar sonriendo a toda la familia del hombre que debía despedir el Lunes.


Capítulo XLVI, Vida en familia


Mientras manejaba a la casa del gerente de recursos humanos las ganas de devolverme al departamento de la nieta del viejito crecían cada vez más. Debía mirar la cara de toda su familia sabiendo que tendría que despedirlo el lunes y eso me descomponía. Igual llegué hasta su casa, había comprometido mi participación y como buen caballero que soy asistiría.

La casa era muy linda, estaba ubicada en unos de los barrios más exclusivos de la capital. Tenía un lindo antejardín y un extenso patio trasero. Cuando llegué me hicieron pasar al patio donde había una mesa muy bien adornada, al lado de una parrilla donde había un corte de carne a las brasas puesto en un tridente. La esposa del gerente se mantenía bien para sus cincuenta años de edad y era el molde de cada una de sus hijas que tenían el mismo color amarillo del pelo, el color verde de sus ojos y el  blanco de su piel. La hija mayor tenía veintitrés años, la del medio dieciocho y la más chica catorce. Al verlos a todos me recordó la imagen de familia que soñábamos con mi esposa, la cual se nos fue negada por nuestra infertilidad.

El gerente mostró ser un avezado parrillero, según contaban sus hijas llevaba cerca de cuatro horas dando vuelta la carne. Mientras su esposa  fue a buscar un aperitivo, la hija mayor se sentó a mi lado con una sonrisa muy grande. “¿Te puedo tutear?, te ves joven pensé que mi padre había invitado a un vejestorio” dijo la hija mayor en lo que parecía un sutil coqueteo.

En un gesto de caballero me paré y le ofrecí un trago al gerente, quien mostraba calor junto al fuego. Esto también me ayudaba a evitar tentaciones por parte de la hija quien era muy hermosa. “Felicitaciones, creo que has madurado mucho desde que llegaste. La primera vez que te vi pensé que eras otro niño que creía que gestionar era mandar. Con el tiempo me di cuenta que tenías mucha visión de negocio y que serías capaz de sacar a la empresa del hoyo en que se encontraba, pero el manejo que tuviste con el director ejecutivo mostró que estás para cosas grandes” dijo el gerente estableciendo una conexión emocional conmigo que me perturbaba.

Cuando nos sentamos a comer a la mesa gocé  viendo una hermosa escena, una familia unida disfrutando un fin de semana era algo maravilloso. Mientras el gerente de recursos humanos hacía un salud, agradeciendo mi participación en el almuerzo, un suave cariño sentí en mi pierna. Para no llamar la atención mantuve la vista en el gerente mientras terminaba su discurso. El segundo cariño fue un poco más agresivo, un agarrón de muslo de mi pierna izquierda me hizo dar un pequeño salto que justifique hábilmente con un estornudo.

En un principio me sentí invadido y preocupado, pero después de un rato me dejé querer y respondía las caricias de vez en cuando, en lo que era sólo un juego. Después de un rato la hija del gerente pidió permiso y se paró de la mesa,  yo pensé qué podría haber hecho algo que la ofendía sin darme cuenta.

La hija menor del gerente era la más cariñosa con él, se veía en sus  ojos que su padre era lo más importante en la tierra. Me hizo recordar la dura época que vivimos con mi esposa para lograr tener hijos sin tener buenos resultados. Fue una serie de ciclos muy duros, partía con el sueño y las proyecciones que compartíamos de agrandar la familia, para terminar con la decepción de un doloroso fracaso. Cerca de tres años nos demoramos en decidir abandonar el proceso generando un vacío muy grande y una distancia entre nosotros que llenamos con trabajos, estudios y otras actividades.

Cuando me paré a cortar carne me fijé que esta había sido envuelta en el tridente con una técnica muy avezada. Me llamó tanto la atención que con mi teléfono le saqué una foto y la publiqué en twitter. Inmediatamente después recibí muchos comentarios de vuelta, pero uno sólo me llamó atención. “Sr. Gerente usted lo tiene todo” escribió un seguidor mientras yo observaba al gerente de recursos humanos abrazar a su hija menor. La frase y la escena me produjeron una sensación de melancolía que me hizo responder que no era así, yo no tenía hijos. Esto hizo que las menciones con mi nombre se detuvieran por unos minutos dándome la sensación que el comentario había llegado en lo profundo de mis seguidores. Esto fue   confirmado cuando cinco minutos recibí una cantidad de menciones dando ánimo, diciendo que todo a su momento y que tuviera fé.

Cuando me senté a terminar mi almuerzo la hija del gerente de recursos humanos pasó por mi lado en dirección a la piscina con un diminuto bikini. Su padre miró a su madre en señal de desaprobación de la vestimenta y ésta le devolvió el gesto indicándole que no se hiciera problema. El cuerpo de la joven mujer era escultural, grandes y firmes pechos, anchas caderas y unas piernas largas maravillosas. Claramente el baño había sido una forma de mostrarse e indicarme que quería hacer algo conmigo, pero saqué la mirada para evitar caer en tentación.

Alrededor de las cinco de la tarde me  comencé a despedir agradeciendo todo y felicitándolos por tener el lindo hogar que tenían. La sensación de bienestar que me hacía sentir la familia del gerente de recursos humanos hizo que no me acordara en ningún instante que yo debía despedir al hombre y poner en jaque toda esa armonía.

Cuando me iba, la hija mayor preguntó hacia donde iba y cuando le comenté ella señaló que iba en la misma dirección, me pidió si la llevaba y yo no tuve problema. Cuando íbamos camino al hotel sacó de su bolso unos tickets para una estadía en un resort, a cuarenta minutos de la ciudad, para ser usados sólo ese fin de semana. “Tengo sólo este fin de semana para usar esta estadía, si no voy se pierde, ¿me quieres acompañar?” dijo mientras jugaba con los tickets en su escote. Yo estaba haciendo un cambio en mi vida, pero nunca fui partidario de los cambios violentos, así que acepté la invitación.

Antes de que se acabara la ciudad me bajó un cargo de conciencia que no me había dado en años, no podía ser tan desgraciado para acostarme con la hija mayor de la persona a la que no le cumpliría sus promesas despidiéndola el lunes. –No puedo hacerlo y no lo haré, estimo mucho a tu padre- le dije con un tono de seriedad que no daba espacio a cuestionar mi decisión. Ella me pidió que parara el auto, ya que no quería seguir al lado mío. Al bajar tomó rápidamente un taxi y se fue rumbo a la ciudad. Cuando continué la marcha me di cuenta que había dejado los tickets y estos eran al portador. Ella se había ido a la ciudad en señal que no los usaría. Para que no se perdieran mantuve dirección al resort y pensando que me haría bien un rato de relajo para mí solo.

Una vez en éste, disfruté muchos de los baños tibios de aguas termales que ofrecían diferentes piscinas del lugar. Los alternaba con un jacuzzi que estaba a la intemperie e idas al sauna seco que estaba en el sector del spa. En la noche fui al restorán a comer y me sentí solo, sensación que no me gustaba sabiendo que podía estar con la nieta del viejito. Cuando la llamé me dijo que tenía un compromiso para esa noche, pero viajaría temprano en la mañana si es que era posible. Le di las indicaciones para llegar y nos despedimos con un “Te quiero mucho”.

Cuando tomaba desayuno en otro restorán del hotel, una alegría tremenda me dio al ver que la nieta del viejito se dirigía con una sonrisa y los brazos abiertos que usó para darme un apretado abrazo. También me dio satisfacción no haber aceptado la invitación de la hija del gerente de recursos humanos, ya que me hacía sentir un tanto fiel en la relación con la nieta del viejito.

La mañana la usamos en realizar paseos por la zona, nos abrazamos, nos reímos y nos besamos como adolecentes sin ninguna vergüenza. Cuando pasábamos por las ferias de artesanías del sector las vendedoras me decían que le comprara un vestido a mi bella esposa, refiriéndose a la nieta del viejito. En primera instancia me incomodó, pero después entendía que era tal el nivel de felicidad que irradiábamos que nos hacía ver como una matrimonio enamorado.

La tarde la usamos en las piscinas, disfrutando el resbaladizo roce de nuestros cuerpos. Nos dimos un sauna, la temperatura del lugar hizo esconder la de nuestros cuerpos. Cuando comenzamos con besos un poco más apasionados entró una pareja que nos hizo alejarnos con un poco de nervio que se fue convirtiendo en sutiles sonrisas de complicidad.

Una ducha bastante larga fue la que nos dimos en la habitación antes de irnos, la candidez que mostrábamos en la mañana se convertía en una gran pasión. Al salir de la ducha nos fuimos abrazados hasta la cama sin secarnos, dejándola toda mojada.

Una maravillosa mañana de romanticismo, una tarde de pasión y una habitación hecha un desastre, dejamos atrás al abandonar el resort. El viaje de vuelta fue tranquilo y placentero, lleno de risas y cariño que coronaban un maravilloso día.

Al llegar a su departamento decidí no quedarme, ya que tenía que prepararme para una tarea muy dura, al día siguiente debía despedir a un hombre bueno, un hombre de familia y por sobretodo leal, debía despedir al gerente de recursos humanos.


Capítulo XLVII, La Despedida


Al despertar el lunes lo hice con mucho cansancio, había tenido pesadillas con la imagen de un abatido gerente de recursos humanos. No me preocupaba por las explicaciones que debería darle, eso daba lo mismo. Había realizados varios despedidos en mi vida, justificados o injustificados, en todos lograba conectarme con la pena y la frustración que sentía la persona al ser desvinculada. Alguna vez comenté el tema con el viejito, diciéndole que creía que era una debilidad mía. El me dijo que una debilidad era  no tener los cojones para efectuar el despido, pero conectarse con las personas me hacía humano. Me comentó que había visto a muchas personas ponerse duros y evitar hacer la conexión con la pena de otro, esto los transformaba en unos hijos de puta que terminan siendo los peores tiranos. “Despide mirando a los ojos, despide aceptando que el hacerlo es un costo que te llevarás a la tumba y por sobretodo despide respetando la dignidad” me decía el viejito.

Durante las primeras horas de la mañana me encerré en mi oficina para hacerme el ánimo para lo que sería una difícil situación. Cuando estaba listo pedí a mi secretaria que llamara al gerente de recursos humanos a mi oficina al mismo tiempo que recibía una llamada de la nieta del viejito. Al atenderla me dijo que estaba tomando un café en un conocido lugar de la ciudad y que si la iba acompañaba unos minutos me contaría una propuesta sensual que tenía pensada para mí. “En todo caso, si no la quieres lo entenderé” dijo la bella mujer mientras yo me subía al auto en dirección al café y corría la reunión con el gerente de recursos humanos para la tarde. –Prioridades son prioridades- pensé.

Cuando llegué al café ella me recibió con una sonrisa que escondía un toque de malicia. Al sentarme dijo que la tarde del día anterior la había dejado con ganas de hacer “juegos”. Ella sonrió y me mostró el video de Shakira de la canción “Loca”. “Si ahora me das un beso largo con un gran abrazo, en la noche te invitaré a mi departamento, me pondré esta ropa, te cantaré y te bailaré. Sin ningún pudor la senté en mis piernas y le di un beso que generó inmediatamente comenzó a generar comentarios en los otros comensales, lo que me generaba aún más placer.

Después de todo lo que había vivido con la nieta del viejito sentía que mi corazón lograba llegar a un acuerdo con mi cerebro en el que reconocía  que un sentimiento profundo hacia ella era lo que tenía. El bienestar que me producía el estar con ella y recordar los momentos vividos me hizo responder que también la amaba cuando ella interrumpió el beso diciéndome “te amo”. Sus ojos se abrieron y se llenaron de lágrimas de felicidad ante mi respuesta, lo que me produjo una gran ternura que sacó al caballero protector y la apreté contra mí diciendo que todo estaba bien. “Me encantaría que comenzáramos a compartir una historia en donde los tiempos que tengamos para amarnos sean mayores” dijo ella y el entusiasmo que me producía escuchar tanto cariño me hizo decir que me encantaría irme del hotel e irme a vivir a su departamento. “Nunca he sentido lo que siento por ti, es fuerte y créeme nunca me separaré de ti”, dijo la nieta del viejito con una mirada que dejaría maravillado a cualquiera.

Creo que la emoción que sentimos ambos en coincidir en que nos fuéramos a vivir juntos hizo que nuestras sonrisas no pudiesen ser borradas con nada. Nos mantuvimos abrazados por unos veinte minutos en donde ambos sentimos el cariño y el calor del otro. Cuando tuvo que irse la acompañé hasta la puerta del café de donde me quedé viéndola cruzar la calle. Pensaba en lo placentero que sería compartir techo con ella y por sobretodo la sensación de placer que nos producía el hecho de estar juntos. Hipnotizado la miraba cuando me di cuenta que escribía algo en su teléfono. Después me dio una imagen maravillosa al darse vuelta, lanzarme un beso y darme una sonrisa de plenitud. El brillo de sus ojos lo alcanzaba a ver a unos quince metros de distancia. Esa imagen la atesoré de una manera especial, ya que de por vida trataría de quedarme con ese recuerdo y no con el de la siguiente escena en donde una camioneta cuatro por cuatro la golpeó con una fuerza brutal y la lanzó sobre un auto estacionado a unos veinte metros de distancia.

La bella figura de la mujer en cosas de milésima de segundos se transforma en un bulto que voló sin control a plena vista mía. Mi reacción fue inmediata y mi inconsciente comenzó a tomar las decisiones sin dar paso a mi consciente ni a mis emociones. Corrí hacia donde ella había quedado, escuchando las frenadas de los autos que evitaban atropellarme  mientras cruzaba la calle. Al llegar donde estaba, los primeros segundos no supe como tomarla, ya que todas sus extremidades habían tomado una posición que es imposible de lograr sin que los huesos estén fracturados. Cuando finalmente la tomé con mucho cuidado y puse su cabeza entre mis brazos recién mi conciencia  se hizo presente y con ella todas mis emociones. Gritaba con todas mis ganas por la ayuda de un doctor como quien espera un milagro, pese a que se siente que las cartas están echadas. Una mujer llena de bolsas de tienda que la hacían ver como una provinciana de visita en la capital, se presentó como doctora y me hizo a un lado. Buscó pulso en sus muñecas y cuello sin mostrar cara de obtener buenas noticias, después me pidió que ayudara a bajarla con cuidado y acostarla en la acera. Mientras aplicaba maniobras de resucitación se escuchaban las sirenas de las ambulancias que se acercaban al lugar, alertados por algún testigo del accidente. Yo me movía desesperado sin saber qué hacer, ya que mi papel en esta crisis había terminado y sólo debía esperar el resultado de los procedimientos  de los profesionales.

Cuando llegó la ambulancia dos paramédicos se bajaron y la acomodaron en una camilla mientras otro ponía un instrumento en su boca para dar aire. En cosa de segundos la ambulancia había abandonado el lugar quedándome yo con la doctora quien no decía una sola palabra. Cuando me acerqué a ella desesperado pidiendo información de la condición médica de la nieta del viejito me respondió que aplicó el procedimiento sin ninguna respuesta, pero que no se podía tomar ninguna conclusión hasta que le aplicaran todos los procedimientos definidos para este tipo de situaciones.

La doctora me vio tan desesperado que ofreció acompañarme a la sala de urgencias donde había sido trasladada la nieta del viejito. Ella me comentó que efectivamente no era de la capital y que trabajaba en urgencias en hospitales de atención primaria, ella sabía de estos temas y que no había que perder la fé. Es extraño lo que pasa en momentos como estos, una mujer que no había conocido antes y que jamás volvería a ver me acogía y me daba la tranquilidad que necesitaba como si la conociera de antes. Ella se quedó a mi lado durante una hora hasta que salió el doctor para informar el estado de la nieta del viejito.

El cuerpo es inteligente y se defiende de maneras misteriosas, ante un dolor fuerte es capaz de desconectar las sensaciones físicas para no ser abatido. Cuando el dolor es demasiado fuerte incluso hace que la conciencia desaparezca por instantes para ir asumiendo el dolor en forma gradual y no colapsar. Algo similar sentí cuando el doctor se acercó y me dijo que lo sentía, todos los esfuerzos médicos habían sido realizados pero la nieta del viejito llegó muerta al hospital y fue imposible reanimarla. En un principio mi respuesta fue no conectar las palabras del doctor con la realidad, no podía aceptar que la nieta del viejito se había ido de un solo golpe. –Despierta por la mierda- me dije una y otra vez aferrándome a la posibilidad que esto fuera una terrible pesadilla. Mi cerebro repasaba todo lo que había sucedido tratando de encontrar donde estaba la trampa, no era capaz de asumir la muerte de la  nieta del viejito dado que aún no estaba preparado para perderla. –Doctor, ¿usted me está mintiendo?- dije tratando de encontrar una razón de la cual aferrarme para no asumir la partida de la linda mujer.

La doctora, de seguro con experiencia en este tipo de situaciones, me tomó de la mano y me llevó a sentar, sin que yo ofreciera resistencia. –Doctora algo anda mal, esto no puede estar sucediendo- comencé a repetir una y otra vez mientras mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas señal que mi consciente comenzaba a aceptar la situación. La doctora me abrazó como una madre abraza a su hijo desconsolado dando paso a que el dolor se comenzará a apoderar de mi cuerpo y un terrible llanto fuera el catalizador de toda esa emoción. No creo que la presencia de la mujer justo en ese momento haya sido casualidad, su capacidad de contenerme me ayudó de sobremanera a enfrentar el primer golpe que se recibe con la muerte inesperada de un ser muy querido.

Me quedé en la clínica hasta que vi una pareja destrozada preguntando por su hija, al dar el nombre de la persona que buscaban me di cuenta que la pareja eran los padres de la nieta del viejito. Como no habíamos sido presentados consideré irme agradeciendo a la doctora por toda la contención prestada.

Cuando llegué al hotel, la sensación de que la realidad estaba siendo alterada de una manera que no entendía seguía presente. Me pasaba las manos una y otra vez sobre mi cara en un gesto que buscaba nuevamente tratar de conectarme al mundo que no lograba entender, en lo que era la más confusa de las situaciones que me había tocado vivir.

Cuando saqué mi teléfono y vi que tenía un mensaje de la nieta del viejito sin leer quedé asombrado y por unas milésimas de segundos mi cuerpo vibró pensando en que lo que me había tocado vivir no era real. Al revisar, por la hora de este, entendí que lo había mandando mientras cruzaba la calle justo antes de darse vuelta previo al accidente. Al leer el mensaje decía “recuerda nunca te abandonaré” palabras que sonaban parte de una ironía cruel del destino.

Antes de acostarme prendí la radio y por casualidad sintonicé la versión en español de la canción Angel de Robin Williams y con los ojos cerrados escuché cada letra de la canción.

http://www.youtube.com/watch?v=li5fH67EDYU

Así es la ley
Hay un ángel hecho para mí
Te conocí…el tiempo se me fue
Tal como llegó
Y te fallé, te hice daño
Tantos años yo.

Pasé por todo sin pensar
Te amé sin casi amar
Y al final, quien me salvó
El ángel que quiero yo…

De nuevo tuuuuu
Te cuelas en mis huesos
Dejándome tu beso
Junto al corazón

Y otra vez tuuu
Abriéndome tus alas
Me sacas de las malas..rachas de  dolor
Porque tú eres..
El ángel que quiero yo

Cuando estoy fatal
No sé qué hacer ni a donde ir
Me fijé en ti…
Y te siento cerca…pensando en mí
El cuerpo se me va…
Hacia donde tú estás
Mi vida cambio
El ángel que quiero yo…

De nuevo tuuuu
Te cuelas en mis huesos
Dejándome tu beso…
Junto al corazón…

Y otra vez tuuuu
Abriéndome tus alas
Me sacas de las malas…rachas de dolor
Porque tú eres…
El ángel que quiero yo


Mis ojos volvieron a llorar mientras mi cerebro repasaba cada instante que había tenido con la nieta del viejito y las emociones que había sentido. En efecto, la mujer siempre se había preocupado por mi bienestar y me hacía sentir el hombre más especial del mundo.

Una manera de enfrentar este tipo de dolor es creer que las historias no se acaban con la sola desaparición de las personas, sino todo lo contrario, la desaparición física es parte de la historia entera. Al seguir escuchando la canción la pena me inundaba y hacía que siguiera llorando, por otro lado me daba un sentido especial el paso de la nieta del viejito por mi vida. Así como estuvo conmigo preocupada de mí, decidí creer que lo seguiría estando. Ella lo había dicho al despedirse de mí el café y luego en el mensaje, siempre estaría conmigo. Se acabó la canción yo estaba más tranquilo y mi lágrimas seguían cayendo cuando decidí comenzar a quedarme dormido.

Sentí un calor especial por todo el cuerpo que logró tranquilizarme aún más y hablé en voz baja   –buenas noches Ángel, te extrañaré- en lo que fue una triste despedida.


Capítulo XLVIII, Cara Pintada


El martes fue un día espantoso, llamé a mi secretaria para decirle que no iría a trabajar, estaba destruido. Una sensación de tristeza me inundaba el alma, mis ojos completamente brillantes por la continua pena que se transformaba en lágrimas cada vez que conectaba con una imagen de la desparecida nieta del viejito.

Estando en el restorán del hotel me di cuenta que había ido sólo por inercia, no tenía apetito ni ganas de conversar con nadie. Antes de sentarme me devolví a mi habitación me recosté para tratar de dormir y olvidar las imágenes del día anterior que comenzaban a atormentarme. Algo me decía que tenía que dejarlo salir, estaba seguro que esto no se trataba sólo de la muerte de la nieta del viejito, había algo más que me costaba conectar.

Quizás buscar excusas para realizar una conexión fuerte con el dolor, es sólo un síntoma de la depresión, que nos lleva a ahogarnos aún más en el dolor. Busqué en mi iphone una canción que me conectara fuertemente con el dolor por la partida de alguien y encontré “El sueño de la hora más oscura” de Los Tres.

http://www.youtube.com/watch?v=Q20_Lqcz410&feature=related

Llueven pétalos negros en la ciudad
Mojan lo más seco de mi soledad
Me duele muy profundo no volver a verte más
Se apagó tu voz para mí la mía para ti

Llueven pétalos negros en la ciudad
Mojan lo más seco de mi soledad
Me duele muy profundo no volver a verte más
Se apago tu voz para mí la mía para ti
Se apago tu voz para mí la mía para ti

Las notas bajas de la canción, la voz fúnebre del cantante y la letra de ésta me hicieron llorar con mucha fuerza, di algunos gritos maldiciendo todo, arrojando las almohadas y dando vuelta el colchón de la cama. La fé con la que me había acostado el día anterior, de que ella había sido y era mi ángel parecía haber desaparecido por completo.

Salí rumbo a la farmacia y compré clonazepan de dos mg., quien atendió no quería entregármelas sin receta médica, pero cuando le di cincuenta dólares me las pasó y volví a la habitación del hotel. Puse el colchón en la cama, tomé tres píldoras y me quedé dormido. Así estuve hasta el otro día, durmiendo cerca de veinticuatro horas.

Volví a llamar a mi secretaria para decirle que no iría a trabajar y le pedí que me leyera el obituario para poder ver lugar y hora del funeral de la nieta del viejito. Me duché rápidamente, me puse uno de mis ternos marengos y me fui directo a la iglesia donde sería el sepelio. Cuando llegué, la liturgia ya había comenzado y había cerca de unas doscientas personas. Me senté atrás y me puse mis lentes oscuros para esconder las lágrimas que se me arrancaban cada cierto rato.

Al final de la liturgia el padre y la madre de la difunta mujer se pararon frente al micrófono y dijeron unas palabras: “Mi hija fue una mujer buena, mi hija fue una persona que le gustaba encontrar las sonrisas de los demás, estar al servicio para hacer feliz al que se lo pidiera. Hemos escuchado al sacerdote dar un discurso de fé, de que todo en la vida tiene un motivo, tiene un momento y generan diversas consecuencias que van desencadenado otras. Espero que en alguna parte del mundo esta muerte haya tenido sentido, porque en lo que es en mi vida sólo ha destruido mi alma” dijo el padre quebrándose en los brazos de su esposa. Una vez calmado volvieron a sus puestos y el sacerdote dio por terminada la misa.
En el cementerio compré una rosa roja mientras la gente se reunía alrededor del ataúd, yo me quedé a unos cien metros de distancia viendo todo. Después de un rato se fue un grupo de gente y así sucesivamente hasta que quedaron sus padres y sus hermanas, que de seguro habían viajado en forma urgente desde el exterior.

Cuando se fueron todos y los empleados del cementerio sacaron todos elementos  dispuestos para el funeral me acerqué a la tumba. –Discúlpame por no haberte amado como te lo merecías. Discúlpame por no haberme preocupado de ti como lo hiciste tú de mí, por favor discúlpame por no haberte aprovechado cada segundo que tuve oportunidad. En este adiós quiero decirte que estoy completamente agradecido de ti, fuiste una mujer que me cautivó con su candidez, con su dulzura y con esos ojos grandes que ponías cuanto prestabas atención a algo. Mi frase favorita todo pasa por algo se ha ido a la mierda, esto no debía haber pasado. Anoche pensé que eras mi ángel, que me acompañarías aunque tu cuerpo no estuviese en la tierra. Hoy al sentir como tu partida se transforma en un hecho me hizo perder la fé. De todas maneras te digo que fuiste una mujer tremendamente especial, que estuviste ahí para mí” dije mientras arrojaba la flor,  me daba media vuelta y me iba del lugar.

Después del funeral me fui directo a mi habitación, un gran dolor volvió a apoderarse completamente de mí. Los recuerdos venían una y otra vez: la puesta de sol en la que me abrazó e hizo que el mundo cambiara por esos diez minutos, el abrazo cuando me cantó la canción de la película un ángel enamorado, la euforia en el casino, la hermosa luna que nos acompañó mientras nos abrazábamos después de una noche de mucha pasión o el día en el resort donde nos confundieron con un feliz matrimonio. Cada uno de ellos  me aumentaba el dolor en forma significativa, ya que era la prueba de lo que no vería ni sentiría jamás.

Entendí que la mayor tristeza no era por la muerte de la nieta del viejito, esta era sólo el catalizador. Una persona buena como yo había errado el camino y por más remedios que tomara o endorfinas que liberara, un gran vacío en el alma quedaba expuesto. La nieta del viejito fue el sueño de comenzar de cero, partir nuevamente una vida en la que pudiese dejar atrás todos los errores como si no existiesen.

El destino me había arrebatado la esperanza de una segunda oportunidad en la que una mujer maravillosa me acogía y me amaba tal como era. La pena crecía aún más cuando tomaba conciencia de que yo nunca la amé, sólo tomaba lo mejor de ella para poder sentirme feliz. No recordaba muchos gestos de cariño hacia ella ni momentos en donde mi compañía hubiese sido vital para ella. Eso me hacía sentir como un desgraciado egoísta que no era capaz de amar.

Durante todo la tarde  dormí, estaba cansado y desesperanzado, no comí ni bebí nada. Treinta y seis años llevaba recorriendo un mundo, el cual creía haber conquistado y tomaba conciencia de que no era nadie. ¿De qué había servido ser de los mejores?, capaz de levantar proyectos y generar rentabilidad. ¿De qué servía ser admirado y deseado por muchas mujeres que quisieron disfrutar momentos de placer conmigo. ¿De qué servía todo lo material que había logrado tener? o ¿de que servían las ricas comidas, los buenos hoteles, viajes y el sabroso ron?. No servían de nada, un alma vacía es incapaz de conectar todos los recuerdos y los placeres y transformarlos en bienestar. Quizás a un alma vacía el cuerpo no le permite generar endorfinas. Yo volvía a sentir que mi alma estaba vacía.

Por más que hacía el esfuerzo por no llorar me era imposible, una imagen de la nieta del viejito y una sensación de angustia golpeaba mi pecho. Sin poder controlarlo mis ojos se llenaban de lágrimas hasta que resbalaban con dos líneas que conducían hasta mis labios. Cuando me secaba los ojos en el baño de casualidad veía mi imagen en el espejo. No me gustaba lo que vi, un hombre débil, vulnerado que no era capaz de soportar tal embestida del destino.

Comencé a llenarme de rabia tomé mi teléfono como un acto reflejo y recorría todas las aplicaciones en forma inconsciente y sin rumbo. Cuando me percaté de eso una sensación recorrió todo mi cuerpo, exploté gritando –Porqué te la llevaste hijo de puta- y arrojando mi teléfono contra una pared, segundos después comencé a escuchar una esperanzadora canción.

Sé que hay en tus ojos con sólo mirar
que estas cansado de andar y de andar
y caminar girando siempre en un lugar

Sé que las ventanas se pueden abrir
cambiar el aire depende de ti
te ayudara vale la pena una vez más

Saber que se puede querer que se pueda
quitarse los miedos sacarlos afuera
pintarse la cara color esperanza
tentar al futuro con el corazón

Es mejor perderse que nunca embarcar
mejor tentarse a dejar de intentar
aunque ya ves que no es tan fácil empezar

Sé que lo imposible se puede lograr
que la tristeza algún día se irá
y así será la vida cambia y cambiará

Sentirás que el alma vuela
por cantar una vez más

Vale más poder brillar
que solo buscar ver el sol


La canción “color esperanza” de Diego Torres eran los mensajes exactos que habría recibido por la nieta del viejito. Podía haber sido casualidad que mi teléfono al ser golpeado haya activado algún sensor que colocó esa canción de las más de dos mil que tenía. Otra opción podía ser que la nieta del viejito sí era mi ángel y me quería mandar un mensaje de esperanza para que despertara y volviera a retomar mi vida. Pensé por un rato y la opción que más me convencía era la segunda volví a ponerla dos veces más y en cada frase que cantaba mi alma volvía a recuperar la fe. La nieta del viejito sí era mi ángel y me acompañaría por siempre, -total pensarlo es gratis, a pintarse la cara color esperanza- dije en voz baja y esbocé una suave sonrisa.


Capítulo XLIX, Gerente recargado


Tal como lo dijo Mel Gibson en la película “Señales” hay dos tipos de personas, los que creen en las casualidades y  los que creen en que todo tiene un orden. Las personas que creen en que las cosas sólo pasan a la hora de una crisis se sienten solas y con miedo, saben que las posibilidades de salir bien o mal dependen del azar. En cambio, para  los que creen que las cosas tienen un sentido el resultado de la crisis no tiene relevancia, se sienten tranquilos y acompañados por ser parte de algo superior. Cualquiera sea el resultado de esta era lo que tenía que ocurrir.

Los primeros días del duelo había pertenecido al primer grupo, rabia, pena y un gran dolor era lo que sentía. No lograba sobreponerme a la muerte de la nieta del viejito ni mucho menos aceptarla. Cuando la canción “color esperanza”  se prendió en mi teléfono cambió todo, decidí que eso no había sido casualidad. Decidí creer que era un mensaje de la nieta del viejito que una vez más había querido transmitirme tranquilidad y esperanza. Decidí también creer que su muerte tenía un significado, lo que me llevó a pertenecer al segundo grupo. Esto no implicaba que la pena o el dolor desapareciera, pero si daba paso a la aceptación que es una señal importante para salir de una depresión.

Antes de ir al trabajo decidí pasar por el departamento de la nieta del viejito, otra despedida simbólica, ahora del que sería el lugar donde habíamos acordado vivir juntos. Cuando llegué la puerta del departamento estaba misteriosamente abierta y decidí a entrar. Cuando me di cuenta que los que habían ingresado eran los padres traté de irme sin que me vieran, pero algo me detuvo y me hizo saludarlos. Él con una mirada seria me preguntó por qué había entrado y le dije que porque me venía a despedir. Inmediatamente después la madre me lanzó una mirada con la que mostró sorpresa, pero también que sabía de mí. De seguro la nieta del viejito le había contado de nuestra relación y ella había querido conocerme. Me presenté y  dije que era el novio de su hija y que habíamos decidido vivir juntos antes del accidente.

El padre miró con sorpresa a la madre, quien se paró y me pidió que me sentara. “Mi hija me habló muy bien de usted, ella lo amaba como nunca la vi amando a alguien” dijo la señora mientras que su marido buscaba con la mirada alguna explicación. -Yo también la amaba, vivimos momentos hermosos los cuales atesoraré de manera especial en mi corazón y me acompañarán el resto de mis días- dije mientras el padre también se sentaba.

Conversamos cerca de una hora, le expliqué como nos habíamos conocidos y lo rápido que había avanzado nuestra relación. -Usted dijo en el funeral que ojalá que la muerta de su hija tuviese un sentido para alguien- dije mientras el afectado hombre asentía con la cabeza. -No creo que una muerte de un ser tan maravilloso como lo fue su hija puede tener algún tipo de explicación que calme el dolor, pero sí puedo decirle que en lo personal tenía que enfrentarme a decisiones que no me hacían sentir orgulloso. En honor al cariñó y ejemplo de su hija decidiré de la manera tal que permitan mantener mi consciencia tranquila- comente para luego despedirme. Muy agradecidos ambos se despidieron afectuosamente.

Cuando llegue a la oficina mi asistente me indicó que tenía varias llamadas del presidente del directorio, de seguro para preguntar por la salida del gerente de recursos humanos. Pedí a la secretaria que llamara a este último para una reunión de inmediato.

-El lunes debía despedirte, el presidente del directorio me exigió tu salida para pagar los costos del escándalo de la gerente de marketing- dije sin llamar la atención de quien se había convertido en uno de mis principales consejeros. “Era de esperarse, la jugada del director obligaba a que alguien pagara los costos y como te necesitan no quedaba más alternativa” señaló el gerente con bastante tranquilidad y dignidad. -He dado muchas vueltas al tema y quiero hacer lo que creo corresponde, por lo que ve a buscar el anexo de contrato que firmamos- instruí para implementar un plan que había definido en el trayecto desde el departamento de la nieta del viejito hasta la oficina.

-Lo firmaremos de nuevo, pero con fecha de seis meses atrás- dije consiguiendo la sonrisa del gerente ya que conseguía el seguro que le permitiría pasar sus últimos años laborales con tranquilidad. Después de la firma me preguntó si esto no me traería problemas y yo le respondí que el día que mostrara el anexo de contrato yo ya no estaría trabajando en esta empresa. Después le pedí a mi secretaria que no me pasara ninguna llamada del presidente, le pedí que agendara con él una reunión cuanto antes. Después de un rato ella me comentó que había logrado fijar la reunión para las cinco de la tarde.

Después junté a todos los gerentes, quienes al observarme con un rostro que marcaba determinación comenzaron a mirarse entre ellos para saber si sabían algo de lo que yo diría.   -Crisis han venido y seguirán viniendo, pero este equipo demostró tener los cojones para saber enfrentarlas. Deben tener claro que la que vivimos recién comienza y su solución no depende de mí sino de ustedes. En mi ausencia les solicito seguir la línea del gerente de operaciones. Él será quien guié y trace el camino para volver a posicionar este proyecto dentro de los exitosos- dije dando protagonismo al gerente que debía ser mi reemplazo.

Ellos agradecieron mi compromiso y por sobretodo el cumplimiento de mi palabra, todos tenían sus objetivos personales bien alineados con los de la empresa lo cual me daba una señal que era un verdadero líder. Cuando salí de la sala de reuniones llamé al barman para que fuéramos a almorzar, no tenía ganas de seguir con la preparación física.
Cuando llegó estaba muy contento, me comentó que había ido a almorzar con la profesora un par de veces y había logrado aprender cómo se conocía a una mujer. Si bien no tendría ningún tipo de relación con la profesora, ella estaba comprometida y enamorada, había logrado hacer una conexión emocional que lo tenía contento. Le pregunté si quería que le presentara a otra mujer y aceptó. Me comentó que tenía noticias en la investigación del director, quería revisar algo antes de entregármela. Le comenté que la batalla ya había sido dada y ganada, no era necesario que siguiera investigando. Insistió en que quería presentarme su trabajo final el día siguiente, que de seguro me interesaría. Sólo por un gesto de respeto a su trabajo acordamos volver a juntarnos a almorzar al día siguiente, ya que el tema del director lo tenía cerrado y no me generaba curiosidad los avances de la investigación.

Cuando llegué a la oficina del presidente me preguntó si estaba todo bien, de seguro mi rostro escondía mis sonrisas características. Había aprendido que cuando alguien en el trabajo te preguntaba como estabas sólo lo hacía en forma de saludo, nadie quería saber de tu estado de ánimo ni mucho menos si este era triste.

“No has cumplido con tu parte del trato, el gerente de recursos humanos no ha sido despedido” señaló mostrando que era un tema que le urgía. “He logrado remover al director ejecutivo del directorio, pero en sus nexos socializó que la empresa pagó de más en su indemnización a la gerenta de marketing por salvar tu imagen”. Comentó sin que yo pusiera atención al resto de sus palabras.

Una vez que terminó de hablar le dije que no despediría al gerente de recursos humanos, mientras yo fuera gerente las decisiones de mi equipo las seguiría tomando yo. Esto hizo cambiar la cara al presidente, le mostraba una señal de poder inapropiada para un gerente general respecto del presidente de un  directorio. “Me dejas sin salida, sino paga él deberás ser tú el que se vaya sin firmar el plan de salida que deseabas. Una vez que te vayas, el gerente de recursos humanos será despedido de igual forma. No estás mostrando racionalidad en tu decisión” señaló buscando lograr cambiar mi postura.

-Si yo estoy aún en esta empresa es porque confías en que la lograré sacar de la crisis no porque te agrade ni porque me tengas cariño. Hoy estuve en una reunión con mi equipo y me di cuenta que no era mi inteligencia ni mi visión de negocio lo que sacaría adelante este proyecto, sino que en este proceso de recuperación vendrán muchos momentos en los que no habrá la certeza de que las decisiones tomadas sean las correctas. Mi lealtad hacia ellos, mi compromiso y el respeto a los acuerdos tomados me dan la credibilidad necesaria que requiere un líder para guiar en momentos de oscuridad. Si quieres contar con mis servicios para liderar esta empresa cuenta con ello. Si necesitas presentar una cabeza para el escándalo de la gerenta de marketing debes presentar la cabeza correcta, la mía. Yo me involucré con ella, yo negocié con ella su salida e instruí al gerente de recursos humanos para que firmara el finiquito. Me preguntaste al principio de la reunión como estaba, bueno te respondo ahora: estoy tranquilo y satisfecho, después de mucho tiempo he tomada decisiones que afectan a otros por el logro de mi objetivo. Hace mucho que no tomaba una decisión que dejara  a mi conciencia en paz” dije con gran convencimiento.

El presidente me dijo que mis palabras hablaban muy bien de mí, pero lo ponía en una situación complicada. “Pones en cuestionamiento mi autoridad al desobedecerme y me dejas sin un culpable para solucionar esta situación”. Dejando un poco de lado la emocionalidad comencé a pensar rápidamente si podía construir una solución diferente al problema planteado. Le dije que si me daba hasta el lunes yo podía pensar en una salida. Si pensaba seguir en los negocios por un tiempo debía dejar al malo que lleva dentro un espacio para pensar alguna solución. Acordamos una reunión para el lunes en la cual realizaríamos definiciones respecto de mi continuidad en la empresa, no así la del gerente de recursos humanos que ya estaba protegido.

Cuando salí de la reunión me fui pensando en cómo arreglar el entuerto que había generado la gerenta de marketing, por más que daba vuelta a las ideas sabía que no tenía herramientas para construir una solución. Una manera de enfrentar este tipo de situaciones es buscar puntos de vistas  y yo debía buscar el más importante de todos. Me hice el valor y me dirigí al departamento de la gerenta de marketing para sostener un particular encuentro.


Capítulo L, Marketing Estratégico


“Sabías que vendrías, te estaba esperando” dijo la gerenta de marketing cuando entré en su departamento. –¿Esperabas que un caballero como yo rechazaría la invitación de una dama?- dije mientras ella abría uno de los botones de su blusa. Ella dijo que le invitación no era fácil de entender, que no le gustaba ser explícita a la hora de expresarle a un hombre cuanto lo deseaba.

Al servir espumante en dos copas alargadas sabía que lo que buscaba era marearme y liberarme rápidamente, hacía muy poco le había explicado que era uno de mis tragos preferidos. Me soltaba con facilidad sin perder la compostura, en reuniones con clientes me ponía cercano y gracioso.

La mujer era maestra en la seducción elegante, cuando me mostró un tatuaje que se había hecho en el cuello, fue imposible que no empezara a besarla desde la oreja hasta hombro. En forma muy delicada me fue desvistiendo mientras me llevó a la pieza.  La noche fue espectacular, muchas vueltas, muchas posiciones nos llevaron a estar despierto hasta las cuatro de la mañana. Mandé un mensaje de texto a mi esposa diciendo que estábamos preparando un directorio con todos los gerentes y llegaría una vez que termináramos.

Después de esa noche, que fue el primer encuentro que tuvimos, las salidas fueron aumentando. Ella con el tiempo fue buscando un espacio mayor, quería convertirse en mi pareja en forma definitiva. Esto no fue una opción, de hecho el quiebre se dio cuando mi esposa me pidió que la despidiera.

Recordando ese primer encuentro llegué a su departamento, debía entender su motivación para haberse prestado para contar parte de nuestra historia en el último directorio.  El ascensor con ventanales  que mostraban la ciudad me hicieron acordarme de la sensación de tranquilidad que había sentido el día que había terminado con ella dos meses atrás.

Cuando entré a su departamento ella me atendió sin estar arreglada, esto nunca había sucedido. Cada vez que la pasaba a ver ella se preparaba mucho, como también el ambiente para lograr seducirme. Ella nunca supo que no era necesario tanto arreglo, un par de miradas y yo habría estado entregado, de todas formas agradecía la preocupación.

“Ya sé a lo que vienes, me dirás que no cumplí mi parte del trato, que fui una mala personas y que…” dijo ella sin terminar la frase por mi interrupción. -Nada de eso, te conozco hace mucho tiempo y no te cuestionaré. Sólo venía para poder entender tu motivación para asistir y hacer ese papel en mi último directorio- señalé pareciendo comprensible. “Eso es algo que siempre me gustó de ti, tu capacidad ser tan directo en los negocios” comentó mientras se dirigió a la cocina. Después salió con dos cervezas de mi marca preferida y nos sentamos a beberlas y conversar. –La verdad es que cuando te vi entendí que era una jugada del director, pero no reparé en cual era tu motivación para estar ahí- dije insistiendo con el tema.

“Tú cumpliste tu parte del trato, la indemnización y el trabajo que me conseguiste en el banco me dejaron bien establecida, claro está que si hubieras agregado una visita semanal tuya el acuerdo habría sido completo” dijo ella coqueteándome sólo sutilmente ya que la última vez que nos habíamos juntado yo la había rechazado y una mujer no se expone a dos rechazos. “Cuando llevaba mi primer mes de trabajo fui citada por un gerente del banco y me dijo que habían llegado rumores respecto de mi trabajo anterior. Me coordinó una reunión con el director de tu empresa quien siempre estaba tratando de golpearte. Cuando me reuní con él me chantajeó y me dijo que si no asistía a un directorio a declarar todo él se encargaría de que me despidieran del banco y me haría la vida muy difícil” señaló ella mostrando que había sido extorsionado con por el director.

Después de beber la cerveza me fui sin saber cómo utilizar esta información, de algo tenía que serme útil, pero no lograba pensar como. La palabra extorsión me hizo recordar a mi abogada, quien podría darme alguna pista respecto de cómo podría manejar esta situación a mi favor. La llamé mientras manejaba al hotel.

Al contarle toda la historia, ella como buen abogado, evitó sus juicios y se concentró en la oportunidad de negocio. “La gerenta de marketing tiene todo un caso para presentar múltiples demandas contra el director y la empresa”. Si demanda a tu empresa con amenazas mediáticas podría costarles un monto de dinero relevante y daños importantes en términos de imagen” indicó la abogada mientras se me ocurría como manejar la situación.

Después llamé a la gerente de marketing para proponerle un negocio. –Esta situación te puede hacer ganar dinero- dije a la gerenta tomando inmediatamente su atención. –Tengo una abogada que podría acompañarte a negociar con la empresa - dije mientras ella comenzaba a elaborar una obvia pregunta, “si demando el director puede hacerme daño consiguiendo que me echen del trabajo” dijo. Yo le respondí que no era así, ya que si la despedían podía ser considerada como un cumplimiento de la extorsión poniendo en cuestión el proceder legal del banco”.

Cuando estaba casi convencida le comenté mi plan, ella debía presentarse en la oficina del presidente junto con la abogada para señalarle que seguiría las acciones judiciales por la extorsión. Cuando el presidente le dijera que debían ver con los abogados ella debía responder que cualquier negociación que quisieran hacer debía ser entre ella y yo. Con esto, el presidente me llamaría para pedirme negociar y aceptaría mis condiciones para un retiro programado.

La gerenta aceptó con la condición de que yo pasara una noche con ella, sin problema habría estado dispuesto a sacrificarme de esa forma. La reciente muerte de la nieta del viejito no me permitía aceptar su proposición. De todas formas ella, al gustarle mucho el dinero, aceptó ser parte del plan. Puse a la abogada en contacto con la gerenta de marketing para que coordinaran los detalles, entre esos los honorarios que sabían que eran altos.

El plan estaba armado y tenía Fe que funcionaría a la perfección, me sentía bien tratando de resolver problemas y encontrando soluciones. La adrenalina que estaba produciendo ayudaba a concentrarme nuevamente en mis actividades,  iniciando el proceso que sería abandonar el duelo. Nunca olvidaría a la nieta del viejito, algunos cambios se estaban produciendo en mí, lo que me hacía sentir muy bien como quien libera una gran culpa o un gran dolor arrastrado por mucho tiempo. El cambio me estaba haciendo bien y lo sentía, era extraña la sensación como si no recordara algo malo que había hecho pero la culpa de ese acto desaparecía de a poco. Era algo no muy racional, pero más importante era algo sanador.

Al llegar al hotel vi al barman que me esperaba para beber un trago, le dije que estaba muy cansado y prefería irme a dormir. El insistió que quería mostrarme el resultado de su investigación. –Te lo dije, el director está derrotado no necesito ahora de tu investigación. Dame unos días para descansar y poder ordenar mis ideas y nos juntamos a que me cuentes los resultados- le señalé con desgano y con una cara que rogaba que me dejara tranquilo.

“Esto no se trata del director precisamente, se trata de tu esposa” dijo el barman consiguiendo mi completa atención. –¿A qué te refieres?- pregunté yo con un rostro que mostraba seriedad. “El tema es delicado, creo que será mejor que nos sentemos para que te lo pueda exponer con mayor tranquilidad” dijo la barman convenciéndome.

Que el tema se tratara de mi esposa en una investigación que había hecho el barman al director hizo que un cosquilleo incomodo se almacenara en mi estómago. Pedí un ron, pensando que podía ayudar a controlar la molestia, pero de nada sirvió. Cuando el mozo me trajo el segundo trago el barman sacó su notebook para mostrarme algunos archivos. –Te pediré que seas rápido y no te des muchas vueltas- dije iniciando lo que sería la revisión de la investigación del barman.


Capítulo LI, El Director, el barman, el gerente y su esposa


Cuando el barman comenzó a hablar de su investigación me di cuenta que la había abordado con mucho profesionalismo. También me percaté que la mayoría de su accionar era ilegal, grabando conversaciones telefónicas, interviniendo correos electrónicos y redes sociales, además de robarse el teléfono del director por un rato.

“¿Sabías que el director está relacionado con tu esposa?” dijo el barman sin generarme sorpresa. Yo le respondí que sí, que sabía que habían sido novios en la universidad y que habían estado en contacto hace poco. “¿Cómo supiste que estaban en contacto?” preguntó en lo que parecía un interrogatorio. –Un día leí un mensaje de texto en el teléfono de mi esposa, el director le decía que se la jugaría por ella y que no olvidaba la última vez que habían hecho el amor” dije bajando la vista en señal de vergüenza.

“También vi el mensaje, no había mucho que cuestionar había una relación y tenía un grado de profundidad más allá de lo que un esposo permite” dijo tratando de ser empático.  Al revisar los mensajes de texto enviados por tu esposa al director no había ninguno guardado  en su teléfono, pero al revisar el tráfico de su cuenta pude encontrarlos.  En Facebook no hubo comentarios que aludieran directamente al director, pero después de recabar toda la información entendí que tu esposa denominaba la relación con el director como el “asunto” con sus amigas” comentó mientras generaba ansiedad en mí. “Imagino que ocupaba esa clase de códigos por miedo a que investigaras su cuenta” dijo mientras yo respondía que no sabía alzando los hombros.

“Los mensajes de Facebook no era concluyentes, ya que se entendía que se basaba en hechos que conocía tu esposa y sus amigas, ya que en ningún mensaje fue explícito. Lo que sí pude interpretar es que hubo un encuentro una semana después a que te vinieras al hotel, además coincidían con la fecha de los mensajes de texto enviados por tu esposa al director. Juntando toda esa información y la del mensaje de texto que leíste concluí en ese momento que  ese día tu esposa y el director tuvieron un encuentro sexual en la que ella le contó que tú estabas tratando de reconquistarla. Los antecedentes indicaban que ese día se habían despedido, ya que ella quería solucionar los problemas contigo” dijo el barman mientras que yo me conectaba con la pena que había recibido al leer el mensaje pero ahora la convertía en rabia como mecanismo de desconexión del dolor.

“Todo estaba muy claro hasta que me decidí a ir por la información que guardaba el director en su teléfono. Un día fui a las oficinas donde él trabaja y le quité el teléfono por un par de horas mientras hacía una copia de seguridad de toda la información. Después dejé el teléfono en su auto para que pensara que lo había olvidado ahí”, comentó mientras yo me preguntaba hacia dónde iba con la historia.

“Una vez que tuve toda la información en mi notebook la comencé a analizar con gran sorpresa. En la librería de fotos tenía muchas imágenes de tu esposa que eran tomadas sin que ella se diera cuenta, parecía acechando. También había muchas fotos tuyas, dentro de las cuales una entrando a un motel con la gerenta de marketing, con tu secretaria y en un departamento con una linda mujer días antes de que te echaran de la casa” dijo mientras yo olvidaba que la historia se trataba de mí y me interesaba como quien ve una película.

“A expertos de Facebook les pedí que revisaran toda información que hubiese borrado tu esposa desde su cuenta y lo más relevante habían sido estas fotos que fueron enviadas un día antes de que te expulsaran de tu casa. Quien las mandaba parecía ser una cuenta anónima, ya que tu esposa no había tenido ningún tipo de comunicación con esa cuenta” comentó mientras yo entendía como se había enterado de esas infidelidades, las que me había enrostrado el día que me dijo que mis maletas habían sido despachadas al hotel.

“Para mí todo estaba claro, él director había mandado anónimamente las fotos generando vulnerabilidad en tu esposa. El al acogerla había logrado que se acostaran, pero tu esposa había decidido seguir contigo dado que comenzaste a jugártela por ella” señaló mientras yo asentía con la cabeza declarando estar de acuerdo.

“Todo era claro hasta que vi las grabaciones” dijo y yo inmediatamente lo interrumpí preguntando a que grabaciones se refería. “El director tenía una práctica oscura, grababa sus conversaciones y después las guardaba para utilizarlas de alguna manera, probablemente extorsionando” así al menos vi en una grabación que hablaba con la gerenta de marketing obligándola a ir a un directorio para hacer una especie de declaración en tu contra” dijo el barman mientras mi mente cuadraba perfectamente con la información entregada por la gerenta horas antes.

-Mándame esa grabación por correo, la necesito urgente- dije al barman mientras este me miró como si yo fuera idiota y me dijo que este tipo de información no se circulaba por correo electrónico. Sacó un pendrive y copió la grabación de la gerenta de marketing y me lo pasó. Yo llamé a la abogada, quien me dijo que se debía ser cuidadoso al usar esa grabación, ya que explicar en un tribunal como se había obtenido sería un remedio peor que la enfermedad. De todas maneras quedé en enviársela esa misma noche, por lo que coordiné rápidamente con el hotel para que me pidieran un taxi urgente con el pendrive a la abogada.

Una vez realizada la operación volví a sentarme con el barman para seguir con el relato de su investigación. “Al ver que las grabaciones tenían fecha busqué todas aquellas que coincidían con la fecha en que tu esposa había mandado los mensajes de texto al director, fecha del supuesto encuentro.  Ese día el director grabó más de diez llamadas, dentro de las cuales estaba una que sostuvo con tu esposa” señaló generándome pudor, me incomodaba de sobremanera que el barman me relatara o me hiciera escuchar a mi esposa en una escena de sexo. “Al escuchar que la grabación contenía un dialogo entre el director y tu esposa el día que se juntaron. El día que la escuché fui a buscar papas fritas y bebidas para oirla en forma cómoda” bromeó el barman consiguiendo enfurecerme”. –Mira hijo de puta, si me vas a relatar tu investigación espero que no me jodas con tus pendejadas - dije dejando salir la rabia que me producía el comentario, pero mucho más la rabia que me producía el imaginarme la escena de mi esposa con otro hombre.

“Tranquilo gerente, déjame seguir” dijo el barman bajando la tensión a la conversación. “Cuando escuché la grabación me llamó la atención de que se escuchaba un ruido ambiente que hacía pensar que el lugar era público” señaló el barman desorientándome. “También se escuchaban ruidos metálicos como hechos por cubiertos que golpean platos de comida, por lo que deduje que era un restorán. El director hizo una serie de declaraciones a tu esposa, de lo mucho que la había amado, del dolor que había sentido cuando lo había abandonado y de que estaría por siempre enamorado de ella. Tu esposa agradecía todas las palabras como si les diera valor, sin ser psicólogo me atrevería a decir que las agradecía no por quien las decía sino por falta de cariño” dijo el barman haciendo que yo bajara la vista en señal de que le deba crédito a su supuesto. “Él realizó numerosos intentos por volver con ella, pero ella decía que estaba enamorada de ti, que no estaban en su mejor momento, pero que tú te la estabas jugando por ella y era algo que creía daría resultado” señaló el barman generándome un sentido de culpa que se iba cuando recordaba que el mensaje de texto que había mandado el director hablaba que habían hecho el amor. Cuando le mencioné al barman este punto me pidió que le dejara seguir con la explicación.

“Tienes razón en tu punto, yo hasta ese momento no lograba entender cómo se habían coordinado para hacer el amor, ninguna plataforma comunicacional parecía haber sido usada para agendar el encuentro. Llegué a pensar que quizás la primera vez que se vieron había sido en forma fortuita, se tomaron un café que terminó tan caliente que los condujo a un motel” comentó el barman volviendo a irritarme. –Imbécil no te aguantaré más idioteces, termina de contar la historia antes de que me caliente y te saque a patadas del lugar- dije evidenciando lo mucho que me molestaba el tema que incluso me hacía perder el control.

“Termino con esto, no seas grave. Al final del encuentro el director dijo que la última noche que habían pasado haciendo el amor había sido maravillosa, ante lo cual tu esposa dijo que eso había sido hace mucho tiempo. Revisé el mensaje de texto y la frase era exacta a la que salía escrita. Cuando la escribió no se refería a un encuentro reciente sino a un encuentro cuando eran novios” dijo el barman haciendo que un intenso cosquilleo se apoderada de mi estómago.

Esto me ponía alegre por un lado, pero por otro me llenaba de un sentimiento de culpa. Yo no sólo había pensado que mi esposa me había sido infiel, sino que incluso había estado metida en una conspiración en mi contra. Yo había abandonado todo intento de reconquistarla porque pensaba que era una relación quebrada, destruida y pese a todo ella seguía con la ilusión de volver conmigo. No podía entender como había estado tan equivocado, la relación con mi esposa que yo había definido que era en el dar era todo lo contrario, era en el recibir. Recibía de ella el perdón por la infidelidades, recibía de ella el mantenerse a mi lado pese a que mi atención y cariño habían disminuido producto del trabajo, recibía de ella la esperanza de volver a tener aquella relación de dos jóvenes enamorados que habían extraviado el camino y que volverían a encontrarlo, recibía mucho más de lo que cualquier hombre podría recibir. Por mi parte había sido un hombre muy infiel, centrándome en cosas irrelevantes como lo era el trabajo. Había comenzando una relación seria con la nieta del viejito, en quien buscaba todo lo que veía que no había recibido de mi esposa. En el fondo siempre supe que a mi mujer nunca la había dejado de amar y la maravillosa nieta del viejito había sido el más bello escondite que podía haber tenido para pasar aquella tormenta de dolor que había presagiado que vendría.

La investigación me había dejado más confundido aún, no sentía que era justo en honor a la nieta del viejito salir corriendo a los brazos de mi esposa, como tampoco deseaba perderla. Decidí darme un tiempo para aclarar todas mis emociones y dar solución a mi vida de una vez por todas. Mientras debía terminar de resolver la historia laboral que cada vez estaba mejor encaminada.


Capítulo LII, El Negociador

 

Cuando la abogada me llamó para contarme de la reunión sostenida con el presidente del directorio noté en su tono que las cosas habían funcionado bien. “Nunca pensé que sería capaz de sacar la grabación y hacérsela escuchar” dijo la abogada  antes de explicarme que el presidente se negaba a creer en la extorsión por parte del director. Había dado un discurso de la honestidad y la alta ética de los miembros del directorio que lo llevó a apretarse los dedos cuando  la abogada mostró la grabación. “Le dije que jamás reconocería la existencia de ésta, pero que debía tener claro que el hecho existía y que tenía otras pruebas con las que podía abordar el delito. También le dije que el caso sería tomado por un famoso abogado que representaba causas sociales y tenía una tremenda conexión con los medios. Ese abogado nunca iba a juicio, hacía daño a la empresa con declaraciones en todos los medios de comunicación y con eso las empresas preferían negociar una salida rápida” contaba la abogada con bastante excitación.

 

Tal como lo habíamos previsto, el presidente trató de delegar el caso a sus abogados. La ex gerenta de marketing dijo en forma tajante que los abogados negociarán las clausulas legales, pero ella negociaría su compensación sólo con el gerente general de la empresa. El presidente trató de persuadirla, pero ella no dio a espacio para negociar.

 

El presidente no quería un escándalo como este, yo sabía que su reputación era su principal activo. Antes de terminar de hablar con la abogada mi secretaria me avisó que éste me estaba llamando en forma urgente. Para jugar un  poco con su ansiedad decidí no atenderlo hasta antes de almuerzo. Para hacer tiempo jugué angry birds logrando buenos resultados.

 

Cuando devolví la llamada al presidente, éste me invitó a almorzar indicándome que quería ver un tema conmigo. Le pregunté si era muy urgente, comentándole que tenía una reunión importante fijada con un cliente. Esto era una mentira, pero hacerlo poner carácter de urgencia respecto del tema me daba más poder.

 

En el almuerzo se mostró muy cercano y agradecido por mi asistencia. –Si me citaste por el tema del gerente de recursos humanos aún no he logrado darle la vuelta para poder ofrecerte una solución satisfactoria para todos- dije para que ese tema  perdiera peso relativo respecto al problema de la potencial demanda de la ex gerenta de marketing. “Ese ya no es un problema, el pendejo del director manejó las cosas de la manera más reprochable” señaló como introducción a la descripción del problema. Lo escuché sin interrumpirlo, se veía que el tema lo afligía y necesitaba de mi apoyo. –No me acostaré con ella si eso es lo que busca al querer negociar conmigo- dije para hacerlo sentir que ser parte de esto era algo que no me acomodaba.

 

El presidente me dijo que creía que yo manejaría el tema con bastante éxito, él confiaba en mis capacidades negociadoras y creía que manejaría bien el tema. -Tenemos un asunto pendiente, que arreglar- dije llevándolo al tema que él sabía que tocaría. Los años que trabajamos juntos le daba el conocimiento suficiente de mí y sabía que con su solicitud de negociar con la ex gerenta de marketing yo negociaría mis condiciones para mi retiro. “Te traje este documento, tiene todo los puntos acordados en nuestra última reunión” indicó el presidente mientras me pasaba una carpeta que tenía un anexo de contrato que incluía los acuerdos logrados una semana atrás. Pensé hacer el gol de taquito haciendo que reconociera que echar al gerente de recursos humanos había sido un error de su parte. Con mi anexo y el del gerente de recursos humanos firmados el objetivo estaba cumplido, tratar de hacer el gol de taquito era un lujo innecesario que sólo traía beneficios a mi orgullo, no le dije nada.

 

Acordamos un monto máximo para entregar a la ex gerenta de marketing equivalente al treinta por ciento de lo solicitado. Este estaba por debajo de las expectativas que la abogada había generado, por lo que mi trabajo aún no terminaba.

En la tarde nos juntamos en el bar del hotel la abogada y la ex gerenta. Ellas muy emocionadas creían que habían conseguido un monto equivalente al triple del que tenía yo asignado para negociar. –Me fue muy mal, el presidente del directorio me llamó para interceder contigo para que depongas cualquier acción legal. Él tiene cámaras en su oficina y está analizando una demanda de extorsión al mostrar la grabación ilegal que le enseñaste en su oficina- dije poniendo nerviosa a la abogada. Negociar con la ambición de ambas era imposible, por lo que debía simular un costo alto a la abogada para que ella me ayudara a bajar la expectativa de la ex gerenta. Ella entendió que una demanda de la empresa contra ella, poniendo en cuestión su actuar ético, la ponía en una situación complicada.

 

La ex gerenta se incomodó parándose de la mesa diciendo que parecía que yo me había puesto débil para negociar. La abogado la calmó diciéndole que hasta ayer no tenía nada, hoy habría que buscar ver cómo obtener una ganancia. Les pedí que me dejaran terminar de hablar y les dije que no había querido negociar con el presidente, ya que creía que en un escenario así no lograríamos nada. Prefería hacerlo parte de la negociación de manera que fuera aprobando montos menores.

 

En forma muy hábil bajé la aplicación “fake call” del Appstore de Apple y la configuré para que simulara llamadas del presidente. Dejé mi teléfono en la mesa y un minuto después este mostraba una llamada suya a vista de todos. Tomé el teléfono y comencé a fingir una conversación indicándole que su solicitud fue imposible. –Tuve que recurrir a manipularla emocionalmente para que no se fuera. Por su parte, a la abogada no le importa que la demandes- dije haciendo un guiño con el ojo a las mujeres que ponían completa atención a la conversación. –Así es, logré detenerla pero será imposible negociar una salida sin una indemnización- hablé haciendo una pausa para simular que él me hablaba mientras yo hacía un gesto con el dedo para señalándole a las mujeres que él me estaba hablando. –Entiendo, lo haré notar que ese es tu techo- dije para luego cortar.

 

Les comenté que la supuesta llamada había terminado con que el presidente me autorizaba a negociar con un techo del diez por ciento del monto que habían solicitado. “Por ningún motivo aceptaré esas migajas” dijo al ex gerenta mientras la abogada la tomaba del brazo. –Conozco al presidente, si dijo un diez por ciento es porque se está guardando algo más- dije agregando que cualquier indemnización negociada sería imposible en los órdenes de magnitud con los que se habían hecho expectativas.

 

La abogado señaló que ya era un avance tener algo, hasta el día de ayer no había dinero sobre la mesa y diez por ciento era bastante más que nada. “Un mal acuerdo es mejor que un buen juicio” dijo la abogado, frase clásica que es utilizada cuando los expertos en derecho no desean ir a juicio.

 

Después de un rato que logramos calmar a la ex gerenta, volví a simular una conversación con el presidente, esta vez simulaba que lo llamaba yo. -Imposible el diez por ciento, debes dejar lo que estás escondiendo sobre la mesa. Acuérdate que te dije que yo no me acostaría con ella para cerrar esta negociación- dije obteniendo una mirada de odio por parte de la ex gerenta. –Mira no sé si lo logre cerrar con esa cifra pero te llamaré para contarte- dije e inmediatamente después corté el teléfono.

 

Les comenté que teníamos un dieciocho por ciento sobre la mesa y estábamos acercándonos al límite. –Debemos ser cuidadosos, estamos entrando en el sector en donde si le toco el orgullo al presidente manda todo a la mierda y nos quedamos sin nada- señalé dando tensión a la situación. La abogada dijo que el monto era bueno y quizás mejor de lo que un juez pudiese otorgarnos. “No entiendo, ayer me decían que podíamos sacar cinco veces lo que nos están dando y ahora tratan de convencerme de que lo que me ofrecen está bien” dijo la ex gerenta. “Es correcto, pero todo dependía de su voluntad de negociar. Un juicio es el peor de los escenarios, ¿te imaginas dando explicaciones en el mercado respecto de este juicio?, ¿te gustaría estar explicando de que fuiste amante del gerente general de tu empresa?. Creo que debes pensarlo bien, hoy logras ganancias que hasta ayer no tenías sin ningún costo” indicó la abogada.

 

El ambiente estaba preciso para meter el gol, la ex gerenta ya aceptaba que no lograría el monto esperado. Yo debía hacerla sentir que ganaba para que así quedara en un estado emocional positivo. –Estoy de acuerdo que este monto no es compensatorio, yo voto por jugarnos todo al veinticinco por ciento- dije consiguiendo el apoyo de la ex gerenta de marketing. La abogado mostró preocupación por la jugada poniendo toda la tensión necesaria para que se sintiera que era un todo o nada. Mientras discutían volví a aplicar el programa recientemente bajado para simular una llamada del presidente hacia a mí.

 

Cuando sonó el teléfono y las mujeres vieron que la pantalla de mi teléfono volvía a aparecer una llamada del presidente, me demoré en contestar para darle aún más suspenso al ambiente. Miré a la ex gerenta para conseguir su aprobación de la jugada y asintió con su cabeza. –¡Esto se fue a la mierda!, la mujer está histérica, si no la calmo con un beso se va y te quedas con un juicio que creo se puede evitar- dije haciendo una pausa para que pensaran que me respondía el presidente. Hacía muchos gestos ante las miradas fijas de las mujeres. –Te lo dije, no me quería acostar con esta mujer pero será parte de la solución. Estoy dispuesto a cerrar este puto problema, pero necesito ofrecer un veinticinco por ciento- dije volviendo a hacer una pausa. –Mira, si no me das el veinticinco no sólo no cierro un acuerdo, sino que hoy mismo te dejo mi carta de renuncia sobre tu escritorio- señalé con fuerza mientras las mujeres estaban muy nerviosas. –Ok tenemos un acuerdo, te informo en un par de horas, ya que tendré que poner de mi parte en mi habitación del hotel para cerrar un acuerdo- dije mientras las mujeres comenzaban a sonreír.

 

Cuando les comenté que teníamos un trato ellas se abrazaron como si hubiesen logrado su meta, le dije a la abogada que el Lunes debía cerrar el acuerdo con los abogados. Después que se fue la abogado, la ex gerenta me dijo que si era en serio eso de que cerraríamos el acuerdo en mi habitación. Toda esta tensión la había excitado y le parecía atractiva la propuesta. En condiciones normales era una oferta irresistible, pero pasaba por un estado emocional que no me permitía siquiera pensar en sexo con la ex gerenta. Como el buen caballero que soy le di una salida digna con un beso grande diciéndole que no sería capaz de meterme sólo una vez con ella. Yo estaba tratando de arreglar mi vida y le pedía ayuda.

 

La ex gerenta se fue conforme con la negociación y sin lesiones en su ego. Por mi parte me fui a dormir ya que cada debía comenzar a prepararme, sabía que muy pronto debía enfrentarme a la solución definitiva de mis problemas, lo cual me tenía con una sensación extraña.

 

Mandé un mensaje de texto al presidente diciendo que había logrado cerrar por debajo del techo que habíamos acordados. Cinco minutos después me llegaba un mensaje devuelta que decía: “brillante, no me esperaba menos de ti”.

 


Capítulo LIII, November Rain

 

El Sábado desayune con el barman para coordinar un almuerzo con la actual gerente de marketing de la empresa. Le comenté todo acerca de ella, de donde provenía, sus estudios, sus preferencias literarias, miedos, desafíos, etc. –Lo primero que tienes que entender es que es una mujer sola, a la que no le gustan los hombres que la abordan para conquistarla. Debes controlar y esconder la ansiedad, te debe mirar como alguien a quien ella desee conquistar. Debes preocuparte porque ella sienta que sería difícil atraparte, pero por otro lado ser un caballero que deja las puertas abiertas a la seducción- le indiqué al barman mientras este me miraba como si yo le hubiese hablado en chino.

 

Cuando comenzamos a hablar de su experiencia con la profesora me comentó que fue increíble la sensación de romper corazas. “¿Me vas a creer que esa dura mujer golpeadora de nalgas tiene un conejo al que trata de hijo?” comentó el barman sorprendido del descubrimiento que había hecho. “A todo esto me parece que estás con menos mujeres, ¿te estás convirtiendo en un galán en retirada sensei?” dijo el barman en lo que él consideraba una broma y yo pensaba que era la realidad. Haber rechazado, por segunda vez, una propuesta sexual de la ex gerenta de marketing de la empresa no era trivial. Eso me decía que yo me estaba preparando para enfrentar el momento clave de mi vida. Justo cuando el barman me insistía en que algo me estaba pasando se escuchó en el restorán la canción “Have you ever seen the rain” del legendario grupo Creedence.




A lo largo de mi vida  me fui dando cuenta que la mente tiene un proceso extraño de selección de información. Es tanta la cantidad de datos al que son expuestos nuestros cerebros que estos filtran sólo la información necesaria para ser analizada por nuestro consciente. Eso me pasó con la letra de la canción, miles de veces la había escuchado antes y nunca había reparado en su significado.
Have you ever seen the rain (Traducida)

Alguien me dijo hace mucho
Que hay calma antes de la tormenta
Lo sé
Ha sido así durante un tiempo
Cuando acaba es cuando ellos dicen
Lloverá un día soleado
Lo sé
Resplandeciendo como el agua

Quiero saber si
¿Has visto alguna vez la lluvia?
Quiero saber si
¿Has visto alguna vez la lluvia?
Cayendo
En un día soleado

Ayer y los días anteriores
El sol no calentaba y la lluvia era fuerte
Lo sé
Ha sido así todo el tiempo
Nunca se detiene. Así es como va
A través del círculo, rápido y despacio
Lo sé
Me pregunto si no se puede detener

Quiero saber si
¿Has visto alguna vez la lluvia?
Quiero saber si
¿Has visto alguna vez la lluvia?
Cayendo
En un día soleado

Yeaaaa

Quiero saber si
¿Has visto alguna vez la lluvia?
Quiero saber si
¿Has visto alguna vez la lluvia?
Cayendo
En un día soleado

“La calma antes de la tormenta” o “la lluvia en un día soleado” eran frases que llegaban profundamente a mi interior. No sabía si la calma venía antes o después, deseaba de corazón que todo lo que me había tocado vivir fuera la tormenta y ahora viniera la calma. Esa mañana con un sol radiante no me generaba el estado de ánimo que correspondería en una situación normal. La melancolía por las relaciones de la nieta del viejito y el darme cuenta del profundo amor de mi esposa me hacían sentir como si cayera lluvia en ese día soleado. Por otro lado sabía que debía enfrentar los problemas de fondo lo cual sería una gran tormenta y debía aprovechar los días de calma que empezaba a vivir para cargar fuerza.

 

Cuando el barman me volvió a interrumpir preguntándome que era lo que me pasaba, lo miré a los ojos y le dije: -¿Has visto la lluvia caer en un día soleado?-, ante su desconcertada mirada me paré y le dije que nos veríamos a la hora de almuerzo.

 

En mi habitación jugué un rato con mi teléfono, sin saber que hice llegué a la lista de los contactos e inmediatamente después estaba en mi pantalla el teléfono de mi esposa. Cerca de veinte días llevaba sin verla cuando su foto acaparó mi atención. Quizás casualidad o una simple jugada de mi inconsciente hicieron que el número se marcara sin que yo hiciera nada por cortar la llamada. “Aló, ¿eres tú?, responde tengo ganas de hablar contigo” dijo mi esposa antes de que yo le colgara. No sentía que estaba preparado aún para acercarme a ella como tampoco sentía que había pasado el suficiente tiempo de la muerte de la nieta del viejito para poder acabar con un duelo que estaba decidido a llevar por un tiempo, respetando todo el cariño que me había entregado.

 

Cuando desperté me di cuenta que había dormido un par de horas y había tenido pesadillas que involucraban a mi esposa. No recordaba de qué se trataban, pero un intenso dolor en el estómago me llenaba de preocupación. Me fue imposible evitar llamarla para saber si había algún problema. –Hola, ¿estás bien?- pregunté por el teléfono iniciando la conversación. “Estoy bien, un poco preocupada por ti. No hemos hablado en varias semanas y hoy me llamaste sin contestar, ahora me llamas preocupado” respondió ella. Yo le comenté que la llamada sin contestar debió haber sido casualidad y ahora la llamaba por una pesadilla que había tenido. “Mi amor estoy bien, sólo quiero saber cuándo nos vamos a juntar, tenemos una conversación pendiente” señaló ella haciéndome enfrentar lo que no quería. Sabía que el volver con ella significaba partir con la verdad, reconocerle las innumerables ocasiones en las que le había sido infiel, mi decisión de ir a vivir con la nieta del viejito y cómo la muerte de ésta  había marcado mi vida. “Honesticidio” habría dicho un jefe quien me recomendaba ser inteligente a la hora de decir la verdad. Según él, las personas no queremos saber todo, sólo lo suficiente para poder seguir adelante. Esto no se trataba de mi esposa sino de mí, yo no podría iniciar una relación franca si no obtenía su perdón. El engaño debía desaparecer y para ello yo debía transparentar todo mi comportamiento. Mi consciente me hizo ver en forma racional que esa era la tormenta que debía enfrentar, pese a que no saltaban emociones cuando pensaba en eso. En general cuando nos conectamos con problemas pendientes de solucionar estos logran cuadrarse con una sensación de ansiedad, este no había sido el caso. Acordé con ella que nos veríamos el lunes a desayunar en el hotel.

 

A la hora de almuerzo el barman llegó con una elegancia que no había mostrado hasta ese minuto. “Aunque la mona se vista de seda mona queda” decía el refrán, pero para mí una mona bien vestida siempre marcaba una diferencia. La gerenta fue al baño mientras nos quedamos conversando. –Te estás haciendo asesorar en imagen con expertos- dije al barman quien respondió sólo con una risa que indicaba que no daría mayor explicación.

 

Cuando volvió la gerenta ambos nos paramos y el barman movió su silla para que se sentara, lo cual fue devuelto con una sonrisa como gesto de agradecimiento. El tema de conversación fue el correcto manejo de la crisis que se estaba dando en la empresa, cuando hizo referencia al director dio la entrada al barman para que se introdujera. “Si hablan de la misma persona que pienso les puedo decir que es un enfermo” señaló acaparando la mirada de atención de la gerenta. “Ese tipo es un psicópata, me enteré que saca foto a escondidas a las mujeres y que graba y guarda sus conversaciones” comentó mientras la gerenta le preguntaba de donde sabía esa información. “Sólo te diré que lo conozco bien, no puedo dar más detalles” dijo el barman apoderándose de una imagen de misterio que en general atrae a las mujeres.

 

En el almuerzo él sólo hacía algunas bromas con las que yo me reía sólo para que no quedara mal, de todas formas la gerenta declaraba gustarle su estilo de humor. Un hombre bien vestido, cortés, misterioso y capaz de hacer reír a una mujer lo encaminaba muy bien. Le faltaba mostrar tener una gran sensibilidad e inteligencia para convertirse en un hombre atractivo para la gerenta.

 

Cuando la gerenta me habló que estaba preparando una estrategia de marketing en redes sociales el barman dijo que él al igual que el @Gerente2012 creía que Facebook moriría y que twitter era la herramienta que mejor se adaptaba al libre mercado. Yo pregunté quién era ese gerente, reacción natural que tenía cuando salía en conversaciones mi personaje de twitter. Ella señaló que también lo seguía y le parecían inteligentes sus comentarios, el barman señaló que lo conocía en persona haciéndome poner muy nervioso.

 

La gerenta insistió en que el barman le dijera quien era el dueño del personaje o que le diera alguna información adicional. El barman le dijo que si almorzaban le daría más detalles del personaje, la gerenta aceptó de inmediato y agendaron para la siguiente semana.

 

Casi al final del almuerzo una inesperada lluvia de noviembre comenzó a caer a pleno sol, el barman dijo que esto le recordaba una canción de Creedence y ella le comentó que la conocía y era de su gusto. Sin pensarlo, éste se paró y desapareció por unos minutos. Cuando volvió le dijo si le concedía un deseo él lo pagaría con creces,  generando en la gerenta un rostro que se debatía entre curiosidad y preocupación. “Confía en mí, si te gusta Creedence te gustará” dijo e inmediatamente después la tomó de la mano y la llevó a la puerta del hotel ante mi total sorpresa. Cuando llegaron a la entrada le dijo algo que por la distancia era imposible para mí escuchar. Ella se rió y comenzaron a bailar al ritmo de la canción “Have you ever seen the rain” que de seguro el barman había conseguido que la tocaran en todo el hotel. Después de unos pasos la mujer se entregó a la singular experiencia y aceptó a bailar bajo la lluvia unos minutos.

 

No había dudas, el barman había sido un tremendo alumno o quizás un tremendo seductor que sólo se entretuvo conmigo haciéndome tomar el papel de profesor. La verdad eso no importaba, la escena era bella y era admirada por unas treinta personas quienes sonreían en señal de agrado. Yo sentí que mi parte del trato estaba hecho, dejé una nota que indicaba que me sentía mal y que había preferido retirarme a mi habitación.

 

El ver esa tarde de noviembre llover en un día soleado me comenzó a dar una gran tristeza que se agudizaba con la soledad. Para evitar conectarme con ésta decidí organizar un asado al aire libre con mis gerentes y sus familias para día siguiente. Mi grupo de gerentes se merecía una celebración por lo que habíamos logrado y debía reforzar que el camino que seguíamos era el correcto, lo que lo hacía ser una excusa perfecta para no enfrentar la pena y la tormenta que sabía que se avecinaba.


FINAL (Parte 1/2)

Capítulo LIV, La celebración

 

Cuando el gerente de recursos humanos me propuso hacer el asado en su casa acepté de inmediato, con su gusto por la parrilla me ahorraría la molestia de preparar el asado. No soportaba transpirar al lado del fuego y quedar con olor a humo y carne asada. Además el se encargaría de la contratación del personal necesario para apoyar el mini evento. Yo quedé en pasar a comprar el vino, lo que me permite marcar una distinción de estilo con sólo comprar botellas caras.

Me preocupé de llegar de los últimos, así disfrutaría hacerme notar una vez más. Los saludos cordiales mostraban una alegría sincera por cómo, entre todos, estamos saliendo de la crisis de la empresa. El gerente de recursos humanos estaba con su esposa e hijas, el gerente de operaciones asistió con su esposa y sus dos hijos de catorce y doce años de edad. El gerente comercial llevó a la que era su tercera esposa, cuerpo de modelo, silicona y muchas curvas que a él le encantaba que ella mostrara. Mi gran sorpresa fue ver que la gerenta de marketing invitó al barman presentándolo como un amigo. Cuando pasó por mi lado, le dije que el alumno había superado al maestro, él respondió con una sonrisa de agradecimiento.

El gerente de recursos humanos nuevamente se hizo cargo de la parrilla mientras sus hijas ayudaban a atender a los invitados, formación un tanto machista impuesta por el padre. Cuando la hija mayor del gerente me ofreció un aperitivo me regaló una sonrisa en señal de que ya no estaba molesta. –Nunca fue mi intención incomodarte, pero tu padre es un hombre bueno y no me gustaría hacerle algo que le doliera- dije acariciando gentilmente su brazo. “Te entiendo perfectamente, mi padre es el ser más maravilloso de la tierra y creo que si supiera que su hija anda acosando a su jefe le dolería mucho” dijo ella acordando que la casi arrancada sería un secreto que no saldría de nosotros. Al seguir ofreciendo aperitivos hizo que su mano izquierda rosara mi entrepierna, marcando que el juego no necesariamente había terminado.

Cuando me pidieron hacer brindar me lucí. –Muchos celebran los logros de las personas que están a cargo de los proyectos, pero olvidan que para poder concentrarse en hacer bien el trabajo hay una familia atrás apoyándolos. Quiero agradecer y reconocer a las parejas de los gerentes, quienes los apoyan día a día para poder trabajar mejor” dije mientras veía como las esposas de éstos asentían con la cabeza y aplaudían después.

Mientras almorzábamos las anécdotas reinaron las conversaciones, sólo las graciosas fueron las relatadas. Nuevamente salía el director como personaje principal, se decía que tenía un mal que lo hacía transpirar en una situación de estrés como ocurrió en su primer día en la empresa.  El gerente comercial lo ponía como adicto al sexo crudo por el escándalo con los travestis. Por su parte, el gerente de operaciones lo describía como una persona sin ninguna capacidad de control de sus finanzas por la escena en donde todas sus tarjetas fueron rechazadas. Cada día se construían más historias en donde el director era un personaje repulsivo y perdedor. Me llamaba la atención como somos las personas, con poca evidencia nos permitimos emitir juicios de valor y estigmatizar sin dar espacio a conocer realmente los hechos. El daño de imagen que sufrió el director no me generaba culpa, era parte de los costos que se llevaba por dar una batalla con un animal como yo.

La hija mayor del gerente de recursos cuando preguntó si yo me involucraba con mujeres dentro de la empresa logró poner el ambiente muy tenso y miradas de su padre sobre ella en señal de desaprobación. La gerenta de maketing salió al paso diciendo que en lo que a ella le había tocado ver yo era un caballero muy correcto respecto de la relación con las mujeres de la empresa. Yo pensé que eso había sido suerte, cualquier otra mujer de la empresa hubiese respondido con lujo de detalles.

Cada uno de los gerentes comenzó a hacer un salud en mi nombre, el gerente de recursos humanos brindó por haber visto a un joven arrogante convertirse en un hombre arrogante, causando la risa de todos incluso la mía. “Brindo por haber conocido un verdadero líder que conocía las preocupaciones y sueño de sus equipos. También brindo por nuestro gerente general” dijo el gerente de operaciones en lo que ya se convertía en un juego gracioso. “Brindo por el segundo hombre más galán que he conocido en mi vida” dijo la gerente de marketing mientras le tomaba la mano al barman. “Más que un jefe un amigo, más que un amigo un hermano por el cual brindo hoy” dijo el gerente comercial en un discurso un tanto cínico, pero esperable en este tipo de gerentes. –Brindo por una experiencia, brindo por grandes seres humanos, brindo por una victoria, brindo por los caídos y brindo por el futuro próspero que seguiremos construyendo como equipo- dije mientras conseguía los aplausos de todos.

Esa tarde fue especial, sentí un deseo extraño por hacer una despedida más íntima sólo con mis gerentes. Tenía ganas de realizar un homenaje a cada uno de ellos como lo hace un líder cuando se despide. Este no era mi caso, a mi me quedaba un año todavía con ellos, por lo que quizás era una preparación para una despedida que vendría en algún momento. Pedí permiso personalmente a sus parejas para que les permitieran ir a una cena conmigo, todas aceptaron sin poner ni siquiera una mala cara.

Los invitados fueron los gerentes de operaciones, recursos humanos, comercial y marketing, en total éramos cinco personas con la alegría de pertenecer a un grupo de gran calidad profesional. La cordialidad, escasa en equipos gerenciales, abundaba principalmente porque todos tenían sus objetivos muy claros, como también el camino para conseguirlos.

Los invité a uno de los mejores restoranes de la ciudad, dado el buen clima habían puesto mesas en una terraza que daba a la calle. Desde ahí se podían ver tres esquinas: una era bocacalle que estaba justo al frente de nosotros y las otras dos eran las calles siguientes a ambos lados de ésta.

Pedí dos botellas del vino más caro del lugar, por un valor de trescientos dólares por botella. No me preocuparía por la cuenta, ya que pagaría con la tarjeta de crédito de la empresa y haría pasar el consumo como gasto general. Todos pedimos la especialidad del lugar que era una degustación de varios platos gourmet de diferentes sabores y combinaciones, todos deliciosos. También incluía dos postres en el que destacaba un rico helado de albahaca.

En medio de la comida tomé la palabra, dejando que mis emociones en forma libre se apoderaran de mi discurso. -Durante mi gestión me ha tocado darme cuenta principalmente de mis falencias: soberbia, arrogancia y muchas veces arrollador, las cuales he decidido ir trabajando. Por otro lado, he descubierto que la verdadera gestión se logra realizando conexiones emocionales. Ustedes me han confiado sus lados íntimos, aquellos que cuidamos de no mostrar para no ser dañados, lo cual agradezco. Muchos creen que son los proyectos los que te convierten en gerente general, en este caso fueron ustedes y estaré eternamente agradecido” dije logrando mayor conexión entre todos.

El gerente de recursos humanos tomó la palabra y dijo que sin lugar a dudas esta experiencia había sido una montaña rusa de emociones, pero para él lo más importante era que la prueba de la integridad, que siempre llegaba a nuestras vidas, había llegado a la mía y él había sido testigo de que la había superado, eso lo ponía orgulloso. Agregó que estaba contento de pertenecer a este equipo que era el de más alto rendimiento que había conocido. Esperaba que las relaciones humanas se siguieran cultivando para que en los momentos difíciles no se desarmara el grupo.

El gerente de operaciones, tomando una posición de líder agradeció mi gestión y mi cumplimiento de compromisos. Después se centró en resaltar los atributos de los otros tres gerentes, los que se iban sintiendo orgullosos en la medida que él los nombraba. Aprovechó de mostrar algunas visiones del negocio que yo compartía y terminó con un agradecimiento a todos por la experiencia que le había tocado vivir.

Mientras hablaba la gerenta de marketing vi a mi esposa en la bocacalle, me llamó mucho la atención. A esa hora y en ese lugar de seguro era para juntarse con alguien, pensé. Saqué mi teléfono para llamarla, pero no tenía señal. Me paré y le llamé, ella al verme se descuido y cruzó la calle con luz roja, y una cuatro por cuatro la golpeó haciéndola volar tal cual como había sucedido con la nieta del viejito días atrás.

Pedí ayuda a mis gerentes gritando enajenadamente, no lograba comprender como podía volver a ocurrir un hecho como ese. Cuando se acercaron ellos no entendían los que sucedía, les señalé que mi esposa había sido atropellada. Ellos insistían en que no veían a nadie, yo di la media vuelta y efectivamente me percaté que no había ningún accidente. Miré hacia una de las otras dos esquinas y volví a ver a mi esposa cruzar la calle siendo golpeada nuevamente por una cuatro por cuatro. Una sensación de angustia se apoderó completamente de mí, el pecho se me apretaba dejándome sin respiración. Cuando explicaba a los gerentes que el accidente lo había vuelto a ver ellos pusieron cara de preocupación porque efectivamente no había pasado nada.

Me senté completamente desorientado, sin entender que era lo que pasaba. Una frenada y un golpe me hicieron volver a parar y nuevamente vi a mi esposa volar por los aires producto del golpe de una cuatro por cuatro. Cuando me percaté que nadie había atendido el ruido volví a mirar y nuevamente no había habido accidente.

El aire se me empezó a ser muy escaso y comencé jadear, mientras los gerentes preocupados me preguntaban cómo estaba. El gerente de recursos humanos pidió que hicieran espacio para que circulara más aire y me preguntó si sabía dónde estaba. Yo muy mareado no supe que responder, el me preguntó si recordaba su nombre y yo pude decirle que sí recordaba, él era el gerente de recursos humanos. El volvió a insistir en la pregunta, pidiendo que no dijera su cargo sino su nombre y yo no pude decir nada más que -gerente de recursos humanos-.

Cuando me preguntó por el nombre del gerente de operaciones, pasó lo mismo, fui incapaz de decir un nombre y sólo repetía su cargo. Esa situación produjo más angustia la que comenzó a apoderarse de mi cuerpo. Comencé a ver todo más oscuro y las palabras que me  hablaban se iban transformando en ruidos indescifrables. Me llevé las manos a la cabeza y perdí el equilibrio cayendo de mi silla. En el suelo mi mente divagaba por cualquier parte menos por el lugar donde estaba, mi último recuerdo fue escuchar que alguien que pedía en forma urgente una ambulancia. Después de eso no vi nada más y dejé de escuchar todo sonido en lo que parecía ser un desmayo o un ataque con pérdida de consciencia.

FINAL (Parte 2/2)

Capítulo LV, Todo pasa por algo


Cuando desperté estaba en la cama de una clínica, mi padre tomaba mi mano con una sonrisa que mostraba alegría por verme despertar. Todo era confuso, lo último que recordaba era haber visto alucinaciones de mi esposa siendo atropellada, la impotencia por no recordar los nombres de mis gerentes y sensaciones de angustia. También sentía que algo no estaba bien, como si hubiese recuerdos tratando de empujar mi memoria, pero por alguna razón mi mente los bloqueaba. Quizás había estimulado tanto a mi inconsciente que este me protegía de algo, algo que quizás no estaba listo para enfrentar.

Le pregunté a mi padre cuándo había viajado desde Brasil, yo recordaba que estaba en su posada en Trindade. El me respondió que me acompañaba desde que había ingresado al hospital,  me tomó la mano y me dijo que descansara. Su tranquilidad me hizo cerrar los ojos y recuperar un poco más de fuerzas.

Cuando el barman entró a la habitación llevando una bata de doctor lo sentí un tanto extraño, de todas formas me alegré de verlo. –Buen día mi amigo barman-lo saludé y él respondió que era un avance importante que lo tratara de esa forma. Le pregunté qué hacía disfrazado de médico y sólo me dio una sonrisa, pues sabía que preguntaría algo así.

“¿Qué es lo último que recuerdas?” me preguntó tomando cada vez más la actitud de un doctor. Le respondí que vi alucinaciones, que no había podido recordar los nombres de mis gerentes y al parecer me había desmayado. “¿Puedes recordar los nombres ahora?” preguntó, pero él sabía que mi respuesta era negativa, lo supe por sus gestos. “¿Recuerdas tu nombre?” preguntó mientras yo alzaba las manos a la altura de mi pecho con las palmas hacia arriba en señal de desconcierto. - ¿Qué clase de pregunta es esa?, por supuesto que recuerdo mi nombre. Andrés Villanueva fue, es y será mi nombre. “Eso es un buen síntoma y ¿el de tu padre lo recuerdas?”, -Manuel Villanueva- respondí en forma tajante dándole a entender que el juego me estaba molestando. “Tranquilo Andrés, dos preguntas más y termino.  ¿Recuerdas algún nombre de las personas con las que has estado involucrado en los últimos dos meses?, preguntó el barman haciendo que mi estómago sintiera la misma sensación de vértigo que se tiene al bajar una montaña rusa. Sabía que ésta era una especie de manifestación de mi cuerpo y me llevaba a un escenario en el que, de seguro en forma inconsciente, no quería ir. El no recordar ningún nombre me molestaba, que mi memoria fallara de esa forma me generaba gran impotencia.

Justo cuando estaba a punto de decir que no recodaba ninguno, de manera inconsciente dije Camila Benavente, el nombre de mi esposa. Una lágrima sin sentido cayó por mi ojo derecho, haciendo que mi padre mirara al barman cuestionando el resultado del interrogatorio. Él lo miró y con el gesto de una mano le dio a entender que todo estaba orden. “¿Te sientes bien para formularte la última pregunta?” dijo. Por supuesto acepté, podía sentirme débil y cansado, pero mi ansiedad estaba intacta y saber cuál era su última pregunta me generaba gran curiosidad. “Esta respuesta necesito que sea rápida, apenas termine de hacerla debes decir lo primero que se te venga a la mente” dijo poniéndome un poco nervioso.

“Si yo fuera médico, ¿Cuál sería mi nombre?”, dijo mientras mi consciente e inconsciente se disociaron.

Por un lado pensaba qué clase de juego idiota era el que me estaba proponiendo y al mismo tiempo mi inconsciente respondía en voz alta -Doctor Aranda-. Mientras yo quedaba con una sensación extraña el barman sonrió y dijo que por el momento era suficiente. Le pidió a mi padre que saliera con él para que yo pudiese dormir un poco más.

Mientras trataba de entender porque no recordaba los nombres, comencé a recordar todo lo que me había ocurrido en el último tiempo. Si bien mi vida siempre había sido una aventura, la intensidad del último tiempo debía tener algún significado. “Todo pasa por algo” venía a mi mente una y otra vez, como si tuviese la tarea pendiente de no haber entendido cual sería el aprendizaje que debía obtener de tantas experiencias. El flujo emocional había sido fuerte, sensaciones extremas al descubrir un mundo de fantasía con la nieta del viejito, lo duro de su muerte y la tranquilidad que me había producido entender que ella había sido mi ángel. Hacer conciencia de lo tanto que amaba a mi esposa, que nunca lo había dejado de hacer, pero el mundo de los negocios me había hecho perder el camino que sabía recuperaría. La crisis en el trabajo había sido dura, mas era necesaria para demostrarme de lo que era capaz y la necesidad de tener un rival a quien vencer había sido satisfecha por el director, a quien había derrotado.

Por otro lado pensaba en twitter, había sido una experiencia increíble, lo que partió como un juego se había transformado en parte importante de mi rutina diaria. Al principio muchos cuestionaban si era o no gerente, pero con el tiempo había ganado bastante credibilidad a tal nivel que muchos ejecutivos y empresarios, a los que sí recordaba incluso con nombre, me habían escrito pidiendo consejos en ciertas materias de gestión. También disfrutaba mucho entretener con el sarcasmo y dar consejos “estilo zen”, como denominó una vez un seguidor. Creía que aportaba a las personas, subiendo su ánimo cuando necesitaban una palabra de aliento, en aquellos momentos donde los brazos tienden a ceder.

La increíble y curiosa historia de facebook era lo más freak que me había pasado, ser investigado por una compañía multimillonaria por el simple título de un artículo de blog era para no creer. También era difícil de imaginar que hubiesen hecho acciones para que twitter bloqueara mi cuenta, batalla ganada por la encantadora abogada de la que curiosamente tampoco recordaba su nombre, aunque sí el valor de sus honorarios.

Las aventuras debían tener un significado, debía lograr entender que todo pasa por algo. Estaba seguro que venía una siguiente etapa en mi vida en la que debía incorporar todo lo aprendido, todas las lecciones para poder crecer y tener una vida mejor, pero no lograba darle la vuelta.

Después de dormir un par de horas, desperté frente a la contemplación de mi padre. Recordé lo que había alcanzado a ver de “Cometas en el cielo” en ese momento comprendí que él había sido tan estricto, pues seguro quería lo mejor para mí. Pedí que se acercara y le pedí perdón, sus ojos azules grandes se llenaron de lágrimas, comenzando a mojar su camisa sin  que le importara. Un abrazo fuerte fue el que recibí, me conecté con aquellos abrazos que tantas veces había recibido, en los que me traspasaba el amor y el cariño que habían construido la base de mi seguridad. El me apretaba con mucha fuerza  como buscando que yo expulsara la pena acumulada, lo cual no logró, no estaba dispuesto a ir contra esa imagen de hombre seguro de mi mismo que había construido. “Soy tu padre y cometeré errores, pero en todo instante pensaré en ti. Te he amado desde que naciste, fuiste mis ojos, te amé cuando te volviste un rebelde, no dejé de amarte cuando decidiste mantener distancia conmigo, te amo ahora en donde no he dejado de apoyarte en tu recuperación y te amaré el resto de mi vida. Eres mi hijo, sangre de mi sangre y siempre contarás conmigo mi querido Andrés” dijo emocionándome aún más.

Mi padre me tuvo que abandonar unos minutos, pero el dialogo reciente me había llenado de emociones. Yo lo quería, lo admiraba y por esas tonteras del ser humano había elegido separarme en vez de abrazarlo, pelear en vez de acogerlo, golpear en vez de acariciar. No sé cómo trabaja la naturaleza, es extraña y difícil de comprender, pero al final del día es de una sabiduría inmensa. Por algún motivo volvía a unirme al hombre más importante de mi vida. Con esas ganas locas y desesperadas de poder dejar salir emociones contenidas busqué en youtube la canción “Con una pala y un sombrero” del difunto Gervasio que siempre me hacía recordar a mi padre.

Con una pala y un sombrero
Ojalá que cuando mires a tu alrededor,
no notes que la vida se te fue,
que a la hora de tu hora no me dejen ver
el paso de los años en tu piel.
Y ojalá que en el momento del adiós
me recuerdes como te recuerdo yo, huuuu.
La distancia nos distrajo, hasta que me enteré
por tu carta, que no hay nada más que hacer.
el cigarro siempre gana y esta vez también
no te culpes, yo he tomado el mismo tren
Y ojalá que donde vayas estés bien,
por la puerta que te toque lo sabré.

¿Quién más que tú,
con una pala y un sombrero
abre la tierra, sin arado y sin tractor?
¿Quién más que tú, trabaja en año nuevo?
¿Quién más que tú merece el cielo
para sembrarlo entero?
Y ojalá que cuando mires a tu alrededor
simplemente, te presenten a gardel,
que el señor te dé su mano,
y a través de él, te enteres,
que tus nietos crecen bien,
Y ojalá que en el momento de adiós,
me recuerdes como te recuerdo yo.
¿Quién más que tú,
con una pala y un sombrero
abre la tierra, sin arado y sin tractor?
¿Quién más que tú, trabaja en año nuevo?
¿Quién más que tú merece el cielo
para sembrarlo entero?
¿Quién más que tú,
con una pala y un sombrero,
sin más riqueza que una bicicleta al sol
¿quién más que tú, que siempre fuiste un viejo bueno?
¿Quién más que tú, merece el cielo,
para sembrarlo entero?

La canción me hizo llorar, hizo que sacara más pena de mi alma que la acumulada sólo por el alejamiento de mi padre, pero no reparé en eso. Él había sido un hombre bueno, yo sabía que había sufrido al alejarme, pero algo que tenemos los hombres me había impedido vencer mi orgullo y abrazarlo con todas mis fuerzas como lo hice ese día.

Cuando volvió se sorprendió al verme llorar y me volvió a abrazar, probablemente el haber escuchado la canción había producido un efecto catalizador que hacía que mi alma se limpiara con cada lágrima y con cada letra de la palabra “perdón” que no paraba de decir una y otra vez. – Perdón viejo, perdóname siempre te he querido, te he extrañado y necesitado- decía mientras este me tranquilizaba tomando mi cabeza con sus manos. –Papá perdóname, nunca quise hacerte sentir mal, nunca quise hacerte sentir que no me importabas, papá perdóname, papá tengo miedo- decía un niño asustado viviendo en el cuerpo de un adulto. 

Independientemente de que seamos personas maduras, son pocas las cosas que nos pueden dar tanta seguridad en un momento de flaqueza como lo puede hacer el cariño de un padre. Había comenzado a entender que esto no era sólo un simple desmayo, venía algo más que me preocupaba y asustaba, pero sentía una protección especial en los brazos de ese hombre que tenía la mitad de mi fuerza física. Él repitió muchas veces que saldríamos de esto, que seguiría estando conmigo todo el tiempo. Esto me daba una sensación de paz por un lado, pero entendí que él tenía más información de la que tenía yo.

Cuando le pregunté cuánto tiempo llevaba en la clínica contestó que cerca de dos meses. Eso fue un duro golpe. Claramente las cosas no estaban en su correcto lugar si yo percibía que era menos el tiempo que había transcurrido desde la celebración con mis gerentes. Además, cualquier enfermedad que me hubiese mantenido inconsciente todo ese tiempo debía ser grave, un tumor cerebral probablemente. Pedí a mi padre llamara a un doctor para hacer las consultas respectivas. Mientras esperaba, miré la lista de los contactos de mi teléfono para confirmar lo ocurrido con algunos de mis gerentes, pero todos sus datos habían sido borrados. Esto me pareció sospechoso, pensé que quizás el director había encontrado una macabra forma de vengarse.

Cuando el barman volvía a entrar a la habitación, con una radio en la mano y  con su ridícula bata blanca le dije que se dejara de pendejadas y que me trajera a un verdadero doctor. Lo increpé diciéndole que me dijera la verdad, creía que estaba trabajando para el director. Él dijo que me quedara tranquilo pronto entendería todo, también comprendía que yo no lo viera como doctor. “Para hacerlo más fácil llámame Doctor Aranda, al menos hasta que te acuerdes del nombre y apellido del hombre que crees soy. La jugada había sido correcta, él sabía que no recordaba todos los nombres, por lo que me vería obligado a llamarlo doctor, lo que después de todo no era tan incomodo.

“¿Cuándo fue la última vez que viste a tu esposa?, le dije que había sido el día en que había juntado las citas de ella y la nieta del viejito en el hotel, agregué que él había estado presente. Me incomodé mucho cuando él me dijo que volviera a pensar en mi esposa y que tratara de recordar bien la última vez que la había visto. -¿Qué clase de juego es éste?, un barman jugando al doctor me pregunta algo, le respondo, no me cree y me pide pensar en otra respuesta. ¿Qué quieres que te diga?, ¿Qué esperas que te responda?- dije en tono de reclamo.

“La verdad Andrés, quiero que digas la verdad, aquella de la que te escondes, la que no quieres enfrentar” dijo el barman causándome un extraño dolor de estómago. “Sé que duele, sé que una parte de tu cuerpo cree que no estás listo para enfrentarla, pero hay otra que sí lo está y ha estado empujando tu inconsciente a traspasar ese umbral. Andrés conéctate con todas tus emociones y podrás encontrar la respuesta que busco y que tú conoces” dijo el barman mientras una serie de extraños cosquilleos recorrían mi cuerpo y me hacían pensar. Esta reacción me decía algo, al parecer el barman tenía razón había algo que yo sabía y parte de mi inconsciente no dejaba salir.

“¡Cierra los ojos y conéctate con tu esposa de una vez por todas!” indicó el doctor con un convencimiento que me llevó a seguir su instrucción.

Cuando lo hice, pensé en una imagen de mi esposa e inmediatamente mis ojos se llenaron de lágrimas y mi pecho se apretó. Segundos después la comencé a ver una y otra vez volando por los aires tal cual lo había hecho antes de desmayarme, mi cuerpo comenzó a tiritar. Era una imagen dura que me conectaba rápidamente con la muerte de la nieta del viejito. Ante tal nivel de incomodidad física mi mente comenzó a recordar los abrazos y caricias dadas minutos previos a la muerte de la nieta. La calma se apoderó nuevamente de mí, esto no le gustó al barman quien comenzó a gritarme:

“¡Andrés conéctate con tu esposa, no seas cobarde!.”

El tono y la frase del barman hicieron que la escena en que me abrazaba con la nieta cambiara radicalmente, ahora era mi esposa la que tenía en mis brazos en aquel café. Nuevamente mi cuerpo comenzó a tiritar llenándose de sensaciones incomodas que no quería sentir. Sudor comenzó a salir por mi frente y mis lágrimas comenzaron a mojar la cama. Sentía las manos de mi padre tomando mis hombros, conteniéndome. Al mismo tiempo el barman, quien sabía el  efecto catalizador de emociones que la música podía causar en mí, puso una canción y me fue imposible no reparar en su letra.


Yo te extrañaré
Tenlo por seguro
fueron tanto bellos y malos momentos
que vivimos juntos.
los detalles las pequeñas cosas
lo que parecía no importante
son las que mas invaden mi mente
al recordarte.


Uhhhh! ojala pudiera devolver el tiempo
para verte de nuevo
para darte un abrazo
y nunca soltarte
mas comprendo que llegó tu tiempo
que Dios te ha llamado
para estar a su lado
así él lo quiso
pero yo nunca pensé
que doliera tanto


Ya no llores por mí
yo estoy en un lugar
(lleno de luz)
donde existe paz
donde no hay maldad
donde puedo descansar.
No llores por mí
es tan bello aquí
(con calma iré)
quiero que seas feliz
que te vaya bien
y cuando
te toque partir
espero verte aquí

Yo te extrañare
tenlo por seguro
como pensar que la vida
puede terminar
en un segundo
la vida es polvo
puede esparcirse
en un momento
nada trajiste
nada te llevas
sólo lo que había dentro

Yo te extrañare!

Mientras la canción avanzaba tomé las manos de mi padre aferrándome con fuerza, como quien se aferra a lo que pueda cuando un tornado está próximo a pasar por encima. Esa seguridad me sirvió para seguir avanzando en el recuerdo del café, ahora tenía certeza que la protagonista era mi esposa. Me conecté con una sensación de culpa mientras ella salía del lugar. –¿Cómo puedo ser tan desgraciado?- recordaba que me repetía una y otra vez , sintiendo que ella me amaba mientras yo hacía que la palabra infidelidad tomara un sentido de crueldad. Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos cuando recordaba a mi esposa abandonar el café en un armonioso andar. Cuando recordé que ella mandaba un mensaje por su teléfono vomité, anticipando que comenzaba a enfrentarme con un dolor que me estaba afectando de gran manera.

 “Andrés debes aprender a creer en los milagros, estoy embarazada” decía el mensaje que recibí de ella.

El recuerdo de una alegría inmensa se me vino de inmediato, –después de todo este tiempo seremos al fin padres- pensé. La proyección de ancianos compartiendo con hijos y nietos tomó sentido por ese breve instante en el que nuestras miradas nos hacían recordar todo el amor que habíamos sentido cuando nos conocimos. En cosa de segundos nos habíamos llenado de esperanza, seríamos capaces de reescribir nuestra historia.

Todas esas sensaciones positivas sentidas en aquel café duraron muy poco. La búsqueda de los brazos de mi padre y un llanto desgarrador fueron las acciones previas a comprender lo peor, la que efectivamente había sido atropellada y lanzada por los aires había sido mi esposa.

Un gran vacío e intenso dolor era lo que sentía mi alma, las palabras no sirven para describir lo fuerte que eran. El sentir que en un segundo nuestros sueños se preparaban para cumplirse y que al siguiente todo se iba a la mierda, me hacían tener ganas de escupir a Dios y a todos sus malditos cómplices con quienes había diseñado este trágico destino.

El barman, al que ahora sí recordaba como doctor, puso su mano en mi espalda y me dijo “bienvenido Andrés” y se retiró dejándonos solos.

Cerca de treinta minutos lloré con la calurosa contención de mi padre, quien me decía que soltara todo, que lo dejara escapar, todo estaría bien. Poco a poco fui recordando la historia completa, la mañana de ese día ella tenía un rostro diferente, me comentó que iría al ginecólogo en lo que pensé era un examen de rutina. A media mañana me llamó, dijo que necesitaba urgente mi presencia y sin pensarlo salí de mi oficina a encontrarnos en aquel café. Ella estaba diferente, me buscaba como una gata busca a su amo, quería que la regaloneara y le hiciera mucho cariño. Cuando nos abrazamos ella me dijo que tenía una noticia que me alegraría y que me la diría en su momento. Después vino el accidente, tal cual lo había recordado con la escena de la nieta del viejito, corrí esquivando los autos y cuando llegué a su lado estaba toda fracturada y sin síntomas de consciencia. Después se la llevó la ambulancia, llegué al hospital donde el doctor me dijo que mi esposa estaba muerta. Luego de la noticia tuve una serie de mareos similares a los que había tenido en la celebración con los gerentes, los que también me hicieron desmayar. Curioso era que no podía recordar nada en relación a ella posterior al accidente, no recordaba sus funerales, ni el lugar donde estaba sepultada.


A veces, la expulsión de un dolor profundo produce un cansancio físico, a mi me hizo dormir profundamente al cuidado de mi padre. Me dormí suspirando, como un niño después de hacer un gran berrinche. Al despertar, comí un poco ante la insistencia de mi padre quien me sonreía a ratos dándome muestras que él sentía que el paso más duro de mi recuperación se había dado. Mi mente aún estaba confundida, pero evitaba presionarla en busca de respuestas.

Cuando el Doctor Aranda me vino a ver, le comenté que si bien entendía que la muerte de mi esposa había sido real, no lograba encajarla en ninguna parte de mi historia. Él me relató que el día del accidente, justó después de que el doctor a cargo de la urgencia me dijo que mi esposa había muerto, me desmayé y di un fuerte golpe en la cabeza. “Al despertar no hablabas ni te movías, te diagnosticaron “mutismo aquinético” que es un estado de alteración de la conciencia en donde existe ausencia total de actividad motora, también llamado como “sopor”, en este caso, producto de traumatismo craneal” señaló el doctor.

“A tu padre se le logró contactar a las pocas horas del accidente y viajó de inmediato. Me pidió que te examinara y no compartí el diagnostico. Según mi opinión la muerte de tu esposa te había producido un trastorno por estrés postraumático (TEPT) haciéndote vivir un proceso de disociación. Éste te permitió tomar distancia del hecho preservando tu identidad y produjo un bloqueo de los procesos cognitivos y afectivos, impidiendo la integración del trauma a esquemas preexistentes, de seguro el golpe lo agravaba haciéndote entrar en un estado de sopor” dijo el doctor en lo que parecía una seria explicación, pero para mí había sido inentendible. -No debe demostrarme que es doctor usando términos médicos, mientras más simple sea la explicación más se lo agradeceré- dije interrumpiendo al médico, quien señaló que haría su mejor esfuerzo.

“El accidente de tu esposa y el golpe que recibiste en tu cabeza te hicieron quedar en un estado catatónico, sin hacer ningún guiño a la realidad, no hablabas, no te alimentabas, estabas con la mirada ida. En tú caso,  también debió afectar tu tratamiento con la sertralina, ya que se sabe que trastornos psiquiátricos previos generan vulnerabilidad” señaló mientras explicaba que no todas las personas sufren TEPT y que existen varios factores que generan vulnerabilidad.

“Mi recomendación fue que te vinieras a esta clínica y a las veinticuatro horas comenzamos tu tratamiento a base de medicamentos” dijo el doctor acaparando mi completa atención. “Cuando llevabas una semana tomé tu teléfono y seleccioné canciones para probar una musicoterapia. Inmediatamente después que puse la música tú tomaste tu teléfono y escribiste algunos  mensajes en twitter para luego volver al estado de sopor” dijo el médico mientras me pasaba dos cuadernos y me preguntaba si los recordaba. Cuando los comencé a ojear me di cuenta que tenían mi letra y que había ido escribiendo todo lo que me había pasado en el último tiempo.

“Cada vez más seguido tomabas tu teléfono y twitteabas, un día una enfermera dejó por error uno de estos cuadernos e inmediatamente lo utilizaste para escribir” dijo el doctor mientras mi mente abría de golpe una puerta por la cual comenzaron a entrar una serie de recuerdos que me paralizaban. Recordé que día a día escribía un capítulo de lo que era el diario del @Gerente2012, sin salir de la habitación. “Veo por tu reacción que estás entendiendo” dijo el doctor mientras me recostaba impactado por el golpe con la realidad que había sufrido.

“Lo que piensas es correcto, si bien el relato contiene algunas partes de tu real historia la mayoría de los capítulos son ficción. Tu mente en forma extraordinaria trazó tu recuperación a través de estos escritos, que te fueron preparando para poder enfrentar la muerte de tu esposa. Así fue que reviviste el accidente con la muerte del personaje de la nieta del viejito, dejaste salir tu delirios de grandeza a través de la historia de facebook y te preparaste emocionalmente con el triunfo de una batalla con el personaje del director, para que justo en la celebración y gloria te volvieras a conectar con la realidad” dijo el doctor mientras que una sensación de mareo volvía a mi cuerpo, producto de la inestabilidad que me producía el cambio brusco de escenario al que me enfrentaba.

“En situaciones como esta la mente deja puertas a través de las cuales puede volverse a conectarse con la realidad. Esta mañana te dije que era un avance que me llamaras “amigo barman”, ya que tu mente construyó ese personaje para hacerte volver. Cuando me saludaste así, supe que el personaje lo imaginaste con mi forma, por lo que yo era el que debía conectarte. Otro puerta que dejó tu mente fue el no inventar ningún nombre a los personajes creados, lo que te permitiría en algún momento cuestionar la normalidad de esto” dijo el doctor mientras me daba unos calmantes dado que estaba expresando demasiada angustia. Me dieron los medicamentos y sacaron a todos de la pieza mientras yo me quedaba dormido lentamente.

En la noche desperté mientras el doctor Aranda hacía su ronda normal. Cuando me preguntó cómo me sentía le mentí y le dije que estaba bien,  el dolor de mi alma lo sentía en el pecho y no era capaz de soportarlo, tenía que hacer algo para que desapareciera. Cuando me quedé solo con mi padre le pedí que fuera por un vaso de agua. Tomé mi teléfono, mis audífonos y me fui en busca de la azotea de la clínica. Una vez estando en ella bloqué la puerta y busqué una canción que me ayudara a sacar la mierda que llevaba dentro de mí. “Nothing else Matters” de Metallica fue la  elegida. (http://www.youtube.com/watch?v=WrTYSKpctLc)


Antes de ponerme a cantar cerré los ojos y dejé que la música de la canción se apoderara de mí, girando sobre mi eje con los brazos abiertos.

La primera estrofa la canté con la misma suavidad que el cantante moviendo los brazos al ritmo de la batería con fuerza apretando mis manos.

Tan cerca no importa cuán lejos
No podría ser más del corazón
Siempre creyendo quienes somos
Y nada más importa

Comencé a forzar la voz un poco más…

Nunca me abrí de esta forma
La vida es nuestra, la vivimos como queremos
Estas palabras que no acabo de decir
Y nada más importa
                                                        
El coro de la canción lo cantaba forzando aún más la garganta, de tal manera que la voz del vocalista parecía la de una adolecente en comparación con la que sacaba yo. Además gritaba con todas mis fuerzas, tensando todos los músculos de mi cuerpo. El grito hacía que la molestia de mi pecho desapareciera por instantes mientras era reemplazado por un dolor en mi garganta. Me repetía una y otra vez que ya nada más importaba. Mi vida la había desaprovechado, mis sueños eran basura y la familia que tanto quise formar me había sido arrebatada de las manos. Ya nada más importaba, sólo quería apagar la sensación que tenía en mi pecho.

Creer en los que busqué y encontré en ti
Cada día para nosotros algo nuevo
Mente abierta para una vista diferente
Y nada más importa

Nunca importó por lo que hicieran
Nunca importó por lo que supieran
Pero sé

Tan cerca no importa cuán lejos
No podría ser más del corazón
Siempre creyendo quienes somos
Y nada más importa

Volví a gritar, pero con más fuerza que la vez anterior. Sentía como mi garganta hacía un gran esfuerzo. Eso sí que esta vez mi ojos comenzaron a dejar salir lágrimas mientras me acercaba a la orilla del edificio.

Nunca importó por lo que hicieran
Nunca importó por lo que supieran
Pero sé

Miré hacia abajo, contemplando el vacío sin vértigo mientras la música sonaba. Cuando cantaba lo hacía con miedo y luego con rabia. Era hora de apagar el dolor y dar paso a la tranquilidad.

Nunca me abrí de esta forma
La vida es nuestra, la vivimos como queremos
Estas palabras que no acabo de decir
Y nada más importa

Lloraba sin poder obtener consuelo, la decisión estaba tomada. Seguía cantando con fuerza como maldiciendo y culpando al universo, destino, gran arquitecto, Dios, alá o cualquier otro hijo de puta que se había atrevido a jugar con mi vida.

Creer en los que busqué y encontré en ti
Cada día para nosotros algo nuevo
Mente abierta para una vista diferente
Y nada más importa

Frente al vacío con los brazos abierto gritaba con mucha fuerza haciendo que las lágrimas brotaran en grandes cantidades como si estuviese lavando mi alma. Agitaba los brazos al ritmo de la batería y sentía que era el momento de dejar todo atrás, saltar de una vez, ya nada más importaba. Mientras cantaba y lloraba recordaba la escena de una película en donde el protagonista, destrozado llorando se debatía entre dispararle o no al asesino de su esposa, aunque se sabía que la decisión estaba tomada. Después de un rato disparó en la cabeza del criminal. Yo sentía lo mismo, la decisión estaba tomada y mientras me debatía entre saltar o no, sólo esperaba el momento en que volaría unos segundos hasta estrellarme en el suelo y acabar con todo. Escuchaba a lo lejos como trataban de abrir la puerta y los gritos de mi padre rogándome que no saltara, pero al igual que el protagonista yo tenía mi decisión tomada, sólo faltaba llorar un poco más antes de saltar.

Nunca importó lo que dijeran
Nunca importó los juegos que jugaran
Nunca importó por lo que hicieran
Nunca importó lo que supieran
Y yo ahora

Junto con la música de la batería vino a mi mente un titular en los diarios en donde salía mi foto indicando que era un ejecutivo suicida. La verdad que a veces me cuesta entender mi mente, pero esa vez entendí muy claramente que era muy ególatra para cerrar mi vida con un recuerdo como ese.

-No señor, haré algo grande muy grande antes de irme de este mundo de mierda- pensé y me alejé de la orilla.

Volví a cantar con suavidad mientras me dirigía a la puerta de la azotea en busca de los brazos de mi padre con una decisión tomada. El año dos mil doce sería el año en que haría algo grande, no sabía qué, pero la foto del suicida ejecutivo sería reemplazada por la de un exitoso gerente mostrando al mundo que fue capaz de hacer algo difícil, algo que muchos habrían dicho que era imposible.

Tan cerca no importa cuán lejos
No podría ser más del corazón
Siempre creyendo quienes somos
Y nada más importa

Cuando mi padre me abrazó la catarsis ya había sido hecha, la canción acababa y yo preparado para que el malo que llevaba dentro de mí tomara el control, no importaba si tenía que ser el hijo de puta más grande del planeta, pero alcanzaría mi objetivo.

De esta forma cerraba un capítulo de mi vida y abría otro. El dolor había sido enorme, pero dicen por ahí, lo que no te mata te hace más fuerte. El año dos mil doce sería mi año y después me retiraría a buscar mi equilibrio en cualquier otra actividad. El intento por cambiar mi relación con las mujeres también podía esperar, al menos mientras siguiera siendo soltero.

Mientras bajábamos las escaleras tomé mi teléfono, puse la aplicación de twitter y realicé un sólo tweet:

Gerente2012                                                                                                                                  
El Malo: #Modeon
El Bueno: #Modeoff
El Lindo: #Todoelrato


FIN.



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Recomiendo leer la #ttnovela de @gerente2012 http://ttnovela.blogspot.com/
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